Viejos amigos... viejos recuerdos (2)

2ª Parte.Verano de 99: 25 años después se reencuentarn, cuando ya los dos tienen pareja.

Parte 2: V erano de 1999

Julio y su mujer están comprando en el supermercado, acaban de llegar a su apartamento de la costa y están haciendo acopio de provisiones. Ante el expositor de los quesos, eligen unos cuantos caprichos mientras conversan animadamente.

En eso, Julio oye a su espalda pronunciar su nombre en un tono interrogativo y se vuelve.

¿Julio…?

Sí; pero… - Dudando mientras mira a la cara de la mujer que le habla, intentando escudriñar en su memoria.

¿No me reconoces?, ¿Tanto he cambiado?, por que tú sigues igual.

Pues lo siento; pero no caigo

Vamos, que voy a tener que enseñarte el chocho.

La mujer que se ha dirigido a él va acompañada de un hombre que empuja, como Julio, un carrito de supermercado. Los cuatro se miran y todos, menos la desconocida, parecen evidentemente incómodos.

Te daré una pista… ¿Recuerdas el verano del 74?

¡Eva! – Julio la reconoce y se lanza sobre ella en un abrazo

Se abrazan y se besan, hablando atropelladamente e interrumpiéndose, mientras sus parejas se miran con cara de no entender nada.

Eva deja a Julio por un momento y abraza a su mujer.

Ya que este tonto no nos presenta lo haré yo. Me llamo Eva y este tío fue el que me desvirgó hace… ¡Qué horror, hace ya 25 años! Tú debes ser su mujer – Siguió diciendo sin dejar reaccionar a nadie- ¡Qué suerte has tenido, chica, conseguir un hombre que come el coño tan maravillosamente!

Perdonad, con la sorpresa, me había despistado. Ella es Maruja, mi mujer- Reacciona Julio, visiblemente sonrojado por los comentarios de Eva.

Y este es Mario, mi marido. Que también tiene una boquita, y otras cosas de ensueño – Añade Eva, depositando un leve beso sobre los labios de su pareja, a la vez que le ponía la mano en la entrepierna, haciendo que todo él se contraiga.

La conversación se vuelve más distendida, cuando Eva de hacer referencia sexuales y comienza a discurrir por derroteros más convencionales. Finalmente intercambian sus móviles para quedar una noche para cenar las dos parejas.


En la cocina del apartamento, mientras guardan la compra, Maruja hace un comentario, con un tono de voz que parece indicar in cierto enfado.

Nunca me habías hablado de Eva

Fue un ligue de verano hace 25 años y no he vuelto a saber de ella. ¿No estarás celosa, amor?

No tonto, era una broma. ¿De verdad fuiste el primero en follar con ella?

Eso me dijo

¿Cómo te lo hiciste, cariño?

No hice nada. Según me explicó, fui el primero que no lo intenté y por eso se lo montó conmigo.

¡Vaya, vaya, que técnica de ligue más sutil! Pero Eva tiene razón al menos en una cosa

¿En cuál?

¿Qué eres una maestro haciendo disfrutar a las mujeres con tu boquita, comiendo coños.- Maruja de ha acercado a Julio y le ha besado seductoramente.

Gustosamente, esta noche haré todo lo posible para mantener mi fama.

¿Esta noche? ¿Para qué esperar?

La mano de Maruja está abriendo la bragueta del pantalón de su pareja y le acaricia la verga, que rápidamente reacciona al estímulo. Julio desabrocha los botones de la blusa de su mujer, hace saltar los sujetadores y comienza a lamer los pezones endurecidos que coronan los senos turgentes y generosos. Su mano, bajo la falda, acaricia la sueva y sensible cara interna de los muslos y asciende hasta alcanzar el sexo, húmedo y henchido por el deseo.

¡Cómo estas, amor!

¡Totalmente cachonda, querido! – Exclama Maruja mientras se arrodilla y toma con la boca el miembro de Julio –

Para cariño, que vas a hacer que me corra.

Yo también sé usar la boca. ¿Eva te la mamaba tan bien como yo?

No amor, sólo me lo hizo el día que nos despedimos

Julio hace que se levante, y entre besos, las piezas de ropa vuelan a su alrededor.

Maruja está tumbada sobre la mesa de la cocina, con las piernas separadas y apoyadas sobre los hombros de Julio, que hunde la cabeza entre sus piernas. La boca abierta engulle el sexo de la mujer, chupando suavemente mientras la lengua se insinúa entre los labios. Ella se acaricia los pechos respirando cada vez más profundamente.

La lengua de Julio penetra cada vez más profundamente en el sexo de su pareja, que tiembla sin control. Separa suavemente los labios con sus dedos y hace que la lengua recorra una y otra vez todos los rincones sonrosados y brillantes del coño de su mujer. Se detiene en la entrada de la vagina en insiste una y otra vez con el extremo de la lengua. Maruja gime sin parar. Ligeros toques sobre el sensible clítoris producen el efecto esperado y toda ella vibra, jadea y con voz entrecortada exclama:

Así amor, así, así, no pares, nooooo….

Los labios de Julio se acoplan a los del sexo de su amada, la lengua explora de nuevo una y otras vez los recovecos más ocultos, dispuesto a sentir la cálida humedad del placer de Maruja, que inunda su boca de ese sabor tan especial.

Maruja, yace sobre la mesa presa de la lasitud, Julio se incorpora, y se inclina de nuevo juntando sus bocas. El beso se hace eterno y la mano de ella aprisiona la polla del macho necesitado de placeres. El glande baboso deja entre los dedos femeninos el pegajoso elixir precursor de placeres mayores que ella, lascivamente, lleva a su boca.

Baja de la mesa, se arrodilla ante su hombre y toma entre sus labios el miembro erecto de su hombre; el mismo sabor que hace unos instantes ha colmando su sentido del gusto, llena ahora mucho más intensamente su boca; pero él no quiere correrse así en ese momento.

La toma por los hombros, haciendo que se levante, la vuelve de espaldas, recostándola sobre la besa, sus turgentes senos han quedado aprisionados entre su cálido cuerpo y la fría superficie del mueble. Él se coloca y de un golpe seco penetra profundamente por detrás en el coño todavía empapado de flujos y saliva.

Ella grita, sus pezones se endurecen aún más y siente en ellos el tacto liso e inerte de la superficie de la mesa, extendiendo por todo su cuerpo una extraña y placentera sensación. Julio saca totalmente la polla del coño de su mujer y se la vuelve a clavar una y otra vez con un golpe seco, el choque de sus testículos contra el trasero de ella y el húmedo chasquido que produce la lubricada vagina a cada envestida acompañan a los gemidos de placer cada vez más intenso que salen de la boca de Maruja.

El ritmo de la penetración va creciendo y creciendo, el cuerpo de Maruja se ve sacudido más y más, toda ella tiembla en parte de placer, en parte por la energía con que Julio se la está follando. Ambos sudan copiosamente. Maruja nota como por la cara interior de sus muslos se desliza regueros de sudor y del flujo que sale de su coño acompañando a la polla de su marido en cada movimiento de retirada, siente que sus piernas casi no le aguantan y deja reposar todo su peso sobre la superficie de la mesa, aprisionando aún más sus vibrantes tetas.

Julio se detiene por unos instantes para tomar aire. Con la polla hundida hasta el fondo, abraza a su pareja y le mordisquea el cuello como un felino en la cópula; sabe que eso a ella le excita tremendamente y la escucha gemir de placer aún más intensamente, mientras todo su cuerpo de estremece a cada nueva presión de los dientes sobre su nuca.

La mano de Julio busca el coño de su mujer, acaricia la parte superior de los labios, bajo los cuales su polla se pierde en las profundidades del cuerpo y los separa suavemente hasta toparse con la turgente protuberancia del clítoris henchido. Ella chilla:

¡No puedo más, me matas de placer! ¡Me voy a correr otra vez!

Pues hazlo, amor! Me encanta acariciar tu suave coño, cuando estas tan cachonda a punto de llegar al clímax.

Diciendo esto, los movimientos de su polla se han vuelto más lentos y pausados. Los vaivenes se combinan con movimientos circulares de las caderas, mientras la yema de los dedos sigue acariciándole el clítoris. Ella grita palabras ininteligibles en medio del orgasmo que le sobreviene, las contracciones de la vagina aprisionan la polla que de una vez está descargando. Julio arquea su cuerpo hacia atrás, en la última embolada que le lleva hasta el fondo del coño de Maruja y grita, antes de desplomarse sobre el cuerpo inerte de su pareja.


En silencio, están acabando de guardar la compra después de la sexual interrupción. Sus cuerpos desnudos todavía muestran restos de las gotas de agua de la ducha que se han dado antes continuar con las labores de la casa. Julio canturrea y Maruja lo mira de reojo y sonríe.

Muy contento te veo.

Sí amor. La verdad es que sí.

¿Es Eva el motivo?

Maruja, no empecemos otra vez

Ja, ja, ja. Otra vez has caído. Va, vamos a ver que comemos que el polvo me ha abierto el hambre.

A mí también, cariño. Prepara algo para picar, que de postre me voy a empachar de coño. Te voy a hacer el cunnilingus más largo de la historia.

Va, amor, no seas bocazas.

Es que tengo que velar por mi buena fama.

En su apartamento de verano, Eva y Mario retozan sobre el lecho. Él se agita sin control, la boca de su pareja engulle su polla y con voz entrecortada musita:

¿Esto te lo enseño a hacer él?

No amor, sólo le hice una mamada y él nunca me la pidió. Lo he aprendido después.


Un corto zumbido advierte a Julio de que tiene un SMS en un móvil. Extrañado, lo lee, pensando que es publicidad estúpida; pero lo que ven sus ojos le deja petrificado.

"Te espero en el Apartotel Carmiña, junto a la gasolinera de las afueras. Habitación 207. Te espero durante una hora. Si no vienes, lo entenderé. Eva"

Julio sale de casa mascullando una escusa apenas inteligible en la que involucra a unos amigos estivales, a la que Maruja apenas presta atención y a la que responde con un "Hasta luego cariño, que te diviertas", que retumba en sus oídos. Está confundido, no sabe porque acude a la cita y no quiere pensarlo.

La puerta de la habitación 207 está entreabierta, chirria levemente cuando la empuja y en la penumbra sus ojos ven aquellos que su cerebro temía, pero que su corazón secretamente deseaba.

Eva, desnuda tendida sobre la cama, sonríe con esa sonrisa seductora que tantos recuerdos le trae. Es evidente que los años han pasado por ella; pero a pesar de todo tiene un cuerpo que llama a la lujuria. No ha perdido la línea que moldea su cintura y sus caderas; sus pechos todavía son firmes y coronados por unos pezones oscuros y bien marcados; su coño casi depilado tiene incluso un aspecto más lubrico que el que conoció en su juventud y no puede evitarlo, bajo los pantalones su verga se yergue rindiéndose ante tanta seducción.

Maruja de ha sentado en el borde de la cama y Julio se ha acercado a ella. Eva abre sin prisas la bragueta abultada e introduce su mano, haciendo salir al cautivo. Julio gime por primera vez en esta tarde. Conduce al prisionero a su nueva celda, ajustando bien los labios para que no escape. Julio vuelve a gemir.

Mientas la oscura y cálida humedad de la boca envuelve al preso, Eva hace caer los pantalones y la ropa interior y mueve adelante y atrás su cabeza iniciando la tortura del condenado. Julio acaricia los cabellos de Eva y gime sin parar, arqueándose hacia atrás y cerrando los ojos.

La pareja yace desnuda en la cama, sus bocas fundidas sólo se separan para buscar otras partes del cuerpo del otro, se acarician suavemente y finalmente acaban sobre el sexo del otro. Ella le roza con la yema de los dedos el escroto y se aferra a su polla haciendo que se deslice muy lentamente entre sus dedos; él roza levemente la palma de su mano por los turgentes labios del coño y sus dedos exploran apenas la entrada de la cálida y húmeda cavidad del ardiente sexo femenino.

Julio chupa con pasión los endurecidos pezones de su accidental pareja y comienza su peregrinación como una polilla hacia la luz que la ha de matar. El valle de sus senos, la llanura que le conduce al ombligo, la línea alba de su vientre, el monte de la Diosa del Amor, y finalmente su ansiado objetivo. La boca de Eva es un suspiro continuo y su cuerpo se agita en espasmos de placer a cada nuevo contacto. Los labios de la boca besan los del coño una y otra vez, la boca abierta engulle el sexo humedecido ya por el deseo y la lengua, muy lentamente, inicia el recorrido final.

Abre suavemente el sexo palpitante y los íntimos rincones del coño deseoso de placer se muestran brillantes, irisados, como nacarados. La lengua lame las ninfas y revolotea en la entrada de los más profundo, entra, se retrae, vuelve a entrar y así una y otra vez hasta que ella chilla, pidiendo a gritos que la penetre. Un último recorrido, besa y chupa el clítoris y ella se arquea en una contorsión casi imposible.

Por fin entra en su cuerpo, la polla de Julio resbala sin resistencia alguna, despareciendo hasta lo más profundo del cálido coño de su amante que se agita y gime a cada nuevo embate. El ritmo se hace más intenso y ella pide más y más. Julo entreabre los ojos y la visión de Eva arrebatada por el placer le excita a un más y se lanza sobre su cuerpo mordisqueando sus pezones. Ella jadea, gime, grita

Así, así

y él sigue y sigue hasta no poder contener por más tiempo la explosión.

Eva presiente un leve movimiento, de retirada, un amago de coitus interruptus, como si Julio quisiera evitar eyacular en su interior, y en un movimiento casi reflejo, rodea la cintura de su amante con sus piernas exclamando

Ahora no la sacarás, córrete y acaba lo que has empezado.

Abrazados, con sus cuerpos como fundidos en uno, Julio inunda de semen el coño de Eva en una serie de golpes secos y profundos mientras ella se corre clavando las uñas en la espalda de su amante.

Ambos sudorosos, caen rendidos, exhaustos, sin aliento. Tras unos instantes, Eva comenta:

Ya no somos tan jóvenes y eso se nota

Julio sonríe sin decir nada y se tumba a su lado tomando cariñosamente su mano. Un silencio casi absoluto llena el ambiente, sólo se oye el rumor del exterior hasta que Julio pregunta:

Eva, has engañado otras veces así a tu marido.

Eva, como con cara de sorpresa, lo mira y exclama:

¡Engañar a mi marido! ¿Es que tú estás engañando a tú mujer?. Esto sólo ha sido un reencuentro entre viejos amigos rememorando tiempos pasados.

Ahora la cara de extrañeza es la de Julio; pero ésta es auténtica. Eva suelta y sonora carcajada, se vuelve hacia Julio y le besa en los labios mientras su mano acaricia el ya flácido y todavía húmedo miembro de su compañero de cama y le dice al oído:

A ver si se pone de nuevo en forma que hace 25 años que no te hago una mamada y quiero enseñarte lo que he aprendido