Vida cuartelera capitulo 1

Nadie sabía mi inclinación homosexual. La verdad es que lo pasaba bastante mal disimulando cada vez que algún compañero se paseaba desnudo por la compañía camino de las duchas.

Vida cuartelera. Capítulo 1

Tras el toque de corneta que anunciaba el fin de la jornada y después de haberme tomado un bocadillo con una cerveza en la cantina del cuartel, me dirigí al barracón de la  compañía donde me habían destinado al incorporarme al servicio militar. La vida militar no me gustaba nada y salir siempre vestido con uniforme todavía menos así es que pasaba casi todo mi tiempo libre en el barracón. A estas horas estaría casi vacío de gente y así yo podría dedicarme a leer y descansar echado en mi litera aunque lo que más hacía era fantasear con follar con alguno de mis compañeros de mili aunque no lo había experimentado nunca. Me horrorizaba pensar que nos pillaran. Nadie sabía mi inclinación homosexual. La verdad es que lo pasaba bastante mal disimulando cada vez que algún compañero se paseaba desnudo por la compañía camino de las duchas.

Cuando entré en el dormitorio comunitario me llamó la atención el ver a  uno de los soldados encaramado a su litera completamente desnudo. Era precisamente el cabo Armenteros, furriel de la compañía. De origen asturiano, era Armenteros de cuerpo mediano y musculoso, con ojos grandes de color miel  y  bastante guapo aunque con la cara llena de múltiples granos. Algunos decían que se debían a la gran cantidad de pajas que se hacía. Pensando en cómo le comería la polla yo sí me he hecho bastantes pajas.

Pues bien, éste hombrecito estaba haciendo ostentación de sus atributos masculinos. Arrodillado sobre el colchón movía el cuerpo de un lado a otro haciendo balancear su polla y huevos  ante los ojos de varios compañeros.

  • ¡Joder, tío!. ¡Qué larga la tienes! Exclamó un mirón, que respondía al apellido de Benedé, oriundo de Aragón.

Armenteros lo miró, se cogió la polla con la mano derecha y se la empezó a masajear. - Cuando está tiesa, chúpomela - le dijo.

-¡Venga ya! - exclamó Contreras, otro de los mirones. - Ni que fueras contorsionista -

  • Compruébalo tú mismo - le replicó el cabo y comenzó a meneársela con más intensidad. La polla iba cobrando vida y creciendo poco a poco. Las dos manos asiendo el tronco no llegaban a cubrirla del todo. Le haría falta como otra mano para llegar hasta el capullo. ¡Sí que era larga, sí!.   Los congregados alrededor de la litera se miraron unos a otros con cara de incredulidad. Estaban asistiendo a la realización de una paja en toda regla. Alguno de ellos se llevaron la mano a su propia bragueta para acoplarse mejor el bulto que les iba creciendo en la entrepierna.

  • Tú la tendrás larga, pero mis huevos son más gordos que los tuyos, -añadió Antonio Laguna, uno del grupo de espectadores. Ni corto ni perezoso,  se abrió la bragueta y los sacó  sopesándolos con la mano derecha y mostrándolos al resto de mirones.

Yo comparé los dos pares, el de Armenteros y el de Laguna. Para mis adentros no pude sino dar la razón a éste último. - ¿Puedo tocarlos ? así puedo dar la razón a uno o a otro - pregunté con una sonrisa maliciosa.

-- Me parece muy bien, será una mano inocente la que dictamine quien gana en tamaño -  y Laguna comenzó a reírse de su propio chiste.

  • Por mí, no hay inconveniente - apostilló Armenteros.-  Estaré feliz con tal de que alguien me toque los huevos mientras me la chupo.

  • Benedé,  Contreras, - nombró Laguna a los otros dos compañeros de espectáculo - ¿os animáis a juzgar?. Éstos se echaron hacia atrás a la par que denegaban con la cabeza.

  • Alguno de los tres tiene que ser el árbitro así es que....te toca a ti serlo, Ramírez - continuó Laguna dirigiéndose a mi - Ya que estás de mirón, podrás dar testimonio de que mis cojones son los más gordos - y, antes de que yo me negara me negara también a esta decisión, tomó mi mano derecha y puso sus huevos en ella. Para mí, era la primera vez que cogía los testículos de otro tío, pero, lejos de desagradarme, me resultó del todo placentera. Me quedé momentáneamente inactivo comprobando la textura de los huevos de Laguna. Eran realmente gordos, del tamaño de los  de una paloma, cálidos, alojados en su bolsa peluda de superficie rugosa pero suave al tacto y estaban muy calientes.

-¡Eh, no te extasíes con los cojones de ése, que aquí están estos competidores ! -  exclamó Armenteros,  parando momentáneamente en su paja y adelantando sus huevos  hacia mi mano izquierda que era la que me quedaba libre. Hice lo mismo que con Laguna. Los palpé y comprobé que ambos eran similares, aunque algo más pequeños, de  un tamaño entre los de codorniz y paloma.

  • Laguna, tú ganas;  sí que los tienes más gordos. - Emití mi veredicto el cual fue admitido por una gran sonrisa satisfactoria de su dueño. La verdad es que esta sonrisa no sé si era por su triunfo o por el sobeteo de huevos que  le estaba haciendo pues yo me estaba recreando en ello y noté cómo  por momentos se le ponían más y más duros.

El ver a Armenteros meneándosela sin parar a dos manos: la izquierda recorriendo el tronco arriba y abajo, la derecha, dueña de la punta de su polla, masajeándola como si quisiera sacarle punta,  con una cadencia lenta, los ojos cerrados concentrados en la maniobra que se estaba haciendo y  lamiéndose los labios a la par que empezaba a emitir pequeños jadeos,  y sopesar los  cojones de los dos, me estaban poniendo a mil por hora. Mi polla estaba poniéndose dura por momentos. Paseé mi vista por  las entrepiernas de mis compañeros de reunión y vi grandes bultos en ellas. También estaban a reventar. Noté que de mi capullo iban saliendo gotitas de precum; mi mente luchaba entre abandonar la reunión e ir al baño a meneármela o seguir en el grupo hasta ver en qué quedaba la exhibición. Esta última opción fue la que ganó y me quedé a ver cómo terminaba todo esto.

Armenteros, paró momentáneamente de su paja y se sentó sobre sus talones. Se cogió de nuevo la polla con las dos manos y encorvó su cuerpo hacia ella, abriendo la boca y sacando la lengua para empezar a pasarla por la punta del capullo.

  • ¡Dios, es verdad, te la puedes chupar tú mismo! ¡Cuánto daría yo por poder hacer lo mismo!  y me gusta tu trabajo, Ramírez, me estás poniendo a mil por hora - dijo Laguna  y empezó a jalársela acompañando a Armenteros en su mamada.

-Cuestión de práctica- le respondió Armenteros, entre lametones a su capullo.

Yo, estaba cada vez más caliente. No me contenté en sólo sostener los huevos de Armenteros y Laguna  en mis manos, sino que los empecé a acariciar, amasándolos e incluso a masajear los nacimientos de los troncos de las pollas de sus dueños. Éstos reaccionaron de buen grado a mis caricias. Armenteros   flexionó aun más su espalda y abrió la boca para meterse un buen trozo de su polla en ella. Por su parte, Laguna también imprimió más ritmo a la paja que se estaba haciendo al notar mi masaje en sus huevos. ¡Me había convertido en mamporrero de dos pajilleros! lo que hizo que  empezara a salir más babilla de mi cipote.

Tanto Benedé  como Contreras, se retiraron uno tras otro. Me fijé en que ambos  iban camino de los aseos. A hacerse cada uno un pajote como un camión, pensé. Yo, aunque estaba deseando hacer lo mismo que ellos estarían haciendo ya, aguanté el tipo allí pues me gustaba lo que les estaba haciendo a estos dos tíos aunque era la primera vez que sobaba a otro tío. Me sentía como un pajarillo hipnotizado ante la serpiente que amenazaba con comérselo. En mi caso, la serpiente era la polla de Armenteros, larga, no muy gruesa (sólo faltaba eso, que lo fuera además de larga para ser un pollón en toda regla) y ver cómo era engullida una y otra vez, lentamente por los labios carnosos de su dueño, chupándola con fruición como si de un polo se tratara

  • Vale, tío has demostrado que te la puedes chupar tú solito -dijo Laguna. - Pero será mejor que pares, no sea que venga el sargento y nos pille de esta manera - Pero lo decía sin parar de meneársela. También lo hacía lentamente, recreándose en el movimiento arriba y abajo de su mano derecha sobre el tallo de su polla mientras con la izquierda se masajeaba el capullo como si le estuviera sacando brillo.

Mientras, yo continuaba fascinado con las caricias que les propinaba a los huevos de ambos. No solo los amasaba sino que iba recorriendo con mis dedos la costura que desde las bolsas iban hacia sus ojetes.

-No, no. Ésta mamada ya cae. No me puedo quedar a medias, que luego me duelen mucho los huevos - le respondió Armenteros y aceleró aún más los chupetones sobre su capullo.

  • Pues sea lo que el destino quiera que sea - replicó Laguna y aumentó la velocidad de su pajeo.

Mi mirada iba de una polla a la otra. Veía cómo ambos estaban disfrutando el uno con su propia mamada y el otro de su paja. La respiración profunda y entrecortada de Armenteros, junto con los jadeos de Laguna hicieron que mi polla se endureciera más y más. Instintivamente aceleré mis caricias sobre los huevos de mis compañeros como si fueran los míos propios ya que éstos se pusieron duros como piedras. Empecé e sentir espasmos cada vez más frecuentes entre mis huevos y mi polla  Al final no aguanté y me corrí  sin haberme siquiera acariciado por encima de mi ropa. Sentí cómo borbotones de leche salían por la punta de mi capullo  desde lo más profundo de mis huevos. Una gran mancha oscureció mi bragueta.

Unos instantes después oí exclamar a  Laguna - ¡Aggg, me corro.... Dios....!   mientras su cuerpo convulsionaba espasmódicamente y  su pijo expulsaba grandes chorros de lefa que salpicaron todo lo que encontraban a su paso incluido a mí. Segundos después empezó a reír entrecortadamente mientras su  respiración se iba normalizando. - Joder, nunca me había corrido de esta manera, echando tanta leche. La próxima vez que me quiera pajear os llamo para repetir la proeza  -

Yo estaba preso de excitación y hice algo que nunca había sospechado haría. Lamí la manga de mi guerrera que había recibido los trallazos de lefa. El sabor de la leche me gustó. Jamás había probado nada semejante, ni tan siquiera la mía propia como sé que otros amigos míos habían hecho alguna vez con la suya.

Mientras yo estaba saboreando la lefa de Laguna, Armenteros se sacó la polla de la boca y la dirigió  a nosotros. - ¡ Aggg , tomad, mirones maricones mi leche. Aggg, aggg ! -  La recibimos en la cabeza y la cara los trallazos de leche que salían de ella. Las últimas gotas de lefa fue el propio Armenteros quien se las limpió con la lengua. Acto seguido los tres empezamos a reír satisfechos  de nuestras corridas.

  • ¡Soldados, firmes! - La voz del sargento Reboiro, al que estábamos temiendo llegara, sonó imperiosa cerca de   la litera donde estábamos. Tan concentrados estábamos        en nuestras tareas que no nos apercibimos de su llegada hasta que estuvo junto a nosotros. -  ¡Se acabó la diversión!. Ha sido un espectáculo de lo más entretenido: un mamón contorsionista, un pajillero y un mamporrero  -.

Armenteros saltó de la cama y se adoptó la posición de firmes al igual que  Laguna y yo. El sargento fue repasando con la mirada a cada uno de nosotros. Su semblante de dureza se suavizó un poco e incluso esbozó una sonrisa cuando vio en la situación en que nos encontrábamos: Armenteros, con su larga polla que, aunque ya en estado flácido le llegaba a mitad del muslo, rezumando por la punta de su capullo  una babilla que llegaba al suelo; Laguna con su polla morcillona también con su bálano reluciente de recién leche eyaculada y yo con la gran mancha oscura en mi entrepierna motivada por  mi corrida en los calzoncillos.

-- Una escena de lo más pornográfico -- continuó mascullando el sargento, mientras cruzaba sus manos delante de su entrepierna, pienso que para tapar la empalmadura que estaría experimentando.  - ¡Identifíquense! - ordenó, a lo cual obedecimos de inmediato.

  • ¡Cabo furrier Armenteros, mi sargento!

  • ¡Soldado Laguna, mi sargento!

  • ¡Soldado Ramírez, mi sargento! contestamos casi al unísono los tres.

  • Quedan los tres arrestados a permanecer en el cuartel durante tres meses. ¿Quién de ustedes ha originado esta orgía?. -  Los tres nos miramos sin saber qué decir, ninguno quería delatar al otro sabiendo como sabíamos que todo había comenzado con la exhibición de la polla de Armenteros.

Éste contestó.  - Asumo toda la responsabilidad, mi sargento. La verdad es que les estaba enseñando lo larga que puede ponerse mi polla hasta chupármela yo mismo y luego.... pues hemos acabado como ha visto.-

-Si, ya lo he visto - continuó el sargento -  Ahora. adecéntense de inmediato. ¡Ah, y frieguen  el suelo, que lo han dejado hecho una porquería - Empezó a caminar pero se volvió ordenando:      - Cabo, por ser el promotor de todo esto, preséntese en cinco minutos en mi despacho - agregó antes de dar media vuelta y dirigirse a su habitación. Tan pronto se encerró en ella, los tres prorrumpimos en una gran carcajada no exenta de nerviosismo.

-Joder, yo creí que nos iba a mandar que nos raparan al cero - dijo Armenteros.

  • Pues yo creía que nos iba a mandar al calabozo además - comentó Laguna.

  • Bueno, - añadí yo - en cuanto me di cuenta del bulto que se le estaba poniendo en su bragueta,  supe que no  iba a ser muy severo con nosotros. Se estaba empalmando con sólo veros las pollas gotear. Seguro que ahora se está haciendo una gran paja a nuestra salud. - Los tres volvimos a soltar una gran carcajada. Dimos media vuelta y nos dispusimos a obedecer al sargento.

Continuará.....