Viejos Amores
El Gato se reencuentra con un antiguio amor y revive viejas y calientes pasiones.
Viejos amores
Cuando uno termina una relación de largo tiempo en forma abrupta siente que el mundo se vuelve mierda y que sabe mal, como nunca antes. Pero, a veces la vida nos depara sorpresas que nos mantienen vivos, como los reencuentros.
Ayer, después de muchos años me encontré con Diego, un chico que conocí en el boliche donde trabajaba y con el que tuve algunas historias (hazte fama), ahora ese pibe era todo un hombre, casado y con una hija. Nos encontramos en la calle ambos de compras por el centro comercial del barrio donde vivo. Yo no lo había visto y escucho un "¿Gato, no saludas ahora?". Me di vuelta y ahí estaba él. Más lindo de lo que podía recordar, con un cuerpo trabajado y esos ojos claros que me matan.
Hablamos un rato y quedamos en tomar unos mates en mi casa esa tarde. A las seis llegó. Le mostré mi nueva casa y al ver la cama me dijo sonriendo que la recordaba .
Tomamos unos mates y hablamos de nuestras vidas, de mi reciente separación y del casamiento de él. Finalmente, nos quedamos callados mirándonos a los ojos. Le sonreí y se puso de pie y me tendió la mano, la cual tomé y me guió hasta la habitación.
Nos acostamos, me abrazo y me dijo que quería darme un beso, me quedé en silencio y como el que calla otorga, me partió la boca de un beso terrible, apasionado. Nuestras lenguas se fundieron mágicamente y nuestras manos comenzaron a explorarse. Le saqué la remera para mirarlo bien, detenidamente, recorrí con la punta de mis dedos cada centímetro de su pecho y su torso. Podía notar como su pija crecía al solo contacto con mis dedos. Diego se desabrochó los jeans que llevaba y se dejó hacer. Primero le saqué las zapatillas y luego el pantalón, dejándolo en slip, y observando como la verga dura y gruesa del chico haría reventar la tela en cualquier momento.
Sobre la tela, atrapé su dureza y la hice mía. Pajeándolo suavemente mientras el cerraba los ojos y con su lengua lamía los dedos de mi otra mano.
Le bajé el slip y se lo saqué, dejándolo completamente desnudo. Me desvestí despacio mientras él me miraba, y me acosté sobre él, para besarnos nuevamente. Nuestras pijas se frotaban entre sí, la excitación subía de nivel a cada instante, le besé el cuello, las tetillas, el ombligo y finalmente, tomando su pija con ambas manos, me fui devorando esos 20 cm de carne que volvían a ser míos. Diego me tomó por la cabeza y empujó un poco, hasta lograr meterme la pija entera en la boca y comencé un sube y baja con mi lengua y mi boca que nos enloquecía. Me puse de costado y mi culo quedó a la altura de su mano derecha. Tomando la vaselina que había en la mesa de noche, el chico me fue introduciendo uno y luego otro dedo para cogerme con ellos mientras yo le chupaba su verga. Luego me dediqué a sus huevos, casi sin pelos como a mi me gusta, y me los tragué uno a uno, haciéndolo estremecerse del placer.
Me dijo "quiero meterte toda la pija en el culo, Gato" y se arrodilló en la cama, haciendo que me arrodille delante de él, puso una mano sobre mi espalda y me inclinó hasta que mi cabeza quedó recostada en el colchón y mi culo a su entera disposición. Agarró su pija con una mano y me apoyó la cabeza en mi entrada, y presionó un poco, hasta que me metió entera la cabeza, luego me tomó de la cintura y me dijo "¿Te la bancas toda?" y como respuesta a esa pregunta, hice un movimiento de cadera en la que me ensarté su verga hasta los huevos.
Diego decía mmmmmm, mmmmm, gatito,mmmmmm. Y me empezó a culear salvajemente. Su verga entraba y salía casi por completo de mi esfínter, sus manos seguían tomándome de la cintura y marcaban el ritmo que él quería seguir. Me llenaba de carne, podía sentir sus huevos chocar contra los míos y me volvía loco. Sin sacarla, diego se puso de pie detrás de mí y agachándose logró aún una mejor entrada. Sentía que me partía con su verga y esa cogida, pero el placer era intenso, sensacional. Diego comenzó a acelerarse y me dijo que se corría. Yo me retiré y me di vuelta rápido para recibir mi leche en la boca, solo tuve que apoyar mis labios en su glande para hacerlo estallar sobre mi cara y mi boca. Las piernas le temblaban, había vaciado sus jugos de una manera brutal.
Yo estaba con la verga durísima, pero Diego me dijo que no me masturbe, que me la quería chupar. Se acotó en la cama boca arriba y yo me arrodillé al lado de su cara y le metí la verga en la boca. Mi amigo tragó mi verga y comenzó a mover su lengua hasta que no pude más y le llené la boca de leche, que él tragó gustoso. Luego lo besé, y en su lengua el gusto de mi esperma me excitó aún más. Me tumbé a su lado y lo abracé. Él me dijo que había sido el mejor polvo de los últimos años. Y una de sus manos comenzó a jugar con mis tetillas, lo que me pone loco de inmediato. Le dije "Diego, si seguís así no te voy a dejar ir". Me dijo "¿Quién te dijo que quiero irme, Gatito?". Y se quedó y se quedó y se quedó
El Gato.-