Vida de incesto 03

La protagonista relata a su hermana que en un mismo día fue violada por su padre y tuvo una experiencia lésbica con su madre.

Vida de incesto

Capítulo 4

El mismo día en que perdí la virginidad, tuve mi primera experiencia lésbica. Primero mi padre  y luego mi madre. Violación y lesbianismo, todo en un lapso de unas horas. Y tenía solamente diez años.

Debe haber sido una experiencia traumática para ti, que tus padres se aprovecharan de tu cuerpo para su placer, y a esa edad todavía.

Sí, creo que ese día se desencadenó en  una sexualidad fuera de lo normal.

Pero cuéntame.

Te parecerá extraño, pero mis circunstancias cuando mi padre mi violó fueron muy parecidas a las tuyas, con la diferencia de que tu lograste dominar la situación y yo no.

No entiendo.

Todo sucedió así  . .

Mi padre . . .

Mi madre había subido a dormir la siesta. Tu estabas en el colegio y yo lavaba los platos del almuerzo.

De pronto sentí que me tomaban de atrás y me abrazaban. Era mi padre, que había entrado sigilosamente a la cocina.

Papá, ¿qué pasa?

El no dijo nada, solamente callaba y me acariciaba los muslos y mis tetitas, mientras sentía su respiración en mi nuca, como el bufido de un buey.

Papá, déjame

De pronto mi falda fue subida y mi culito quedo expuesto. Mi calzoncito fue sacado a tirones y mi padre se sacó su verga, dispuesto a violarme.

Sabes bien que la cocina está muy lejos del dormitorio de ellos, por lo que mi madre no podría escucharme, aunque gritara, cosa que empecé a hacer.

Papá, nooooo

Con una de sus piernas abrió las mías y cuando mi vulva quedó a la vista suya, puso su instrumento a la entrada y empujó.

Aghhhhhhhhhh

Pero era inútil gritar, pues nada lo detendría ya y su verga empezó a penetrarme, llevándose por delante mi virginidad y los restos de mi himen.

Noooooooooo. Aghhhhhhhhhhhhhhhhh

El estaba sordo a mis ruegos y siguió empujando, hasta que finalmente su instrumento tocó fondo, donde se alojó unos momentos, como tomando impulso para continuar.

Ayyyyyyyyyyyy, Papiiiiiiiiiii, por favor

Mis gritos y llanto no surtían ningún efecto en él y sentí que sus manos se apoderaban de mis tetitas, las que sacó de la blusa y empezó a masajear con brusquedad. Yo estaba aplastada contra el lavaplatos por su cuerpo y sus manos, por lo que me era imposible intentar ningún movimiento. Además que la diferencia de peso y volumen entre él y yo es exageradamente grande, como sabes.

Nooooooo, noooooooooo

El inició un movimiento de mete y saca, con una fuerza y velocidad impresionante, como se deseara terminar lo más pronto posible su violación. Y mientras su verga entraba y salía de mí, sus manos se movían entre mis tetitas con una pasión desatada.

Papiiiiiiiiiiii, noooooooooooo

Y, cosa extraña, al cabo de unos momentos el dolor de la violación empezó a dar paso a una agradable sensación de bienestar que iba en aumento, hasta convertirse en algo extrañamente agradable, que nunca antes había experimentado. Una especie de corriente inundaba mi cuerpo y se apoderaba de todos sus rincones. Y era evidente que el origen era el trozo de carne de mi padre entrando y saliendo de mi interior.

Mmmmmmm

Y de pronto, mi padre me aprieta con más fuerza aún, como apoyándose en mi para no caer y un último golpe contra mi vulva da lugar a la salida de un chorro de semen que inundó hasta los rincones más recónditos de mi interior. Fue una sensación increíble de placer que también me hizo desfallecer y sentí que mis piernas flaqueaban, al igual que las de mi padre.

Papiiiiiiiiiiiii

Mi último grito fue más de placer que de reclamo, pero mi padre no se dio cuenta de ello debido al orgasmo que estaba viviendo.

Sacó su instrumento aún chorreando y se retiró sin pronunciar palabra, tal vez agobiado por los remordimientos. Y ahí quedé, apoyada al lavaplatos, con lágrimas en mi rostro, las piernas abiertas, con restos de semen cayendo y con una sensación de agrado por el primer orgasmo de mi vida. Era una figura patética la que mi padre dejó en la cocina después de  la violación, quizás pensando que daría rienda suelta al llanto y las recriminaciones. Pero la sonrisa que se dibujaba en mi rostro denotaba algo muy distinto al dolor de la vejación, la violación y la pérdida de la virginidad.

Fui al baño y una vez limpia, subí a mi dormitorio, donde me acosté. No quería pensar en nada, ya que no sabía cómo enfrentar lo sucedido. ¿Debía contarle a mi madre, para que me aconsejara? Sabía que lo sucedido con mi padre se repetiría y temía que ello pudiera tener repercusiones, todas ellas no deseadas. Sí, tenía que contarle a ella y que me dijera cómo debía actuar.

Me levanté y fui a su dormitorio, donde ella estaba leyendo.

¿Qué sucede, cariño?

Tengo que hablarte

Dime

Es que no sé cómo decírtelo

Empieza por el principio, siempre da resultado

Mami, esto es serio. Muy serio

Hija, me asustas. Ven y habla

Me senté sobre la cama, frente a ella y con las piernas cruzadas. En mi mirada ella adivinó lo delicado del tema del que iba a hablar.

Dime, amor

Mi papi . . .

¿Qué pasó con tu papi?

Me . . . me violó

Mi madre quedó muda de la sorpresa. Con la boca abierta, no atinaba a decir nada. Su hija violada por su propio padre.

Fue hace una hora, en la cocina.

Tal vez sería mi expresión, en que había un gesto serio pero no abrumado, sin huellas de histeria, dolor o impotencia, o quizás la ausencia de las lágrimas que se suponía tenía que derramar, el caso es que mi madre se tranquilizó, se recompuso rápidamente y poniendo una mano en mi rodilla, me preguntó:

¿Cómo fue, mi niña?

Como te dije, en la cocina, mientras yo lavaba los platos.

¿Te dolió cariño?

Si, mucho. Pero solo al principio

Mi madre hizo ademán de levantarse, pero la detuve.

No mami, salió.

Cuando vuelva voy a conversar con él. Esto no puede quedar así.

¿Hablar con él? ¿Y qué iba a decirle? ¿Qué lo que me había hecho estaba mal y que no volviera a hacerlo? Claro que estaba mal, pero en mi interior yo deseaba repetir la experiencia, volver a tener su verga dentro mío. Lo que había sentido con él nunca antes lo había experimentado y en mi deseo por volver a hacerlo le perdonaba todo lo hecho. ¿Era inaceptable lo que me había hecho, era anormal y salvaje? Bueno, no me importaba, pues sólo quería que volviera a hacérmelo.

No, mami. Mejor no.

¿Por qué no?, si esto es muy delicado, cariño.

Pero no quiero que converses de esto con él.

¿Te hizo daño, cariño?

Te dije que al principio.

Déjame revisarte.

No, mejor no.

¿Cómo que no? Si puedes tener algún daño, ya que tu organismo no estaba preparado para lo que sucedió.

Con firme decisión m hizo acostar y subió  faldita. Me sacó el calzoncito que me había puesto después de asearme y con delicadeza empezó a tocar la zona cercana a mi sexo.

¿Te duele?

No, mami.

Acercó su rosto para mirar más de cerca y sus dedos tocaban la zona cercana a mi vulva, hasta que después de examinarme bien, empezó a ver el estado de mi sexo. Un ligero estremecimiento fue mi reacción cuando ella tocó mis labios vaginales. Y es lógico, ya que esa zona aún estaba sensible por las sensaciones vividas hacía solamente una hora. Bastó que tuviera una persona tocando mis partes íntimas, aunque ella fuera mi madre, para que mi cuerpo reaccionara.

Mi madre se dio cuenta, pero siguió inspeccionando, ahora con una mirada de ansiedad en sus ojos. Su rostro se acercó más aún.

Y ahora, ¿te duele?

Me preguntó mientras uno de sus dedos acariciaba mis labios vaginales, con la intención de seguir más adelante. Un fuego intenso se había apoderado de ella y esta experiencia de acariciar las partes íntimas de otra mujer, aunque fuera su hijita, era tan increíble que sus partes íntimas estaban humedecidas por la calentura. Ya no podía detenerse.

¿Y si toco aquí?

Un estremecimiento de mi parte fue lo  que recibió como respuesta.

Déjame ver más de cerca, cariño .

Y su boca casi besaba la entrada de mi grutita de amor. Sin poder resistirse, su lengua avanzó y acarició mis labios. Aunque su lamida fue rápida y que habría pasado desapercibida entre las caricias de sus dedos en esa zona, fue como si un golpe eléctrico hubiera tocado todo mi ser y sentí que me estremecía, mi cuerpo se levantaba y tomando la cabeza de mi madre expulsé los jugos del primer orgasmo lésbico de mi vida.

Mamiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhhhh

Cuando logré recuperar la respiración y el ritmo de mi pecho se hubo normalizado, abrí los ojos y la vi a mi lado, mirándome intensamente.

Cariñito, ¿estás bien?

Si, mamita

Se acercó, sin dejar de mirarme a los ojos con un brillo intenso en los suyos, y me beso en la boca, aunque rápidamente, como el beso normal de una madre a su hija, pero no tan normal como para que no me diera cuenta.

Bueno, cuando necesites otra vez que te examine en esa parte, solo dímelo, amor.

Pierde cuidado, mami, lo haré

Me retiré de su pieza sabiendo que al día siguiente le pediría que me “examinara” nuevamente. Quería volver a experimentar esas sensaciones increíbles que sus dedos y su boca me habían proporcionado.

Lo que no sabía era que esa misma noche sería mi madre la que acudiría a mí, “preocupada” por mí y para volver a “examinarme”.