Vida cuartelera capítulo 9

Desnudos como estábamos no dejábamos de restregarnos nuestros cuerpos, aumentando así el deseo de tenernos el uno al otro. Era tal el grado de excitación en que estaba que, al besar a mi chico, nuestros dientes chocaron entre ellos. No obstante, Antonio abrió su boca para responder con igual pasión

Vida cuartelera capítulo 9

Laguna

Tan pronto cerramos la puerta tras nosotros, tomé la cara de Antonio entre mis manos y posé mis labios sobre los suyos. El sargento nos había puesto a mil por hora y teníamos que desfogarnos pronto. Desnudos como estábamos no dejábamos de restregarnos nuestros cuerpos, aumentando así el deseo de tenernos el uno al otro. Era tal el grado de excitación en que estaba que, al besar a mi chico, nuestros dientes chocaron entre ellos. No obstante, Antonio abrió su boca para responder con igual pasión a mi beso.

-Dios, qué ganas tenía de besarte - me decía mi amado.

Lo aprisioné entre mi cuerpo y la pared y pasé de besar sus labios a irle chupando los lóbulos de sus orejas y su cuello. Era una cosa que me gustaba mucho hacerle pues, en cada chupada yo notaba cómo su cuerpo se arqueaba de placer y el vello de la nuca se le erizaba. No sólo estos vellos se le ponían de punta. También su polla crecía con cada chupetón. Antonio pegaba cada vez más su cuerpo al mío; sus manos recorrían mi espalda, llegaban a mis nalgas y las amasaban acercando más su pubis al mío.

  • Mi amor, me pones a mil - no cesaba yo de repetirle y le iba chupando las tetillas. Tan pronto le pasaba mi lengua por el tórax, como le daba besos en las axilas. Sí, estaba algo sudado, pero no me importaba el sabor salitre de su sudor.

Nuestros vientres estaban pegados uno al otro. Antonio no cesaba de hacer movimientos rotatorios con el suyo, con lo cual su polla casi amasaba la mía mientras seguíamos besándonos.

Yo me arrodillé y sin dejar de mirarle a los ojos, tomé su verga entre mis manos y la llevé a mi boca. Le di golpecitos cortos con la punta de mi lengua en el capullo.

  • ¡¡¡Ufff, como sigas así, me voy a correr y no quiero hacerlo tan pronto!

  • Yo tampoco quiero que te corras ya, quiero que goces todo lo posible, mi amor. Quiero que me folles, sentir tu polla dentro de mis entrañas, y que me llenes con tu leche. Ven a la cama. - y tiré de él hasta ella.

  • Aguarda, antes tengo que mear. No quiero mezclar los orines con la leche. Que cuando me corra, no sé lo que saldrá, jejejeje.

Antonio se encaminó hacia el cuarto de baño. Yo también fui con él, mi mano izquierda pegada a su culo, acariciando sus cachetes duros y suaves. Como estaba tras él sólo oía caer el chorro de orines en el wáter.

  • ¡Anda, no hay papel higiénico para limpiarme!, - me dijo. - Busca en algún mueble por si lo hubiera.

  • Deja el papel, que no te va a hacer falta. Te voy a dejar la polla limpita con mi lengua, jejejeje. - le contesté, agarrándosela, e hice el amago de empezar a chupársela, pero él insistió en que una cosa era tragarse el semen que tiene proteínas y "crea vida",  y otra beberse los  orines que son producto de desecho. - Vale, remilgado - le repliqué ante su argumento a eliminar con papel la última gota después de orinar, y empecé a buscar el dichoso papel.

Al abrir un cajón bajo el lavabo, me sorprendí al encontrar un consolador. Su tamaño era como el de una barra de salchichón; lo medí y a un palmo, le tenía que agregar cuatro dedos de una mano y no podía cerrar los dedos ´medio y pulgar para abarcar su circunferencia. - ¡Mira qué juguetito tiene el sargento! -  y, con mi lengua en la punta del falo, se lo mostré a Antonio.

  • ¡Hostis, qué pedazo de rabo, aunque sea de látex! ¡Si es tan largo como el de Armenteros y más grueso! - me dijo.

Observando el consolador, vi que tenía una base de ventosa y en el lateral de ésta un pequeño interruptor de tres posiciones: O, I y II; Lo accioné al punto I y el falo comenzó a vibrar. Pasé al punto II y además de estar vibrando, medio tronco del dildo comenzó a hacer movimientos giratorios.

  • ¡Joder con el sargento! ¡Debe gozar un montón con esto ensartado en el culo! dijo Antonio.

  • ¿Te gustaría probarlo?- le pregunté. Y empecé a restregárselo por el culo.

  • Hummm, - ronroneaba Antonio al notar el látex rozándole la raja del culo. - No es tan suave ni está tan caliente como tu rabo pero... da morbo pensar tenerlo dentro, muy dentro. Sí, me gustaría que me follaras con él

  • Vaya, vaya. De modo que te gustan los rabos grandes.

  • No te enfades. Sólo he probado el  tuyo, pero no creo que un trozo de goma pueda reemplazarlo por muy grande que sea. - Me dijo dándome un beso.

Llevé a Antonio hacia la cama y le dije que se pusiera a cuatro patas. Me arrodillé  tras él  y apunté el dildo en el ojete. La cabeza de goma era bastante gorda (por supuesto más que mi glande) y además, estaba muy reseca. Busqué entre los cajones y encontré un bote de lubricante. Iba a usarlo para lubricar el falso pene pero lo pensé mejor así es que me arrodillé poniendo mi cara junto a su ano y soplé su ojete lo que hizo que su anillo se cerrara instintivamente. Una sonrisa apareció en mi cara y pensé " verás como ahora sí se abre esta cuevecita"  y apunté mi lengua afilada a ese orificio. Le estuve taladrando el ojete un ratito y luego pasé a lamerle toda la raja desde el coxis hasta el perineo. Antonio daba pequeños gemidos de placer y se retorcía en la cama - Dios, síiiii, - decía. Luego de estar un rato lamiendo ese agujero, apliqué lubricante en el dildo, y lo emboqué al ojete de mi amante. Empujé suavemente, pero la cabeza del consolador era demasiado grande para el todavía bastante cerrado agujero, así es que embadurné mi mano y comencé un suave masaje por el círculo rosado del culo de mi amante. Introduje un dedo y lo fui moviendo lentamente adentro y afuera.

  • Así, suavito, hummm, qué gusto, sigue, sigue. - me decía mi compañero, con el culo en pompa a mi merced.

Empecé a rotar mi dedo dentro del esfínter de Antonio lo que provocó que éste comenzara a dar gemidos de puro gusto. Introduje otro dedo que ya entró con facilidad e hice que esa pareja de dedos dibujara círculos dentro del intestino que los alojaba.

Antonio, no cesaba de jadear. Había dejado caer su cara sobre la cama y sus manos retorcían las sábanas. Su pene estaba cobrando vida y se iba empalmando por momentos.

  • Eso es, gime, goza. Ya estás bien dilatado - le dije yo. Apliqué una cantidad generosa de lubricante en el falo artificial y lo fui empujando a través del ojete de mi pareja  hasta que toda la cabeza estuvo dentro del ano. Accioné el interruptor a la posición I y el vibrador comenzó a funcionar. Los gemidos de placer de Antonio me provocaron una especie de ataque de rabia pues no recordaba que cuando estuvimos follando la noche pasada gimiera de esta forma, así es que sin pensarlo, le di un empellón al consolador y lo introduje de golpe en el culo de Antonio.

-¡Ahhhh! – Aulló más que gritó - ¡Cabrón me has roto por dentro, Dios, que dolor!

Pensé que los que estuvieran fuera del dormitorio habrían escuchado ese grito y acudirían a ver qué pasaba, pero no hubo tal. Tras unos instantes pasé de mi estado de rabia al de arrepentimiento.

  • Perdón, perdón - le decía intentando consolarlo. -Ya, ya, perdóname.-   Y me abracé a él.

Estuve así unos segundos, hasta que noté que su respiración se normalizaba. El consolador seguía insertado totalmente en el culo, vibrando, es decir, hacía la función para la que estaba programado y la cumplía bien pues Antonio comenzó de nuevo a sentir placer al tenerlo dentro, su verga volvió a tomar la turgencia que tenía antes de ser su dueño empalado. Yo quería resarcir a mi amante del daño causado. Me acomodé bajo sus piernas de tal forma que su polla quedara a la altura de mi cara. Unas gotas de precum cayeron en mis labios y los lamí con fruición, antes de meterme el glande en la boca. Cerré mis labios en torno al glande y lo chupé como si se tratara de una fresa madura. Por los gemidos que escuchaba supe que Antonio estaba disfrutando mucho.

Con mi mano derecha tomé los huevos de mi amado y los fui amasando mientras mi boca engullía todo su mástil y la empecé a mamar hasta que su punta me llegó a lo más profundo de mi garganta. Accioné el interruptor del vibrador hasta la posición II y el consolador comenzó sus movimientos giratorios.

  • ¡Dios, qué gustoooo! - exclamaba Antonio y empezó a follarme la boca. Yo cerraba mis labios en torno a su mástil para que su roce fuera el máximo.

Ramírez

Cuando vi el consolador del sargento y el gesto lujurioso de Emilio pasando la punta de su lengua por el glande de látex, no pude por menos de desear tenerlo metido en el culo. Yo había tenido albergada dentro de mí la polla de Emilio, pero quería saber qué se sentía al alojar en mis entrañas un falo de ese tamaño. Por eso, cuando me lo ofreció, no dudé ni un segundo en decirle que sí, que me follara con él. No se decir si lo tomó a bien o no, pero creo que no le agradó mucho mi petición. No obstante, obedecí sus órdenes de ponerme a cuatro patas sobre la cama y él me empezó a preparar el culo -y de qué manera - para recibir al consolador del sargento.

No me esperaba el soplido en el ojete. Eso me puso muy cachondo y mi polla comenzó a levantarse.  La lamida desde el culo al nacimiento de los huevos me enervaba por momentos, Noté la punta del falo artificial en mi orificio pero no entraba. Yo todavía estaba muy cerrado para recibirlo. Lo que sí entró fue un dedo de Emilio. El notarlo dentro hizo que de mi verga comenzaran a salir hilillos de pre-semen  que caían a la cama. Su dedo giraba dentro de mi recto y ello provocaba nuevas sensaciones en mi interior. Cuando las paredes de mi ano supieron la entrada de un nuevo dedo en mi culo, hicieron que yo casi no pudiera aguantar tanto placer. Me sentía como creo que pueden estar las perras encelo, mis jadeos no cesaban y estimulaban a Emilio a seguir con sus prácticas para dilatarme y ya, al  introducir el dildo en mi culo y ponerlo a vibrar creí estar en el séptimo cielo.

Este cielo se derrumbó instantáneamente cuando Emilio me metió todo el consolador de un golpe. Proferí un alarido pues sentí cómo mis entrañas casi se desgarraban al entrar semejante tronco.

-¡Cabrón, qué dolor!  - proferí con las lágrimas a punto de rebosar mis ojos.  El dolor era casi insoportable. Emilio comenzó a pedirme perdón y a consolarme. Empecé a calmarme y al cabo de unos segundos, con el dildo incrustado y vibrando, pasé de nuevo a experimentar el placer de tener el culo totalmente lleno. Este placer aumentó cuando note cómo el mástil que me estaba taladrando comenzó a girar masajeando las paredes de mi recto. Yo me retorcía de tanto gusto, arqueaba mi espalda, mordía la almohada reprimiendo mis gemidos, pero no pude mantenerme más callado cuando noté la boca de Emilio chupar mi glande.

  • ¡Si, Diooosss! ¡Arggggg!,- Sus labios en torno a mi bálano, la lengua jugando con mi frenillo, provocó que salieran más gotas de pre semen. Sentía cómo mi verga se agrandaba más y más en cada chupada de Emilio. Comencé a follarle la boca. Casi me vengué de él al mantener unos segundos mi verga en su garganta no dejándole respirar. Al notar cómo se atragantaba, comencé a meter y sacar mi polla de su boca.

  • Déjame pajearte mientras me mamas - le pedí, pues en la posición en que estaba no llegaba a su polla.

  • Tranquilo, mi amor, disfruta tú primero,- me dijo - luego me tocará a mí, no me quedaré sin recompensa, te follaré la boca manteniendo el consolador. Quiero que conozcas ser follado por la boca y el culo a la vez - y continuó lamiendo todo el tronco de mi polla,

El vibrador seguía rotando en mi culo. ¡Ufff! qué gustazo su roce con mi próstata. Emilio no cesaba de meterse y sacarse mi verga de su boca, haciendo ventosa con los labios en mi capullo. Todo este cúmulo de sensaciones hizo que comenzara a sentir los espasmos previos a la corrida.

  • Me voy a correr, no aguanto más. - anuncié haciendo ademán de sacar mi polla de la boca de Emilio. Éste me lo impidió agarrando el tronco con fuerza y metiéndoselo más en su garganta. La presión de sus dedos en mi verga propició que comenzara a soltar trallazos de leche que era engullida por las fauces de mi amante. No sé cuántos chorros de semen se tragó. Lo que sí sé es que no paraba de chuparme la pija aún cuando dejó de echar lefa y comenzó a ponerse blanda.

Emilio salió de debajo de mí y yo me dejé caer boca abajo sobre la cama. Estaba exhausto tras la corrida. El consolador seguía masajeándome las entrañas y yo mismo lo paré.

  • Jovencito, no lo pares, - me dijo mi pareja - Ahora me toca a mí. Mira cómo me tienes - y apuntó su polla en mi cara - Quiero follarte la boca, preñarte la garganta con mi leche y que sigas con el vibrador dándote por culo a tope.

Accionó directamente le interruptor del consolador a la posición II y su efecto no se hizo esperar en mí, pues mi verga comenzó a levantarse. ¡Con razón son tan queridos estos artilugios que hacen resucitar a los muertos! Cambié de posición en la cama, me acosté de espaldas y dejé mi cabeza colgando por el borde. La polla de Emilio llegaba perfectamente a mi cara; desde mi postura la veía erguida, tiesa, turgente.

Me llegaba el olor de sus huevos,  plenos de leche, los tenía tan cerca que sus pelos me hacían cosquillas en la nariz. Intenté metérmelos en la boca y chuparlos, pero eran demasiado gordos y sólo pude comenzar a chupar de uno en uno. Algunos vellos se pegaron a mis labios y los escupí con dos soplidos. El aire expelido junto con esos pelos, hizo que el escroto de Emilio se encogiera y  sus huevos se juntaran. Aproveché esto para metérmelos en la boca. Ahora sí me entraron aunque no pude hacer otra cosa que mantenerlos dentro. Me los saqué todo embarrados de babas y los lamí de uno en uno nuevamente. Mis manos se aferraron a la tiesa verga  de Emilio y me la llevé a la boca.

  • No, amiguito, no. No quiero que me la mames. Quiero ser yo el que te folle, que sientas mi verga en lo profundo de tu garganta y que te tragues toda mi leche.

Apoyó sus manos en el filo del colchón y me puso la punta de su polla en mis labios, Yo los abrí, saqué mi lengua y comencé a chupar el ojo del glande, lamiendo la primera gota transparente que asomaba por él. Luego continué lamiéndolo por todo su contorno y me entretuve en el frenillo, dándole pequeños golpecitos. Yo veía cómo con cada acción de mi lengua, las venas del ariete de Emilio se hinchaban y cómo éste se agrandaba cada vez más.

Ahora sí tomó la iniciativa Emilio. Me fue metiendo su polla en la boca lentamente. Mis labios se entreabrieron para irla recibiendo y que así me follara.

Entonces, hasta nosotros llegó un grito desgarrador que provenía de la habitación adyacente al dormitorio.

Emilio paró de follarme y sacó su verga de mi boca. Yo me incorporé de la cama tras detener el funcionamiento del consolador y ambos nos dirigimos a la puerta del cuarto para ver qué ocurría.