Vida animal

Aventuras de una esclava sumisa y sus correrias por el mundo. Acabando por fin en una isla especial.

Muy pocas cosas ocurrieron en la subasta de aquella noche. Desgraciadamente no fue una de las piezas vendidas, y tendría que esperar otra semana hasta la siguiente.

Ya casi empezaba a estar preocupada. ¿Qué pasaba con ella? ¿Por qué no pujaban lo suficiente? Desde luego era consciente de la competencia a que estaba sometida. Todas sus compañeras eran jóvenes y atractivas, pero ella a sus 26 años también era bastante sugerente. De hecho, se consideraba una mujer muy atractiva. Tenia una cara muy llamativa, con grandes labios y ojos expresivos. Sus grandes y proporcionados pechos y atractivas piernas siempre habían sido un poderoso reclamo para las diferentes casas de subasta por donde había pasado. No. Definitivamente pensaba que no era el físico el problema. Sé savia atractiva y guapa.

¿Y su comportamiento? Siempre fue una alumna aventajada en las casas de doma y entrenamiento. Sabia perfectamente como tenia que comportarse delante de los compradores. La mirada siempre baja, la cabeza ligeramente inclinada hacia delante, los brazos en la espalda cuando estaban sueltos, el andar lento y moviendo ostensiblemente las caderas. Los pechos lo mas afuera posible y las piernas siempre abiertas. En definitiva, conocía al dedillo que tenia que hacer y que no. Por ejemplo, mirar directamente a un comprador, o mostrarse ansiosa, y sobre todo, estar muy atenta a cualquier atisbo de voluntad del potencial amo, y cumplirlo ciegamente y al instante.

Realmente pensaba que aquella noche seria vendida. Le toco salir en tercer lugar. Las dos compañeras que salieron antes que ella fueron adjudicadas rápidamente. Una solo llevaba 2 meses en la casa, pero con 20 años y su físico solo duro en la tarima 2 minutos.

La siguiente, poco más. En cuanto un comprador decidido la observa bien y se supo el dato de su virginidad anal, fue dicho y echo. Adjudicada.

La cosa iba estupendamente aquella noche, habían pasado 10 minutos y ya estaban dos piezas adjudicadas. Y esta alegría se contagia al subastador que la presento de forma impecable: Caballeros, permítanme ofrecerles a continuación una delicatesen apta solo para los paladares más exquisitos. Es guapa, atractiva, sumisa, y les complacerá sin dudarlo en cualquier menester que quieran encomendarle. Tiene experiencia y evidentemente esta experiencia tiene un precio. La puja empieza con 5 millones.

Salió al estrado convencida que aquella seria su noche. Saco los pechos todo lo que pudo. Sus andares fueron los mas insinuantes. Y fue ella misma la que dio vueltas a un lado y otro para que la observaran bien. Sabia que estaba imponente. La habían maquillado de forma llamativa, pero no escandalosa. Su pelo largo castaño havia sido recogido en un coqueto y apretado moño. Todo su cuerpo se había untado con aceite perfumado, y por supuesto- normas de la casa- havia tomado una bebida que le puso la libido por las nubes. Su absoluta desnudez- su vestuario en las subastas consistía en unos zapatos de tacón transparentes - y él tener que llevar las manos sujetas con unas cadenas a la espalda, y unos grilletes en los pies unidas a estas por una cadena, no hacia mas que aumentar su excitación con cada paso y a cada tintineo de las cadenas.

Subió, como las dos compañeras anteriores, no sin dificultad, al pequeño estrado que había en la lujosa y bien iluminada habitación. Este pequeño entarimado de un metro cuadrado, estaba situado en el centro, y rodado por unos 15 lujosos sillones en los que estaban sentados los 15 compradores, que formaba siempre él numero máximo de la subasta. Estaban separados entre sí por algo menos de un metro, y a su lado derecho una pequeña mesita en la que se situaban los ceniceros, las bebidas, y los objetos personales de los caballeros.

Una vez en el estrado saco pecho, miro al suelo y empezó a dar lentamente vueltas en espera de instrucciones.

Las dos compañeras anteriores se habían rematado por 2 y 3 millones. Por ella se empezaba casi al limite, pero seguro que pujarían. Lo hizo todo de forma impecable. Se arrodillo, se levanto, salto, movió las tetas en todas direcciones, pero no se llego al precio mínimo.

La sensación de desolación cuando bajaba del estrado era terrible.

Un mayordomo de la casa le coloca, incluso antes de haber terminado de bajar, un collar con una gruesa cadena de la que tiro sin ningún miramiento, abandonando casi a traspiés la habitación. Sabia perfectamente donde se dirigían, y los dos días que le esperaban. No se equivoco en absoluto: al final del lujoso y amplio pasillo, una pequeña puerta daba entrada a un oscuro y triste corredor, por el que siguieron avanzando a toda prisa. La tenue luz que proporcionaba una triste lámpara en el centro del corredor, no permitía distinguir, hasta estar más cerca, la gran variedad de mobiliario que componían la macabra decoración con que se adornaba la amplia sala en que acababa este siniestro pasillo. De las paredes colgaban todo tipo de cadenas, argollas, esposas. Y situadas alrededor de toda la sala, jaulas de todos los tamaños. Desde una de 0.30 de altura, por 0.40 de largo, hasta una gran celda de 4 por 4, pasando por una circular de 2 metros de altura por 1 m. de diámetro, que fue donde se dirigió el mayordomo con su pieza. Descolgó del cinturón un manojo de llaves, y abrió con un chirriar la puerta. Cuando la esclava estuvo dentro cogió un candado de uno de sus bolsillos y con él ato la cadena del collar al techo de la jaula. Lo dejo tan tirante que la infeliz apenas si podía mover el cuello. Un centímetro mas, y no podría respirar. Comprobó concienzudamente los grilletes, y pensó que estaban demasiado sueltos. Con aquellos bonitos zapatos, irían mejor un poco más ajustados. La misma sensación le causaron los grilletes de las manos y la cadena que los unía a los pies. Así que decido tensarlos también. Cuando cerro la puerta y esta volvió a chirriar no pudo evitar una sonrisa al ver la cara de angustia que se reflejaba en el rostro tenso de la esclava. Sabia perfectamente lo que le esperaba.

En los próximos dos días nadie aparecería por aquella sala. Estaba de pie, completamente desnuda, subida sobre unos altos zapatos de finísimo tacón. Sus manos y pies prácticamente inmovilizados, y la tensa cadena que unía su cuello al techo de la jaula no le permitía apenas algún movimiento.

La sed la abrasaría, pero también savia que lo peor no seria esto, como tampoco intentar controlar su intestino. Lo terrible seria cuando fueran a sacarla y comprobasen que no havia sido capaz de controlar su vejiga.

Dos días después, y a esa misma hora, dos mayordomos se presentaron en la sala. Iban fumando y su rostro relajados saboreaba las dos copas que les acompañaban.

Se sentaron en unos taburetes, y continuaron su animada charla. Cuando se termino la copa y el cigarrillo, se acercaron sonriendo a la jaula. En ella la esclava luchaba desesperadamente en medio de convulsivos movimientos y suaves gemidos, por no caer de los zapatos. Los dos mayordomos se miraron y la sonrisa se agrando al ver el charco de orina en el suelo de la jaula.

La sacaron y mientras uno de ellos la sujetaba por la cintura, otro le quitaba los grilletes de los pies y las manos. El que la sujetaba la soltó suavemente y sus piernas no aguantaron. Quedo de rodillas, todavía con el rostro convulsionado. Tras unos instantes de espera uno de los mayordomos saco una pequeña fusta que colgaba de su cinturón, mientras el otro cogía la cadena y tiraba de ella sin muchos miramientos. La esclava empezó a andar a cuatro patas. No hubiera podido hacerlo de otro modo. Así también le costaba, pero la fusta que caía sobre su trasero le espabilo los entumecidos músculos.

En la esquina mas apartada de la sala, sé havia aprovechado un entrante en la pared para colocar un retrete junto a un bidet y algunas toallas limpias. Instintivamente cuando llegó la esclava se sentó en el retrete. La cadena del cuello fue sujeta con un candado a una argolla estratégicamente situada en la pared, que permitía el movimiento justo entre el Walter y el bidet.

  • Tienes cinco minutos justos. El tiempo suficiente para que nos sirvamos otra copa.

Sabia que no bromeaba. Si no vaciaba sus tripas, y su intestino y sus agujeros no estaban limpios en ese tiempo, además de nuevos castigos, tendría que esperar al día siguiente, cuando fuese su turno, para desocuparse. Cerro los ojos, se concentro, y por fin pudo desahogarse. Rápidamente se sentó en el bidet y con el jabón lavo a conciencia su ano y clítoris. No savia lo que le esperaba y la limpieza era una regla básica. Había terminado y los dos mayordomos no aparecían. Intentó ponerse de pie, pero la cadena no daba tanto de largo, probó entonces a sentarse, pero tampoco llegaba, así que se situó en cuclillas. Tampoco esta postura, todavía subida en los tacones, le resultaba cómoda, pero después de lo que había pasado en los dos últimos días, y con las manos y los pies sueltos, casi que se sintió bien por un momento, y no pudo evitar sentir un ligero estremecimiento en la entrepierna. Hacia mas de una semana que no le permitían un orgasmo, y en aquella postura. Abrió un poco mas instintivamente las piernas, miro el corredor, y una de sus manos se deslizo suavemente por el ya húmedo clítoris. Aquí ya estuvo perdida. Tenia sed, tenia hambre, tenia sueña, pero sobre todo y por encima de todo quería sexo, desesperadamente necesitaba sexo. Empezó suave y disimuladamente, para continuar de una forma frenética, metiendo los dedos en todos los orificios que encontraba, primero uno a uno, luego con las dos manos a la vez y moviendo acompasadamente las caderas. Dos dedos en el ya chorreante clítoris y otro por detrás en el ano, y moviendo las caderas sin parar adelante y atrás. Los ojos se habían cerrado de placer y cuando estaba a punto de lograrlo los entreabrió por un momento y vio frente a su cara los dos mayordomos que la miraban con cara inquisitorial. Paro en seco, cayo de rodillas, manos a la espalda y mirada al suelo. Ya no-tenia salvación. Le harían lo que quisieran. El silencio se sentía solo interrumpido por la acelerada respiración de la esclava y los restos de sus jadeos. Casi simultáneamente los dos hombres se acercaron mas, y cuando ella se atrevió a levantar ligerisimamente la vista vio a dos centímetros de su cara dos enormes y tiesas pollas. Las engullo como un caramelo. Las estaba paladeando. Aquello no era un castigo, más bien una bendición. Pasaba de una a otra con fruición, como si temiese que alguna fuese a evaporarse. Eran suyas y las quería las dos para ella. Trago con desesperación todos los líquidos que los hombres tuvieron a bien derramar sobre su boca. Ni siquiera se mancharon sus labios. Fue directamente del pene a la garganta. Con avaricia, con desesperación.

Los dos hombres quedaron agotados, doblados sobre sus cinturas. Parecía que les habían absorbido la vida. Por unos instantes no eran capaces de reaccionar.

A ella todo le havia sabido a poco. Demasiado poco, demasiado rápido, y mucha sed para tan poco liquido. Volvió de inmediato a su postura de sumisión, temiendo algo muy gordo, en vista de las caras de enfado que empezaba a intuir en los mayordomos.

Los dos se miraron con complicidad, sabiendo que aquello no había hecho mas que empezar.

Uno de ellos se acerco a la pared y descolgó unos gruesos grilletes con los que ato las manos a la espalda de la esclava. Mientras el otro descolgaba de la pared la cadena y volvían a tirar de ella. Cuando se disponía a levantarse un contundente latigazo en la espalda le indico que fuese a cuatro patas. Así lo hizo hasta la jaula, y conforme se acercaban, intuyo lo que esperaban que hiciese.

-Límpialo con la lengua, guarra de mierda. La próxima vez que te mees encima estarás bebiendo tu orina durante una semana. Quiero el suelo reluciente.

No valía la pena ni dudarlo. Pego su cara al suelo y con la lengua empezó a restregar el suelo donde todavía quedaban algunos restos de orina. Empezó a dolerle la espalda cuando llevaba un rato, pero un nuevo latigazo la espabilo. No era nada fácil limpiar el suelo con la lengua mientras una gruesa cadena cuelga de tu cuello, y tienes las manos atadas a la espalda. Tener que hacerlo de rodillas y desnuda no ayudaban mucho. Sabia que los dos mayordomos esperaban lo que iba a hacer, pero a estas alturas su dignidad poco importaba, así que separo las rodillas, para tener mas punto de apoyo y estar mas cerca del suelo. Ellos, que seguían sentados en los taburetes, sonrieron.

Y no tardaron mucho en estar detrás de la esclava con una tiesa polla dispuesta a ser insertada en el abierto agujero que se les mostraba tan claramente a la vista.

  • Sigue limpiando sucia puta. Y no se te ocurra correrte.

Ella siguió lamiendo el suelo, mientras primero uno y después otro le arremetían violentamente por detrás. Con el primero aguanto pero al segundo ya le resultaba insoportable.

-Amo. Necesito correrme.

Un nuevo latigazo en la espalda fue la respuesta.

Sabia que no lo resistiría, dos embestidas más y se correría sin remedio.

-Amo. Por mi alma. Déjeme que me corra.

Nuevo y contundente latigazo.

-Si lo haces sin mi permiso, te arrepentirás de haber nacido puta de mierda.

En ese momento el hombre saco su polla y derramo al igual que su compañero todo su ya exiguo liquido por el suelo.

Ella pego la cara contra el frío cemento en señal de frustración.

Pero no tardo en comprender, tras un violento latigazo en las nalgas, lo que se esperaba de ella. Se volvió y de nuevo empezó a lamer el suelo para limpiar los restos de semen que se habían esparcido momentos antes.

Los dos hombres se sentaron de nuevo y tras encender dos cigarrillos reemprendieron su charla anterior.

Cuando terminaron de fumar uno de ellos se acerco a la pared y cogió unos grilletes con los que trabo los pies de la esclava.

-Venga, levántate.

Le dijo tras coger la cadena que le colgaba del cuello. Los tres se encaminaron por el corredor- los dos hombres delante, y la esclava dando traspiés y a duras penas detrás- hacia una puerta que daba a una amplia y bien iluminada cocina.

Nada mas entrar le soltaron la cadena, y los dos se sentaron en la mesa amplia y bien surtida de todo tipo de platos que había en el centro de la habitación.

Ella se quedo parada y con la boca abierta. Hacia casi tres días que no comía ni bebía nada. Uno de los mayordomos la miro y desganadamente se levanto, cogió un cuenco que havia en el suelo, seguramente del perro, y tras llenarlo con agua del grifo lo puso en la esquina opuesta a donde estaba parada como una estatua la esclava.

Cuando volvió a sentarse en la mesa y comprobó que no le decían nada, dos lagrimas no pudieron evitar salirle de sus ojos. Comían con entusiasmo, tras el esfuerzo hecho hacia unos momentos. Cuando terminaron, uno de ellos la miro y al ver que lloraba ya de forma clara, le hablo despreciativamente.

-Además de puta, estúpida y viciosa eres débil. Anda, bebe agua.

Ella se lanzo todo lo rápido que le dejaron las cadenas hacia la otra esquina, y se agacho y bebió tan rápidamente, que tuvo que parar en mas de una ocasión por ataques de tos.

Acabó en un momento el agua y volvió a mirar de forma suplicante a los hombres.

-Supongo que tienes hambre ¿Verdad?

Ella le contesto desde el suelo, pues todavía seguía de rodillas al lado del ya vacío cuenco.

-Si amo, tengo mucha hambre.

-Ya suponemos que tienes hambre. Pero tenemos un ligero problema. Tu actitud de hoy no ha sido toda lo correcta que debiera, de hecho a sido totalmente negativa.

Te has meado encima, si no llegamos a tiempo te hubieras corrido sin permiso, nos has hecho que nos corramos nosotros dos veces por tu culpa. En fin, para que seguir, creemos sinceramente que no mereces la comida de hay. Quizá tu piensas de otra manera.........

  • No amo. Soy una sucia y guarra puta que no merece la comida de hoy. Pido perdón por pedirla.

-Bien........Puedes dar las gracias y considerarte afortunada, porque tienes la suerte que hemos sido nosotros los mayordomos que nos hemos encargado de ti, y somos tan magnánimos que hoy podrás comer.

-Gracias amos.

Aunque lo que comió fue lo que quedaba en la bolsa de la comida del perro, y aunque lo hizo en el comedero del perro, le supo tan sabroso como un manjar.

Cuando a continuación llegaron a la gran sala donde estaban las esclavas, fue introducida en su jaula, solo que esta vez no le quitaron los grilletes, sino que sus manos fueron atadas fuera de la jaula. Ella savia muy bien lo que eso significaba. Tenia totalmente prohibido masturbarse, y aquella noche le resultaría imposible resistir. Comprendió entonces claramente cual era su problema en las subastas. Era demasiado fogosa. Daba casi miedo a los compradores, que prefieren alguien menos impetuoso en el sexo.

El mayordomo al cerrar la puerta de la jaula la miro despectivamente y pareció adivinar su pensamiento.

-Eres una puta guarra, y nunca te venderemos si no conseguimos calmar esa calentura.

No entiendes que los compradores son muy listos y detectan tu calentura a dos kilómetros, y eso les retrae cuando pujan. No se lo que va a ser de ti, pero creo que el patrón tiene algo especial para tus calentones.

Se durmió rápidamente, aunque le asustaron realmente aquellas ultimas palabras.

A la mañana siguiente, a una hora muy poco habitual, un mayordomo la llamo.

-Deja lo que estas haciendo- le tocaba limpiar los baños- y vete rápidamente al despacho de Don Carlos

Así lo hizo y cuando entro algo le dijo que aquello no era para nada bueno para ella.

Don Carlos no estaba solo. Un hombre de mediana edad, barba negra y cara muy morena, con atuendo árabe, estaba sentado en unos de los sillones que adornaban el soleado y amplio despacho del dueño. Don Carlos estaba frente a el en otro sillón, y ambos fumaban unos puros enormes.

Se situó de rodillas, delante de su amo y con las piernas abiertas. El extendió la mano y ella la beso.

  • Bueno. Es esta. Como le decía tenemos un problema con ella. No consigo situarla en el mercado a pesar de que como puede usted apreciar se trata de una pieza excelentemente conservada. Desnúdate.

Sin dudar un segundo se puso de pie, se quito la camisa blanca y ceñida, situándola impecablemente doblada sobre una silla. Se quito después la pequeña y ajustada minifalda roja, y también se esmero en dejarla muy bien doblada sobre la silla. Se desprendió entonces de una cofia banca que adornaba su cabeza, doblándola y colocándola encima de las anteriores prendas. Nunca llevaban ropa interior, por lo que su vestuario ahora eran unos zapatos de tacón altísimo en sus pies, y un anillo dorado con el símbolo de la casa de doma y venta en su mano derecha.

-Ven aquí. Este caballero quiere examinarte.

Sabia perfectamente lo que aquello significaba. Levantó sus manos situándolas detrás de la cabeza, y con andar suave y cadencioso, la cabeza ligeramente agachada y mirando al suelo, si dirigió al árabe, dispuesta a que examinara hasta él ultimo recodo de su cuerpo.

Se situó frente al sillón que ocupaba el hombre, y como no le dijeron nada, empezó a dar vueltas lentamente sobre sí misma. Nada parecía interrumpir la mirada penetrante y enigmática del visitante. Fue Don Carlos quien se decidió a romper el silencio.

-En cuanto a su aspecto es prácticamente perfecta. No tiene ninguna marca, y sus formas ya puede ver usted mismo........los pechos grandes y firmes........

-Ella capto rápidamente el tono de su amo, y acercándose inclino la espalda moviendo las tetas a un lado y otro delante del aun imperturbable hombre- el trasero también grande, pero firme, proporcionado y contundente.........- se da la vuelta y mueve las glúteos descaradamente-el ano no es virgen, pero comprobara que no esta en absoluto dilatado- con las dos manos abre las nalgas para que el hombre pueda ver perfectamente su agujero- y en cuanto a las piernas y el clítoris, creo que la perfección es su descripción más lógica- vuelve a colocar las manos sobre su cabeza y se sitúa en cuclillas separando sus piernas todo lo que puede, de forma que su clítoris destaca ya húmedo y sonrojado- ¿Cuál es el problema, dirá usted?

El árabe levanta la mano para hacerlo callar, y su cara inexpresiva, sonríe ligeramente cuando mira a Don Carlos.

-Ya sé cual es el problema.

Don Carlos finge sorpresa y admiración en su rostro, lo que hace que el hombre se decida por fin a abandonar su letargo.

-Esta hembra esta muy mal entrenada. Manifiesta sus deseos y deja asomar sus flujos sin la menor excusa. No me extraña nada que no pueda venderla. Cualquier comprador sabe que una hembra así solo trae problemas. Siempre se dejara llevar por el deseo, y no por el corazón y la sumisión.

-Como siempre me sorprende usted por su sabiduría..........

-No tiene usted que halagarme Dan Carlos. Cuando vi desnudarse a la pieza me di cuanta rápidamente que lo hace con cierto placer. No lo hace por obedecer a su amo, lo hace porque en el fondo le gusta. Y no crea usted que es nada fácil corregir estos defectos.

-¿Qué propone usted que hagamos?

-Usted aquí ya no puede hacer nada. Prolongar la estancia en este establecimiento solo agravaría el problema.

-Propone usted entonces el sacrificio como única salida.

Un estremecimiento recorrió su sensibilidad, y casi cae al suelo del susto, si no hubiese cerrado los ojos para concentrase en seguir pendiente en la conversación de los hombres. Savia con claridad, porque lo havia oído a otras compañeras, lo que la palabra "sacrificio" significaba. Sencillamente romperían el contrato que havia firmado cuando entro en la casa, y la dejarían que se fuese libremente, para no poder regresar nunca más. En aquel contrato ella se comprometía por el resto de su vida a trabajar para la empresa de D. Carlos como representante, y renunciaba expresamente a cualquier reclamación de tipo laboral o económica, ya que seria la propia empresa quien los establecería. Aquello era más que su muerte. Su mundo era aquel. Era una esclava, necesitaba ser una esclava. La libertad e ella no le servia para nada. Su ideal de felicidad era llegar a encontrar algún día un amo lo suficientemente preparado para hacerla feliz, sin castigarla demasiado.

-Ha tenido usted suerte D. Carlos de que se me ocurriese visitarle antes de irme a mi finca de Veraneo. Vera usted, haremos una cosa. Yo me llevare a la esclava durante este verano. El tiempo que duren mis vacaciones. Si consigo lo que usted no ha logrado en su casa, me quedo con la pieza a precio de saldo. Si por el contrario, no lo consigo, se la devuelvo, y usted hará lo que le plazca con ella.

-¿Y que gano yo con esta proposición que usted me hace?

El caballero no contesto. Se limito a mirar a Don Carlos fijamente a los ojos. No estaba nada acostumbrado a que se discutiesen, ni siquiera que se cuestionasen sus decisiones. Don Carlos pareció entenderlo así, sin necesidad de palabras.

-Será para mi un honor cedérsela excelencia.

-Estupendo Don Carlos.-El Árabe sonrió por fin-Tengo en mi finca una pequeña parcela dedicada a los caballos. Y tengo también un maestro en la doma de ejemplares rebeldes como esta. Le sorprenderá cuando venga a finales de verano a celebrar mi cumpleaños, y vea lo cambiada que está. Me voy mañana al medio día. A primera hora vendrá mi secretario y se encargara de embalar la pieza convenientemente para el transporte.

Cuando salió la esclava, Don Carlos sabia que ya no la vería mas. Aquel era un príncipe, y lo que se presta a un príncipe, es como si se regalara. Aquella pieza había sido en realidad entregada para siempre. Ya no volvería mas. Ni a aquella casa ni a ningún otro sitio. Don Carlos se apeno, no era eso lo que el esperaba. Seguramente si hubiera puesto la puja un poco menos selectiva, algún beneficio habría sacado. Pero en fin aquel cliente era quien era, y no podía perderlo. Legalmente tampoco tenia que preocuparse, sencillamente su trabajadora había sido trasladada a otra sucursal en el extranjero, y seguiría cotizándose por ella y extendiendo cheques para que cobrase su nomina. Si por una extraña casualidad del destino alguien preguntase por ella, se le daría una dirección en algún país lejano, y un numero de teléfono que alguien muy experimentado en el tema sabría contestar adecuadamente.

No era la forma en la que ella havia pensado salir de las casa, pero aún así estaba contenta. Por fin alguna expectativa de futuro. Pasaría el varano en el campo, rodada de aire puro y en plena naturaleza. Realmente necesitaba salir de aquellas cuatro paredes en las que ya empezaba a encontrarse bastante asfixiada. Además aquella noche, cuando la llevaron a su jaula, el mayordomo de guardia tuvo un pequeño detalle con ella.

Efectivamente algo distinto hizo que se salieran de la rutina normal. Llegaron hasta la puerta de la jaula, junto a otras jaulas, donde dormían el resto de esclavas de la casa. El mayordomo abrió la puerta, ella se desnudo, dejando la ropa perfectamente doblada en una pequeña percha que colgaba de la pared, se quito los zapatos, que dejo a la entrada, y entrego al mayordomo el anillo. Entro en la pequeña jaula, de 2 metros cuadrados y 50 Cm de altura, y se acostó en la colchoneta del suelo. Como casi todas las noches estiro los brazos para que se los esposaran por fuera de los barrotes. El mayordomo se acerco entonces y le hablo.

-Parece que te vas mañana..........bien, como premio de despedida tengo en este bolsillo algo para ti. Te lo voy a prestar solo media hora, y en esa media hora puedes hacer lo que quieras. ¿Esta claro?

Le entrego un enorme consolador, se dio la vuelta, y cuando salió cerro la puerta de la sala donde solo otras 3 mujeres dormitaban metidas en sus jaulas. El resto estaban vacías.

A la mañana siguiente un mayordomo la despertó amablemente, casi dándose cuenta que ya seguramente no volvería a estar entre aquellas cuatro paredes nunca más.

Se sentía bien, muy bien. Todo era perfecto.

Se ducho tranquilamente, se puso su uniforme recién lavado y planchado, y cuando estuvo en la cocina de la casa se sentó en su sitio con las de mas inquilinas, dándose el gusto de tomar un abundante desayuno.

Todas se marcharon después ha hacer sus tareas, y por un momento sintió tristeza de dejar aquel lugar en el que no había encontrado la felicidad, pero en el que lo había intentado. Creía realmente estar enamorada de Don Carlos, cuando firmo ciegamente convencida aquel contrato en el que le entregaba su cuerpo y alma. Luego las cosas no habían sido como ella esperaba. Le fue decepcionando cada vez mas, al tiempo que se daba cuenta que su felicidad dependía de la posibilidad de encontrar un amo, o algo parecido, al que poder entregar todo lo que ella era capaz de ofrecer. Y aquel hombre no era Don Carlos. Le faltaba dedicación. Seguramente estaba absorbido por la dirección de la casa. En una de las fiestas que de vez en cuando daba Dan Carlos, lo entendió todo.

Un caballero de edad avanzada se presento en la fiesta cuando esta ya había comenzado; los invitados estaban en el amplio jardín. Se acercó a Don Carlos y le saludo de manera afable, casi cortésmente. Estuvieron charlando un buen rato y cuando se decidieron a entrar en la casa la joven que acompañaba a aquel caballero se quedo parada en medio del jardín mirando al suelo y con cara triste. Ella no pudo evitarlo y se acerco discretamente, intentando no ser demasiado curiosa ni entrometida. Era una chica bastante joven que rondaría los 25. Con una tez muy morena y el pelo bastante corto. Llamaba sobre todo la atención por su belleza y estatura. Hubiese podido pasar por una modelo ¿O quizás era una modelo?

-Perdone, le apetece a usted tomar algo señora.

Levantó la mirada y su reacción fue de sorpresa. No esperaba que nadie le hablase.

-No. No puedo. Quiero decir que no me esta permitido.

Volvió a bajar la mirada.

-Si le apetece cualquier otra cosa, no tiene más que pedírmelo. Estoy aquí para servirla señora.

Era evidente que su misión en la fiesta era la de servir. La delataba su cofia inmaculada como siempre, que acompañaba con un delantal también blanco e impecable. El atuendo lo terminaba una minifalda Burdeos y la camisa azul marino muy ajustada. El peinado recogido en un moño resaltaba el collar brillante que llevaba al cuello. Aquélla era una fiesta en la que asistía todo tipo de gente, incluso personas poco conocidas, y el vestuario de los internos de la casa era sumamente discreto. Alguien que no conociese la casa podría pensar perfectamente que se trataba del personal de servicio de la mansión, en vez de los esclavos de la casa de doma y venta.

-No. Muchas gracias. No puedo tomar nada si no me da antes permiso mi........

-¿Tu amo? No te preocupes. Yo no soy una sirvienta de la casa. Soy una de las esclavas propiedad de Don Carlos.

-¿Sabes que tendremos problemas si nos ven hablando?

-Sí. Es verdad. ¿Ves aquel árbol de la esquina? Detrás no dan los focos y podremos charlar un rato ¿Te apetece contarme que te pasa?

No contesto. Pero su mirada volvió a mirar al suelo y la triste sonrisa que le dirigió fue la respuesta.

-No te preocupes. No me echaran de menos en unos minutos. Y aquí como ves no nos vera nadie ¿Qué te pasa, por que estas tan triste?

-No estoy segura. Por supuesto no me ha dicho nada, pero sospecho que mi amo quiere librase de mi. Y si me ha traído aquí es por algo.

-¿Tienes problemas con él?

-No. Bueno no se.........Creo que no. No ha pasado nada especial últimamente.

-¿A que te refieres?

-Eso. Que no ha pasado nada. Yo pertenecía antes a un millonario que me tenia alquilada en un prostibulo de lujo. Uno de los clientes del prostibulo era mi amo. Se encapricho de mí y me compro. La vida cambió para mi tanto, que no podía creerlo. Pase de no ser de nadie, a pertenecer al hombre más maravilloso que conoceré nunca. Me ha tratado como solo un amo sabe tratar a una mujer. He sido tan feliz que siento que voy a morir si me abandona.

Las manos tapando su cara no pudieron evitar que las lagrimas salieran con abundancia.

Sintió tanta envidia, que inmediatamente quiso saber más cosas. Eso era lo que ella estaba buscando.

Pero cuando iba ha hacerle la siguiente pregunta vio que uno de los mayordomos de la casa se le acercaba, y comprendió que la conversación terminaba allí.

No le dio tiempo a enterarse cual fue el destino de aquella chica ya que a la mañana siguiente, casi de madrugada, un mayordomo la despertó.

-Vamos, sal de la jaula y acompáñame, te están esperando abajo. No hace falta que te vistas.

-No. Tampoco te calces. El anillo tampoco te hará falta. Ven. Acércate, que voy a quitarte el collar.

Así fue como se encaminaron por el pasillo hacia el hall de la entrada. El mayordomo con el collar en la mano y delante. Ella detrás cubierta solamente por la incertidumbre de conocer que le esperaba. Había entrado en aquella casa con un vestido rico y precioso, y la esperanza en el corazón de encontrar en D. Carlos la mano sabia que le diese lo que ella necesitaba para ser feliz. Ahora salía de ella completamente desnuda de cuerpo y alma y con una incertidumbre cada vez mas agobiante de saber que le esperaba.

Y por lo pronto la aguardaba un hombre muy bien vestido, con un traje de marca estilo italiano, con el pelo engominado hacia atrás y unas gafas de cristal bastante grueso, lo que hacía que su cara se asemejase bastante a un mafioso con pinta de empellón.

-Vamos, daros prisa, No tengo toda la mañana. El avión sale en 2 horas. Tu ven aquí, rápido.

Cuando estuvieron a su altura se fijaron en un cajón bajo de 0.5 metros cuadrados que havia a su lado.

-Vas a entrar a este cajón, y te portaras bien. ¿Esta claro? No quiero ni ruidos, ni pataletas, ni gemidos, ni nada de nada. El viaje dura unas 5 horas y este es el transporte que utilizamos para las reses. Creo que este es tu primer viaje, así que relájate y no te pongas nerviosa.

Mientras terminaba de hablarle saco del cajón un bozal con una gruesa bola que le introdujo en la boca y amarro fuertemente a su cabeza.

El "recipiente" efectivamente estaba muy bien "acondicionado" pues cuando estuvo dentro fue trabada por las cuatro extremidades a sendos grilletes que havia en las paredes del habitáculo. Era materialmente imposible moverse. Tendría que permanecer a cuatro patas durante todo el trayecto.

Solo se dio cuenta del traqueteo, y de que el viaje no duro cinco horas, sino casi un día entero, o al menos eso le pareció a ella.

Estaba tan ansiosa de que por fin abrieran, que no reacciono cuando de un golpe seco salto la tapa y unas manos vigorosas soltaron rápidamente las argollas del cajón. Todavía tenia los ojos cerrados por la fortísima luz que la cegaba, cuando una mano enorme tiró de su cuello hacia el exterior. Casi le rompe la nuca.

Era mediodía por lo menos, pues daba un sol fortísimo, y pudo ver al entreabrir un poco los ojos, que se encontraba en una especie de granero o forja, con muchos instrumentos de metal.

En realidad no era nada de eso. Era sencillamente el lugar donde se erraba a los animales, y se reparaba y curtían los aparejos. Y era una pequeña empalizada descubierta, que a su vez estaba integrada en unos establos enormes, pertenecientes a la finca.

La finca. Compuesta aproximadamente por unas 10 hectáreas, dedicada básicamente a la cría y venta de ganado y al cultivo esporádico de algún producto.

Esta situada en el centro de una península centro americana, perteneciente a un prospero país de la zona., y el clima tropical hace de sus productos la característica principal.

Llego a estar prácticamente abandonada, pero hace unos 60 años un potentado árabe la compro, y el desarrollo que adquirió fue parejo al del pueblo que tiene al lado, y que vive casi exclusivamente de la finca.

Apenas había empezado a ver, cuando el enorme hombre con el torso desnudo que le sujetaba el cuello le coloca un enorme y pesado collar de hierro que cerro con un remache. Se le ocurrió por un momento que havia llevado a lo largo de su vida muchos collares, pero ninguno tan pesado, y lo peor, cerrado con remache como si nunca más fuera a abrirse. De echa se necesitaría un soplete para poder hacerlo.

Un empujón la tiro al suelo y fue arrastrada por los pies hasta un yunque donde le fueron colocados unos grilletes en los pies, unidos por una gruesa y corta cadena. Era del mismo material pesado y áspero del collar, y al igual que este, fueron cerrados con remache mediante un seco golpe del martillo.

Una patada en los riñones le dejo sin respiración. Nadie le había quitado todavía el bozal que llevaba, y este le dificultaba mucho la respiración. Sabia perfectamente lo que hacia cuando la patada hizo efecto y el dolor hizo que se sentara en el suelo. El gigante aprovecha y con mucha habilidad coloco en cada una de sus muñecas sendos grilletes. Nuevo empujón que la hizo caer boca abajo. Y en apenas unos segundos un nuevo remache de los grilletes de las muñecas, que ahora permaneces unidas, probablemente para siempre, a la espalda. Aquí no se ha molestado en poner cadena. Las manos están prácticamente juntas.

Permanece tirada boca abajo en el suelo. Este esperando otra patada o algún empujón, pero una desgastada y engrasada correa de cuero viejo es unida a uno de los enganches de su collar y se ve obligada a levantarse casi haciendo equilibrio, para no ahogarse por el brusco tirón del hombre.

Se dirige dando traspiés tras él al otro extremo del cobertizo. Aquí se encuentran con unos 10 agujeros practicados en el suelo. Al principio no adivina por que se paran allí, pero el olor primero, y el instinto después, le dicen que aquello son las letrinas, y que el hombre esta esperando que se desahogue. Y bien que lo necesita. Pero evidentemente será muy difícil si no tiene algo de intimidad. Y el gigante sigue a su lado sosteniéndola con la correa unida al collar, y mirándola con impaciencia, no parece entender las reticencias de ella. Intenta acercarse, pero cuando a dado el primer paso comprende que será imposible que haga sus necesidades con aquel hombre delante sujetándola por el cuello con una correa. Se para, lo mira suplicante, pero no es la paciencia la principal virtud de este individuo, y dando un nuevo brusco tirón se dirige a otro lado del patio, donde es trabada por los pies y el cuello a una columna que sobresale del suelo. Sin contemplaciones y sin tiempo para reaccionar coge con su gran mano un pacho, y con una larga y afilada aguja le traspasa uno de los pezones. Su cuerpo se convulsiona de dolor, pero no puede gritar ya que su boca sigue trabada por el bozal. Cuando le coge el otro pecho y lo estruja para que sobresalga el pezón, un rictus de espanto se dibuja en sus ojos. No aguantara de nuevo ese dolor.

Sí. Si lo ha aguantado. Y el gigante le ha sujetado tan fuerte los pechos que no ha podido siquiera moverlos un milímetro. Lo que no ha aguantado es su vejiga. Se da cuenta por el calorcito que le recorre los muslos. Se ha orinado encima. No sabe sí por miedo o por dolor.

Cuando piensa que lo peor ha pasado dos enormes dedos se introducen en sus fosas nasales tirando hacia fuera. ¿Querrá este hombre arrancarle la nariz? Comprende cuando ya la aguja le esta atravesando el tabique nasal. Nota el sabor de la sangre y de una grasa pegajosa que le ha puesto cuando ha sacado la aguja.

Por fin se ha terminado. ¿Por qué se arrodilla delante de ella, y porque separa sus labios vaginales’? Dios mío, no ha soltado la aguja. Cogiendo con fuerza los dos labios y sin dudarlo un segundo, da un certero golpe con la aguja y los atraviesa de golpe.

Ya no pueden salirle mas lagrimas, le falta la respiración hace un buen rato y piensa que el desmayo no estará muy lejano.

La deja en medio de sus convulsiones suelta y coge con mucha delicadeza de una estantería de la pared una cajita de metal, que abre despacio, recreándose en la vista de lo que hay dentro. Son aros. Nuevos, brillantes, de acero inoxidable. Muy, muy relucientes. Los va ensartando en cada uno de los orificios que ha perforado antes.

Los más pequeños para los pezones. Apenas unos dedos de diámetro.

Los dos medianos, que son el doble de grandes, y que entran con alguna dificultad, uno para cada labio vaginal. Y por ultimo un aro de casi cuatro centímetros de diámetro es insertado en el hueco de la nariz. Todos ellos han sido cerrados con una maquina de remachar. Nunca se quitara esos anillos. No tienen apertura.

Comprueba con alivio como el hombre, que ya estaba sudando por todo el torso, deja el cobertizo. Casi siente alivio, por fin se ha ido. ¿Pero donde, estará buscando algún instrumento mas para insertárselo, que nueva tortura le espera? Ha perdido completamente la noción del tiempo. Desde que la sacaron del cajón seguramente no han pasado más de 10 minutos y ha ella le parece que hace años que la están torturando.

Esta inmovizada en el poste, pero siente tanto dolor cada vez que mueve una pestaña, que si la dejasen suelta tampoco podría moverse. Las tetas son dos carbones ardiéndole en el pecho. Procura mantener las piernas lo mas abiertas posible, pero es como si un soplete estuviese quemándola. Seguramente el dolor abajo es tan intenso que el agujero de la nariz no lo siente.

Han pasado mas o menos dos horas cuando regresa el gigante. Se acerca, contemplando su obra, moviendo y pasando todos los aros. Unta de nuevo con la grasa el contorno de los orificios. Parece que ha quedado satisfecho. Antes de marcharse quita el bozal de la esclava y da un ligerísimo tirón al aro de la nariz. Le ha dolido menos, pero además intuye que si grita será peor, así que decide cerrar los ojos y dejar que dos lagriman sustituyan al grito.

Debe de ser medio día, porque el sol da de plano, y abrasa lo que toca. Empieza a sentir sed. Y pasa una hora, y otra, y otra. Y el sol que ya le esta martirizando tanto que ha olvidado los otros suplicios. Ahora le duele la espalda, y los hombros, y siente que su garganta es un estropajo. A pesar de la inmovilidad en el poste, ya ha empezado a mover un poco los hombros y las piernas.

Cuando empieza a ponerse el sol y ya piensa que morirá de sed atada a aquel poste, un hombre rudo y corpulento, aunque menos que el gigante, se acerca. Mira, comprueba también los aros, haciendo la misma operación que el otro, y la desata del poste.

En un primer momento piensa que no va ser capaz de caminar. Esta equivocada, el deseo de salir del sol y el brusco tirón de la correa le demuestran que aunque con mucha dificultad, si camina.

Se deja guiar por la correa. Salen del cobertizo y se dirigen a una gran nave de barro de techo bajo, situada justo enfrente. Al entrar no distingue nada, al contraste de la luz, pero al poco comprueba que son cuadras para animales. Están perfectamente compartimentadas, y en algunas de ellas hay unas jaulas de diferentes tamaños. En otras simplemente arneses, cuerdas y garfios por las paredes.

Entran en una de las cuadras y al hombre le suelta la correa, la cuelga en un enganche de la pared, y coge una cadena larga y desgastada que hay por el suelo y que esta enganchada al fondo de la cuadra, y la amarra al collar de la esclava. Cuando sale cierra la pequeña y baja puerta de entrada.

Sabe que en algún sitio tiene que haber algo para beber. Efectivamente en una de las paredes de su cuadra una pequeña elevación en el suelo hace las veces de comedero.

Tiene que haber agua. Se arrodilla desesperada, introduce la cabeza en el comedero y bebe desesperadamente. La cadena llega justo hasta allí. Un centímetro mas y no hubiese alcanzado. Esta saciada. No sabe lo que es aquella comida, que no sabe a nada, pero también come y queda saciada. Despacio se acerca para el sitio de donde cuelga la cadena. Intentara sentarse. No le es fácil y el dolor todavía es fuerte, pero soportable. Por fin puede sentarse y apoya las manos encadenadas a la espalda contra la pared.

¿Qué es aquello? ¿Qué lugar es este donde la han traído? Es todo horrible, de autentica pasadilla. Esta ahora mismo en un país que no sabe cuál es, no sabe tampoco a quien pertenece. Desconoce porque la han traído allí. Pero desde luego no puede ser nada bueno. Si nada mas llegar le agujerean el cuerpo, la encadenan de por vida, y casi la matan de sed, no es para ser muy optimistas.

¿Cómo a podido llegar una mujer guapa, inteligente y muy atractiva, acabar de aquella manera?. Desnuda, encadenada, y tirada como un vulgar animal en una cuadra de valla usted a saber donde

Estaba en estas reflexiones cuando un murmullo a la entrada la hace prestar atención.

Lo que ve a continuación la dejo no ya asombrada, sino aterrada.

Empezaron a entrar campesinos, y tras ellos mas esclavas cuyo atuendo era el mismo que el de ella. Completamente desnudas. Las manos encadenadas a la espalda y los pies con grilletes que sonaban al andar. Todas lucían un gran collar de hierro, y todas tenían los aros que le acababan de colocar.

Todas van con la cabeza agachada y el cansancio reflejado en su rostro. Cada campesino sabe a que corral dirigirse y que hacer con su animal. Mientras algunas de las esclavas son simplemente amarradas por el cuello con la cadena, como han hecho con ella, otras son introducidas en las jaulas, alguna queda libre dentro del corral, y una de ellas es obligada a pegar la cara a la pared y el aro de su nariz es enganchado a un saliente de la pared.

Cuando han salido los campesinos las esclavas se dirigen con avidez hacia los comederos y bebederos, saciándose con avidez. Pasa la noche y solo se escucha el sonido de las cadenas cuando alguna se mueve. Tiene enfrente de su corral a la esclava que a sido enganchada de la nariz, y a la tenue luz de las lámparas de las esquina del corral, la observa con angustia. Ella no podrá comer, ni beber, ni dormir. Simplemente tendrá que concentrarse para mantenerse de pie con la cara pegada a la pared.

Es ya mas de media noche cuando cierra los ojos, y ya a punto de dormirse escucha que alguien la habla desde el carral de al lado.

-Oye. La nueva. ¿Me escuchas? ¿Entiendes mi idioma?

No sabe si contestar. ¿Y si esta prohibido, y aquello es una trampa para pillarla?

-¿Te ha dolido mucho? Lo de los aros digo. No te preocupes, mañana no tendrás tiempo de acordarte del dolor. ¿Tienes amo? Porque si lo tienes supongo que no tardaran en marcarte.

Reacciona con un nudo en la garganta que le hace hablar con angustia.

-¿Marcarme? ¿Qué quieres decir con marcarme?

-Parece que me entiendes. No estas marcada entonces. ¿Tienes amo?

-Naturalmente. ¿Qué es eso de marcarme?

-Hay muy pocos amos a los que no les guste tener marcado su animal. Tu amo no va a ser diferente.

-Mi amo esta muy lejos de aquí.

-Ya. El mío también.

-¿Hace mucho tiempo que estas aquí?

-Dos años

-¿Cómo se llama este sitio?

-No lo sé.

-¿Llevas dos años aquí y no saben como se llama esto?

-No.

-¿No esta prohibido hablar aquí?

-No.

-¿Y que esta prohibido?

-Nada. ¿Por qué lo dices?

-No sé. Este es un sitio muy raro.

-Raro por que. No te entiendo.

-No sé, por ejemplo esa chica de enfrente. ¿Por qué la dejan así?

  • Ahora soy yo la que no te entiende. ¿De que chica estas hablando? Yo no veo aquí a ninguna chica.

-Esa chica que han enganchado a la pared con el aro de la nariz.

-Vamos a ver, porque me perece que estas un poco despistada. En primer lugar esa no es una chica, es la mula del amo D. Lorenzo, el dueño de la tienda de comestibles del pueblo. En segundo lugar el aro de la nariz como tu le llamas, no es un aro, es parte de su nariz. Y en tercer lugar, no debe sorprenderte que la mula de D. Lorenzo se quede alguna noche sin cenar. Es bastante corriente. Seguramente habrá cogido alguna cosa de alguna carga y la han pillado. Ahora tendrá que estar así 2 o 3 noches.

Sentía una angustia que le iba subiendo cada vez más, y que no podía controlar. Tenia tantas preguntas, tantas cosas que no entendía, que no sabia como continuar la conversación.

-A ver. Para para para. No entiendo nada. Cuando dices que el aro es parte de su nariz, ¿quieres decir que todas llevamos..........

-Si.Todos las bestias llevamos los mismos adornos....

-¿Cómo que todas las bestias?

-Veo que todavía no te has enterado. Voy a intentar explicártelo con un lenguaje sencillo, intentando recordar cuando a mi me surgían estas mismas dudas hace dos años, cuando entre. Poco a poco veras que todo lo que tu creías, era una fantasía. Por ejemplo los aros, como tu le llamas. Todas tenemos uno en la nariz, dos en las tetas, y otros dos en los labio del coño. No son aros, ya te lo he dicho, son partes de tu cuerpo, te pertenecen como puede pertenecerte un brazo o un ojo. A ver que mas.....a sí, el collar y las cadenas en las pies y las manos. No se si te has dado cuenta, pero no tienen apertura. Quiere decir que yo en los dos años que llevo aquí nunca me los han quitado, y no creo que lo hagan nunca.

-¿ Y Como os vestís, y os laváis, y...........?

-Ahora soy yo la que no entiende. ¿Que quieres decir con eso de cómo nos vestimos y nos lavamos?

-¿No recuerdas lo que es un vestido?

-Naturalmente que lo recuerdo. Sé perfectamente lo que es un vestido. Las mujeres y los hombres lo llevan, y los amos de la granja lo llevan, pero que yo sepa las bestias no van vestidas ¿He? En cuanto al aseo nos lavan 6 veces por semana. Nos rapan el pelo del cuerpo una o dos veces al mes, y en cuanto al pelo de la cabeza, una veterinaria pasa casi todas las mañanas y nos la carta,o nos hace un moño, o lo que le ordene cada amo. Nos arregla las uñas y nos da alguna pastilla si nos duele algo.

Decidió que lo mejor era dejar de hablar. Cerro los ojos, y apoyada en la pared se quedo dormida a pesar del pánico y la angustia que la invadía.

A la mañana siguiente la rutina fue la misma que a la noche. Entraron los campesinos, cada uno cogió a su esclava y se marcharon.

Cuando ya pensaba que se habían olvidado de ella, seria media mañana, se presento otro hombre con aspecto de pocos amigos. Se le acerco y sin miramientos tiro de la cadena para incorporarla. Cuando ella lo hizo examino detenidamente todos los orificios hechos la mañana anterior. Pareció quedar satisfecho. Salió de nuevo y volvió con dos cubos. Echo la comida y el agua en los comederos y se situó en la puerta. Era bastante violento y humillante tener que comer delante de un desconocido con las manos atadas a la espalda, los pies encadenados y completamente desnuda. Pero savia que si no lo hacia no tendría otra oportunidad, así que se arrodillo, echo el cuerpo hacia delante, y metió la cabeza, primero en el comedero del compuesto que le habían echado, y después en el agua. Cuando estaba terminando un tirón de la cadena le indico que el tiempo se había extinguido. Fue desenganchada de la cadena que la unida a la pared y le pusieron de nuevo la correa de cuero viejo.

Salen al exterior, pero no ve a nadie. Cuando se dirigen a una de las paredes del corral ya imagina lo que le espera, y le angustia tanto como él más severo de los castigos.

Están en las letrinas. Y además de evacuar la vejiga, necesita vaciar su vientre. Hace por lo menos 3 días que no lo hace. La necesidad la empuja. Se agacha en el agujero, arquea las piernas, y cerrando los ojos intenta no pensar en lo humillante de la situación. Pero las lagrimas le recuerdan que no puede evitar recordar que esta allí, encadenada de pies y manos, desnuda, mientras un extraño la mira sádicamente mientras la tiene cogida con un collar y una correa en sus manos. Él liquida sale lentamente, pero el vientre se niega a reaccionar. Un brusco tirón le indica que todo tiene un tiempo, y el de mear y hacer de cuerpo se ha terminado.

Un gran charco de agua le hace suponer que este es el lugar del baño. Y efectivamente, después de amarar la correa a un gran poste con muchos enganches, que hay en el centro, el hombre coge una manguera. Le da al grifo y espera a que el agua coja presión.

Al principio la nota fría, pero luego es un autentico placer sentir el chorro por todo el cuerpo. El hombre corta el grifo, y se acerca con una esponja que ha empapado de jabón. Le restriega por toda la cabeza y el cabello, la cara, los hombros, las axilas, la espalda, y se detiene especialmente en frotar el culo y el coño, primero enérgicamente, pero después muy, muy suavemente, hasta el punto que consigue ponerla cachonda. En ese momento piensa como harán estas mujeres, bueno estas bestias. No. Son mujeres. En fin que como harán para.........esta noche se lo preguntara a la de al lado.

Terminada la ducha el hombre se aleja y queda expuesta a un agradable sol, que se encarga de sacarla. Cuando vuelve trae una bolsa de cuero desgastado de la que va sacando cosas que la hacen comprender algo que hasta ahora desconocía. Por ejemplo el porque no esta prohibido hablar. Sencillamente porque no pueden, el bozal que les colocan solo les permite emitir algún gemido. Cuando se lo pone comprueba que la bola es bastante mas grande que la que ella traía metida en la boca, y las correas son sujetas con bastante mas fuerza. Le coloca después unos aros situados por encima de los codos, que al unirlos por un enganche, hace que los omoplatos se hundan y tenga que sacar el pecho todo lo que puede hacia fuera. Las tetas están ahora completamente expuestas. Esta postura es incomodísima, y seguramente en unos minutos le dolerá bastante la espalda y el cuello.

No parece tener prisa este domador. Cada operación que realiza la hace meticulosamente, tomándose su tiempo y comprobando al milímetro cada paso.

Examina cuidadosamente la inclinación de la espalda, repasa con la mano la altura y la tersura que han adquirido las tetas, y con mimo, casi con delicadeza, acercando la cara, va dando la vuelta a los aros de los pezones. Primero uno y luego el otro.

Solo después de un buen y detallado examen saca unas finas cuerdas de cuero redondeado que engarza a cada uno de los aros de los pezones, y pasa luego por una de las numerosos enganches que tiene el grueso collar, concretamente los que hay a cada unos de los lados.

Solo entonces se decide a desatarla del poste y a desenganchar la correa. Se sitúa detrás de ella y dejando un poco de distancia, agita y tensa las cuerdas. Primero una, luego otra, después las dos a la vez. Primero suavemente, después más rápido. Es en este momento, cuando siente el dolor y la presión precisa en cada pezón, cuando comprende la utilidad de los aros en este sitio tan delicado. Prefiere no imaginar para que serán los otros. Cuando el hombre vuelve a meter la mano en la bolsa, ella lo mira aterrada. ¿Qué nuevo instrumento le colocara ahora? Unos zapatos. Tanto terror, y solo son unos zapatos. Son negros, cerrados, de una sola pieza. Cuando los calza, y comprueba el finísimo tacón y lo altos que son, comprende que dentro de unas horas, seguramente aquella será una de las peores torturas.

Cuando siente una ligera presión en los dos pezones y comprueba horrorizada que el domador tiene en su mano una vara finísima, comprende que aquello debe ser algo parecido a un entrenamiento. Y aprende rápido, porque los golpes con la vara en la espalda, el culo y las piernas, a lo largo de la siguiente hora, son bastante numerosos.

Cada vez que el domador deja caer el castigo es como si una finísima llama de fuego la atravesara por donde pasa la vara. Es horrible el dolor que causa. Por eso no tarda en entender que si el amo esta detrás, las dos cuerdas que van unidas a sus pezones son los medios con los que se van a comunicar con ella. Un tirón seco, empezamos a andar. Este mismo tirón, pero más prolongado, nos paramos. Unos golpecitos en las nalgas, trotamos- Aquí es donde mas golpes ha recibido con la vara, no termina de poder trotar con los grilletes de los pies, hasta que comprueba que la forma de hacerlo es dando saltitos-. Si se tira de uno u otro lado nos indica la dirección. Varios tironcitos suaves, el amo esta contento, lo hacemos bien, pero si estos tirones son mas bruscos, pedemos esforzarnos mas, porque un latigazo esta a punto de caer. Siempre nos quedaremos parados donde el amo nos a detenido. Si se acerca y nos coge el aro de la nariz, tenemos que inclinarnos hacia delante, arqueando la espalda lo mas posible, para que el no tenga que estar con la mano levantada. Un taconazo en el suelo y nos arrodillamos, dos toques y nos levantamos.

Debe ser medio día cuando es conducida de nuevo al establo. A la entrada se detienen y se fija en algo que hasta ahora no había visto. Son unos compartimentos hechos cerca del suelo, como si fueran taquillas abiertas, y numeradas del 1 al 16. Aquí el domador le quita los zapatos, le desengancha las correas de los pezones, la libera de los aros de los codos, y por ultimo le quita el bozal. Todo es introducido en el numero 6. La esclava queda expectante, no sabe que espera de ella. Entonces el la coge del brazo, la pone en dirección a la puerta de los corrales, y le da una palmada en el culo. Comprende rápidamente lo que le están indicando. Con la cabeza agachada se dirige a su corral. Seguramente la jornada a terminado para ella. Piensa en la comida, en el agua, y si le habrán echado algo en el comedero. Aquí se dirige directamente para comprobar que la pileta del agua esta llena, pero la de la comida permanece vacía. Tiene muchísima sed, así que se arrodilla y con desesperación bebe todo lo que puede. Cuando ha terminado comprueba con miedo que no esta sola. Mientras ella saciaba su sed, a su corral han entrado otro domador nuevo y, lo que mas le sorprende, una mujer. Es fea, alta, muy alta, y va vestida igual que los hombres. Algo malo sucede, sabe que le va pasar cualquier cosa, y esta no va a ser precisamente agradable. Instintivamente, aún de rodillas, se hecha hacia atrás y se pega a la pared.

La mujer es la primera que se acerca a ella.

-Ven bonita, ven, no te va a pasar nada.

-¿Crees que tendremos que trabarla?

--Yo creo que no hará falta. Empezaremos por algo fácil. A ver bonita, vamos primero a cortarte la uñas, siéntate en el suelo, y si no das problemas no tendremos que trabarte.

Comprende al ver el estuche de manicura abierto, que seguramente dice la verdad, así que se sienta sin miedo y estira las piernas. La mujer empieza por recortarle las uñas, afilándolas y refinándolas bastante.

-No se si pintárselas. ¿tu sabes el uso que va a tener este animal? Seria una tontería hacerlo para que luego se fuera a pisotear por esos caminos llenos de polvo.

  • Llego ayer por la mañana, y según he oído, la manda directamente el dueño. Creo que la compro en Europa. Seguramente la adiestrara y la venderá como el resto. No se mas, así que tu veras lo que haces.

Se da la vuelta y empieza a recortar las uñas de las manos.

-Estira los dedos, que esto de cortar las uñas con las manos unidas en la espalda no es nada fácil. ¿Y sabes que te digo?, que todavía hay gente que piensa, te hablo incluso de compañeros, que mi trabajo es el mas sencillo, el que haría cualquiera. Y es que no me dicen nada. Yo necesito conocer la utilidad de cada bestia, si es de campo, si es de interior, porque no es lo mismo. Mira yo se las pinto y si luego no, pues bueno.

Cuando a terminado de arreglarle y pintarle las uñas, empieza a examinarle el pelo.

-Dios, que ago yo ahora con este pelo. En fin lo mas fácil, te lo recortare y un moño pegado.

Se la ve experimentada ya que no tarda en hacerle un bonito y coqueto moño.

-Bueno, vamos a ver el resto del cuerpo.

Mientras dice esto, le levanta las axilas, y le indica que se tumbe. La esclava lo hace, y ella examina cuidadosamente el pubis y el ano.

-Aquí vamos a terminar rápido. No tienes ninguna necesidad hasta por lo menos una semana. Se nota que vienes de un sitio refinado. Ni el mas mínimo rastro de un pelo.

-¿Le has dejado la pastilla al lado de la pileta del agua?

-Si. El problema es que se la tome.

-Bueno, mañana lo compruebas y me lo dices.

La coge entonces del aro de la nariz y la obliga a levantarse. Examina entonces nuevamente el estado de los aros y las heridas de estos. Después le va mirando cada parte del cuerpo, de la cabeza, la boca, los ojos.

  • Bien. Las heridas están totalmente curadas. O lo estarán mañana si no me equivoco. El resto del animal es perfecto. Esta sano, bien alimentado, lustroso, y con bastante fuerza.

-¿No sabes cuando empezara a trabajar?

-Seguramente mañana. Donde va a ir a parar no lo se.

-Bueno pues esto ya esta. Déjala descansar esta tarde y mañana le echaremos otro vistazo.

Mientras la mujer sale, el domador se acerca a la pared, desengancha la cadena y la une al cuello de la esclava.

Se queda de pie, y cuando los dos se han marchado, se acerca indecisa a la pileta del agua. Efectivamente han dejado una pastilla. ¿Para que será aquella pastilla? ¿Y todas esas cosas que han estado comentando sobre ella, que abran querido decir? ¿Realmente la han vendido al dueño de aquel sitio? Una especie de ahogo, mas bien angustia, empieza a asfixiarla, y no ve la hora de que regresen las demás, para poder preguntar algunas cosas.

Pasa la tarde en un estado de pura ansiedad. Se sienta, se levanta, camina los dos pasos que le da la cadena, vuelve a sentarse. Y asta que por fin la claridad disminuye y se encienden las luces de la cuadra. Ya no debe faltar mucho. Todavía un rato y por fin siente las cadenas de las esclavas y las voces de los campesinos a la entrada. Ahora sabe lo que están haciendo. Quitando los aperos, el bozal y los zapatos a las esclavas. Como la noche anterior entran cada una conducida por su amo y se dirige a su corral donde es amarrada a la cadena de la pared. Y como la noche anterior, ahora si se fija bien, la esclava de enfrente es conducida por su amo a la pileta del agua donde apenas la dejan dar dos sorbetones, y de aquí al garfio de la pared, donde es enganchado el aro de su nariz. Otra noche sin comer, sin dormir y sin descansar.

Siente el sonido de las cadenas moviéndose, y sabe que todas, excepto la de enfrente, están comiendo y bebiendo. Espera un rato y cuando nota el silencio llama a la esclava de al lado.

-Hola. Me escuchas?

-Si, naturalmente que te escucho. ¿Por qué hablas tan bajo?

-Tienes razón. No esta prohibido hablar.

-¿Qué quieres?

-¿Puedo hacerte algunas preguntas?

  • Pero que no sean muy largas. Vengo muerta y necesito descansar.

-Ayer me dijiste que llevabas aquí dos años. ¿Alguna de vosotras se ha pasado aquí toda la vida?

-Pues no lo se. Pero la alternativa es clara. Si no te venden a nadie te quedas aquí trabajando para la granja. Otra cosa que te puede pasar es que la granja te alquile a alguien que lo necesite. Pero en este caso sigues perteneciendo a la granja, y antes o después regresas.

-¿Y si alguien se quiere marchar?

-¿Marchar a donde?

-Marcharse de aquí, fuera de aquí, a su casa, a la playa a pasear.

-No te entiendo, definitivamente no te entiendo. Tu estas tonta, o es que eres tonta, o no se que te pasa. Vamos a ver si te enteras: Es posible que tengas ganas de irte a la playa, o a tu casa, que quieras ir de aquí para allá. Pero, por si no lo has notado, cuando llegaste aquí, te pusieron un collar de acero, y te encadenaron de pies y manos, y ninguno de estas cadenas se puede abrir.

Igual tampoco lo has notado, pero si te fijas veras que todas vamos completamente desnudas. Somos animales, por eso no nos dan ropa. Pero no te preocupes, terminas por acostumbrarte. Bueno, o casi, yo hace dos años que voy desnuda y cada vez que salimos de la granja no puedo evitar la vergüenza de mostrarme de esta manera delante de la gente. Además algunos empleados disfrutan especialmente humillándote. Ayer me cogió el cocinero para que trasportara las compras de la plaza de abastos. Lo primero que hizo fue ponerme campanillas en todas las anillas menos en el coño, aquí me colgó una especie de cencerro enorme. Cada vez que me movía parecía una banda con todas las campanas y el cencerro tocando. También podíamos haber ido con algún cesto, pero no, para el es mas agradable engancharme al carro más ampuloso que tenemos para así no tener que dar un paso. No creas que fuimos directamente a la plaza, lo que hizo fue sencillamente darse un paseo por todas las calles mas concurridas del barrio de la plaza. Desde luego no es la primera vez que voy enganchada a un carro, ni será la ultima, pero no puedo superar esa sensación tan humillante, de sentirte menos que nada, que te hace sentir el amo cuando pasas al lado de un grupo de gente y deja caer el látigo sobre tus nalgas, para que aceleres el paso, y la gente se queda mirando sonriente. Quiero decir que aunque te apeteciera irte no podrías. Cualquier animal tiene tendencia a marcharse, o a escaparse en un momento dado, por eso su amo lo amarra bien para que no lo haga. De todas formas aunque pudieras no te aconsejo que lo hagas. A la semana de estar yo aquí una de las bestias que se alquilan se soltó, no se como, y se escapo. Al día siguiente la colgaron de las tetas a la entrada de la cuadra. Tuvieron la delicadeza de no colocarle bozal. Estuvo casi tres días gritando antes de morir.

-Que horror.

-Si. Fue.............todavía me acuerdo. Mira no te conozco, pero te voy a decir una cosa. Yo soy una bestia, y asumo que soy una bestia. Me tratan como tal, y como tal me comporto. Se que moriré así, y también tengo que aceptarlo. Y tu tendrás que hacerlo antes o después.

No, como iba ha acepta aquello. ¿Ese era su destino? Ella pensaba que solo estaría temporalmente en aquel lugar, que regresaría antes o después. Era evidente que la habían engañado. Amargas lagrimas corrieron por sus mejillas.

-Tampoco tienes que agobiarte. Antes o después te acostumbraras. Ojalá te compre un buen amo y te dediquen a un trabajo sencillo. Yo...........no te voy a engañar, ya casi he perdido la esperanza, creo que no me van a comprar nunca, porque si en dos años no..............pero bueno, mira, mi trabajo aquí lo hago bien, y apenas recibo castigos.

-Es horrible. No puedo admitir esto. ¿Y si no me compra nadie?

-Ya veras como tienes suerte y un día llega un buen amo y te lleva.

-Ya...........igual que a ti.

-No, ya veras como tienes suerte. ¿Qué has hecho hoy, has empezado ya a trabajar?

-No. Pero he conocido a la veterinaria. Me ha arreglado el pelo, me ha cortado las uñas, me han lavado, y me han entrenado. Por cierto, ya voy comprendiendo la utilidad de los aros y de los zapatos. ¿Todas tenemos que llevar zapatos de tacón?

-Si, todas lo llevamos, y hagamos el trabajo que hagamos. Al principio es incomodísimo, incluso te caes algunas veces, pero luego ya terminas por acostumbrarte, y te sientes rara si no los llevas.

-¿Y porque?

-¿Qué por qué los llevamos? No lo se. Por lo que he escuchado alguna vez a los amos, es una cuestión estética. Así lucimos mas. Te darás cuenta que en esta granja se mira mucho eso. Por cierto ¿Qué numero eres, el seis verdad?

-Si, y tu.

-Yo soy la 10.

-¿ como te llamas?

-Como no me ha comprado nadie todavía no tengo nombre, así que me llamo 10. Mientras este en la granja seré 10. Cuando te compra un amo, lo normal es que el día que te marca, también te pone un nombre.

-No. Yo me refería a tu nombre de verdad.

-Ese es mi nombre de verdad. No hay otro, y nunca habrá otro que no te de tu amo.

-¿De verdad no te acuerdas de tu nombre?

  • 6 aquí no existe pasado. Solo presente y futuro. Cuanto antes lo entiendas mejor para ti.

  • Esto es horrible.

-Mucho mas de lo que imaginas.

-¿Cómo llegaste aquí?

-Casi se podría decir que estaba predestinada. Yo a veces digo que fue cosa del destino. El día que cumplía los 18 años el encargado de mi empresa organizo una fiesta a la que curiosamente invito solo a mis compañeras más jóvenes y atractivas. La fiesta no era en mi ciudad, así que nos subió a todas en un avión para trasladarnos a esta isla. Cuando llegamos mis 5 amigas y yo tuvimos el mismo recibimiento que te dieron a ti. Por si teníamos alguna duda, nos dejaron ver los periódicos de 2 meses después. En ellos se decía que se suspendía la búsqueda del avión desaparecido. Se deba por hecho que se había estrellado en algún punto del mar indeterminado, dándonos a todas por desaparecidas. Por tanto no existamos. Nadie nos buscara ni preguntaran por nosotras, porque estamos muertas. Yo pase una época pensando en lo peor, cuando veía en lo que me había convertido, en lo que me esperaba, en mi sufrimiento. De verdad que mas de una vez quise quitarme la vida. Pero al final.....................

-Ósea que estamos todas secuestradas.

-No. Sencillamente no existimos como personas. O estamos desaparecidas, o estamos oficialmente muertas, o.............yo que se. Lo que si te aseguro es que aquí no va a venir nadie a buscarte.

-

Un intenso silencio se apodera de todo el establo. Por unos segundos nada parece escucharse. Hasta ese silencio es cómplice de su amargura. Necesita hablar y comunicarse con alguien. El silencio la hace pensar, y cuanto mas reflexiona, mas se angustia.

-¿Estas dormida?

-Estaba a punto. ¿Qué quieres?

  • No puedo dormir.

-Veras como te duermes cuando empieces a trabajar. ¿Qué te pasa?

-Me da lastima la de enfrente. ¿Sabes ya lo que hizo?

-Algo he oído. Y no tiene que darte lastima, savia perfectamente lo que hacia, y lo que podía ocurrirle.¿Te acuerdas que te dije ayer que era la mula de D. Lorenzo, el amo dueño de una tienda de comestibles? Bueno pues por lo visto cuando iban a llevar una carga de chucherias a un puesto de la plaza, D. Lorenzo se encontró con un amigo y entraron un momento al bar a tomar unas cervezas. Como podrás imaginarte las bestias tenemos prohibida la entrada a ciertos sitios, entre ellos los bares, así que D. Lorenzo la trabo en la puerta. Seguramente la carga estaba mal colocada o no se lo que paso. La cuestión es que esa estúpida se comió algunas golosinas a las que pudo llegar. Y lo peor no es eso, lo peor es que para comerse las golosinas se tuvo que quitar el bozal, yo no se como demonios lo hizo. Cuando salió D. Lorenzo y la encontró con el bozal quitado, inmediatamente comprendió que se había comido las golosinas que faltaban. Consecuencia: 2 días sin comer, sin dormir y sin descansar. Lo tiene merecido, por estúpida.

-Pero eso es una tortura horrible.

-Eso una tortura horrible? Eso es un juego de D. Lorenzo, que es un amo buenísimo. Si hubiera sido otro, a estas alturas tendría la espalda en carne viva, o la lengua cortada.

-Te pueden cortar la lengua?

  • Te pueden hacer lo que quieran. Te repito que tu eres una bestia, y eres de su propiedad. Te pueden cortar, trocear, y si les apetece te pueden matar.

Nuevo silencio, que sigue siendo tan espeso y mas negro que el anterior.

-Estas despierta?

  • Si tu no paras de hablar. ¿Qué te pasa ahora?

-Cuando me estaban lavando hoy el amo que lo hacia me ha estado restregando con una esponja por todo el cuerpo y.............

-No sigas. Te has puesto cachonda. ¿Verdad?

-Si...........como hacéis aquí.........

-Tu te refieres a que como follamos. ¿Verdad?

-Si bueno, las necesidades..............

-Tu eres una bestia y no tienes necesidades. Esto es muy sencillo de aprender. Cualquiera que se acerque a ti, ya sea amo o no, cualquiera, puede hacerte lo que le apetezca. Solo tienes que saber cuatro cosas. Primera: Si se acerca por detrás, te arrodillaras y clavaras la cabeza en el suelo, levantando el culo todo lo que puedas, hasta que termine. Segunda: Si el amo prefiere por delante, te acostaras, abrirás las piernas y levantaras el culo hacia arriba todo lo que puedas, hasta que el amo termine.

Tercera: Si te quita el bozal y te baja la cabeza, mamaras y no dejaras derramar ni una gota. Y cuarta: No te correeras si no te lo autoriza el amo con el que estés follando. Ten cuidado con esto, que a mas de una le ha costado un severo castigo no contener su cuerpo. A bueno, si quieren hacerlo mas de un amo, o es un ama la que quiere follarte, o quieren que lo hagas con algún animal, o sencillamente que te folles a un palo, estarás muy atenta a sus indicaciones, y harás todo lo que te digan, y en todo momento.

-¿Has dicho con algún animal?

-Si. No tiene nada raro que quieran emparejarte con otra bestia.

No quería, pero su entrepierna empezaba a estar húmeda, a pesar de las circunstancias.

-Seguramente ahora te has puesto caliente. Es normal. Yo de todas formas te aconsejo que no te masturbes. Ves las lámparas en las esquinas? Bueno pues detrás hay cámaras, y nos controlan mucho ese tema. Alguna se ha llevado alguna sorpresa por las mañanas cuando la han castigado por haber estado jugando por la noche con su chochete.

Tienes que darte cuenta de una cosa: Aquí comes, bebes, respiras, meas, cagas y te corres cuando lo dice el amo. Ni antes ni después.

Dejo que se fuera calmando su calentura a medida que el sueño la iba venciendo. Seguramente mañana seria un día largo, duro, e intenso.

La rutina de las mañanas volvió a repetirse. Entraron los amos, cada uno desengancho la cadena y puso la correa a su respectiva esclava, y salieron a la puerta. Cuando pensó que pasaría otra mañana metida en el establo, se presento la mujer del dia anterior y la saco también a ella. Se unió con el resto cuando estaban en las letrinas. Solo había 6, así que estaban haciendo cola. Volvió a encogérsele el estomago. Aquello era superior a ella. Allí estaba todo el mundo, Como querían que hiciera así sus necesidades? Su cuerpo no reaccionaria. Cuando le toco y encogió las piernas para agacharse, sabia que aquella era la oportunidad del dia, y que no se presentaría mas. Cerro los ojos y se concentro. Por fin salía algo de sus entrañas. Que vergüenza, que humillación. Evidentemente aquello no podía ser una persona, sino un animal. Sintió tanta vergüenza que tuvo que permanecer con los ojos cerrados un buen rato, incluso después de haber terminado. Lloro amargamente, como solo se llora después de ser humillada de aquella manera.

Amarraron después con las cuerdas a las 6 que había en ese momento en el establo, al poste del centro del patio, y con la manguera les rociaron por todo el cuerpo. Cada amo se acerco después, y con la esponja empapada en espuma, lavo la cara, restregó todo el cuerpo, y se detuvo especialmente en el ano, el coño y las axilas de las esclavas. Nuevo y mas detenido manguerazo, y a esperar al sol.

Seguramente ese era el momento mas agradable del dia. Con el estomago desocupado por fin, recién duchada con agua fresquita, y dándole aquel agradable sol, se sintió hasta a gusto y casi contenta. Solo sentía en ese momento un poco de hambre. No supo cuanto tiempo, pero ya empezaba a quemar el sol, cuando el ama que se encargaba de ella se acerco con un cesto de cuero en la manos. Fue sacando y pelando unas barritas pequeñas de algo parecido a chocolate. Las fue poniendo en las bocas de cada una de las esclavas, que con maestría iban mordiendo, procurando que no se cayeran. Cuando llega a la esclava castigada se detiene y ella misma va metiendo trozo a trozo en la boca, sabiendo que si la deja sola, es capaz de ahogarse. El hambre desapareció. La veterinaria fue repasando a continuación una a una a todas las esclavas. Les fue mirando las uñas, el cuello, repasando los orificios de la nariz, la boca, el ano, el coño, inspeccionando detenidamente los aros, repasando el pelo y retocando algún peinado que se había descompuesto en la noche.

Nueva espera, el sol ya quemaba, y de nuevo los amos, que se acercan directamente a los compartimentos taquilla, de donde sacan todo su instrumental. Se acerca cada uno a su animal, y con suma maestría colocan primero el bozal, después los aros por encima de los codos uniéndolos con su enganche, a continuación los zapatos. Y desenganchando la cuerda de cuero, desaparecen del patio, tirando cada uno de su animal.

Pasan las oras, y ella sigue preparada, con su bozal, sus codos pegados, sus tetas sobresaliendo, y sus zapatos. Pero amarrada al poste por la cuerda y su collar, y el sol dándole de plano. Empieza a transpirar, las gotas de sudor mojan ya su cuerpo.

Se acercan tres personas. La veterinaria, uno de los amos de la granja, y alguien que no conoce, y que por su atuendo, no pertenece al personal de aquel lugar. Es un hombre de mediana edad, casi calvo, con una barriga prominente y barba de varios días. Su aspecto no es descuidado, pero denota dejadez. Y su vestimenta, aunque limpia y planchada, no es desde luego moderna, lleva seguramente algún lustro de retraso.

Probablemente es alguien de la ciudad cercana. Es esta una ciudad agrícola, no mas de 30.000 habitantes, dedicado en su actividad principal a la producción de diferentes productos especializados como la caña de azúcar, la remolacha o el espárrago. El pueblo fue creado por un fraile español en el siglo XVI, justo donde se encontraba un poblado indígena que fue devastado por las luchas entre las tribus de la zona. Adquirió cierto auge en el siglo XIX con la producción de caña de azúcar, y desde que el potentado árabe reabrió la granja, están otra vez vendiéndose productos, y parece respirar de nuevo. La región, aunque no es rica, si es muy industriosa, y el valle donde se encuentra es fértil, y los diferente pueblos que la componen se agrupan en torno a la capital de la región. Pequeña, de no mas de 90.000 habitantes, esta compuesta por gente trabajadora, que sabe vivir y disfrutar las cosas buenas de la vida. Aman la naturaleza en su justa medida y rehuyen el estrés y el bullicio de las grandes capitales. Son pequeños y les gusta ser pequeños. Su ciudad no tiene mucha historia, nació a principios del siglo XX al lado de unas minas de plomo, ya agotadas. Ahora vive de los servicios y de la capitalidad de la región. No carece de nada. Tiene hospitales, teatros, centro comercial, y buenas carreteras. Y su naturaleza generosa. Clima tropical. Prácticamente primavera todo el año, aunque un poco húmedo el ambiente. Selva y bosque por todos lados, y paisajes idílicos y maravillosos para fotografiar.

El régimen político de aquel pequeño país (120.000 habitantes) es lo que podríamos llamar una dictadura consensuada y consentida, o mas bien demandada. Un presidente que lleva presentándose mas de 38 años al cargo, y que es sistemáticamente elegido por los ciudadanos en elecciones totalmente libres y democráticas. Bueno, o casi. Los tres periódicos del país son de su empresa. Al igual que la televisión y las dos emisoras de radio. El resto de medios de comunicación esta prohibido. Para entrar en el país hace falta un visado especial, en el que se ha de especificar las rutas y destinos que se van a visitar. Si alguien se sale de dicha ruta es inmediatamente detenido, juzgado y en su caso expulsado. Los escasos países que tienen diplomáticos han de vivir en un determinado barrio de la capital (26.000 habitantes) y no peden salir de el. El ejercito, compuesto por 4.000 soldados, esta bajo las ordenes directas del presidente. La riqueza del país, agricultura y petróleo, no son suficientes para abastecerse, lo cual es compensado con el aporte mas que generoso que hacen determinados países árabes y asiaticos, ( O mejor podríamos decir determinados príncipes de esos países) a cambio de regalos como parcelas agrícolas o islas cercanas. El resultado de este tácito acuerdo es bastante beneficioso por ambas partes. De una los habitantes disfrutan de un alto, altísimo nivel de vida (No hay paro, prácticamente un hospital por habitante, educación especial y gratuita para todos, y altísimos sueldos en cualquier empleo) y de otra los príncipes pueden hacer y deshacer en sus dominios (Mas del 20% del territorio total del país) lo que quieren, y les son consentidas ciertas "rarezas y excentricidades".

Nadie en este país se escandaliza de nada, mientras su cartera este llena y su nivel de vida sigua por las nubes. Naturalmente todos saben a quien tienen que votar para que las cosas sigan así.

Los tres vienen charlando y cuando llegan la altura de la esclava se paran y la conversación continua.

-Amo de la granja: Ya le he dicho, y le reitero de nuevo. El animal es nuevo, pero aquí esta la veterinaria que lo puede atestiguar, perfectamente valido para cualquier trabajo. Esta fuerte y viene completamente sano. Lo acaba de traer su excelencia de Europa, de una casa prestigiosísima.

-Hombre: Ya. Le aseguro que me merecen ustedes toda la confianza del mundo, pero yo solo lo necesito por un tiempo, y los precios de alquiler son bastante elevados para mis posibilidades.

-Amo de la granja: ¿Y por que no se decide usted de una vez ya y se compra una?

No se da cuenta que a la larga le va saliendo mas caro. Mire esta por ejemplo todavía no se la puedo vender, pero tengo un par de ejemplares magníficos, y a un precio tentador.

-Hombre.¿ Cuanto?

-Amo de la granja: Hombre así, sin verlas, no le podría decir.

-Hombre: La mas barata. Dígame mas o menos lo que me costaría la mas barata.

-Amo de la granja: Mire D. Andrés, el año pasado si mi cabeza no me falla nos alquilo la misma bestia durante cuatro periodos con un tiempo total de 5 meses ¿Estoy en lo cierto?-El hombre asiente con la cabeza- y le costo el alquiler de aquel animal un total de 15.000 $. –el hombre sigue asintiendo. Bueno, pues en este momento estoy en condiciones de ofrecerle una maravilla de animal, fuerte, joven ,robusto y sano por............pongamos por ser para usted: 120.000 $. Que le parece? Una ganga, y ya no tendrá que venir mas aquí a alquilar.

-Hombre. Si, estoy de acuerdo, es una ganga, pero yo no tengo en este momento ese dinero. A lo mejor si la campaña que viene es buena..............

-Amo de la granja: Sea como usted desee D. Andrés. Como le decía este es el animal que puedo alquilar en este momento. ¿Por qué periodo lo quiere?

-Hombre: No estoy seguro, pero no menos de 6 meses.

-Amo de la granja: ¿Qué tipo de trabajo realizara?

-Hombre: El de siempre. Lo necesito para paseo y para la noria de agua.

Ambos hombres miran a la veterinaria.

-Veterinaria: Si si, es perfectamente valida para ambos trabajos. Solo le recomiendo que tenga un poco de paciencia, ya que es la primera vez que realizara ambos trabajos, y puede estar un poco torpe.

-Hombre: No hay ningún problema. ¿Cuánto me va a costar este ejemplar? Tenga usted en cuenta que es nueva y eso debería abaratar los gastos.

-Amo de la granja: Por supuesto D. Andrés, y tratándose de un cliente como usted mas.

Veamos en primer lugar las condiciones de uso. ¿Quiere usted un uso total o parcial del cuerpo de la bestia?

-Hombre: Total, por supuesto- una sonrisa sádica y callada recorre sus labios-

-Amo de la granja: Se compromete a la devolución total y sin mutilaciones?.

-Hombre: Entera, la devolveré entera.

-Amo de la granja: Bueno, pues en este caso el contrato que firmaremos después en mi despacho le permite hacer un uso total de todas las partes del cuerpo del animal, tanto particular como a otras personas que usted determine. Se compromete a la devolución del animal entero, sin ninguna mutilación, ni defecto que impida su posterior venta o uso por parte de otros dueños. Solo se excluyen de este apartado las marcas producidas por látigo, cigarrillos, etc, siempre y cuando las cicatrices no sean demasiado profundas. Tampoco podrá marcar al animal al fuego u otra señal perenne, si bien puede personalizarlo de forma temporal a su gusto.

La muerte o el incumplimiento de las anteriores normas obligara a la paga del animal como si de una compra se tratara.

-Hombre: Ya, conozco todas esas normas. ¿Cuánto me va a costar el alquiler seis meses?

-Amo de la granja: Con el anterior contrato, 20.000 $

-Hombre: Joder que caro. Vale. Me la llevo. Esta ya disponible?

-Veterinaria: Cuando usted quiera.

-Amo de la granja: Acompáñeme a mi despacho, firmamos el contrato, me paga, y se la puede llevar cuando guste.

Cuando los dos hombres se dirigen fuera del patio, donde seguramente están las oficinas y los despachos, la veterinaria se le acerca y mientras revisa una vez mas todos los aros, empieza ha hablar.

  • No se si me entenderás o no, pero presta mucha atención a lo que voy a decir. La píldora que deje ayer en tu pesebre, y que no tomaste, es un medicamento que impide que te quedes embarazada y a la larga provoca la infertilidad. Como comprenderás eso a ti te dará lo mismo. Eres ana bestia, y morirás siendo una bestia Si por un casual quedases embarazada, tendríamos que sacrificarte, y tu no querrás eso. Así que a partir de ahora, cuando te echen la comida y veas la píldora, mas vale que la tomes. Te voy a dar también un par de consejos sobre el amo que te acaba de alquilar. Es un respetable padre de familia, muy querido por toda la comunidad, y no nos gustaría tener que avergonzarnos de ti. Te ha alquilado básicamente para dos cosas: Para exhibirte, y para follarte. El y sus amigos y conocidos. Así que pórtate bien y déjanos en buen lugar.Exhíbete y folla como una autentica bestia de la granja de su excelencia. Una ultima cosa. A D. Andrés hay una cosa que le molesta especialmente. No consiente que sus animales gocen sexualmente, así que contente y procura no correrte si el no te da permiso expresamente. Te aseguro que es bastante duro en este tema y al final lo lamentarías.

Todavía tiene que pasar una hora desde que la veterinaria se marcho, y aparece D. Andrés. Este, cuando llega junto al poste al que permanece amarrada, la desata y cogiendo la cuerda de cuero tira de ella hacia la puerta de madera de la entrada. Esta completamente sudada, tiene sed, y casi mareada por el fortísimo sol.

Fuera, y aparcado en el camino de tierra que pasa por esta puerta, un todoterreno, al que hay enganchado un remolque para transportar caballos, les espera. Aunque la forma es igual, este remolque tiene algunas diferencias con el que transportan a los caballos. Por ejemplo es mas corto, de hecho solo caben dos personas de pie. Y a diferencia de aquellos, este esta completamente cerrado.

Se acercan por detrás al remolque y D. Andrés saca las llaves del coche y lo abre. Tira de la cuerda para que entre la esclava, pero esta, por mucho que lo intenta, no puede, ya que la cadena que traba sus pies es mas corta que la altura del remolque. Entra entonces al amo al remolque y cuando ella piensa que la va a ayudar, de una de las paredes descuelga un finísimo látigo de cuero, terminado en una punta de metal minúscula.

El pánico se dibuja en la cara de la esclava cuando sale de nuevo D. Andrés, y restalla el látigo en el aire. Sabe que el siguiente golpe caerá sobre ella. Lo vuelve a intentar desesperadamente. Pero es imposible, la cadena no tiene holgura suficiente. Un intento, otro mas, y al tercero un rayo de fuego abrasador atraviesa sus nalgas. De su chillido de dolor solo ha salido un pequeño gemido por efecto del bozal. Pero dos gruesas lagrimas si han salido también impulsadas por el dolor. Mas intentos y nuevo restallido del látigo al aire. Sabe que esta a punto de caer un nuevo golpe, pero no sabe como entrar al remolque. Cuando este nuevo golpe le atraviesa de nuevo los glúteos, las fuerzas la abandonan y tiene que apoyar las rodillas en el remolque para no caer al suelo por el intenso dolor. En ese instante comprende. De rodillas. Hay que entrar apoyando las rodillas. Así lo hace, y así evita el siguiente latigazo, que ya se estaba preparando. Rápidamente se levanta y espera a que su nuevo amo entre detrás de ella.

D. Andrés tiene la maestría de alguien que sabe perfectamente lo que hace por efecto de la rutina. Con la cuerda que cuelga de su collar hace un nudo que engancha de una garfio del techo y tensa hasta el limite de la respiración del animal. Cuando sale cierra con la llave por fuera, y la oscuridad de dentro es total y absoluta. No es fácil mantener el equilibrio por aquellos caminos y en aquellas condiciones. De hecho no sabe calcular cuanto dura el viaje, porque su concentración en no morir ahorcada es máxima. En cada curva se ha de medir la inercia para poder compensar con los pies el empuje del remolque. Cuando ya empieza a estar bastante cansada, el coche reduce de marcha hasta pararse. Echa marcha atrás. Seguramente han abandonado el camino y están entrando en alguna finca particular. Cuando el motor se detiene y espera que se abra la puerta, no sucede nada. Pasa el tiempo y sigue sin pasar nada. Empieza a dolerle el cuello por donde roza el metal con la piel, y la espalda, y lo muslos. Pero sobre todo empieza a ser ya insoportable el dolor de los pies. Aunque puede dar pequeños pasitos, aquellos horribles zapatos, con su enorme tacón, la están deshaciendo los dedos, los talones y la columna.

Cuando la sacan del remolque es ya bien entrada la noche. Solo la luna, una inmensidad de estrellas, y las luces de una especie de almacén, que hace las veces de corral, iluminan este momento.

Cuando van a entrar D. Andrés se detiene, la mira, y decide quitarle el bozal y desenganchar los aros de los codos. La sensación de alivio en las mandíbulas y la espalda es tremenda, y su cara refleja esta satisfacción. Rodeando la puerta se dirigen hacia uno de los laterales del corral. Cuando llegan y su olfato entra en funcionamiento sabe que aquel es el momento de desocupar. Están en las letrinas del corral. Unos agujeros hechos en el suelo le indica el sitio. Ya esta resignada a no tener intimidad y que la miren mientras hace sus necesidades. Además esta necesidad que siente es apremiante.

Su sorpresa es grande cuando ve que su nuevo amo la suelta la cuerda del collar, y rebuscando entre los matojos del suelo encuentra una gruesa, pesada y oxidada cadena que hay clavada en el suelo, y se la engancha al collar. Y mas sorpresa aún cuando ve que el amo se va, y se queda sola. En un par de minutos no se mueve, supone que habrá ido a coger algo, o hacer alguna cosa. Pero por fin comprende que esta sola. Que podrá hacer sus necesidades sin que nadie la mire. Esta desnuda, esta encadenada de pies y manos, y sujeta al suelo por una gruesa cadena. Pero hay algo que le resultaba mas insoportable que cualquiera de estas cosas, y era que la estuviesen mirando cuando se agachaba a desocupar su vejiga e intestino. Así que por fin cumplió con la naturaleza de forma normal, relajada, sintiéndose a gusto. Y mas a gusto aún cuando terminó y comprobó que al final de los agujeros del suelo una especie de pileta baja contenía agua limpia enjabonada. Se sentó tranquilamente y no sin dificultad, estirando todo lo que pudo las manos por detrás, se lavo por fin todas sus partes intimas a conciencia, y ella misma, sin que nadie lo hiciera. Se sentía infinitamente mejor. Ahora le consumía el hambre. Desde que le dieran la barrita energética de la mañana no había probado nada, y se moría de hambre. Se comería cualquier cosa. Pasaba el tiempo y no pasaba nada. Decidió estirar las piernas y de paso comprobar lo larga que era la cadena a la que estaba sujeta su collar. Era larga, tanto como para llegar hasta la esquina de aquella pared, y comprobar que un poco mas adelante del camino una lujosa y coqueta casa estaba iluminada, y con movimiento en su interior. Seguramente se trataba de la casa de su nuevo amo, y el lugar donde estaban eran los corrales de los animales. Estaba mirando el jardín con flores a la entrada, los faroles iluminando el camino empedrado, y las puertas y ventanas acristaladas de colores, cuando un olor agradable e irresistible invadió su olfato. Comida, olía a comida. Y casi se topa con el recipiente de plástico viejo y sucio que había en el suelo. No le importo mucho el estado del recipiente, ni le hizo remilgos cuando vio que aquello en realidad eran las sobras de una cena. Había huesos a medio roer, trozos de pan mordido, alguna servilleta usada, y restos de varias comidas. Sencillamente se arrodillo y metió la cabeza en el recipiente. No la levanto hasta que no quedo nada. Solo le falto lamer el sucio fondo del cubilete. Cuando roía a duras penas los huesos, y tragaba la comida con tanta voracidad, tuvo una sensación que le hizo parar unos segundos. Se sintió como un autentica bestia, como si fuera una animal de verdad. El hambre fue mas fuerte y continuo al instante. Al lado de este recipiente, pero igual de sucio y desgastado, otro contenía algo parecido a agua. Bebió sin reparos. La sed hace olvidar los reparos.

Noto entonces que aquí terminaba la largura de la cadena. Este era su limite. Se incorporo, y teniendo en cuenta que aquí olía menos desagradable que al lado de las letrinas, y el suelo además estaba mas limpio, decidió quedarse en este lugar. Esperaba que no tardaría en venir alguien. No dejaba de dar pasos a un lado y otro, pero allí no se presentaba nadie. Y el cansancio era ya insoportable. Primero se quito los zapatos. Que alivio sintió. Después pensó que se sentaría. Si venia alguien de la casa, desde donde estaba lo vería llegar y se levantaría. Apoyo la espalda contra la pared y empezó a mirar las estrellas. Se sentía bien. Era una noche espléndida. No hacia demasiado calor, y casi le pareció percibir el olor penetrante de los jazmines de entrada a la casa.

Cuando abrió los ojos ya no estaba apoyada contra la pared, sino tumbada en el suelo. Y alguien había iluminado el corral, porque vio perfectamente el suelo y las dos botas que había frente a su cara. Y cuando miro un poco mas lejos, también vio las parcelas y los árboles, y.............era de dia. Se había quedado dormida y ya era de dia.

Instintivamente se incorporo y quedo sentada, mirando al hombre de expresión tosca que tenia frente a ella. También instintivamente sintió que algo malo pasaría, que las cosas no iban nada bien para ella.

El hombre con cara de pocos amigos, expresión seria, y vestido con botas de montar y ropa de campo era D. Andrés, su nuevo amo. Tenia en la mano una fusta con la que daba pequeños golpes a sus botas y en su mirada fija se adivinaba una expresión taimada y socarrona. Dejaba pasar deliberadamente el tiempo. No hacia nada, esperando que fuese ella la que reaccionase. Y ella esperaba con pavor cual debía de ser su siguiente movimiento para evitar el chaparon que se le venia encima. Sus años de entrenamiento en la casa de venta, y su instinto, le dicen que lo mas prudente en estos casos es entregarse a la sumisión absoluta. Se arrodilla, y bajando la cara empieza a lamer las botas del amo. Este no hace nada durante unos minutos, la deja que siga hasta que sus botas, primero una y luego otra, estén relucientes. Cuando se agacha y empieza a acariciar por detrás el sexo de la esclava, comprueba que esta mojado, y que esta excitación va en aumento según sigue lamiéndole las botas y el va introduciendo sus dedos poco a poco. Y ella comprueba que su excitación es imparable al lamer las botas de su nuevo amo. Ella es así, no puede evitar sentirse mojada cuando se humilla delante de alguien. Y si además ese alguien le acaricia con maestría su sexo, la calentura llaga a extremos inimaginables. Sigue lamiendo, ya con fruición y gusto, porque esta a punto de llegar al clímax. Nunca hubiese imaginado un despertar tan agradable. De pronto un fuego abrasador le atraviesa la espalda. Y al segundo otro que recorre sus muslos. Ella ya conoce esta sensación. Es el mismo látigo que la empujo para entrar en el remolque.

Estaba ya casi apunto, un segundo mas y se hubiese corrido. Ahora sin embargo están cayendo sobre ella una lluvia de latigazos que van aumentando en numero y fuerza. Se queda en esa postura comprendiendo que si se mueve será peor. Cada estallido y sonido en el aire va seguido después de un fuego intenso que la hace encogerse con cada golpe.

No podrá aguantar mucho mas. No tiene bozal y sabe que empezara a gritar en pocos segundos. Porque las lagrimas hace ya algunos latigazos que aparecieron. Cuando para, seguramente porque se ha cansado, el amo actúa con rapidez. La coge con una mano del aro de la nariz y obliga a ponerse de pie, mientras con la otra desengancha la cadena del cuello. Queda así un segundo. El tiempo justo que ella tarda en recordar lo que la han enseñado. Agacha la cabeza a la altura de la mano de su amo, para que el no la tenga levantada. La conduce entonces dentro del corral. No se ve nada por efecto de la oscuridad. Y cuando empieza a esclarecerse ya tiene puesto el bozal y una cadena enganchada al aro de la nariz. No distingue nada del interior del corral, porque rápidamente es enganchada a escasos centímetros con esta cadena, a una columna que tiene dispuestos varios garfios. El amo empieza a hablar y su acento es de enfado mas que manifiesto.

-He pagado por una bestia que ahora resulta es desobediente, comilona, dormilona, y calentorra. Bien. Tendremos que enseñarte algunas cosas. Es una pena que seas un animal y no puedas entenderme, todo seria mucho mas fácil. Pero no importa, tenemos otros métodos de entendimiento que aplicaremos contigo.

Mientras habla ha cogido otra fina cadena, a unido los aros de los pezones, y también los ha enganchado a otro garfio de la pared. Y por ultimo hace esto mismo, pero con los aros del clítoris. En estos momentos su cuerpo esta pegado a la columna por tres puntos estratégicos, que le impiden prácticamente el movimiento. Así como cualquier visión. Sus sentidos de orientación son ahora mismo el instinto, que le indica lo terrible que se aproxima, y su oído, que escucha con pavor el restallido de un látigo en el aire. Y este sonido es nuevo, no es el mismo látigo. Suena mas fuerte, mas contundente.

Cuando toca su espalda y sus brazos la sensación es de que le han abierto las carnes en canal. El grito, aunque ahogado por el bozal, suena nítido. Las lagrimas son instantáneas y abundantes, y el respingo de todo su cuerpo hace que además le duelan intensamente por el tirón la nariz, las tetas y el caño. El siguiente cae sobre los hombros y le roza con la punta una teta. Nuevo respingo, nuevo tirón, y nuevo dolor penetrante en el tabique de la nariz, los pezones y los labios del clítoris.

El tercero lame los muslos y el dolor es tan intenso que casi la hace desmayarse. Ya no se mueve. Sabe que esto provocaría mas dolor. Sabe también que si se desmaya los aros que la tiene pegada a la columna, harían de sujetadores de todo su cuerpo, y esto no seria nada bueno, ni para la nariz, ni para los pezones, ni para......... nuevo latigazo, este justo en los glúteos. Es insoportable, las lagrimas le nublan la visión. No podrá aguantar mucho mas. Su amo empieza ha hablar de nuevo.

-De manera que te dejo un momento en la puerta del corral y tu aprovechas para irte de paseo, quitarte los cascos, y comerte la comida de los perros.

Nuevo restallido. Este también en los glúteos.

  • Tienes que aprender a quedarte donde yo te deje, y en la postura que yo te deje.

Este nuevo latigazo, que da sobre la parte baja de los muslos, ha tenido ya menos fuerza, y el hablar del amo denota ya fatiga.

-Tienes que entender, que no puedes quitarte nada tu sola. Incluidos los cascos.

Para un momento con los latigazos pero sigue hablando.

-Es extraordinario este látigo que me regalo el alcalde. Esta hecho de fibra de cristal triturado. Esta recubierto de unas micro partículas que apenas dejan señales. Y tiene que ser muy efectivo, por los aspavientos que haces. La pena es que resulta un poco pesado de manejar. Para mi gusto debiera ser un poco mas ligero.

Cuelga el látigo en la pared, y muy despacio, casi de forma ceremoniosa, se pone unos guantes gruesos de látex. Coge entonces de una estantería, surtida con varios frascos y botes cerrados, uno de ellos. Contiene una sustancia color verde pastosa. Saca con la punta de la mano una porción de esta sustancia y se acerca a la esclava que mira de reojo y despavorida la operación que esta haciendo su amo. Sabe que nada bueno se avecina.

  • En fin es una pena la bestia que me han alquilado. Si no cambias de actitud tendré que devolverte y probaremos a que me den otra en tu lugar. No me gusta nada como eres. Pero hay una coso sobre todo que me disgusta y que no soporto en un animal. Nunca debe excitarse en mi presencia, y por supuesto, nunca, repito, nunca, se correrá sin mi permiso. Este o no este yo delante. Para que vallas aprendiendo lo que te pasaría si esto llegara a ocurrir, te voy a untar un poco de esto. Dice el farmacéutico que es muy efectivo. Hoy, por ser la primera vez, te lo voy a dejar solo un par de horas. La próxima vez que me disguste, lo tendrás un dia entero. Bueno, aunque no puedas entenderme, esto si lo entenderás.-Mientras unta de forma concienzuda todo el coño del animal, metiendo los dedos pegajosos hasta bien profunda, sigue ablando.-por lo visto es un potingue que a preparado el con ortigas, liquido irritante y excitante cutáneo. Sea lo que sea, tiene que picar como un demonio, porque me ha advertido que tenga mucho cuidado de no rozarme siquiera.

No es que pique, sencillamente abrasa. Nada mas notar el contacto del liquido pringoso una sensación de quemazón, como si un carbón ardiendo le estuviera rozando en sus partes, hace que olvide totalmente el dolor intensísimo de los latigazos. Mueve los pies, junta los glúteos desesperadamente, y los pocos movimientos que puede hacer los realiza de forma convulsiva. Aquello es insoportable. Le han metido fuego dentro del coño.

El amo la observa satisfecho unos minutos como se convulsiona, pero por lo visto se aburre y se va. También se va poco a poco la sensación de quemazón, y es sustituida por algo que podríamos llamar escozor. Un escozor y picazón tan grande que primero junta las piernas intentando arrascarse, después mueve las caderas hacia delante y atrás los escasos centímetros que puede, y finalmente un alarido continuo se instala en su garganta. Aquello es insoportable. Le pica tanto, le escuece de tal manera, que si pudiera se cortaría un brazo para poder arrasarse con el.

No sabe realmente el tiempo que ha pasado cuando aparece el amo. A ella le han parecido años enteros metida dentro de un hormiguero en carne viva.

Trae puestos unos aguantes limpios y un cubo con agua y jabón. La lava escrupulosamente, a conciencia. Y cuando termina saca del armario una pomada que aplica generosamente.

  • Tienes el coño bastante hinchado y amoratado. Parece una berenjena. Esta cremita, así, bien aplicada, te dejara para mañana como nueva.

La va desenganchando de la columna, y cuando termina y la coge del aro de la nariz y ella quiere agacharse para poner su cabeza a la altura de su mano, le duele todas las partes de su cuerpo. Nota los tirones en la espalda y el culo de los latigazos. Y cada paso que da es como si una estaca le fuera insertada en el coño. Esta concentrada en el dolor que siente y en no caer al suelo por la debilidad que siente en la piernas, de tal manera que no se da cuenta que están avanzando por el corral hasta una esquina donde una jaula de barrotes desgastados y oxidados, de 2 por 3 metros le espera. Cuando llegan el amo la suelta, saca de su bolsillo la llave y abre la chirriante puerta. Antes de entrar le quita el bozal y le observa detenidamente el coño, abriéndole los labios vaginales.

-Esta bien. Espero que mañana te portes mejor y no tendremos que pasar de nuevo por esto. Descansa que te espera un trabajo intenso. Te dejare suelta por hoy.

Cuando entra ve efectivamente una cadena suelta colgando de uno de los barrotes, que seguramente utilizan para amarar al animal cuando esta en la jaula. Ve también, y no sin sorprenderse, que hay en el suelo una desgastada y sucia colchoneta. Hace mucho tiempo que no duerme sobre algo blando. Intenta tumbarse boca arriba, pero el dolor en la espalda no se lo permite. De lado tiene que cerrar las piernas, y el picor en el coño es todavía intensísimo, así que boca abajo y aunque es solo media mañana, encuentra la postura adecuada y se duerme.

Seguramente es ya por la noche cuando despierta, porque no entra claridad por los ventanucos del corral.

Le ha sentado bien el sueño. Le duele y le pica bastante menos.

Entra un hombre con ropa sucia y aspecto de campesino, y enciende una pequeña lámpara que ilumina todo el corral. Entra y sale varias veces, mientras acomoda dentro los aperos del campo. Un arado, barios azadones, algunos carros.....

Cuando termina deja la luz encendida y se ausenta otro buen rato, seguramente mas de una hora. Y cuando regresa trae en dos cuencos lo que se supone es la cena de la esclava. Abre la puerta de la jaula, la mira con desgana, y deposita ambos recipientes en el suelo. Se marcha dejando la luz encendida y la puerta de la calle abierta.

Ella aprovecha. No tiene ninguna hambre, pero sabe que las fuerzas le serán necesarias para los días que se avecinan. Con bastante dolor todavía, se arrodilla frente a los recipientes y come con agrado. Esta bastante bueno. Seguramente son las sobras de la cena de la casa, y si bien esta fría y tiene restos de huesos y de piel de fruta pelada, sigue pareciéndole buena comparada con lo que ha comido últimamente.

El cansancio, el dolor, la cena, y el estar acostada sobre una superficie blanda le hacen dormir profundamente. Tanto, que no ha notado cuando han apagado la luz y han cerrado la puerta del corral.

A la mañana siguiente, y debe ser ya tarde porque el sol esta bastante alto, el campesino de la noche anterior entra en la jaula, la mira un momento, y al comprobar que ella no hace nada, se agacha y la coge del aro de la nariz. Tira de forma contundente pero sin brusquedad. Y cuando salen a la puerta le engancha la cadena a la que había estado sujeta la noche anterior al collar, y se marcha. Se acerca con agrado, sin que nadie la este mirando, hasta las letrinas.

Ha pasado un rato y cuando se presenta su nuevo amo la encuentra de pie, al lado del corral y esperándole. El la mira de arriba abajo y entra decidido al corral. Cuando sale trae con el un pequeño armario con ruedas, que al abrirlo descubre contiene una colección bastante completa de zapatos, botas de todo tipo, zapatillas.

La mira de nuevo y de nuevo entra al corral. Ahora saca un bolso que contiene todo tipo de bozales. De todos los colores, tamaños y formas imaginables.

Se acerca a ella y sacando del bolsillo una barrita de chocolate se la va dando poco a poco con una mano mientras con la otra le acaricia el cabello, la espalda y el culo.

Abre otra barrita de cereales y continua acariciándola.

-Ayer creo que tuvimos un mal comienzo, y estoy seguro que hoy te portaras mucho mejor. Si fueses una persona podrías entenderme. A veces las bestias sois muy tozudas, y yo solo quiero que se haga lo que digo, nada mas.

Ella escucha con la mirada clavada en el suelo-sabe perfectamente que no puede mirar a los ojos a su amo-y como todo lo rápido que puede lo que le están dando.

Se acerca el agricultor donde ellos están y comienza una charla entre ambos.

-Buenos dias Salomón. ¿cómo va todo, algún problema?

-Buenos dias Señor. Si. Todo va bien, no se preocupe.

Salomón queda un momento en silencio y mira fijamente a la bestia.

-¿Ha decidido ya si la va a llevar mañana a la exposición?

-No tengo ni idea, ni tampoco se el trabajo que le ira mejor, ni como andará de modales.

No se nada de ella, y lo peor es que no tenemos tiempo.

-¿Usted ve posibilidades en ella?

-Sinceramente Salomón. Ninguna. Solo tiene una presencia impresionante. Pero tu sabes que eso no basta ni para pasar el primer corte.

-Yo que quiere usted que le diga, por intentarlo.

-Ya.............mira vamos ha hacer una casa. Yo me voy a dedicar esta mañana a enseñarle modales, y tu esta tarde le buscas algun trabajo en el que pueda especializarse.

-Creo que será fácil. En este momento no tengo a nadie en la noria.

-Bien, perfecto. Esta tarde la enganchas y me cuentas que tal funciona.

El agricultor se marcha y el amo saca varios modelos de bozales de la bolsa. Al final se decide y le coloca uno de bola bastante diminuto y de color ocre con brillantina.

Abre el armario del calzado y saca unos zapatos con un tacón no demasiado alto y bastante brillantes, pero de tonalidad apagada.

Cuando se los coloca la esclava comprueba que son bastante cómodos, así como el bozal, que no le oprime nada la lengua o la garganta.

La suelta entonces de la cadena de la pared y le engancha del collar la cuerda de cuero con la que tira de ella por un camino lateral rodeado de árboles bajos. Es media mañana de un dia espléndido de primavera. No hace todavía demasiado calor y el camino de tierra aplastada y recién regada parece una invitación al paseo y al goce de la vista.

Y así se siente D. Andres, va despacio, llevando de la mano a su nuevo animal, encantado de poder adiestrarlo el mismo para la exhibición de mañana, y por supuesto abrigando siempre alguna pequeña esperanza.

No se siente de la misma manera el animal, que entre los zapatos de tacón, el camino empinado de tierra, y los grilletes de los pies, a duras penas si es capaz de seguir a su amo. Tampoco se siente nada bien cuando mira la cintura del amo y ve colgando de ella todo tipo de cadenas, artilugios, y látigos.

Por fin el camino desemboca en una gran explanada rodeada por una verja de madera y adornada por algunos árboles, y diseminados al azar postes, abrevaderos, y algunos artilugios mas sobre el suelo y los postes de la empalizada.

Se dirigen al centro, y cuando llegan el amo se vuelve decidido y desengancha la cuerda. Se aleja unos pasos de ella, la examina detenidamente, y cuando se acerca decide que le va a colocar los grilletes de los codos. Los une así a su espalda todo lo juntos que puede con un enganche de los que llevaba en el cinturón.

Se separa de nuevo, y al ver a su animal con el bozal, el collar de acero apretado al cuello, los codos unidos en la espalda para que sobresalgan las tetas, las manos siempre encadenadas a la espalda y los bonitos grilletes que le colocaron de forma perenne, se siente satisfecho y vuelve ha acercarse a ella.

  • Vamos a empezar y veremos que tal es tu instinto.

Se encamina muy despacio hacia una orilla del recinto. Y ella que al principio no sabe que hacer, comprende por fin- A funcionado su instinto- que tiene que seguir a su amo.

Así lo hace, situándose justo detrás de el. Cambia de sitio, pero ella lo sigue a corta distancia.

Por fin el se vuelve sonriendo y dándole palmaditas en las nalgas le demuestra su alegría.

-Bien, Bien, perfecto. Empezamos bien. Justo eso es lo que tienes que hacer cuando tu amo te deje suelta, seguirlo a cualquier parte que el valla.

Saca de su bolsillo un pequeño azucarillo y abre la mano. Rápidamente ella entiende dos cosas, en primer lugar agacha la cabeza y dirige su boca a la mano abierta de su amo, y en segundo el porque le ha puesto aquel bozal. A trabes de el puede sacar la lengua y chupar el azúcar.

-Ahora vamos ha hacer justo lo contrario.

El amo da una patada contundente en el suelo y empieza a caminar. El animal entiende perfectamente y no se mueve de su sitio.

El se vuelve complacido y saca un nuevo azucarillo que ella chupa de inmediato.

-Al final vas a sorprenderme. Estupendo. Dos de dos. Vamos ahora con algo mas difícil.

Levanta la mano derecha y chasque los dedos, cogiendole a continuación por el anillo de la nariz y tirando de ella hacia el suelo para que pegue la cara a el. La coge entonces por las nalgas levantándolas y le abre todo lo posible las piernas.

Ella queda en esta postura sin entender muy bien porque la ha puesto así, pero cuando suena de nuevo el chasquido de los dedos, se levanta con rapidez. Nuevo chasquido, y le falta tiempo para arrodillase, pegar la cara al suelo, levantar el culo todo lo que puede y abriendo sus pierna dejar su sexo lo mas expuesto posible.

Su amo sonríe y despacio va dando vueltas a su alrededor. Se da la vuelta y se aleja lentamente.

Primer problema para el animal ¿Debe seguir en aquella postura, o por el contrario seguirlo como le havia dicho antes? Se mueve angustiada al ver que su amo se aleja y ella no se decide. Por fin se levanta y dando traspiés se coloca detrás de el.

Cuando llegan a la empalizada que rodea al recinto D. Andres sonreí abiertamente sacando otro azucarillo. Mientras lo chupa el animal comprende que ha hecho lo correcto. Si el hubiese querido que se quedase allí hubiera dado una patada en al suelo.

D. Andres sigue apoyado tranquilamente en la empalizada y ella hace ya un rato que termino de chupar el azúcar, permaneciendo tranquilamente a su lado.

Algo no va bien cuando ve que su amo esta sacando un látigo fino de la cintura. Instintivamente empieza a agitarse ya a mover los pies y las caderas. ¿Qué esta haciendo mal? Un chasquido en el aire aumenta su inquietud y su cara de terror. ¿en que esta fallando? Cuando D. Andres ya se dispone a descargar sobre ella el primer latigazo, y su mano derecha esta extendida hacia atrás, comprende. Es de principiante, hace mucho tiempo que tenia que saber eso. Rápidamente se arrodilla y abre las piernas todo lo que puede agachando la cabeza y mirando al suelo. Su amo sonríe de nuevo. Ha comprendido de nuevo sin usar el látigo. Un animal no puede permanecer de pie al lado de su amo. Su postura ha de ser la de sumisión.

El amo guarda el látigo en el cinturón y encamina sus pasos, seguido justo detrás por su animal, hacia una pequeña habitación que hay en una de las esquinas del recinto.

Saca una llave y va abriendo la puerta de madera.

-Vamos a comprobar ahora que tal toleras los adornos y aperos.

Cuando sale trae en una caja varios instrumento.

-Veamos que tal te queda tu rabo.

Un chasquido de los dedos y el animal se dejar caer al suelo con el culo levantado. El amo unta de vaselina un enorme bolo puntiagudo terminado en tiras que simulan crines de caballo, y lo introduce sin miramientos en el culo del animal. Ella se mueve lo menos posible, pero le ha dolido tanto que las lagrimas han vuelto a sus mejillas, y de echo no sabe si podrá levantarse. Materialmente le han partido el culo. Aquel instrumento es enorme.

Cuando el chasquido de los dedos de su amo suena, cada movimiento para levantarse le cuesta horrores. Aquello va ser insoportable.

El amo levanta el dedo y ella queda expectante. ¿Qué quiere que haga ahora? Una vez mas el instinto la guía, empieza a girarse y a dar vueltas sobre si misma y luego en circulo. Ha vuelto a acertar. Nuevo terrón de azúcar. Pero este no sabe dulce, porque cuando tiene que agachar el cuerpo el culo le arde y piensa que le va a estallar. ¿Cuánto tiempo tendrá que tener aquel instrumento dentro de su dolorido culo?

Rápidamente se vuelve a situar de rodillas en postura de sumisión mientras su amo busca en la bolsa que ha sacado del cobertizo. Con gran deleite y evidente regocijo le coloca en cada anilla de los pezones sendos cascabeles, que hace sonar golpeándole suavemente las tetas. De la misma manera le coloca un cascabel en el aro de la nariz. Cuando le indica con un gesto que se levante, le abre las piernas y le coloca dos nuevas campanillas, estas de considerable tamaño, en las anillas del clítoris. Levanta el dedo y ella empieza a girar y a dar vueltas. Es un repiqueteo ambulante. Sus pasos suena a bastante distancia y a una distancia mínima de 50 metros todo el mundo sabrá que por allí camina un animal.

Parece gustarle a D. Andrés todo esto.

Tanto que no paran en toda la mañana. Así le enseña varias contraseñas mas para que con solo un movimiento de sus manos o sus dedos ella obedezca al momento.

Le pone después un arnés consistente en un grueso corsé muy apretado y con varios enganches. De estos cuelga varios tipos de carros que ella va poco a poco sabiendo utilizar, primero solos y después con su amo subido en ellos.

Empieza a calentar el sol ya bastante, seguramente es medio dia, cuando le desengancha el corsé, que guarda en el cobertizo, y poniéndole de nuevo la cuerda al cuello se dirigen de regreso por el camino a los corrales. Cuando llegan la amarra a la cadena de la pared a la que ya estuvo sujeta ayer, le quita el bozal, los grilletes de los codos, todas las campanillas y cascabeles, y se marcha.

Cuando han pasado mas o menos dos horas se presenta de nuevo su amo. Trae en un cuenco de metal viejo las sobras de la comida de la casa y en otro agua fresca. Ella se arrodilla en cuanto el se acerca y fija la vista en el suelo. Permanecía de pie sabiendo que era lo correcto y temiendo que el descubriese lo que estaba ocurriendo en su culo. Sencillamente había empezado a dejar de molestarle, y con el movimiento la sensación havia empezado a cambiar y a tornarse tan placentera que le estaba excitando sobremanera cada vez que se movía.

La mira satisfecho, sonríe, pone los cuencos a su lado y se marcha.

Ella se lanza materialmente sobre la comida que devora ferozmente sin mirar lo que come. Sabe que son los restos de la casa, que habrá desperdicios, trozos mordidos, y hasta algún bocado escupido. Pero esto es lo que comen los animales, las sobras de sus amos. También sabe que nunca mas utilizara las manos, y tendrá que comer siempre con la boca, porque los animales no tienen manos y así lo hacen. Apura el agua del cuenco de al lado y después se dirige hacia las letrinas donde desocupa por completo su cuerpo tranquilamente. Busca la sombra en una esquina, casi ya al final de la largura de la cadena y espera de pie a que aparezca su amo. Dos horas después, cuando ya el sol no es demasiado fuerte, quien aparece es Salomón. La suelta de la cadena, le ata de la cuerda de cuero y tirando de ella se dirigen tranquilamente, rodeando la casa, a una noria situada junto a unas pequeñas plantaciones de hortalizas.

Se trata de una noria giratoria y nada mas llegar el animal comprende que aquel trabajo será sencillo pero muy pesado. Salomón le suelta la cuerda del cuello y le coloca un pesado arnés de madera en la cintura, y una especie de artefacto en la cabeza que le impide ver por los laterales. Solo puede ver el frente. La acerca entonces a la noria y le engancha al arnés de la cintura el palo giratorio de la misma. Esta esperando que Salomón termine, cuando un restallido en el aire y la espalda que le arde por donde ha caído el latigazo, le hacen comprender que ya puede empezar. Y cuesta mover aquella noria. No es imposible, pero teniendo en cuenta que apenas si puede ver al frente, que sus pies están impedidos por los tacones y los grilletes, y que un enorme bolo haciendo de rabo lo tiene insertado en el culo, si le resulta lento y agotador. El siguiente latigazo le cae en el culo, y comprende que hay que moverse mas rápido. Lo esta haciendo todo lo que puede, pero el tercer latigazo en los muslos le indica que no es bastante.

Al cabo de 5 minutos solo escucha el sonido del agua de la noria al salir, el repiqueteo de las cadenas de sus pies y su agitada respiración. Es agotador tirar de aquel pesado madero, pero casi lo es mas disimular delante de Salomón la excitación cada vez mas grande que le produce el rabo cada vez que da un paso y mueve el culo. Intenta concentrarse lo máximo posible en tirar del madero lo mas rápido posible, pero sabe que le delatan su cara, y los traspiés que da cada vez que una oleada de placer inundan su culo. Comprende también que Salomón sabe perfectamente lo que esta pasando y lo que le esta ocurriendo, porque con una maestría impecable deja caer con fuerza el látigo cada vez que esta a punto de venirle un orgasmo. Esta frustración de querer y no poder le da fuerzas y le hace empujar con mas fuerzas. Salomón la mira satisfecho.

Han pasado 2 horas mas o menos cuando la desenganchan de la noria, y se dirigen hacia los corrales. El sonriente, y ella sudando copiosamente y con la respiración agitada y entrecortada y bastantes señales de latigazos en su espalda y culo.

Quedan ya pocos rayos de sol cuando llegan junto a los corrales. D. Andres les esta esperando. Mientras Salomón le suelta la cuerda del cuello y la engancha a la cadena de siempre, los dos hombres van charlando.

--Cuéntame Salomón.

--Bueno..........es fuerte. Efectivamente su físico es bueno. Difícil será que alguien supere esas tetas grandes y fuertes, por no hablar del culo y las nalgas, y..........en fin todo lo que usted ya sabe.......

--Al grano Salomón, las virtudes ya las conozco.

--Tenemos fundamentalmente un problema con ella. Es una hembra muy caliente. Se ha excitado solo con el roce del rabo. Y si no estoy atento, estoy seguro que se hubiese corrido varias veces.

--Vaya vaya. Pues no me gusta nada esto que me cuentas. Tendremos que tener especial cuidado con este tema. Bueno por lo pronto aséala, dale la cena y enciérrala temprano. Quiero que mañana este radiante. A, y toma las mediadas oportunas esta noche para que esta zorra no haga nada que no queremos.

Mientras D. Andres se marcha Salomón se agacha y quita los zapatos del animal. Le coge la anilla de la nariz con una mano tirando de ella hacia abajo, mientras con la otra saca sin miramientos el rabo del culo. Un pequeño gemido se escapa de la garganta de la esclava. Engancha entonces una manguera a un grifo que hay junto a las letrinas, la extiende, y dándole presión ducha con un gran chorro de agua al animal. Primero solo con agua, luego con una esponja empapada en jabón restriega la cabeza y todas y cada una de las partes de su cuerpo, y nueva rociada de agua.

Durante la media hora que se ausenta Salomón para prepararle la cena los últimos rayos de sol que caen sobre la pared de los corrales, secan completamente su cuerpo y cabello.

La comida de aquella tarde no son restos, sino una especie de papilla, o algo pasado por la batidora, bastante fácil de tragar y con un sabor muy agradable. Salomón a permanecido pacientemente a su lado cuando ha depositado el cuenco en el suelo y ella se ha arrodillado para comer.

Cuando termina dos chasquidos de los dedos de Salomón le señalan que se levante. Lo hace rápidamente y el agricultor deja pasar unos segundos mientras la mira detenidamente. Esta impresionante. El cabello corto y revuelto recién secado por el sol. La cara morena y rojiza, con esas facciones suaves y atractivas que le dan su barbilla alta , lo pómulos redondos y esa mirada entre inocente y lasciva que la acompaña, sobre toda cuando mira sumisamente al suelo delante de su amo.

No encontraría palabras para describir esas impresionantes tetas. Grandes, enormes, pero proporcionadas a su ancha espalda. Por un momento piensa que son sencillamente perfectas. Bien torneadas, firmes, con esos pezones perforados por las anillas que les hacen estar en un continuo estado de erección.

Cuando baja las vista y se fija en su culo piensa por un momento que quizás sea demasiado grande en comparación con la estrecha cintura, pero cuando ve las largas y bien torneadas piernas comprende que un culo mas pequeño resultaría ridículo. Este es grande, respingón, firme, y definitivamente perfecto. Cuando mira su vientre liso, perfecto, y los labios de su coño resaltando por las anillas que los perforan se siente bastante excitado.

Pero sabe que los planes del dueño de la finca son otros y se reprime. Ya llegara su momento, y no ha de tardar mucho. Su trabajo es lo que muchos envidiarían en sus sueños. Es un hombre feliz trabajando para D. Andres. Su patrón no es exigente, y si generoso en todo lo que puede. Su labor consiste sencillamente en hacer que la finca salga adelante. El es el jardinero, el pintor , el albañil, el fontanero, y por supuesto quien planta los terrenos, cultiva las plantas, y se ocupa de venderlo todo para darle cuentas al amo. También sabe que a D. Andres las cuentas de la finca le tren sin cuidado. El vive de sus negocios en la ciudad y solo mantiene esto para poder vivir en el campo y dar rienda suelta a su afición por los animales. Pero Salomón si es un hombre de campo. Le gusta la tierra y sus cultivos. Y por supuesto le encantan los animales.

Es un hombre sociable, amable y querido por todos, pero tremendamente solitario. Estuvo casado una vez, pero cuando su mujer lo dejo, pensó que lo mejor era no volver a querer a nadie. Así que ahora cubre sus necesidades afectivas con dos perritas que tiene en la casa que hay justo detrás de la mansión principal. No es grande ni vistosa, mas bien se diría que es austera, pero para el y sus dos perritas es suficiente. No necesita mas. Se siente como un miembro privilegiado, casi imprescindible, del servicio de la casa de D. Andres y eso le hace sentir bien. Tiene poco en esta vida, pero no necesita mas. Se siente feliz con sus plantas, sus abonos, sus chapuzas y sus animales.

Esta divagando una vez mas. Un ligero parpadeo le devuelve a la realidad. Desengancha la cadena del cuello de la bestia y con el pequeño látigo que siempre lleva en el cinturón le da pequeños golpes en las nalgas para que empiece a caminar hacia dentro del corral.

Se dirigen al fondo, donde esta la jaula. Antes de entrar Salomón coge de un cajón viejo un artefacto de acero con forma redondeada y cuya función es evidente. Se trata sencillamente de un austero y simple cinturón de castidad.

-Tienes tu mucho peligro esta noche. Así que para evitar ese peligro, evitaremos la tentación.

Dice esto mientras coloca y aprieta con fuerza el cinturón .

-El amo quiere que estés mañana en plenitud de facultades. Y para conseguirlo lo mejor es que dediques la noche a dormir y no ha excitarte tocándote donde no debes.

Cuando termina de colocarle el artefacto ella entra en la jaula, se acuesta sobre lo que le parece un mullido colchón- y en realidad no es mas que una vieja y antigua funda de sofás- y Salomón cierra con llave la chirriante puerta y se mete la llave en el bolsillo.

Desde fuera de la jaula coge entonces la cadena que cuelga de uno de sus barrotes y la engancha para que este tirante, al collar del animal.

-Bueno. Mañana es el gran dia, y esperemos que estés a la altura. Ojalá pudierais entender los animales a las personas. Te diría que no estés mañana nerviosa, y para eso lo mejor es que descanses. Esta noche apagare la luz de los corrales para que descanses mejor.

Mientras Salomón sale, apaga la luz, y deja todo el recinto a oscuras, ella queda pensativa y preocupada.

¿Qué demonios será lo de mañana que es tan importante? Que no este nerviosa. ¿Y porque tengo que estar nerviosa? Y pretenden que no este excitada esta noche. Como no voy a estarlo si hace ya.........ni lo se, que no tengo un orgasmo, y encima he llevado todo el dia un enorme artefacto metido en el culo que creía me iba ha romper al principio, y al final lo único que conseguía era mantenerme cachonda todo el rato. Aunque para eso no hace falta mucho, lo reconozco. De hecho ahora mismo si pudiera no me importaría tocarme por..........es imposible. Saben muy bien lo que hacen. Con las manos encadenadas a la espalda llegaría al culo, y con un poco de esfuerzo también podría hacer maravillas con los dedos en.............Este puto aparato no deja ni siquiera rozarse. –Se mueve agitada, intentando llegar con las manos y los dedos a tocar algo que esta totalmente protegido. La decepción y frustración se reflejan en su rostro- Y si por lo menos pudiera restregar las tetas con el colchón- Esta total y absolutamente excitada, y cualquier roce, o caricia, aunque sea artificial, le sirve, pero cuando lo intenta la cadena que la mantiene unida al barrote desde el collar se lo impide, no es lo suficientemente larga. Ahora es la rabia y desesperación lo que siente por todo su cuerpo. No es posible estar tan excitada y no poder correrse de ninguna manera.

¿ Y como pretende que duerma y descanse en ese estado, y encima con aquel aparato puesto, y la postura incomodísima en que se encuentra?

Pero si, efectivamente, se duerme por efecto del cansancio, y además lo hace durante toda la noche y bastante bien.

De hecho se siente estupenda a la mañana siguiente cuando se despierta al escuchar el sonido de la cadena que acaban de soltarle del cuello, y a continuación el sonido chirriante de la puerta de la jaula al abrirse.

Casi a salido fuera cuando mira los zapatos de la persona que la aguarda. Evidentemente no es Salomón. Se trata de una mujer porque lleva unas bonitas botas de pequeño tacón y cuero marrón reluciente. No sabe si usa falda o pantalón corto, porque no se atreve a levantar la vista mas arriba de las rodillas, pero desde luego hasta donde se atreve a mirar las piernas son preciosas. También observa unas manos finísimas y muy bien cuidadas cuando estas le quitan con habilidad y seguridad el cinturón que le inserto Salomón la noche anterior, y enganchan al cuello la cuerda de cuero con la que tira de ella para salir del corral. Antes de que el sol la deslumbre por completo levanta una fracción de tiempo suficiente la mirada, y puede ver a una mujer de pelo castaño oscuro, recortado casi hasta la nuca y peinado de forma desenvuelta. Debe tratarse de una mujer guapa, y desde luego muy atractiva, por las formas que se dibujan desde atrás, con unas caderas y trasero muy bien proporcionados.

Se dirigen al lateral, justo donde están los agujeros en el suelo que hacen de letrinas, donde es nuevamente sujeta a la cadena que sobresale del suelo.

Realmente ya tenia ganas y su cuerpo queda completamente vació.

Cuando la mujer vuelve al cabo de unos minutos, casi de reojo la esclava se da cuenta que casi ha acertado en su juicio sobre la mujer. Viste unos pantalones azulones a la altura de las rodillas, haciendo juego con una camisa verde pistacho, sin cuello y con mangas muy cortas. Su cara es atractiva, pero desde luego no es guapa. Va, eso si, perfectamente maquillada y muy arreglada.

Trae con ella una especie de carrito con ruedas. De aquí saca un cubo con agua enjabonada y perfumada. Se aplica a fondo y con mucha suavidad y pulcritud, y sin dejar ni un solo recodo, recorre todo el cuerpo de la esclava, que se deja hacer con placer. Casi con demasiado placer. No puede evitar sentir un escalofrió que la hace estremecer, cuando la esponja mojada pasa suave, y deliberadamente lenta, por su clítoris, y presiona de forma ostensible cuando es el culo el que repasa. La mujer se da cuenta, esboza una ligerísima sonrisa, y continua, aunque deteniéndose en los lugares estratégicos. Cuando le lava el pelo inserta sus dedos en medio de los cabellos y masajea firme pero suavemente toda la cabeza. La esclava tiene que cerrar los ojos, porque las pupilas se le han puesto en blanco de placer.

Cuando termina el baño es el turno de la depilación. No queda un solo pelo en su cuerpo, excepto el de la cabeza. Le indica entonces que se arrodille. Cuando lo hace saca del carrito varios instrumentos de peluquería, con los que la arregla de forma meticulosa. Tras varias pruebas que parecen no gustarle, se decide por un moño muy recogido y con gomina atrás y suelto de forma casual delante, con algunos mechones tapando los ojos. Cuando le hace señas de que se levante se dedica a maquillarla de forma primorosa. No tiene prisa, y en cada detalle, las cejas, los labios, los pómulos, las pestañas, se detiene expresamente para que todo este perfecto.

La esclava no esta preocupada, pero desde luego intuye que algo grande se esta preparando. No es normal que se tomen tantas molestias en ella, y menos aquella mujer, cuando se acerca Salomón y descubre que se trata de la esposa de D. Andres, su amo. Se podría decir que por consiguiente ella es a todos los efectos legales su ama.

No sabe lo que se avecina, pero desde luego a sido estupendo. Aquella mujer tiene manos mágicas. Cuando la ha bañado y pasado la esponja rozando con sus dedos los anillos del clítoris se ha sentido muy, muy excitada. Y la suavidad con que ha limpiado sus cabellos, y la paciencia para maquillarla. No sabría decir lo que es, pero siente algo especial por aquella mujer. Que tontería. Aquella mujer es su ama, y ella es simplemente su animal, y como tal lo cuida y lo mima, para que este vistoso.

Esta en estas reflexiones cuando aparece D. Andres.

-Buenos dias cariño. Bueno. Dime ¿Te gusta la nueva adquisición?

-No seas fantasma querido. No es tuya, simplemente la has alquilado.

-Ya, es cierto. Pero tengo una opción de compra si quedo satisfecho durante el tiempo de alquiler.

-Esa película ya la conozco demasiado bien.

-Sabes perfectamente que es estos animales que vienen de Europa son carísimos. Además no se de que te quejas, tienes ¿Cuántas mascotas? 8 ¿Y adornos para la casa? Otros 6 y.........

-No sigas por favor. Yo no te he reprochado nada, es solo que no tenemos nada especial.

  • Te refieres algo como esta. ¿Te gusta o no?

-Si, la verdad es que me gusta. Quiero que me la dejes un tiempo para la casa.

-¿Para la casa? ¿No tienes bastante en la casa con todo lo que tienes?

-Si, pero ya te he dicho que necesito algo especial. Qué te parece si hacemos una cosa, la mitad de la semana para ti y la otra para mi..........

-No va a ser posible- En ese momento ella se pone delante de el y lanza una mirada gélida y despreciativa a su marido- porque..........eres imposible Rita. Vale, de lunes a jueves para ti.

-Vale. Pero seré yo quien la adorne. ¿Te gusta como ha quedado?

-Si. Esta bien, pero un poco simple ¿No te parece?

-Espera que no he terminado. Vamos a ver.......nos quedan las campanillas.

Se agacha y saca de un compartimento del carro unas pequeñas y relucientes campanillas de metal, que coloca en cada uno de los aros de las tetas. A continuación y del mismo color, si bien algo mas apagado, otra campanita, esta de un tamaño considerable, que engancha juntando los aros de su clítoris. Por ultimo sonríe a su marido, cuando descubre de su mano cerrada un pequeño cascabel, que engancha al aro de la nariz.

-¿Son nuevos estos adornos?

-Si. Te gustan verdad. Ya veras esto.

Vuelve a su carro y de un nuevo compartimento extrae un juego de brillantes cadenas de metal reluciente, todas ellas de diferente grosor y largura, con enganches y remaches en la mitad y los extremos.

Con una de ellas, la mas pequeña, engancha los grilletes de los codos. El resto se las entrega a su marido, que las engancha de su cinturón, junto a los dos látigos que siempre lleva colgados.

-Y por ultimo...........esto te va a encantar.

Nuevo viaje a carro, esta vez para sacar un artefacto consistente en unas pequeñas orejeras, que impiden la visión lateral, unidas a un bozal de metal, consistente en un aro que se inserta en la boca, lo que obliga al animal a abrirla completamente, y que esta hueco por el centro. En realidad es un aro metálico incrustado dentro de los dientes.

La sujeción es de cuero muy trabajado y brillante, adornado con remaches metálicos.

-¿Que me dices ahora?

-No esta mal. Pero te falta una cosa.

-No querido. No me he olvidado.

La solicita esposa se vuelve hacia el carro y saca una cola de pelo natural de caballo.

Tira suavemente del aro de la nariz hacia abajo, el animal intuye lo que le le viene encima, y abre las piernas toda la largura que le permite la cadena de los grilletes. Después de untar vaselina, inserta en el culo del animal, muy, muy despacio, el enorme bolo que sujeta la cola.

Es mas grande que el que llevo el dia anterior, pero la maestría con que ha sido introducido, hace que casi pierda el equilibrio por el placer que le produce cada centímetro que entra en su ya dilatado y ansioso culo.

Aquello es terrorífico. Cuando se levanta comprende que será un suplicio inaguantable tener todo el dia aquel enorme objeto metido en el culo. Además de dolor penetrante, siente unas oleadas de placer difícilmente contenibles. Y lo peor es que empieza a no distinguir entre una cosa y otra.

-Perfecto verdad?

-Ya te contare esta noche como nos ha ido en la competición.

-Bien. Seguro que sacas algun premio. Para esto tu eres un numero uno querido.

-Ya. Pídeme lo que quieras. Tengo que irme.

-Te pediría que no fueses tan grosero. Pero como eso va a ser imposible, solo te recuerdo nuestro acuerdo. Esta noche a las doce el animal es mío hasta el lunes.

-Por supuesto querida. Hasta la noche.

Una mirada de odio y desprecio se dibuja en la cara de la esposa, cuando el se agacha y desengancha la cadena de la esclava, engancha la cuerda de cuero, y ambos, amo y esclava, se dan la vuelta y cogen el camino que conduce hacia la salida de la finca.

Ella sabe que ya no lo vera mas hasta la semana que viene, seguramente el miércoles o el jueves. Y se alegra profundamente de que sea así. Tendrá todo el fin de semana para ella sola, y para cuidar a sus queridos animales. Aunque también sabe que tendrá que entregar la bestia nueva a Salomón según lo acordado, el Domingo a las 12.00 de la noche. No importa, es tiempo suficiente.

Todavía recuerda cuando compartían, al principio de su matrimonio, aficiones y gustos, y disfrutaban juntos con su mutuo cariño y entrega con los animales. Pero todo aquello se acabo, poco a poco cada uno se fue distanciando, y ya el placer lo encontraban por separado. Ambos lo sabían, y ambos comprendían que era mejor no entorpecer al otro.

D. Andres no era del tipo de hombre al que le preocuparan mucho las ideas o sentimientos de su mujer. Sabia que ella disfrutaba, le daba todo, se le permitía todo, y solo quería que ella fuera feliz, y le dejara a el serlo. Así que le encantaba que fuese ella la que se ocupara del apero y arreglo final de sus animales. De hecho, consideraba que tenia muy buena mano para ello. La prueba estaba a la vista, pensaba, mientras abría el remolque para que entrara el animal y lo trababa dentro. La ha dejado hecha un pincel. Realmente esta hermosa.

Durante el camino, de algo mas de 15 minutos, no quiere pensar en nada que no sea la competición y sus posibilidades de éxito.

Atrás, en el remolque, los pensamientos de la esclava están confundidos entre la ignorancia, no sabe lo que van ha hacer, la inquietud, provocada por este desconocimiento, y la tensión, comprendiendo por lo escuchado que van ha hacer una especie de juego, en la que ella será la competidora. No seria mal comienzo en esta nueva casa empezar con un éxito. Sea lo que sea quiere ganar, agradar, hacer que su nuevo amo se sienta bien. Hará lo que sea, pero triunfara.

Cuando el coche para y se abre la puerta del remolque la adrenalina de la esclava esta al máximo. Su motivación también. Y sale dispuesta a triunfar.

Pero cuando pisa el suelo y mira hacia delante, mientras su amo le ata una brillante cadena al collar, un escalofrió de terror, miedo, y angustia, recorren su cuerpo.

Ella esperaba una finca de campo, pero aquello es una ciudad. Y esperaba prados y empalizadas, pero están en un enorme aparcamiento lleno de caravanas, remolques, y todo terrenos con enganche como el que lo ha transportado a ella. Pensaba que acudirían un puñado de rudos granjeros, y sin embargo escucha el murmullo de la gente dentro de un recinto cercano. Cuando descubre que se trata de un pabellón cubierto, y que seguramente dentro puede haber cientos de personas, sus piernas se paralizan por el terror, y su mente esta tan angustiada que se niega a reaccionar. Solo piensa en una cosa: Ella es una mujer, una mujer sensible y delicada. Educada y amante de las buenas maneras y la buena educación. Nunca ha dejado de sentir pudor cuando se ha mostrado desnuda delante de la gente, pero siempre lo ha hecho delante de un numero muy reducido y cerrado. Sin embargo en este momento se encuentra a punto de entrar en un lugar donde cientos de personas la verán desnuda, completamente desnuda y expuesta no sabe a que situaciones humillantes. Y la miraran como se mira a un animal. Adornado y amarrado para que no escape.

Un brusco tirón de la cadena la hace reaccionar. Han sido solo unos segundos, pero los suficientes para comprender que aquello es irreversible. Tiene dos opciones, o martirizarse y sufrir con pensamientos racionales que no la conducirán a nada, o decidirse, como de hecho creía que lo estaba, y aceptar como algo irreversible que se ha convertido en lo que en estos momentos aparenta. Parece un animal y es un animal.

Mientras avanzan tranquilamente por el amplio aparcamiento entre los coches hacia la entrada, un conductor acaba de aparcar justo delante, y cuando baja su decidido conductor se dirigen hacia ellos.

-Buenos dias D. Anselmo

  • Hombre..........D. Andres. ¿Qué tal, dispuesto a competir?

-Y a ganar. ¿tu que traes, lo de siempre?

-Lo de siempre me ha hecho ganar muchos premios ¿sabes?

Mientras dice esto se dirige a su remolque y lo abre. Sube y lo que baja en unos segundos es una esclava que hace sonreír a D. Andres, y sorprende a su animal. Se trata de una hembra de unos 33 años, perfectamente reflejados en su atractivo y llamativo maquillaje, con las pestañas muy marcadas, los ojos muy ensombrecidos, y los pómulos y los labios con colores muy fuertes y brillantes. No lleva bozal y esto, unido a que su pelo negro azabache esta recogido en un apretado y coqueto moño , hace resaltar este aparatoso maquillaje. Va, como el resto de esclavas, totalmente desnuda, y con el mismo collar y grilletes en las manos y los pies. Mientras baja el animal y se sitúa de frente al remolque, D. Andres la observa, y no puede dejar de sorprenderse. Es sencillamente increíble que con la edad de aquel espécimen se conserve tan bien. Su belleza es sencillamente pasional e instintiva. Con esas enormes y contundentes tetas, apenas caídas, mas por efectos de los castigos que de la edad. Nunca ha visto unas tetas mas grandes. Por no hablar de esa cintura ágil y poderosa a la vez, y ese culo respingon y apabullante que no puedes dejar de desear. Y lo mejor de ella, además de la tetas, son desde luego sus piernas. Con aquellos tacones tan espectaculares que le pone su amo y que les hacen parecer dos columnas del deseo. Los tobillos anchos, las rodillas estrechas y sin deformar, y los muslos firmes y anchos, como el culo que sostienen. Están marcadas, como el culo, por bastantes señas de látigos y otros castigos, pero esto es natural en una animal de su edad.

Le gusta. Siempre le ha gustado . Desde el dia que lo vio por primera vez, sintió envidia de D. Anselmo. Y No esta seguro, pero desde luego hace ya por lo menos 8 años que la compro, y parece que va ganando con la edad.

No son los mismos pensamientos y observaciones que hace su esclava, a la que desde luego también a sorprendido la espectacularidad de aquella hembra. Sin embargo ella se fija más en otros detalles. Por ejemplo, que seguramente paso por lo mismo que ella cuando llego a aquel país, porque los grilletes y cadena que unen sus pies son los mismos que los suyos, al igual que los de las manos y el collar de metal rustico. También son idénticos los aros de las tetas, la nariz y el clítoris. Pero naturalmente cada amo adorna su animal a su gusto, y ella va demasiado llamativa, con aquel escandaloso maquillaje. No lleva campanillas en las tetas, pero desde luego el cascabel enorme que tira de su clítoris no pasa precisamente inadvertido. Es mas un cencerro que un cascabel, tanto por su tamaño, como por el ruido que hace. Es brillante y no tiene que ser nada fácil llevarlo, porque tira ostensiblemente de los aros estirando los labios hacia abajo, además de tener que ir con las piernas un poco abiertas. Claro que también hay que tener en cuenta que ella no lleva bozal, y lo que es fundamental, tampoco lleva cola. Dios, la cola. La esta matando, no sabe si de dolor o de placer. Aquel enorme bolo metido en el culo la martiriza a cada paso. Primero por el dolor que le produce y segundo por el placer que siente y no puede manifestar.

Están en estos pensamientos amo y esclava cuando baja D. Anselmo. Rápidamente su animal, que lo estaba esperando de frente, se arrodilla, inclinado la cabeza hasta sus pies, y empieza a lamerle las botas con fruición. Que envidia siente D. Andres. Y que sugerente le parece aquel enorme y tensado culo elevado y forzado hasta el máximo.

Sonríe ligeramente mirando a su amigo, seguramente conocedor de la envidia de este, y con una palmadita en el culo la esclava se levanta y se sitúa frente a el, que descuelga de su cinturón un cadena enganchándola a su collar.

-Bueno D. Andres, pues que gane el mejor.

-Si si, desde luego, que gane el mejor. Oye ¿no te parece que es un poco pronto? ¿Te apetece un par de cervezas?

-Venga. Charlaremos tranquilamente. Queda mas de una hora para empezar y tendremos tiempo. Tu invitas ¿Vale?

Se dirigen los cuatro, amos delante-tirando de las cadenas- y esclavas detrás-mirando al suelo y con la cabeza baja- a trabes del gran aparcamiento, hacia la entrada del recinto.

Seguramente esta no es la entrada principal, sino de los participantes, ya que no se cruzan con mucha gente, solamente algun organizador que no les presta mucha atención, y algun que otro concursante tirando de su animal.

Sin embargo no entran en el recinto. Siguen hasta doblar la esquina y enfilar la calle principal y fachada de entrada de publico del pabellón municipal de eventos y acontecimientos sociales Mohamed Al- Matad, que así se llama este recinto.

Se trata de una amplia avenida peatonal, con un lado ocupado por el pabellón, y el otro por un complejo comercial lleno de tiendas y escaparates.

Aquí si empieza a verse ya más movimiento de gente. Además de los transeúntes habituales de la calle, ya empiezan a moverse hombres solos con sus entradas, grupos de hombres y mujeres también dirigiéndose a la entrada principal, y la actividad lógica de cualquier evento, con todos los bares, mercadillos y tiendas de suivenirs abiertas. La gente va contenta y se les nota la expectación y la curiosidad en los rostros, deambulando de un lado a otro y curioseando aquí y allá.

Para el animal de D. Andres este es un momento muy duro de llevar. Ha de soportar la mirada descarada y obscena de gente de la calle, de muchísima gente que los mira con curiosidad, admiración y con lascivia la mayoría de ellos. Sabe que están aquí para esto. Que es precisamente lo que esperan ver toda aquella gente. Pero no termina de acostumbrarse. Es superior a ella mostrarse desnuda y en aquellas condiciones en publico. Y además aquello no es publico, aquello es sencillamente la calle. Al mismo tiempo que una angustia creciente le atenaza la garganta y el estomago, una especie de cosquilleo recorre su entrepierna. Al principio lo achaca al bolo insertado en el culo- Al fin y al cabo lleva desde que se lo pusieron dándolo constantes oleadas de placer- pero después se da cuenta que esto es algo mucho más profundo, más psicológico que físico.

Y descubre casi al instante con pavor lo que le esta ocurriendo. Sencillamente le excita mostrarse desnuda y humillada en publico. Y va descubriendo además que cuanto más vejatoria y humillante es su situación más excitada se encuentra. Es un monstruo, cree realmente que ella no es otra cosa que un monstruo.

¿Como puede ser posible sentirse tan humillada y rebajada como lo esta ahora- casi esta a punto de llorar- y al mismo tiempo tener el clítoris húmedo de excitación?

No han recorrido mucho trecho de la calle cuando se paran a la puesta de un bar.

-¿Te gusta este sitio? Las cerveza son buenísimas.

-Vale. Estupendo, tu primero.

-Tenemos que entrar solos. No se permite la entrada a los animales.

Los dos miran la fachada del local y decididos se dirigen hacia lo que estaban buscando.

Se trata de un trozo de la pared de dicho local donde hay situados a la altura de 1.70 M. Unos pequeños aros empotrados en la pared, y debajo, a 15 Cm. de altura desde el suelo, unos aros mas grandes hincados en dicho suelo.

Cuando llega D. Andres donde están estos artilugios suelta decidido la cadena con la que tiraba de su esclava, y empujándole la espalda le pega la cara a la pared, justo al lado de uno de estos aros. Saca un candado de su bolsillo y une el aro embutido en la pared con el que cuelga de la nariz de la infeliz esclava, que de esta manera tiene la cara tan pegada a la pared, que le es imposible siquiera mover la cabeza ni dos centímetros.

-¿La vas ha dejar así, sin inmovilizar?

-Tampoco vamos a estar tanto rato.

-Ya. Pero yo no me fío. Al fin y al cavo un animal siempre es un animal, y nunca se sabe como reaccionara.

Mientras esta hablando mete la cadena enganchada al cuello de su esclava por el aro sujeto en el suelo y la va tensando hasta que ella no tiene mas remedio que agachar la cabeza hasta casi tocarse las rodillas con ella. Cuando la considera bastante tensa la engancha con un grueso candado que llevaba en el bolsillo igual que D. Andres.

Desengancha entonces de su cinturón otra cortisima cadena. Al acercarse por detrás de su esclava esta abre las piernas, todo lo que le permite la cadena que une sus pies, y su amo puede de esta manera introducir uno de los extremos de esta cadena por los aros que cuelgan de su clítoris. Junta los extremos, da la vuelta, y cuando esta delante vuelve a coger la cadena por estos dos extremos y la tensa hasta que la esclava tiene que doblar las rodillas y queda en cuclillas a apenas 15 Cm del suelo, enganchándola con el mismo candado de antes. Tomándose su tiempo busca entre las cadenas que lleva colgadas del cinturón otra mas larga, a la que engancha en uno de sus extremos un pequeño garfio de apertura con muelle. Coge entonces este extremo de la cadena con una mano, y con la otra presiona los pómulos de la cara de su animal, que inmediatamente abre la boca y saca la lengua todo lo que puede. Esta tiene en su extremo un pequeño aro en forma de pircing, del que engancha el garfio que había en el extremo de la cadena. La tensa hasta llegar a la pared, y aquí la engancha a uno de los aros que estaban dispuestos para tal fin. Realmente es un poco "curiosa" la posición en la que queda el animal. Ni de pie, ni sentado, ni agachado ni levantado. Pero desde luego su fin esta cumplido, tal y como está no podrá moverse ni un milímetro. Con esos altos tacones, con las rodillas flexionadas a media altura, y las cadenas del cuello y el clítoris tirando hacia abajo, y la de la lengua hacia arriba, el mas mínimo movimiento es imposible.

Desde donde esta la esclava de D. Andres no es fácil ver nada excepto la pared que tiene a 3 Cm de su cara, pero cuando fuerza la mirada observa horrorizada la postura en la que ha quedado su compañera. Ella esta mal, porque no puede ver nada, pero la otra esta mucho peor. Además de encontrarse expuesta en aquella postura tan humillante en medio de la calle, no podrá resistir en aquella postura mucho tiempo si los amos tardan mas de la cuenta. Al poco rato descubre que el sufrimiento realmente será para las dos.

No han pasado ni diez minutos cuando empieza a animarse la calle y la gente va de un lugar a otro, cada vez en mayor numero. Si bien no puede verlos, si intuye como se paran a su lado, las observan, y por supuesto escucha sus comentarios.

Puede comprender las miradas de curiosidad, pero no puede entender el descaro tan punzante de la gente, que no tiene reparos en acercárseles, y observarlas de cerca haciendo comentarios y observaciones sobre su estado físico y sus cuerpos.

Cada vez que un grupo de gente se acerca para opinar sobre ellas una punzada de humillación y bajeza la atraviesa.

-¿Qué te parece la de la derecha?

-Tiene buenas nalgas, pero fíjate en las piernas. Son demasiado largas para tanto culo.

-Puede ser. De todas formas yo la veo con posibilidades. No solo importa el físico. Si su comportamiento es bueno...........no te diría yo. Además que no esta nada mal. Tu dices que tiene las piernas demasiado largas, pero yo no lo veo así. Fíjate bien en el culo-para afirmarse da unas palmadas sobre su empinado trasero- y veras que es firme, y justamente porque es grande, necesita de unas piernas largas para no ser desproporcionado.

Van pasando los minutos, la calle esta cada vez más concurrida, y el animal de D. Andres comprende que su compañera ya no resistirá mucho rato. Se le están convulsionando las piernas y la espalda, y su cara es reflejo del sufrimiento que padece a cada segundo que pasa. Por eso ella no es consciente de la humillación que supone estar expuesta en medio de la calle a miradas y comentarios de la gente. Bastante tiene con no desplomarse y romperse la lengua o el clítoris en la caída.

Por fin aparecen los dos amos. Pero la casualidad quiere que saluden a dos conocidos.

-D. Andres y D. Anselmo. Son estos sus animales de este año? Supongo que este es el suyo D. Anselmo ¿No se cansa usted verdad?

  • No. Mientras me de buenos resultados lo estaré trayendo.

-¿Y usted que D. Andres?

-Ya ven ustedes. A ver si este año nos miran con buenos ojos.

-¿Este es su animal de este año?

-Si. ¿Qué les parece?

-Bueno...........este no es el momento de opinar. Pero desde luego no parece nada malo.

-Le aseguro que no lo es en absoluto. ¿Les apetece a ustedes un aperitivo, o una cerveza? Este bar es estupendo.

-Bueno..........la verdad es que tiempo tenemos.

-No. Mejor que evitemos habladurías. Ya saben ustedes como es la gente. Ustedes son concursantes y nosotros presidentes del jurado. Si nos tomamos unas copas un rato antes del concurso, siempre puede haber malentendidos. Muy agradecidos por su ofrecimiento, pero en otra ocasión. Que tengan mucha suerte.

Los dos hombres se alejan sonrientes y los amigos se disponen a soltar a sus animales.

-Estúpidos. No me simpatiza ninguno. Con ese aire de superioridad.

-Hombre hoy es su gran dia. Ser presidentes del jurado les hace creerse mas importantes que nadie.

-¿Mas importantes? Son dos muertos de hambre. Y unos envidiosos. "¿No se cansa usted?" Estúpido. Lo que tiene es envidia de mi animal.

De eso esta seguro D. Andres. El también siente envidia, al ver a aquel bello ejemplar convulsionarse en aquella postura en medio de la calle, mientras espera que su amo la suelte. Mira ensimismado mientras su amigo le desengancha el garfio de la lengua, y asombrado contempla como, no sabe si por agotamiento o por sumisión, la esclava se deja caer a los pies de su amo, y empieza a lamerle las botas en el mismo momento que la libera de la cadena que sujeta su clítoris al enganche del suelo. Seguramente son ambas cosas.

-Andres. Vamos o que?

-Disculpa, me he quedado traspuesto pensando en una cosa.

Rápidamente quita el candado de la nariz de su animal, le vuelve a enganchar cadena al cuello, y ambos hombres siguen caminando por la ya concurrida y animada calle.

-Estaba pensando una cosa. ¿Cuánto tiempo hace que compraste este animal?

-Unos 8 años. ¿Por qué me lo preguntas?

-No. Te lo decía porque es curioso que se mantenga tanto tiempo un animal sin venderlo o cambiarlo?

-No me digas que quieres comprármelo.

-No. Ya se que tu no quieres venderlo. Además no creo que pudiera pagártelo.

-No creas.

-¿Qué quieres decir?

-¿Y si yo te propusiera un canje? Tu me das algo tuyo, y a cambio yo te doy algo mío.

-Sin tapujos Anselmo. Somos amigos y nos conocemos demasiado bien para andar con tonterías.

-Vale. Tu me das a tu capataz, y yo te doy a mi animal favorito.

Se paro en seco-tanto que su esclava estuvo a punto de darle en la espalda- y su mirada se perdió en el infinito. No era posible. Aquello tenia que ser un sueño. Sencillamente le estaban proponiendo lo que pensaba nunca llegaría a alcanzar. Para el poseer a aquel animal, y además en propiedad, era mas que un sueño.

Se dio cuenta de su ensimismamiento y rápidamente se puso al lado de su amigo.

-Me estas tomando el pelo ¿Verdad?

-En absoluto. Hace tiempo que vengo dándolo vueltas al tema, y que mejor ocasión para comentártelo.

-Pero no entiendo.¿Para que quieres a mi capataz, tu eres mas rico que yo, seguramente tendrás varios capataces?

-Si. Pero ninguno como el tuyo.

-¿Pero que tiene de especial el mío? De acuerdo, es un hombre honrado, sabe llevarme la finca perfectamente, y cuida todos mis animales sin yo tener que preocuparme de nada, pero eso lo hacen todos.

-No amigo mío. Estas muy equivocado. Tu tienes la suerte de venirte a la ciudad y ya despreocuparte de si alguien utilizara sin tu permiso lo que te pertenece ¿Me explico?

-Bueno.............

-Mira Andres, sin muchos rodeos, he tenido en los últimos 3 años 5 capataces. Todos ellos recomendados y carísimos. Bueno pues a todos he tenido que despedirlos porque se beneficiaban a mis animales. Siempre. Antes o después, todos caen en lo mismo.

Y resulta que me he comprado una finca nueva. Bueno pues lo voy a renovar todo. De hecho solo me queda este ejemplar. Y si tu no te lo quedas lo venderé hoy. Así que como todo será nuevo, quiero empezar por un buen capataz. ¿Qué me dices?

-Bueno...........

-No es tan difícil lo que te propongo.

-Ya. No es tan difícil, pero tampoco es tan fácil. Te olvidas de una cosa. Mi capataz es un hombre libre y esta conmigo porque quiere. Bueno porque quiere y porque le pago bien y permito todos sus caprichos.

-Yo le pagaría el doble. En cuanto a los caprichos...........dime que caprichos son.

-Nada, en realidad pequeñas tonterías. Quiere vivir aparte de la casa principal en cabaña el solo, y estoy seguro que no se desprenderá de dos potrillas que le di hace algun tiempo. Aparte a el le gusta encargarse personalmente de algunas cosas relacionadas con los animales.

-Yo no veo ningún problema en eso. ¿Qué te parece si hacemos una cosa? Lo citas aquí para después del concurso, y almorzamos con el. Yo de todas formas para los 5 de la tarde que empieza el mercado tengo que tener una respuesta. Si tu te la quedas no hay problema. Si no, ya te he dicho que tendré que venderla. Voy a comprar 4 animales jóvenes y esta ya me esta sobrando.

En ese momento enseñan unas acreditaciones y entran por una puerta pequeña al lado de la entrada del publico, donde ya se empiezan a formar pequeñas colas.

Mientras recorren un ancho pasillo que atraviesa las gradas por debajo, los dos hombres siguen charlando.

-Anselmo hay una cosa que no entiendo. ¿Qué pinto yo en todo esto, porque no has habado directamente con mi capataz? Yo no puedo hacer nada si el decide irse.

-Y hay esta el problema, en que el no quiere venirse conmigo.

-¿Ósea que ya has tratado con el?

-Para que nos vamos a engañar Andres. Si. Hace mas de 2 meses que intento convencerlo, pero no quiere venirse conmigo.

-Bueno pues ya que eres tan sincero, dime los motivos.

-No estoy seguro. El dice que su palabra es sagrada y se comprometió contigo por 3 años. Naturalmente con el dinero que le ofrecido no hay compromiso que valga. No estoy seguro, pero casi aseguraría que esta encaprichado con alguna de esas potrillas que tiene en su casa. ¿Son tuyas por cierto?

-Si si, son mías. Pero eso es imposible. Se trata de dos ejemplares que no se podrían ni siquiera poner en venta. De hecho me los regalaron en la casa de alquiler por mi fidelidad. Ni siquiera me costaron dinero. ¿Estas seguro de lo que me dices?

-No. Seguro del todo no estoy, pero es que no veo otro motivo para que desaproveche mi oferta.

Cuando llegan al final del pasillo entran en una amplísima sala. Este gran espacio ha sido acondicionado para convertirse en un gran establo. Así encontramos compartimentos individuales a lo largo de los corredores centrales, y muchos hombres con látigos y cadenas en los cinturones, que son los encargados de los establos.

Nada mas entrar se le acerca uno de estos empleados y sonriendo eficazmente les pide sus placas identificativas.

-Buenos dias caballeros. A ver. Bien. D. Andres a usted le toda a las 12.50. y a usted D. Anselmo...a las ......13.40. Como siempre tendrán que esperar su animal a la entrada de la pista y nosotros se lo llevaremos. ¿Alguna indicación especial que quieran comentarme?¿Algun adornos especial? No. Buenos dias entonces.

-Buenos dias.

Los dos hombres dan la vuelta y se cruzan en el pasillo con mas participantes que llevan sus animales a la sala de preparación.

Cuando salen de nuevo a la calle se miran de soslayo y por fin rompen el silencio.

-Son las 10.30 y asta las 13.30 no tendrás que estar aquí. ¿Qué ta parece si arreglamos el tema de una vez?

-Venga. Vamos en mi coche. No tardaremos mas de 15 minutos en llegar, y así podremos hablar tranquilamente con Salomón.

En el establo dos empleados se han acercado a requerimiento del encargado de la entrada, y cogen cada uno de ellas a un animal, dirigiéndose por uno de los pasillos hasta las primera cuadras libres que encuentran. Estos habitáculos, de dos metros cuadrados, y separados entre si por tablones de madera y una puerta con cerradura que da a el pasillo, están acondicionados con un puñado de paja en el suelo, una especie de asiento de madera que sobresale del resto, y una larga cadena enganchada a la pared del fondo.

Cuando entran en la cuadra lo primero que hacen los cuidadores es quitarles la cadena del collar y enganchar en su lugar la que hay en la cuadra. A continuación les quitan los zapatos, las campanillas y cencerros que llevaban, y por ultimo al animal de D. Andres le desencajan muy suavemente el bolo del culo y el bozal.

Están terminando cuando dos nuevos encargados entran con un cuenco lleno de comida- Una especie de papilla blanca- que colocan en el asiento de madera. Llevan también con ellos un cubo vació que seguramente hace las veces de letrina.

Cuando se quedan solas ambas esclavas miran a su alrededor para comprobar que no se encuentran solas. Mas o menos el establo esta por la mitad, lo que quiere decir que hay mas de 20 ejemplares.

En su recorrido por la sala se cruzan la mirada y no se atreve ninguna ha decir nada. Las dos están todavía en el centro, de pie, esperando algo nuevo. Por fin es la de D. Anselmo la que se decide y se acerca despacio hacia el extremo de su corral. Los tablones que separan las estancias no son muy altos- de 1.50- y ambas pueden hablar sin esfuerzo.

-¿Estará prohibido hablar aquí?

-No se. Pero no creo, por ahí veo a algunas que lo hacen.

-¿Cómo te llamas?

-No se. Mi amo todavía no me ha dado nombre. ¿Y tu?

-Hasta ahora Puta. Pero ya has oído. Igual me venden y cambio de amo y de nombre.¿qué tal es tu amo, te deja follar mucho?

-Bueno..........no se.........es que soy nueva. Hace unos dias que me alquilo y no se si..........

-No has participado nunca entonces.

-No. ¿Qué hay que hacer?

-Básicamente dos cosas. Humillarte todo lo que puedas y mostrarte también todo lo caliente que puedas. Lo primero veras que no es difícil. Ya se encargan tus amos de humillarte hasta el limite. Y lo segundo tampoco. A mi me tiene mi amo en absoluta abstinencia, y tomando excitantes, hace mas de 3 semanas. Ahora mismo follaria con un caballo si me dejaran.

-Ya se a lo que te refieres. Eso bolo enorme me venia matando.

-¿Me comprendes verdad? Yo siempre he sido un animal dócil y sumiso, pero cuando mi amo decide mantenerme sin nada, pierdo el control, y no se lo que hago.

-¿Por eso quiere venderte?

-No. No creo. Se habrá cansado de mi. Seguramente a visto otros animales mas jóvenes que le gusten mas que yo

-¿Qué tenemos que hacer?

-Ya te lo he dicho. Nadie lo sabe. Tu improvisa, y sobre todo se tu misma. Humíllate todo lo que puedas y muéstrate muy muy caliente. Bueno mira lo mejor será que comamos y descansemos un rato antes de que empiece todo esto. También te aconsejo que si tienes gana te desocupes en el cubo que te han traído. Seria muy desagradable que tuvieras que hacértelo en publico. Además resta puntos.

Las dos se dan la vuelta, se dirigen al cuenco situado en el asiento, y arrodillándose comen su contenido.

Mientras, los dos hombres han llegado a la finca de D. Andres y han llamado a Salomón.

Los tres se sientan en la terraza de la casa, a la sombra de una Jacaranda, y comparten una botella de sangría recién sacada del frigorífico.

El primero que rompe el silencio es D. Andres.

-Como estamos hablando entre hombres, creo que lo mejor es que nos dejemos de tonterías y vallamos directamente a lo que nos ha traído aquí, y es la razón de porque te hemos llamado Salomón. D. Anselmo estaría encantado de contar con tus servicios como capataz en su aun por estrenar finca. Todo en ella será nueva. Desde la propia finca, hasta los animales que quiere instalar en ella. También me ha comentado que ha estado haciéndote proposiciones, pero que tu no has aceptado. Bien, dinos, si eres tan amable, Salomón, cual es tu postura en este tema y que piensas hacer al respecto.

  • Muchas gracias D. Andres. Yo soy un hombre sencillo y trabajador, y no me gustan las dobleces ni las medias palabras. A usted le comprometí 3 años, y estoy dispuesto a cumplirlos. Le diré también que estoy muy a gusto en su propiedad y además trabajo a mi aire, sin que usted se entrometa. Sin hablar del agradecimiento que supone disponer de dos potrillas para mi uso y disfrute exclusivo. Yo nunca me havia podido permitir tener animales para mi solo.

  • No sabe usted D. Andres la envidia que me da al disponer de un personal tan abnegado como es Bartolomé. Y además todo esto le honra a usted como un autentico caballero señor capataz. ¿Le importaría hacer venir a sus potrillas antes de seguir charlando?

La sorpresa y un rictus de preocupación se observa en la expresión del capataz, pero aun titubeante no tiene mas remedio que ceder a las peticiones del amigo de su patrón.

-Claro que no señor, espere un momento.

Se levanta y dirigiéndose al extremo de la terraza, da un fuerte silbido con un tono determinado, largo y agudo.

Se sienta y mira a los dos hombres.

-Estarán aquí en unos momentos.

Efectivamente en unos segundos suben por las escaleras dos esclavas con la indumentaria habitual del resto de esclavas de la granja, aunque con una particularidad. Ambas están unidas por el collar de su cuello con una gruesa cadena de unos 90 centímetros de longitud. Además, de las anillas de sus clítoris, otra cadena, esta mas fina, aunque también considerable, y de la misma longitud que la otra, las mantiene también unidas.

Evidentemente caminan juntas, y parecen tan habituadas ha hacerlo, que acompasan perfectamente sus pasos, incluso para subir los 3 peldaños del porche, y cuando llegan y se arrodillan juntas delante de su amo. Se trata de dos hembras maduras, seguramente rondando los cuarenta. Sus tetas son ya algo fláccidas, y si bien están físicamente entrenadas, en sus carnes ya empieza a notarse la edad. No es tan clara esta edad en sus caras, que van perfectamente peinadas y maquilladas al estilo del ama de la casa.

Ahora es D. Anselmo quien se dirige a Salomón.

-Vera usted señor capataz. Hemos estado charlando su patrón y yo, y hemos llegado a un acuerdo. Usted se viene conmigo a trabajar y se trae con usted las dos potrillas. Yo me comprometo por mi parte a pagarle el doble que D. Andres y a mantener sus mismas condiciones de trabajo ¿Qué le parece?

El hombre parece cambiar de color cada segundo mirando tanto a D. Andres , como a su amigo, y sus animales que siguen arrodilladas en el suelo delante de el.

-Bueno....yo..........D. Andres no se si usted...

-Yo estoy encantado de que prosperes en la vida Bartolomé. Créeme, te lo mereces.

-Bueno pues no se hable más. Bartolomé, le espero en mi granja para dentro de mas o menos 4 dias. Yo me comunicare con usted mientras para cerrar el trato definitivamente.

-Si si claro, estupendo, D. Andres, yo........

-Es estupendo Bartolomé, de verdad que estoy muy contento.¿ Te importaría dejarnos solos ?

El capataz se levanta sonriendo y visiblemente emocionado. Da una pequeña patada en el suelo, y de inmediato las dos esclavas se levanta y lo siguen por el camino de regreso a su cabaña.

-Bueno Andres ¿ ves como no ha sido tan difícil?

-No. No ha sido nada difícil. Te todas formas hay una cosa que queda pendiente.

-No comprendo

-Comprendes perfectamente Anselmo, lo que ocurre es que has sido siempre un negociador extraordinario. Vamos a ver, el trato era tu animal por mi capataz ¿Verdad?

-Si. Y así lo hemos hecho.

-Ya. Pero resulta que mi capataz no se va solo.

-A, bueno, tu te refieres a las dos potrillas. Pero si tu mismo has dicho que no valen ni para la venta. Venga hombre si no valen nada.

-Ya, pero son mías, y pronto serán tuyas.

-No, yo no las quiero, se las cedes al capataz.

-Bueno mira Anselmo, sea como sea la cuestión es que me has de pagar algo que no entraba en el trato inicial.

-Vale. ¿Qué te parece si me acompañas esta tarde a la subasta y te compro un animal de valor similar al de estas dos?

-Bien. Me parece cojonudo. Pero seré yo quien elija. Vamonos que no llegamos al concurso.

En el pabellón faltan apenas 10 minutos para que sean las 12.30 y todo esta ya preparado para comenzar. Los asientos de las gradas casi por la mitad, los de la pista, alrededor de las numerosas pruebas, totalmente llenos. Las luces y focos encendidos, y el ambiente, con globos y serpentinas, totalmente festivo. Se pueden ver a algunas mujeres, pero la gran mayoría son hombres. Van, o bien en solitario, o bien en grupo. También se puede observa a algunas parejas.

En el interior, concretamente en las cuadras, la actividad es frenética. Un enjambre de auxiliares se afana en cada uno de los corrales por terminar de arreglar a los animales que han de salir a pista. El trabajo consiste en calzarlos, colocarles algun adorno si el dueño lo ha dejado estipulado, y por supuesto darles una especie de aceite lustroso por todo el cuerpo. Este ungüento, además de hacer que el cuerpo brille es un excitante sexual, que al ser inhalado, hace aumentar el nerviosismo tanto entre animales como entre cuidadores. El procedimiento es ya conocido, y resuene algun que otro latigazo en el ambiente. En los dos corrales donde se encuentran las dos bestias de D. Anselmo y D. Andres no se tarda mucho en arreglarlo todo. Primero entra un auxiliar y retira a toda prisa el cuenco vacío de la comida y el cubo lleno de orina. Inmediatamente entra otro, se agacha, coloca los bonitos zapatos a la esclava y con sumo cuidado unta de vaselina el bolo y se lo inserta, también con mucho cuidado, en el culo. A continuación se pone unos guantes y con este especie de aceite muy oloroso unta todas las partes de su desnudo cuerpo, desde la cabeza, la cara, el cuello, piernas y brazos, deteniéndose especialmente en el coño, donde introduce los dedos todo lo que puede. No ha terminado cuando una especie de convulsión recorre el cuerpo del animal. Aquello no es excitación, es sencillamente un instinto que la hace sentirse un animal salvaje. El auxiliar se da cuenta y con maestría tira de la cadena del cuello y la deja tirante, pegándole casi la cara a la pared para que no pueda moverse. Pero eso es imposible. Oleadas de excitación recorren por dentro y por fuera todo su organismo. Intenta refrenarse, pero es superior a ella. Solo un certero latigazo debajo de los glúteos consiguen calmarla un poco. En su vida ha estado tan excitada. De pronto piensa en su compañera y entiende sus palabras de antes. Si utilizan muy a menudo este producto, vivirá solo por y para follar. Y hará lo que sea para conseguirlo.

No ha pasado mucho tiempo, seguramente minutos, cuando un nuevo auxiliar entra y la desengancha de la cadena. La deja suelta y abre la puerta del corral.

A una seña de este comprende que ha llegado el momento. Respira hondo y sale decidida. Ve al fondo del pasillo la figura de su amo, y detrás de este una cortina tras la cual se escuchan los rugidos de la gente.

Cuando a llegado a su altura y lo mira no puede contener otra oleada de excitación. Es algo superior a su voluntad. No sabe que hacer. Con cada paso ya no siente el dolor del bolo en el culo, es simplemente otro aguijonazo de placer, y las campanillas del clítoris al sonar y rozarle los labios hacen de excitante también. No ha hecho nada, y sin embargo si alguien la tocase, seguramente solo la rozase, se correría de gusto. ¿Y si su amo le diese alguna palmadita? También comprende ahora a su compañera cuando se tiraba a los pies de su amo. Así lo hace ella y decidida saca la lengua por el pequeño bozal y lame con fruición las botas. Vamos, piensa, acaríciame el culo. Vamos, o por lo menos dame alguna palmadita. No ocurre nada de esto. Simplemente escucha una patada en el suelo, y ella sabe muy bien que eso significa incorporarse. Lo hace frustrada y humillada.

-Seguramente no podrás entenderme. Da igual. Dicen que los animales tenéis un sexto sentido. Bueno pues espero que el tuyo funcione hoy. Solo tienes que seguir dos instrucciones. La primera déjate guiar por tu instinto. Y la segunda no te dejes guiar por ese instinto en solo una cosa. Por si no lo sabes si un animal se corre en la pista es descalificado. Así que ya sabes lo que toca, aguantar hasta reventar. Bueno, vamos allá.

Salen de detrás de la cortina y un sonoro aplauso de mas de 2.000 personas suena en el recinto.

Este se trata en realidad de un pabellón de deportes acondicionado de tal manera que además de las gradas, tiene en la pista de juego mas asientos, y por medio de estos, y recorriéndolo a cierta distancia unas plataforma elevadas de madera alrededor de la cuales se han ubicado más asientos. De tal forma que seguramente hay más gente en la pista que en las propias gradas.

D. Andres sale decidido sin mirar atrás y avanza por uno de los pasillos, de ½ metro de ancho, y dirige sus pasos hacia la primera plataforma. La gente le anima a su paso, incluso algun conocido pronuncia su nombre dándole pasmaditas en la espalda. Los aplausos cesan cuando sube al entarimado, seguido muy de cerca por su animal. Se dirige al centro de la plataforma y cuando esta aquí empieza el recital de señas que ya tenían ensayado. Se arrodilla, se levanta, se gira, vuelta a agacharse, se levanta de nuevo. Primero con una rodilla, luego con las dos.

Mientras realiza los ejercicios se da cuenta de lo fácil que esta resultándole todo. Permanece tan atenta a la indicaciones y hasta las expresiones de su amo, que es capaz de captar hasta la mas ligera instrucción de este. Y empieza a sentir cierto alivio cuando una ligera sonrisa le delata su buen humor. Lo esta haciendo, y lo esta haciendo bien.

No pensaba que fuera capaz de salir a una tarima rodeada de cientos de personas, y exhibirse de aquella manera, y además experimentar cierto placer en ello.

Seguramente la clave estaba en su mentalización. Le había dicho su compañera: Eres una bestia, piensa como una bestia, y actúa como una bestia. Y eso estaba haciendo.

Pero se equivocada. Y lo comprendió cuando bajaron de la tarima y se dirigían por el pasillo hacia la siguiente prueba. Aquello no había hecho sino comenzar. Y lo mas duro estaba por venir. Entraron en una especie de circuito cerrado que circunvalaba al publico que estaba en la pista, y lo separaba del de la grada. Se trataba de las pistas de carreras, reducidas a 2 calles. Cuando entraron a la pista uno de los cuidadores le coloco un cinturón de cuero negro muy ancho y muy apretado alrededor de la cintura. De este cinturón salían dos mas pequeños que fueron sujetados también fuertemente por encima de cada hombro. D. Andres comprobó después meticulosamente como habían quedado los aparejos, y confirmo al cuidador su beneplácito para que continuase. Le coloco entonces un bocado circular sujeto a la cabeza con un aparatoso casquete de cuero. Unas finas tiras cogidas a las anillas de los pezones y pasadas después por unos orificios del casquete del bozal hacían de riendas. Un carruaje pequeño de dos ruedas fue enganchado con dos candados a los salientes que tenia expresamente para aquel menester el cinturón. Subió D. Andres al carro, y despacio, casi recreándose, Eligio uno de los látigos que le ofreció el empleado y lo cogió con su mano derecha. Con la izquierda asió fuertemente las riendas que estaban enganchadas a las tetas de su animal.

Lo primero que hizo D. Andres fue restallar el látigo al aire. Una ovación sonó entre el publico, y el rictus de terror de la esclava fue también visible.

No tuvo que esperar mucho tiempo para sentir el sabor de aquel flexible látigo en sus nalgas. Intentando no caerse al principio- No era fácil tirar de un carro en el que va subido un hombre de cierto peso, con la penalidad que supone hacerlo en determinadas condiciones: Las manos encadenadas a la espalda. Los codos también atados para hacer sobresalir las tetas. Un bozal metido en la boca que te impide respirar normalmente, y un bolo metido en el culo. Los pies encadenados también, y subidos sobre unos altísimos tacones-Y así tímidamente al principio y con muchas precauciones, los sucesivos latigazos en el culo y la espalda le hacen aprender rápido. Primero caminando, luego trote ligero, después carrera. Y así varias veces. Al final comprende que solo debe dejarse llevar. Si tiran de su teta izquierda, desviarse a este lado, y viceversa. Si tiran de las dos a la vez, detenerse. Un chasquido del látigo, correr mas rápido, e inevitablemente un latigazo, lo esta haciendo mal y tiene que rectificar.

Al principio es el equilibrio su tortura, pero cuando lleva dadas varias vueltas, solo la atosigan el cansancio y los latigazos cada ves más frecuentes. Suda copiosamente, y no sabe hasta donde podrá aguantar. La han puesto al trote hace varias vueltas. Y no entiende porque continua ya que otras concursantes han salido a la pista y ella no es ya ni mucho menos el centro de atención.

Por fin se detienen. D. Andres baja, se dirige a ella, y con suavidad le acaricia la espalda y el culo. Eso es que lo he hecho bien, piensa el animal satisfecho.

Sin embargo queda la prueba definitiva. Un cuidador se acerca y le va quitando los aparejos. Otro cuidador le seca después el sudor con una esponja.

Se dirigen entonces a una nueva tarima. Esta en el centro del recinto y un poco más elevada que el resto. Cuando suben a ella un silencio expectante se apodera de todo el publico. Ya hay varios animales en la pista, cada uno haciendo su ejercicio, pero todas las miradas se dirigen en aquel momento hacia ellos.

Algo grave tiene que ser, porque la expresión de D. Andres cuando están subiendo los 5 escalones de la tarima es seria, más bien preocupada. Ella comprende que aquella seguramente es la prueba definitiva. El amo se dirige al centro, cierra los ojos, y espera mientras su animal se sitúa detrás de el, y un nuevo cuidados sube al entarimado con un pequeño cubo en las manos. La esclava lo mira y adivina lo que va a suceder. El empleado se llena las manos con aquel liquido brillante y viscoso y empieza a untar todo el cuerpo del animal. Vuelven a embadurnarla con aquel maldito ungüento que la hace perder la razón y la pasión. Aún antes de que termine el empleado, ya empieza a sentir sus efectos. De nuevo un escalofrió profundo y prolongado la hace temblar cada parte de su cuerpo. Y de nuevo oleadas de placer casi incontenibles la hacen estremecerse.

Mira a su amo con desesperación. Se siente humillada, encadenada, y desnuda delante de mas de dos mil personas, y sin embargo algo dentro de ella hace que esto la excite de una forma salvaje, instintiva. ¿qué puede hacer para controlar aquello, sabiendo que solo le traerá problemas?

La mirada severa y cortante de su amo no hace más que angustiarla más. No puede dejar de restregarse las piernas y mover el culo para sentir el bolo dentro de el. Y la aparición de un nuevo cuidador avanzando por el pasillo con una serie de artefactos en la mano, no contribuyen precisamente a tranquilizarla.

Sonríe abiertamente mientras sube los escalones y levanta en alto una caja dorada llena de consoladores, bolas chinas, y un instrumental completo de artefactos similares. El publico vuelve a rugir.

La esclava mira primero con angustia, después con resignación, y al final con deseo.

Sabe de antemano que aquello será imposible. Esperan de ella que se mantenga fría, inalterable ante aquellos instrumentos. Imposible. Y lo ve más claro aún cuando a una indicación de su amo se arrodilla, pega la cabeza al suelo, y tiene que cerrar los ojos por el placer que siente cuando el cuidador le retira, con mucha suavidad, el bolo del culo con la cola. Y solo han empezado. En realidad todavía no le han hecho nada, simplemente prepararla para lo que vendrá. Y lo que esta haciendo el cuidador no es nada halagüeño para sus intereses. Porque mientras ella permanece con la cabeza pagada al suelo, y los piernas y el culo empinados y abiertos, puede ver casi de reojo como encaja pegado al suelo un enorme consolador flexible de por lo menos 30 cm.

El cuidador se retira y sigue entre el publico un expectante silencio. D. Andres mira a su animal con expresión interrogativa. Desconoce por completo como reaccionara ante aquella prueba. Y lo que ve no debe gustarle mucho, ya que su expresión se hace fría, cortante, amenazadora. Y hace bien en estar preocupado, porque ya ha adivinado que su animal difícilmente soportara aquella prueba. Solo puede ver en los ojos de la hembra deseo, lujuria desenfrenada. Cuando acaricia deliberadamente el látigo para intimidarla, sigue viendo un animal desbocado y deseoso de sexo.

Pero no va dejar de intentarlo. Guarda en su cinturón el flexible látigo que portaba desde el principio de la prueba, y desengancha otro mas fino, mas pesado y bastante más largo. Lo restalla ruidosamente al aire, y entre el rugido de la gente al escucharlo, y el propio sonido del latigazo, hacen volver al animal a la realidad, a la poca razón que le queda. Ya no siente miedo, sencillamente esta aterrada. Y un nuevo sentimiento de tremenda y apabullante humillación la invade cuando por un momento el deseo la deja pensar, y puede verse a si misma encima de una tarima rodeada de mas de 2.000 personas. Esta desnuda, encadenada, con el culo y el sexo completamente abiertos. Y tendrá que hacer y soportar todo lo que su amo quiera. Su amo. Es cierto. Piensa y siente como lo que eres: Un animal. Y de nuevo un escalofrió de excitación. Pero dura poco, ya que el siguiente restallido del látigo se produce en su excitado y elevado culo. Se concentra totalmente para escuchar por encima del rugido y los aplausos de los espectadores, las indicaciones precisas de su amo.

Dos patadas seguidas en el suelo. Rápidamente se levanta y se sitúa frente a el con la mirada y la cabeza agachados. Con una indicación de su mano izquierda le señala lo que tiene que hacer, al mismo tiempo que deja escapar un susurro apenas audible, pero que ella escucha a la perfección: " Si te corres sin mi permiso, te despellejare viva "

Esta amenaza hace su efecto cuando se sitúa encima del consolador clavado en el suelo de la tarima, y abre las piernas todo lo que los grilletes se lo permiten. Incluso cuando empieza a agacharse e intenta mantener el equilibrio para no caerse al situarse en cuclillas justo encima del artefacto. Sin embargo cuando el flexible pene de silicona pugna una y otra vez por querer entrar en uno de sus agujeros abiertos, y el refriegue continuo que esto supone, todas sus fuerzas e intenciones se desvanecen, y una oleada de placer empieza a cegarle la vista y el entendimiento. Cuando por fin el pene consigue abrirse camino por el húmedo y hambriento sexo, no duda en agacharse todo lo que puede para llevarlo hasta el fondo. Instintivamente cierra y aprieta los párpados y un continuo subir y bajar se apodera de ella. Las pantorrillas, glúteos y muslos son los que están haciendo todo aquel esfuerzo de subir y bajar desenfrenadamente un cuerpo desbocado. Y el esfuerzo se ve incrementado por la tensión y la postura, forzada hasta el limite, por los altos tacones y las cadenas que traban manos y piernas.

Nada importa, nada siente, y solo es consciente de la marea de placer que la va inundando a cada subida y bajada. Escucha de lejos el barullo de la gente, y siente como una sombra lejana la presencia cerca de ella de su amo. Esta cada vez más adentro, y aunque en el fondo es consciente de lo que tiene que hacer y de las consecuencias, esta a punto de atravesar el punto de no retorno. Una subida y bajada más, y se correrá como una loca aunque no quiera hacerlo. Su cuerpo se convulsiona, aumenta la velocidad en sus embestidas al pene hincado en el suelo, y los muslos y glúteos empieza a temblarle.

Su amo, que la observa detenidamente, parece comprender que nada tiene ya remedio.

En un ultimo y desesperado intento levanta el látigo, mira la punta de este, finísima y con vida propia, mira asimismo su objetivo y lanza el ataque.

Cuando la punta del látigo impacta con su tremenda fuerza y eficacia en medio de los pezones del animal, este se queda por un momento quieto. Parece no esperar este sobresalto. A quedado a media altura sin poder llegar a levantarse.

Abre los ojos, mira a su amo, y dos lagrimas enormes salen de sus ojos.

No es dolor, ni humillación, ni tristeza, ni rabia. Es sencillamente la desesperación de sentir que te han sacado repentinamente de un lugar maravilloso al que ya creías que entrarías sin remedio.

Le faltaba un segundo para correrse, y aquel maldito latigazo en medio de las tetas la ha devuelto a la realidad. Tiene que correrse, necesita correrse.....................y mira entonces con ojos suplicantes a su amo. Aquello no es una mirada de suplica, es un ruego desesperado, final, de alguien muy necesitado que espera un gesto magnánimo.

D. Andres sonríe abiertamente de satisfacción. Parece que por el momento lo ha conseguido. Y su sonrisa se amplia cuando su animal se lanza desesperado a sus pies, inca las rodillas, levanta el culo todo lo que puede y con su lengua lame ansiosamente sus zapatos. Un estallido de aplausos, el amo satisfecho que levanta el látigo en señal de victoria, y un animal que sigue lamiendo los zapatos suplicando y mendigando una caricia, un roce, algo que alivie su tremenda calentura.

La prueba a terminado. Dos patadas en las tablas de la tarima, y el animal que se levanta resignado. Cuando llegan a los corrales D. Andres sonríe abiertamente al cuidador.

-Trátamela bien. Se ha portado como una autentica zorra. Por cierto luego vendrá otro concursante. D. Anselmo ¿ Sabes quien es verdad? Bueno traerá su animal aquí. Se lo he comprado. Lo metes en el mismo corral que ha este y me los tienes limpios y preparados para la marcha. Tengo que acercarme a la subasta y seguramente tarde un poco más de lo habitual. No hay ningún problema verdad?

-Por supuesto que no D. Andres. Tarde usted lo que quiera. Estamos encantados de cuidar sus animales.

Y también estaba encantado de la generosa propina que le dejaría aquel concursante al que ya conocía de otras veces.

Dicho y hecho. El animal paso a manos del cuidador y D. Andres se encamino encantado a ver finalizar el concurso.

Cuando entro de nuevo en la pista la actividad era frenética. Todos los concursantes estaban ya trabajando en sus ejercicios. Busco rápidamente a D. Anselmo, que ababa de empezar entonces su participación. Discretamente se encamino hacia donde tenia lugar su primera prueba. Todo era perfecto. Aquel animal no solo obedecía las instrucciones, sino que se adelantaba y asumía con alegría cada instrucción o deseo de su amo. Era, y con razón, uno de los favoritos. De hecho ya había ganado el concurso dos veces con aquel mismo animal. Cuando pasaron a la pista para el arrastre, el publico aplaudió con entusiasmo la pericia y briosidad con que tiro desde el principio hasta el final del carro. Además D. Anselmo era listo, muy listo, y sabia ganarse al publico. La campana que colgaba del clítoris de su animal y que sonaba rítmicamente a su trote entusiasmaba a la gente. Por no hablar de los latigazos al aire, los continuos cambios de ritmo, o los trotes artísticos a que tenia acostumbrado su animal. Ganaría. Estaba claro que era superior al resto.

Así llegaron a la prueba final. Subieron a la tarima, se acerco el cuidador con su bolsa llena de instrumentos de todo tipo, y le todo en suerte un enorme consolador que manejaría el mismo cuidador. La esclava, a una indicación de su amo, abrió todo lo que pudo las piernas y arqueo las rodillas. Y así el cuidador comenzó su ardua tarea de meter y sacar el instrumento, cada vez con más ritmo y fuerza, en el ansioso y también cada vez más húmedo sexo del animal. Primero no hubo reacción. Estaba enseñada y sabia lo que tenia que hacer. D. Anselmo por su parte miraba y con su media sonrisa dejaba estar las cosas. Luego, conforme aumentaba el ritmo, la esclava busco suplicante la mirada de su amo al tiempo que empezaba irremediablemente a mover ella también las caderas al ritmo acompasado del vibrador manejado de forma magistral por el cuidador. D. Anselmo no se inmutaba. O no se daba cuenta de lo que pasaba, o pasaba de lo que se daba cuenta estaba pasando. Pero no movió ni una ceja para evitar lo inevitable. D. Andres primero se sorprendió, pero luego entendió perfectamente a su amigo. ¿Cómo le iba a regalar un animal ganador? No podía hacerlo, hubiese valido demasiado. Así que casi sonriendo ambos vieron como la mirada de la esclava se transformaba de suplicante en angustiosa, y después sencillamente cerraba los ojos y se concentraba en el movimiento de sus caderas hasta que no pudo más y un escalofrió la hizo primero temblar y estremecerse de placer, y luego caer al suelo porque sus piernas no aguantaron aquel gozo tan intenso y prolongado. Cuando cayo sobre la tarima no pudo moverse. Siguió con los ojos cerrados, y solo fue consciente de lo ocurrido cuando la espabilaron los silbidos y gritos del publico. A duras penas pudo levantarse-le temblaban aun las piernas- y así, cabizbaja, triste y avergonzada siguió a su amo hasta los corrales tras haber sido descalificada por correrse sin el permiso de su amo.

Los dos amigos se encontraron al lado del estrado principal donde los jueces daban a conocer los nombres de los ganadores.

Aquello ya no les interesaba, una vez que comprobaron que D. Andres quedaba en un honroso cuarto lugar. Decidieron irse a comer y prepararse para la subasta de la tarde.

Comieron y tomaron café en un restaurante de moda muy lujoso, que por cierto era propiedad de D. Anselmo. Una de sus muchas actividades era la de empresario de hosteleria.

Cuando le comento a D. Andres como había surgido aquella pequeña maravilla de restaurante, este no dejo de sorprenderse.

-Un fin de semana que me fui de viaje a la capital de la isla tuve que comer fuera y después de buscar en bastantes locales, termine en un frío, aburrido y obsoleto restaurante que se auto llamaba modernista. Comprendí que aquello estaba por explotar y decidí abrir un pequeño, más bien pequeñísimo-solo teníamos 10 mesas- local en el que contrate a lo mejor que pude encontrar. Los mejores camareros, el mejor metre, y por supuesto el mejor restaurador, que traje de Europa a precio de oro por cierto. Bueno, pues te diré que a las 3 semanas de abrir, ya teníamos reservas hechas para 3 meses.

Después abrí otro bastante mas grande, y luego otro, también mucho más grande, pero con la misma calidad. Hoy te puedo decir que si quieres comer bien y con garantías en esta isla tendrás que ir a uno de mis restaurantes.

D. Anselmo quería impresionar a su amigo, pero no era fácil. El rostro de D. Andres desde luego mostraba admiración, pero ni mucho menos asombro.

-De todas formas cuando entre definitivamente en el negocio fue cuando abrí mi hotel.

-¿Tienes un hotel?

-Bueno, si lo quieres llamar así?

-No entiendo.

-Es un hotel muy especial.

-¿Y que tiene de especial tu hotel?

-No te lo podría describir. Hacemos una cosa. Quedamos un fin de semana. Te vienes y lo ves. O mejor te vienes y lo disfrutas.

-Valla. Ahora si que me has impresionado. Me tienes en ascuas. Acepto tu proposición. ¿Qué te parece la semana que viene?

-No. La semana que viene estaré demasiado ocupado con mi nuevo proyecto, pero si dentro de un mes.

-Bueno. Esperare tu llamada con inquietud. ¿ De verdad no me puedes decir nada?

-Ya lo veras.

  • Vale vale. Llegamos tarde a la subasta. ¿ Tu crees que se darán cuenta si nos vamos sin pagar?

-Anda . Tu eres un poco sinvergüenza verdad?

-La verdad es que si, pero solo con los buenos amigos.

El edificio donde se celebraba la tradicional subasta después del campeonato anual estaba situado casi en el centro de la ciudad, y era en realidad un club de polo bastante selectivo, al que solo se tenia acceso siendo socio, o muy conocido en la isla.

Tanto D. Andres como D. Anselmo eran las dos cosas, y como al resto de hombres y mujeres que componían el club, ni les gustaba el polo, ni la mayoría sabían en que consistía. De hecho no tenían siquiera un campo donde jugar. Sus instalaciones se limitaban a aquel bonito, lujoso y emblemático edificio, que con el paso del tiempo había sido trasformado para convertirlo en cafetería, restaurante, club social , y por supuesto lugar de encuentro para la clase pudiente y conocida de la ciudad.

Entraron directamente a la sala donde tendría lugar la subasta, se acomodaron en una de las mesas, y tras comprobar que eran de los primeros en llegar, pidieron unos cafés a los solícitos camareros que les atendieron con rapidez y deferencia al momento. Mientras charlaban tranquilamente fueron entrando más socios, y llenando las mesas. En una habitación no demasiado grande, en la que 15 mesas aproximadamente estaban situadas de forma simétrica a los lados de un pasillo central, bien iluminada y decorada con un gusto exquisito, el ambiente de tranquilidad y sosiego que se respiraba era extraordinario. Nadie parecía tener prisa, todos se saludaban y sonreían. Se estaba muy bien en aquel centro de ocio, por un dia convertido en un lugar privilegiado para una subasta de animales.

Todos sabían que en aquel lugar solo se comerciaba con material de primera clase.

Y los encargados de que todo saliese perfecto era la prestigiosa casa de doma y venta numero uno de la isla. Por supuesto la que partencia a su Excelencia. Ellos se encargaban de conseguir material nuevo de primera clase, así como de acondicionar y preparar a los ejemplares que los dueños ya no querían y ponían a la venta.

El objetivo era que nadie quedase insatisfecho. Ni el vendedor por con el precio de la mercancía que vendía, ni por supuesto el comprador, que quería siempre calidad por encima de todo.

Llego la hora. Uno de los camareros atenuó la entrada de luz de la calle corriendo un ligero velo tras las cortinas, mientras otro compañero encendía focos potentes concentrado esta luz en el pasillo central. El amable gerente de la casa de doma de su excelencia se encamino al centro de las mesas, saludo a su selecta audiencia, y procedió como siempre a enumerar someramente las normas de la subasta, así como anunciar que los ejemplares que primero saldrían a la venta serian los de reventa, es decir los que ya no querían sus amos y ponían a la venta. Se esforzó en hacer entender a los posibles compradores que la autentica valía de estos animales era su experiencia y conocimiento de las costumbres y usos de la isla, ya que algunos llevaban años sirviendo fielmente a sus amos.

Y comenzó la subasta. El procedimiento era bien sencillo. El animal se paseaba por medio de las mesas, colocadas por eso alrededor de un pasillo central. Si algun comprador quería ver la mercancía con detenimiento, solo tenia que golpear ligeramente el cristal de su copa. El animal estaba ya preparado para esta circunstancia, así como para mostrarle al comprador todo lo que quisiera ver. Esto no resultaba difícil ya que los animales habían sido preparados también para una revisión a fondo. Además de ir completamente desnudas, se les había despojado también de zapatos, medias, adornos y cualquier anilla o enganche que pudiera tener en su cuerpo. Tampoco llevaban maquillaje y el pelo había sido recogido en un apretado moño. Habían sido depiladas a conciencia aquella misma mañana, y un enema había dejado también sus intestinos completamente limpios. Llevaban una semana comiendo en abundancia y durmiendo en mullidas y cómodas camas, así que su aspecto era impecable.

Se pretendía que el comprador viese a su posible nueva esclava de la forma más natural posible, tal como era. Y esto se conseguía evitando cualquier adorno externo que pudiese distraer su atención. Ni maquillaje, ni adornos, ni aditamentos. Solo lo estrictamente necesario, es decir, los grilletes en los tobillos, las manos muy juntas a la espalda, y los codos unidos para que sobresalieran las tetas.

Al primer ejemplar se le notaba claramente la experiencia. Se trataba de una esclava de unos 35 años, con la espalda y los glúteos perfectamente marcados por los latigazos recibidos. Eran heridas ya cicatrizadas algunas de ellas hacia tiempo. Se trataba de una hembra de tez clara y con los rasgos del rostro muy marcados, con unos ojos vivaces y saltarines. No era fea, pero se notaba claramente que su estrella empezaba a declinar. En su cuerpo eran visibles además de los latigazos, seguramente por una rebeldía manifiesta, los efectos del tiempo. Las tetas y el culo, respingones en su dia, ya no lo eran tanto, y esos muslo fuertes no podían esconder algo de celulitis.

Mientras la esclava se paseaba a un lado y a otro la charla y el ambiente seguía siendo tranquilo y relajado.

-Te recuerdo Andres que te debo dos animales.

-Y yo te recuerdo que mi buen gusto esta por encima de todo.

-Bueno. En cualquier caso esto no ha hecho mas que comenzar.

Parecía que nada pasase, porque nadie tampoco prestaba demasiado atención al animal que no dejaba de pasear a un lado y a otro. Primero tranquilamente, como le habían enseñado, con la cabeza alta y los ojos fijos en el suelo, dando pequeños pasos e intentando mover descaradamente pero sin ostentación o descaro las partes mas volubles de su cuerpo. Sin embargo el tiempo pasaba, los clientes seguían tomando café, o charlando, o sencillamente observando, pero nadie hacia sonar su copa, y ella sabia perfectamente lo que eso significaba. Si no era vendida tendría que volver con su actual dueño, que seguramente se desharía de ella porque si la había puesto en venta era evidente que ya no le servia para nada, y lógicamente no iba a mantener un gasto inútil.

No sabia lo que pasaba a los animales cuando eran entregados a la "casa de desecho". que así se llamaba aquel lugar del que todas habían oído hablar, del que nadie había vuelto nunca, y al que todos los animales tenia no miedo sino autentico pavor.

Intento sacar a relucir su lado más sensual, se movió con toda la sensualidad de que fue capaz , y al final solo se le ocurrió andar agachada un rato y de rodillas otro rato.

No sirvió de nada. No interesaba. Pasados 3 minutos el encargado hizo una señal y la esclava se retiro con la cabeza baja y los pensamientos bastante más negros que su suerte.

-Es una pena, pero estos animales antes o después tienes que desprenderte de ellos.

-Que me vas a contar a mi Andres. A algunos llegas a cojerles autentico cariño, pero cuando cumple un ciclo es mejor cerrarlo. Este animal seguramente en su tiempo fue un buen ejemplar, pero esta claro que ya no sirve para nada. Desconozco que a llevado a su amo a ponerlo en venta, pero esta claro que lo mejor hubiera sido enviarlo directamente a la "casa de desecho". El se hubiera evitado el disgusto de ver tan devaluada su mercancía y a nosotros no nos habría hecho perder el tiempo.

La subasta continuo al igual que el buen humor y el buen ambiente.

Siguieron sacando más ejemplares para la venta. Algunos se vendían, a un buen precio razonable, y otros eran descartados.

A D. Andres no parecía terminar de gustarle nada de lo que veía, y siempre sacaba pegas cuando D. Anselmo le preguntaba. Sin embargo era consciente de que tendría que decidirse y evidentemente no podía esperar a la segunda parte de la subasta, cuando sacaran los ejemplares nuevos.

Así que puestos a elegir toco la copa cuando salió una hembra de unos 28 años, bastante bien formada, sin demasiadas señas de castigos y una cara bastante llamativa.

Rápidamente se acerca a la mesa y se sitúa frente a ellos. D. Andres corre su silla hacia un lado, y se dispone ha hacer las comprobaciones de rigor, naturalmente sin levantarse.

La primera impresión es positiva. Ha sido la esclava la que se ha acercado a el para que no tenga que moverse. Le palpa las tetas, las axilas, el vientre, los muslos. Bien, todo es proporcionado y se mantiene bastante turgente y en su sitio. A una señal la esclava se inclina y comprueba orejas, nariz, boca. Una dentadura bastante aceptable y ni rastro de ojeras o restos de agotamiento. Un pequeño gesto y al darse la vuelta comprueba que la espalda es perfecta. Mantiene las típicas señales de castigos y latigazos , pero dentro de lo aceptable. Unas palmaditas en los glúteos y observa que están bastante bien tanto de proporción como de sujeción. Nada de celulitis, y solo visibles la señas de algun que otro latigazo. Un chasquido de los dedos y la esclava se hecha todo lo que puede hacia delante para dejar ver sus interioridades. Esfínter anal en un estado aceptable. Ha sido utilizado bastante, pero sin brusquedades y sin inserción de ningún elemento desgarrador. D. Andres utiliza entonces un truco de viejo y experimentado comprador.

Con la cucharilla del café comprueba la sensibilidad, consistencia y resistencia de dicho esfínter. Se contrae y dilata bien, y al introducirla los estímulos son correctos y la cucharilla se mantiene recta.

En cuanto al clítoris dos dedos introducidos sabiamente desde atrás son suficientes para verificar lubricación y respuesta a los movimientos. Un ligero estremecimiento general del animal en el momento de introducir los dedos es buena señal. Y la respiración agitada y las convulsiones de las caderas cuando se mantienen los dedos dentro y se mueven suavemente también son indicativos positivos.

D. Andres huele los líquidos vaginales de la esclava, se limpia los dedos con una servilleta, y habla con su amigo.

-Me gusta. Pregunta precio.

A una señal de D. Anselmo el gerente-que durante toda la subasta permanece a la entrada del pasillo que dejan las mesas, atento a la llamada de los clientes- se acerca y les habla amablemente.

-Buenas tardes señores. ¿ Todo bien? Veo que tienen ustedes un gusto exquisito. Este es un ejemplar que pone en venta un distinguido caballero de la isla. Circunstancias familiares le obligan a ello.

Ante la extraña mirada de los dos amigos, el gerente se inclina ligeramente y baja un poco el tono de voz.

-Se acaba de casar de nuevo- era divorciado- y por lo visto a su nueva mujer no le gustan demasiado los animales.

Los dos se miran y sonríen ligeramente.

-Bien pues como les decía se trata de una ganga. Este ejemplar tiene un precio de salida de 18.000 €

Los dos se miran, miran a la esclava- que sigue inclinada hacia delante con las piernas abiertas y la cucharilla del café metida en el culo, nadie le ha dicho que se levante- e interpelan al encargado.

-Ahora díganos donde esta el truco.

-No entiendo.

D. Andres habla ya en un tono menos amable.

-Usted quiere tomarnos el pelo. Pretende decirnos que por este animal, por el que solo e pujado yo, que ya es bastante sospechoso, solo pide 18.000€ ?

-Pues si señor. Ese es el precio que ha estipulado el anterior dueño. En cuanto a la puja, usted mismo señor podrá comprobar que existe completa libertad para que cada cliente haga lo que quiera.

Es evidente que algo no le cuadra a D. Andres. Mira al encargado, mira a su amigo, ojea las demás mesas, que casi han dejado de charlar y lo observan atentamente, y por ultimo mira a la esclava. No es posible. Aquel animal tiene que tener algo que el desconoce. Con un gesto decidido saca la cucharilla del café insertada en el culo de la esclava y le hace una señal para que vuelva a caminar por el pasillo.

Cuando se aleja hacia el extremo comprueba que la espalda y el culo de aquel animal son extraordinarios, realmente es espectacular por detrás. Y cuando se da la vuelta y se dirige de nuevo hacia ellos vuelve a sorprenderse. No se había fijado antes, pero aquellos pechos, y ese vientre culminando un sexo y unos muslos sencillamente perfectos no es posible que pasaran desapercibidos en la primera inspección.

¿En que se ha equivocado más entonces, que ha pasado por alto?

Y de pronto mira y lo entiende todo. Lo tenia delante de los ojos y estaba absorto con los detalles técnicos de su observación, pasando por alto lo más evidente.

Aquellos labios, los pómulos, las cejas arqueadas hacia delante, y sobre todo esa mirada.

Es vicio, aquella cara es pura pasión, desenfreno, y solo con mirarla se adivina la lujuria.

Ya comprende. Seguramente no es la primera vez que sale a la venta y los compradores ya la conocen. Hay algo que desvirtúa especialmente el precio de cualquier animal, y no es otra cosa que la falta de autocontrol. Y aquella hembra no tiene precisamente apariencia de otra cosa. Seguramente el autentico motivo de que su amo se desprenda de ella sea que no puede controlar sus impulsos. Y también muy probablemente los compradores que hay en la sala saben que cuando aquella esclava esta en celo es imposible dominarla.

No encuentra otra explicación al bajo precio de aquel magnifico ejemplar.

Vuelve a llamarla, de nuevo la examina detenidamente, esta vez fijándose especialmente en su cara. No lleva maquillaje, y ni por un solo momento ha dejado de mirar al suelo en señal de sumisión, pero sus ojos y sus facciones la delatan.

D. Andres inclina su cuerpo hacia donde esta su amigo, y le habla bajo al oído.

  • Si la consigo por la mitad de precio, tienes que pagarme el despido de mi capataz.

D. Anselmo hace una mueca de disgusto, pero asiente con la cabeza.

  • No sabes lo que haces si te quedas con este animal. Puede echarte a perder todos tus ejemplares. Pero en fin tu sabrás lo que haces ¿ Y de cuanto dinero estamos hablando?

-Justamente el que te vas a ahorrar ahora mismo. Es decir 9.000 €

-Trato hecho. Pero no me pidas más.

D. Andres sonríe , y decidido extiende su mano hacia la mesa para apagar con la punta de los dedos una de las dos velas que la adorna. La saca entonces del pabilo, y dándole la vuelta comprueba las dimensiones y grosor de esta.

A una indicación suya la esclava, que seguía frente a el esperando nuevas inspecciones, arquea y abre todo lo que puede las piernas, y D. Andres le introduce sube y lentamente la vela por el abierto sexo.

Esta bien enseñada aquella esclava. Sabe perfectamente que no ha de mostrar ningún sentimiento ni sensación, simplemente mantenerse sumisa y ausente.

Primero despacio, recreándose lentamente en los movimiento, y después más rápido, la vela va entrando en el cada vez más húmedo y lubricado sexo. Ha pasado casi un minuto y no ocurre nada. La hembra sigue impasible, mirando al suelo y sin mover un solo músculo de su cuerpo. Hasta el momento en que D. Andres saca la vela e introduce dos de sus dedos, mientras con la palma de la mano restriega sabiamente el sexo del desconcertado animal. Ya no esta quieta, primero suavemente, y pocos segundos después de forma descontrolada, sigue los movimientos y el subir y bajar de la mano con las caderas. Su cara se ha transformado. Ya no mira al cielo, sino directamente al que seguramente va a ser su nuevo amo. Le ruega con la mirada y le suplica con los gestos de sus caderas que no pare, que aumente el ritmo de sus movimientos.

No tarda más de 2 minutos en caer de rodillas después de varios espasmos que indican claramente que no ha podido resistir y se ha corrido de forma visible, violenta y desenfrenada.

D. Andres sonríe, mira al encargado y habla con una seguridad impresionante. Sabe que en ese momento acaba de devaluar el precio de la esclava, que evidentemente nadie comprara ni por 4 céntimos.

  • Se la compro por 5.000 €

  • Imposible. No cubriríamos ni los gastos.

  • ¿ Y si le doy 9.000€?

El encargado mira entonces hacia una de las mesas, donde un individuo elegantemente vestido y con barba blanco asiente ligeramente de forma imperceptible.

-El animal es suyo señor.

Cuando empieza la segunda parte de la subasta D. Andres esta tan entusiasmado con su adquisición que apenas presta atención a los 8 ejemplares que has salido a la venta. Se trata todos ellos de animales jóvenes, ninguno mas de 22 años, con visibles muestras de inexperiencia, y sin ninguna marca de látigo o fuego. Los precios también se le escapan ya que por el que menos se ha llegado a pujar 60.000 €. Y no deja de sorprenderle su amigo cuando tiene los suficientes arrestos como para hacerse con 4 de los 8 ejemplares a subasta. Acaba de dejarse casi 400.000 € y sigue sonriendo tan feliz.

-Es una inversión Andres. Todo esto no es mas que una inversión que pienso recuperar si todo sale como yo espero

D. Andres sabe, conociendo a este hombre, que es capaz de sacar dinero vendiendo aire, y le saldrá bien cualquier cosa que se proponga.

Son ya casi las 7 de la tarde cuando D. Andres se despide de su amigo, sube a su todo terreno y se dirige hacia su granja. No quiere reconocerlo, pero hay dias en los que piensa que la suerte es un empleado, y este empleado trabaja de forma muy eficiente para el. Es increíble, sencillamente no podía ni imaginar esta mañana cuando salió de su casa que el dia acabaría de esta manera. Hace solo 12 horas era un mediocre ciudadano de la isla que nadie conocía, y que no disponía de ningún animal en propiedad. Ahora era bastante conocido en los círculos influyente por su valentía y buen hacer, y además poseía dos ejemplares magníficos en propiedad y otro que si la suerte seguía trabajando para el seria suyo muy pronto. Bien, esto esta bastante bien. Tendremos que celebrarlo cuando lleguemos a la granja, piensa con una cara de satisfacción evidente. Sin embargo un pensamiento nubla su optimismo. Su mujer. Esta seguro que querrá disponer ella también de las nuevas adquisiciones. Y no le gusta. No sabe porque pero no le gusta nada. Podría negarse, pero esto solo traería problemas. Mejor dejarla y que todo siga estando tranquilo. No, es más, puede plantear la nueva situación como un regalo que le hace, y así le deberá una. Definitivamente este dia no tenia que acabar nunca.

En el remolque que lleva su coche han sido acondicionados por los mayordomas de la subasta y del concurso sus tres animales. Verdad es, que no es muy grande y tendrá que ir pensando en hacerse de otro mayor, pero mientras tanto puede apañarse.

Cuando llegan a la granja y su mayordomo se acerca solicito a hacer su trabajo, D. Andres le rechaza amablemente.

-Muchas gracias Salomón. Esta noche me ocupare yo personalmente de las bestias. Vete tu que seguramente tendrás muchas cosas que preparar.

-Siento mucho tener que dejarle D. Andres.

-Ya lo se Salomón, y yo también siento de verdad que te vallas, pero no podemos poner trabas a tu futuro. Y te aseguro que con D. Anselmo te espera un gran futuro.

-Buenos noches D. Andres.

-Buenas noches Salomón.

Se queda pensativo cuando se aleja Salomón y duda por unos segundos si no ha hecho mal en desprenderse de aquel gran empleado. No se había dado cuenta, pero necesita para dentro de dos dias un nuevo capataz. Por su mente van pasando uno a uno los mas de 40 empleados que tiene trabajando en la granja, y después los 27 de su negocio en la ciudad. No se le ocurre ninguno capaz para sustituir a Salomón.

Uno demasiado viejo, otro demasiado joven y fogoso, el otro no reúne cualidades, y el que si las reúne no se fía demasiado de el.

Esta en estas cavilaciones cuando se da cuenta que ya ha anochecido. Abre la puerta de su remolque y desengancha las cadenas que traban a sus animales dentro. Los cuidadores son expertos manejando bestias y han sabido acomodarlas perfectamente. Primero las han lavado y aseado a conciencia. A continuación han preparado al animal para el viaje : Zapatos bien apretados, bozal también muy bien colocado, y una vez dentro trabar piernas y cuello con candados a los arneses que lleva preparado el vehículo.

Una vez fuera une a sus tres ejemplares con cadenas a través de los collares y las guía satisfecho a la entrada de la cuadra. Aquí coge la larga cadena que hay en el suelo y la engancha al animal que permanece en medio de las tres.

Se trata de su animal de alquiler. A su izquierda esta Salida, que así se llama la nueva adquisición de D. Andres, y a su derecha Puta, flamante regalo de su amigo. Con cara sonriente les va quietando los bozales antes de entrar al corral para preparar la cena a sus bestias.

Nada mas entrar D. Andres en el cobertizo, la que ya conoce la granja, y que es precisamente la que esta en medio enganchada a la cadena de la pared y por otras dos cadenas a sus compañeras, da unos pasos tirando de ellas y se dirige hacia la esquina del corral. Cuando doblan esta esquina la esclava se agacha poniéndose en cuclillas, arrastrando con ella a las otras dos. No tarda en evacuar. Desde esta mañana no ha podido desocupar su vejiga e intestinos. Las otras dos comprende que este es el momento y no se presentara otro, y aprovechando que están agachadas se van turnando para situarse encima del agujero hecho en el suelo y que hace de letrina.

Cuando terminan se levantan las tres y se dirigen, siguiendo a la experta de en medio hacia una piletas con jabones y agua limpia que hay a unos dos metros.

Observan como la veterana coge el jabón y con maestría sabe lavarse a conciencia el ano y el clítoris, a pesar de estar encadenada y con las manos y los codos trabados a la espalda. La imitan cuando a terminado y así, desocupadas y limpias se dirigen donde las havia dejado su amo, a la entrada del corral.

Cuando llegan D. Andres ya esta fuera, y ha preparado tres recipientes colocados de forma lineal en el suelo, con una especie de papilla en la que se pueden ver tropezones de mendrugos de pan.

Da una palmada y se sitúa detrás de las esclavas.

-¡ A comer! Creo que os lo habéis ganado.

No esta claro que será aquello, pero desde luego el hambre es tan grande que las tres se dirigen y se arrodillan a una delante de los platos.

Aquel espectáculo es único. D. Andres además de eufórico y satisfecho consigo mismo, empieza a estar excitado. Es impresionante ver como tres hembras de aquel calibre muestran abiertos y jugosos sus cuartos traseros, mientras se agachan para engullir la comida.

Tenia pensado saborear aquel manjar mas tarde y tranquilamente en las cuadras, pero ya no puede esperar más. Baja desesperado los pantalones y hace restallar el látigo en el aire. Como un resorte las tres esclavas dejan de comer, pero permanecen en la misma postura esperando acontecimientos. Están bien enseñadas y tienen la suficiente experiencia como para saber que ha llegado el momento de satisfacer a su amo.

Primero penetra a la potra que ha comprado a su amigo. El trasero de aquel animal es sencillamente espectacular. No necesita preámbulos ni rodeos, directamente inserta su estirado miembro en el culo de la esclava, que rápidamente lo levanta hasta no poder mas en su intento de ponerlo a disposición de su nuevo amo. Sus dos compañeras la imitan en su postura esperando su turno. En cuatro embestidas esta tan excitado que tiene que aflojar el ritmo. No puede saciarse con un solo bocado y a un solo pastel. Tendrá que probarlos todos, que para eso los ha comprado. Se coloca ahora en el centro y la reacción del animal es la misma. Pega la cabeza al suelo y levanta y abre el culo todo lo que puede. Aquí ha entrado con mas facilidad. Dios, es impresionante, aquel animal es capaz de adivinar sus movimientos para moverse acompasadamente con ellos. No, despacio, mas despacio, si no todo terminara en un momento. Además necesita probar la parte delantera.

Cuando se sitúa delante las tres esclavas al unísono levantan la cabeza del suelo y permanecen atentas y de rodillas a la reacción de su amo. Se acerca a la que no le ha dado tiempo a probar por detrás, precisamente la de alquiler. Esta no espera, y cuando tiene el miembro de su amo cerca se abalanza sobre el y lo lame con tanta lujuria que es el propio amo quien tiene que dar un paso atrás. Se hubiera corrido al momento si se hubiera estado quieto. Realmente era peligrosa aquella hembra. La mira como se relame y pide más con los labios y la lengua. Da dos pasos atrás y comprueba el buen ganado que tiene cuando las tres se dirigen de rodillas hacia donde el se encuentra. Casi empujándose por coger el caramelo es su animal de alquiler el que llega primero y empieza a chupar de nuevo con glotonería. Tanta y con tan buen hacer que asta aquí llega D. Andres. Ya no puede aguantar mas y se corre en la boca de su esclava. No ha caído ni una gota, y las otras dos miran resignadas y dejan caer los hombros en señal de impotencia.

D.- Andres no es capaz de reaccionar por unos segundos. Es impresionante el poderío de aquellas bestias. Lo saca de su nube el saludo de tres de sus empleados que han terminado la jornada y pasan por la puerta del corral.

-Buena compra patrón. Y buen provecho.

Por supuesto no sorprende a nadie que un amo haga catas de sus animales y los pruebe de vez en cuando. Y menos cuando este amo es D. Andres, gran aficionado.

  • Gracias, buenas noches.

Responde el patrón mientras se sube los pantalones y abrocha el cinturón.

Cuando mete a los animales al corral se da cuanta que también aquí anda corto de instalaciones, ya que solo dispone de una jaula, grande desde luego, pero tendrá que poner alguna más. No importa, nos apañaremos mientras me las instalan, piensa mientras va descalzando a las tres esclavas y decide que así están bien, simplemente atara la cadena suelta a la jaula y las dejara unidas por el cuello. Mejor que se vallan conociendo.

-Bueno............os habéis portado bien esta noche. Esperemos que todo sigua igual. Vamos a ver. Tu te llamas Puta. Tu eres Salida. Y tu, bueno a ti todavía no te he puesto nombre. Vamos a ver, mañana encargare al herrero que me haga una nueva divisa para marcaros a vosotras dos, pero contigo no puedo hacer nada. De todas formas estoy decidido a comprarte, así que te llamare............Puta, Salida y Guarra. Tu serás Guarra. Me gusta.

Cuando el amo se marcha las tres se sientan agotadas con la espalda apoyada en los barrotes de la jaula ocupando el único jergón viejo que hay en el suelo. Al principio se miran y parece que no se atreven a hablar, por fin es la de en medio la que se decide, apenas susurrando.

-¿Estáis muy cansadas?

Las otras dos la observan con cara rara, no contestan, y miran hacia la puerta de entrada, que sigue cerrada con un gran cerrojo por fuera. La total oscuridad esta mitigada por la luz que entra a trabes de una ventana, alta y enrejada, procedente de la farola del camino.

-Os pasa algo. ¿Sois mudas o que?

-Hace años que no hablo.

-Tampoco tenemos mucho que decir. Por lo que he visto ninguna conoce mucho al nuevo amo.

El agotamiento es evidente. Se acomodan como pueden, ocupando la parte superior del cuerpo en el jergón y la parte inferior sobre el suelo. La postura es incomoda, y si bien las manos trabadas a la espalda y la cadena del cuello las mantiene juntas, no tienen insertado ningún instrumento ni adorno exterior, y así cada una busca acomodo y no tardan en dormirse.

No a pasado mucho rato cuando una lengua hambrienta recorre lentamente la nuca y los hombros de la que esta en el centro. Parece un agradable sueño al principio, y una dulce realidad después. A duermevela no quiere que aquella lengua deje de acariciarla. Es mágica, y está consiguiendo primero que se relaje enormemente, y que empiece a excitarse cada vez más después.

Cuando ya es plenamente consciente de lo que esta pasando y se da la vuelta para decirle algo a su compañera, una boca y una lengua penetrante invaden su boca hasta la garganta. Es sofocante aquella sensación. Un espasmo de placer invade todas las partes del cuerpo y le resulta imposible no responder a aquel beso y a aquella lengua. Son muchos meses sin tener contacto con nadie, y cuando las lenguas mezclan sus jugos y los pezones empiezan a rozarse la excitación ya es imparable. Por un momento parece que quieren fundirse, mezclar sus bocas, lenguas y cuerpos, de juntos que están. Se agitan desesperadas buscando más, intentando que la excitación no las devore.

La tercera esclava no tarda en despertar por los tirones y el ruido de las cadenas que unen sus cuellos, y tampoco tarda en comprender lo que esta pasando. Pega su cuerpo también a la del centro y recibe ansiosa el beso cálido y desesperado de esta.

Las tres se funden un una masa de cuerpos calientes y desesperados. Se besan, se restriegan frenéticamente, fuerzan posturas inverosímiles buscando algo que es materialmente imposible. Con las manos trabadas a la espalda y con los cuellos unidos por cadenas es imposible hacer absolutamente nada. Solo consiguen que la excitación las devore cada vez mas, y que la frustración valla en aumento.

Después de un buen rato por fin consiguen dormirse. Mas calientes que cuando se acostaron sobre el viejo y duro ropón del suelo, y seguramente menos que en los duros dias que les esperan.

Bien entrada la mañana es el ama de la finca y esposa de D. Andres quien se presenta en el corral. No va sola, ya que junto a ella una vieja mujer de aspecto demacrado y vestida completamente de negro, y un hombre con ademanes afeminados y de edad indefinida, la siguen a un paso que se podría considerar como de forma respetuosa. La luz entra a raudales cuando la mujer de negro abre los postigo de la ventana, y con la luz entran los sonidos de fuera. Se trata de una granja y la actividad de está hace que se escuchen los graznidos de las gallinas y los gallos, las voces de los operarios del campo y algun que otro juramento de unos jardineros que repasan los setos de entrada a la casa de los amos.

Cuando el ama de la casa llega a la jaula mira con la boca abierta a las tres esclavas que permanecen sentadas en el jergón que les ha servido de cama durante la noche. Están despiertas y si bien al principio no reaccionan, las tres se dan cuenta a la vez que algo esta saliendo mal. Como un resorte que las impulsa al unísono se incorporan y se arrodillan con la cabeza baja. No saben quienes son aquellas personas, pero es mejor mostrarse dócil por si acaso.

El ama sonríe y su enorme dentadura hace que su boca parezca aún mas grande de lo que es. Sus ojos achinados pierden casi el dibujo de visión. Es realmente fea aquella mujer.

Entra en la jaula, desengancha la cadena y tirando suavemente las tres esclavas salen y se dirigen hacia la casa. Entran directamente a la cocina, y de aquí, por una puerta enorme de cristales, pasan a un gran patio interior.

Una vez aquí, y ayudada por la mujer de negro y el hombre afeminado, coloca a las tres esclavas en el centro del patio, y sin soltarles las cadenas que las unen por el cuello, el ama se dedica con deleite y sin reparar en tiempo, a preparar a las que considera sus nuevas propiedades.

Primero las baña con una manguera de agua tibia y jabón perfumado, recreándose especialmente con la esponja a la hora de restregar esta contra los cuerpos. También toma su tiempo, cuando con sus propias manos, se dedica a repasar cada parte de aquellos cuerpos desnudos y recién duchados y perfumados, con crema suavizante. Da instrucciones al hombre afeminado y este entra en la cocina para preparar unos sabrosos platos con jamón cocido, huevos fritos, tostadas y leche fresca. La propia ama se dedica, por supuesto con bastante parsimonia, a dar con sus manos el suculento desayuno a cada una de las esclavas. La mujer de negro trae entonces un taburete y empieza la sesión de peluquería y maquillaje. Estudia cada una de las caras y no repara en tiempo ni en gasto para crear un peinado y unos tonos de maquillaje que ella, ayudada por el hombre afeminado, considera mejor para cada una. Esta encantada, se la ve en la cara, y en el entusiasmo con el que observa y estudia cada uno de los objetos que hay dentro del cajón que acaba de traer la mujer de negro. Empieza por elegir los zapatos. Tiene una variada selección de mas de 15 pares, y no duda en ir sacando cada uno para ver como queda con el color de la piel, el estilo del peinado, o la forma de los glúteos.

A estas alturas las tres esclavas no saben que esta pasando, y por experiencias pasadas temen algo muy gordo. No es normal que les duchen con agua tibia, menos que les den crema suavizante y las peinen de aquella forma tan especial, y no digamos de la comida. Hace mucho tiempo que comen de rodillas en el suelo, en recipientes asquerosos y sucios, y por supuesto piensos y papillas, y como algo extraordinario, sobras de sus amos.

Elvira, el ama de la casa, se retira unos pasos cuando a terminado de colocar el ultimo par de zapatos, y llama a sus ayudantes.

  • Bien. Esto creo que esta bastante bien. Quiero que me digáis vuestra opinión sincera sobre mi criterio. Ya sabéis lo que pienso. Seis ojos ven mas que dos. Vamos a ver: Que os parece si por fin nos damos el lujo de tener una perrita en la casa. Tenemos la caseta, tenemos la jaula, lo tenemos todo. De hecho siempre he tenido el capricho de tener una perra, pero desgraciadamente el gandul de mi marido nunca me ha complacido. ¿Cuál de las tres pensáis vosotros que tiene mas cualidades?

Miran con ojos escrutadores a las tres esclavas que permanecen de pie frente a ellos. Por fin es Daniel, el hombre afeminado, quien dirigiéndose a las esclavas, y concretamente a la que había comprado D. Andres en la subasta, habla decidido.

-Pienso que esta hembra reúne bastantes cualidades.

-A ver. Si, esta es Salida¿ Y que te hace pensar eso Daniel?

  • Si presumo de algo es de conocer bien a las damas. Y si hay una dama sobre todas a la que conozco mas que al resto es a usted señora. Me he fijado que habéis hecho un peinado sencillo y con tirabuzones, simulando las crines de cualquier can. El maquillaje es contundente, resaltando esta cara de perra viciosa que tiene este animal. Y por ultimo.........me ha convencido el detalle de los zapatos. Por supuesto de tacón imposible y de colorido suave y charol. No los utilizara y no se estropearan puesto que una perra va a cuatro patas y ella nunca tendrá que andar con ellos.

-Eres único Daniel. Siempre lo he dicho. Parece como si adivinaras mis gustos y pensamientos antes que estos lleguen. Bien, perfecto, esta será a partir de hoy nuestra nueva perra.

Saca del cofre una bonita correa con incrustaciones de metal brillante. Se acerca a la esclava y suelta con una llave que tiene en el bolsillo la cadena que la una por el cuello a sus compañeras, tras haber enganchado la correa a su collar metálico.

-Por favor Daniel, conoces como ya he comprobado perfectamente mis gustos y aficiones. Me gustaria que te encargases de adiestrar a mi nueva perra. Bien Daniel es tu misión a partir de ahora.

Elvira sonríe y habla con Mariana, la mujer de negro.

-Estaba pensando que no nos vendría nada mal una esclava para la casa. ¿ Cuanto nos esta costando la asistenta que nos limpia ahora Mariana?

-15 € la hora señora. Lo cual hace un total de 80 al dia, y 480 a la semana.

  • Bueno pues elige a uno de estos animales, que será a partir de ahora la esclava de la casa.

  • Yo me quedaría con la de la izquierda. La veo más hogareña y más dócil que la otra.

-Perfecto. Esta es......Puta, si no recuerdo mal, según me ha dicho Andres esta mañana. Es tuya a partir de este momento. Te encargaras de asignarle trabajos y castigos. Y con la otra, bueno, yo necesito una asistenta personal hace muchos, muchos años. Ya va siendo hora que piense un poco en mi.

Mientras habla se dirigen a las dos esclavas y suelta la cadena que las une por el cuello.

-Estoy pensando Elvira que tu pupila no podrá hacer su trabajo con las manos trabadas a la espalda. Y lo peor es que esas cadenas están remachadas, ósea que no tenemos llaves para abrirlas. Acércate a los talleres o la serraría y dile al herrero que venga con los instrumento necesarios para poder abrir esas cadenas.

-Señora yo aprovecharía la visita del herrero para hacer alguna instalación que tengo pensada para la realización del trabajo domestico de la nueva esclava. ¿Puedo.......’

-Puedes hacer lo que quieras, siempre que no sea muy costoso. Luego veremos si me gusta.

El herrero es avisado y no tarda en presentarse delante de la Señora.

-Disculpe la tardanza. Acabo de hablar con D. Andres sobre el tema de la nueva divisa para marcar a las nuevas bestias, que por cierto no la tendré lista hasta dentro de unos días, pero no me he dicho nada sobre el tema de quitarles las cadenas a los animales.

-Me da igual lo que te halla dicho D. Andres- sus palabras son secas y malhumoradas- tu harás lo que yo te diga, y punto.

-¿No seria mejor consultar primero con el amo.?

-Tu ve haciendo tu trabajo, que del amo me ocupo yo.

El herrero es obediente y disciplinado, pero desde luego no tonto, y comprende que es mejor hacerse el remolón mientras la señora termina su charla por teléfono.

-Toma estúpido, es D.Andres, dice que quiere hablar personalmente contigo. Dos inútiles charlando por teléfono, que asco por Dios.

El enfado es evidente, sin embargo la conversación no se alarga mucho entre el herrero y D.Andres, y el trabajador se pone rápidamente manos a la obra.

En primer lugar ha tenido que cortar con una sierra, y con muchísima delicadeza para no herir a nadie, las cadenas que no tenían llave y que mantenían pagadas por las muñecas las manos de las tres esclavas a la espalda. A continuación les ha puesto nuevas cadenas, pero estas con mas holgura y con las manos por delante. Cuando le ha preguntado a la Señora si remachaba el cierre de estas cadenas, la señora ha decidido que no, mejor con llave. Así que ha tenido que acercarse al almacén para coger grilletes convencionales. Después, y a requerimiento de Mariana, a entrado en la casa y ha instalado una seria de cadenas sujetas a la pared a media altura y con una largura determinada y en determinadas habitaciones.

Comienza así la nueva vida de las esclavas, que gracias al destino no ha de durar mucho.

Daniel esta encantado con su nueva tarea de domador de perra. Aquella misma tarde prepara la caseta de madera donde dormirá su perrita, instalada por supuesto a la entrada principal de la casa. También prepara la jaula metálica en el patio, donde castigara los malos hábitos, y por supuesto se ha provisto de un surtidísimo juego compuesto por toda clase de collares, mordederas, bozales, y adornos variados. Basta la primera semana para hacerse con la rutina diaria. A las 9 mas o menos Daniel se presenta en la perrera y desengancha la cadena del collar de la perra. Entran por la cocina al patio, donde la lleva directamente al terrario instalado en una esquina para que haga sus necesidades. No es muy paciente, de manera que ha de darse prisa y no tardar más de 2 o 3 minutos. No volverá al terrario hasta la tarde, y hacérselo encima o en cualquier otro lado acarrea duros castigos.

Una vez cubierta la primera necesidad su cuidador se encarga de rociarla con una manguera y frotarla con jabón y esponja. Aquí no se tarda mas de 5 minutos. Después se encarga de adornar a su animal. Empieza siempre por ponerle los zapatos de tacón imposible con las suelas relucientes que nunca se han de manchar, ya que una de las normas que tiene que cumplir es ir siempre a cuatro patas ( Y cuando no lo haga tendrá que sacarle brillo lamiendo estas suelas hasta que vuelvan a relucir). Después le cuelga algunas campanillas, unas veces en las anillas de los pezones, otras en las del clítoris, o en ambas. También es muy aficionado a insertarle el bolo en el culo para que luzca una llamativa cola. Dispone por supuesto de un gran surtido de collares, que le gusta colocar encima del metálico que ella lleva siempre y del que no se puede desprender ya que es de una pieza y no tiene cierre. Entran después en la cocina y allí le prepara la comida. La echa en un cuenco que ha hecho con su nombre en letras brillantes, y lo deposita en el suelo al lado de la puerta de entrada al patio. Aquí dispone de unos 3 minutos para comer. A continuación viene el paseo diario y las clases practicas. En uno de los laterales de la perrera tiene Daniel colgada una bonita colección de bozales y bocados de todo tipo, que siempre pone a su animal antes de salir a la calle y conjuntados por supuesto con el tipo de adorno o collar que lleve ese dia. El paseo se limita a dar una vuelta por los alrededores de la casa o acercarse a un terreno vació que hay justo frente a esta. Mientras caminan Daniel instruye claramente a su perra.

-Puedes levantarte- Le dice, mientras tira de la correa hacia arriba, y la esclava deja de ir a cuatro patas y se incorpora, caminando detrás de el- no es necesario que camines siempre a cuatro patas, solo cuando estemos delante de la gente, da igual que tipo de gente, o cuantos sean. Nunca olvides que tu eres una perra. Se te permite ir erguida para caminar más rápido, pero tu condición natural es estar a cuatro patas, y así lo harás siempre que haya alguien delante. No olvides nunca lamer las suelas de los zapatos después de caminar erguida, estas tienen que estar siempre relucientes. Bien, como es lógico, los amos te sacaran de paseo por la ciudad o te llevaran a alguna fiesta. Procura mantener la compostura, intenta mantener tus instintos a ralla, y sobre todo, por encima de todo, tienes que ser una perra digna de tus amos. Demuestra que estas bien enseñada, que tu adiestramiento a sido magnifico.

Estos paseos por el exterior de la casa no duran nunca mas de una hora, y cuando terminan Daniel vuelve con su perra a la casa, le quita los adornos y el collar, y la amarra al cuello con la cadena de la perrera dejando siempre un poco de largura para que pueda salir o permanecer fuera si le apetece. Aquí pasa el resto del dia, excepto un rato al medio dia cuando come el ama de la casa- D. Andres esta en la ciudad, y solo aparece los fines de semana- en que le sueltan de la cadena y la dejan suelta por la cocina para que pueda comer los restos que el ama le tira al suelo, y que constituye su almuerzo.

La monotonía se rompe los dias que la señora decide salir de paseo, que suele ser los martes y miércoles. Ella misma es quien se ocupa de preparar a su perra cuando decide sacarla. La ducha es a conciencia, el peinado y el maquillaje, que todos lo dias hace su cuidador a primera hora, en estas ocasiones es retocado y mimado con esmero, por no hablar de la depilación, que realiza la misma ama, dejando adornos de su inventiva por ejemplo en el vello pubico donde le gusta algun dibujo o figura. Por supuesto los complementos suelen ser especiales. El collar de siempre que no tiene apertura, es cubierto por uno reluciente unido a una correa de cuero engastado con incrustaciones metálicas, los grilletes de las manos son sustituidos por unos nuevos, relucientes y mucho más cortos. Los de los pies, al no tener apertura son los de siempre, pero limpiados con esmero para que brillen lo mas posible, o por lo menos estén limpios. Tampoco es inusual que le ponga unas medias negras con fantasías y liguero, y por supuesto unos zapatos a juego con el collar o las medias.

Lo habitual es visitar la casa de alguna amiga donde se reúnen las damas más o menos influyentes de la isla. Aquí, y mientras ellas charlan o juegan al bingo en el interior de la casa, suelen dejar sus animales sueltos en el jardín. Si tienen suerte y no le han colocado bozal es el momento en que puede relacionarse con otros animales y enterarse de cosas interesantes.

Aquel miércoles concretamente el ama a cogido el todo-terreno, y tras amarrar a su perra dentro de la jaula instalada en la parte posterior descapotable del vehículo, se ha dirigido a media mañana hacia el interior de la isla. Seguramente se trata de algo especial. Ni es la hora en que suele visitar a las amigas, ni los preparativos han sido los habituales. El ama se ha levantado temprano sin esperar a que llegue Daniel, el domador, y se ha vestido de forma natural e informal, pero con prendas nuevas y de primeras marcas, y si bien su maquillaje no es llamativo, si se le nota que se ha esmerado en parecer alguien con clase e importancia, lastima que su físico no sea agraciado, y su cara, aún en las mañanas como esta, no diga nada y refleje solo vulgaridad. Tampoco se entretiene demasiado con su perra. La saca de la perrera y tras llevarla directamente al terrario, espera con a que se desocupe, y van directamente a la cocina donde se prepara un ligerísimo desayuno, sin permitir que el animal tome nada. Se dirigen entonces al patio donde tras rociarla simplemente con la manguera de agua fría, coge una toalla, la seca rápidamente, y tras un peinado y ligero toque de maquillaje, le pone los zapatos del día anterior, y sin ningún adorno o complemento más- ni siquiera las medias, ni el bozal, ni el rabo de adorno- le engancha la primera cadena que encuentra al collar y salen a toda prisa hacia el coche. Cuando con el látigo da ligeros toques en las nalgas de su animal para que entre con rapidez en la jaula del remolque el ama no disimula su admiración por la compra de su marido. Aquella perra es perfecta, esta ya muy acostumbrada a verla desnuda, pero cuando la mira así, sin ningún adorno, y se fija en sus muslos, el culo apretado, bien proporcionado, la espalda magnifica y armoniosa, por no hablar de la parte delantera, sencillamente la vuelve loca. Incluso en mañanas como aquella esta realmente espectacular, incluso habiéndose preparado a toda prisa, sin detenerse como a ella le gusta en perfilar detalles como maquillaje, peinado, adornos. ¿ Que mejor adorno que aquel cuerpo espectacular.? Seguro que sus amigas llevan a sus animales adornados hasta las orejas, pero también esta casi segura que su perra será la envidia de su anfitriona de esta mañana, a la que todavía no conoce.

Se dirigen a una bonita y coqueta mansión que esta a unos 15 minutos, y nada más llegar un emperifollado mayordomo se acerca al coche para introducirlo en la mansión, dirigiéndose el ama a la puerta principal, donde otro mayordomo le abre las puertas que dan acceso al espectacular recibidor de la mansión. Doña Elvira sonríe socarronamente. Por fin ha entrado en el mundo que hasta ahora le había sido vedado por su baja y humilde condición. No sabia porque su marido había pasado ha ser tan popular, ni entendía las razones que le habían explicado sus amigas, pero lo que si estaba muy claro para ella era una cosa, en el momento que su ilustrísima la esposa del presidente del tribunal superior del país la había invitado, dejaba de ser solo una mujer acomodada y pasaba a ser alguien con nombre e importancia, conocida por todos. La nota que le había llegado la tarde anterior procedente de la mujer del juez supremo, decía textualmente: "Estimada y apreciada señora, mañana a primera hora- las 10.00 H- celebraremos la reunión semanal las mujeres y esposas que tenemos el honor de ser la mas alta representación del país. No somos ajenas a que su voluntad, manifestada en reiteradas ocasiones, es servir en todo al gobernador y a su pueblo. Estaríamos encantadas de poder contar con su presencia.

La reunión como ya le he indicado es a las 10.00 H en mi casa, residencia oficial de su Ilustrísima el presidente del tribunal supremo, y no es necesario por supuesto venir de etiqueta, nuestro objetivo es trabajar, no representar.

También puede usted venir acompañada por algún animal domestico que posea, ya que el tema ha tratar mañana estará relacionado con esto.

Salud y larga vida a nuestro gobernador.

Firmado Su Ilustrísima Doña Gracia G.G. Esposa del Juez supremo y presidenta de la Asociación de mujeres para el progreso y bienestar del país"

Cuando entro al amplio y luminoso salón, fue la propia Doña Gracia la que se dirigió a ella en tono amable y condescendiente. Era una habitación decorada con muy buen gusto, con los ventanales abiertos, lo que hacia que los rayos recién estrenados del día iluminasen las brillantes armaduras y le diesen colorido a los cuadros de época, dándole vida a su vez a los jarrones con flores recién colocadas. En una amplia mesa ovalada situada en el centro de la habitación 8 mujeres se levantaron y fueron saludadas una a una por Doña Elvira. Sabia perfectamente quienes eran y esto le provoco un poco de vértigo, de desconcierto. Allí estaban las mujeres más importantes del país, y ella estaba entre ellas. Sus pies casi no tocaban el suelo.

Mientras dos mayordomos entraban con un suculento y abundante desayuno, que por cierto ninguna de las mujeres apenas toco, se fue rompiendo el hielo entre ellas, y cuando fue retirada la mesa y colocadas las carpetas en su lugar para el trabajo, Doña Elvira estaba casi convencida que el destino del mundo dependía de aquella reunión.

Doña Gracia se puso en pie, carraspeo un momento y se hizo el silencio.

-Bien señoras, vamos sin preámbulos al tema que nos ocupa hoy. Como todas sabemos existe una gran preocupación social por el tema de los animales.

Hace unos años se creo la SDNA (sociedad de defensa natural de los animales). Desde ese momento es rara la reunión en la que no tratemos algún tema que ellos sacan a la luz. En esta ocasión se trata del maltrato y humillación, a que aseguran, constantemente les sometemos. Plantean una serie de medidas para que mejore esta situación, y son las siguientes: 1º Solo el amo podrá castigar al animal, y nadie más sin su permiso.

2º Estos castigos se realizaran en lugares específicos y siempre fuera de la vista de los ciudadanos, además será obligatorio el uso del bozal para evitar escándalos públicos innecesarios.

En cuanto al tercer punto, y más polémico por el impacto social que tiene, no sabría como enfocarlo. Se trata de la casa de desecho. Según dicen ellos, en esta institución están pasando cosas muy raras. En fin señoras, vamos a ir punto por punto para no liarnos con los temas. 1ºSolo el amo podrá castigar al animal, y nadie mas sin su permiso. ¿Qué piensan ustedes de eso?

Una mujer no demasiado mayor, sentada en uno de los extremos de la mesa, justo frente Dª Gracia, y con cara terriblemente seria, es la primera en tomar la palabra. Es soltera a pesar de su edad, y se trata de la hija del ministro de orden publico- Que tiene a su cargo todas las fuerzas de seguridad y el ejercito-Su voz, a pesar de su cara seria y casi triste, suena constante y rotunda.

-Es una estupidez como una catedral. Y digo esto porque en la practica eso es justamente lo que se hace. Yo no voy por hay castigando o corrigiendo los errores de los animales de otro. Que cada uno arregle sus problemas. Otra cosa es que se viese un comportamiento tan fuera de lo normal que fuese necesario intervenir. En cualquier caso en este supuesto el responsable ultimo seria el amo del animal que comete la infracción.

Todas asienten sin hacer ningún comentario más, y Dª Gracia entiende que es necesario continuar.

-En el segundo punto plantean la necesidad de crear lugares específicos donde castigar a los animales, evitando así tener que hacerlo en la vía publica.

Vuelve a hablar la misma mujer.

-Otra tontería de esa asociación en la que por lo visto se deben aburrir bastante, por que no hacen otra cosa que incordiar proponiendo mediadas estupidas como esta. Vamos a ver, como voy a castigar a mi animal cuando ellos lo digan, tendrá que ser justo en el momento en que cometa la falta, para de esa forma reprenderlo y que no lo haga más. ¿Lo entendéis verdad? Y lo del bozal, bueno si no recuerdo mal, es obligatorio el uso del bozal para los animales cuando circulan por la vía publica.

-Tu consideras por tanto que no seria mejor tener un sitio adecuado donde poder hacer esto tranquilamente- La que ha hablado es una mujer cincuentona de muy buen ver, atractiva seguramente en su juventud, esposa de D. Conrado Valindez, el mayor terrateniente del país, y uno de los habitantes mas ricos-

-No es que me oponga, es que me parece algo sin sentido. Vamos a ver tu vas con tu perra por la calle mayor y de pronto se orina en una esquina. No es lógico que le des unos azotes- o lo que tu quieras- en ese momento?, entre otras cosas para que tu perra entienda que eso no se puede hacer, en vez de tener que desplazarte a valla usted a saber donde se instalaría este sitio, donde tendrías que ir expresamente a darle unos azotes a tu animal. Bueno, esto sin contar por supuesto el tema económico, os recuerdo que esto no seria gratis. ¿ Que ministerio, y con cargo a que presupuestos se haría cargo?

-Y si en vez de instalar estos supuestos lugares se hiciese en casa, donde............

-Si el problema no es hacerlo en casa, o fuera, el tema esta en que cada amo debe castigar a su animal donde y cuando crea conveniente. No tenemos porque hacer ninguna ley que restrinja su libertad.

-En cuanto al bozal..........?

-Si, de acuerdo, el tema del bozal esta bien, me parece correcto. Como dije antes existe una normativa de hace mucho tiempo que obliga a llevar a los animales con bozal en la vía publica, lo que pasa es que todo el mundo hace la vista gorda . Consiste sencillamente en hacer que se cumpla esta norma. En cuanto se multen a un par de personas, veréis lo pronto que se cumple la ley.

-Bueno, esta mañana vamos rápido ¿Verdad?. Tema...............casa de desecho. Dicen que aquí están pasando cosas muy...........

Una señora de edad considerable, seguramente sesenta y tantos, se pone en pie, y con cara de total y absoluto enfado da un puñetazo en la mesa. Todas se sobresaltan, la miran, y por un momento se hace el silencio. Es la mujer del director de la casa de desecho, y según se comenta, también el hombre más rico del país.

-Le ruego por favor Dª Espi que se tranquilice, estamos aquí para conversar y entendernos, pero no para enfrentarnos, y mucho menos enfadarnos.

La mujer se sienta sin cambiar su cara de rabia.

-Le ruego me disculpe Dª Gracia, pero hay temas. ¿Les importe que tome la palabra?

-Por favor, no solo no nos importa, sino que es usted la más apropiada para hacerlo

-Muchas gracias. Les ruego una vez más que me disculpen, pero hay temas que me sacan de quicio. Todas ustedes conocen la fama de esta empresa, y no todo el mundo conoce la verdad, la verdad y el funcionamiento, que no crean ustedes que es sencillo. El proceso en teoría es muy simple, nosotros recibimos una subvención anual del ministerio de sanidad por hacernos cargo de los animales de desecho, y eliminarlos. Y eso es lo que hacemos, pero además tenemos que servir peticiones de muchas empresas, particulares, instituciones, solicitándonos un material que si bien es de desecho, puede ser todavía reutilizado.

Todas quedan pensativas, y si bien ninguna se atreve a decir lo que piensa, todas están pensando lo mismo. Lo que acaba de contarles esta señora es cierto, pero es solo una parte. Si lo hubiese contado todo, les habría dicho que diariamente en sus locales se reciben una media de 2 a 3 animales que sus amos llevan porque ya no pueden ni vender, ni alquilar, les salen caros de mantenimiento, o sencillamente quieren deshacerse de ellos.

La subvención que reciben es justamente por hacer desaparecer a estos animales, pero su director, que pasa por ser un hombre bastante inteligente, descubrió hace ya muchos años, que la lay no le obliga a eliminar al instante al animal, sino que puede "gestionarlo" como el quiera, mientras cumpla con su cometido. Es decir la ley le obliga a deshacerse del animal, pero puede hacerlo hoy, o dentro de 8 años, y en esos 8 años, el encargado del animal es el.

Y da la casualidad que en esta empresa se reciben constantemente peticiones de fabricas, particulares, etc., solicitando alquileres muy baratos.

El encargado de recepción tiene como principal misión en la empresa la de clasificar a las piezas cuando son entregadas en tres grupos. A-Aptas para cualquier trabajo. B-Muy deterioradas, aptas solo para algunas labores. Si en 3 semanas no se coloca es eliminada. Y C- Inservible. Pasa directamente a eliminación. En este grupo entran también los animales cuya eliminación es solicitada expresamente por sus amos.

La sala de eliminación consiste simplemente en una gran cueva excavada en la montaña al lado de la empresa de deshecho, con numerosas celdas hechas en la roca y cerradas por una reja. En cada una de estas celdas cabe una persona en cuclillas, y su único mobiliario es una gruesa y pesada cadena. Cuando se ha decidido la eliminación del animal se lleva a la cueva, se le instala un gran bozal metálico que evita ruidos innecesarios, se le amarra la gruesa cadena al cuello, y se cierra la reja. El tiempo medio de duración de vida del animal es de 4-5 días. Justo al fondo de la cueva se ha montado una chimenea para la salida de humos cuando son quemados los cuerpos.

El jefe de la empresa de deshecho tiene muy buenos contactos con los responsables políticos del país, a los que indirectamente también hace participes de sus beneficios. Todo lo que se hace es legal y por tanto tampoco nadie se escandaliza de nada. Uno de los casos conocido por todos es el de el mismo gobernador. Una de sus empresas es una cadena hotelera, con varias rutas turísticas y parques temáticos. El mas conocido sin duda es el de la época romana. Es tan popular en el país que la cola para poder entrar es en algunos casos de varios años. Según lo que cada uno esta dispuesto a pagar puede ser durante una semana lo que quiera dentro del parque, desde mismísimo emperador, pasando por senador, tribuno, general, sacerdotisa, o ramera de la corte.

Uno de los principales atractivos de este caro y selecto parque temático, es que esta garantizada la autenticidad de todas las vivencias. No hay luz eléctrica para nada, ni cobertura para teléfonos móviles, ni cuartos de baño al uso moderno, ni refrigeradoras......... Todo, exactamente todo, es recreación de la época romana. Incluidas las esclavas que el parque asigna a cada cliente cuando entra en el recinto, según su categoría- y lo que halla pagado- Así el emperador se aloja en palacio y dispone de 40 esclavas, además de toda la infraestructura a su servicio. Y alguien más modesto puede ser una semana ciudadano romano, tener una bonita casa en una recreada calle imperial, y disponer de 2 esclavas a su entera disposición.

Como no existen ni motores, ni energía eléctrica, todo es movido de forma manual por la fuerza humana, y es aquí donde entra la casa de desecho.

Un ejemplo en la alimentación de los clientes y personal del parque. Por supuesto la elaboración de todos los productos y alimentos son al uso de la época romana, desde la plantación y recolección, a la elaboración en hornos de leña. Solo en la siembra y recolección del trigo y otros productos, el parque necesita más de 60 esclavas que han sido alquiladas a la casa de desecho. Se trata de hembras entre 35 y 45 años aproximadamente, y el objetivo de su alquiler es exprimir su productividad hasta el final. Como animales de compañía ya no sirven, para exhibición tampoco, y evidentemente para satisfacer los gustos de los amos hay animales mucho mas jóvenes. Así que su única utilidad es el aprovechamiento de la fuerza física. Es el propio jefe de mantenimiento quien se dirige cada semana a la casa de desecho, para personalmente seleccionar a las bestias que necesita. Esta semana sin ir más lejos a necesitado 8. De ellas 3 son para labores agrícolas, 1 para el molino de agua, y las otras 4 para literas y carros de trasporte de los clientes.

En una finca que hay al lado del parque, y que esta completamente cerrada por una gran muralla, están los huertos donde se cultivan todos los productos. Principalmente trigo, además de pimientos, tomates, olivos, remolacha, lechuga ,etc. Los encargados de esta finca son dos capataces, ayudados a su vez por una treintena de empleados, repartidos en turnos de 8 horas. Las tres bestias que el encargado ha seleccionado este semana para la siembra son hembras de aceptable buen porte, con 39 años una y 42 las otras. Están recién llegadas a la casa de desecho, y calcula que aguantaran mas o menos 5 meses antes de ser sustituidas, aunque según le han informado antes de ser elegidas, dos de ellas han estado los últimos 8 años de su vida como animales de arrastre en una granja, y eso les puede dar bastante resistencia. Cuando entren en la plantación de trigo serán rápidamente unidas por el cuello a un ubio con tres aperturas, que a su vez esta enganchado a un arado. A partir de ese momento su misión es empujar con todas las fuerzas de su alma el arado. El cambio de bestias es gratis, ya que se contrata en número, y por tanto lo único que importa es el resultado. El látigo se usa con contundencia y sin importan marcas o lesiones. Los periodos de descanso son de 30 minutos cada 2 horas, y la jornada es continua. No existe la noche o el día. 2 horas tirando del arado, y media hora descansando, en la que hay que comer, dormir, y todo lo demás. Por supupesto no se desengancha el arado, que llevaran puesto mientras aguanten. Cuando una de ellas deja de tirar, son desenganchadas las tres juntas y llevadas de nuevo a la casa de desecho para su eliminación, siendo sustituidas por otro trió. El empleado encargado del arado es en este caso un hombre experimentado en el manejo tanto del arado como de las bestias. Cuando ve el trió que le acaban de entregar observa y examina detenidamente, encogiendo un poco el labio superior. Esto quiere decir que no esta mal, pero algo le desagrada. Ha visto, porque es evidente, que dos de las piezas están en una excelente forma física, comprobando la dureza de sus glúteos, nalgas y brazos. Sin embargo la mas joven no le gusta nada. Seguramente ha estado toda su vida como animal decorativo, o valla usted a saber que. Todavía conserva en sus posturas la elegancia. Pero cuando toca sus piernas, ve las tetas bastante grandes, pero ya casi desprendidas- al contrario que las otras- y observa los restos de peinados elegantes y maquillaje, comprende que ese animal le dará problemas. Decide que lo mejor y más sabio es colocar a las bestias fuertes a los lados y a la débil en el centro.

El no es un hombre violento, y no le gusta cuando ve compañeros suyos dejar en carne viva las espaldas de sus animales. De hecho no utiliza el látigo mas que al principio y en contadas ocasiones. Sin embargo el rendimiento de su cuadrilla es bastante superior al de otros, y esto se vasa en su concepto del trabajo. Para empezar elimina superficialidades que otros conservan, no entiende él muy bien por que. Así a sus animales les quita anillas, bolos, zapatos, o cualquier otro adorno que pudiesen traer. Por supuestos el rapado de la cabeza y cualquier parte del cuerpo es escrupuloso cada mes, como el resto de animales. Antes de engancharlas al arados solo les deja los grilletes de los pies, y las cadenas que les unen las muñecas a la espalda. Incluso cuando puede solicita al herrero que le de largura a estas cadenas. Cuando empieza con animales nuevos le gusta mostrar su autoridad con algunos latigazos contundentes y rotundos, de esos que tardan semanas en cicatrizar, pero después sabe muy bien que solo basta con hacer restallar el látigo en el aire. Le ocurre igual con el bocado, solo lo utiliza al principio, una vez que los animales se han acostumbrado a su forma de trabajar suele prescindir de él.

Pero la característica principal que le diferencia de sus compañeros es la forma de trabajar. El resto de cuadrillas trabajan dos horas a todo ritmo y después el encargado se limita a parar el arado, y esperar a que las bestias descansen, coman y desocupen en la media hora que les queda libre. Sin embargo él descubrió hace tiempo que estos parones reducían mucho el ritmo de trabajo. Se las ingenio para fabricar un artefacto que enganchado al cuello de las bestias les permitía comer sin tener que parar. Asimismo pensó que era una tontería parar para que las bestias desocuparan sus intestinos, por tanto sus bestias comen, mean y cagan sin parar de tirar del arado. Conclusión, el no para cada dos horas, sino cada 8 horas, y también a diferencia de sus compañeros, desengancha a sus bestias del ubio del arado, para que puedan tumbarse y dormir 4 horas seguidas. Desconoce por cierto que desde la dirección del parque se esta planteado seriamente imponer este sistema como norma general de trabajo a todas las cuadrillas.

Este trió que acaba de llegar de la casa de desecho aguantara enganchado al arado unos 4 meses, ya que la bestia que han situado en el centro no aguantara más tiempo y se desmayara constantemente.

Se entregara entonces el lote a la casa, que lo sustituirá por otro al mismo precio. A estas tres piezas se las introducirá directamente en los nichos de la pared. La bestia del centro aguantara 2 días. Las otras dos estarán una 4 días y la otra 5 aguantando sin comer ni beber nada.

Durante este tiempo, la casa de desecho se habrá embolsado la suma de 50 € semanales por cada una de los despojos que alquila.

Dª Espi, esposa del dueño de la empresa de desecho, parece ya más calmada y deja hablar a la anfitriona.

-El problema viene sencillamente porque la SDNA, denuncia públicamente, y solicita a las autoridades un control exhaustivo de las actividades de esta empresa, así como una regulación en la forma de desprenderse de los animales.

Dª Espi sigue alterada, aunque ya parece ser dueña del tono en su conversación.

-El control exhaustivo se hace cada año con la declaración de hacienda, y cada mes con las visitas de los inspectores de industria. En cuanto a la regulación en la forma de proceder, les aseguro que es totalmente escrupulosa. Seguramente alguna de ustedes no sabe como hacemos nuestro trabajo. Bien, yo las invito personalmente para que en la próxima reunión visitemos las instalaciones de nuestra empresa.

-Estoy convencida que saldremos totalmente satisfechas de esa visita. Pero mientras tanto iremos redactando los puntos que ya tenemos concretados.

En primer lugar rechazaremos el tema de los castigos privados de los animales, argumentando las razones que nos a dado nuestra compañera, y que a mi me han parecido bastante convincentes. Por lo que se refiere a la casa de deshecho, propongo que mostremos nuestra preocupación anunciando la creación de una comisión investigadora.- Todas afirman con la cabeza, menos Dª Espi, que empieza a incharse por momentos- comunicando al mismo tiempo que apoyamos la labor social incuestionable de esta empresa, y asegurando que los métodos de eliminación utilizados hasta el momento son totalmente legales.

Un murmullo recorre la reunión y los corrillos no tardan en subir el tono de sus comentarios. Es Dª Presentación, madre del obispo, la que consigue por fin alzar la voz por encima del resto.

-Estamos todas de acuerdo. Como siempre Dº Gracia es usted una presidenta impecable.

-Perfecto. Pasemos entonces al jardín y podremos tomar una copita para relajarnos un poco.

El jardín es en realidad una amplia explanada rodada de setos, flores y arbustos. Alguna fuente diseminada, y un césped cuidadísimo hacían del lugar un sitio relajado y tranquilo. Las damas se van acomodando en amplios butacones situados bajo el porche de entrada, mientras algunos mayordomos les sirven en sus copas.

Cuando todas están preparadas, y tras un estratégico silencio, la anfitriona mira disimuladamente al mayordomo principal de la casa, que rápidamente se dirige a una de las puertas laterales de la casa, que por supuesto también daba al jardín.

Es el momento del paseo matutino de los animales de compañía de las damas.

La fauna es variada, y conforme van saliendo de la casa se dirigen dócilmente hacia donde están sentadas estas importantísimas señoras. Aquí, como en todo, hay un orden establecido de jerarquía, que se mantiene escrupulosamente. Encabeza la fila la mascota de la anfitriona. Es un animal totalmente espectacular, en todos los sentidos. Gran melena rubia, impecablemente peinada y recogida en un apretado moño; grandes y espectaculares piernas, así como son también contundentes y espectaculares sus tetas y su culo respingón. Se trata, claramente visible por otra parte, de un espécimen de adorno, que muy poca gente podría pagar, y que también muy poca gente podría costear los adornos que luce. El moño por ejemplo esta recogido con alfileres de plata endurecidos y recubiertos de titanio, para darle más brillo y dureza. El bozal es un clásico, enorme bola de metal brillante incrustada a presión en la boca abierta al máximo, pero con una peculiaridad, va sujeto a la parte posterior de la cabeza por tiras también metálicas indeformables. Aquel bozal ha sido fabricado a medida única y exclusivamente para aquel animal, y no le entraría a ningún otro. Pero sin duda el complemento estrella de sus adornos, o al menos el mas llamativo, es el collar. Se trata de un aro muy brillante y ajustado de donde salen pinchos afiladísimos de todos los tamaños. También resultan muy llamativas las dos campanillas de oro que cuelgan de sendos aros en sus pezones. Sus zapatos son de fina piel en negro charol. Lastima que no luzca en todo su esplendor, ya que seguramente es considerado un animal peligroso por sus amos. Esto la hace caminar con demasiadas restricciones, unas gruesas y cortas argollas en los pies no dejan lucir y moverse en todo su potencial el atractivo y proporcionado culo. Al igual que las cadenas que salen de su clítoris y juntan sus manos detrás de la espalda la hacen caminar muy echada hacia atrás y siempre en la misma postura.

La sigue a una distancia prudencial la mascota de la señora jueza, es decir la señora del juez, también un ejemplar espectacular pero con evidente menos clase. A continuación otra, y otra, y otra. Las damas siguen disfrutando de su refrigerio, y comentando entre ellas las excelencias y pareceres de cada una de sus mascotas, hasta que terminando la comitiva observan la perra de la mujer de D. Andrés. Dos cosas llaman especialmente la atención de todas ellas, hasta el punto de que dejan de hablar y sin ser premeditado, de pronto aquel animal para a ser el centro de atención de todas. En primer lugar están sus adornos, o mejor su carencia de ellos. Al contrario que el resto de animales, la perra de D. Andrés no lleva ningún adorno que pueda estorbar o disimular su espectacular y llamativa belleza. Aquel cuerpo perfecto, aquella cara de vicio total, sin apenas maquillaje, hace que todas las damas queden sin aliento. Solo unos zapatos y las cadenas que unen sus pies y manos impiden contemplar aquella maravilla.

Y en definitiva, lo que cautiva a todas, su actitud delante de su ama. Todas las mascotas han pasado delante de ellas sabiendo que era el momento de lucirse, y han optado por caminar, insisto caminar, de la forma mas convincente y atractiva posible, con lentitud, sin prisa, dejándose observar detenidamente.

Sin embargo este animal nada mas salir al jardín se ha puesto a cuatro patas, y ha sabido muy bien cual era su actitud cuando llegada a la altura de su ama; se ha restregado dócilmente en sus piernas y ha lamido a conciencia sus zapatos. Esta se ha dejado hacer, cambiando de posición sus pies varias veces, obligando así a su perra a buscar golosamente con su lengua las puntas de esos zapatos muy caros, pero nada ostentosos por lo demás, que esta mañana ha elegido podría decirse que al azar, pero no seria entonces verdad. Sabia perfectamente lo que hacia, igual que ha sabido mirar a sus compañeras de tertulia matutina, y ver en sus ojos el asombro y la envidia, cuando con un gesto casi distraído a acariciado las nalgas de su perra y también distraídamente a dejado que uno de sus dedos recorra por detrás el húmedo clítoris de su ya excitado animal. Era inevitable. A dejado escapar un profundo aullido de placer, al tiempo que ha levantado todo lo posible su culo y abierto todo lo que le era posible sus piernas, mientras mira desde su cara pegada al suelo suplicante a su ama, implorando alguna caricia, algún roce, algún gesto, que calme la calentura que la abrasa en ese momento.

Su ama sonríe satisfecha, y con una palmada contundente termina aquella situación tan grata para ella.

-Venga perra, adelante. Tendrán ustedes que disculparme, pero este animal me trae por la calle de la amargura. Ya no se que hacer con ella. Es buena, con buen corazón y con espíritu de entrega, pero su eterna calentura la pierde en todo momento. De verdad Dº Gracia mil perdones si esta situación ha podido a llegar a incomodarla por algo, estoy tan arrepentida de haber traído este animal que no se como...............

-Por Dios amiga mía en absoluto debe sentirse usted violenta por nada. Todo lo contrario, aprovecho esta situación para hacerle participe de la resolución que adoptamos la ultima semana, en la que desgraciadamente usted todavía no nos acompañaba. Someramente le informare que tratamos el tema de los animales domésticos, y más concretamente la insubordinación o la disciplina de estos animales. La conclusión que sacamos fue muy clara. Al tratarse de un tema estrictamente privado no podemos inmiscuirnos lo más mínimo, pero si que dictamos una serie de consejos que desde luego esperamos sean de gran ayuda a todas las amas de casa. Si me disculpa un momento tengo aquí el libro de actas.............a pero si no hace falta, precisamente acaban de llegar los folletos que se distribuirán desde hoy mismo por todos los hogares con estos consejos. Eustaquio acércate a mi escritorio y me traes un paquete cerrado tamaño folio y color verde. Date prisa.

El mayordomo que permanecía en la esquina de la terraza se dirige rápidamente hacia dentro de la casa y en apenas unos segundos aparece con su encargo. La anfitriona lo abre y sonriendo continua hablando a sus invitadas.

--Tal tal tal, del consejos de damas de la sociedad, tal tal tal, de los animales domésticos, tal por cuestiones de índole estrictamente personal..............y se acuerda recomendar los siguientes puntos. Aquí esta.

1º Al tratarse de actuaciones de índole personal aconsejamos que cualquier medida sea adoptada dentro de los limites también particulares.

Y así fueron tratando varios temas, y se charlo de todo lo que se les podía ocurrir, sabiendo siempre que sus palabras o actos, sin serlo, eran prácticamente decisiones de ley.

No resulta complicando, viendo sus ojos brillar y su amplia sonrisa, entender cual era el animo de Dª Elvira cuando ya bastante avanzada la mañana, recoge a su perra en la puerta de la mansión y se dirige de regreso a su casa. No es solo que se sienta importante, es importante. Pertenece ya a un estatus superior de la sociedad que decide, piensa y actúa como guía del resto de las personas, que ven en ellos los maestros de sus actos.

Y no solo destila buen humor y optimismo cuando le pide a uno de sus mayordomos que prepare un abundante y refinado almuerzo, siente además un cosquilleo entre las piernas que conoce muy bien y que sabe también por supuesto curar. Sin soltar en ningún momento del collar a su animal se dirige casi aceleradamente, con una ansiedad hacia tiempo desconocida, al dormitorio. Le falta tiempo para desnudarse y dejarse caer con las piernas completamente abiertas sobre la orilla de la preciosa cama. No ha soltado a su perra, y cuando tira del collar para que esta acerque su lengua a su entrepierna, es este fogoso animal el que lame con fruición, desesperadamente, el manjar que se le ofrece. Primero por delante, luego da la vuelta y por detrás, a continuación las tetas, luego el ombligo y el coño otra vez. Y una y otra vez. Cuando saca un enorme consolador de doble punta, y permite que su perra goce con ella, los gemidos en la habitación son ya escuchados en toda la casa.

El tiempo en estas ocasiones es algo tan relativo. No sabe cuanto ha disfrutado con su perra en el dormitorio, pero ha debido ser bastante, porque el almuerzo esta ya frio en los platos de la cocina. Nada importa con su estado de animo. Se siente bien. Tan satisfecha y contenta que hasta a rectificado su idea inicial de llevar directamente a su animal a la perrera. Le ata el collar a una de las patas de la mesa, y permite que coma con ella, echándole los restos de su almuerzo. Se ha portado muy bien hoy, y lo tiene merecido aquel premio.

En cuanto a la vida de Puta, es ante todo monotonía. Al decidir el ama que fuera la esclava de la casa, la han acondicionado para que haga bien y con pulcritud su trabajo. El uniforme es por supuesto el de una criada, y consiste en unos altísimos y lujosos zapatos de tacón metálico de color negro brillante, a juego con unas medias también negras, por supuesto bastante lujosas, y terminadas en encaje finísimo bordado. Una cofia de blanco inmaculado en su frente ayuda a recoger en un moño apretadísimo su melena, de la que solo salen de forma casual dos mechones sueltos. Uno en un lado de una oreja, y el otro intentando ocultar una mirada felina y abrasadora. El delantal, también blanco y del mismo material y costura que la cofia, da un toque de distinción al conjunto. En Realidad no es un delantal, se trata solo de un pequeño trozo de tela de no mas de 12 centímetros de ancho, unido con un artificioso e ingenioso nudo por detrás. Cubre lo justo, es decir nada, entre la parte alta del pubis y la parte baja del ombligo. El resto de indumentaria son en realidad restricciones, ya que no podemos llamar uniforme a unos esmerados y limpios grilletes- Si bien son los mismos que traía, ya que no se pueden abrir-ni por supuesto a las holgadas cadenas que unen sus muñecas. Estas si son diferentes a las que traía, puesto que con las manos encadenadas a la espalda difícilmente podría hacer su trabajo en la casa. Fue esta una de las labores encomendadas al herrero, que le quitase estas cadenas dañando lo menos posible a la pieza. El trabajo fue esmerado y lento, sin soplete, sin cortador eléctrico de metal, simplemente con una sierra especial, y teniendo un cuidado enorme. Aún así un par de cortes se llevo el pobre animal. El ama decidió que las nuevas cadenas que le unían las manos por delante fueran de cierre normal, y no perenne y remachado como las anteriores. El otro trabajo del herrero fue mas rudo, pero también le llevo mas tiempo. A la asistenta del ama se le ocurrió que aquella esclava estaría mucho tiempo sola dentro de la casa, y por supuesto no era cuestión de permitir que anduviese a sus anchas. La forma de evitar esta libertad de movimientos fue dándole instrucciones al herrero, para que instalase a lo largo de todas las paredes de la casa unos tubos de acero. Se hizo a media altura, unos 50 centímetros, y pintados cada uno después de forma conveniente con la decoración del entorno. Al final a los dos amos les gusto como había quedado, le daba un toque de refinamiento y diferenciación al resto de la decoración. A estos tubos se enganchaba una cadena al collar de puta, dándole la olgura que se quisiera en cada habitación

.........................................................iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiddddddddddlllllllllllllllllllllllllllllllll

La vida se convertía en aburrida sobre todos los días insoportables de final de cosecha, cuando apenas quedaban trabajadores en la granja, y parecía que ha media tarde un silencio aplastante sofocaba hasta las ganas de tomar iniciativas. Y hacia ya algunos meses que D. Andres sabia que necesitaba hacer algo, dejar volar una imaginación de la que nunca había gozado, o tomar alguna iniciativa, de la que tampoco estuvo nunca muy sobrado. En el último mes apenas había pisado su oficina en la ciudad, pensando que si se quedaba en la granja con su capataz, además de ayudar en la cosecha despejaría su mente y se le ocurriría algo. Hacia justo un año pensó que su suerte había cambiado. Llego a sentirse alguien importante. Amplio su cartera de clientes, diversifico los ahorros que tenia, se codeo con gente influyente, incluso llego a comprar en propiedad la esclava que tenia alquilada. Pero cuando falta la suerte............y estaba convencido que todo era eso, suerte. En fin, en este caso mala suerte. Primero que se muera su principal cliente y sus herederos deciden cambiar de despacho, que a la semana siguiente casi todas sus inversiones entren en picado, y para colmo la cosecha haya sido una de las peores que recuerda. Pero lo peor, lo peor con diferencia, es su mujer. Se piensa que porque asiste a reuniones semanales a las casas de las mujeres ricas, ella es una de ellas, y su ritmo de vida resulta prácticamente insoportable. Solo intentó explicárselo una vez hace casi un mes, cuando ya las cosas las veía muy negras, pero desde luego fue en vano. Además de llamarle inútil, estúpido, gandul, y no recuerda cuantas cosas mas, siguió derrochando como siempre. De manera que aquella tarde, cuando volvió de pasear con su perra Salida-Simplemente habían salido a dar una vuelta por los alrededores de la casa para que el animal hiciera sus necesidades-decidió que este era el momento y cuando volvió a atar la perra en su perrera se dirigió al patio donde savia que en ese momento estaría su mujer, seguramente divagando sobre alguna gran idea de las que solo a ella podía ocurrírsele.

-¿Podemos hablar un momento? Voy ha hacer un por de cosas y prefiero que lo sepas antes.

-Por mi puedes hacer lo que quieras. Ya sabes, tu no te metas en mi vida, que yo no te molestare.

Se sienta a su lado y la mira despectivamente.

-¿Tu sabes cuanto has gastado, por ejemplo la ultima semana?

-Cariño, en este momento no tengo ganas de pelearme.

-No. Yo tampoco. De todas maneras te lo voy a decir. Mas de 3.000 €. ¿Sabes cuanto vamos a ganar más o menos con la venta de la cosecha de remolacha de este año? Yo te lo voy a decir: 5.000 € ¿Quieres que siga, o voy directamente al grano?

-Eres un estúpido Andres. ¿Qué me quieres decir?

  • Sencillo. Las cosas hace 1 año que no van nada, pero nada bien. Esto significa que no estamos en la ruina, pero podemos llegar a estarlo si no pagamos ya, y ya quiere decir en un par de días, todas las deudas que tenemos.

-Vamos a ver estúpido, ¿Qué deudas tenemos nosotros? Tienes mas de 40 empleados en la granja, y no se cuantos mas en tu oficina. ¿Qué me estas contando, desgraciado?

-Insultando no vas a solucionar nada. Y tómalo como quieras, pero tenemos que aligerar gastos, y por supuesto conseguir un mínimo de 75.000€ para pasado mañana antes de las 2.30, que es cuando cierra el banco. Así de sencillo. O pagamos o nos embargan.

La cara de la mujer empieza a estar convulsionada, y se mueve agitadamente en su cómodo sillón.

-No entiendo nada, pero es que.............pero si tu.........

-Ya se que no entiendes nada, de echo tu nunca as tenido que entender nada, porque todo ha venido llovido del cielo, pro las cosas están como están.

-¿Cuánto dinero tenemos en este momento Andres?

  • Con disponibilidad unos 20.000 €

-¿Y necesitamos 75.000.?

-Si

-¿Y que vamos ha hacer?¿De que son esas deudas?

  • Fundamentalmente del adelanto para la cosecha. Además en el despacho las cosas no van nada bien, y al personal hay que pagarle todos los meses, y.....en fin será culpa mía, la cuestión es que me he quedado sin liquidez, y lo peor, en el banco debo todavía los intereses de los últimos 3 años, o sea que como les pida un adelanto se mueren de la risa. Pero bueno esta claro lo que tenemos que hacer. Conseguir dinero, y conseguirlo ya.

La mirada bobalicona y extraviada de la mujer permite a D. Andres seguir hablando, ahora de forma pausada, muy tranquila.

-Querida, la única forma de conseguir dinero es vendiendo cosas. Pero claro el problema no es vender, el problema es el tiempo. No se que vender, ni tampoco, y esto es lo peor, encontrar a alguien que pague al momento.

El denso silencio no interrumpido ni por una mirada o algún gesto, se hace sentir, pero es la señora la que de forma casi tímida se decide, mirando esta vez a su marido, a hablar.

-Tu tienes muchos amigos. Seguro que alguno

--No te engañes. En cuestiones de dinero no existen los amigos.

-Ya. Pero seguro que….ya esta. Anselmo. Seguro que el te ayuda.

-Hace justo un año que no lo veo, y me pidió varias veces que fuera a visitar su nuevo negocio. Incluso me mando unas tarjetas invitándome a la inauguración, hace unos meses. Pero de vedad, Anselmo es muy escrupuloso para el dinero.

-Inténtalo por lo menos.

-No nos queda otra. Ya te contare cuando vuelva.

-¿Qué negocio puso, sabes si le va bien?

-Algo relacionado con la hostelería me parece. Y no le debe ir mal, porque ya he oído a bastante gente importante mencionar su negocio.

Casi media hora mas tarde D. Andrés entra por un bonito camino de acceso privado , al final del cual encuentra una valla que es abierta por un sonriente y atento empleado.

-Buenas tardes, D. Andrés.

La cara de sorpresa no intimida ni sorprende al hombre que le ha saludado. Se limita a sonreír, y a pedirle con la mano que aparque su vehículo al lado de la sombra de un árbol de la amplia explanada a que daba acceso el camino.

Cuando baja puede ver al final de unas escaleras de mármol un lujoso y bonito edificio de época colonial, perfectamente restaurado y con pleno esplendor. Amplios ventanales con cristaleras de colorido alegre. Puertas amplias, de maderas nobles. Y parecía más reducido, a medida que va subiendo las escalera se da cuenta que en realidad se trata de un palacio reconstruido, y mas que un palacio, se puede decir que es un enorme palacio. No se podía apreciar desde el aparcamiento su longitud, ni los hermosos e inmensos jardines que lo rodean. Le faltan cuatro escalones cuando una amplia sonrisa le saluda cordialmente.

-Buenas tardes Andrés. Cuanto has tardado en venir, esperaba antes tu visita.

-Anselmo, me alegro de verte. Esto es.........es............

-Si. Es bonito. Bueno cuéntame ¿Cómo te va la vida? ¿ Todo bien?

-¿Cómo demonios has conseguido hacerte con este palacio? Te ha tenido que costar una fortuna.

-Bueno, algún dinerillo que teníamos ahorrado. Andrés ¿Estas bien? Tienes mala cara.

-Si, bueno es que estoy un poco sorprendido. Anselmo necesito hablar contigo urgentemente. Tengo un problema bastante gordo.

  • ¿Antes de que veas mi negocio? Vale, vale, Acompáñame, iremos directamente a mi despacho.

Los dos hombres dejan la entrada principal y acceden por una pequeña puerta secundaria que hay en uno de los laterales del palacio. Dan directamente a unas pequeñas escaleras por las que suben un par de pisos y entran en la habitación más lujosa que nunca ha visto D. Andrés. Es luminosa, espaciosa, bien orientada al valle, y el mobiliario es sencillamente espectacular. Lujo, diseño, calidad, y comprueba cuando se sienta a una indicación de su amigo, que también comodidad.

D. Anselmo se sienta tras la amplia y brillante mesa y mira a su amigo con atención.

-Tu dirás Andrés. Te escucho en cualquier cosa que quieras contarme.

-Por lo visto te ha ido bien el negocio. Por cierto ¿de que se trata?. Porque a estas alturas no se ni que vendes ni que compras.

-Ese es tu problema Andrés, que simplificas demasiado las cosas. No todo es blanco o negro, ni comprar o vender. Yo simplemente regalo sueños e ilusiones.

-No te comprendo en absoluto.

-No te preocupes por eso. Después nos daremos una vuelta por mi palacio y lo comprenderás. Ahora dime que te pasa.

-Anselmo.....................no se como decirte esto..............es...............no se, es complicado de contar.

-Seguramente me quieres hablar de dinero. Y lo mas probable es que sea de tus negocios. ¿Verdad?

-Si veras, es por..........el tema de............

-Y seguramente me querrás contar que las cosas no van del todo bien.

-Anselmo estoy en la ruina. Necesito mucho dinero para dentro de muy poco tiempo. Si no encuentro una solución rápida estoy expuesto a perder todo lo que tengo.

-La situación es bastante delicada por lo que veo.

-Tan delicada como 75.000 para pasado mañana.

Los dos amigos se miran. Sus ojos se atraviesan intentando adivinar cual es el pensamiento del otro. El silencio se hace cada vez mas denso, y llega a ser casi incomodo. D. Andrés esperaba una respuesta inmediata y reconfortante de su amigo. Y D. Anselmo no espera otra cosa que más explicaciones.

-Anselmo siempre te he considerado como uno de mis mejores amigos. No te estoy pidiendo una limosna, simplemente quiero venderte algo para poder pagar mi deuda.

Nueva incomoda pausa. D. Anselmo esta dispuesto a callar y dejar que sea el otro quien se desgrane y cuente toda su verdad.

-Te aseguro que si no tuviera autentica necesidad no habría venido a pedirte este favor. Que por otra parte ya te estoy diciendo no te pido nada gratis, simplemente cómprame lo que quieras, y de paso me haces un favor.

Cuando D. Andrés piensa que su amigo se ha quedado mudo, o simplemente se ha convertido en una estatua, porque no ha dejado de mirarlo profundamente en ningún momento, le responde con una voz amable y apaciguadora.

-Siempre hay solución para los problemas. Y nosotros tendremos que encontrar una para el tuyo. Efectivamente aquí tenemos algunas cosas complicadas. La primera es el efectivo, 75.000 € no es una cantidad que se tenga como calderilla en el bolsillo. Incluso a mi me resultara difícil conseguirla tan rápidamente. El segundo escalón que salvar se resuelva muy fácilmente. ¿Qué tienes tu, Andrés que me pueda interesar a mi, y por la que este dispuesto a pagar esa cantidad tan enorme? Y por supuesto la ultima cuestión que resolver, y nada desdeñable, tendremos que ponernos de acuerdo, y por supuesto muy rápidamente.

-Si me permites Anselmo, quiero sobre todo agradecerte tus palabras. Veo que aunque difícil, puede ser que halla una solución a mi problema. He pensado cuando venia a tu casa que te limitarías a despacharme cortésmente sin siquiera considerar mi problema y......

-Por favor Andrés. Tu lo has dicho antes. Somos muy buenos amigos. Por eso lo mejor es ponerse manos a la obra. Lo primero que vamos ha hacer es darnos una vuelta por mi negocio y así te relajas un ratito. Después, ya mas tranquilos, me invitas ha cenar, y sobre la marcha nos damos una vuelta por tu finca y veremos que me puede interesar en ella para que me cueste ese dinero que tu necesitas tan imperiosamente.

El animo de D. Andrés era evidentemente otro cuando entraron en un bonito y coqueto bar que había al lado del despacho de D. Anselmo. Unos simpatiocos y atentos camareros les atendieron cuando se sentaron en una de las mesas que había sin ocupar.

-Me vas a explicar por fin o no en que consiste tu negocio? Me dices que regalas ilusiones, sin comprar o vender nada, pero yo sigo sin comprender.

-Te abras dado cuenta que la mayoría de las mesas están ocupadas, y que en todas ellas hay…………………….

CONTINUARA……..