Vida de incesto 02
La hermana menor cae en las redes de su padre
Vida de incesto
Capítulo 2
Aviso: Mi actividad de "escribidor" terminará junto con el relato número 200. A todos los que me han apoyado con sus comentarios, muchas gracias.
La iniciación de Alba
Sabía que más pronto que tarde mi padre me buscaría y me convertiría en su amante, siguiendo el camino de mi hermana.
Cuando lo sorprendí follando con mi hermana en el dormitorio matrimonial, el mismo día que habíamos enterrado a nuestra madre, seguí actuando como si nada extraño hubiera visto, aunque ellos no se preocupaban mayormente en guardar las apariencias. No habían transcurrido tres semanas desde la muerte de mi madre y Cecilia se instaló en el dormitorio matrimonial, como para dejar claro que ahora ella era la jefa de nuestro hogar. Para mí era difícil tener que actuar como si nada sucediera cuando ambos se comportaban como una pareja. En las noches mi hermana se refugiaba en el dormitorio con su padre como la cosa más natural, sin molestarse en explicar nada. Y yo, mirando al cielo como si nada. Todos manteníamos la misma actitud de no hablar del tema. Ellos, por la confianza que les daba el saberse dueños de la situación y yo por temor a que al intentar aclarar la situación pudiera dar lugar a un rompimiento de relaciones en que sería la más perjudicada, pues no tenía donde irme.
Y en las noches, sus ruidos y quejidos, que en un principio me parecieron aberrantes por lo anti natural de la relación, con el tiempo se tornaron normales y terminaron por despertar mi curiosidad. Después de un tiempo me atrajeron y finalmente despertaron mi sexualidad, que en esa época estaba latente y a punto de despertar.
La mañana en que se precipitaron las cosas, estaba en la cocina pues me había tocado limpiar la vajilla que se había amontonado en el fregadero desde la noche anterior.
Cecilia había salido temprano y nos quedamos solos en casa mi padre y yo. Sospechaba que el no se conformaría solamente con la hija mayor y que la menor era una buena presa para sus apetitos incansables, por lo que mis días de virginidad estaban contados.
Cuando mi hermana salió supe que el momento tan esperado, temido y anhelado había llegado.
Desde el día en que los sorprendí como amantes, todas las mañanas me levantaba con la desagradable sensación de que él me violaría ese día. Tarde o temprano sucedería, estaba segura. Pero, lo que empezó como una amenaza terrorífica, con el pasar de los días fue convirtiéndose en un suspenso inquietante hasta terminar en una espera desesperanzada, ya que sabía que nada podría hacer para evitar que mi progenitor cumpliera sus deseos conmigo.
Todas las noches Cecilia gozaba como poseída mientras follaba con nuestro padre y yo empecé a imaginar que eso no podía ser malo. Sus gritos, sus quejidos, en medio del ruido que producía la cama con sus cuerpos moviéndose con desesperación, delataban el placer que ella sentía. Y poco a poco mi cuerpo empezó a reaccionar positivamente ante lo inevitable, al punto de que desde hacía unos días que al levantarme pensaba con una mezcla de ansiedad y deseo si ese sería el día y sentía que mi vulva se humedecía. Más de alguna noche, al levantarme a escucharlos mientras follaban, no pude aguantarme y volví a mi pieza a masturbarme. La angustia inicial por lo que suponía inevitable se transformó finalmente en un deseo ardiente por ser poseída por mi padre, tal como lo hacía con mi hermana mayor.
Y hoy sería el día, estaba segura.
Cecilia fuera de la casa, la mirada de deseo de mi padre y yo con una mezcla de ansiedad y deseo. Sí, porque después de tanto esperar se había apoderado de mi ser un deseo por mi padre que no podía evitar. En cualquier momento sus manos recorrerían mi cuerpo en busca del tesoro que guardo entre mis piernas. Y yo ansiosa por sentir sus caricias y entregarle mi cuerpo, sentía que el solo pensamiento de sus manos recorriéndome me humedecía. Y me preguntaba cómo reaccionaría cuando sus caricias en mi cuerpo se acercaran a mi sexo. ¿Me haría la difícil o le permitiría seguir adelante hasta cumplir sus deseos? ¿Sería muy doloroso perder la virginidad, como me habían dicho mis amigas? ¿Realmente al dolor seguía una sensación increíble de agrado que hacía que uno tuviera orgasmos de placer?
Alba
Me sentí nombrar y me sobresalté, como si él hubiera leído mis pensamientos.
Estás preciosa
Gracias, papi
Respondí con turbación y volví a mi tarea de fregar los trastos, para ocultar mis nervios,. El se acercó lentamente y apoyó su cuerpo contra mi espalda. Tomó mis pechitos, que apretó con cierta suavidad, mientras sentía su bulto de entre las piernas apretarse contra mis nalgas.
Papáa, por favor
Pero mis palabras parecieron ser el clarinete de partida para el desenfreno y sentí que mi falda subía hasta por encima de mis nalgas y que mi calzoncito era desgarrado con fuerza, dejando mi culito al aire, expuesto a sus miradas, que imaginaba cargadas de deseo. Si permitía que mi padre siguiera así, el proceso de la pérdida de mi virginidad iba a ser extremadamente doloroso y yo, en cambio, deseaba que ese momento fuera placentero, inolvidable. Si iba a ser violada, quería que me dejara un recuerdo agradable y quería disfrutar el momento, si era posible. Me dí vuelta y lo enfrenté, con una mirada de ansiedad y mi boca algo abierta por el deseo.
Vayamos al dormitorio, ¿quieres?
Mi padre quedó mudo de la sorpresa. No pensaba que las cosas se dierean de esa manera. Se había preparado para una situación forzada, con fuerza, gritos, llanto y mucho dolor. Y, en cambio, su víctima se sometía mansamente y le ofrecía la comodidad de una cama para consumar la violación. Ya no sería violación pues habría consentimiento.
Sin decir palabra, me tomó en sus brazos y me llevó al dormitorio.
Prefiero mi cama, para que Cecilia no se moleste.
Fue una confesión doble: reconocer que mi hermana era su pareja, la que ocupaba el primer lugar. Y que yo sería su amante, en el segundo puesto.
En el dormitorio, mi padre me depositó en la cama. Sin levantarme, terminé de desnudarme y quedé completamente expuesta a su visión. El hizo lo mismo y se puso entre mis piernas, con su tremendo instrumento dispuesto a taladrarme.
Papito va a ser tu primer hombre
Sí, tú serás el primero
Puso su herramienta a la entrada de mi vulva inviolada y yo abrí las piernas todo lo que más pude para facilitar la penetración. Después de una corta lucha, sentí que las paredes de mi sexo se abrían al paso del violador, que entró rampante, como un monstruo, llevándose por delante mi virginidad.
Un dolor inmenso me invadió, pero sabía que nada sacaría con gritar. Sólo me quedaba aguantar y esperar que al dolor siguiera el placer. Pero mi padre tuvo la delicadeza de evitar la brusquedad y de alguna manera lo doloroso del proceso de desvirgamiento se atenuó algo por lo pausado de sus movimientos. A pesar de la situación, había en él una actitud paterna de cuidado por su hijita.
Tranquila, mijita, que el dolor pasará
Yo callaba, con los labios apretados, aguantando la bestia que seguía penetrándome y rompiendo mi himen. Al cabo de un rato, cuando su verga se había alojado completamente en mí, el descansó y esperó unos momentos para iniciar el juego del mete y saca.
Mi niña, ten calma, que ahora vas a sentir dolor porque voy a meterte y sacarte mi verga, pero ya no será tanto como cuando lo metí recién. ¿Tranquilita?
Ya, papito
Y empezó un crescendo de metidas y sacadas que cada vez se hacía más agradable. Mi padre se apropió de mis tetitas y empezó a chuparlas mientras seguía follándome.
Rico, mijitaaaa
Papitoooo, siiiiiiiiiii
Al cabo de un rato me uní a él y lo besé con pasión, mientras sentía su verga entrar y salir de mi interior, produciéndome una sensación como nunca antes había sentido.
Y de pronto vino el torrente, sin anunciarse. Impetuoso y arrollador.
El cuerpo de mi padre se enderezó, un largo quejido surgió de su garganta cuando sintió que su orgasmo incontenible explotaría y en un último empujón, su instrumento depositó en mi interior toda su carga de semen, la que me inundó completamente.
Ricooooo, mijitaaaaaaaa
Y el golpe de semen produjo en mí mi primer éxtasis de amor, abriendo mis piernas y dejando escapar mis líquidos, que fueron a juntarse con los de mi padre. La sensación que me produjo sentir que una ola de sensaciones increíbles nacía en mi interior, avanzaba en busca de la liberación y, como la lava de un volcán en erupción, explotaba y convertía mi cuerpo en una máquina de placer que se movía sin control.
Papitoooooooo
Mijitaaaaaaaaaa
Ricoooooooooo, papiiiiiiiiiii
Siiiiiiiii, mijitaaaaaaaaa
Nuestros cuerpos exhaustos y casi sin poder respirar, buscaron el descanso después de tan dura e increíble jornada. Mi padre se recostó a mi lado y tomó una de mis tetitas, con la que empezó a jugar mientras sonreía y me miraba, mientras yo, con los ojos luminosos, le miraba agradecida. Ahora era una mujer, la mujer de mi padre.
¿Te gustó, mi cielo?
Fue increíble, papito
¿Te gustaría que lo volviéramos a hacer?
Siiiiii. Me gustaría, papito
¿No te molesta que lo haga con tu hermana también?
Ahora somos dos mujeres para ti.
Sí, mis dos hembritas.
¿Cecilia se molestará si sabe que lo hicimos tu y yo?
Tranquila, cariñito, que de eso me encargo yo
¿Qué hago cuando ella vuelva?
Tú actúa como si nada, que yo me haré cargo de la situación
Ya, papito.
Te portaste muy valiente hoy, mi cielo.
Es que deseaba que fueras feliz conmigo.
Gracias, mi niña
Papito…..
¿Si?
¿Podemos hacerlo nuevamente?
Si, mi cielo. Ven y móntate encima mío.
Mi padre estaba de espalda, con su instrumento apuntando al techo, me paré encima de él y empecé a bajar mi cuerpo, lentamente. Cuando mi vulva estaba rozando la cabeza de su pene, él me tomó de la cintura y me empujó de manera que su verga se metió completamente en mi cuevita, pero ahora con más fuerza que la vez primera. Estaba sentada encima de mi padre y con su instrumento completamente hundido en mí, tal como viera a mi hermana hacerlo cuando los espiaba por las noches.
Papi, es exquisito
Muevete, mijita
¿Asiii?
Siiii, asíiiiii.
¿Sigooo?
Sigue, mijita. Lo hacer rico.
¿Te gusta como me muevo?
Siiiii, eres como una putita
¿Quieres que sea tu putita?
Si, mi putita rica
Si, me gusta papito
Putita caliente
Siiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhh
No pude aguantar más el morbo que me producían las palabras de mi padre y mis jugos empezaron a caer por su tronco y fueron a depositarse en la sábana, mientras mi cuerpo temblaba convulsivamente por el placer que me recorría. Mi volcán interior nuevamente hacía explosión y mis jugos liberados eran prueba de lo mucho que estaba gozando.
Tu putitaaaaaa, papiiiiiiiiii
Me movía enloquecida y sentía que mi sensación de placer increíble no terminaría nunca, por lo que mis líquidos salían y salían de mi vulva, mientras seguía moviéndome arriba y abajo sobre la verga paterna, mientras él seguía moviendo mi cuerpo como si quisiera liberarme de todo el líquido que guardaba en mi interior.
Ricoooooo, papitooooooooo
Pareciera que Cecilia estaba esperando el momento más adecuado para hacer su aparición, pues fue en ese momento, cuando yo subía y bajaba como enloquecida sobre el tronco de mi padre, que me tenía las tetitas sujetasen sus manos, masajeándolas suavemente, que ella decidió entrar en escena.
Alba
Yo no podía responder pues estaba en medio de un orgasmo que no podía detener, y a pesar de la sorpresa de su presencia, seguí moviéndome hasta que terminé de soltar todo el líquido que le estaba regalando a mi padre, que miraba a Cecilia con una sonrisa de complicidad.
Una vez terminado mi orgasmo, no pude reaccionar, sentada sobre mi padre y con su verga completamente metida en mi vulva, de donde chorreaban las últimas gotas que caían sobre la cama. Muda por la sorpresa, no sabía qué hacer ni qué decir. Mi hermana me había pillado en la peor de todas las situaciones imaginables y nada podía decir en mi defensa, absolutamente nada.
Y cuando me preparaba para el escándalo que Cecilia armaría, con gritos, bofetadas y llantos, como cualquier mujer que sorprende a su pareja con una amante, ella se acercó sonriendo, mientras se desvestía para unirse a nosotros.
Y….. ¿lo disfrutaste, hermanita?