Vida Nueva 7

La consolidación del amor. Cualquier persona que se sienta identificada con los hechos que narro, en especial mujeres, pueden escribirme.

El polvo de la siesta me había sentado fantasticamente bien. Me había relajado de tal manera que finalmente pude quedarme dormida. Tenía sueño atrasado de la noche anterior en la que había dormido a salto de mata y me vino estupendamente dormir. Estuve cerca de dos horas durmiendo. Cuando me desperté me encontré sola en la cama, desnuda. Me estiré plenamente complacida. Me levanté. Me encontré con el condón lleno de leche tirado en el suelo, atado, preservando la salida del líquido elemento. Estaba bastante cubierto. Una vez más Paco había dejado una buena y abundante carga, esta vez en la goma.

Quiero hacer un inciso en la historia para explicaros que no pretendo relatar uno por uno los polvos que Paco y yo hemos echado. Esta serie sería infinita. Pero sí me ha parecido interesante que conocierais los primeros, que fueron los de la base de nuestra relación. He creido interesante contarlos, tal y como fueron, al menos tal y como los recuerdo, para que os situaráis correctamente en el inicio de la relación que mantengo con Paco, para que supierais como empezó todo y a donde nos condujo todo.

Hecha la aclaración, prosigo con la historia.

Cuando me levanté me puse el pantalón de chándal que solía llevar habitualmente por casa, sin bragas, y la sudadera. Recogí mi ropa interior, junto con el condón y me dirigí hacia la cocina, para dejar la ropa en el cesto de la ropa sucia y tirar a la basura los restos de nuestro amor de esa tarde. Tanta pasión concentrada en un trozo de latex arrugado. Me pareció una ironía de la vida.

Al pasar por delante de la habitación de Paco le ví allí, estudiando. Me congratuló verle así, estudiando me refiero. En las últimas horas solo había tenido una cosa en la cabeza: sexo. Verle en su mesa, estudiando, me hizo pensar que ibamos por muy buen camino. Se trataba fundamentalmente de que siguieramos haciendo nuestra vida común. Yo trabajando y Paco estudiando. Me había preocupado en algun momento que la novedad que para Paco pudiera suponer follar libremente, le alejara de sus deberes. Una vez más mi hijo, mi hombre, daba pruebas de una madurez al alcance de muy pocos chicos de su edad.

Le saludé desde la puerta, solo asomando un poco la cabeza al interior del cuarto

– hola, cielo, hace mucho que te has levantado?

– hace un ratito, Marta, no tenía mucho sueño y tengo que preparar un trabajo de Física; tú estabas tan dormida que no queria despertarte, has descansado?

– como una bendita. Me hacía falta... y me dejaste tan bien que ha sido muy facil coger el sueño

Paco sonrió ante mi comentario. Le veía que se sentía satisfecho. Era consciente de que a pesar de su edad podía dar placer a una mujer. Me daba placer. Eso le hacía sentirse más hombrecito y su ego lo notaba y lo dejaba entrever.

Dejé a Paco estudiando en su habitación y yo me puse a hacer algunas cosas por casa. Al rato me lavé, me vestí y salí a la calle a dar una vuelta. Así se lo dije a Paco que continuaba enfrascado con lo suyo. Me iba a dar la vuelta para irme hacia la puerta de casa, cuando Paco me dijo

– Marta, es que te vas a ir así?

– así, cómo? no te entiendo

– pues así, sin darme un beso ni nada

– eres la leche....

Me acerqué a el y le di un beso en sus labios. Un beso suave. De esposa a marido. Un beso de pareja, que me gutó mucho. Después alcancé la puerta de la calle y salí. Cogí el ascensor y llegué hasta la puerta de la calle. La gente pasaba por delante de mi portal. Parejas con niños, parejas solas cogidas de la mano o abrazadas. Salí a la calle. Necesitaba dar una vuelta.

Durante mi paseo pense en la relación que estaba iniciando con mi hijo. No me asaltaban dudas, pero tenía cierta intranquilidad pensando si era lo correcto o no. Por lo que estaba viendo, por lo que acababa de ver en casa, nada tenía por qué ser distinto a como había sido hasta ahora, si salvamos el hecho de que hasta ese momento mi relación con Paco era materno-filial y desde hacía unas horas, y algunos escarceos, la relación era de caracter pasional.

Iba caminando por la calle, ensimismada con mis pensamientos, a veces me sorprendia a mi misma esbozando una leve sonrisa, sin duda de satisfacción. Iba andando por la calle sin percatarme de nada ni de nadie. De pronto un brazo detuvo mi marcha:

– Marta, que no te enteras...

Era Sonia, una amiga mía de toda la vida creo. No recuerdo el momento en que conocía Patricia. Todos los acontecimientos de mi vida, directa o indirectamente, estaban unidos a Patricia, que habia sido testigo de ellos. Habiamos estudiado juntas en el colegio. Me empezamos a salir con chicos y nos contabamos los avances, o no, que se producían. Nos habíamos tenido, nos teníamos muchos aprecio y cariño. Patricia se había casado unos meses más tarde que yo. Sin embargo, yo me casé embarazada y Patricia no. Follaba con su novio lo mismo que yo follaba con el mío, pero ella no se casó emabarazada. Se caso tan joven porque su novio que era militar iba a ser trasladado a otra provincia. Después de unos años, decidieron separarse. Al principio de mutuo acuerdo, pero después la cosa se torció y las relaciones entre Patricia y su ex quedaron en la nada.

– Joder, no te había visto, Patri...

– ya... si ibas como una zombi... donde vas?

– a dar una vuelta, no iba a ningun sitio en especial

– estupendo, nos tomamos algo y cuchicheamos de lo que quieras.

Sin soltarme del brazo, Patricia tiró de mi. Ibamos caminando por la calle, hablando, aunque más bien la que no paraba de hablar era ella. Patricia siempre ha sido una cotorra de mucho cuidado. Habla por los codos. Llegamos a una cafetería y entramos. Nos sentamos en una mesa que había en uno de los rincones y pedimos algo para tomar.

– estás genial, Marta, te veo la cara hasta más iluminada, no tendrás algun rollete por ahí escondido?

– pues no, no tengo ningun rollete... y gracias por el cumplido. La verdad es que ultimamente me encuentro muy bien, feliz y tranquila (le dije y no la mentía. Paco no era ningun "rollete", era, si acaso, todo "un lio" de tres pares de narices)

– pues hija, es que te brillan hasta los ojos...

Con Patricia yo tenía mucha amistad, mucha confianza, pero no podía decirle lo que pasaba, ni siquiera dejarselo entrever. Primero porque era la condición que yo misma había puesto a Paco, y no la iba yo a romper, y segundo porque Dios sabe cual podía ser su rección. Me hubiera puesto de vuelta y media. Me hubiera llamado depravada, viciosa... me hubiera puesto a parir. O todo lo contrario. En cualquier caso lo mejor era estarme calladita y agradecer sus flores de la mejor manera.

– y a ti que tal te va la vida, Patricia?

– Pues qué quieres que te diga... pasando hambre como siempre desde que me separé

– anda, no me digas que no tienes ningun pretendiente por ahí...

– pretendiente?... ni se me acercan y mira que a veces no me importaria un poquito de alegría para el cuerpo...

– no tienes nada de nada?

– que no, ya te digo... bueno si excluimos a Fede...

– y quien es Fede?

Patricia se hechó a reir y bajando la voz, como si me estuviera contando un secreto, me dijo:

– Fede es un vibrador que me he comprado y que me acompaña algunas noches...bastantes noches. Es que estoy en un estado de calentura constante, Marta....

Nos reimos las dos con la salida que había tenido. Y durante un rato largo me estuvo dando explicaciones de los maravilloso que era Fede, de lo bien que la dejaba y de lo impresionante de su grosor y largura. Toda una señora polla, como lo definió.

Patricia era una monada de mujer. Casi de mi misma altura, el pelo ensortijado y muy negro. Sin tinte. Sus tetas eran espectaculares. De jovencita se las había visto en alguna ocasión cuando nos cambiabamos en la piscina o en el gimnasio. Eran poderosas, nada caídas. Tenía una piernas realmente bonitas. Era una mujer llamativa. De las que le dan a veces miedo a los hombres. Hay mujeres guapas hasta decir basta que sin embargo tienen problemas para que los hombres se acerquen a ellas. Es como si impusieran respeto. Esa era la teoría de Patricia. Por eso mismo, segun ella, tuvo que comprar a Fede y por esa razón disfrutaba con él todo lo que podía, o cuando lo necesitaba.

Pasamos una tarde muy agradable Patricia y yo en la cafetería. Miré el reloj y le dije que me tenía que ir, que Paco estaba en casa y tenía que preparar la cena. Patricia me preguntó por Paco. Le dije que estaba bien. Me dijo ella como llevaba los problemas de su edad, en clara referencia a los típicos de cualquier adolescente. Le dije que Paco era muy maduro y se encontraba muy centrado para su edad (si esa supiera cuanto...) y que no tenía ningún problema, al menos que yo supiera. Me dijo que tenía ganas de verle y que cualquier día de estos se pasaría por casa para comer con nosotros o pasar la tarde juntos.

Nos despedimos y cada una se fue por un camino distinto a su casa. Cuando llegué, Paco estaba viendo la televisión, tumbado en el sofá.

– hola, Marta, ya estas aquí?

– sí, cariño... me he encontrado con Patricia

– y como está?

– como una verdadera cabra

Paco se rio de mi ocurrencia. Yo me dirigía a mi habitación para desnudarme. Paco se levantó del sofá y siguió mis pasos, entro cuando yo me había quitado el sueter y me estaba desabrochando la falda, que cayo al suelo cuando solté la presilla lateral

– mira que estás buena...

Me sorprendio que Paco digera eso. El tan parco en palabras siempre. Pero su tono de voz era sincero. Resultaba que le gustaba su madre, o mejor dicho, su mujer e interpreté el comentario como una muestra de cariño sincero.

– hombre, muchas gracias... está bien que una se sienta admirada

– es que es la verdad, Marta, estás para comerte

Según decía eso, Paco avanzaba hacia mí con la cara algo desencajada. Yo le paré en ese momento, no era plan de que nos pusieramos juguetones otra vez.

– tranquilo, mi vida, que tengo que hacer la cena

– no tengo hambre... bueno sí, de ti

Esa cursilería de Paco tambien me habia gustado. Estaba encabritado mi niño, mi hombre, pero no era cosa de empezar con arrumacos que seguramente hubieran terminado con los dos en la cama y follando y gritando a pleno pulmon. Con delicadez me zafé de él y me fui para la cocina. Empecé a preparar la cena. Algo ligero. Como no, Paco vino hasta la cocina conmigo. Parecía un perrillo faldero, sus hormonas le hacían ser eso. Andaba pululando alrededor mío a ver que podía sacar. Jodío, mocoso, y encima me gustaba tenerle allí. Me gustaba que intentara tocarme y yo impedirselo. Me gustaba encenderle, porque sabía que una vez que el fuego tomara cuerpo, las llamaradas me abrasarían.

Terminé de hacer la cena y nos sentamos en la mesa. A Paco le veía algo más tranquilo, aunque dejaba notar sus ganas de juegos lascivos. Cuando concluimos la cena nos sentamos juntos en el sofá. En la televisión ponían una serie de esas americanas de policías. Paco me buscaba de forma continua. Me pasaba el brazo por los hombros, tocaba una teta. O me besaba en el cuelo, en los labios, me hablaba a la oreja sabiendo ya (que pronto aprenden los hijos) que eso me hacía ponerme tontorrona.

Al final terminamos en un humedo beso que fue la antesala de un tocamiento mas a conciencia de los dos, por encima de la ropa. La polla de Paco ya estaba dura, estaba preparada para un nuevo asalto. Mi cueva también. Paco cada vez era mas osado en sus caricias y yo cada vez estaba más receptiva.

– cielo, cielo...para, que te vas a poner malo

– ya estoy malo, Marta y tú tambien

Despues de decirme eso me volvio a meter la lengua en su boca, esta vez metiendo su mano por dentro de mi pantalon de chandal y llegando a mi coño que estaba encharcado, solítio a cualquier impulso de sus dedos

– tu tambien estas mala, Marta (me volvio a decir)

– no, mi vida, no estoy mala estoy cachonda perdida

– pues dejate llevar

El dedo de Paco trabajaba magistralmente mi vulva, tocaba con delicadeza mi clítoris y me transportaba a una quinta dimension. No podía mas. Le necesitaba. Estaba loca por tener su rabo en mi boca, chuparselo y lamerselo, agarrar sus huevos y notar como se ponían duros de la excitacion. Sentir su cuerpo vacilante de deseo. Necesitaba que me poseyera, que llenara mi chocho con su descomunal polla. Necesitaba follar con Paco, con mi hijo, con mi hombre.

– vamos a la cama, cariño, vamos que no puedo más

Cuando le dije esto, Paco se levanto como un resorte del sofá. Le cogí la mano y llegamos a la habitación. La cama estaba deshecha de la follada de aquella misma tarde. Eramos como una pareja de novios en su luna de miel. Follabamos a cualquier hora, en cualquier momento. Nos poseia un deseo dificil de calmar. Tenía suerte. No todas las mujeres en este mundo han sentido lo que yo sentía en ese momento. No todas tenían a su lado a un hombre que supiera complacerlas. Y Paco tenia suerte conmigo. Mucha suerte. La mayor suerte del mundo.

Me sente en la cama, le baje sus pantalones y extraje su rabo descapullado, tieso como un mastil. Me lo metí en la boca. Estaba algo humedo. Algunas tibias gotas transparentes asomaban. Tenía que ir con cuidado. Mi niño, mi hombre, se podía ir en cualquier momento. Y yo necesitaba lo que tenia en mi boca tan duro.

– saca un condón, por favor... (me dijo en tono de suplica)

Heche mano al cajon de la mesilla y le di un preservativo que el mismo abrio y se puso. Como había aprendido tan rápido?, quiero decir, él nunca se habia puesto ninguno. Aquella tarde se lo puse yo... a lo mejor no queria que le hiciera daño. No sé.

Paco estaba muy caliente, no se anduvo por las ramas. En aquella ocasión no se preocupo de mi. Tampoco yo lo necesitaba. Queria sentirme penetrada. Me tumbe boca arriba y le entro en mi. Sabia moverse el muy cabronazo, sabia darme gusto. Golpes de riñones certeros, a la velocidad justa. A mi me tenia más que cachonda, salida perdida. Mis manos fueron a su culo. Le clavaba las uñas. Le toque su agujero. Paco se me quedó mirando.

– te gusta? (le dije)

No me contestó se movio con mas impetu. Le gustaba, por eso jugue a introducir mi dedo en su culo mientras el sin jugar introducía su polla en mi coño

– te quiero, Marta

Me besaba, me mordía los labios, el cuello. Su boca no sabía muy bien donde ir porque queria ir a todos los sitios y a ninguno en concreto.

– te quiero, Marta

– sí, amor mío, y yo a ti

– te gusta como te follo?

– me encanta

– me gustaria estarte follando toda la vida

– y a mi, cielo... me vas a follar hasta que tu quieras porque soy tuya

– dime que te gusta mi polla...dimelo

– me gusta tu polla, mi vida, y tus cojones duros, y tu lengua y.....ay....ay....si...Paco..Paco...no pares,,,no pares, hijo puta...Paco....follame, cabron....fo..lla...me...fo...lla...me

– me voy a correr

– si...si...si...en mi coño...correte en mi coño...dame tu lefa caliente

– tomala...ahora...tomalaaaa

Nuevamente nos habiamos corrido a la vez. Habiamos sincronizado nuestros orgamos a la perfección. Habiamos follado como los ángeles. Nos habíamos dado el mayor de los gustos. Los dos. Yo a el y el a mí. Nuestro amor se asentaba sobre bases sólidas.

CONTINUARA...