Victoria y África

Si quieres disfrutar de las fantasías en pareja, esta historia es una buena y erótica opción.

VICTORIA Y ÁFRICA

Hay hombres que dicen que a las esposas de los amigos se las ha de respetar. Yo no puedo hacer eso; que Dios me perdone. El caso es que he de ser muy perverso porque resulta que otras mujeres no me atraen tanto: han de ser casadas y si son esposas de mis amigos mejor. No obstante nunca me he comido un rosco fácilmente y sólo he podido soñar.

Mi esposa, Natalia, es una mujer excelente y guapa, complaciente en extremo y gozosa en el sexo, pero ¡ah! que los hombres que estamos afanados con el sexo nunca nos conformamos con lo que tenemos, aunque aseguro que Natalia es categóricamente la mujer elegida por mí para ser madre de mis hijos, los cuales llegaron tiempo después de los sucesos que me dispongo a relatar.

Natalia es morena y no muy alta, regordeta y tetona, no diré más. Figúrense si es complaciente y comprensiva en la cama, que en una época en la que no me hallaba yo muy inspirado en materia sexual por estrés y preocupaciones laborales, ella me ayudó a gozar adivinando e intuyendo mis fantasías sexuales y alimentándolas en lo necesario para infundirme excitación para el disfrute de ambos. Por supuesto yo intenté, para ser iguales, adivinar sus pensamientos pero fue en vano (Creo que las mujeres son más reservadas en esto. Quizá en el caso de Natalia fuera porque no tenía fantasías fuera de la pareja que formábamos o porque consideraba que eran en extremo inconfesables por cualesquiera motivos: imagínense cuales y reflexionen si lo desean en el apartado de comentarios). Confieso sin retraimiento que en las relaciones con mi mujer tuve problemas de disfunción eréctil a lo que ella reaccionó amorosa y comprensivamente aconsejándome que me relajara e intentara pensar en algo agradable mientras lo hacíamos, fuera lo que fuera. Eso ya venía haciéndolo tiempo atrás, habrá pocos maridos que no lo hagan, y saben perfectamente a que me refiero, a pensar que follas con otra cuando lo haces con tu mujer. El juego ahora consistía en otra cosa: en confesarle a mi mujer qué era lo que pensaba. Como ella es muy perspicaz sólo le bastó preguntarme en quién pensaba cuando lo hacíamos. Dudé si decírselo o no, pero se planteó una situación morbosa y mi pene reaccionó vigorosamente y todo sería más cachondo si confesase mis gustos, como así hice: Mira – le dije- mientras lo hago contigo me gusta pensar que lo hago con Victoria, pero la mayoría de las veces sobre todo me gusta pensar en África. En ocasiones con las dos a la vez.

Victoria es una de mis compañeras de la oficina y África la vecina de enfrente. No se conocen la una a la otra, pero Natalia supo bien como alimentar esa fantasía y mientras me masturbaba me llevó un escenario de lujo en una gran mansión, en la que después de una fiesta aquellas dos mujeres sensacionales se entregaron a mí totalmente. Natalia era capaz de relatar a partir de su maravillosa imaginación los cuerpos fantásticos de las dos hembras sin dejar de subir y bajar en un vaivén delicioso su mano en aquella paja gozosa.