Vida en Pareja
Vuelvo a estar mirando la pantalla del ordenador viendo porno. No se que hacer.
Vida en pareja.
Son las diez y me descubro otra vez viendo porno. Estoy sola y me tienta muchísimo el ponerme a masturbarme pero, me pone nerviosa el que llegue alguien y me pille en plena faena, además sin contar el hecho de las puñeteras llamadas telefónicas. Era la puñetera compañía telefónica. Otra vez.
Vuelo la mirada a la pantalla del ordenador y por enésima vez veo una polla enorme y una tía intentando tragársela entera, enserio ¿No se hacen daño? Yo por mucho que lo intente me dan arcadas, pero no por asco sino, porque es imposible cuando el miembro es relativamente grande. O a lo mejor la rara soy yo.
Que daño hace el porno, con lo agradable que es irte acercando despacito, poco a poco mirándole a los ojos y ansiando sentirla suave en tu boca, después lentamente con la punta de la lengua probar su sabor y abrir la boca y sentirla toda dentro de ti, como abarca toda tu boca y ahora arriba y abajo, saboreándola, sintiéndola, sacarla y lamerla, en la punta, en el tronco y paladear los matices de textura, sabor y forma. Ufff ya estoy cachonda otra vez.
Lo que pasa es que últimamente apenas veo a mi chico y estoy que me subo por las paredes. Llevamos 6 meses juntos y la verdad es que, el que sea tan inocente es un poco problemático. No porque sea inexperto en ciertos temas, eso tiene muy fácil solución, sino por la inseguridad que tiene. No se cómo decirle ya, que me encanta, que si por mi fuera dejaría que me la metiera hasta en las orejas, si se pudiera, claro está. Pero no… Además ahora que lo pienso, me engaño. Cuando empezamos me regalaba unos polvos bastante buenos, no para tirar cohetes, pero satisfactorios, con esa polla gruesa y desnuda. No se corría, pero no le daba mucha importancia, pensaba que era por vergüenza, aunque le preguntaba si era por si no estaba haciendo algo como debiera.
Recuerdo que él me dijo que no, cuando se la chupaba y apoyaba mis pechos semidesnudos en su entrepierna y los apretaba y bajaba la cabeza y la chupaba fervientemente, con fuerza, con ímpetu, succionándolo, y el ala, ni a la de tres. Estoy realmente frustrada. Nunca había tenido estos problemas, había tenido otros. Empiezo a perder la confianza. ¡Joder! que daño hace el porno.
Claro, con esas mujeres de plástico, ni un solo pelo en todo su cuerpo y culos y pechos perfectos, llegamos la mujeres normales, con un culo normal tirando a grande y unos pechos simplemente bonitos, ni demasiado grandes, tampoco pequeños, con pezones sensibles y rosados y un coño pues ¡sí! ¡Sin depilar! ¡Que luego eso pica que no veas! y resulta que no, que no te acercas ni de lejos a sus expectativas, que tienes que aguantar que te digan que como tú tienes ganas y él no, les abrumas sexualmente.
No sé qué hacer y estoy desvariando. De la felación la tía a pasado a ponerse a cuatro patas y el tío se coloca detrás de ella y se la mete, así... Sin más. Para ella ni una comedura de coño ni una tocadura tetas precaria, como hacen en este tipo de videos, ni nada y así esta cachonda, joder que envidia. Pero la mano se me ha ido a la entrepierna y ¡Dios! Estoy mojada. Noto toda esa parte húmeda y eso que me estoy tocando por encima del pantalón, me aprieto y mi mente vuela.
Estoy de vuelta al gimnasio donde iba con mi ex a hacer deporte. Estoy sudada y deseando meterme en la ducha. Me doy la vuelta y madre mía ahí está. Ese chico, del cual no sé nada y que me pone bruta no, lo siguiente. ¡Ay! Si yo le pillara por banda, le dejaba seco. Me vuelvo y me dirijo a los vestuarios, sé que no me ha mirado ni una sola vez.
Me desvisto, con dificultades, porque el sudor hace que sea más difícil que la ropa se despegue de mi cuerpo, pero es agradable sentir ese roce de liberación cuando te lo has quitado todo y Eh espera! ¿Estoy sola? Miro a mí alrededor y no hay nadie, tampoco me sorprende mucho, a estas horas… Aprovecho y me voy completamente desnuda a las duchas que son, a decir verdad, una de las de las razones por las que sigo viniendo a este gimnasio. Las duchas son blancas y están limpísimas, con unas alcachofas de lluvia… ¡Oh madre mía! ¡Que placer!
Oigo que alguien entra… Pero no lo oigo muy bien, porque con el ruido del agua y esta relajación, la mente está en otro sitio. Tengo los ojos cerrados sintiendo como el agua cae por mi cabeza, por mis extremidades… No puedo alargar esto mucho tiempo, se me va a hacer demasiado tarde. Abro los ojos y ahí está, ¡Coño!
- ¡Eh! Tio ¿Que cojones estás haciendo?-
- Llo lo… siento. Es que vamos a cerrar ya y la monitora que suele quedarse para comprobar que no hay nadie en los vestuarios, no está y me ha tocado a mí… Y, y lo siento muchísimo. He avisado, pero nadie me contestaba pen pensaba que no había nadie.-
- Vale, pero date la vuelta, anda y ya que estas, ve a mi mochila y cógeme la toalla que la he dejado ahí. Por favor.
Le veo darse la vuelta intentando no mirarme. ¿Cuánto tiempo lleva ahí? Madre mía, que brazos tiene, quiero que esos brazos me sujeten con fuerza la cintura, me den la vuelta, me agarren del cuello, del pelo, del culo…
- Toma aquí tienes.
Veo que me da la toalla apartando la vista y girando el cuello, para no ver nada de nada.
- No te preocupes, ya me has visto todo, seguro. ¿Qué más da?
- No, no. No lo he visto todo. No me ha dado tiempo.
- Mentira y lo sabes.
Esta tan mono intentando no mirar y me excita tanto que tomo una decisión. Me acerco a él con la toalla enrollada y voy caminando, me deshago del nudo y la dejo caer al suelo de la ducha. Creo que ha oído como caía la toalla, aprieta más los ojos y yo ya no puedo más, con todas las partes de mi cuerpo humedecidas, me acerco a él, extiendo mi mano y le rozo el cuello, con las yemas, con las uñas. Esta caliente.
Se gira y ahora si me mira. Tiene los ojos muy abiertos y en su boca sensual se ha dibujado una o. Está bajando la mirada, desde los ojos, a la boca y después a las tetas, de ahí a mi entrepierna, muslos… Pies.
Si, ya eres mío.
Me coge la mano que estaba acariciando su cuello y me la poner detrás en mi cintura y la mantiene ahí. Se acerca, y pega su cuerpo musculoso al mío, me acaricia la cara con su mandíbula y su barba de un día. Pega sus labios a mi oreja y me susurra.
- ¿Estas segura? Si empiezo, dudo que luego pueda pararme, llevo queriendo follarte desde hace mucho tiempo.
Yo asiento, porque soy incapaz de hablar. Pega su frente a la mía y me mira muy detenidamente a los ojos.
- Está bien. Te va a gustar. Ya veras. Te voy a follar duro.
¡Espera un momento! Se supone que me lo iba a follar yo ¡No el a mi! Estoy pensando esto, pero ya estoy empotrada mirando hacia la pared blanca de las duchas. Tengo su mano gigante en mis muñecas, detrás, a la espalda y su boca entre mi clavícula y mi mandíbula sintiendo como humedece mi cuello con sus labios y su lengua. Sus labios me muerden el cuello y su lengua se me clava y hace presión en mi piel sensible, ahí, justo ahí, en la base de cuello, justo donde termina el cuello y empieza el hombro.
Doy un respingo a causa de el latigazo de placer que me da, al sentir lo que me esta haciendo, y arqueo el cuerpo, sacando el pecho y el culo hacia afuera. Al sacar el culo topo con sus caderas que están a una pequeña distancia, que yo salvo, al arquear el cuerpo. Y la siento. Carga hacia la izquierda y mi nalga izquierda la siente en todo su esplendor. El gruñe.
- Si quieres que esto dure un poquito más, no reboces tu culo de esa manera contra mi polla. Perderé los papeles.
Pero yo soy incapaz de parar. Le tengo a mi espalda, sujetándome las manos con la izquierda y manoseándome por todo el cuerpo con la derecha. Una tiene unos límites. Sus manos son despiadadas en mi cuerpo. Se separa de mí, aun aprisionándome las manos y flexiona sus rodillas dejando su cara a pocos centímetros de mi sexo. Su mano derecha está en mi tobillo haciendo fuerza para que separe las piernas. Yo me resisto un poco, no quiero que lo vea tan de cerca y con toda esta luz ¡Joder! ¡Maldita depilación!
Pero él es implacable y no tengo más remedio que separar las piernas dejando al descubierto toda mi intimidad.
- ¡Oh si! ¡Un coñito precioso!
Y el tío se queda ahí admirándolo, durante un tiempo que a mí me parecen horas. Estoy empezando a sentirme mal, mareada, febril. ¡Que morbo! Su mano derecha asciende por la parte de atrás de mi pierna, haciéndome cosquillas en la parte posterior de las rodilla, y a mí me flaquean las piernas. Se incorpora y me sujeta más aun contra la pared con su mano y sigue su exploración de mis piernas acercando su mano peligrosamente a mi coño. Está jugando. Juega con la base de mi culo, con mis nalgas y finalmente siento que su mano me toca, de arriba abajo. Estoy sacando más el culo, poniéndolo más en pompa, no puedo evitarlo, siento tanto gusto, que mi cuerpo se mueve solo abriendo las piernas y sacando el culo hacia afuera, haciendo fuerza contra sus dedos, porque quiero más.
- ¿Quieres mas? - Me pregunta
- Si, si por favor - Suplico.
Y entonces me mete dos dedos, con fuerza, con ímpetu y con su cara a escasos centímetros empieza a lamerme. Su lengua saborea todo lo que yo voy humedeciendo y sus dedos se me clavan dentro de mí. Ya me ha soltado la mano que me aprisionaba y ahora la utiliza para separarme los labios, ahí inclinado, con su boca y sus manos dándome un placer increíble. Y yo empiezo a sentirlo, que viene, se me tensan las piernas separo una mano de la pared y aprieto su cara contra mi coño, su boca sique trabajando y lengua me lame con mucha fuerza.
- ¡Dios! ¡No pares!
- Córrete en mi lengua. Quiero saborearte más aún.
Y lo hago, me corro en toda su boca, apretando su cara y agarrándole de pelo contra mi agujero y mi clítoris. Me derrumbo contra la pared y pego hasta mi cara contra los azulejos blancos.
Estoy exhausta, el tembleque de las piernas me dura aun y veo a través de mis ojos entornados como se levanta y se quita el pantalón corto del gimnasio y la camiseta. Dejando al aire libre todo su cuerpo. Me despierto rápidamente, porque esa visión espabilaría a cualquier mujer. Se queda en calzoncillos.
- Ahora me toca a mí, aunque debo decir que lo otro también era para mí.
Yo me voy dando poco a poco la vuelta y me regocijo en su cuerpo, le hecho el mismo tipo de mirada que él me dedico al principio y me paro en su entrepierna. Me está apuntando, me señala y yo me agacho y apoyo mis rodillas en el suelo. Me voy acercando despacio, pero él me lo impide. Me agarra de pelo, coge la goma de los calzoncillos la baja y libera su miembro. Con su mano agarrándome el pelo tan fuerte que me hace un poco de daño, me empuja la cabeza a su polla y me suplica.
- Por favor, chúpamela.
No puedo evitarlo, tiene la cara contraída y parece que sufre. Yo abro bien la boca y e intento meterla todo lo que puedo dentro. Es imposible.
Con casi toda la polla dentro, miro hacia arriba y le veo mirarme, con el cuello y su brazo que me sujeta, muy tensos. Empiezo a moverme mirando hacia arriba y veo como de repente se relaja un poco y hecha la cabeza hacia atrás. La mano que esta enredada en mi pelo se pone laxa y a partir de ahí empiezo mi batalla personal con el gigante que tengo en mi boca. Es duro. Muy duro y me abarca. Me encanta. De vez en cuando hecho una mirada hacia arriba y le veo gozar. Genial
Estoy de rodillas con su polla en mi boca y no tengo remedio, empiezo a ir más deprisa porque esto me excita muchísimo y quiero más, más de mí y mucho más de él. Me mojo más y noto que mis flujos me están chorreando por las piernas. ¡Oh Dios! Me acaricio y el me ve. Su polla da un respingo y sigo… cada vez más.
- Espera, espera. - Me aparta.
- ¿Que pasa? – Le pregunto un poco asustada.
- Nada… Como sigas así me corro… y quiero que dure más. Quiero follarte a base de bien. Así que vamos a parar.
Yo me aparto un poco y veo como pone cara de circunstancias. Pero enseguida vuelve en sí y me vuelve a colocar contra la pared.
- He decidido que tienes un culo y un coño tan bonitos que es una pena perdérselos mientras te penetro.
Me lo acaba de susurrar al oído y mi cuerpo vuelve a moverse solo, me arqueo con sus labios en mi oreja y su pene en mi culo. Miro de reojo como se lo agarra y lo dirige hacia mi agujero. Lo siento cerca, caliente y húmedo de mi saliva. Me la está metiendo y su polla me atraviesa de una embestida fuerte y brutal. Es verdad, me va a follar duro.
Al principio se retira suave y vuelve a embestirme con mucha fuerza, para volver a repetir el proceso, suave… Y embestida. ¡Oh! ¡Que gusto por favor! Me agarra del cuello y me alza el culo para penetrarme más profundamente y veo de reojo como baja la mirada y se deleita en ver cómo me penetra. Se muerde el labio y frunce las cejas. Parece que le gusta, bastante.
Siento que se mueve más deprisa, quita su mano de mi cuello y me agarra las caderas y parte del culo.
- Ahora viene lo bueno.
Y me folla sin piedad.
Me sujeta fuerte las caderas, es imposible que yo me mueva por propia voluntad. Mi culo rebota en sus ingles y en sus caderas y mis tetas me botan tanto, que me las agarro y me las manoseo, pero él me quita las manos y me las aprieta, me acaricia los pezones, mientras me folla. Madre mía, me mareo. Gimo, me oigo gemir y a él gruñir al compás de sus embestidas y también oigo como mi culo rebota, me estoy empezando a tensar, me estoy acercando.
- Oh si te gusta eh… Estas toda mojada ahí dentro, puedo sentirlo.
Cada vez más cerca. Su mano esta en mi clítoris y lo acaricia. Eso ya es mi perdición. Me muevo yo también y hago fuerza hacia su miembro, me folla duro, pero ahora quiero más.
- ¡Me corro!
- Si, si ¡Correte otra vez!
Y lo hago, despego y el me abraza con fuerza, absorbiendo toda la tensión de mi cuerpo y embistiéndome aún más. Me sujeta de la cintura y del pecho y sigue penetrándome.
Me relajo un poco y las piernas me tiemblan mucho, me tiene que sujetar él, porque si no, voy a suelo. Para y se retira suavemente. Me da la vuelta y me dejo caer al suelo. El sigue de pie y no se ha corrido. Asique decido seguir con el trabajo de antes. Me arrodillo y le saboreo, sabe a mí. Succiono y si veo que le gusta. Lo hago rápido porque estoy cachondisima y quiero absorberlo, dejarle seco. Él se tensa, su tripa se contrae, me agarra la cabeza me aprieta contra su polla, noto como su miembro crece más aún. Se va a correr.
- ¡Me corro! ¡Joder, me corro!
Yo sigo sin piedad y noto como me agarra la cabeza me la sujeta y me llena la boca de él, de su lefa.
- ¡¡Hija!! ¡Ya estoy en casa!
Joder, mierda. Otra vez. Como deseo un buen polvo narices.