Vida animal. nuevo relato
-Yo te lo explicaré. Es muy sencillo. ¿Sabes dónde estamos? En una cuadra, encerradas y encadenadas, como los animales. ¿Sabes que nos dan de comer? Pienso compuesto, como a los animales. ¿Tenemos brazos? No, porque los tenemos siempre encadenados a la espalda, igual que los animales. ¿Podemos hablar? No, primero porque nos ponen el bozo, y segundo porque está prohibido. Exactamente igual que los animales. ¿Tenemos ropa? No, nuestra condición no lo exige, por tanto nos dejan desnudas, igual que a los animales. Guarra iba a seguir pero Puta le quito la palabra. - ¿Podemos follar? No. Bueno si, cuando y donde lo dice el amo. Pero cuidado con correrse, porque el castigo es terrible. Y lo peor es que no puedes ni siquiera tocarte .siempre con las manos a la espalda ..Dios, estoy siempre tan cachonda. Lo mismo que los puñeteros animales.
A pesar de la confusión del robo y todos los problemas que trajo consigo, la vida volvió a la normalidad de la fábrica solo una semana después.
Los tres animales robados hacia solo dos semanas que habían sido adquiridos, pero el seguro cubrió parte de los gastos, lo que permitió comprar rápidamente otros nuevos para no bajar el ritmo de producción.
La sorpresa de Cerda, Guarra y Puta la noche del incidente fue grande, al comprobar que sus compañeras no regresaban aquella noche al corral. Pero aún fue mayor cuando al día siguiente se encontraron a otras tres nuevas que acababan de llegar.
No sabían nada y la incertidumbre se apoderaba de todas ellas. Solo algún comentario que habían podido escuchar les daba pistas sobre lo que pasaba, pero nada cierto sabían todavía.
Contemplando la cara y los gestos de las nuevas, seguramente tampoco les dirían gran cosa. Esperaron a que el guarda de la fábrica las situara a cada una en su cuadra, que en realidad son cubículos independientes de un metro de alto por dos de profundidad y 80 centímetros de ancho, con una reja y un candado en la entrada. Cada noche el guarda es el encargado de coger a los animales una vez que han terminado sus servicios correspondientes con los obreros de la fábrica, y asearlos convenientemente- esto se hace dentro del corral, y consiste en coger una manguera y un cepillo áspero y restregar convenientemente con jabón en abundancia- una vez lavadas, cada bestia es enganchada a una corta cadena y unida a su collar se une a la propia reja de cierre, de forma que tenga suficiente largura como para permitir darse la vuelta. Una vez acostadas sobre manta del suelo, la esclava queda prácticamente inmovilizada y con la cabeza pegada a la reja.
Esto les permite comunicarse entre ellas, pues los corrales están uno al lado del otro.
Son los momentos de más relajación y descanso. Nunca se duermen sin charlar un poco, y si bien el cansancio y el agotamiento son absolutos, siempre les agrada cambiar impresiones.
Además es el único momento del día que no tienen el bozal puesto. Sus culos están libres del maldito bolo que les ponen para la cola, y si bien sus pies, manos y codos permanecen encadenados, y la corta cadena unida a su collar apenas les permite moverse, ya se han acostumbrado y el descanso es relativamente bueno, y eso ayuda un poco de charla antes de dormir.
Como siempre es Guarra la que tiene más curiosidad y pregunta a una de las nuevas. Una hembra entrada en años, por lo menos 31- con un cuerpo contundente y musculoso y unas tetas desproporcionadas pero muy erguidas-.
-¿Cuándo os han comprado?
Las tres hembras nuevas permaneces en sus respectivos corrales, y aunque no pueden verlas, en sus rostros se refleja el pánico y la incertidumbre de un futuro nada halagüeño.
Entre sollozos se escucha la respuesta.
--Nos han traído esta tarde. Pero no sé lo que va a pasar, estamos muy preocupadas.
-¿Estas llorando?
-No…..bueno si. Tengo mucho miedo, nos han hecho cosas horribles.
-Bueno tranquilízate un poco. No arreglaras nada llorando. A ver, hazme tu primero las preguntas.
-No sé, es que no sé nada. ¿Dónde estamos?
-El sitio exacto de la isla no lo sé, lo que si te puedo decir es que esto es una fábrica de piensos para animales y esta una ciudad no muy grande.
Nuevo silencio y nuevos sollozos apagados y contenidos.
-Bueno vamos a ver- sigue hablando guarra- ¿De dónde venís?
-Yo acabo de llegar. Me condenaron a cadena perpetua en mi país, y no sé cómo he terminado aquí. Mis dos compañeras estaban retenidas en una ciudad española y estaban………….eran putas. Algo debieron hacer mal porque han terminado aquí también. ¿Qué nos van a hacer?
-¿No os han dicho nada de nada?
-Yo me he tirado sin hablar con nadie desde que me metieron en una caja cerrada, que parecía un ataúd, hasta esta mañana que lo han abierto. Me he meado encima y en pensado morirme de sed. Creo que por lo menos he estado dentro 2 días. Las otras dos igual. Su antiguo jefe les dijo que ya no las quería y lo mismo que yo.
-Bueno tranquilizaros un poco. Vamos a ver. Imagino que os han comprado en algún sitio.
-Si, esta mañana llego un hombre cuando nos sacaron de las cajas y después de mirarnos como si fuéramos ganado le pago a otro dinero.
-Ya. Bueno mirad, habéis sido compradas por el dueño de la fábrica, que seguro os va dedicar a transporte.
Guarra les fue explicando de la manera más suave posible cual era su nueva situación.
-Tenéis que entender desde un principio que ya no sois personas. No sois nadie. De este lugar no se puede escapar, y nadie va a venir a buscaros, porque nadie sabe que estáis aquí. Como habréis comprendido en este sitio es legal la esclavitud en las mujeres. Por tanto hay esclavas. Pero esto no es lo importante. Lo que si tenéis que comprender muy claro es que desde que os compro el amo habéis pasado a ser animales. Y no esperéis que se os trate de otra forma.
Los llantos y las lágrimas arrecian y los sollozos de desconsuelo son ya generales.
-Lo mejor que podéis hacer es aceptar la nueva situación. Nosotras tres pasamos por lo mismo, y al final no sirve para nada tanta lágrima y tanto lamento.
-No entiendo nada de lo que nos está pasando.
-Yo te lo explicaré. Es muy sencillo. ¿Sabes dónde estamos? En una cuadra, encerradas y encadenadas, como los animales. ¿Sabes que nos dan de comer? Pienso compuesto, como a los animales. ¿Tenemos brazos? No, porque los tenemos siempre encadenados a la espalda, igual que los animales. ¿Podemos hablar? No, primero porque nos ponen el bozo, y segundo porque está prohibido. Exactamente igual que los animales.
¿Tenemos ropa? No, nuestra condición no lo exige, por tanto nos dejan desnudas, igual que a los animales.
Guarra iba a seguir pero Puta le quito la palabra.
- ¿Podemos follar? No. Bueno si, cuando y donde lo dice el amo. Pero cuidado con correrse, porque el castigo es terrible. Y lo peor es que no puedes ni siquiera tocarte….siempre con las manos a la espalda…..Dios, estoy siempre tan cachonda. …Lo mismo que los puñeteros animales.
-Por eso os digo, lo mejor es aceptar lo que tenéis, porque si no será peor.
Yo hace tiempo que pensé en escapar o cambiar mi condición. Sé que moriré así, y no se………en realidad…
-Y que nos van a hacer, a que nos dedicaremos.
-No quiero asustaros, pero al principio viene lo más difícil. Para empezar os marcaran con la señal del amo. Esto es muy doloroso, pero pasa en unos días. Luego vendrá el entrenamiento. Estoy segura que os dedicareis a lo mismo que nosotras. El trabajo es sencillo, tirareis de un carro como las mulas. Es muy sencillo pero muy agotador. No podéis descuidaros ni un momento, el látigo duele como si os arrancaran la piel.
-Es horroroso.
-No. Lo peor no es eso. Lo peor es………….bueno no sé, cada una tiene su punto débil. Para Puta lo peor es la abstinencia. Se hace muy insoportable tener constantemente ganas de follar y no poder hacerlo. Y así un día tras otro. Para mí sin embargo lo más jodido es la humillación que tenemos que soportar. Después de tanto tiempo no soporto todavía el ir desnuda y que me miren……..en fin.
-¿Cuánto tiempo lleváis aquí?
-Mucho, y lo que nos queda.
Es cierto que mucho tiempo habían pasado como animales de la granja, pero sin embargo sus días estaban contados con aquel amo.
No habían pasado 2 semanas cuando una mañana les sorprendió el que fuera la peluquera quien las sacara del corral y se esmerase especialmente en acicalarlas. Las ducho con esmero y concienzudamente, las perfumo, las maquillo de forma especial y en el peinado tardo más de lo habitual.
No fueron enganchadas al carro, sino que les pusieron una cadena enganchada al collar y las ataron en una esquina de la fábrica.
Algo pasaba, y la experiencia les había hecho temer a los cambios.
Las tres se miraron de forma interrogativa. Aquel esmero especial en arreglarlas, el no ponerles el bozo y el bolo de la cola…………..
Que pasaría.
A media mañana la incógnita fue despejada. Un hombre de aspecto rudo y pueblerino se presento en la fábrica. El amo salió a recibirle y los dos se dirigieron a la esquina donde estaban las tres hembras.
- Ya te digo. Me desaguo de ellas porque tengo nuevas bestias. Pero son magníficos animales.
-¿Puedo comprobarlo?
-Por supuesto.
El hombre se tomo su tiempo. Sabía perfectamente lo que hacía y lo que quería. No era evidentemente el primer animal que compraba. Empezando por la dentadura, y siguiendo por el color de las pupilas, la firmeza de las tetas, el ancho del esfínter anal, la dureza de los muslos y pantorrillas, La humedad del coño y su dilatación,………todo, lo miro todo hasta el más mínimo detalle de cada una de ellas.
Tampoco para ellas aquella era la primera vez, y sabían por experiencia que o mejor era colaborar. Así que se dejaron hacer y facilitando la labor del comprador abrieron sus bocas, sus piernas y sus culos todo lo que les fue posible.
-Bueno, que te parece.
-Bien y mal.
-Ya.
-Tu sabes igual que yo que estos animales tienen poca salida en el mercado. Los tienes marcados- un error para mi marcar a los animales- tienen marcas evidentes de actividad sexual intensa, y lo más importante, yo solo necesito dos, no tres.
-Ya, pero es que yo vendo el lote completo.
-Hace mucho tiempo que nos conocemos Joaquín. Ni tú me vas a engañar a mi ni yo a ti. Estos animales son buenos, si, pero no los vas a vender en la vida. De hecho te hago un favor comprándotelos. Venga, dime precio.
-4000
-¿Te has vuelto loco?
-3000 y no se hable más.
-Te doy 2000 y solo me llevo a dos. No necesito más.
-Eso es una ridiculez. También sabemos los dos que valen mucho más.
-Y también sabemos los dos que no tienen salida, y que si yo ahora me acerco al mercado por ese precio compro lo que me dé la gana.
-Hombre tampoco lo que te dé la gana……mira, 2.500 y lo cerramos. Te llevas las tres
-2000 y ni uno más. Lo tomas o lo dejas. Y no quiero tres, solo necesito dos.
D. Joaquín se queda pensativo, está claro que está tentado. Y mientras lo hace ninguno de los hombres repara en los ojos y las caras de pánico que se les han puesto a las tres esclavas.
No lo esperaban, y lo peor, la incertidumbre es lo que más miedo les da.
Aquel hombre tiene pinta de granjero, pero puede ser cualquier cosa. ¿Y si las compran para un bar? O peor, piensa Puta, y si es dueño de un prostíbulo, y tiene que pasar todo el día follando sin poder correrse, sería horrible, más de lo que lo es ahora.
¿Porque les hace aquello el amo?
La respuesta es inmediata. No las necesita. Tiene tres animales nuevos que se esfuerzan a su nivel y con los que los trabajadores se sienten más felices.
No da mucho tiempo para muchas más reflexiones.
El amo se ha decidido.
-Vale. Acepto porque somos amigos. Dime las que quieres.
-No, te dirá la que no quiero. Esta no me sirve. Se le ha mojado el coño incluso antes de que yo lo explorase. Es seguramente un caso perdido. Quédatela tu, a mi no me sirve. El dinero te lo ingreso con la factura del próximo pedido, ¿te parece?
-Si si, sin problema.
Guarra y Cerda son desatadas de la pared y el nuevo amo tira de ellas satisfecho. Cuando se dirige a pequeño tractor aparcado en la puerta sonríe mientras mira de reojo sus nuevas adquisiciones. No ha estado mal aquella operación. Le gustan las hembras como aquellas. Es cierto que están marcadas y tiene varias señas de su indisciplina. Pero se deleita comprobando que sus cuerpos completamente desnudos son perfectos, jóvenes, fuertes, ideales para lo que necesita.
Engancha las dos cadenas a la parte trasera del tractor y se marcha sonriente.
El vehículo no es evidentemente veloz, pero si obliga a las dos esclavas a caminar con paso rápido. Sus zapatos y los grilletes de los tobillos no facilitan la tarea, pero están acostumbradas y al final adaptan sus pasos a la marcha del tractor.
El viaje no dura mucho, pues la granja de su nuevo amo esta cerca. Por caminos rurales, pero bien pavimentados, en 30 minutos llegan a su nuevo destino. Se trata de una casa bastante bien arreglada que seguramente conoció tiempos mejores, pero que no denota abandono, sino mal gusto en la decoración. Está rodeada por grandes extensiones de terreno en las que se cultiva en estos momentos patatas y maíz. Parece no haber nadie en la finca, y sin embargo cuando el vehículo se detiene a la entrada de unos cobertizos anexos a la parte anterior de la vivienda, dos mujeres muy bien vestidas y elegantes se acercan. Se quedan mirando de forma expectante a las dos esclavas y luego se dirigen al dueño.
-¿Esto es lo que has comprado? Papa no nos sirven para nada.
La chica, una joven casi adolescente es la hija del amo. A su lado la que es su madre, con el mismo todo de enfado deja traslucir su mal humor.
-No eres capaz de hacer nada bien. ¿Para qué queremos nosotros dos animales como estos? Ya tenemos suficientes. Yo te pedí otra cosa. Algo más fino. Que me sirviera en la casa.
El hombre, que parece estar acostumbrado al mal humor de su mujer e hija, las mira resignado al principio, y bastante mala leche después.
-¿Sabéis lo que he pensado? Que os podéis ir las dos a la mismísima mierda. En realidad había comprado estos dos animales para vosotras, pero veo que no os gustan. Bien. El molino cada vez funciona peor. Allí seguro que les saco provecho. ¿Todavía no habéis entendido que no somos ricos? Ojala pudiera comprar lo que quiero. Solo me alcanzaba para esto. Pero tranquilas, no os preocupéis, la próxima vez os diré cual es el presupuesto y vosotras haréis la compra.
Madre e hija se miran cómplices, y es la madre la que se dirige a su marido, ya en un tono totalmente diferente.
-Cariño no te pongas así. Sabemos perfectamente que eres un experto conocedor de los animales. Pero entiende nuestra decepción. Estas dos esclavas son animales de tiro, usadas, marcadas,………….no sé es que no es lo que yo quería.
-Ya. Tú querías una nueva, recién traída, Jovencita, a estrenar vamos. ¿Tú sabes lo que vale eso? Si, si lo sabes. Y deberías saber también que no podemos permitírnoslo.
-Bueno, cariño….perdona. Vamos a hacer una cosa. Llamare a Cloe a ver qué podemos hacer.- se acerca entonces a la parte trasera del tractor donde siguen enganchadas las esclavas y las examina de cerca- en realidad tampoco están tan mal. De hecho están bastante bien….con unos pocos arreglos nos servirán para la casa. No son animales domésticos, pero haremos que lo sean. En fin que le vamos a hacer.
Cloe era una mujer madura pero no vieja, con un aspecto muy cuidado y la cara de constante enfado no la abandonaba ni cuando sonreía. En realidad era una lesbiana solterona, vecina de los granjeros, prácticamente arruinada por el juego y los vicios ocultos, que todos conocían, y que malvivía ejerciendo de prostituta, proxeneta y sobre todo peluquera y estilista de la zona. Todos confiaban sus animales a ella, pero ninguna se ponía personalmente en sus manos.
Unos minutos más tarde aparece Cloe y se dirige directamente a las esclavas, que siguen esperando que hagan con ellas en el mismo sitio.
-Cloe cariño, como ves mi marido sigue tan entupido como siempre. Le pedí algo en condiciones para la casa, y fíjate lo que me ha traído……no sé que puedo hacer.
Ambas mujeres observan con ojos ávidos y expertos a las esclavas, con la hija detrás atenta a todos los detalles.
-Si, no parece gran cosa. ¿Pero realmente tú qué quieres?
-Pues lo que todo el mundo. Una seria la criada de la casa y la otra mi esclava particular. Es que este hombre me tiene totalmente abandonada. No conoce lo que es un detalle. Y estoy muy cansada de tener que llevar yo sola las labores de la casa.
- Si. Escúchame amiga. Puedo hacer algo, pero necesito comprar alguna cosilla y un poco de tiempo. Si te parece dentro de un par de horas estaré contigo.
-Estupendo. Así te quedas a almorzar con nosotras y luego tomamos café.
Mientras en la fábrica de D. Joaquín, la suerte de Puta parece estar bastante incierta. Después de la marcha de sus compañeras, el propio D. Joaquín a cogido la cadena y la ha metido en su cuadra, limitándose a echar la puerta, sin molestarse siquiera en enganchar dicha cadena.
Nadie se molesta en traerle algo de comer. Aquella noche apura los restos de agua que tiene en la cubeta, pero nadie aparece por su cuadra.
Siente el hambre, pero sobre todo es la incertidumbre lo que la tiene sin haber podido dormir y con un estado de nervios absoluto, que aumenta cuando aquella mañana han sacado a las nuevas bestias para engancharlas a los carros. Casi ha sentido envidia, ellas por lo menos saben lo que tienen que hacer y cuál es su futuro.
Por fin a media mañana llega el amo. Viene acompañado por la cuidadora que todas las mañanas se encarga de maquillarlas, y peinarlas.
La sacan de la cuadra y como siempre se pone en manos de esta mujer.
-Marlo, quiero algo especial, voy a intentar alquilarla, ya que venderla es imposible. Arréglamela bien. Voy a intentar colocarla en la casa de domingo. A él le gustan las cosas adornadas y estrambóticas, no sé, ponle medias, o…….., tú entiendes más que yo de esto.
-Si. Vete tranquilo y déjame trabajar. Pásate en una media hora y a ver que he podido hacer.
Y efectivamente, en media hora es perfectamente maquillada, su pelo es recogido en un tocado de adornos primorosos, Unas bonitas campanillas doradas adornan sus pezones, y si, unas medias de encajes son el complemento perfecto de unos zapatos púrpuras, cerrados pero muy elegantes. La cuidadora ha intentado que lucieran más el collar y los grilletes de las manos, los codos y los pies, pero ha resultado imposible. Es acero, y no ha podido hacer más. Se nota que son ya de bastante uso, pero aquí ella no puede hacer nada, a no ser que venga el herrero, con sus herramientas, etc., etc., No creé que Joaquín se complique tanto la vida.
Finalmente, y temiendo el mal gusto del Dueño, decide ella misma elegir un bozal pequeño, que en realidad es una pequeña bola y apenas tapa su esplendido y lucido maquillaje. Pensaba ponerle al animal unas campanitas pequeñitas en el clítoris, pero finalmente lo descarta, demasiado recargado, piensa.
Mientras llega D. Joaquín repasa pequeños detalles y como siempre se siente satisfecha con su trabajo. Sabe que es muy buena. En poquísimo tiempo a conseguido que aquel animal luzca resplandeciente. No obstante queda pensativa, mirando su obra, y sabiendo que algo se le escapa. El animal esta magnifico, Perfectamente maquillado, con colores fuertes y llamativos, el peinado perfecto, recogido para que no moleste en su labor y realce su belleza natural, los pechos destacados con un ligero toque de color en los pezones y rematados por las campanillas. Y el resto del cuerpo desnudo, sin nada más que su belleza natural, dejándolo que luzca su encanto. Además aquel animal pude lucirlo tranquilamente. Es alta, esbelta, con piernas firmes y un vientre perfectos. Pero lo que más le gusta a la cuidadora es el culo. Sencillamente perfecto, espectacular, y no sería menos la espalda si los codos y las manos dejaran que la luciera. Lástima que tenga que llevarlos encadenados justo en este lugar. Pero claro, que le van a hacer, en algún lado tendrán que poner los codos y los brazos del animal……esta ella en sus pensamientos y divagaciones, cuando se da cuenta que le falta algo, justo eso es lo que la tenia intranquila. Falta brillo. Con un aceite especial unta todo el cuerpo de la esclava, que ahora si reluce con todo esplendor.
Incluso D. Joaquín se sorprende un tanto al llegar.
-Coño eres buena. No reconozco a este animal. La creía más vieja y desgastada. Esta estupenda. Bueno, a ver si conseguimos algo.
-Solo le falta una cosa…..bueno un par de cosas.
-si si, dime
-La primera es evidente, si vas a venderla, ese collar y esas cadenas no son los más apropiados. Y lo segundo…………bueno tu sabes mejor que yo que este animal es muy activo sexualmente y no creo que consigas.
-Si, lo sé perfectamente. Es una guarra incorregible. ¿Qué ha hecho esta vez?
-Se ha corrido como una perra mientras le untaba un poco de aceite. Ella cree que no me he dado cuenta, pero llevo ya muchos años en mi oficio para que se me escape algo así.
D. Joaquín la interrumpe de forma casi violenta, coge de la pared una cadena que une con un grueso candado al collar de Puta, y mientras sale maldiciendo se despide de la cuidadora
-Lo sé perfectamente. Y ese es uno de los motivos para que me deshaga de ella. Y por cierto no la vendo, esto ya no es vendible en ningún sitio. Solo voy a intentar colocarla como desecho de alquiler.
A no más de dos manzanas, a las que han tardado solo unos minutos en llegar, pues los tirones y maldiciones del amo no han cesado mientras aceleraba el paso, entran a una viejo y rancio lugar donde les recibe un hombre con aspecto siniestro y sonrisa falsa.
-Hombre D.Joaquin ¿que haces tú aquí?
-Tengo un negocio para proponerte.
-Tú dirás.
-Yo te dejo este animal para que lo alquiles. Las ganancias serán a medias. ¿Aceptas?
-Yo trabajo con mis propios animales. No alquilo los de otros.
-De acuerdo. ¿Cuanto me das por este?
El siniestro personaje, que desprende un rancio olor a orín y suciedad, se acerca más a ellos y coge la cadena que don Joaquín mantiene tensa.
El la tensa aún más, hasta tener a Puta a solo unos centimetritos de su cara.
Ella no deja de mirar al suelo, mientras oleadas de pánico y miedo recorren como un frió escalofrío todo su cuerpo.
-Ummmm. No. Este animal no vale nada. No conseguirás venderlo en ningún sitio, tú lo sabes perfectamente Joaquín.
-Bueno y entonces qué quieres que haga, a mi ya no me sirve para nada.
-no se es mi problema ¿porque vienes a mi negocio?
-Si, tienes razón, no sé qué coños hago aquí. Me voy.
-La única solución que tienes es deshacerte de ella, y eso requiere un papeleo y un coste solo en trámites que no vale la pena.
-Si Blas, lo sé. Bueno ya veré lo que hago. Gracias por escucharme.
-Y el caso es que da pena, porque el animal no es viejo, y parece conservarse bien……..
-Bueno lo quieres o no. Si estas pensando en que te lo regale, ni lo sueñes.
-Tu no has regalado nunca ni unos buenos días, viejo amigo
Aquel viejo amigo suena con tanta crudeza y sarcasmo, que casi parece un insulto.
-Adiós Blas
-¿Y si hacemos una casa? Tú me dejas al animal, y del total de beneficios que saque dentro de un año, te llevas el………30%
-Vale.
No ha dudado ni medio segundo. Y eso es porque si el otro hubiese insistido seguramente se la habría regalado.
-Lo único, Joaquín, que si tengo perdidas, también tendremos que repartírnoslas.
-Si, vale, tú intenta sacarle partido y nos vemos dentro de un año.
-Hasta el año que viene amigo.
En esta vida la suerte lo es todo. Y eso es lo que piensa el dueño de la fábrica de piensos cuando sale de la vieja tienda de alquiler de animales del que fuera en otros tiempos su socio y amigo.
Ya hace mucho tiempo que dejaron de hablarse, y de ser grandes amigos en su infancia y primeros pasos en los negocios, pasaron a odiarse el uno al otro casi con la misma intensidad.
No les ha tratado igual la vida. Mientras uno tiene éxito, progreso, y familia, el otro es un viejo sádico, que malvive regentando el pequeño comercio de alquiler de animales de desecho. Su clientela deja poco dinero, pues conviven con mugre y miseria. Allí solo se acercan granjeros arruinados, dueños de pequeños bares y algún que otro propietario de puticlub de saldos. Y estos son los mejores.
Puta se da cuenta de su nueva condición nada más cerrar la puerta de salida su antiguo amo. El nuevo se acerca y con sus manos rugosas y grasientas le soba las tetas e introduce sus dedos todo lo que puede en su coño.
Tirando con brusquedad amarra la cadena del cuello a corta distancia del suelo y acto seguido y de un solo golpe la penetra por el culo.
Es rápido, limpio, y apenas tiene tiempo la esclava para gozarlo. Sin embargo un estremecimiento en sus piernas la delata.
El dueño, que es perro viejo, se da cuenta al instante del detalle y cuando termina, se sube rápidamente los pantalones y desengancha la cadena, tirando de ella con firmeza.
La introduce en una oscura y húmeda habitación con olor a orines y moho. Al principio no se da cuenta, pero al acostumbrar sus ojos a la luz se da cuenta que no están solos, a lo lárgate la pared, de pie y enganchadas por el cuello hay por lo menos 8 o 9 esclavas. Ella es también enganchada tocando su nariz casi a la pared.
La cadena apenas le permite torcer el cuello, pero finalmente distingue la silueta de las otras esclavas.
Lo que puede ver es tan horrible que entiende por fin que aquel sitio debe ser lo más sórdido de la isla. Todas son esclavas entradas en años, alguna seguramente rondara ya los 35 años. Y también cada una de ellas refleja en su físico las marcas de los años pasados. Una seguramente ha sido propiedad de un amo caprichoso pues luce, o padece, unos enormes pechos desproporcionados, que hacen compañía a unos labios y unos pómulos también retocados artificialmente. No es feo, pero aquellas proporciones son evidentemente fingidas. Nadie puede tener unos pechos tan grandes. Se fija bien en ella y descubre sus sufrimiento, la cara de padecimiento con gestos de constante dolor. A las dos o tres horas de permanecer en aquella postura lo entenderá: Aquella mujer llevara horas o días allí amarrada a corta distancia de la pared de pie, subida en unos enormes zapatos de tacón y sus piernas apenas son ya capaces de aguantarla. No puede quitárselos pues una cámara las vigila constantemente y seguramente el castigo por hacerlo es horrible. Justo a su lado izquierdo se distinguen claramente las señas de los castigos de otra esclava. Tiene cicatrices superficiales de latigazos por toda la espalda, el culo y las piernas. Aquellas señales ya no desaparecerán nunca. Su cuerpo es muy atractivo, casi espectacular, alto, esbelto, muy proporcionado, pero las señas de que durante mucho tiempo ha sido animal de tiro, o trabajado en alguna noria, o...Bueno sencillamente su amo era aficionado al látigo, son más que evidentes. Un poco más lejos otra esclava cambia constantemente de un pie a otro el peso del cuerpo, ya no aguantará mucho más. No es muy alta. Más bien es bajita, a pesar de los grandes zapatos de tacón que lleva como todas ellas. Los músculos los mantiene tensionados, y le resulta difícil determinar su edad, pues su cara permanece casi irreconocible. Tiene un enorme aro que le atraviesa el tabique nasal, otro que le cruza la lengua, lo que la obliga a mantenerla siempre sacada, y otros dos en cada oreja. Seguramente no es fea, ni su edad será demasiado grande, pero su aspecto de fatiga y abatimiento es absoluto.
Igual que ella observa a las otras, también se da cuenta que ella está siendo el centro de atención. Todas la miran. Y al igual que ella, estarán preguntándose qué clase de esclava es. Y también es consciente por fin que su aspecto puede resultar algo “raro”. No tiene señales de latigazos, pero sus manos, codos y pies encadenados, no son muy habituales. Bueno tampoco son tan anormales, si eres un animal de tiro y llevas un carro, piensa ella. ¿Porque se fijan entonces tanto en ella? Su conclusión es sencilla, es nueva.
Pasan las horas y no pasa nada. Todas se remueven inquietas. La de las grandes tetas ya ha hecho dos intentos para quitarse los zapatos. En el primero se ha dado cuenta que la cadena que la une a la pared está tan tensa que si se descalza terminará ahorcada. En el segundo se ha quitado un zapato, y tras mirar a la cámara que las enfoca directamente, lo ha pensado mejor y no sin dificultad ha vuelto a ponérselo con ayuda del otro pie.
Así que sigue agitándose cada vez con más nerviosismo. Todas la miran, y todas la comprenden, pues lo que tienen en común es precisamente su atuendo. Todas están completamente desnudas, y con zapatos de alto tacón. En lo demás nada en común. Cada una lleva un determinado maquillaje o peinado, y mientras algunas llevan cadenas en los tobillos, otras no los llevan. O mientras unas llevan encadenadas las muñecas y los codos, otras solo las muñecas. Aquel ha de ser necesariamente un amo terrible, pues nadie habla, y solo ella y dos más llevan el bozal puesto. Todas se miran, a veces con ojos de complicidad y compasión mutua, pero ninguna se atreva a decir una sola palabra.
Seguramente es ya bien entrada la tarde cuando se presenta de nuevo el dueño y situándose en el centro del calabozo- pues no cabria otro nombre para aquel sórdido lugar- habla con sequedad y contundencia.
-Escuchadme bien. Algunas sois nuevas y no sabéis mucho de este lugar. Mi negocio es una tienda de alquiler. Y es de alquiler porque ya no servís ninguna de vosotras para venderos. En realidad os tengo aquí más que nada por compasión. Pero mi compasión y paciencia tienen un límite. Y ese límite no va más allá de 1 semana. Alguna de vosotras lleva aquí ya 4 días, si en dos mas no la consigue colocar en algún sitio, me la quitare de encima.
-No ha dicho quien es, pero los temblores y el pánico reflejados en la esclava de las grandes tetas la delatan- No os preocupéis, y estar tranquilas si lo que os preocupa es la forma en que desapareceréis. Nadie os va a matar. Bueno por lo menos eso me parece. Lo que hace el camión de recogida de sobrantes no lo sé. Os he dicho antes que nadie os mataría, pero eso no es del todo cierto. Yo mismo lo haré si alguna es devuelta por quien la alquile.
El hombre sigue hablando un rato, pero ninguna es capaz de asimilar tanta atrocidad. Cuando termina la que no está temblando, tiene tanto pánico que simplemente es incapaz de reaccionar.
Cuando Puta piensa que no resistirá ninguna de ellas toda la noche en aquella postura, tras marcharse el nuevo amo, unos minutos después, entra y las va desenganchando , y le dan un poco mas de largura a la cadena para que por lo menos puedan sentarse en el suelo.
Cuando vuelva a salir y hecha la puerta metálica de nuevo, lleva con él a la tetuda y a Puta. Un hombre bajito entrado en años y con gafas oscuras está esperando en la entrada de la tienda.
- Esto es lo único que puedo darte por lo que me vas a pagar.
El hombre se acerca- es evidente que no ve muy bien- y no tarda en coger las dos cadenas que le ofrece el comerciante.
-Me sirven perfectamente. Para lo que las quiero…………
-¿Son para el bar no?
-Si. No tengo tiempo de limpiarlo, y cada vez son más guarros la pandilla de golfos y vagos que tengo de clientela.
-¿No te van bien las cosas?
-Para que te voy a engañar, mi barrio no es precisamente del centro, y para dos vasos de vino que se toma alguno, lo tengo que aguantar toda la mañana, o todo el día, pero en fin que quieres que te diga……..
-A ver si tengo tiempo y me paso un día de estos.
-Cuando quieras. ¿Seguro que no me engañas? Esta de las tetas tan grandes no me da buena espina.
Tira de la cadena y se acerca hasta casi rozar a la asustada esclava.
-Que si hombre. Además, para lo que la quieres, tú mismo has dicho que las utilizaras para la limpieza.
Aquella esclava a de verse muy perdida, pues comprende que si aquel hombre decide no llevársela será su fin. Y no duda en cuanto le afloja la cadena en arrodillarse, y con sus enormes tetas haciendo de escoba, recoge los restos de papeles y suciedad del suelo. Y aunque tiene las manos encadenadas a la espalda, aprovecha que no lleva bozal y tras hacer un pequeño montículo de papeles los va recogiendo con la boca y no duda en tragárselos. Ha intentado en todo momento levantar el culo todo lo que podía para que los hombres pudieran ver su culo abierto y la humedad de su coño expuesto y vibrante. Cuando termina se da la vuelta y de rodillas se acerca donde permanece atento y divertido el dueño del bar con el comerciante y sin dudarlo por un solo instante saca todo lo que puede la lengua y lame hasta sacar brillo a los gastados y sucios zapatos.
Los hombres se miran con sonrisa cómplice.
-Bueno, esta si me puede servir, pero la otra, a ver….
Tira de Puta y se la acerca también mucho a su rostro.
Es guapa y joven, ¿cómo ha terminado aquí?
-Pues no se es que a veces…
-Ya, no me digas más. Mira la señas de la teta, y además si no me equivoco….
Tres dedos son introducidos sin miramiento en su húmedo coño, que rápidamente reacciona. En solo unos segundos sus caderas ya tienen vida propia y se balancea adelante y atrás esperando y deseando que el hombre continúe y tenga la suerte de que meta otro dedo por el culo.
- Lo ves, es superior a ella. No puede controlarse. Si la dejáramos suelta se mataría ella misma a pajas. Por eso lleva tantas restricciones. Bueno, no hay problema. Le dejares las cadenas y el bozo por lo pronto, y si se le ocurre correrse sin mi permiso, seguramente maldecirá haber nacido, si es que no lo ha hecho ya.
Los dos hombres vuelven a sonreír cómplices de sus ocurrencias.
-Vale, me las quedo las dos. En tres meses si me va bien, renovamos el contrato, o igual te las compro, no se….
-No vemos entonces la semana que viene, yo me paso por el bar.
Aquel local sucio y destartalado seguramente solo tiene de bar el nombre.
Situado en una esquina de un barrio marginal de la ciudad, al lado de una zona de almacenes, una casa vieja y corrompida por la humedad y los años sirvió al dueño para utilizar los bajos de dicha vivienda y abrir un garito apestoso y decrepito. Si la calle donde se encuentra y su aspecto exterior son depresivos y tristes, en su interior no se puede encontrar nada mejor.
Una sola barra al fondo y tres o cuatro mesas viejas son todo su mobiliario.
Tan solo unas cuantas bebidas alcohólicas detrás de la barra y un tirador de cerveza puede ser todo el parecido de aquel antro a un bar normal.
En la casa donde han quedado Cerda y Guarra, la tarde trascurre sin demasiados incidentes. La amiga peluquera se presentó al poco rato y llevaba con ella a un hombre que resulto ser un herrero. En poco más de una hora el hombre había conseguido quitar todas las cadenas y el horrible y desgastado collar que restringían los movimientos de las esclavas. Fueron sustituidos por otros, también de acero, pero casi nuevo, Las manos en vez encadenarlas a la espalda fueron sujetas delante y con un poco mas de holgura, y en los pies, tras comprobar la altura de los escalones, la medidas de las cadenas fueron ajustados a esta altura. El collar, si bien más grueso, era más ligero.
Los zapatos fueron cambiados por unos nuevos de altísimo tacón también, pero de charol reluciente en negro y cerrados en la punta. El vestuario fue completado con una cofia blanca preciosa insertada en un recogido moño muy estilizado del que caían dos o tres mechones de pelo, y un mini delantal, también blanco y con terminaciones de fantasía que cubría desde la parte baja del ombligo hasta justo por encima del pubis. Se ataba por detrás con sendas tiras de la misma tela. Unas medias negras con ligero totalmente blanco fue el complemento perfecto.
Eran dos doncellas y lo parecían realmente. Se sorprendió la nueva ama, se sorprendió su hija, el marido quedo con la boca abierta cuando las vio, y hasta las propias esclavas al verse la una a la otra quedaron encantadas. La verdad es que seguían siendo dos jóvenes y atractivas esclavas con un cuerpo y una belleza totalmente sensual y espectacular.
Solo si alguien se fijaba en la marca del culo podía deducir que habían sido de otro propietario, o las señas en las tetas que las delataban como animales conflictivos por diversos motivos. Pero las sorpresas no acabaron aquí. Cuando la peluquera hubo terminado y todos pudieron admirar las nueva compra, la estilista de animales se acerco a su amiga y tras consultarle, de dirigió directamente a las nuevas doncellas. Estas, por propia experiencia seguían expectantes y con la mirada clavada en el suelo, todos los detalles del suceso en el que ellas eran evidentemente las protagonistas.
-Como sabéis ahora sois propiedad de un nuevo amo. Esta es una casa con reconocido prestigio, admirada y querida por mucha gente. Y eso ha de seguir siendo así. Solo esperamos todos que ninguna de vosotras meta la pata. Sabemos lo que sois, y eso no lo podremos cambiar, pero si al menos disimular. Las normas básicas que tendréis desde este momento son las siguientes.: Podéis hablar, cuidado, solo con los amos, siempre que pidáis permiso para ello. Para no perder las formas, cada vez que os dirijáis a ellos empezareis o terminareis la frase con la palabra amo. Está claro?
-Las dos esclavas están atentas y sus reflejos son rápidos. Las dos contestan al mismo tiempo.
-Si ama.
Una de ellas, Guarra concretamente, casi cae al suelo de la sorpresa y la fuerza de la bofetada que le atraviesa la cara.
-Además de sucias y depravadas sois entupidas. Es que no prestáis atención cuando se os dice algo? La mujer queda expectante pues espera una respuesta.
Y la respuesta tarda unos segundos pues las dos esclavas son conscientes que la siguiente bofetada está al caer y no terminan de entender por qué. La propia guarra se da cuenta por fin.
-Volviéndose donde está su nueva ama y sin levantar la mirada del suelo le habla.
-Puedo contestar ama?
-Bien, muy bien. Cuando se presta atención se comprenden las cosas.
-Si, contesta a mi amiga.
-Hemos entendido perfectamente ama.
Nueva bofetada.
-No entupida, yo no soy tu ama. Tus amos solo son mi amiga, su marido y su hija. Cuando te dirijas a mi llámame simplemente señora, o si es alguien importante excelentísima señora.
La mujer mira al cielo y en un gesto de paciencia continua.
-Norma número dos. Me dice mi amiga que habéis sido hasta ahora animales de tiro. Igual os habéis pensado que habéis dejado de serlo. No os confundáis, seguís siendo animales, solo que ahora sois animales domésticos. Y como es lógico nadie quiere tener animales peligrosos o ariscos en casa. Prefiere tener animales sumisos y cariñosos. Que quiere decir esto? Como no sois muy listas os lo explicare. Nunca, repito, nunca, estaréis de pie delante de vuestros amos, a su misma altura. Habréis de estar siempre por debajo. Ni que decir tiene que cuando os crucéis con ellos también habréis de arrodillaros al pasar ellos…….
Las mira a las dos, esperando su reacción.
Si esta vez esta claro, en un segundo las dos se arrodillan.
-Correcto. Ellos están delante, vosotras no podéis estar de pie. Pero no es esa la postura. A ver, culo levantado, arriba. Las rodillas en el suelo y las pantorrillas y los muslos en tensión….espalada recta…bien…manos a la nuca y pechos fuera. Perfecto. Así estaréis hasta que ellos os manden algo o sencillamente se marchen. En este momento el herrero está colocando en la cocina y en alguna de las habitaciones un arnés y una cadena de la que os engancharan alguna vez los amos si creen que debéis permanecer en ese lugar. No sé donde querrá mi amiga que durmáis, pero lo normal es que la domestica duerma en la cocina y tu doncella particular en tu habitación, por si necesitaras algo en algún momento de la noche. Resumiendo y para no perder mucho el tiempo con vosotras, os diré que vigilareis especialmente tres cosas. Como estáis, donde estáis, y como os comportáis. Como estáis: Os he puesto el traje a las dos de doncellas. A mí me parece bonito, pero eso es una elección de mi amiga. Lo normal es tener los animales domésticos desnudos lógicamente, pero a mí este traje y las medias me parecen interesantes- mira a su amiga mientras habla- fíjate que no tapando nada si insinúa y resalta muchas cosas. Bueno pues procurad no ensuciarlo y cuidarlo como si fuera vuestra propia vida. Dónde estáis. Lógicamente en donde os lo digan vuestros amos, pero si no, la domestica en la cocina y la particular en la habitación. Y como os compartáis, bueno, ya os he explicado lo básico, pero depende de vosotras lo buenos animales que lleguéis a ser. Tengo una clienta a la que arreglo la mascota. Es un encanto de perrita. Cuando la compro pensaba hacer de ella un animal de tiro para su granja, pero término quedándosela como perrita. Y es que se nota que adora a su ama. Si se sienta, ella rápidamente se sitúa delante para que ella no tenga los pies en el suelo, si se le cae un trozo de comida de la mesa, ella lo recoge con su boca sin tardanza y se lo ofrece. Si esta parada y su ama está cerca, no deja de lamerle los zapatos….no se detalles que no les ha enseñado nadie, pero que dicen mucho de su condición de animal domestico.
-Eres un sol amiga mía.
-No. Simplemente hago bien mi trabajo.
Todo parecía que había sido aclarado. El nuevo amo se quedo mirando a su mujer e hija, pensando para sus adentros, que una vez más las dos mujeres hacían su voluntad, y él se quedaba esperando. No es este el deseo que la tenia, ni había comprado aquellos dos animales para esto.
En el bar la tarde trascurre tranquila, como siempre. Solo unos cuantos clientes sentados en las mesas tomando café y el tiempo pasando lentamente. El dueño había decidido usar a cada una de sus nuevas adquisiciones para una tarea en su local, asegurándose antes que cada una de ellas hará bien su trabajo.
-A ver tú, te llamas Puta, por lo que pone en tu teta. Estoy seguro que lo eres. Bien, voy a ser generoso y te quitare el bozal que llevas puesto. Hablaras solo cuando yo te lo diga, lo tienes claro?
-Si amo
-Bien. Tú te vas a dedicar a servir las mesas y tener contentos a los clientes. Como no me fío mucho de ti, te voy a dejar las cadenas que te pusieron en las manos y los pies. También te colocare un arnés a la cintura que servirá para que lleves los pedidos a las mesas.
Y tu cómo te llamas?
-No tengo nombre amo.
-Como coño no vas a tener nombre? Como te llamaba tu último amo?
-Nunca me hablaba amo.
-Joder que gente más rara hay por el mundo. Bueno pues te llamaras…………..tetuda. A ver, tetada, tú tienes básicamente dos trabajos, uno mantener limpio el local, y otro poner en la bandeja de puta lo que ella te pida. Por supuesto si alguien te lo pide en la barra también es cosa tuya.
A ti te voy a soltar las manos y te las encadenare por delante, para que puedas trabajar bien. Las cadenas de los pies te los voy a dejar. No me fío de ninguna de vosotras. Si alguna intenta irse, o simplemente salir del local sin mi permiso la mataré directamente. Si veo que no atendéis bien a los clientes os mataré a latigazos. Y por último, si alguna se corre sin mi permiso, le arrancare el coño con unas tenazas, textualmente, con unas tenazas le destripare sus partes.
Mientras habla ha soltado las cadenas de las manos de tetada y las ha vuelto a encadenar por delante. No puede evitar excitarse mientras trastea tan cerca de aquellas enormes tetas.
-Coño………me he puesto cachondo.
Pasan unos segundos y una expectación parece que flota por el aire.
-Como es la primera vez, lo voy a repetir, pero será la última. Coño, parece que me he puesto cachondo….
Unos segundos más, y por fin las esclavas comprenden. Tetada baja rápidamente la cremallera y saca el eminente miembro de su nuevo amo. Las dos de rodillas se dedican a succionar y sacar todo el jugo de la polla de su amo. Se turnan, las dos a la vez, y como ya tienen experiencia, no dejan escapar ni una gota, cuando esté se corre. De nuevo tetada delicadamente, casi amorosamente guarda el pene en su sitio y cierra de nuevo la cremallera.
-Bien, no sois malas. Un poco lentas, pero voluntariosas. Espero ese mismo esmero con los clientes. Vamos a ver, en poco más de una hora empezara a llegar gente. Mientras llegan voy a bajar unas medias preciosas que tengo en mi cuarto. Tú te pones unas y otras se las pones a puta. Zapatos no tengo, pero esos que lleváis están bien Cuando termines, tú te pones en la puerta a esperar a los clientes, mientras tetuda va barriendo el local y poniéndolo bonito. Acompañaras a los clientes cuando entren y si se sientan en alguna mesa, tetuda te pondrá el artefacto este y les servirás allí. Si se acercan a la barra, tú te vuelves a la puerta y tetuda les servirá. Está claro todo?
-Si amo- Contestan las dos al unísono.
Cuando baja de su dormitorio y les entrega las medias que les había dicho, aprovecha para dar unas últimas instrucciones. .
-Es muy importante mantener a los clientes contentos. Yo estere por aquí. Como conozco a estos salvajes estoy seguro que querrán hacer cosas con vosotras. Aprovecharemos el cuarto de atrás, donde tengo el almacén.
Las medias no son nuevas, pero si llamativas y atractivas, negras y con fantasías una de ellas, terminadas ambas en ligero.
Tetuda se puso sus medias rápidamente haciendo equilibrios sobre sus zapatos, y con algo más de dificultad vistió a su compañera también que no podía hacerlo sola al tener los brazos encadenados a la espalda
Ya estaban preparadas para trabajar.
En la casa del granjero la nueva vida de Guarra y cerda paso en pocos días de la incertidumbre a la monotonía. La labor de ambas consistía básicamente en satisfacer a sus nuevos amos, o más bien a sus nuevas excéntricas y caprichosas amas.
Madre e hija, lesbianas incorregibles y sádicas depravadas aprovechaban cualquier momento para satisfacerse y torturar y humillar a sus nuevos juguetes.
Cerda fue encadenada a la barra que recorría la cocina, y solo la soltaba la repelente hija para subirla a su dormitorio y hacer todo lo que a su mente calenturienta y sádica se le ocurría. Su trabajo era hacer y servir la comida y mantener limpia y pulcra la cocina. Dormía en el suelo, acurrucada en un rincón. Se despertaba con las primeras luces del día y preparaba el desayuno de los tres miembros de la familia. El primero en llegar siempre era el amo, que nunca desayunaba con la hija y la esposa. Se sentaba soñoliento en un extremo de la mesa y de recojo, casi con timidez, observaba como la esclava le serbia el café y las tostadas untadas de mantequilla. Ella se sentía observada y podía notar la excitación del hombre, que aumentaba cuando se le acercaba en silencio y solo podía escucharse el tintineo de la cadena del cuello y los grilletes al andar, acompasados con el clic de los tacones. Cuando la bebida y las tostadas estaban servidas la esclava se arrodillaba al lado de su amo, casi rozándolo, y con las manos en la nuca y la espalada totalmente recta sacaba los pechos todo lo que podía. Sus rodillas en el suelo, el culo levantado y las piernas completamente abiertas. El hombre comía, miraba, casi siempre de reojo, y alguna directamente, y reprimía las ganas de poseer allí mismo lo que el había pagado. Ningún hombre normal podría resistir tener una hembra de aquellas características a su lado, desnuda y ofrecida de aquella manera, y no desearla.
Pero era conocedor de que sus dos queridas mujeres, esposa e hija, ya estarían despiertas y a punto de llegar. Así que siempre suspiraba cuando terminaba, y dirigiéndose a la pared desenganchaba la cadena que unía el collar de la esclava a la barra situada en la pared y tirando de ella sacaba a esta a la parte trasera del jardín de la casa. Allí un trozo de terreno había sido acondicionado con arena y tierra. La esclava sabía que aquel era el momento de desocupar sus intestinos. El amo no tenía ni tiempo ni paciencia, así que en menos de tres minutos tenía que hacer sus necesidades. Estaba acostumbrada a que la observaran y terminó por casi no importarle. Se dirija dócilmente a la arena, y mientras el amo le daba toda la largura a la cadena, ella se agachaba y desocupaba sus intestinos. Rápidamente cogía una pala y entraba los restos, y con la misma rapidez se acercaba a un cubo con agua y jabón y limpiaba concienzudamente sus partes íntimas. El amo seguía excitándose cada vez más. Pero también seguía reprimiéndose y todo su ardor se calmaba alguna que otra vez con una sonora palmada en el culo cuando se dirigían de nuevo a la cocina. Aquí era de nuevo enganchada la cadena al tubo de la pared y el amo se marchaba.
Ella quitaba rápidamente los platos y tazas usados y se preparaba mas tostadas y café caliente. Aprovechando el espejo de la puerta de un armario siempre dedicaba estos momento para retocarse el pelo y la cara, estirar y quitar alguna posible arruga de la cofia y el mini delantal que cubría su ombligo y anudar y apretar el nudo de este. Revisaba el maquillaje y tras lavarse con rapidez la cara en el fregadero, sacaba el maquillaje que el ama le había comprado y que guardaba en una cajita con los detergentes y artículos de limpieza, y con maestría y una eficacia insólitas se maquillaba al gusto que ella sabia agradaba a sus amas. Es decir, labios rojos muy fuertes, un poco de color en las mejillas y negro suave en las pestañas, con una sombra de azul muy suave en los parpados.
Un rojo más ligero también en los pezones y rosa pálido en los labios del clítoris. Conocedora de que a las amas les gustaba encontrársela en perfecto estado, se acostumbro a hacer todo en pocos minutos, y con bastante buen resultado, pues cuando las dos entraban en la cocina, siempre lo hacían juntas, ella las esperaba en su rincón convenientemente aseada, lavada, perfumada, maquillada. En su rincón, arrodillada, la mirada al suelo, las manos en la nuca y el culo levantado y las piernas abiertas.
Esperaba que ambas estuvieran sentadas, para pedir permiso.
-Puedo hablar ama?
-Si
-Sirvo ya el desayuno ama?
-Si
Como un resorte se levantaba y servía el café y las tostadas, y al igual que con el amo, se situaba de rodillas al lado de la mesa.
La diferencia era que el amo contenía las ganas, pero ellas no se reprimían en absoluto. La madre solía ser más tranquila, tras haber pasado la noche con guarra, pero la hija siempre bajaba al desayuno con la cabeza calenturienta de la noche anterior. Eran momentos tensos para la esclava.
A la joven le encantaba tirar pedacitos de tostada al suelo para que su nuevo juguete los recogiese con la boca, o hacia que se le derramase la leche para que esta tuviese que lamer los restos del suelo. Madre e hija se divertían calladamente viendo como su esclava se arrodillaba y lamia con fruición el suelo mientras no reprimían tocar las partes más íntimas de la infeliz mientras permanecía agachada.
A pesar de todo fueron momentos relativamente tranquilos y para la fogosa esclava casi diríamos que felices. El trabajo era sencillo, nada agotador, y lo mejor de todo, la inexperiencia de las nuevas amas, que descubrió la observadora esclava, le permitió hacer cosas que antes le resultaban impensables. Así, había pasado tanto tiempo con una abstinencia total de sexo, que llego a ser casi la peor tortura que padeció. Aquí sin embargo pasaba horas y horas sola en la cocina con el tiempo muerto como único compañero. Al darse cuenta que las nuevas amas no sabían ni imaginaban lo que había estado haciendo, su desbordante imaginación y su ardor sin límite hicieron el resto. Empezó por masturbarse una vez al día y rápidamente utilizando solo sus manos. Pero en muy poco tiempo descubrió que una cocina podía ser mucho más divertida de lo que parecía. Y término utilizando cucharones, palos de fregonas y escobas, y toda la fruta imaginable. Pasaba horas y horas masturbándose. Ella misma fue la primera sorprendía al comprobar que su apetito sexual no conocía limites.
Su otra faceta, que no desconocía, pero que también le sorprendió fue el placer y el estasis con el mismo sexo. Por lo menos dos o tres veces en la semana la hija de los amos bajaba a la cocina, desenganchaba la cadena de la pared y la subía a su habitación. Aquí la joven y la esclava daban rienda suelta a sus fantasías y lujurias mas depravadas. Y más de una noche no tuvieron fuerzas para volver a la cocina y termino pasando la noche encadenada a los pies de la cama de la joven.
Su compañera casi había corrido su misma suerte, o más, segur el punto de vista que se mirase. Lo peor de todo es que a ella nunca lego a gustarle el sexo con las mujeres, y todo lo que su ama le pedía lo hacía forzadamente. Por eso cada noche para ella era como un trabajo cuando tenía que hacer todas las cosas inimaginables que su ama le pedía. Su autentico momento de placer era el momento en que se quedaba sola y habría el armario donde el ama guardaba un autentico arsenal de los más variados juguetes sexuales existentes en el mercado. Termino por hacerse una autentica experta en su utilización, y estos llegaron a ser sus auténticos momentos de placer.
La monotonía era interrumpida siempre por los sábados.
Las amas invitaban sus amigas.
Aquellos significaba que las dos esclavas eran encadenadas primera hora en la barra de la cocina y se dedicaban toda la mañana a preparar la comida de las invitadas.
Poco antes del medio día llegaba la amiga peluquera y se dedicaba a ciclar a las esclavas.
Aseo en profundidad, maquillaje cuidado y refinado, peinado nuevo, siempre recogido y discreto, y como un día especial que era, uniforme limpio y a ser posible nuevo. Aquel Sábado concretamente llevo una cofia pequeña en blanco con ribetes negros de fantasía, que coloco con especial esmero delante el moño y tras la gomina que mantenía el pelo recogido.
También era nuevo el delantal. Blanco brillante.
En el bar nada imprevisto sucedió con la llegada de las nuevas esclavas. A media tarde llegaban algunos clientes, la mayoría parada y jubilada. Se sentaban en alguna mesa y esperaban a que puta se acercase a servirles. Muchos bares de la ciudad utilizaban esclavas para servir y aquello no pareció sorprenderles. Miraban encantados, eso sí, entre divertidos y excitados, cuando la hermosa y espectacular hembra se acercaba a la mesa y con el tintineo de los grilletes de los tobillos y el movimiento oscilante de sus tetas les preguntaba que querían tomar.
Nunca empezaban la partida de dómino haza que la esclava no regresaba a la mesa y todos contenían la respiración cuando ella se acercaba haciendo equilibrio para no tirar las consumiciones que Tetuda había colocado sobre la bandeja que colgaba del collar de Puta. Su movimiento de cadres se acentuaba caminando sobre aquellos enormes tacones. Cuando llegaba a la mesa cuidadosamente se inclinaba para que su bandeja se apoyase sobre la mesa. Por supuesto tenía que esperar que fuesen los propios clientes los que cogiesen las bebidas, pues ella tenía las manos y los codos encadenados a la espalda, pero también era el momento en que su culo quedaba empinado y expuesto. Ella sabía muy bien lo que tenía que hacer. Se habría de piernas y su sexo quedaba así abierto y expuesto también. No llego a servir ni una sola mesa sin que algún cliente o todos, la sobaran el culo, le acariciasen las tetas, o metiesen los dedos o alguna botella, o los objetos más variopintos dentro de su húmedo coño.
Hasta que la ultima bebida no había sido retirada de la bandeja permanecía agachada, y más de una vez tuvo que aguantar en esta postura durante todo el tiempo que los clientes estuvieron en la mesa, horas incluso.
Cuando entrada la noche llegaban más clientes el propio amo se ocupaba de que la esclava quedase libre lo más pronto posible para que sirviese todas la mesas. Se paseaba entre los clientes, charlaba con ellos, jugaba alguna partida o cerraba los tratos que después de cerrar las esclavas se ocuparían de cumplir. Para poco después de la media noche ya no quedaba nadie, y era el momento de terminar la jornada. Raro era el día que no tenían que satisfacer a algún cliente, y solo los fines de semana había que guardar turno pues llegaban a juntarse entre ocho o diez. No eran hombres ni delicados, ni exigentes, ni aseados, ni ricos. Así que en la habitación que había detrás del almacén, y en un camastro viejo con una colchoneta aún más vieja, hacían las esclavas sus servicios.
Cuando el último cliente abandonaba el local, el dueño lo acompañaba y echaba la puerta. Se iba entonces hacia la barra y desenganchaba a tetuda de la cadena a la que permanecía enganchado su collar. Era una cadena larga que le permitía comerse dentro de la barra, pero no salir de ella.
La esclava se lanzaba con rapidez y barría, fregaba y aseaba el local y las mesas.
Mientras su amo se sentaba en una de las mesas y hacia la caja, o algún pedido, Generalmente no le apetecía, pero puta se arrodillaba a su lado por si tuviese ganas su amo de alguna mamada o cualquier otra cosa.
Lo habitual es que terminase en unos momentos y se relajaba entonces viendo como su tetuda esclava se afanaba a toda prisa en la limpieza del local. Aquellos saltitos que daban con sus tacones por los grilletes de sus tobillos, el balanceo constante de sus tetas, las posturas forzadas de las manos encadenadas por delante, y su completa desnudez, terminaban por excitarlo. Puta permanecía muy atenta, y a la más mínima señal su boca permanecía receptiva y húmeda para lamer el miembro de su amo.
Era mucha la maestría de aquella esclava y vasa siempre terminaba por correrse rápido en su boca. Tetuda los observaba y sabía que le quedaba muy poco tiempo para terminar. Hacer esperar a su amo era lo último que ella quería.
El amo abría entonces una iqueña puerta que daba a in minúsculo patio donde un desgastado inodoro y un barreñ