Vida cuartelera capítulo 2
Capítulo donde el sargento pone firme al cabo
VIDA CUARTELERA CAPÍTULO 2 "SARGENTO REBOIRO"
Esa semana me tocaba ser el "sargento de semana" en mi compañía así es que me dirigí a ella. Cuando llegué, no vi al soldado de guarda puertas cumpliendo su obligación de guardián comprobando los accesos a la compañía, sino que estaba apoyado en la jamba de la puerta mirando hacia dentro de la habitación. También observé que su mano derecha estaba metida en el bolsillo y la movía sin cesar dentro de él. ¡se la estaba meneando mientras contemplaba algo que le estaba llamando poderosamente su atención!. Me situé tras de él, le tapé la boca y lo inmovilicé. - ¡Silencio, soldado. No me anuncies! - le ordené. Era preceptivo que los soldados de guardia puertas, anunciaran a la compañía quién, de rango superior al que hubiera dentro, llegaba. El soldado inmediatamente dejó de pajearse y aún con la boca tapada llegó a proferir en voz baja el consabido ¡a sus órdenes, mi sargento!.
Sólo entonces lo dejé libre de mi presa. Lo aparté a un lado y observé lo que él estaba mirando hasta que lo interrumpí. Vi a un soldado completamente desnudo arrodillado en su litera superior, polla en ristre, salpicando de leche a dos compañeros. Me fui acercando sigilosamente a donde estaban mientras escuchaba sus risas. Ellos no se percataron de mi presencia y sólo cuando estuve junto a ellos les ordené - ¡Soldados, firmes! -
Vi el desconcierto reflejado en sus caras mientras cesaban sus risas y se cuadraban ante mí. Resultaba hilarante la pose que presentaban los tres erguidos en la posición de firme: uno completamente desnudo con una larga polla en estado flácido, de la que un hilo de babilla bajaba desde la punta del capullo hasta el suelo; otro, con sus atributos, muy hermosos, por cierto, asomando por la bragueta abierta y el tercero de la reunión, con toda la entrepierna oscurecida, por una corrida reciente intuí. El verlos de esa guisa, hizo que mi polla empezara a levantarse del estado de reposo en que estaba al llegar a la compañía pasando a ponerse morcillona.
¡Identifíquense! - ordené poniéndole a mi voz un tono de seria autoridad que me era casi imposible de mantener dado lo cómico de la situación embarazosa en que se encontraban. También conseguí el que mi polla no llegara a ponerse dura del todo y evidenciar el estado de excitación al que había llegado contemplando la escena del trío en cuestión.
¡Cabo Furrier Armenteros! - Gritó a pleno pulmón el de la polla larga.
¡Soldado Laguna! - respondió el de los huevos gordos.
- Soldado Ramírez! contestó de la mancha oscura en la bragueta.
- Quedan los tres arrestados a permanecer en el cuartel durante tres meses. ¿Quién de ustedes ha originado esta orgía? -.
El que se identificó como cabo dijo haber sido el provocador de esta situación. No pude por menos que felicitarme por ello. Deseaba estar con ese cabo de polla larga y se me ocurrió ordenar - Cabo, por ser el promotor de todo esto, preséntese en cinco minutos en mi despacho - Luego me fui a mi cuarto.
Ni que decir tiene que estaba muy caliente. ver ese derroche de testosterona me había puesto muy cachondo. Me desnudé completamente. Al despojarme de mis calzoncillos, mi polla saltó de su encierro como accionada por un resorte y se mantuvo empinada agradeciendo que la liberara de la ropa. Las escenas que había contemplado minutos antes eran las causantes de ello pues me habían puesto a mil por hora.
Empecé a sobarme la verga, la noté grande y caliente como pocas veces la había sentido, claro que, siempre que me había pajeado, había sido viendo películas porno gay y no escenas al natural. Di rienda suelta a ms fantasías. Me imaginé a Armenteros y a mí, haciéndonos un 69 chupándonos las pollas; sentí la suya llegándome hasta el fondo de mi garganta hasta casi provocarme náuseas y yo metiéndole la mía hasta rozarle con los huevos en su barbilla, follándonos las bocas a la par que la chorreante polla de Laguna me iba lubricando el orto y las manos de Ramírez sobaban mis huevos cada vez más gordos. Imprimí más aceleración a los movimientos de mi mano arriba y abajo del tronco de mi polla. Me relamía del gusto que estaba experimentando. Entonces me acordé del dildo que guardaba en mi petate. Gracias a la ventosa de la que estaba provisto, lo fijé en la tapa del retrete. Con el precum que tenía en el cipote me unté el ojete y me senté sobre el consolador lentamente. Fui notando cómo me entraba a la par que aceleraba los meneos a mi polla. Entonces comencé a flexionar mis rodillas para iniciar un movimiento de mete y saca del dildo en mi culo. Me imaginaba que era Laguna el que me estaba follando y le pedía más y más, hasta tal punto que me oí exclamar: - “Sí, sí, fóllame más, así, arrrgggg”-
Cada vez eran más rápidas mis subidas y bajadas sobre el consolador. En un momento de esas subidas, mi codo tropezó con la mesita auxiliar del cuarto de baño lo que provocó que ésta golpeteara en el suelo, y el vaso de aluminio con el cepillo de dientes que estaba dentro de él se cayeran al pavimento.
Cerré momentáneamente los ojos para concentrarme en mi fantasía. Paré de meneármela, me apoyé en esa mesita y en el portarrollos del papel para así mejor subir y bajar sobre el dildo para que éste penetrara más profundamente en mi culo. Mi polla, libre de mis manos, saltaba dura como si de un insonoro cencerro se tratara. El ritmo de subir y bajar sobre el dildo era frenético. – “Dame más, más fuerte, clávamela hasta los cojones” – me escuché de nuevo, jadeante, pedirle a mi follador ficticio, Laguna, y yo mismo me obedecí sentándome con más fuerza sobre el consolador a la par que elevaba mi cabeza al cielo de tanto placer como sentía.
Al cabo de unos minutos de frenético subibaja, noté cómo por el interior de mi polla un chorro de lefa se abría paso hacia el exterior y de la punta de mi capullo salían disparados grandes borbotones de leche.
Cuando las últimas gotas de leche acabaron por salir de mi poya, exhalé un gran suspiro de placer conseguido, abrí los ojos ¡y me encontré con el cabo Armenteros, cubierto de lefa desde la cara hasta casi los pies, mirándome fijamente.
Me incorporé rápidamente, sacando mi culo del consolador, a la par que ordené: - ¡Cabo, firme!. ¿Cómo irrumpe así en mis habitaciones sin pedir permiso?.- Poco me importaba que me viera así, completamente desnudo, con la polla empezando a ponerse flácida y goteando leche aún. Al contrario, esto facilitaba las cosas para que se cumplieran mis fantasías con él.
Mi sargento, yo.....- Le oí balbucear. - Yo, llamé pero no obtuve respuesta. Luego... escuché ruido de muebles y caer al suelo cosas, a la par que jadeos y gritos de usted. Pensé que le estaba pasando algo malo y por eso he entrado sin volver a llamar. Lo siento.- Vi cómo se relajaba y pasaba de la posición de firme a moverse nervioso ora sobre un pie, ora sobre el otro.
¡Permanezca firme, cabo! -le volvía a ordenar y el cabo obedeció de inmediato - ¿Lo siente? -Hice una pequeña pausa en mi interrogatorio, para que mi respiración se calmara. - ¿Cómo es que viene sin el uniforme reglamentario?.-
Mi sargento, -me contestó- usted dijo que me presentara aquí en cinco minutos y pensé que viniendo con el atuendo de deporte, cumpliría mejor con el tiempo impuesto.
Buen razonamiento, cabo. Si en el hipotético campo de batalla reacciona usted así de bien a las órdenes, el ejército tendrá un buen soldado. - Me acerqué a él y pegué mi polla ya flácida del todo a su mano derecha. El cabo, instintivamente la movió para evitar el contacto, pero volví a ordenarle --¡permanezca firme, cabo!; la posición de firme significa que no se puede mover ni un milímetro pase lo que pase, ¿entendido, cabo?-
-Sí, mi sargento- respondió Armenteros hinchando el pecho y poniéndose más firme. Por la expresión de su cara vi que no le había desagradado el roce de mi polla en su mano.
- Bien, cabo, voy a comprobar si es cierto que cumple la orden de mantenerse firme...
Continuará.....