Vida cuartelera capítulo 4 Laguna

Eso me gustó, contemplar a mi compañero sin ropa y a pocos centímetros míos, cómo se enjabonaba, pasando la esponja por todo su cuerpo, su pecho, sus brazos, axilas casi lampiñas, muslos y, sobre todo, cuando sus manos llenas de jabón lavaran sus huevos y polla. Se detuvo un rato en ella, masajeándola

Vida cuartelera capítulo 4. Laguna

-Joder, yo creí que nos iba a mandar que nos raparan al cero - dijo Armenteros.

  • Pues yo creía que nos iba a mandar al calabozo además - exclamé.

  • Bueno, - añadió Ramírez - en cuanto me di cuenta del bulto que se le estaba poniendo en su bragueta, supe que no iba a ser muy severo con nosotros. Se estaba empalmando con sólo veros las pollas gotear. Seguro que ahora se está haciendo una gran paja a nuestra salud. -

Los tres volvimos a soltar una gran carcajada. Armenteros, antes de prepararse para obedecer las órdenes del sargento, nos recomendó que fregáramos bien el suelo junto a las literas donde había ido gran parte de las corridas de él y mía. - No olvidaros - apostilló - de comprobar las taquillas por si a alguna le ha llegado salpicaduras de leche.

  • A sus órdenes, mi cabo -, respondimos casi al unísono tanto Ramírez como yo, empezando a reírnos. Ambos nos dirigimos al cuarto donde se guardaban los útiles de limpieza. Cuando terminamos de limpiar, asegurándonos de que todo había quedado en perfecto estado de revista, me dispuse a asearme. Me dirigí a las duchas y comencé a darme una. Al poco tiempo, entró Ramírez para darse otra y se situó en un grifo junto al mío aunque en el recinto había varios otros. Eso me gustó, contemplar a mi compañero sin ropa y a pocos centímetros míos, cómo se enjabonaba, pasando la esponja por todo su cuerpo, su pecho, sus brazos, axilas casi lampiñas, muslos y, sobre todo, cuando sus manos llenas de jabón lavaran sus huevos y polla. Se detuvo un rato en ella, masajeándola. Imaginé que para quitarse los restos de lefa que había soltado hacía un rato, cuando le casi insté a comparar los huevos de Armenteros y los míos. Pero no, estaba sobándose la verga a conciencia, sin esponja, deslizando su mano derecha arriba y abajo por todo el tronco, mirándome fijamente a los ojos, lamiéndose lentamente sus carnosos y rojos labios humedeciéndolos y también, mordisqueándose el labio inferior. Se inclinó hacia la pared, puso su culo en pompa, se metió el dedo índice enjabonado en el ojete y lo empezó a sacar y meter repetidamente - Me gusta limpiarme bien - me dijo - así no se me manchan los calzoncillos y me cuesta menos trabajo lavarlos.- Observé que su polla se estaba empalmando por momentos y eso originó que la mía empezara a empalmarse también.

  • ¿Te ha gustado sobarme los huevos? - Le pregunté -

Tardó unos instantes en responderme. - Bueno... la verdad es que sí. Nunca lo he hecho y... sentir la calidez de los tuyos, ese pelaje y textura... pues... sí, sí me ha gustado.

Lo observé detenidamente. El agua resbalando por su cuerpo, confiriendo a sus músculos un brillo de chico de anuncio de aceite bronceador, pectorales marcados, cara casi lampiña, ojos entre verdes y azules y pelo rubio conferían a todo él un aire de chico susceptible de protagonizar anuncios para tv. Entonces, me armé de valor e intenté besarle pero me dio un empujón rechazándome de plano.

  • ¿Estás loco?, podrían vernos - replicó.

-¿Es eso lo que te preocupa, que nos puedan ver? ¿No por el hecho de que te haya querido besar?- Me lo quedé mirando fijamente a esos ojos que tanto me gustaban. Debí infundirle algún sentimiento pues me contestó que sí, que era eso lo que temía. El que alguien pudiera entrar a las duchas y vernos besándonos, le daba pánico.

  • No te preocupes, sé que cuesta trabajo abrir las puertas debido al muelle que las mantiene cerradas. Nos daría tiempo para separarnos y disimular.

  • Lo cierto es que me siento inclinación por los hombres - explicó - y, tú me gustas mucho. Nadie sabe esto, ni siquiera mi familia. Tú eres el primero en saberlo. Te suplico que no lo hagas público, por favor. Hace un rato, cuando me has pedido que comparara tus huevos con los de Armenteros, me he alegrado mucho, pues hace mucho tiempo que deseaba acariciarte, así es que el sobarte los huevos y además con tu permiso, ha sido para mí una excusa para seguir acariciándote a placer, haciendo que me corriera sin tener que meneármela.-

Entonces, continuando sobándose la polla, se acercó a mí y me besó. Nuestros cuerpos se juntaron, mejor dicho, nuestras pollas chocaron entre ellas. Yo, sin dejar de responder a su beso, cogí mi polla paralelamente a la suya y las empecé a menear a dos manos. ¡ Dios, qué gusto! La punta de mi polla rozó antes el bajo vientre de Ramírez pues era un poquito más larga, pero la suya era un poco más gruesa que la mía. -Hummmm, me gusta - dijo Ramírez, y prolongó su beso. Mi lengua buscó la suya y jugaron un tiempo mezclando saliva. Nuestras pollas estaban cada vez mas empalmadas.

Yo estaba a punto de correrme cuando, tanto Ramírez como yo, escuchamos el abrirse la puerta de las duchas. Instintivamente nos separamos y disimulamos seguir duchándonos cara a la pared.

  • Ah, al fin os encuentro -

Escuchar la voz de Armenteros me relajó bastante y presumo que a Ramírez también. Ambos nos volvimos hacia el cabo que, cuando vio el estado en que estaban nuestras pollas, empezó a sonreír. - Laguna, - prosiguió hablando el cabo Ar (así es como le llamábamos entre los compañeros) - esta noche hay una entrega de huevos de palomas mensajeras a punto de eclosionar y, como responsable del palomar, te toca cuidar de ellos. Después de la cena, pásate por la furrielería donde te daré el sobre de la recepción y las instrucciones a seguir. Puedes llevar a algún compañero para que te ayude. Date prisa que a punto estamos de formar para ir al comedor. ¡Y daros una ducha fría o meneároslas , que hay que ver cómo estáis! Me huelo que estábais en plena faena pajillera. Para que no os moleste nadie,- nos lo dijo guiñándonos un ojo - tomad la llave y cerraros. Cuando salgáis me la devolvéis.

Nos dejó solos y me apresuré a cerrar la puerta.

  • Para mí, que el cabo sospecha algo - dijo Ramírez.

  • Bueno, no es pecado que nos gustemos - le contesté yo. Me acerqué a Ramírez y lo besé de nuevo. Nuestras vergas se habían aflojado un poco mientras Armenteros estuvo con nosotros, pero al besarnos recuperaron de nuevo su esplendor.

  • El agua está demasiado fría para ducharse, así que me aplacaré mi polla con una buena paja - dijo Ramírez, y empezó a meneársela frente a mí.

  • Ya sabes el refranero español: habiendo al menos dos, una polla española no se pajea a solas, ja, ja, ja - y empecé también a hacerme una paja. Ambos estábamos frente a frente. Estábamos muy excitados y tardamos en corrernos. Yo fui el primero en empezar a soltar chorros de leche que cayeron sobre el bajo vientre de Ramírez y el suelo - ¡Arggg, ahhhh me corroooo,!

  • exclamé presa de convulsiones -

-¡Yo también me corrooo! - escuché a Ramírez decir a los pocos segundos. Noté cómo su lefa salpicaba mis piernas. - Ufff, qué a gusto me he quedado. La corrida esta ha sido mejor que la de esta tarde en los calzoncillos.

  • Otro tanto me ha pasado a mí. Después de haberte besado ha sido lo mejor que me ha pasado hoy.

  • Eso mismo pienso yo - dijo Ramírez. Me besó de nuevo y abrió los grifos del agua. - Mejor será que nos duchemos de nuevo.

  • Vale, rápido o nos quedamos sin cenar. ¿Me acompañarás esta noche a cuidar los huevos de las palomas?

  • Por supuesto, no me perdería por nada del mundo inspeccionar esos huevos y... si me dejas... volver a comparar el tamaño de los tuyos con ellos.

Ambos comenzamos a reír y nos metimos bajo las duchas.

Cuando terminamos de cenar, nos presentamos ante el cabo furriel. Armenteros, al vernos entrar en sus dependencias, volvió a sonreír con el mismo cariz con que lo había hecho en las duchas. Tomó un sobre de encima de la mesa y me lo entregó. - Toma, las instrucciones de manejo de los huevos. No sé a qué hora los traerán, sólo sé que será esta noche. Son huevos muy valiosos y entregarlos de día implica que puedan eclosionar durante el transporte y echar a perder toda la partida. Mañana por la mañana mandaré a alguien a relevaros.

  • A tus órdenes, mi cabo. Cuidaré..., cuidaremos ¿no, Ramírez? de los huevos y de los pollos que nazcan.-

  • A la orden, mi cabo - respondió Ramírez. Por supuesto que también me encargaré con celo de esos huevos o pollos o palominos que nazcan.

  • ¿Ordena alguna cosa más, mi cabo? pregunté a Armenteros cumpliendo así con el protocolo previo a retirarnos.

  • Nada, podéis retiraros.

Unos minutos más tarde llegamos al palomar. Entramos a las instalaciones y acto seguido cerramos la puerta para evitar que alguien entrara y turbara nuestro cometido.

Antes que nada, nos arrojamos uno en brazos del otro y nos fundimos en un beso largo. ¡Teníamos toda una noche entera para estar juntos sin que nadie , bueno, sí, los que tenían que traer los huevos nos podrían importunar !

Abrí el sobre con las instrucciones del cuidado de los huevos y empecé a reír conforme mi vista recorría las líneas escritas.

  • ¿De qué te ríes ? - Preguntó Ramírez todo mosqueado

  • Este cabo, que está hecho un cabrón, muy a nuestro favor, pero un cabrón - le respondí sin cesar de reírme -, toma, lee - y le pasé la nota, la cual ponía:

<< ¿Os gusta la coartada que os he preparado para que podáis estar juntitos toda la noche? Espero que sí. Si de algo me tienen que servir mis estudios de Psicología son para haberme dado cuenta de que estáis colados el uno por el otro. Estar tranquilos pues nadie os va a importunar. De los únicos huevos que os tenéis que preocupar son de los vuestros. ¡Que paséis buena noche!. Eso sí, os quiero ver a la hora de la formación para el desayuno.>>

  • ¿Tanto se nos nota que nos gustamos? - preguntó Ramírez.

  • Pues debe ser que sí. Al menos él se ha dado cuenta y gracias a eso estamos aquí, juntos, sin que nadie nos moleste - Me acerqué a él y lo abracé. Mis manos recorrían su espalda y comencé a besar su cuello. Antonio (ese es el nombre de pila de Ramírez) estiró su cuello y empezó a jadear a la par que llevó sus manos a mi culo para amasar mis nalgas y pegaba mi cuerpo al suyo haciendo que nuestros paquetes se juntaran. Me di cuenta de cuán excitado estaba él, lo que hizo que mi polla empezara a ponerse dura.

Le empecé a desvestir. Abrí su camisa y fui recorriendo su pecho con mi lengua. Chupaba sus pezones y descendí hasta su ombligo. Antonio se dejaba hacer, era todo mío. Lo desembaracé de los pantalones y botas y quedó solo en calzoncillos. Yo también me quité la ropa. Los dos, desnudos, comenzamos a restregarnos el uno contra el otro. Nos abrazábamos, besábamos y nos mordíamos suavemente los labios, presa de gran deseo.

Antonio se arrodilló frente a mí y sacó mi polla de su encierro. Abrió la boca y la succionó como si de un helado se tratara. Comenzó a echar hacia adelante y hacia atrás su cabeza, sin dejar de apretar el tronco de mi verga con los labios. ¡Dios, qué gustazo sentía!. Mi polla estaba cada vez más grande y caliente. Antonio alternaba las chupadas con pasar la lengua a lo largo de todo el tronco, recreándose en el frenillo. ¡Me estaba volviendo loco con esas maniobras!.

  • ¡Hostias, no sabía que la chuparas tan bien, me está gustando mucho! - exclamé -

  • He aprendido viendo esta tarde a Armenteros, no le he chupado nunca la verga a ningún chico - respondió entre lamida y lamida, y siguió mamándome el rabo.

  • Para, para, vas a hacer que me corra y no quiero hacerlo tan pronto - le pedí, aunque deseaba que siguiera con la felación.

  • Quiero que esté dura, para que me folles. Serás el primero que lo haga - me dijo mientras se izaba y pegaba su culo a mi polla.

No hizo falta que me lo dijera dos veces. Mi polla estaba lubricada con la saliva de Antonio. Apoyé la cabeza en el orto de Antonio y fui empujando lentamente para ensartarlo.

-¡Ay! - lo escuche gemir. - ¡Me duele!

  • Tranquilo, relájate Sí que mi polla es mas gorda que tu dedo, pero iré despacio - Entonces, me incliné sobre su culo y apliqué mi lengua en su ojete, lo ensalivé metiéndole la punta, luego le abrí bien el agujero e introduje el dedo índice. Se quejó de nuevo y le volví a insistir que se relajara. Mi dedo fue entrando muy lento, le daba masajes por las paredes y noté que era apretado por los músculos interiores del culo. Antonio comenzó a gemir suavemente. - Así, disfruta, verás como en unos minutos no te dolerá - y continué trabajándole el culo. Le empecé a meter y sacar el dedo y, viendo que ya no gritaba, sino que gemía de puro gusto, le metí el dedo medio. Ahora sí se sobresaltó un poco, pero pronto noté cómo su recto se iba acomodando a dos dedos.

  • Ahora ya sí estás preparado - le dije y no esperando respuesta por su parte, le fui metiendo mi polla tiesa, lentamente.

-¡ Ah sí, ahora no siento daño, métemela toda, hasta el fondo- me pidió Antonio.

Eso hice, se la clavé hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas y empecé un mete saca furioso. Antonio gemía y gemía de puro placer, lo que me enervaba aun más. No quería acabar pronto. Quería saborear esos minutos placenteros. Me detuve un instante. Llevé a Antonio a una colchoneta que había en la habitación, lo tumbé de espaldas en ella y me acerqué a él. No hizo falta que le diera ninguna instrucción, Elevó sus piernas y puso los pies sobre mis hombros. En esa postura mi polla entró sin impedimento en las entrañas de mi amante. Ahora sí que me dediqué a bombear mi verga dentro de ese culo tan apetecible.

  • ¡Ah, ah! Sí, ¡me gusta, me gusta ! - no paraba de suspirar Antonio - ¡Dioooossss! - Tenía los ojos cerrados, ensimismado disfrutando del placer que yo le estaba dando. Se elevaba sobre su espalda lo que hacía que mi polla entrara todavía más en sus entrañas. Sus jadeos continuos provocaban que mis envites fueran cada vez más intensos, los dos estábamos disfrutando mucho. Antonio empezó a meneársela mientras yo seguía entrando y saliendo de su culo con más ímpetu y cada vez más excitado. Tras unos minutos de intensa follada le anuncié que me iba a correr. Él, comenzó a contraer y dilatar su culo, apretando mi polla en su esfínter lo que provocó que empezara a correrme en su intestino. -¡ Arggg, arggg, - Con cada exclamación yo impelía a mi polla mayor empuje y ella respondía soltando trallazos de leche en el interior de Antonio.

-¡Si, dame tu leche! - me pidió en un grito e imprimía mayor ritmo a su paja. Casi cuando yo estaba terminando de expulsar todo mi semen, Antonio empezó a gritar y jadear a la par que fuertes chorros de lefa salían por la punta de su capullo : - ¡ Me corro!, ahhhhhh, ! Sí, Dioooooss! -Yo saqué la polla de su culo y continué soltando la leche que aún me quedaba sobre su vientre, y la cara. Alguno le llegó a su boca entreabierta y Antonio lo lamió. Acaricié su vientre y cogí en mi mano la mezcla de su leche y la mía y la llevé a mis labios. La saboreé, me incliné sobre Antonio y le un beso largo. Nuestras lenguas juguetearon un buen rato paladeando la mixtura de nuestras leches.

  • Gracias - me dijo Antonio - me has hecho disfrutar mucho. Nunca pensé que tener una polla dentro de mi culo me iba a gustar tanto.

  • No tienes que agradecerme nada - le contesté - Espero que podamos follar más veces, la noche no ha hecho mas que empezar.

Ya una vez extenuados y relajados de las corridas, (era la tercera de esa misma tarde) nos tendimos en la colchonetas y no tardamos en quedar profundamente dormidos.