Vidas privadas 2

El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad.

Vidas Privadas. 2 Parte

Faltaban tan solo diez días para que se acabara el plazo marcado. Juan seguía sin dar señales de vida. Me pasaba el tiempo pensando si realmente era una buena idea lo de tirarme a su mujer. Leonor al fin y al cabo solo era una víctima más de la situación que mi pareja y su amante habían generado. Por otro lado, mi orgullo masculino no me permitía echarme atrás en mi decisión. Pensé "le queda tiempo aun, no adelantemos acontecimientos". Tres días después de ese momento sonó mi celular.

– Soy Juan, tenemos que hablar.-

  • De acuerdo, esta tarde podemos vernos sobre las seis en la cafetería que hay junto al edificio de la fundación, ¿te parece bien?-

  • Allí estaré.-. Colgó, su voz se notaba crispada y desafiante. Estaba claro que la idea le estaba corroyendo la moral pero no me importó en absoluto. Me sentía tan agredido que sabía no podría parar hasta llevar el asunto hasta su desenlace final, fuera el que fuera.

Sentados en un reservado de la cafetería nuestra conversación fue directa y sin interés alguno por ambas partes de prolongarla más de lo necesario.

  • Este viernes voy a cenar con mi mujer y un grupo de amigos. Leonor acostumbra a perder un poco el control con el alcohol si está a gusto en la fiesta. Cuando volvemos siempre se toma una última copa antes de irse a la cama, al menos es su costumbre habitual, por eso he pensado que añadiendo un somnífero que me ha proporcionado un amigo la dejará totalmente noqueada durante varias horas. Eso y el alcohol ingerido harán que no se entere de quien está con ella. No veo otra solución para...ya me entiendes, arreglar nuestro problema.- Su cara era un poema. Tenía la mirada vidriosa y su semblante estaba crispado, vamos que si le arrancan varias muelas sin anestesia seguro que le duelen menos, yo aun recuerdo con pesar lo que sentí cuando me enteré de mi cornamenta, me dolía todo el cuerpo como si me hubieran dado una paliza. Del dolor del alma, prefiero ni siquiera hablar.

  • Bien...si esa es tu idea, me sorprendes...vaya cabronada, debo decirte que lo que vamos a cometer es una violación, pensaba que serías más creativo o quizás más honesto y no te esconderías en drogarla para salvar tu culo. Yo se lo habría contado todo y aceptaría la penitencia, esperaba que fueras más... hombre vamos. Bueno...es tu decisión. ¿A que hora debo estar en tu casa?-

  • Sobre las dos de la madrugada, pero antes te haré una llamada para concretar.-

  • ¿Y tu que harás mientras tanto?- La conversación se notaba que le dolía en cada frase como si le clavaran astillas en las uñas. Así me sentí yo cuando se destapó todo el follón y fui nombrado cornudo del año. Marta se sinceró conmigo y me explicó todas las salidas y lo que en ellas había pasado. Recomiendo a cualquier hombre que medite si desea realmente saber "con detalles" las aventuras de su mujer, yo iluso de mi le dije que lo quería saber todo y ella me lo contó, con reparos, pero al fin lo hizo. Aun estoy lamiéndome las heridas y la cosa que va para largo.

  • Me marcharé y volveré a las tres horas. Eso es todo por mi parte. Por favor... no le hagas daño... ¿me lo prometes? Otra cosa, usa preservativos, Leonor no toma nada y podrías embarazarla. Quiero que sepas que amo a mi mujer- Bajó los ojos sintiéndose totalmente derrotado.

  • No soy ningún cerdo, estate tranquilo, usaré condón, pero no te quiero por el piso mientras estoy con ella, no lo olvides. Si te intentas esconder o volver a entrar, lo único que sentirás es más dolor y entonces me quedaré hasta que despierte.-

Nos levantamos de la mesa sin despedirnos, le vi salir con los hombros hundidos y la mirada perdida. No sentí lástima por el, me daba igual lo que le pasara. Pero no opinaba lo mismo sobre su mujer. Sabía ya que sería incapaz de poseerla de esa forma.

Sentado en la sala de espera de la consulta de Leonor, pensé que era una mujer realizada y con una vida aparentemente feliz, de profesión oftalmóloga, con cierto renombre profesional en la ciudad y también la futura víctima de mi venganza por culpa de su infiel y atolondrado marido. Volví de nuevo a ojear distraídamente la revista del corazón que había caído en mis manos. Me reí del comentario tan tópico o típico de una modelo jovencita y provocativa que hablaba del "flechazo que había sentido por un deportista conocido", el famoso en cuestión era feo de cojones, pero eso si con mucha pasta y futuro, seguro que su caché de modelo había subido como la espuma desde el conveniente "flechazo", en fin...es patético lo de algunas, nunca sienten arrebatos amorosos por un albañil o por un lampista, solo por la pasta y la fama, aunque el galán sea más feo que un callo malayo...

  • Pase...¿Nos conocemos?- Me miraba con interés. Me sonrió de repente, seguro que me había reconocido.

  • Hola Doctora o si prefieres te llamo Leonor. Soy Ramón, ¿me recuerdas? vivo con Marta, nos presentó tu marido hace tiempo en el puerto olímpico.- Le ofrecí mi mano que estrechó y me sonrió. Tirando de ella sin soltarla me introdujo en su despacho.

  • Claro que si y tanto que te recuerdo, pasa, pasa, nada de doctora, Leonor me gusta más, bueno...¿y que te trae por mi consulta?.- Se sentó, yo al estar aun de pie puede comprobar que bajo la bata lucía unas medias oscuras con finos bordados damasquinados que le quedaban de fábula en sus bonitas piernas, las cruzó y me miró socarronamente al pillarme in fraganti admirando sus muslos. Me senté algo cortado y suspiré para darme ánimos.

  • Leonor mi visita es de carácter particular, no sabía como abordarte y decidí pedirte hora para poder hablar contigo de un tema que es muy grave y que por desgracia nos afecta a ambos de forma directa.- Se lo dije con semblante serio, mirándola a los ojos. Creo que me leyó como un libro abierto, su expresión cambió y su labio superior empezó a temblar mientras palidecía.

  • Supongo que es sobre mi marido y tu pareja ¿me equivoco?- se puso a llorar aunque le duraron poco las lágrimas, se limpió con rabia los ojos y mirándome con una cara que me asustó, me cogió del brazo y se dirigió al armario de la entrada descolgando su abrigo. – Aquí no es sitio para hablar de estas cosas, venga, vamos a tomar un café y me cuentas lo que tengas que decirme.-

  • Eulalia, por favor llame a las dos visitas pendientes y las cambia de día. Tengo que salir urgente, no volveré hoy. – Al trote la seguí bajando las escaleras, no veas el ritmo de zancada de la morena. Sentados en un rincón del bullicioso café se derrumbó psicológicamente y se puso a llorar de nuevo. Le cogí la mano y sin saber muy bien que hacer, me limité a acariciársela mientras apretaba su rostro contra mi hombro. Se serenó después de unos instantes y retiró su mano. Me pidió perdón por dejarme el brazo mojado de sus lágrimas.

  • Hace tiempo que sospecho que Juan tiene una aventura. Pero nunca imaginé que fuera con tu mujer, esa noche te vi como un hombre franco y honesto, eres atractivo y no me imaginaba que tu mujer te pudiera engañar. Aunque ahora que me lo dices muchos interrogantes se han vuelto de repente evidencias. Supongo que estamos los dos de mierda hasta el cuello. Y digo yo ¿ahora que?- Me observaba deprimida mientras se secaba los ojos con un pañuelo.

  • Leonor, quiero pedirte un favor, escucha en silencio mi historia y luego comentamos todo lo que creas necesario, pero antes de empezar quiero que me perdones, si...no me mires así, a medida que oigas lo que ha sucedido entenderás mi petición.-

Se lo conté todo, mis sospechas, la noche en que los pillé, la postura de Marta, la de su marido y al final no me quedó más remedio que explicarle todo lo referente a mi exigencia de acostarme con ella y la forzada aprobación de su cónyuge. Se quedó de piedra. Su semblante se coloreaba y palidecía constantemente a cada nueva afirmación mía. Vi la furia y el desencanto reflejados en sus ojos. Por un momento me miró como si fuera un molesto insecto del que había que alejarse. Luego recapacitó, supongo que mi sincera confesión la hizo confiar más en mi, su mirada se tornó más cálida, a fin de cuentas yo mismo había reventado mi propia venganza.

  • Lo siento, pero al ver lo que me proponía tu marido no he podido continuar con toda esta farsa. Estoy muy dolido pero no soy un violador. Lo lamento, esperaba que tuviera los cojones de contarte sus aventuras antes que permitir llegar a esta situación tan degradante, pero ya ves o te tiene pánico o te quiere mucho, pero sabe que te perderá si te enteras de su aventura. Bueno...creo que es todo lo que te tenía que decir, entiéndelo Leonor, se que es duro para ti, pero tu marido no tiene perdón y yo quiero que pague, el castigo... lo dejo en tus manos, me tengo que marchar- Me levanté, estaba incómodo pero me sentía liberado.

  • Siéntate Ramón, por favor, estoy tan rabiosa que le arrancaría los ojos si lo tuviera delante. Sabes...quiero que esta farsa como tu dices continúe hasta el final. Ese será su castigo y creo que lo que pueda pasar este viernes Juan lo va a lamentar cada día de su vida. ¿Estarías dispuesto a seguir con el plan?-

  • Leonor por Dios, ¿me estás tomando el pelo?- La miré con estupor. Se encogió de hombros. Me miró con determinación. – Mira, sabes que te digo, el viernes vas a venir a casa y me vas a follar bien follada. Tú tendrás tu venganza y yo tendré la mía y de paso nos damos un buen revolcón, a fin de cuentas ellos empezaron esta guerra. Eso es lo que se merecen y eso es lo que va a tener mi marido. ¿Acaso no me encuentras suficientemente atractiva? Yo a ti te veo muy interesante y encima el cretino de Juan me lo ha puesto en bandeja.-

Claro que la encontraba atractiva, demasiado para mi propia cordura, de hecho mi rabo estaba presionando tanto los vaqueros que no hacía más que cambiar de postura disimuladamente para intentar acomodarlo.

  • ¿De verdad quieres que lo hagamos? Leonor, quizás te arrepientas luego, no se si es buena idea llevar esto hasta el final.- Me resistía a seguir, pero a la vez me atraía el esperado encuentro con esta morena fogosa. Ahora encima contaba con su total aprobación.

  • Haré ver que me tomo la copa...jajajaja... la manzana envenenada como Blanca nieves...luego supongo que entrarás tú en acción. No te cortes ni un pelo, te estaré esperando. – Se levantó y me dio un beso en los labios. Me guiñó un ojo, bastante lloroso aun y cogiéndome del moflete me dijo:

  • A ver como te comportas el viernes... – Se marchó meneando el culito para que apreciara el material, todo parecía de primera por lo que podía intuir en esos momentos.

Llegó el viernes y le dije a Marta que tenía una visita en Valencia, lo cual era cierto, pero que si me retrasaba mucho haría noche en esa ciudad, lo cual no lo era, pues la visita terminó sobre las cinco de la tarde y volví a Barcelona llegando sobre las diez de la noche. Me metí en un cine y esperé que el tiempo pasara.

-¿Si?

  • Soy Juan, puedes venir ya. Ella está durmiendo. Ha bebido bastante y le puse el tranquilizante en la copa.-

Nos encontramos en la puerta de su piso, no me miró a penas, se puso el abrigo y bajó las escaleras. En el rellano se giró y me dijo: -Recuerda, tres horas a partir de este momento y no le hagas daño o te juro que me las pagarás, después de esto, tú y yo estamos en paz.-

Cerré y puse el cerrojo interior, no quería sorpresas. Me dirigí hacia la zona de dormitorios y entré en el de matrimonio. Ella estaba tumbada en la cama, lucía un conjunto de ropa interior negro bastante minúsculo que mostraba sus generosas curvas, aprecié con deseo su sensual figura. Buenas tetas, mejor dicho, grandes, bonitas y bien puestas, un ombligo coronado por un pequeño piercing dorado con la figura de una rosa en miniatura, piernas armoniosas y unos pies pequeños y coquetos con las uñas perfectamente arregladas y pintadas. Abrió los ojos y sonriendo me dijo: - ¿Te gusta lo que ves?- La noté algo bebida pero totalmente alerta.

  • Me entusiasmas, eres una mujer muy hermosa Leonor, no entiendo a algunos...-

  • Quítate la ropa y ven aquí, deja estar a los demás, concéntrate en darme placer, ¿no has venido para eso?.- Me desnudé y cuando ella intentó subirse encima de mí la tumbé de espaldas en la cama, me miró excitada pero se dejó hacer, aunque con su gesto me dio a entender que le gustaba llevar la voz cantante en el lecho. Empecé por sus pies. Le lamí los dedos y se los chupé con parsimonia mientras le acaricia suavemente las piernas, las cosquillas y la excitación la hacían retorcerse como si fuera una serpiente. Le mordisqueé sus muslos hasta llegar con mi boca a su pequeña braguita. Sin quitársela empecé a lamer y frotar mi nariz por su sexo terminando por empapar con mi saliva toda la tela. Valiéndome de los dedos aparté la prenda y me prendí de su clítoris lamiéndolo como si fuera mi caramelo favorito. Leonor había perdido totalmente el control de su cuerpo, se contorsionaba con tanta furia que me costaba trabajo mantener la boca centrada en tan exquisito agujero. Mis manos abarcaban sus generosas tetas mientras pellizcaba sin piedad sus erectos pezones. Sentí como mi boca y cara era salpicada por un líquido blancuzco cuando le vino su aparatoso éxtasis. Me encantó el sabor que tenía y me afané en repasar toda la zona a la búsqueda de restos de ese sabroso caldo. Ella, espatarrada y sobándose los pezones solo emitía pequeños quejidos cuando mi lengua hacía contacto con su encharcada rajita. Estaba muy sensible y sin apenas fuerzas, aproveché para subir lamiendo por su ombligo en dirección a esas dos imponentes montañas que eran sus pechos. Los devoré con gula, mordí y lamí hasta que mi lengua empezó a mostrar síntomas de encontrarse colapsada del esfuerzo. Ignorando sus demandas de hacerme una mamada me subí encima de la morena y tiernamente la penetré mientras la besaba con pasión. Me correspondió con todas sus fuerzas, se apretó contra mi cuerpo y cruzó sus piernas en mis glúteos para empujar y hundirme aun más en su interior. Llevábamos ya un buen rato trajinando, Leonor se había vuelto a correr otra vez, sin descansar cambió de postura y se puso a cabalgarme mientras me pasaba los pechos por la cara para que se los lamiera a placer, mi limitada cordura me hizo notar el peligro inminente y la sujeté de los brazos mientras trataba de sacar mi verga de su acogedor agujerito.

  • Para...para Leonor, estoy a punto de correrme y no tengo condón, déjame salir...-

  • Sigue...no pares...no te preocupes por eso, ahhhhh....no estoy en mis días fértiles....venga, dame tu leche.....ahora...-

Nos corrimos como bestias en un poderoso y agónico orgasmo. Ella se aferraba con tanta fuerza que hasta me cortaba la respiración. Sus muslos se habían convertido en unas tenazas que me tenía inmovilizado de cintura para abajo mientras su pelvis me extraía hasta la última gota de placer. No me extraña que algunos la palmen follando, en ese momento sentí mi corazón latir con la fuerza y el ritmo de un tambor africano.

Se la sacó lentamente y un pegote de semen bajo de su dilatado coñito y se depositó sobre mis pelotas. Mirándome con una carita de puta consumada que me dejó embobado se dirigió a mi verga para limpiar con su lengua los restos de mi corrida. Mientras lamía con delicadeza mi capullo empezó a esparcirse mi semen por su depilado pubis, acariciándose a la vez su empapada raja. Dejó de chupar y besándome las pelotas me dijo: -Sabes...la noche que nos presentaron pensé que tenías un revolcón, lo que no imaginaba era que acabaríamos en la cama los dos. No me arrepiento de nada. Hacía mucho tiempo que un hombre no me trataba como lo has hecho tú.- Recostó su cabeza y me acarició el pecho con suavidad.

No quería fallar en modo alguno, me había tomado una pastillita que me dio un amigo y mi verga se volvió a inflamar como si supiera que este combate tenía varios asaltos aun por determinar. Leonor sorprendida pero encantada se puso de nuevo manos a la obra y me chupó el rabo hasta que la volteé y la puse a cuatro patas sobre el colchón. Sin demasiados preámbulos la volví a penetrar mientras le sobaba sus imponentes y majestuosas ubres Me faltaban manos para abarcar semejante abundancia de calidad y cantidad

Sin esperar a la llegada del nuevo miembro del club de la cornamenta me despedí de ella con la promesa de volvernos a ver. Se quedó tumbada en la cama. Me acerqué y le saboreé sus tiesos pezones mientras ella me acariciaba el pelo. – Igual le da morbo y te echa un polvo, al fin y al cabo no será el tuyo el primer coño donde nos hemos corrido los dos.-

  • Tengo que limpiarme y hacerme la dormida, que lo haga si quiere, sabes....creo que casi lo deseo, que se coma las sobras que tu has dejado, al fin y al cabo es mi maridito y nunca le he impedido que se meta entre mis piernas, igual le pone cachondo tirase a su mujer mientras aun está drogada y recién follada.- Me dio un beso donde su lengua creo que me llegó a lamer hasta mismísima campanilla.

Me alojé en un pequeño hotel cercano a su casa. Quería dormir algo y darme una buena ducha antes de volver con Marta. Me habría gustado pasar la noche con Leonor, pero la situación era la que era....

Me desperté de repente. Marta me llamaba al celular.

  • Hola nene ¿que tal todo, como has pasado la noche?-

  • Bien cariño, creo que estaré en casa a la hora de comer. Te llamo más tarde...ahora estoy un poco ocupado. Un beso...- Me desperecé, estaba embotado. Me estaba secando el pelo cuando volvió a sonar el celular.

  • Hola....soy yo, ¿estás en tu casa?.-

  • No, me alojé en un hotel que hay cerca de tu calle, no era cuestión de presentarme de madrugada. Estoy a punto de dejar la habitación. –

  • Espérame, vengo ahora, tenemos que hablar.-

  • Te espero entonces. No tardes mucho.-

Se presentó vestida con vaqueros ajustados y cazadora de piel. Perfectamente maquillada y peinada. Estaba muy buena la morenaza. Me besó como si fuera su novio. Me sorprendió, me había mentalizado que solo era esa noche y que ella lo había consentido para darle una lección al tonto de su marido. Pero ahora no las tenía todas conmigo, parece ser que nuestro encuentro la dejó satisfecha y con ganas de volver a experimentar más sensaciones.

Después del primer revolcón nos fumamos un cigarrillo mientras me dedicaba a saquear el mueble bar y preparaba unos combinados.

  • ¿Como está tu marido? ¿Has notado algo raro en su comportamiento?-

  • Está serio y muy callado. A penas hemos hablado esta mañana. Supongo que mi cara sonriente y mi buen humor lo han puesto aun más irritable. Es su problema, al fin y al cabo fue el quien preparó nuestra cita. Por cierto, tenias razón, Juan no tuvo reparos y me la metió en cuanto se acostó, me tuve que hacer la dormida mientras me follaba como si el mundo se fuera a acabar. Será pervertido...-

  • Ya....vaya, le debió entrar morbo...Leonor, espero que esto no se nos escape de las manos. Mira...reconozco que me atraes mucho y eso siempre es peligroso cuando se trata de una mujer como tú. Pero también quiero a Marta, seguro que lo entiendes...no quiero que entre tu y yo tengamos obligaciones o malos entendidos.- Le di un beso en la boca y empecé a ducharme de nuevo. Se abrazó a mi espalda y me acarició la verga mientras me besaba y mordisqueaba los hombros. Hicimos de nuevo el amor, de pie, apoyada en la pared del baño la penetré hasta que mis piernas empezaron a temblar de puro cansancio. Reconozco que mi pareja era bastante exigente en la cama pero Leonor no se quedaba atrás, es más, era incluso mucho más dominante y bruta practicando el sexo, aun así me dejaba hacer, seguramente le había demostrado con creces mi creatividad en acariciarla y lamerla como un poseído.

De todo lo que explico ha pasado ya un tiempo. Leonor, con buen criterio y mucha vista, días más tarde de nuestro encuentro manipuló uno de los preservativos para que se rompiera mientras hacia el amor con su marido, ayudándose con la boca se lo enfundó en el pene y mordió disimuladamente la punta de látex. Lógicamente cuando terminaron, Juan se encontró con el condón roto y su semen inundando el coño de su mujer. Una vez sufrido el primer retraso y practicada la correspondiente prueba, le comunicó la buena nueva, estaba embarazada, creo que yo fui quien la preñó, contrariamente a lo que me dijo entonces, me había mentido, me corrí varias veces dentro de ella mientras tenía sus días más fértiles, lo hizo así por los motivos que fueran, fue su santa voluntad, es difícil a veces comprender para un hombre el intrincado mundo interior de una mujer.

-¿Ramón? Soy yo Leonor, ya se lo he dicho. Está contento pero lo veo algo confuso. Como si no las tuviera todas consigo. Ves...la idea de romper el condón ha sido muy conveniente-

-¿Está contento?. Uno no es padre todos los días, ¿no?-

  • Si, al menos parece ser que lo está. Se a puesto a hablar de como lo llamaríamos si era niño o niña y yo le he dicho mis preferencias. Creo que no le ha gustado nada. De hecho se ha excusado diciéndome que tenía que ir al parking a buscar no se que... pero su cara era un poema. Supongo que se revuelca entre la duda y la culpa, pero yo le he puesto mi mejor cara de inocencia y creo que está totalmente confundido, dudando incluso de si se algo de todo lo que ha pasado.-

  • No te entiendo. ¿Por que está confuso? En resumidas cuentas es solo una suposición de como se va a llamar vuestro futuro hijo, sea niño o niña. No veo donde está el problema.-

  • Bueno...sabes, le he dicho que si es niño le deberíamos llamar Ramón y si es niña me gustaría que fuera Marta. Ya...me vas a decir que soy una cabrona, pero es lo que hay. Me ha puesto una cara que era para hacerle una foto, pero yo muy en mi papel de amorosa esposa le he preguntado si le gustaba la idea. Está claro que no, pero se va a tener que aguantar. Por cierto, no te lo he preguntado aun pero ¿a ti te parece bien esos nombres?-

  • Claro, si a ti te gustan es suficiente, es más, es una decisión vuestra donde yo no tengo nada que decir.-

  • ¿No? pues yo creo que si, al fin y al cabo eres el padre de esa criatura.-

  • José Ramón.-

  • ¿Como?-

  • Que me llamo José Ramón....te lo digo para que hagas la gracia completa si sale niño. Hablando de gracia, mañana por la mañana no tengo nada que hacer, Marta está en casa de su madre y no vuelve hasta la noche. Van a podar y limpiar el jardín de sus padres, como comprenderás me he escabullido a toda carrera y estoy libre.-

  • Ja,ja,ja,ja...no te escaparas tan fácil, tu también tienes que regar mi jardín, el que tengo entre las piernas está muy seco y caliente, sabes que me gusta sentirlo mojado...

  • Bueno....llevaré la manguera, verás que chorros suelta, te van a encantar.

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