VIDAS capítulo 56
Iris y Franco de a poco se van conociendo el uno al otro
CAPITULO 56 CONOCIENDONOS
IRIS
Una semana, una semana tardo en llamarme Franco para recuperar su bendita mochila, el primer día me dije a mi misma que seguro no tenía tiempo o quizás pensó que había la dejado en otro lado, pero después los días pasaron y me olvidé del detalle hasta que mi nena se puso a curiosear dentro y descubrió algunas cosas que le gustaron, por poco me da algo cuando pidió quedarse con un ejemplar de pasta dura y lo manejaba con las manos sucias.
El domingo a eso del medio día me llama a la casa, su saludo fue cordial y la plática posterior fue amena, yo esperaba que me mencionara lo de mochila y sus revistas, riéndome por dentro ya que suponía que le era difícil admitir su despiste al dejarla olvidada (¿o la había dejado a propósito?), pensaba que su orgullo de niño rico no le permitía dar el primer paso en admitir su error.
Iris—Si, no estuvo mal la hamburguesa ese día—
Franco—¿Qué te dijo tu hija cuando vio la pelota? —
Iris—Brinco de alegría, casi se rompe la cara por correr tras ella al rato que la destapo—
Franco—jajaja, No me quiero imaginar la cara del tipo—
Iris—¿Del tipo? ¿Qué tiene que ver el? —
Franco—¿No lo sabes? Ese tipo de juguetes a veces acumulan valor con el tiempo y se incrementa mucho si nadie los saca de su empaque original, así como nos lo dio el—
Iris—Quiere decir que podría valer más de lo que quería el sujeto ese—
Franco—Quizás, ese mercado de coleccionables es muy volátil—
Iris—Ok, pero me imagino que no me llamas por eso—
Franco—Tienes razón, mi mochila se quedó en tu auto y aunque no tiene nada de valor ni tengo prisa por recuperarla me gustaría tenerla—
Iris—Se nota que no tienes prisa, te tardaste una semana en buscarla—
Franco—Lo hubiera hecho antes, pero el hecho de que no intercambiáramos números de teléfono complico bastante ponerme en contacto contigo—
Iris—No recordaba, entonces ¿Cómo conseguiste este número? —
Franco—Me lo dio Pedro, pero solo me dio este, dijo que tu número personal no tenía autorización para darlo por Marta y también me dijo que este día a esta hora te encontraría—
Quedamos de vernos en casa de sus padres el miércoles de esa semana para pasarle la mochila, aún tenía que explicarle y disculparme por las manchas de queso que tenían algunos de los ejemplares de pasta dura. Ese día pase por la nena en la escuela, para llevarla donde su niñera ya que tenía la tarde algo ocupada con una entrevista y mis padres estarían con Marta ayudándole a hacer unos trámites, cuando estábamos de camino hacia la casa de la niñera esta me llama diciéndome que su madre había tenido una urgencia médica y no podría estar hoy.
Me resigne, no quería llevar a mi hija a esas entrevistas ya que las pocas veces que lo había hecho la nena se aburria demasiado y se le ocurrían una que otra travesura por la misma razón, pero ni modo, a ver cómo me las arreglaba con mi hija. La casa de los padres de Franco me quedaba en el camino al sitio donde debía realizar las entrevistas, al llegar al enorme portón de metal me pidieron identificarme y hablaron para dentro de la casa, después me hicieron pasar por un camino rodeado de un césped verde, no estaba muy lejos ya que la vieja y enorme casa se vio al abrirnos camino los tipos de seguridad, mi plan era tirarle la mochila y emprender el camino hacia mi locación llegaría temprano ya que debía de encontrar donde ubicar a la nena para tenerla controlada, al llegar estaba el esperándome enfrente, la nena se quedó fascinada por la casa tanto que me pregunto si estábamos en la casa de una princesa, lo que me provoco una risa enorme.
Iris—Ten tu mochila a la próxima fíjate donde la dejas—
Franco—Lo siento, me olvide por completo—
Iris—Me tengo que ir tengo prisa— en ese momento se bajó el vidrio de la ventana donde estaba María Enriqueta y apareció ella tan sonriente como siempre.
Franco—Hola mucho gusto, ¿a quién tenemos acá? —
María Enriqueta—Hola soy María, ¿Eres tú el príncipe de este catillo? — mi hija soltó una de sus clásicas preguntas inocentes que desarmaban a la gente, especialmente a mí.
Franco—jajaja, No de hecho esta es la casa de mis padres— él había contestado con naturalidad.
Iris—Hija, deja de preguntar cosas, debemos irnos que mami está muy ocupada hoy—
María Enriqueta—No mami, quiero conocer el castillo del príncipe— Franco se reía tratando que yo no lo viera, yo me puse colorada por la situación.
Iris—Vámonos nena que debo llegar temprano a trabajar— mi hija puso cara de decepción y tristeza lo que me desarmo aún más y por lo que vino después parece que también a Franco.
Franco—Si no tienes donde dejarla la puedo cuidar yo, igual algo me dice que solo será un rato no creo tener problemas y si se da el caso puedo pedirle ayuda a alguien del servicio—
María Enriqueta—Si mami, déjame con el príncipe, con el estaré a salvo—
La cara de Franco se puso roja antes de empezar a reírse de forma tímida, eso me provoco una enorme sonrisa con la que trataba de controlar el ataque de risa que estaba a punto de salirme, consulte el reloj y aunque tenía tiempo me dio curiosidad pensar en cómo se desenvolvería el en una situación así.
Le dije a la nena que si quería quedarse debía pedirle permiso al “príncipe” y si él decía que sí, ella debía prometer no tocar nada y portarse bien, el accedió y cuando nos despedíamos le dije al oído que si algo le pasaba mi nena lo encontrarían hecho pedacitos y ni todo el dinero del mundo lo salvaría de mi ira.
Durante la entrevista estaba nerviosa, tanto que eché a perder varias tomas equivocándome al formular las preguntas y unido a que mi entrevistado resulto toda una diva que no estaba conforme con nada desde el inicio, nos produjo un retraso de un par de horas, me sobro tiempo mandando por un caño al entrevistado cuando se puso pesado tratando de ligarme, al manejar de regreso pensaba que había sido infiel a mis convicciones dejando a mi nena en manos de un completo extraño, bueno en realidad no era completamente extraño para mí, pero me dio un “no sé qué” cuando mi hija lo confundió con un príncipe que la protegería.
Cuando me abrieron el portón de nuevo vi que quien me esperaba era doña Ana y se me paro el corazón al temer que algo hubiera pasado con mi nena, pero al estacionar el auto y bajarme me vio con una sonrisa tierna y me hizo señas para que no hiciera ruido, entramos en silencio a la casa y mientras caminábamos me pregunto en voz baja “ ¿hacia cuánto tiempo había dejado a la nena? y ¿por qué se la había dejado a su hijo? ” No me salían las palabras puesto que yo tampoco sabía la razón por la cual lo hice, solo sabía que había pasado más tiempo del que había acordado.
Nos acercamos a un salón con la puerta a medio abrir lo suficiente para ver un enorme aparato de televisión que ya solo tenía unos cuadros donde se reproducían imágenes de animaciones con estilo igual a las que le gustaban a mi nena, mientras más nos acercábamos me pidió tener más cuidado y repitió que guardara silencio. La imagen que tenía frente a mí se me hizo de lo más tierna, mi hija recostada sobre el pecho de Franco y el con la cabeza echada hacia atrás del sofá, evidentemente dormidos y en medio de los dos un enorme tazón de palomitas de maíz casi vacío, en el suelo vasos con restos de soda, casi se me sale un pequeño suspiro de ternura.
Doña Ana me volteo a ver con una expresión que preguntaba qué hacer, le hice señas para que moviera a su hijo y despertarlo, se despertó de a poco y cuando nos vio con claridad su expresión de sorpresa era como para enmarcarla, se dio cuenta de donde estaba la nena y cuidadosamente se levantó con gesto de pena salimos los tres del salón.
Franco—Lamento la imagen que vieron, no era mi intención, pero al comprender ambos que te tardarías más de la cuenta se me ocurrió ver algunas pelis que tenía por allí—
Doña Ana—Al menos le diste algo de cenar a la pobre beba, tú eres capaz de darle solo chucherías y eso no es bueno para una niña— yo solo me reía por dentro al escucharla.
Franco—No se me ocurrió nada y no quería molestar a nadie—
Iris—Déjelo así doña Ana, seguro cuando la lleve a casa se despierta y allá le preparo algo, lo que si veo es que dormirá tarde y seguramente mañana me cueste despertarla para la escuela—
Doña Ana—Me apena que empieces así tu día Iris, por culpa de este inconsciente que pensó que cuidar una niña era solo “sentarse a ver pelis”— la expresión severa de doña Ana contrastaba con la mía divertida, se notaba que él no estaba acostumbrado a cuidar niños.
Franco—Ok, me disculpo, pero no sé qué más hacer—
Doña Ana—Por el momento ayúdala a llevar a la nena que seguro ya es algo tarde para ellas—
Franco se apresuró a entrar por María Enriqueta, la levanto con suavidad, me sorprendió que lo hiciera ver tan fácil, a mí y a mi padre cada día se nos hacía más difícil levantarla así, mientras el hacía eso Doña Ana fue a otro estudio a sacar una manta y cuando salíamos hacia el salón ella coloco la pequeña frazada sobre mi hija y abrió camino hasta la entrada donde se despidió de mí y se fue camino hacia lo que parecía ser la cocina.
Franco—Lo siento es solo que resulto más cansado de lo que me imagine que sería—
Iris—No te preocupes no eres la única persona a quien ella vence en energía, jajaja, solo ayúdame a acomodarla dentro del auto—
Franco—Ok, pero espérame un minuto antes de irte—
Iris—Apresúrate que ya hace tráfico y no quiero tardarme mucho en llegar a casa— fue vino bastante rápido y vi que tenía una caja de DVD, noté que las imágenes de la portada eran las mismas que las que tenía el aparato cuando entramos.
Franco—Le gustaron bastante estas pelis y seguramente querrá ver las que dejamos pendientes, así que me imagino que ella las disfrutará más que yo— me entrego la caja con una sonrisa tímida.
Iris—Te agradezco y no le hagas tanto caso a tu madre cuando te regañe dale también las gracias, prometo que pronto le regresare su frazada—
Me despedí dándole un pequeño beso en la mejilla y sonriendo salí de aquella mansión conduciendo de nuevo cuando me percate de que no era tan tarde y pronto despertaría ella, seguramente me daría tiempo de darle de cenar y bañarla para luego acostarla, pero lo de dormirla eso si lo veía en chino.
FRANCO
Esas pelis eran las únicas que tenían la opción de español latino dentro de su menú, me agradaba que la niña las disfrute, espero que si algún día me toca cuidar otro niño no sea tan energético como ella, hacía tiempo que no convivia con una persona de esa edad, pero en aquel entonces yo aún era un chico flacucho y enfermizo, me pregunto qué será de los chicos esos, ya deben ser del doble de mi tamaño, al menos en ese tiempo lo eran, ahora recordaba también tenía sobrinos, pero lo hermanos de Quique vivían en el extranjero o me causaba mucha repulsión verlos.
Doña Ana—Nunca te había visto interactuar con niños—
Franco—Lo mismo estaba pensando, jajaja, fue divertido el día—
Doña Ana—A la próxima mejor pide ayuda, un día es fácil con un niño, especialmente si es tan tierna como la hija de Iris, pero más que eso no te veo—
Franco—¿La conocías? —
Doña Ana—Iris es muy amiga de Marta y por eso a veces viene acompañándola, especialmente ahora que se casara con Pedro, a la niña no, pero mi amiga Olga me había hablado de ella—
Franco—Ya, entonces la conoces por Marta—
Doña Ana—Y por tu hermana también, ella le llevo un caso hace tiempo, pero ya sabes que los abogados deben mantener cierta discreción con sus clientes— me dijo que sabía pocas cosas de Iris, seguro es esa pendejada de secreto laboral.
Franco—Espera, ¿Leticia la conoce desde hace tiempo? —
Doña Ana—Así es, creo que de no haber sido uno de sus primeros casos que llevo sola, ni me hubiera enterado que se conocían—
Me quede pensativo, ya cuando llegara mi hermana aclararía las cosas con ella. Por lo pronto me empezó a dar un hambre atroz, y al día siguiente tenía cita con mis nuevos socios para ver donde empezaríamos a armar nuestra oficina.
Al día siguiente mientras un agente de bienes raíces nos mostraba una oficina en el centro empresarial más grande de la ciudad me recordaba de la conversación con mi hermana, básicamente me dijo de nuevo que tenía que acostumbrarme a ella y me confirmo lo que dijo mi madre, pero por secreto profesional no podía hablar mucho de Iris y el caso en que le ayudo, si me interesaba sería mejor preguntarle a ella y si ella me contaba algo entonces era otra cosa.
Habíamos visto, contando este, un total de tres locales y aunque estaban relativamente cerca, el hecho de movilizarnos en auto por esa zona de la ciudad multiplicaba el tiempo de desplazamiento al menos al triple del tiempo que me llevaría hacerlo a pie, el tráfico por allí a toda hora era pesado en el mejor de los casos.
Paramos en un restaurante justo a la hora del almuerzo y empezábamos a discutir lo que nos había gustado y lo que no de las visitas, cuando llegaron a tomarnos la orden y se retiró el mesero pude ver a Iris en la televisión justo durante su trabajo, por alguna razón se me salió una sonrisa, pero uno de mis próximos socios también la vio y empezaron las clásicas bromas machistas.
Hubo de todo tipo desde las leves que “halagaban” sus obvios atractivos hasta el clásico aventado que sugería cuanta posición sexual se le ocurriera hacer con la chica de las noticias, hasta que uno de los asistentes conto algo que él había escuchado hace tiempo.
La anécdota venia de tiempo atrás, uno de sus vecinos trabajaba en ese tiempo en una agencia de publicidad y ella era la modelo junto con otro chico, decían ser novios, el asunto era que estaban trabajando en una zona de camping en las afueras de la ciudad y cuando terminaron ya entrada la noche habían decidido quedarse allí a dormir todos por eso llevaron tiendas de campaña y todo el asunto, al poco tiempo escuchaban ruidos desde la tienda de la chica y su novio.
Resulto que el vecino y otro amigo se levantaron a complacer su morbosidad y lo que vieron los dejo perplejos, el fotógrafo de la sesión estaba afuera de la tienda de campaña de la pareja masturbándose y adentro se veían las sombras ya que estaba una luz algo potente desde el interior de la carpa, decía que se notaba que el chico estaba partiéndola y ella trataba de apagar sus gritos mientras el onanista testigo apenas pudo aguantar unos minutos del espectáculo de sombras.
No sabía que pensar por un lado estaba lo más probable, que la historia era inventada por el o por su vecino, por el otro había visto a chicas sexis como ella hacer cosas parecidas incluso peores, también me recordé de Antoine y Sally, y que nunca conocí la historia y las razones por las dejaba a su sobrina hacer lo que hacía en el club.
La platica degenero en anécdotas sexuales de algunos de mis futuros socios, no todos participábamos de ella y alguien sugirió que deberíamos terminar de comer ya que al menos debíamos hacer dos vistas más y con el tráfico como se ponía por las tardes era mejor apresurarnos.
Mientras esperaba al chofer de mi madre en un café cercano de donde habíamos hecho la última visita repase en mi mente la situación de Antoine y Sally, sabía que ninguno me dijo la verdad, al menos no directamente, igual yo tampoco pregunte directamente e imagine que si alguien sabia algo seria Quique, pero ese era otro que no solo no me diría las cosas, seguramente se enfadaría conmigo si me atrevía a preguntarle, decidí llamarle para quedar al siguiente día y ayudarlo en sus últimos preparativos antes de decirle a sus padres que se iría a España por unos meses.
Cuando le llame me contesto rápido diciendo que debía irse y que llegara a eso de las 10:00 el siguiente día en la fundación. Cuando nos juntamos él estaba arreglando unos papeles en la oficina de su madre, me sonrió y me conto que era la solicitud de su entrada a una escuela en Madrid como intercambio que lo acompañara para enviarla por correo certificado, allí me di cuenta que los planes de mi primo serian por varios meses incluso quizás años.
Franco—¿Ya hablaste con tus padres? —
Quique—Algo les he insinuado, pero solo mi madre parece que entendió y ha querido hablar conmigo en privado, cosa que he evitado—
Franco—Deberías hablarlo con ella primero, sabes que eres su ojito derecho y que pienses irte durante tanto tiempo la hará llorar a mares, ya la veo desahogándose en casa con mi madre—
Quique—Tiene que entender que acá nada me detiene, solo su cariño, pero yo necesito irme para tomar una vida propia—
Franco—Eso no quita que será duro para ella—
Quique—Para mí también lo será
Terminamos de ordenar la oficina y salimos a hacer sus trámites, por suerte había cambiado ese enorme 4X4 por un auto más “normal” (era un Audi deportivo que llamaba de sobremanera la atención), en el camino me conto un poco más de sus planes y me adelanto que saldría en poco más de un mes, justo un par de días antes de la boda de Pedro y Marta y por eso les pidió no ser invitado, me pregunto si yo pensaba asistir, cosa que yo no había pensado que podría pasar.
Quique—Si te decides a ir conozco un par de chicas que gustosas te acompañarían y seguramente después te dejen seco por la manera que tienen de follar, además tu hermana no las conoce—
Franco—Me parece tentadora la idea, pero primero que me inviten no quiero hacer planes—
Quique—Es seguro que toda tu familia está invitada, recuerda que tu hermana y el son muy amigos, creo que ocupo tu lugar de hermano todo este tiempo—
Franco—Se me hace extraño que Marta o cualquier chica acceda a esa solicitud, imagínate que Sally se case y te invite a la boda—
Quique—Si es raro, pero no sería la misma situación—
La mención de Sally pareció entristecerlo y decidí cambiar el tema, por lo que le conté mi anécdota con la hija de Iris y el pequeño regaño que me dio después mi madre, se rio bastante, luego seguimos con su curiosidad
Quique—Parece que te llevaste bien con la madre y que le gustas a la hija—
Franco—No jodas, la nena tiene seis años y la madre, aunque está muy guapa, no parece que este para tener ninguna relación, al menos eso me insinuó mi hermana—
Quique—A tu hermana no le hagas caso, seguro se la quiere tirar antes que nadie—
Franco—No me extrañaría, pero ahora que es candidata debe guardar más las apariencias—
Quique—Sabes, olvida lo que te mencione de mis amigas, trata de tirarte a la presentadora esa—
Franco—No creo que sea así de fácil esa chica, menos con una hija a la que me ha demostrado querer más que nada en este mundo—
Quique—Puede que tengas razón, las madres solteras se van a los extremos, o son muy cuidadosas por los hijos o se salen de putas, a veces estas últimas lo que quieren es conseguir a un fulano que les solucione la vida a ella y a la prole, por eso me las evito—
Franco—Creo que exageras con tus conclusiones—
Quique—Pues esa ha sido la experiencia que he tenido, como a los seis meses que se fue Sally conocí a una secretaria que es madre soltera y si bien follaba como una diosa a las pocas semanas empezó a joder con vivir juntos y demás choradas, a cada rato pedía dinero para comprar cosas del niño—
Franco—Quizás fuiste demasiado rápido en la relación ¿No te lo habías planteado? Parece que aún no estabas listo para una relación y creo que aún no has superado a Sally—
Quique—Admito que a veces pienso en ella—
Pensé que ese sería mi momento para preguntarle, pero su mirada se entristeció de nuevo.
Franco—¿Me responderás si te pregunto por ella y su tío Antoine? —
Quique—Al menos has sido más discreto que tu hermana cuando quiso saber sobre ella—
Franco—Le contaste algo a Leticia—
Quique—No fue necesario, ella le conto varias cosas, no sé si todo, pero tu hermana sabe algo—
Franco—Es muy probable que ella no me cuente nada y me da curiosidad—
Me vio con una expresión molesta pero igual me empezó a contar que cuando Sally salió del highschool venia muy alocada, entre las drogas y el sexo, ya que había conocido a un grupo de gente que eran amigos de sus padres cuando estos pasaban por su etapa hippie, los padres de ella avanzaron y maduraron sus amigos no, ella heredo la rebeldía de los años de juventud y al ver a las personas amigas decidido que quería esa vida, la de jóvenes eternos.
Pero las cosas no fueron como ella pensó y cuando pudo darse cuenta solo era la más joven de un grupo hedonista sin apego a nada, fue precisamente Antoine quien le ayudo a ver la realidad de sus nuevos amigos, decidió llevársela con él a Nueva York, donde al principio le oculto como se había ganado la vida y después le mostro que se podía ser libre sin caer en los excesos que a veces le pasaban, de a poco fue encontrando paz y equilibrio, pero también hubo un gusanito que no se sacó del todo y ese era el del sexo.
Antoine pensó que ella podía estar lista para tomar decisiones y aunque en parte se equivocó su sobrina descubrió que las clases de artes marciales y defensa personal que le habían obligado a tomar sus padres, unidas a su habilidad como bailarina le dieron cierta flexibilidad, en ese tiempo también conoció que ella ejercía poder y atracción sobre hombres sumisos, que le pedían y a veces le exigían ser humillados por sus largas y hermosas piernas.
No me conto mucho más, solo que Antoine la había controlado y le había enseñado como usar sus habilidades naturales, después que terminamos con sus trámites me llevo a la casa de mis padres donde se quedó a cenar y charlar primero con mi madre y después con mi hermana y mi padre, como la haría cualquier sobrino cariñoso y agradecido.
Llego el sábado y con el justo a media tarde, la visita sorpresa de los padres de Quique, ambos muy tristes ya tenían las noticias de este y como estaban de adelantados los planes que tenia de irse una temporada a España, como lo había pensado mi tía Miriam lo tomo mucho peor que don Álvaro, pero no tan mal como imagine, llegaron a invitarnos a la cena que querían hacerla mi primo por su partida, luego se separaron en “grupos”, los señores se fueron al estudio a hablar, las señoras a la terraza a tomar un té y mi hermana se fue con sus amigas a “bailar”, me dijo que si quería me podía unir a su plan, pero por alguna razón estaba con flojera y los amigos de mi hermana, de ellos solo tenía el recuerdo de juventud que no me agradaba nada.
La tarde se prestaba para dormir o leer algo, en ese momento me arrepentí del cambio de mis mangas por la pelota, pero recordé la sonrisa de la nena y su madre, no pude evitar preguntarme en que estarían haciendo ambas, con una sonrisa y ese pensamiento me retire a mi dormitorio para leer.
IRIS
Regresábamos de cenar con Marta y Pedro, aun no nos acostumbrábamos a decirle Kiki a mi hija, era el nombre por el que ahora quería que le llamáramos, después de ver una de las películas que le regalo Franco, de una bruja niña y sus aventuras, mi padre conducía y se reía por la ocurrencia de la nena, los primeros días se enojaba si no le hablábamos por ese nombre, de poco cada vez más gente le ha dicho así, empezando por mi familia, mi cuñada fue la primera ya que nunca le gusto Enriqueta, mi madre solamente se dedicaba a reír. La próxima vez que hablara con Franco me escucharía.
MARTA
Marta—Amor, crees que la nena tuvo la idea o habrá sido idea de otra persona—
Pedro—No lo sé cielo, los niños a esa edad suelen dejarse influenciar mucho por lo que ven en la televisión o como este caso en una película—
Marta—¿Has visto esa película? —
Pedro—No, de mis conocidos solo Franco tiene esos gustos tan arraigados, los mangas y comics le servían cuando era niño y debía pasar mucho tiempo solo en el hospital—
Marta—Ya, no crees que Iris y él se podrían acercar por medio de la nena, mira que María Enriqueta no paro de hablar de Franco y las películas que vieron en su castillo—
Pedro—Si, jajaja, cierto su castillo, pero no sé, que a la nena le guste Franco no significa que a la madre le deba de gustar, y acuérdate que ahora es Kiki—
Marta—Llámame loca si quieres, pero cuando mi ahijada mencionaba al “príncipe” a la madre como que le brillaban los ojos, puede que solo fuera ilusión mía—
Pedro—Quizás porque llevas tiempo buscándole pareja a Iris quieres ver eso, pero no sé si Franco sea una buena opción—
Marta—Lo dices por lo de Ana o es que acaso sabes algo más—
Pedro—Si por Ana, igual tú sabes que no puedo hablar de mis pacientes—
Marta—Creo que Iris merece saber lo de tu novia fallecida y todo lo que paso ese día—
Pedro—mmm, Si ellos estuvieran en una relación estaría de acuerdo, pero por el momento solo son dos personas que recién se conocen—
Marta—Entonces, no crees que deba enterarse Iris, esa es información importante para conocer a alguien, tú me hablaste de Ana cuando empezábamos a salir y creo que nos va bien—
Pedro—Tienes razón, pero me sigue generando dudas Franco, creo que ya te hablé demasiado de él, pero si quieres puedes contarle a Iris lo que sabes—
IRIS
El lunes después del noticiero me encontraba ordenando mis cosas y revisando las notas preaprobadas para la siguiente emisión, cuando Marta me hablo invitándome a un café después de la oficina.
Iris—Seguro nena, ya sabes que contigo siempre—
Marta—Ok, te aviso a qué hora—
Iris—Mientras le llamo a mis padres para que ellos vean a la nena esta tarde—
Continúe revisando las notas y me encontré con varias de política donde se mencionaba al padre de Franco y me pregunte porque el no tomo ese camino, tiene los estudios y la inteligencia, quizás no tenga la malicia que tiene su hermana para llevar las negociaciones, ya me lo demostró en su día, tampoco tiene los contactos, pero siguiendo los pasos de su padre podría heredarlos y hacerse de nuevos, no me di cuenta cuanto tiempo pase pensando en él, pero el sonido del teléfono de mi escritorio me despertó, al contestar era Marta diciéndome que nos juntáramos en media hora en el lugar de siempre.
Marta—¿Nena, como llevas lo del nuevo nombre de mi ahijada? —
Iris—De risa, pero Franco me las pagara la próxima vez que hable con el—
Marta—jajaja, ¿Qué es lo que te provoca más risa? —
Iris—No lo sé, creo que fue cuando María Enriqueta o “Kiki” decía que él era un príncipe—
Marta—Debes admitir que es guapo, lo suficiente para impresionar a tu hija—
Iris—Eso me asusta, creo que no tengo que decirte porque—
Marta—Lo sé, pero depende de la educación que le des para que ella no pase lo mismo, además algún día querrá saber más de… su padre y tendrás que hablarle—
Iris—Déjame disfrutar de mi hija en estos tiempos, ya sé que el decirle que su papi está lejos no será suficiente algún día, quisiera que ese día no llegara—
Marta—Ya, regresando al tema, aun me queda una duda ¿Qué piensa la mami del príncipe? —
Iris—¿Qué tengo que pensar? No sé, te conté como los encontramos y lo que ella me dijo para convencerme de quedarse con Franco—
Marta—jajaja, Si algo hablaste, lo que no mencionaste fue como te hizo sentir verla así—
Iris—Rara, se me hizo tan tierno verlos así, no pensé que algún hombre fuera de la familia se llevara así con la nena—
Marta—Quizás sea porque él no la paso bien de chico—
Iris—Me conto una parte, que fue muy enfermizo de pequeño y la pasaba en hospitales—
Marta—Seguramente no te conto lo peor—
Iris—¿Hubo algo más? —
Marta—Si, la razón por la que te lo quiero contar es que veo que ustedes dos pueden llegar a tener una bonita relación, sin llegar a ser pareja no me mires así, quizás solo buenos amigos, pero es importante que sepas que paso con él y con Ana su hermana mayor—
La historia que me conto mi amiga fue lo más triste que alguien puede pasar, no me imagine que Franco fuera a recordar todo eso, según me dijo Marta en sus terapias con Olga y Pedro se le había recomendado hablar de eso con gente de confianza, pero el casi nunca lo hacía, según Pedro parece ser que su decisión de irse a estudiar y casi, casi a vivir a otro país obedecía a que su instinto le decía que huyera de donde le recordaran a su hermana y lo que le tocó ver. Mi amiga me pidió que fuera discreta con el tema y de preferencia que no lo hablara con nadie entonces tome la decisión de hablarlo y solo había una persona con quien lo haría y esa persona era la que precisamente no quería hablar del tema, le llame con una excusa tonta y lo invité a tomar un café un jueves por la tarde.