Vida cuartelera capítulo 5. Ramírez

El sonido de correr agua por una tubería de desagüe me despertó ligeramente. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba: durmiendo en la colchoneta del palomar, donde hacía un tiempo (no sé cuánto) Antonio y yo habíamos estado follando

Vida cuartelera capítulo 5.     Ramírez

El sonido de correr agua por una tubería de desagüe me despertó ligeramente. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba: durmiendo en la colchoneta del palomar, donde hacía un tiempo (no sé cuánto) Antonio y yo habíamos estado follando. Tanteé la colchoneta buscando a mi amante. pero no lo encontré. Abrí los ojos para buscarlo pero no se veía apenas nada con  la luz que se colaba por la rendija de la única ventana que había en la habitación. Pulsé el interruptor de la lámpara eléctrica que colgaba del techo e instintivamente la apagué. -¡Idiota - me dije - teóricamente no debía haber  nadie en esta dependencia y menos a estas horas. Si alguien viera luz, nos podríamos meter en un buen lío tanto el Cabo Armenteros, como Laguna y  como yo. Miré la hora en mi móvil, ¡las tres de la mañana! ¡Vaya hora que tenía Laguna para deambular por ahí!

El agua seguía  cayendo por el  desagüe así es que intuí que era Laguna el causante de ello. Desnudo como estaba, comencé a subir las escaleras para encontrarme con él. Yo no había estado nunca en el palomar.  Pertenecía al Regimiento de Transmisiones y las palomas eran mensajeras, animales clave en algunas escaramuzas de guerras de antaño. Ahora, simplemente se mantenía su crianza por si hiciera falta (Dios no lo quisiera) alguna vez.

La puerta de acceso a la terraza estaba medio cerrada. La abrí, no del todo, lentamente y recorrí con la mirada la azotea iluminada por la luna llena que había esa noche, buscando a Emilio (ese es el nombre de pila de Laguna). La azotea, de planta rectangular sólo tenía dos paredes altas: la que contenía la puerta de acceso y otra, de unos tres metros de alto formando ángulo recto donde estaba el palomar propiamente dicho, una serie de habitáculos donde se alojaban las palomas en sus nidos correspondientes.  El perímetro de la terraza lo cerraban dos pretiles, en forma de L con una altura de menos de un metro a los cuales estaban adosados unos muebles en acero inoxidable donde, supuse, guardaban todo el material necesario para los menesteres del palomar. Por encima de estos muebles se veía el mar que esta noche estaba tranquilo y precioso bajo la luna llena. Periódicamente un haz de luz proveniente de un  faro en la punta de una cala barría la dependencia.

Yo seguí escuchando ruido de caer de agua, pero no divisaba a Emilio por ninguna parte. Cuando abrí totalmente la puerta, lo encontré. Estaba acuclillado en el rincón que conformaba uno de los pretiles y la pared donde se alojaba la puerta, en un hueco libre de  muebles. En el suelo de ese rincón había un sumidero por donde se escapaba el agua.

El cuerpo de Emilio refulgía a la blanca luz de la luna. Estaba hermoso. Sus anchas espaldas, su culo apetitoso, sus pantorrillas....¡brillaban por estar mojadas!. Su humedad se debía al agua que chorreaba desde el culo y que provenía de una manguera que.... ¡¡¡Emilio tenía enchufada al mismo!!!. Me quedé un rato observando el trajín de Emilio. Se aplicaba  la manguera unos segundos en el esfínter, la retiraba y luego expulsaba el agua acumulada en sus intestinos hacia el sumidero. Ésta salía con fuerza y me di cuenta de que ya salía limpia fruto de las varias veces que Emilio había repetido la operación.

No pude por menos que dejar escapar una carcajada mientras preguntaba - ¿Qué haces a estas horas de la madrugada?

Emilio se puso inmediatamente en pie, soltando la manguera. - ¡Hostias, que susto me has dado! - replicó.

  • ¿Qué haces con la manguera insertada en el ojete?- volví a inquirirle.

  • Tú me has dado la idea - me contestó al mismo tiempo de cerrar el grifo. -Esta tarde en la ducha, te has lavado el culo, y así no me he manchado la polla cuando hemos follado antes. No quiero que te embadurnes la tuya cuando me folles.- Emilio se me acercó y me dio un beso largo y húmedo en la boca.

El sabor de sus labios, tener su cuerpo desnudo abrazado al mío y su voz susurrante en mis oídos diciéndome  - "pensaba despertarte al término del lavado para que me preñes el culo con tu leche" -, hizo que mi polla despertara de su letargo y se endureciera hasta dolerme.

Respondí a su beso abriendo mi boca y así favorecer que su lengua jugueteara con la mía.

-Vamos abajo, - le pedí tomando su mano derecha y llevándola a mi polla  a la vez que iniciaba el camino hacia la puerta - quiero metértela  cuanto antes.

  • Espera, quiero que me folles aquí arriba, a la luz de la luna. Como cantan Los Rebeldes en su canción "Bajo la luz de la luna" aunque se refieren a la relación entre un chico y una chica

  • ¿ Estás loco? - le increpé - Alguien podría vernos y comentar por todo el cuartel lo que hemos hecho.

  • Mira, asómate - me dijo Emilio acercándome al rincón sin muro. - Las calles del cuartel, desiertas. Al fondo, la playa también vacía de gente...

  • Ya, pero, mira, desde la torre de vigilancia de poniente nos podría ver el guardia que haya esta noche.

  • No creo, esa torre está medio en ruinas y hasta que la reparen está prohibido subir a la planta superior. Se hace la guardia sólo hasta  la planta primera y, desde ella, no se ve lo que sucede en esta terraza. Anda, no tengas miedo. -

Me lo dijo mientras comenzaba a besarme de nuevo. Me besaba,  daba pequeños y suaves mordisquitos a mis labios. ¡Dios, cómo me gustaba!. Bajó lamiendo mi pecho, recreándose en mis tetillas. Mi polla, que se había bajado un poco, volvió a tomar su vigor de antes. Chocó con la suya que también estaba erecta. La tomé con mi mano izquierda y la empecé a masajear arriba y abajo por todo el tronco. Estaba dura como una piedra, caliente, palpitante. Quería observarla pero las caricias que Emilio me prodigaba me impedía hacerlo. Cuando él descendió con su lengua hasta mi ombligo, arqueé mi espalda de puro placer. Mi polla me dolía de tan tiesa que estaba y por la punta del glande noté que me salía alguna gota de precum.

  • ¡Wow, rico manjar! - exclamo Emilio lamiendo mi capullo y acariciando mis huevos. - No esperes más, quiero tener este rabo dentro de mí, que me des toda la leche que estos huevos llevan dentro y que esperan ser ordeñados.

Se incorporó, me dio la espalda y restregó su culo en mi verga. Con ambas manos se lo abría. - Tómalo, todo para esa pija hermosa, vamos, rómpeme el culo - no cesaba de repetir, y se echó de bruces sobre la encimera que ocupaba las dos paredes bajas.

Y tomé mi cipote con la mano derecha y lo acerqué a su ojete. Éste estaba algo cerrado, pero caliente al máximo. Probé a  introducir mi ariete y satisfacer la demanda de Emilio, pero el esfínter se negaba a recibirlo. Mi pareja, como buen conocedor de los materiales que existían en esa dependencia, abrió un cajón y sacó una botellita de aceite de oliva.

-Lo usamos para hacer una especie de papilla y alimentar a los polluelos que no pueden comer por sí solos, espero que sirva para que mi ojete hambriento se tome su comida.- me explicó. Se echó una buena cantidad en sus manos y lubricó su ano a la vez que hacía lo propio con mi pija. No hizo falta que yo la empujara para introducirla en su orto pues Emilio la tomó apuntando a su culo y se la clavó de un solo golpe. - ¡Ahhhh, Dios, qué grande estaaaaá- Se quedó quieto unos instantes para que su recto se acostumbrara al trozo de carne que tenía dentro y, pasados esos momentos, comenzó a moverse adelante y atrás.  Mi mástil se acopló perfectamente a las paredes de su culo y yo empecé a conocer el placer de encular a un hombre. ¡Cuánto tiempo perdido al no haberlo experimentado antes.

Me eché sobre la  espalda de mi amante y comencé a besar su nuca con besos rápidos y cortos. Éste volteó la cabeza y, sin cesar de moverse me ofreció su boca la cual besé con fruición, metiendo mi lengua en ella buscando la suya. Cuando la encontré, la comencé a succionar. Este gesto le gustó a mi amigo, el cual  hizo que su lengua se afilara y simulara que me follaba la boca. Mi saliva comenzó a brotar de mi boca chorreando sobre su espalda. ¡Diooooossss qué gustoooo!. Mi verga se hinchó aún más. Cogí a Emilio por las caderas e imprimí a mi pelvis un rápido ritmo de mete y saca.

  • ¡Ahhh! Sí, fóllame así, fuerte, rápido, ¡ahhh! . - escuchaba la voz de Emilio junto con el "chof, chof, chof del golpeteo de mis nalgas contra las suyas. Yo estaba por acabar pero no quería hacerlo tan pronto. Deseaba que el tiempo se ralentizara para disfrutar del momento.  Saqué la polla del culo de Emilio y le insté a que se echara de espaldas sobre la encimera. Quería contemplar su cara de gusto mientras lo atravesaba con mi ariete. Me obedeció y echó sus piernas por encima de mis hombros. Esto permitió que mi pija, muy lubricada con el líquido preseminal que estaba echando desde bastante tiempo antes entrara hasta el fondo y sin causarle dolor alguno en su dilatado ojete. En esta postura continué bombeándolo. Ahora   también podía acariciar su pecho, amasar sus pezones, ver cómo la polla de mi amigo, dura como un garrote, brincaba sobre su vientre al ritmo de mi follada, expeliendo también un hilo de precum que embadurnaba ombligo. La tomé con mi mano derecha y la comencé a masajear a todo lo largo de su longitud mientras con mi mano izquierda le sobaba los huevos, esos huevos hermosos de los que ya había constatado su tamaño esa misma tarde pasada.

  • ¡Sí, qué gusto, sí, ahhhh - no paraba de exclamar Emilio apretando con fuerza el borde de la superficie metálica que cubría los muebles auxiliares del palomar y mordiéndose los labios de puro placer.

Yo continuaba enculando y pajeando como un poseso a mi amigo. Éste, de un manotazo, retiró mi mano de su verga y empezó a masturbarse frenéticamente. Arqueando su cuerpo comenzó a proyectar chorros de lefa sobre su vientre profiriendo casi alaridos de placer. Mi ritmo respiratorio y frecuencia cardíaca  aumentaron ante mi inminente corrida. Se lo hice saber a Emilio y él me pidió que lo hiciera dentro de su recto. - Quiero sentir el calor de tu leche, que me preñes - me contestó.  Tras unas cuantas embestidas más, acabé corriéndome en el culo de Emilio.  Cuando terminé de expulsar hasta la última gota de esperma, continué follándolo suavemente. Poco a poco  recuperé la normalidad en mi respiración y ritmo cardíaco y notaba cómo mi polla se iba aflojando. Al final, ella sola se salió del agujero que tanto placer le había dado.

Emilio retiró sus piernas de sobre mis hombros y las enlazó a mis caderas. atrayéndome hacia él. Yo me incliné y así favorecí el fundirnos en un beso largo, apasionado, con nuestras lenguas jugando dentro de nuestras bocas. Permanecimos así mucho rato. No sé cuánto tiempo. Noté como un líquido pegajoso embadurnaba mi pijo flácido y huevos que estaban pegados al culo de mi amante. Al notarlo, llevé mis manos a mi entrepierna. ¡Era mi leche que salía resbalando del esfínter de  mi enculado!. La recogí y posé mi mano izquierda en mi boca y la derecha en la Emilio. - ¡Néctar de dioses - profirió éste, saboreando el jugo de mi polla. Y de nuevo nos fundimos en un beso.

Me retiré ligeramente de mi compañero para contemplar su cara sudorosa a la luz de la luna. Estaba realmente bello después de haber albergado mi polla en su culo. Yo me sentía dichoso y relajado. Miré unos instantes a la lejana playa y... -¿ No dijiste que la torre de poniente era inaccesible? Me ha parecido ver un reflejo allí. -

Emilio abandonó la postura que tenía y quedó sentado sobre la encimera mientras miraba en dirección a la mencionada torre. -No veo nada -

  • No te quedes así expuesto a que alguien te vea -  le dije, obligándole a agazaparse conmigo tras los muebles auxiliares.

Emilio asomó la cabeza y miró nuevamente la torre. -Sigo sin ver nada - replicó.

-  Aguarda un poco, el reflejo ha coincidido con la incidencia del haz de luz del faro en ella.-  le respondí.

Pasado un ratito, de nuevo el faro iluminó brevemente la torre. Efectivamente, en ella vimos el reflejo de algo que había en las ventanas superiores. Tanto Emilio como yo, nos quedamos mirando hipnotizados el punto donde habíamos localizado el reflejo como éste fuera si de una serpiente que fija en el ratón que se pensaba zampar.

  • Alguien nos ha descubierto, lo comentará con algún otro y seremos el objeto de burlas y el hazmerreir  de todo el cuartel  - dije yo con gran tono de reocupación en la voz.

  • Bueno, "alguien" ha podido haber a visto a "algunos" follando en la azotea. Pero de ahí a que nos haya reconocido... - me contestó Emilio intentando darme ánimos a mis atribulados pensamientos.

  • Que no, estoy plenamente seguro de que, sea quien sea el soldado que ahora está ahí, nos ha reconocido. El reflejo de luz era muy grande para provenir de unas simples gafas de miope.  Es posible que tenga binoculares y se sirva de ellos para la vigilancia.

  • Anda, mente calenturienta, deja de atormentarte y vamos abajo. Verás cómo no nos ha descubierto nadie y todo queda en conjeturas tuyas -  Mi amigo tomó mi barbilla en su mano derecha y me dio un ligero beso en los labios, lo cual calmó un poco el nerviosismo que tenía en mi cuerpo. Luego, parapetándose tras los muebles auxiliares, se dirigió a la puerta de salido de la terraza. Yo seguí sus pasos y nos encaminamos hacia la planta inferior.

Nos dejamos caer en el jergón, sin encender la luz. En mi teléfono móvil miré la hora. Cuatro cuarenta y cinco de la madrugada. ¡Habíamos estado acariciándonos, mamándonos y follando casi una hora, todo un récord habida cuenta que  mis sesiones anteriores de sexo sólo se debían a las pajas que, en solitario, me hacía; eso sí, muy frecuentes.

  • Emilio - pregunté - ¿tú crees que ese alguien que dices nos habrá reconocido?. Seguro que da parte de nosotros al cabo de guar....

Él no me contestó. Se volteó hacia mí halando mi cuerpo hasta quedar encarado al suyo  y calló mi pregunta con un beso. Luego continuó besando mis ojos, lamiendo mi nariz y volviendo a abrir mi boca con su lengua para comenzar a jugar de nuevo las dos. -Me gusta el sabor de tu leche - dijo.

  • A mí también, y más, después de haber estado en la "conservera de tu culo". -

Ambos empezamos a reír y así nos quedamos dormidos.

NOTA DEL AUTOR.

Os copio el enlace de la canción mencionada anteriormente por si deseáis escucharla

https://www.youtube.com/watch?v=zuQtX0nEo_E