Vidas Paralelas III: Acuerdos

Encuentros sexuales, confusión & una que otra cosa del pasado...

Vidas Paralelas III: Acuerdos

Manuel:

Iba rumbo a mi casa a paso normal. Me gustaba la soledad que me daba el transitar por las calles adineradas de la ciudad, al ser una zona residencial privada casi nunca hay personas andando por allí, así que cuando observe a alguien del lado contrario de la acera llamó mi atención por completo. No lo reconocí al instante ya que iba pensando en miles de cosas, pero al enfocarme completamente en ese escultural cuerpo no me quedó duda de ello, ¡Era Damián!...

Me inquieto mucho el verlo por allí, ya que creía que se había ido con Paulina, Julio y Oscar en el auto de este ultimo.  Acelere el paso ligeramente mientras no le quitaba la mirada a ese espectacular trasero que se detallaba perfectamente bajo sus jeans, cuando me acerque un poco mas se percato de mi presencia y note como me veía de re-ojo mientras empuñaba sus poderosas manos.

Frene en seco mi andar y me quede observándolo, esperando a que siguiera su camino, ya que por alguna razón sentía que intentar acercarme a el traería algo de incomodidad para ambos por lo ocurrido cuando nos presentaron hace unas horas, pero al parecer su reacción fue inversa, ya que freno su andar y se giro hacia mi mientras sus enormes ojos grises se abrían de golpe y una sonrisa poco peculiar se dibujo en su rostro.

Nos quedamos viéndonos un tiempo relativamente corto, pero a mi me pareció una eternidad, mis piernas comenzaron a temblar y mi corazón comenzó a acelerarse cuando repentinamente Damián comenzó a andar hacia mi.

-Pero que grata sorpresa puede llegar a dar la vida ¿No te parece? –Dijo sarcásticamente.

-Hola Damián, que… ¿Alegría?...  Volver a verte el día de hoy –Dije imitando su irónico tono de voz.

-Pues a mi me parece que me estas acosando Manuel, comienzas a darme un poco de miedo –Dijo intentando hacerse el chistoso aunque sin éxito.

-No para nada, es mera coincidencia, yo te hacia con los demás paseando en el auto de Oscar, pero veo que no es así.

-Si estaba con ellos, pero sinceramente no tolero la cursilería que irradian esos dos, además el aburrido de Julio se ve que no me traga, así que decidí caminar y vaya con lo que me vine a topar por esta mierda de vecindario –Dijo mirándome provocativamente.

No podía ocultar que su actitud de malote me excitaba mucho, además la manera en que me miraba hacia que mi miembro comenzara a despertar dentro de mi pants, este imbécil logro ponerme cachondo y si seguía así, la excitación en mi entrepierna me delataría en cualquier momento, así que tenia que hacer algo para evitar eso.

-A juzgar por tu actitud veo que no hay muchas cosas que sean de tu agrado, deberías relajarte un poco, igual y así dejas de ver al mundo como una mierda de vez en cuando –Quería sonar lo mas antipático posible, ya que aunque me sentía atraído hacia Damián, no tenia mucho humor de tolerar la actitud de este.

-Jajaja y… ¿A que le debo tu repentina hostilidad? Por lo que observe y lo que me han dicho de ti, no sueles ser así de tajante, tengo la ligera sospecha de que te quieres deshacer de mí, ¿Te molesta mi presencia Manuelito? –Entonó con un infantil tono de voz.

-No, que bah, al contrario, solo es un consejo de mi parte, lo que pasa es que pareciera que nada a tu alrededor fuera de tu agrado y me preocupo por ti, no pienses mal de mi…Damiancito –Seguía con mi irónico tono de voz, sin conseguir que Damián se molestara aunque fuera un poco.

Observe una lujuriosa mirada en Damián, y este volteo a su alrededor como asegurándose que no hubiera nadie acercándose y sin darme tiempo a reaccionar tomó con firmeza pero a la vez con suavidad mi paquete provocándome una espontanea erección.

-¿Ya vez que si hay cosas que son de mi agrado, Manuelito? –Me decía mientras me sobaba el miembro circularmente por encima del pants.

Aunque pude haberme resistido, mi apetito sexual estaba en su apogeo, así que sin oponerme me acerque un poco a el para que siguiera con su sobeteo que tenia a tope mi polla. Las cosas iba subiendo de tono, Damián se acercó a mi y comencé a sobarle su duro trozo de carne por encima de sus jeans, por el tacto de mi mano pude palpar un enorme miembro ardiente y deseoso de acción.

Nos excitaba a sobremanera el morbo que causaba estar sobándonos nuestras partes a la mitad de la calle y aunque no  se veía movimiento en ninguna dirección, por precaución nos fuimos hacia una saliente de una de las casas cercanas, mientras un árbol de buen tamaño nos camuflageaba un poco por si algún curioso se le ocurría pasar por allí, aunque sinceramente era casi imposible ya que con suerte apenas si pasaba algún auto de vez en cuando.

Me daba algo de miedo la mirada de Damián, se veía como si su instinto sexual se hubiera apoderado de él dejando salir la bestia reprimida que lleva dentro, aunque tenia una mano de dios que me hacia sentirme en las estrellas. No resistía mas, sentía como si mi pene fuera a estallar dentro de mis calzoncillos, tome a Damián de la cabeza y lo incline en dirección a mi entrepierna, este captó la idea, se dejo caer de rodillas y de un tirón me bajo los pants y el bóxer hasta los tobillos.

Damián:

Había perdido el control por completo, hacia mucho que no conocía a alguien que me pusiera en ese estado y Manuel lo había logrado en cuestión de minutos. Era imponente la clase de hombre que era, un macho en toda la extensión de la palabra, lo tenia tan cerca que pude apreciar cada detalle de él, la delgada tela de su pants me dejaba palparle aquel inmenso tronco a la perfección mientras simulaba una paja, lo estaba haciendo gozar como un profesional ya que su varonil rostro lo delataba, se mordía sus proporcionados labios rosados y cerraba con fuerza sus ojazos verdes, tenia una barba de pocos días que con el sudor que emanaba de su rostro y sus gestos de excitación lo hacían ver como un semental, lo cual me ponía a mil.

Me tomó de la cabeza y me inclinó un poco a manera de que quería que bajara, no lo pensé dos veces y casi sobre mis rodillas; De un jalón le baje sus pants y su bóxer dejando a mi vista unas alargadas y bien ejercitadas piernas cubiertas por finos vellos que terminaban centímetros antes de la zona de su miembro, el cual se encontraba colgando por los aires.

Manuel se llevó sus manos a la nuca dejando a la vista sus grandes bíceps y los vellos de sus axilas. Tenia frente a mi ese ardiente mástil  goteando unas gotas de precum, las cuales saboree insaciablemente, eran como un manjar de los dioses, mis papilas gustativas se alborotaron de gran manera que comenzaron a segregar gran cantidad de saliva, lo cual me facilito la mamada, me metía ese hermosa polla hasta hacerla desaparecer en mi garganta y la dejaba salir en cuestión de segundos.

Manuel no podía contenerse, solo emitía grandes gemidos y respiraba entre cortado, con mis manos comencé a recorrer sus peludas piernas hasta llegar a su cintura, no resistí la tentación y metí una de mis manos entre su playera y toque cada centímetro de su torso prestándole especial atención a sus bien formados abdominales, mientras con la otra le acariciaba su trasero, llevaba buen rato así sin que Manuel diera señales de terminar, así que comencé a pajearlo con fuerza a la vez que hacia aparecer y desaparecer su polla entre mis labios.

No tardó mucho cuando comencé a sentir los espasmos en su abdomen, me levante con gran agilidad y me puse detrás de él, acercando mi dura polla prisionera en mis jeans a su desnudo trasero, lo rodeé con mis brazos y comencé a pajearlo mientras le restregaba mi herramienta simulando una follada provocando que en un gran suspiro de placer Manuel arrojara por los aires gran cantidad de lefa.

Manuel:

Estaba exhausto, no recordaba con exactitud mi ultimo encuentro sexual que no fueran con mi mano derecha, estaba tan enfocado en la escuela y en los deportes que había descuidado ese aspecto, incluso no me gustaba hacerme pajas ya que a mi mente llegaban imágenes de Julio y no quería manchar la imagen que tenia de el con mis sucios pensamientos, ya que aunque me admirara de Damián, no era diferente a él, cuando entraba en acción dejaba de ser yo y me convertía en un semental desenfrenado, a veces yo mismo me sorprendía de las cosas que se me apetecía hacer en la intimidad, cosa que me llenaba de inseguridad cuando me imaginaba el estar con Julio.

Me subí mis pants y me quede recostado sobre el cuerpo de Damián un rato recuperándome del agotamiento, mientras este no paraba de restregarme su polla en mi culo y acariciarme con suavidad mis brazos y abdomen, nadie me había echo disfrutar tanto como el y aunque solo fue sexo oral, el hecho de tener succionando mi polla a ese chico malo y el morbo que me producía hacerlo en la calle era la mejor experiencia que había tenido en muchísimo tiempo.

Me gire a Damián y este solo sonreía mientras me miraba con su hermosa mirada de plata, era raro el observarlo, su actitud y su forma de vestir lo hacían ver como un verdadero malote de película, pero su lindo rostro y sus ojos me decían que era todo lo contrario. Acercó sus labios a los míos y comenzamos a comernos la boca de una manera muy apasionada, saboreaba el sabor –valga la redundancia- a cerveza en sus besos y su olor a hombre me hacía sentirme en el paraíso, cuando de pronto el motor de un auto que se acercaba nos hizo separarnos y ocultarnos detrás del árbol con una mirada cómplice y una sonrisa picarona en nuestros labios. Decidimos dejar las cosas para otra ocasión y nos dispusimos a seguir caminando por la solitaria calle.

-Eso estuvo de puta madre ¿Verdad? –Decía Damián con gran felicidad en su rostro.

-Si Damián, no te negare que me fue una experiencia sumamente… alocada, pero creo que no podemos repetirla, bueno, al menos no en un lugar publico por supuesto.

-¡Aaah! ¡¿Así que hay posibilidad de repetir?!... Esperare con ganas ese día Manuelito.

-Pues ya veremos como se dan las cosas, nada es seguro, además muy que apenas si te conozco, y no quiero exponerme así como así, pero ya cambiando de tema, ¿Qué haces por estos rumbos, pensabas meterte a robar a alguna casa o algo por el estilo? –Me gustaba provocar a Damián, ya que sabia que por mas que fuera antipático con el, no dejaba de mostrar interés por mi.

-Que graciosito me saliste Manuel, yo no necesito robar para conseguir lo que quiero, se como arreglármelas –Decía mientras me guiñaba un ojo. –Me dirijo a la casa de mi hermano, hace mucho que no le veo a el ni al viejo y quiero pasar a saludar, es todo.

-¿Acaso viven por esta Zona? –Pregunte algo incrédulo.

-Así es, por desgracia vengo de una familia de ricachones, pero me independice para poder alejarme de estos ambientes, aunque por lo que acaba de pasar, pensare seriamente en volver por estos rumbos, se ve que hay una que otra cosa… interesante.

No pude evitar sonreír ante su poco común “piropo”, aunque viniendo de alguien como el, lo hacia sonar muy halagador.

-Pues yo vivo a unas cuadras de aquí, así que aun nos queda tramo por recorrer, oye Damián, ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Acabas de hacerla Manuelito, pero no me molesta si quisieras preguntarme algo más.

-Si como digas –Dije tajantemente. –Cuando estabas con Oscar y los demás, ¿Platicaste de algo con Julio? –Formulé con interés.

-Mmmm… Ya te dije que no, al parecer al niñato ese no le agrado mucho, así que muy que apenas cruzamos palabra, ¿Por qué me lo preguntas? –Contestó levantando una ceja.

-No por nada, simple curiosidad, Julio suele ser muy tímido y conociéndolo lo mas seguro es que se haya sentido intimidado por ti, bueno me dejas mas tranquilo… Gracias.

-Si, si… Como digas, oye por aquí es la casa del viejo y mi hermano, así que debó desviarme, ¿No te importa irte solito? –Me dijo muy seductoramente.

-En lo absoluto, ya tuve suficiente de ti por hoy… Damiancito.

-¿Tu crees? –Dijo un poco divertido. –Oye, ya hablando en serio Manuel creo que ya habrás notado que me interesas mucho, mira que a nadie le he tolerado tanta insolencia, si en verdad no quisiera algo serio contigo te hubiera partido la cara hace mucho, ¿Crees que podríamos vernos en otra ocasión? –Pregunto con gran interés.

-Vale, pero debemos hacer algunos “Acuerdos” antes que nada… Ya es cosa tuya si lo tomas o lo dejas ¿Qué dices? –Le dije con voz seria. Lo pensó por un buen rato y termino afirmando.

-Esta bien, pero… ¿Que tipo de acuerdos?

-En primera y más importante, nadie, absolutamente nadie se debe enterar de esto y de las demás cosas que lleguen a pasar entre nosotros, me parece que también a ti te conviene esta parte ¿No?

-¿Qué, acaso hay mas? –Pregunto sorprendido. –Vale, me parece justo para ambos.

-Segundo, solo yo decido cuando nos vemos, en donde y como se darán las cosas, no quiero que por alguna razón vuelva a pasar lo de ese rato, podríamos meternos en muchos problemas si alguno de nosotros no piensa fríamente las cosas ¿Estamos?

Notaba a Damián un tanto tenso, al parecer no le comenzaban a agradar las cosas, pero termino aceptando sin poner objeción… Era más estúpido de lo que me imaginaba.

-Tercero y último acuerdo… Si llegas a romper cualquiera de los dos anteriores te olvidas de todo esto, ¿Entiendes?, así como si llegas a hacer alguna estupidez… no te sientas tan confiado que no voy a tenerte mucha paciencia, así que si estas tan interesado en mi como dices, mas vale que pienses las cosas antes de actuar… y bien… ¿Lo tomas o lo dejas?, tú decides.

Me miro fijamente a los ojos con mucha rabia, sentía venir su aguijón venenoso en cualquier momento, pero no pude creer lo que mis oídos escucharon.

-Esta bien Manuel –Dijo soltando gran cantidad de aire de sus pulmones. –Solo así te voy a demostrar que lo que quiero contigo va en enserio, pero también déjame decirte algo –Cambió totalmente su expresión y su mirada retadora se hizo presente frente a mi. –No tardara mucho tiempo para que estés completamente loco por mi y cuando ese día llegue, mandare tus acuerdos a la mierda y ni así vas a querer dejarme, ten eso por seguro –Esbozo una triunfante sonrisa y se dio media vuelta mientras se despedía levantando su brazo derecho.

-Ya lo veremos Damián, nos vemos pronto –Le dije mientras tomaba dirección hacia mi casa.

Damián:

Estaba realmente cabreado, en mi vida me había sentido tan humillado, pero al parecer lo que sentía hacia Manuel era más fuerte que todo mi orgullo junto. Me entraban unas ganas enormes de partirle la cara cuando ponía su estúpida sonrisa al ver que me tragaba mi coraje cuando hacia sus antipáticos comentarios hacia mi persona, pero el recordar sus dulces besos y la perfección de su cuerpo hacían que pudiera tolerarle eso y más.

El pensar en Manuel hizo que el trayecto a la casa de mi familia se me hiciera relativamente corto, cuando menos lo pensé ya había llegado a mi destino. Me quede observando desde afuera la enorme estructura donde pase toda mi infancia y mi adolescencia; Miles de recuerdos llegaron a mi mente al observar el inmenso roble que había en el centro del patio frontal de la casa, recordaba cuando solía sentarme bajo su sombra y pasaba horas y horas al lado de mi madre charlando de todo. Recuerdo como me gustaba recostarme en sus piernas mientras ella me acariciaba el cabello y me contaba las anécdotas de sus viajes y de la gente que había conocido en ellos.

Era una excelente persona y hasta la fecha no lograba perdonar la ineptitud de los médicos del hospital en el que perdió la vida al hacerle una operación de bajo riesgo según ellos. De nuevo esa estúpida sensación del nudo en mi garganta se apodero de mí haciendo que dejara de pensar en todo aquello, tome algo de aire y llame a la puerta un par de veces.

-Pero que linda sorpresa –Dijo la estúpida de Rosa con su insoportable timbre de voz mientras corría hacia mi. Rosa era la nueva esposa del viejo la cual no toleraba por siempre tratar con gentileza y buen humor a las personas de su alrededor.

-Que hay Rosa, ¿Esta Claudio en casa? –Dije tratando de no sonar grosero.

-Si, esta en su habitación… Pasa, pasa, adelante, estas en tu casa –Dijo esto para hacerme reír, pero sin lograrlo.

-Gracias Rosa, ¿El viejo aun no sale de la empresa, verdad?

-No corazón, tu padre tardara un par de horas más en llegar, dime ¿Ya comiste algo? Te ves muy flaco y pálido, ven déjame prepararte algo.

-No hace falta Rosa, no tengo apetito, si me permites voy a subir para ver a Claudio.

-¿Seguro tesoro? Si necesitan algo, cualquier cosa solo llámenme, con confianza.

-Si Rosa, disculpa –Dije un poco irritado por su constante atención que tenia hacia mí.

Subí hasta el segundo piso mientras nuevamente las imágenes de cuando era pequeño corriendo por los pasillos de la casa me daban algo de nostalgia –Idioteces, pensé.

Al llegar al cuarto de Claudio pude escuchar algunos acordes de su guitarra. A él siempre se le habían dado bien esas mierdas de música, escritura y de mas cosas, es todo un estuche de monerías, no por nada siempre fue el orgullo del viejo desde que éramos pequeños.

-Veo que no has mejorado mucho desde que me largue… hermano.

Claudio de sobresalto al escuchar mi voz y se levanto de su asiendo para darme un fuerte abrazo.

-¡Hey! hermanito cuando tiempo ¿Eh?, me alegra mucho verte… Mírate nada más, estas hecho un rufián –Decía un poco divertido al verme de arriba abajo.

-Y tú sigues siendo un Nerdo como siempre –Le dije mientras le despeinaba su cabello.

-Nerdo y lo que quieras, pero estoy a punto de terminar mi carrera, ¿No estas orgulloso de mi? –Me decía con su peculiar sonrisa de oreja a oreja.

-Si, si lo estoy, al fin y al cabo necesito a alguien que me de algo de dinero cuando el viejo se harte de mi –Reímos. –Por dios Claudio, ¿Como puedes tolerar todo el día a Rosa?, no puedo estar cerca de ella por mas de un minuto sin que me empalague su forma de ser.

-No seas tan amargado Damy, mira que te haría bien pasar algo de tiempo con ella igual y aprendes algo de gentileza, en verdad te extraño mucho hermano y extraño al viejo Damián –Me decía con mucha tristeza en sus voz.

-Ya recordé por que no me gusta regresar aquí, siempre que tienen la oportunidad me restriegan eso en cara… Yo tendré mis razones para ser así, como tú las tienes para ser un aburrido ratón de biblioteca, ¡Deja de joderme con eso!, ¿Quieres? –Exclamé molesto.

-No es para tanto hermanito ¿Dónde queda el respeto a tu hermano mayor? Yo solo lo digo por que te quiero, pero si te molesta dejare de mencionarlo.

-¡Bah!… ya lograste arruinarme el día, le dices al viejo que vine a verlos para que me deje de joder un buen rato ¿Vale?

-Esta bien Damy, cuídate mucho hermano, oye se me olvidaba… ¿Recuerdas a Lázaro, el inseparable amigo de Natalia? Pues ha estado llamando últimamente y dice que tiene algo que decirte; Aunque ya le dije que no vivías aquí insiste en localizarte, deberías contactarlo tú, seguramente es algo importante.

-¿Lázaro?, que extraño, no se nada de el desde que…

-Desde que Natalia se marcho ¿Cierto?

-Así es Claudio… bueno gracias, si vuelve a llamar le das mi dirección… Yo tratare de localizarlo también, me dio gusto verte hermano.

Salí de la casa sin despedirme de Rosa, me tenia muy pensativo que Lázaro quisiera hablar conmigo, pero ¿De que carajos querrá hablar? Muchas cosas pasaban por mi mente, pero no podía estar seguro hasta no tenerlo enfrente.

Julio:

Por fin me encontraba en casa. Después de que se marchó Damián quise darles algo de privacidad a Paulina y Oscar, por lo cual le pedí a este que me acercara a mi casa. Era re-habilitante poder llegar y despojarme del uniforme escolar y tirarme en mi cama mientras el profundo silencio de mi acogedor hogar me arrullaba, no podía negar que la mayor parte del tiempo me sentía solo, mi madre seguía en el extranjero trabajando para darme lo que necesitaba y ya había pasado casi un año desde la muerte de mi abuela, razón por la cual en su lecho de muerte me pidió que me esforzara para salir adelante y ser un hombre de provecho.

Desde ese día hubo un cambio radical en mí que no solo mis amigos notaron, sino que los demás en la escuela también. Ya sacaba buenas notas, pero esforzándome mas logre subirlas a excelentes y con el gusto por practicar deporte que me había inculcado Manuel, comencé a forjar mi cuerpo hasta tal punto que ni yo mismo me reconocía.

Era lo menos que podía hacer por mi abuela, ya que fue la única persona que me dio un lugar donde vivir cuando me salí de la casa de mis tíos donde mi madre me había dejado con la esperanza que me trataran bien. Lo único que me tenia intranquilo era el hecho de que mi abuela al morir y no dejar un testamento estructurado sus vienes pasaron a ser de mi Padre, y si este algún día regresaba no sabia que podría pasar, al fin y al cabo nunca se preocupo por mi… Dudo mucho que durante tantos años algo haya cambiado dentro de él, y aunque lo hubiera echo y quisiera tomar su papel de padre ejemplar, yo nunca accedería a tener trato con el.

Creo que es a la única persona que en verdad odio a muerte, no suelo guardar rencor hacia los demás pero él es solamente el culpable de todo el sufrimiento que me ha perseguido durante toda mi vida, si se hubiera echo responsable de mi, mi madre no hubiera tenido que irse; Me quito desde una edad temprana la oportunidad de crecer en un ambiente familiar y eso nunca se lo voy a perdonar.

Estaba hundido en mis pensamientos cuando de pronto la imagen Damián comenzó a rondar en mi cabeza. Por alguna extraña razón un hormigueo comenzó a hacerse presente en mi entrepierna y mi mente comenzó a volar, llegando así la imagen de Damián y mía cuando nos quedamos a solas en el auto, pero en vez de la amarga “Charla” que tuvimos al principio, este se giraba hacia mi con su llamativa mirada que irradiaban sus peculiares ojos gises, me tomaba de la barbilla y besaba con mucha ternura mis delicados labios.

Mi respiración comenzó a agitarse y mi miembro comenzó a hincharse debido a el flujo sanguíneo que se concentraba en este debido a la excitación, sentía sus enormes manos bajar con firmeza y posarse en mi cintura jalándome hacia él. Notaba su cálido aliento empañar mis gafas y su aroma a hombre inundar cada rincón de mi inexperta sexualidad, instintivamente coloque mis manos en su duro torso y recorrí cada centímetro de el sobre su ajustada playera negra.

Sentía su bien ejercitado abdomen y sus duros pectorales irradiar calor sobre las palmas de mis manos mientras su lengua se abría camino en mi boca y su dulce saliva regocijaba mi paladar como el más adictivo néctar de la fruta más exquisita de todas. Se separo un poco de mi boca y sus labios fueron bajando hasta mi cuello, provocándome una extraña pero placentera sensación debido a los pequeños vellitos de su barba.

Hundí mis dedos en su perfecta cabellera negra como la noche mientras seguía comiéndome el cuello y me levantaba con fuerza colocándome en sus fuertes piernas sintiendo así su duro mástil creciendo sobre mi trasero. Estaba en el éxtasis cuando sentí como si me hubiesen golpeado con fuerza en la cabeza y un dolor muy fuerte comenzó a subir desde mi nuca rodeando todo mi cráneo y causándome varias punzadas dentro de este.

Un dolor fulminante hacia que casi perdiera el conocimiento, lo único que pude hacer fue recostarme sobre mi cama y morder mi almohada con fuerza para disminuir el dolor pero sin mucho resultado.

Fueron alrededor de tres agobiantes minutos que fueron un martirio total, poco a poco el dolor comenzó a disminuir y me logre estabilizar un poco. Deje mis gafas a un costado de mi cama y comencé a llorar, sentía que era un castigo o algo similar por haber pensando esas cosas con Damián, cuando a quien en verdad amaba era a Manu.

Me sentía sucio, avergonzado y hasta cierto punto defraudado conmigo mismo, sé que sonara tonto pero ni si quiera con Manu me permitía llegar a fantasear de esa manera como lo había hecho con Damián, no sabia porque había imaginado todas esas cosas y eso me tenia intranquilo… ¿No será que?... No, no puede ser, Manu es el único chico al que he querido y se ha ganado mi amor a la buena, ¿Porqué razón sentiría algo mas por Damián? Ni si quiera mi amigo podía considerarlo… Es muy guapo en verdad, pero somos completamente opuestos.

Yo soy un chico tímido que se mata estudiando y  él es un joven que vive la vida como se le da la gana, es tonto si quiera pensar que algo así podría pasar entre Damián y yo. Tenemos vidas completamente paralelas y debía poner los pies en la tierra o sabía que las cosas terminarían mal.

Recordé de pronto que debía mandarle un mensaje, para que registrara mi número y después poder ayudarle a acercarse a Manu, cosa que yo había ocasionado por abrir la boca de más y ahora tenia que pagar las consecuencias. Tome mi celular y comencé a escribir el mensaje para Damián. En ese momento pensaba en tantas cosas que pase por alto el prestarle atención al agudo dolor que había sentido instantes antes, solo esperaba que no se tratara de nada grave y que ese fuera solo el menor de mis problemas.

Continuara…