Vida Nueva 8

Una tarde de compras y de cine

Los siguientes días fueron un desenfreno total, veníamos follando a todas horas, en la mañana, antes de salir de casa, recién despertados, o mientras nos duchábamos o dejabamos el desayuno a medias sin que en alguna ocasión nas diera tiempo ni a llegar a la cama y lo hacíamos en la cocina o tirados en el suelo del salón o apoyada yo en el brazo del sofa, mientras Paco se embestía desde atrás; por la tarde, a la hora de la siesta, cuando yo estaba trabajando en el turno de mañana: esos eran polvos más pausados, con más pasión, pero eran polvos igualmente soberbios y excitantes; y por las noches donde retomábamos el deseo. Normalmente empezábamos en el sofa con mil caricias, toqueteos y sobos a lo largo de nuestros cuerpos, y terminábamos en cama. A mí me gusta montar a Paco, llevar el control, el ritmo, ver su cara como se va transformando conforme disfruta. Me gusta sujetar mis manos en su pecho, que él estire sus manos y me pellizque los pezones, a veces hasta casi hacerme daño pero proporcionándome un gusto indescriptible.

Follábamos en tres turnos como si lo nuestro fuera algo programado, una tarea doméstica más. Pero no era así. Nada estaba programado o previsto, simplemente había por parte de los dos unos deseos irrefrenables, una necesidad infinita y unas ganas de comunión fuera de toda lógica racional. Jamás, y digo jamás, he follado con Paco, en todos estos años, sin sentir necesidad. No puedo decir lo mismo cuando lo hacía con mi marido. Con éste había veces que no me apetecía mucho y sin embargo cumplía con el deber marital. Con mi hijo siempre he follado queriendo follar. Siempre he sentido ganas. La razón de la diferencia entre uno y otro la desconozco. Solo cuento lo que sentí y lo que siento.

Con esto no quiero decir para nada que con mi marido siempre lo hiciera forzada o a disgusto. Ni mucho menos. Normalmente eras encuentros deseados por los dos. Lo que quiero explicar es que ese pequeño porcentaje de veces en que concedía a mi marido el beneficio de poseerme, no existe en el caso de Paco. A el no le concedo ningun beneficio porque siempre es deseado por mi. No puedo darle ningun beneficio por el simple hecho de que nos beneficiamos mutuamente. Tal vez sea complejo de explicar, acaso tampoco lo esté expresando de manera conveniente. Pero las mujeres, y muchos hombres también, por supuesto, saben de que estoy hablando y espero (y confío) de que estén de acuerdo conmigo.

Normalmente era Paco el que me buscaba. Era como un juego nuevo para él, desde luego más placentero que la videoconsola. Había descubierto lo que muchas personas tardan toda una vida en encontrar, en el mejor de los casos. Si a eso sumamos que siendo tan joven su capacidad de recuperación era prodigiosa, que sus hormonas estaban desatadas, tenemos la solución (matemática o no) de la cantidad de veces que hacíamos diariamente sexo.

La caja de preservativos duró a penas unos cuantos dias. Tuve que comprar más. Logicamente y por lo ya explicado no fui a adquirirlos a la Farmacia. Los compre en el supermercado, donde como ya dije se encontraban en un expositor junto a las cajas.

No sé si por responsabilidad o por otra razón, Paco me recordaba la necesidad de comprar condones. No quería quedarse sin ellos. La marcha atrás que había practicado en la primera ocasión no debió de hacerle mucha gracia. Prefería terminar en la goma, a su bola, o en mi boca. Para mí tambien eso era bueno. No pretendía quedarme embarazada y me molestaba tener que estar pendiente de donde se corría mi hombre, cuando yo estaba a punto de llegar a mi explosión y estaba a cualquier cosa menos a controlar la eyaculación de Paco. En alguna ocasión, a pesar de todo, y en el caso de no haber contado con condones, seguramente hubiera dejado que me echara su leche dentro. Tanto era el placer que yo sentía. No hubiera consentido en ningun caso que me hubiera privado de su polla por el hecho de no lanzar su esperma dentro. Y eso era peligroso.

Tenía ganas de tener la regla para empezar a tomarme las píldoras anticonceptivas y así disfrutar de forma de total de Paco. Sin barreras. Sentir su caldo caliente bañandome por dentro, regandome. Ese pensamiento me ponía cachonda. Deseaba con todas mis fuerzas que llegara el momento. En muy pocas ocasiones he deseado que me bajara la menstruación. Necesitaba tener sexo total con mi hijo y auque posiblemente estuviera equivocada, mi subsconsciente relacionaba la totalidad de la jodienda con Paco a no tener que usar preservativo.

Paco tenía la edad que tenía y por tanto a veces, pocas la verdad, se dejaba llevar por las cosas propias de un adolescente. Era un jovenzuelo que estaba interpretando un papel de hombre adulto, con derecho a todo. Pero era una jovenzuelo y lo digo en el sentido más cariñoso del termino.

Recuerdo una tarde que nos fuimos a unos Grandes Almacenes. Paco necesitaba ropa. El queria comprarse unos pantalones y una camiseta de un estilo determinado que a mi no me parecía conveniente. Independientemente de que dentro de casa yo era y actuaba como su mujer, también intentaba mantener un grado de autoridad personal sobre él. Convenía que no olvidara que aunque me follara un día sí y otro también, después de eso, a pesar de eso o por eso mismo, yo era su madre.

El caso es que le hice saber que ni el pantalón ni la camiseta que quería me parecían bien y por tanto buscaríamos algo más adecuado. Tuvimos una pequeña discusión en el Centro. La bronca normal que pueden tener una madre y su hijos cuando salen juntos a comprar ropa. El insistía en que quería toda costa esas prendas y yo le decía que no.

–                    no siempre te tienes que salir con la tuya, Paco. Esa ropa que quieres es muy extravagante

–                    es lo que se lleva

–                    me da igual, busca algo mas normal

Como siempre, mi hijo cedió. Pero mas por agradarme que otra cosa. Sin embargo, su cara de cabreo era mas que notoria. No la podía disimular. No la quería disimular. Eligimos entre los dos, aunque debo decir para no faltar a la verdad que fui yo más bien quien la escogio, unos pantalones y una camisa a juego. Le preguntaba si no le parecían mejor, mas apropiados, que los que el quería. No me contestaba. Le dije que al menos se provara los pantalones, para que viera como le quedaban. Cogió el pantalón de marras y entro en uno de los provadores que había esparcidos por la planta.

No esperé a que Paco saliera o me llamara, me acerque a la puerta cerrada y toqué con los nudillos a la vez que le decía

–                    que tal, Paco?, como te quedan los pantalones

Silencio. No me respondía. Volví a insistir

–                    que como te quedan los pantalones?

–                    bien (dijo de forma secante)

–                    puedo entrar a ver o sales tú?

–                    pasa si quieres

Noté como descorría el pestillo de la puerta. Entre en el provador. Paco tenía puestos los pantalones que se estaba provando y que por cierto le quedaban divinamente. Los otros pantalones, los que llevaba, los tenía tirados en el suelo, echo un guiñapo.

–                    podías haber colgado los pantalones en la percha... (dije mientras me agachaba, los recogía, estiraba y los colocaba en una percha que se encontraba anclada a una de las paredes del cuarto que hacía las veces de provador.

Me acerqué a Paco que se encontraba en frente a un espejo. Sin moverse. Se miraba en el espejo pero sin dar importancia al pantalon que se estaba provando. Me coloqué detras de él. Estiré de su cintura (no sé por qué las mujeres tenemos la manía de estirar de la cintura de los pantalones) y le dije

–                    joder, qué bien te quedan

–                    si tu lo dices...

–                    te hacen un culito muy atractivo

Paco sonrió con mi comentario, lo vi a través del espejo. Estabamos los dos frente al espejo. El delante, yo detras. Me aceque a su oreja y le susurre "venga, bobo, que los pantalones te sientan de maravilla y es verdad que te hacen un culito perfecto". Paco volvio a sonreir. Se le estaba pasando el enfado. Le di un beso en el cuello. Se dio la vuelta y me plantó un señor muerdo en mi boca. El enfado le había hecho bien. Me gustó el beso. Notaba como Paco se iba poniendo en forma, porque junto con el beso agarró mi culo con las dos manos, apretandomelo, atrayendome hacia él. Su polla aún no estaba dura, pero si seguiamos nuestro magreo que creía que le costara mucho ponerse.

–                    vale, vale...lobo

–                    dame un besito

–                    ya te lo he dado

–                    pero quiero mas

–                    si te doy mas vas a querer otra cosa

–                    y qué?

–                    pues que no me parece que este sea el lugar mas indicado

Calmé su ímpetu y conseguí que se tranquilizara. Estaba convencido en llevarse los pantalones que yo había elegido. Se los quitó para ponerse los que llevaba en un principio. Al quitarse los nuevos se veía su miembro semierecto. Yo estaba sentada en una especie de taburete en una de las esquinas del cuarto. Miraba ensimismada la semierección de Paco. Me daban ganas de lanzarme a por ese rabo medio hichado, arrodillarme y con mi boca y mis manos conseguir que definitivamente se hubiera puesto en estado triunfante. Hubiera tardado poco, ya tenía medio camino recorrido. Sin embargo, puso un poco de cordura en mis pensamientos y deseos. Le dejé terminar de cambiarse.

–                    el otro día vi un video en el que una pareja se lo hacían en un provador

–                    y donde viste ese video?

–                    en internet, donde va a ser

–                    muy bien, mira que bonito, viendo videos porno en internet

–                    venga, Marta, que todo el mundo los ve

–                    yo no los veo

–                    a ti te van mas otras cosas, que yo lo sé

Me recordaba la tarde que me pillo leyendo relatos eróticos y haciendome una paja. Me recordó el desencadenante de todo

–                    y que conclusión sacaste viendo el video (pregunté intentando evadir el comentario de Paco)

–                    pues a ninguna en especial

–                    entonces

–                    es que me he acordado ahora

–                    por eso te has puesto así de contento

–                    no, me he puesto así porque me gustas mogollón, lo del video no tiene nada que ver

–                    gracias, cielo, me dices unas cosas muy bonitas

–                    pero tampoco estaría mal que nos enrrollaramos aqui un poquito

–                    venga, que la dependienta estará diciendo que coño hacemos

Salimos del provador y nos dirigimos pagar las prendas. Paco cogió las bolsas. Se le había pasado finalmente el enfado. Me fue contando cosas, ahora no me acuerdo. De pronto me preguntó

–                    que vamos a hacer ahora, nos vamos ya a casa?

No sabía como interpretar la pregunta. A lo mejor lo que me quería decir era "por qué no nos vamos a casa, tengo ganas de follarte" o a lo mejor solo queria decirme "nos tomamos algo antes de ir a casa?"

–                    si te parece te propongo una merendola en alguna cafetería y ya que estamos en el centro nos hacemos un cine

–                    vale

–                    pues, vamos

Salimos del Centro Comercial. Caía la tarde. En una cafetería merendamos. Yo, chocolate con churros y Paco una hamburguesa con una Coca-Cola. Le pregunté que película quería ver. Me dijo que le daba lo mismo, excepto una "de esas ñoñas que te gustan tanto a ti", vale, le dije, "pero no pienses que me voy a tragar una de hostia va, hostia viene". Reimos.

Nos fuimos a un cine cercano. Estabamos en pleno Centro de Madrid. En Gran Vía hay muchísimos cines. Teníamos donde elegir. Optamos por una película de Almodovar. Habia una fila de gente para sacar las entradas, era casi la hora de comenzar la sesión. Paco, por lo bajo, me dijo "me dejas sacar a mi las entradas?". Claro, le contesté. Saqué dinero de mi bolso y se lo dí. Supongo que Paco quería sentirse el machito. Aunque pagara yo, como todo, el hecho de sacar él las entradas era un acto de decir: yo soy el hombre y saco las entradas para ver la película con mi mujer. Supongo que sería eso.

Entramos con la película ya comenzada. Mejor dicho, con un corto que ponían antes de la proyección de la película. El acomodador nos acompaño hasta nuestras butacas. Con disimulo, le di a Paco unas monedas para que se las entregara al acomodador. Al llegar a la fila que nos indicó el empleado del cine, pasé yo primero, Paco se quedó detras para entregar la propina. Nuestras butacas estaban en un lateral. No había nadie a nuestro lado. Delante dos señoras con el pelo muy cardado, cuchicheaban sobre algo. Miré hacia atras de forma inconsciente. Vi  a una pareja comiendo palomitas de maiz.

Segun estabamos sentados, me agarré del brazo de Paco, como si tambien nosotros fueramos novios. El paso su otra mano por mi brazo entrecruzado con el suyo. En la oscuridad no parecíamos, no eramos, madre e hijo. Pasabamos por una pareja más que va al cine. Me acerqué a él y le di un suave beso en los labios. Creo que Paco se sorprendió de que le besara. El trato era que en casa fueramos y vivieramos como una pareja, pero fuera nos mostraramos como madre e hijo. Tambien es cierto que en el provador del Gran Almacén a poco que hubiera querido podíamos haber ido a más.

Empezó la película. Al poco rato miré hacia atras. La pareja que antes estaba comiendo palomitas se deboraba en besos pasionales. Vi perfectamente como el tocaba una teta de ella. Me parecio incluso oir un gemido de la chica.

Paco y yo, promovido por mi, tambien nos empezamos a besar. La altura de Paco, comparada con la mía, no dejaba entrever la diferencia de edad. Paco era alto y corpulento. Los besos cada vez era más calidos, y como el chico de la fila de atrás, mi chico también se empezaba a animar. Me tocaba donde podía, al principio de una forma mas o menos disimulada, pero después de una manera abierta.

Yo sabía cuando Paco estaba caliente. Lo había comenzado a estar en el Centro Comercial y lo debía estar ahora. Toque su paquete con mi mano. Efectivamente, tenia el rabo totalmente tieso. Cuando notó mi mano se removió en la butaca. El puso sus manos en mi entrepierna. Llevaba pantalones vaqueros lo que no le facilitaba mucho las cosas. Sin embargo yo si note su toque y con mi mano, en medio de un beso, empuje la suya para que el toque en mi chocho fuera mas evidente.

Paco estaba a punto. Yo tambien, pero era consciente de que en esas circunstancias me tendría que centrar en el. Yo ya tendría tiempo de resarcirme en otro lugar. Puse sobre sus piernas una chaqueta que llevaba y que hasta ese momento había tenido colocada en el apoyabrazos de la butaca. Paco entendió el gesto. Dejó resvalar su cuerpo. Lo suficiente como para ponerse cómodo a la espera de acontecimientos y facilitarme las cosas. Baje la cremallera de su pantalón. Con cuidado. Como si alguien pudiera oir el ruido caracteristico de una cremallera al ser bajada. Introduje mi mano en su pantalón. Cogí su polla que ya estaba durísima. La saque y empece a menearla.

Mientras que yo estaba haciendo una paja a mi hijo, él suspiraba y gemía en voz baja. Me comía la lengua, pasaba su mano por mis tetas. Yo estaba caliente también. Y feliz de hacer lo que estaba haciendo.

–                    chupamela

–                    aqui no puede ser, Paco

–                    necesito que me comas la polla

–                    luego en casa, cielo, aqui no...

–                    es que no veas como estoy

–                    lo sé, cariño, disfruta de lo que te hago

El movimiento de mi mano se aceleraba. Paco se aceleraba tambien. Notaba cuando Paco estaba a punto porque cuando me besaba, al final de beso, mordía mi labio inferior y luego pasaba la lengua. Empezaba  a convulsionarse en su asiento. Me daba igual si la chaqueta se manchaba, ya la llevaria al tinte. Seguia moviendo mi mano con rapidez. Me acerque al oido de Paco y despues de pasarle mi lengua le susurre "correte para mi, suelta toda tu leche". Paco solto un gruñido y note mi mano llena de lefa espesa que estaba siendo derramada por mi hijo.

Despues de correrse, Paco siempre se quedaba como desvanecido. Necesitaba unos minutos para recuperarse. Fue entonces cuando empecé a ser consciente de donde estábamos. Se habrían dado cuenta las señoras de la fila de delante?. Seguían cuchicheando, parece ser que no. Y los novios de atrás?. Mire disimuladamente y vi la misma escena que hace un momento habíamos protagonizado nosotros. Una chaqueta sobre las rodillas que se movía arriba y abajo cada vez mas deprisa. Unos novios que no paraban de besarse de tal manera que a veces se veían sus lenguas.

Nadie se había dado cuenta. Cada uno de los más proximos estaban a lo suyos. Paco se recuperaba poco a poco y yo, con una calentura importante, me puse a ver la pelicula en donde una señora estrafalaria iba con un mucho encima de una moto, de paquete. Me puse a ver la pelicula. Siempre me ha gustado el cine de Almodovar.

CONTINUARA

Nota de la Autora: Gracias a todos los que habías dejado mensajes en mis relatos o los que me habeis escrito a mi correo. Sois muy amables. Con algunos/as creo que está naciendo una hermosa amistad que al menos por mi parte intentaré mantener y cuidar. A los que habeis detectado una pequeña errata en uno de los episodios, deciros que todo en la historia es verdad. Absolutamente. Excepcion hecha de los nombres (menos el de Paco y mío que son reales). Por eso, a veces el subsconsciente te puede gastar una mala pasada. Intentaré que no vuelva a ocurrir. Gracias a todos.