Vieja Metiche...
Relato corto de un breve encuentro en el metro y como una señora mayor estaba más al pendiente que nadie
Pocas cosas me molestan tanto a la hora de viajar en metro como la gente metiche. De verdad, ¿Nunca se han topado con una “mujer santa de buenas costumbres y moral intachable” que sólo está jodiendo la vida?
Hoy me subí al metro en la mañana, en la Linea 1 y para variar, venía llenísimo, así que me esperé a que pasara alguno más o menos vacío o a encontrarme una morra, pasó lo segundo. Después de dos vagones apareció una chava de como unos veintitantos con un buen trasero que se dejó ir a la zona de hombres; obvio todos llegaron como perros y buitres, pero pues tuve la suerte de quedar junto a ella en la fila del andén por lo que cuando entramos, pude sentirle de lleno ese riquísimo trasero.
La verdad es que en ese sentido siempre voy de menos a más, no me gusta ser atascado porque nunca sabes cuando una chica no quiere y eso debemos respetarlo; total que empezaron los roces y vi que la morra no dijo nada; en una de esas se movió y talló todo su trasero por mi mano, eso sí me prendió y me avente a ser más descarado y eso funcionó porque la chava se dejó agarrar rico. Le pasaba la mano por sus nalgas, de la izquierda a la derecha y en medio de su pantalón.
Todo iba bien, pero había una doña que no deja de vernos; hasta que con una cara de espantada le dijo a la chava en cuestión.
«¿Te está molestando mija?», yo hasta me reí.
¿Molestando?, es en serio, si la chava venía moviéndome el culo como una gatita, bien rico.
Obvio la chica respondió que no y aprovechando la parada en una estación se me repegó más, pero en vez de que la doña se quedará callada ¡No! siguió chingando.
Nosotros íbamos en medio de las puertas, y la señora iba pegada a la puerta que no se abría, así que cuando echó a andar el metro de nuevo, le volvió a decir «Mija, vas comoda», la morra sólo le movió la cabeza y yo pensé «No mame, doña, va mejor que usted». Total que incluso metió su mano entre las nalgas de la morra y mis manos para que no la siguiera tocando. Yo no entendí, hasta pensé que era la misma chava buscando tocarme la entrepierna, pero no, era la Doña con cara de pocos amigos.
La neta me prendió más saber que la vieja nos iba viendo, así que me descaré un poco más hasta que de plano la doña al final empujó a un Don que iba también a su lado para hacer un lugar y de nuevo, mientras yo me seguía agasajando con ese par de nalgas y le dijo, ya casi en tono de orden «Mira, aquí te hice un espacio»
La morra solo se le quedo viendo, les juro que su cara ya fue de –váyase a la chingada pinche vieja metiche— y mejor se movió a otro lado…
Yo me iba a mover con ella peor pues ya me tenia que bajar, así que solo me limite a voltear a ver a la chava y sonreírle. Lo padre fue que me devolvió la sonrisa con un gesto de «ya qué».
Pinche gente metiche, me cae.