Vida adolescente 1, S. XXI. Primer día de clase

No nos acostumbramos rápido a los cambios. Nuevo colegio y amistades, sin nada que presagie algo bueno. O quizás sí. Los baños del colegio, son impredecibles, y el despertar sexual de los adolescentes, también.

Vida adolescente, siglo XXI

Parte 1: primer día de clase

Antes de empezar, presento este relato, con el que espero sea una serie. En mi mente, tengo pensado el hilo de la historia, pero con posibilidad de cambios. Espero que guste, y dediquéis opiniones. El fin de esta serie, es contar anécdotas y fantasía, tanto en la vida normal, del día a día, como partes de tono sexual. Un saludo a todos.

Los cambios en la vida son constantes, pero muchas veces necesarios. El problema de los cambios, es aceptarlos, y acostumbrarse a ellos.

El mío, no podía ser diferente:

-       Nuevo instituto. Nuevo curso y nueva clase. Nuevos compañeros, ninguno al que pudiera llamar amigo. Empezar de cero.

Así me encontraba yo ahora, a la puerta de este centro, con forma de cárcel para jóvenes, cuyos barrotes no hacían presagiar que el interior fuera a ser mejor.

Tengo 14 años. El verano había terminado, y un nuevo curso comenzaba. Había finalizado 2º ESO, con buenas notas, y mis padres habían decidido que cambiara a un centro privado, donde mi hermano mayor, estudiaba también, porque, según ellos, lograría una preparación mejor. Mi hermano, comenzaba ya el bachiller, y se preparaba para ser médico. Nuestra relación no era, muy cercana, pero aun así nos llevábamos bien. Él jugaba al fútbol en el equipo del colegio, mientras que a mí no me gustaba nada el fútbol. Prefería la música, mi pasión era tocar el violín, y llegar a tocar en una gran orquesta. Por lo menos, seguiría en el conservatorio, y ahí vería a mis amigos.

Pero me voy del hilo. Sigo en la puerta de entrada, y yo con mis pensamientos, cuando noto un golpe en la espalda, que me devuelve a la realidad. Un chico rubio, que parece mayor que yo, me ha dado un golpe por la espalda, al ir corriendo. En ese momento, cuando lo miro, él se gira, suelta un escueto lo siento, y sigue para dentro. Entonces reacciono, miro la hora, y decido entrar. Busco mi aula, en ese laberintico lugar. Me encuentro algo perdido. Estaba en medio de un pasillo lleno de puertas, y no sabía a dónde debía ir. En esas estaba cuando una voz aguda me llama:

-       Chico, ¿sabes dónde está el aula de 3º ESO – A? – me dijo alguien de repente - .

-       Eh, hola. Pues no, yo también la estoy buscando. ¿Eres nuevo tú también?

-       Así es. Mis padres han cambiado de trabajo, y nos hemos mudado recientemente.

-       (Oh vaya – entonces me fije en su cara, que parecía muy alegre – Yo soy de la ciudad, pero mis padres decidieron que debía ir al mismo colegio que mi hermano, para sacar mejores resultados. Si quieres, podemos buscar el aula juntos. Me llamo Sergio, por cierto.

-       (voz): Encantado, yo soy Fede.

-       Pobres tortolitos, que están perdidos – dijo alguien de repente – Novatos, si buscáis el aula de 3º A, yo voy al mismo lugar. Asique os sugiero que me sigáis.

Entonces, decidimos seguir al nuevo chico, no sin muchas dudas. Pero no nos quedaba mejor opción. Este era una chico moreno, algo fuerte, con pintas de macarrilla. Mejor no meterse con él, por si acaso.

Finalmente, llegamos al destino. El profesor ya estaba dentro. Se trataba de un profesor joven, de unos treinta y pocos años, que nos miraba con una amplia sonrisa.

-       Vosotros debéis ser los nuevos alumnos. Gracias Jorge por guiarlos. Por una vez, haces un acto bueno. Esperemos que eso dure el resto del curso, y no sea como el año pasado – dijo al chico que nos guió, no con muy buena cara –

-       Profe, ya sabe que yo soy un angelito.

-       Si. Buscando siempre algo a cambio. Bueno chicos, podeis pasar, y sentaros. – entonces se dirige a la clase – Chicos, este año teneis 2 nuevos compañeros. Sergio y Federico. Por cierto, perdonad que no os preguntara, ¿Quién es quién? –dijo, dirigiéndose a nosotros.

-       Yo soy Sergio Martínez.  - dije entonces yo –

-       Y yo soy Federico Gómez.  - dijo él –

-       Encantado. Mi nombre es Mario Valbuena. Seré vuestro profesor de sociales y francés, a la vez que vuestro tutor. El resto de profesores ya los iréis conociendo, igual que todos vuestros nuevos compañeros. Aunque ya habéis conocido a Jorge. Es el chico más aplicado de la clase, supongo que por eso repite.

-       Eh profe, que yo estudio. Sólo que luego no me salen bien los exámenes. – dijo entonces Jorge. -

-       Ya, o también es que los profesores te tenemos manía. Que si, que tú nunca tienes culpa. En fin, chicos, os voy a dar el horario del curso, y las normas generales, así como…

Y con esto comenzó mi primer día de clase. El profe siguió parloteando, y yo apuntando. Al acabar, podíamos ir para casa, pues al ser el primer día, no daríamos aun clase. Yo recogí mis cosas, hablé con --- y me dijo que si quería podíamos volver juntos para casa. Pero por desgracia vivamos en puntos opuestos.

Estábamos saliendo ya del colegio, cuando me entraron ganas de mear. Asique despidiéndome de Fede, volví a entrar al edificio, buscando esta vez los baños, algo que tampoco conocía aun. Subí al piso donde estaba nuestro aula, sin saber que en el bajo, también había más baños. La mayoría de gente ya había salido, con lo cual el pasillo del 2º piso estaba vacío. Fui hasta el fondo, y por fin encontré unos baños. Entre, y como era lógico estaban vacíos. Me disponía a mear, en un urinario de pared, cuando me pareció sentir algo. Me quede quieto, escuchando, y oí algo como – vamos tío, chúpamela –. Quedé mudo. ¿De verdad había oído bien? Otra voz decía

–  tío, siempre lo hago yo, por una vez chúpamela tu a mí –

-       Venga tío, que tenemos poco tiempo. ¿No ves que estoy a punto de correrme?

Si. Había 2 personas en un cubículo. Y por lo visto, con planes sexuales. Mi polla se puso duro en el acto. Procurando no hacer ruído, me metí en el cubículo de al lado. Ellos seguían discutiendo:

-       Está bien, pero por lo menos luego pajeame.

-       Vale, anda, cómemela ya. Si en el fondo te encanta meterte mi pollón. La pena que no pueda follarte.

-       Sabes de más que para hacerlo, necesitaríamos más tiempo, y comodidad.

Entonces dejaron de hablar. Yo ya estaba dentro. Me subí a la taza, y despacio me asome. Descubrí un chico rubio, que era quien chupaba, y otro moreno. No les veía la cara, pero si la polla del moreno. Bastante grande. Más que la mía, y eso que no tengo mala polla. Sin aguantar más, me empecé a pajear, mientras veía el espectáculo.

De repente el rubio, levanto la vista hacia el moreno. Era el chico con el que me había golpeado a la entrada. Me asuste, pensando que me vería, pero volvía a agacharse, y siguió chupándola.

-       Joder tío, que bien lo haces – dijo el moreno - . Mejor que las tías.

Entonces reconocí al moreno. Era Jorge. No me lo podía creer. El malote de la clase, le molaban los tíos. O al menos que se la chuparan. Y menuda polla tenía. Yo había descubierto que era gay, hace un año, con mi mejor amigo del conser, pero nadie lo sabía. Pero esto superaba todas mis mejores fantasías.

Mientras ellos seguían a lo suyo, yo seguía pajeándome. Estaba muy cachondo, a punto de correrme, pero intentaba aguantar hasta que ellos acabarán. Entonces me fije más en el rubio, y vi, que mientras chupaba, se estaba pajeando también. No lograba ver bien su polla, pero parecía también apetecible. En un gemido de Jorge, vi que empezaba a correrse en la boca del rubio, y este se lo tragaba todo.

-       Aaaaahhhh, que gustazo tío.

-       Jejejeje, siempre lo gozas. Ahora también me tengo que correr yo, ¿no crees?

-       Supongo, pero se ha hecho tarde y me tengo que ir. Chao.

-       Jorge, cabrón, siempre me haces igual. Pues yo me quedo a terminar.

-       Haya tú, yo me voy.

Y sin más se fue, dejando al rubio solo, empalmado, y medio desnudo. Yo me había agachado, para procurar que no me viera, pero en cuanto se largó, me volví a asomar.

-       Joder, siempre me deja igual. En fin, me pajeare recordando esa polla.

Y comenzó a pajearse. Tenía una polla muy buena, no tan grande como Jorge, pero yo tenía muchas ganas de comérsela. Entonces dejó caer sus pantalones y calzoncillos, quedando medio desnudo, y empezó a meterse un dedo por el culo mientras se pajeaba. Búa, que espectáculo. Iba rápido, gimiendo fuerte. Supongo que no tenía miedo de que le oyeran. Yo seguía pajeándome también, locamente, sin hacer ruído, viéndolo. Sin más, comenzó a correrse. Soltó varios chorros, y justo cuando comenzaba yo también a correrme, levanto la vista, y me vio. ME quede helado. Sonrió, y siguió dándole, mientras soltaba las últimas gotas. Yo me asuste, me vestí rápido, y salí corriendo, sin esperar que me dijera nada. En la calle, eche a correr, y me fui para casa.

Llegue con el corazón a mil. Recordando lo que había visto. En casa no había nadie aun, y mi polla estaba dura de nuevo. Me encerré en mi cuarto, y volví a pajearme, recordándolo todo. Esta vez imite al chico rubio, y me corrí aún más que antes. Menudo primer día de colegio. Tenía que contarle todo esto a ---. No me creería. Por la tarde lo vería en el conser, y se lo diría. Ahora, es hora de ir a comer, que oigo a mi madre llamarme, desde abajo.

CONTINUARÁ.

Y así termina esta corta, pero breve introducción de la historia. Mi idea es que haya más personajes, entrelazando sus historias, llegando a formar un gran grupo. Me baso en mi vida pasada, lógicamente cambiando muchas cosas. Por ejemplo, lo que cuento al final, si me ha pasado, pero no en el colegio, y no con 14 años, sino con 20, en la universidad. Pero me parecía mejor así. Espero que guste, y reciba opiniones.

Vuestro sincero amigo, rebelde.