Víctimas de las hormonas 2 - (corregido)

La negra tomó el cuerpo de Verónica, ahora tomará su mente, y su virginidad, haciéndola suya para siempre, o eso cree ella. (Corregido, se envió incompleto)

Aviso, antes de leer este relato, se recomienda leer la primera parte, si quieres entrar aquí está el link:

Todos los personajes son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es coincidencia. Contenido fuerte. RELATO CORREGIDO, EL ANTERIOR SE ENVIÓ INCOMPLETO.

Disfruten

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En el capítulo anterior, dejamos a nuestra Chica Verónica dormida en la cama de una negra que la tomó por la fuerza...

La removió para despertarla, ésta estrujó los párpados desesperezándose por unos segundos, los suficientes para recordar todo lo que acababa de pasar y su primera reacción fue defenderse e intentar huir, acurrucándose hacia la pared de la cama.

-¡Ah! Suéltame... ¡NOOO! ¡Déjame!... vete…vete- dijo con movimientos desesperados intentando cubrirse con la sábana, dejándome ver el rastro de sangre fresca de ese culito virgen que sufrió su primera vez al recibir  los dedos de esa negra.

-¿Cómo que vete?  ¿A quién crees tú que le estás hablando carajita?, cuando yo te hable ejecutas y punto, ya eres mía.- le respondió  con una sonrisa maliciosa.

-No, esto… es… es que… te, ¡TE VOY A ENTREGAR MALDITA!, me hiciste daño, y me las vas a pagar-dijo intentando por primera vez sonar un poco amenazadora, aunque se ocultaba agarrando las sábanas con los puños tapándose el cuerpo. Sumilde se le cagó de risa en la cara.

  • ¡JAJAJAJA!- su carcajada opacó la voz de Verónica quien borró de su rostro la tímida mueca de enfado que puso al retar a la negra - ¿Con quién coño me vas a entregar… sobre todo tú… ah?, ¿a quién?, ¿a la policía?... ¡Ah no, ya sé con quién! – dijo mofándose - me vas a acusar con tu mamá o tu tía, jajajaja. Quédate quieta mi amor, no le busques bronca a tu nueva esposa - haciendo énfasis en “esposa” - con una hembra me basta por ahora, no me tientes a tener que agregar dos más sólo porque te me quieres poner rebelde.

Cállate – dijo en voz baja- no soy nada tuyo, no soy esposa tuya, no me gustan las mujeres- al decir esto último bajó la mirada en un gesto que parecía decírselo más a sí misma que a la propia Sumilde, un instante de descuido en el que la mole hizo uso una vez más de su fuerza, tomándola de los tobillos con todo y sábana y halándola hacia abajo con una fuerza descomunal que incluso despegó un poco el colchón de la pared.

Brincó poniéndose sobre ella, esta vez sin dejarse caer quedando a cuatro patas sobre Verónica, que a merced del control de la negra, presa del miedo, la adrenalina (y de Sumilde) al verse manejada como una muñeca de trapo se quedó rígida con la sábana a la altura de su barbilla mientras ña negra le bajaba los humos:

-Mira pequeña coño de tu madre, ya deja la vaina. y quédate quieta. Además… ningún vete, estás tú en mi cama, cumpliendo tu papel de hembra mía. Vamos a hablar y dejar bien claro unas vainas- dijo con una extraña voz que pareció erótica, cuyo aliento sentía la chica sobre su rostro mostrando pequeños espasmos faciales al sentir las gotas de saliva salpicando su cara.

Óyeme bien - dijo invadiendo su espacio  - contigo fui paciente. ¿No ves lo que tienes enfrente?, mi cuerpo… cómo te lo hice sentir… cómo te hice mía… - mirándola directo los ojos de manera que sintiera sus palabras – en este preciso momento, eres mi hembra. Me perteneces, ya te marqué, y además, llevarás una parte de mí dentro de ti para siempre.

-¡Cállate! Maldita…, dijo girando la cara esquivando la mirada de Sumilde – No me toques… eres una diabla, sucia -

-¿Eso soy? – dijo agarrando a la niña por los cachetes ten fuerte que le abrió la boca en “O”, se acercó lentamente a su cara amagando con besarla en la boca, pero antes de llegar engaño a la niña y le chupó la nariz. Verónica, confundida, se sintió un poco desilusionada por el engaño pues se había preparado haciendo fuerzas para recibir el beso en los labios.

Se volteó y caminó hacia a la puerta buscando su bermuda,  cosa que Verónica y yo aprovechamos (cada uno a su manera), para estudiar el cuerpo de la negra con más calma.

Tenía un trasero grande, pero no ancho hacia los lados. De hecho, la distancia entre sus hombros era más larga que su cintura. Marcas de celulitis que delataban la edad. Brazos muy largos, y fibrosos, y cuando los levantaba un poco de piel extra colgaba de las axilas. Los senos grandes pero macizos, con pezones grandes, pero dentro de pequeñas areolas del tamaño de chapas de botellas. Sus senos vistos de perfil daban la apariencia de una “L” con el palo de arriba ligeramente curvo hacia la derecha, en vez de la clásica forma de “C” o “D”. No se movían ni se deformaban al caminar. Un poco de grasa justo en las caderas y  a la altura del ombligo, que también tenía marcas de estrías, al agacharse a recoger sus shorts la piel de su vientre quedó colgando y su trasero sobresalió como un tomate, de un color más claro que hacía contraste con la piel del lado interno de sus brazos, pies y manos. La melena suelta, de cabello oscuro.

Su clítoris ya no estaba excitado, me sorprendió cómo desapareció si era tan grande. Ahora yacía oculto, escondido entre los enormes y rugosos labios mayores, sólo el colgajo de cuero que lo recubría sobresalía un poco. Arriba de éste un canillo de vellos subía hasta su ombligo.

-¿Me dejas salir? – preguntó la víctima en tono esperanzador.

-No maldita puta rebelde, cuando llegue tu familia, me las voy a coger a todas tan rico aunque no quieran, primero a tu tía, que cómo me provoca ponerla a chuparme la cuca, y después a tu mamá, me la voy a coger tan rico, que me vas a tener que llamar “papá” para siempre, porque le daré tan bien que esa rubia también será mi esposa- dijo mientras se sentaba al borde de la cama para ponerse los shorts.

-cállate, con mi mamá no…-

¡La que se calla eres tú, coño! – el bermuda salió volando hasta golpear la ventana donde estaba yo, haciendo que me cagara de guapo (Nota: “cagarse de guapo” decimos en Venezuela como cuando se está haciendo algo arriesgado y teme ser descubierto, mucho más que un simple susto)

¿Qué no entendiste?- se acercó y la retuvo contra el colchón, se le volvió  acostar encima y la chica echaba la cabeza hacia atrás evitando el contacto visual - Ya te cogí, eres mi culito, ¿entiendes?. Eras niña, y  yo te hice hembra -  y arrancándole la sábana con la que se cubría le dijo:

-Pronto te haré mujer- y se acostó sobre ella de nuevo para besarle el cuello.

Un minuto más donde los toques ya no eran tan bruscos no violentos, Verónica se estaba quiete y su piel fue poniéndose de un color rojizo. Sumilde bajó a sus pechos y con pequeños chupones hizo que éstos se irguieran de nuevo. Después de la primera impresión donde intentaba evitarla a toda costa, Verónica ahora sólo se limitaba a esperar que Sumilde hiciera lo que quisiera, antes de separarse la negra levantó la mirada con rapidez y encontró la mirada de Verónica que observaba lo que ésta le hacía.

-Ummm, ya no te quejas tanto, así me gusta mi amor. ¿Viste? ¿Qué si te dejas yo te puedo hacer sentir rico? – un besito en las tetas- así suavecito, mientras te portes bien mi amor… yo a ti te daré todo, cariñitos, los sentirás muy rico, Eres el culito de tu negra… sí, así te llamaré. “Culito”, así te diré ahora bebé,  quietecita y te doy cariño… si te dejas yo… yo… - su boca chupó un seno mientras su mano derecha fue de nuevo a la vagina de la niña, que después de un momento en que sintió extraño, volvió de nuevo a ponerse nerviosa y patalear evitando que Sumilde repitiera con ella.

-No, por favor, ya no quiero-

  • Pues yo sí- le espetó Sumilde.

-Deja vale… ¡YAAA!- al grito sintió la mano de la negra encima de su vulva de nuevo, que con un movimiento amenazante la puso en su sitio. No le hizo daño, pero la presión en su clítoris fue suficiente para que acallara con gemiditos de gata su anterior grito-

-SHHH no me grites y callada, dije que yo quiero y punto, tú solo podrás hablar pero será para decir que te gusta, que quieres más. Y que te lo hago rico, que soy tu negra, la negra que te cogió y te hizo suya. Así mismo, respóndeme: ¿Quién te cogió?

Verónica no dijo nada.

-¿Qué quién te cogió? Responde: - le dijo con autoridad

-Por favor Sumilde déjame ir ya - rogó Verónica.

-No hasta que respondas carajo. ¿Quién te cogió? ¡Dilo! -

-Para por favor Sumilde, por favor-

Le agarró las muñecas poniéndoselas a los lados de su cabeza contra la almohada y le lamia el cuello otra vez, mientras seguía torturándola con preguntas:

  • Dime, ¿cómo me llamo? -

-Ssssss- sus labios apenas se movieron.

Bajó la mano derecha con rapidez directo a su clítoris, presionándoselo con el pulgar como en una máquina “captahuella”.

  • ¡AHHH! – fue lo que dijo la niña.

-Y te daré más si no me haces caso como te dije- y recostándose sobre ella con la mano aún en su clítoris y acentuando las sílabas, le preguntó:

-¿Cómo, me llamo? – su respiración sonó como la de una fiera haciendo que Verónica cerrara sus ojos, el terror se apoderó de ella y respondió:

--Sumilde…- se escuchó tímidamente.

--Más fuerte, dilo-

-Sumilde- repitió con más fuerza.

-Dilo, Sumilde María-

-Sumilde-

-Mírame a la cara- y ella abrió los ojos, su mirada se perdió en el rostro fiero de la negra, quedando esa imagen para siempre en su cabeza - ¿Sumilde qué?

-Sumilde María-

-Repítelo-

-Sumilde María-

-Otra vez-

-Sumilde María… ¡Ya por favor!-

-No. ¿Quién te cogió-

-Sumilde-

-¿Quién te cogió?, dilo-

-Sumilde-

-¿De quién eres mujer?-

-De Sumilde-

-¿De quién eres mujer?- aumentaba el tono de voz

-Sumilde, yaa-

-¡Cállate!. ¿Quien te hizo acabar?-

  • Yaaa… Sumilde ¡para!-

-¿Con quién fué tu primera vez?-

Las lágrimas empezaron a salir de los  ojos de la chica.

-¡¿Qué con quién fue tu primera vez carajo?!- ahora eran gritos en la cara de Verónica.

-Tu-

-¿Tú qué? Mi nombre-

-Sumilde-

-¿Para quién es tu cuerpo?-

-Sumilde-

-¿Para quién es tu cuerpo?-

-Para Sumilde-

-¿Quién tomó tu cuerpo?-

-Sumilde-

-¿Quién tomó tu cuerpo?-

-Sumilde… basta, por fav…-

-¿De quién es tu cuerpo ahora?-

-De Sumilde-

-¿De quién es tu cuerpo ahora?-

-¡Tuyo¡, ¡Ya por favor!-

-Quien tomó este cuerpo?

-¡Tú!... ¡paaara! por favor basta- decía llorando

-¿Quién tomó tu cuerpo? ¿De quién eres? – comenzó a masturbarla de nuevo frenéticamente.

-¡Tuya!- gritó

-Asimismo, dilo-

-¡TUUUYAAAAA!-

-¡SIIIIII! ¡ERES MÏA!-

-¡SOY TUYA, SOY TUYA SUMILDEEEE!... ya por favor soy tuya… para…-

Y lloraba, la masturbación frenética se había detenido y esta vez Sumilde la acariciaba. Mientras tanto yo estaba como loco, mis shorts en el suelo y mi pene erguido al máximo de nuevo, chocaba contra la pared, me masturbaba  sin importarme el dolor en el prepucio, sólo me daba y me apretujaba yo mismo el pito.

Después de aminorar el ritmo de la caricia en su vagina, Sumilde trató de besarla en la boca, se le escapó otra vez y la tomó de la cara, ya no era brusca pero sí era firme.

  • Eh eh eh… ¿En que quedamos mami? Si yo pido tu boca es porque es mía, de Sumilde María. Grábatelo. Mi nombre es Verónica y soy la mujer de Sumilde María, o para hacértelo más fácil, de mi negra. Repite esto: “Soy Verónica y soy la mujer de mi negra”-

-S.. S.. Soy Verónica y soy la mujer de mi negra-

-¿Cómo se llama tu negra?-

-Sumilde-

-¿Sumilde qué?-

  • Sumilde María-

-Tu negra quiere tus labios, ¿para quién son esos labios?-

-Para mi negra-

-Entrégamelos-

Esa maldita labia controladora. Ahora de grande me impresiona cómo le fue de fácil manipularla. Y lo más cumbre es que ahora Verónica se dejó besar sin rechistar.

-Siéntete feliz, tu negra se fijó en ti porque eres bellísima, eres mi gordita. Eres mi culito. Shango te puso cerca de mí, me dijo que eres mía, y debo hacerte mujer, y eso tu negra lo hace con cariños, cariños que a ti te tienen que gustar. Lo que yo te haga te gusta, ¿ah?-

La siguió besando, por unos segundos en los cuales Verónica empezó responder torpemente, con sus manitos agarraba los pechos de Sumilde, ya sería para evitar que tocaran los suyos, pero lo cierto era que de vez en cuando se los apretaba, sobre todo cuando una caricia de Sumilde hacía lo suyo y entre besos le seguía preguntando:

-Ayyy… mi quinceañera aún no sabe besar bien, ¿quién te va a enseñar?-

-Mi negra-

-Ven, ¿tu negra te lo hace rico verdad?

-Si-

-¿Tu negra es fuerte?-

-Muy fuerte-

-¿Sentiste rico al final verdad?, ese es el amor, ¿te gustó?-

No respondió.

-Pregunté si te gusta mi amor gordita-

Obvio dijo sí, llorando mientras se dejó besar, ahora correspondiendo al beso y además soportando el peso de la negra. Ya tomando una buena cadencia con los besos, soltó sus manos del os senos de la negra y la abrazó, clavándole las unas en la espalda a la negra.

Volvía a sentir esas tetas macizas sobre las  suyas. Sumilde la encaraba y se le hacía sentir todo en ella como su dueña.

-Te dije que eras mía bebé, ya estoy dentro de ti y me llevaras para siempre. ¿Crees que es mentira? –se paró y se metió los dedos de la izquierda en su cuca y los sacó embadurnados y brillantes de flujo blanco de hacía un rato - Mira esto. Mi acabada, este líquido, está dentro del culo tuyo.

-Eso no puede ser verdad-

-Tócate si no me crees. Y hazlo, que te lo estoy mandando, o si no lo hago yo y te lo saco aunque te duela-

La negra se arrodilló frente a ella y le levantó las piernas para que se hurgara su trasero, trató de hacerlo y entró en cuenta que le ardía el culo, no podía meterse el dedo. Sumilde se  acercó y Verónica empezó a llorar otra vez.

-Cállate marica, no te voy a hacer nada.- le ayudó abriéndole las nalgas- Puja, y métete el dedo.

Lo hizo, poniendo muecas extrañas en su rostro y al instante lo sacó resbaloso, la negra la obligó a olerlos, u luego le pasó su mano por la cara. Al sentir los dos aromas iguales en su mano y en la de la negra se derrumbó.

-Me violaron, en mi cumpleaños me violaron-

-¿Quién te violó?-

-Tu-

--Mi negra me violó - dijo llorando a chorros

-Tu negra te cogió y eres suya-

-Mi negra me cogió y soy suya-

-Y eso significa que ahora soy tu dueña y sin mí no eres nada. Ahora párate y mueve ese culo al baño que ya la pajúa de tu mamá llamó hace poco. ¡Muévete!-

La levantó y se la llevó al otro lado de la habitación, justo donde estaba la otra ventanita más pequeña y que yo no alcanzaba. Al encenderse la luz escuché sus voces y notaba a Verónica quejarse diciendo que la negra la había violado.

  • Cree lo que tú creas. Lo cierto es que eres un culito y yo te reclamé, punto. Ahora ven, párate y vamos a bañarte pa que se te quite el “aguevoniamiento” de la cogida que te dio tu negra. Estuvieras mejor si no te hubieras puesto popí-

(Nota: aguevoniamiento, de “agueboniado” en Venezuela. Se les dice así a los lerdos o perezosos, y aguevoniamiento sería reaccionar tardíamente a las cosas y con desgana, como un adormecimiento ya sea por ser despistado o estar cansado. Y “ponerse popi”, es no hacer caso o no reaccionar adecuadamente a la orden de alguien, una frase usada comúnmente por el hampa, “popi” en referencia a un famoso payaso de televisión)

-¿Quién te va a bañar?- le preguntaba.

-Mi negra-

-¿Y cómo se llama?-

-Sumilde María-

-Y tú quién eres?-

-SOY VERÓNICA Y SOY LA HEMBRA DE MI NEGRA…-

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Durante la ducha sólo escuchaba las voces de ellas y el “me arde” junto con unos “quédate quieta que falta todavía”. Sonidos que me daban a entender que el anito recién roto de la chica estaba recibiendo cuidados especiales, más quisiera poder ver lo demás porque Sumilde le ordenaba que la bañara, así que la ducha fue mutua. Me haría pensar que éste fue el punto de inflexión en la relación “estocolmoica” que estaba por nacer.

Me fui a la piscina y a los 10 minutos llegaron ellas con los mismos traje de baños. Ella la tenía contra sí y la coaccionaba con miradas ocultas. Entre la bulla se colocaron en un lugar apartado de la piscina, pasando por mi lado y dirigiéndome una mirada en la cual me perdí en los ojos de cada una y mi corazón vibró. Recibí el saludo impersonal de ellas, ignorantes de tener enfrente a un testigo de ese acto y que por las circunstancias, (o tal vez la edad) lo mantuvieron al margen como un ser neutral.

En las sillas, fingiendo vigilar a mi hermano, estaba a la distancia suficiente como para escuchar su conversación:

-Mañana te toca. Que llegue yo a saber que se fueron porque tú quisiste, porque me aparezco por tu casa y te llevo para siempre, ¿me oíste? Ahora muévete, mójate, nada, anda a joder un rato en la piscina, y cuando llegue tu mamá te comes tu pizza comes y te callas, que acabaste burda

(Bastante) gracias a mí y te hace falta agarrar fuerzas. Voy a estar cerca viéndote, si cuentas algo, le reviento la cuca a tu mamá, te lo juro-

La chica se alejó lo más rápido que pudo, pero fue detenida por el brazo de ña negra que agregó:

-Y cuando llegue la pizza, invitas a tu mujer a comer también ¿oíste?...-

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Así pasó ese día. En el hotel todo marchaba como si nada. La familia de la negra, y la de la niña tal cual como si nada hubiera pasado, todo gracias la labia de la negra. ¿La mancha roja en el colchón? La debió disimular diciendo que le dio la regla pienso yo, y con la familia de la chica, vivaracha y bullera, hasta las ayudaba a llevar las cosas a su habitación.

Yo no quiero quedar como un cobarde, lo juro. Pero de verdad, me quedé obtuso. Dicen que en momentos de peligro el cuerpo humano tiene dos reacciones, de acción o letargo, unos salen volando y otros se paralizan, y creo que en ese momento mi sistema nervioso optó por la segunda opción.

Al día siguiente en la playa estaba recordando todo, y en mi mente se empezaron a armar películas con las distintas chicas que estaban en la playa, inmediatamente volteaba pensando que una mujer las iba a tomar, ese día comí como un loco por la ansiedad.

Ya recuerdo que la familia de la mujer volvía a la rutina del bar, ella la vigilaba desde la silla. La chica sólo estaba sentada al borde de la piscina. Trataba de entenderla, saber qué cosa estaría pasando por su mente en ese momento. Justo ya habría pasado la hora de su nacimiento, ahora sí ya tenía quince legalmente. Soñaría a lo mejor en el vals que estuviera bailando con el novio, vestida de gala haciendo enloquecer hasta a sus primitos, encontrar a aquel príncipe azul que la llevaría a la locura de forma que estaría dispuesta a entregarle su primera vez… Pero todo eso se perdió en el momento en que una negra decidió que sería suya. Sus primeras veces en todos los aspectos se las había robado Sumilde. Su primer beso, su primera relación sexual, su primera penetración (aunque fuera anal) y su primer orgasmo en su vida. Aparte que era una mujer, ¿quién quitaba que a futuro intentara con alguna si tal vez no tuviera suerte con los hombres? Lo que nunca se esperaba es que su primera vez con una mujer también fuera de esa forma.

Luego de unos instantes de cavilar sola mientras chapoteaba en el agua, vi a Sumilde hablando en voz baja con la mamá y la tía. Pero había una cara de sorpresa en ellas, y luego de complicidad, y entonces las tres se volvieron a parar y llamaron a los niños.

-¿Para dónde van?- preguntó Verónica enseguida

Y la negra contestó por ellas, con la voz más dulce del mundo.

-Mi amor, van a buscarte una sorpresa por tu cumpleaños, me quedo contigo aquí mientras tanto.  Vayan tranquilas que aquí la quinceañera y yo pasamos un buen rato, ya va siendo mujercita y es hora que empiece a reunirse con sus comadres- dijo y todas estallaron en risa menos la chica.

Verga mano qué hipocresía tan arrecha y cómo le salían las cosas a la negra, por Dios…

Se fueron, igual que ayer dejaron la llave y el teléfono de la tía.

Sumilde la sacó de la piscina enseguida.

-Vámonos, apúrate- dijo agarrándola de la mano.

En mis vainas mentales volví a repetir el proceso del día anterior, esta vez sin orinar.

Ya en la posición de la ventana, miré cómo se sentaron en la cama, los teléfonos fuera a un lado tomados por Sumilde y  Verónica hacía los gestos de llorar otra vez cuando le quitaron el traje de baño.

-A pues chica… no llores. Ven y acuéstate mi amor, la negra va a darle cariño a su hembra-

Mismo proceso, besos, chupones en los senos, masturbación forzada, todo eso… sólo que esta vez, Verónica lo hacía en silencio.

Sumilde estaba chupando la vagina de Verónica que ya no lloraba, sólo se dejaba hacer y gemía con el sexo. Los chupetones eran recibidos por la chica que sólo colocaba sus brazos de tras de su cabeza o agarraba las sábanas. Las palabras, el trato psicológico de Sumilde al parecer habían hecho mella en Verónica. Era obvio que le dolían algunas cosas pero esta vez no reaccionaba ni contradecía a Sumilde, sino que se acomodaba buscando mejor estímulo, facilitándole el acceso a la negra. Así, acostada y con su ahora “esposa” entre sus piernas, Verónica estaba dejando atrás la niñez a manos de su negra.

En un momento, la negra le puso una almohada bajo las nalgas, yo estaba emperrado esperando que ella también se desnudara. Verónica respiraba con palpitaciones animales, sabía lo que estaba por venir, ya se lo había dicho la negra el día anterior, por sus manos ella se convertiría en mujer, el asunto es ¿cómo va a hacerlo?

Su rostro denotaba que no podía evitar sentir miedo, pero su cuerpo delataba que al mismo tiempo estaba excitada y llena de morbo. Las caricias de la negra sentaban bien si se les perdía el miedo, y con pequeños castigos y aprobaciones aprendió rápido a hacer lo que su negra quería.

Pero después de un rato de Sumilde mamarle la cuca, por primera vez se asustó. Era la primera vez que alguien le metía algo en su vaginita, fuera de las lamidas superficiales de la lengua de la negra. Un dedo entró hasta la primera falange, por lo que trató de cubrirse asustada.

-Quieeeta mi amor…-dijo Sumilde, que dejó el dedo ahí y con su pulgar comenzó a estimularle el clítoris.

Estuvo así como dos minutos, y le dijo:

-Listo, así debe estar bien, tampoco te quiero tan suavecita, me vas a sentir como es-

De pronto se separó y se puso de pie dejando caer su traje de baño entero, esta vez con un aura especial, podía apreciar cómo Verónica la admiraba en todo su esplendor a su vez que Sumilde hacía lo mismo.

-Te ves preciosa gordita-

-¿Te parece?-

-Claro que sí, yo te dije que te elegí porque tu belleza es para mí.

Verónica sólo miró hacia el techo, y sus ojos se fueron llenando de lágrimas.

-¿Por qué lloras ahora mi amor? Ibas bien-

-Es que… tengo miedo- confesó la niña.

-Eso es bueno y me gusta, tu miedo es mío, así como tu virguito- dijo lascivamente la negra.

-No pensaba que sería así-

-Y eso que todavía no sabes cómo será….-

Aquí la coaccionó, con una sonrisa malvada y agarrando el teléfono de la tía, le preguntó si se sabía el número del novio.

-Sí-

Le dio el teléfono.

-Rompe con él enseguida-

  • No por favor, yo lo quie…-

-Cállate, ya eres mía, qué coño vas a estar teniendo novio bobita…

No quiero dar más largas. Tuvo  que hacerlo. A medida que las palabras de Verónica salían forzadas, ésta se excitaba más. Después de unos cinco minutos, donde los ojos de Verónica denotaban impotencia, se desprendió de su ropa y entre sus labios mayores, comenzaba a asomar el clítoris de la negra.

-¡¿Qué es eso?! ¿Era eso lo que sentía?- reaccionó espantada la niña.

-Claro. Es para ti, de mis antepasados. Herencia para usarlas en chicas como tú, ofrendas a Shangó…, chicas estúpidas, “sifrinas” y rebeldes,  que están pendientes de arrimársele a cualquier pendejo. (Nota: para explicar la definición de sifrina/ino, podría hacer referencia a una parte de la canción del grupo de rock español “Hombres G”: en cuya canción “Polvos Pica-Pica” se menciona a un personaje que tiene un Ford Fiesta blanco. Aquí es muy común que se le arrimen a los que tienen plta, o si no a puros malandros y choros que andan en motos como locos).

Le arrancó el teléfono de las manos y lo apagó.

Apenas hizo esto, brincó como una salvaje y subiendo de rodillas se fue acercando a Verónica hasta pasar a horcajadas sobre ella, poco a poco la niña se espantaba al ver una vagina acercarse a su rostro, y antes que pudiera reaccionar la negra la agarró por el cabello y la obligó a chuparle el clítoris.

-¡Ay no! Asco, me da miedo, qué feo es-

Una cachetada suave la puso en su sitio.

-Cállate, ¿cómo se te ocurre insultar a mi clítoris?, ¡abre esa boca, coño!-

Un tirón de pelo la hizo gritar y cuando estuvo lo suficientemente cerca, sucedió una nueva experiencia en la corta vida de Verónica: su boca hizo una mamada por primera vez, y además, a otra mujer. Sus gestos indicaban que  un olor fuerte salía de esa vagina, totalmente negra, rugosa e inmensa y con el pequeño apéndice asomándose mientras crecía.

Le daba asco y hacía arcadas al lamer la vulva de Sumilde, intentaba alejarse pero ésta la tenía pegada tomándola por los cabellos, pequeños vellos púbicos le pinchaban la cara y la frente, la negra se afincaba contra ella y movía las caderas, llevándose consigo la cabecita de Verónica que se estrella contra su pubis.

De un momento a otro la negra se despegó y Verónica quedó tosiendo y pasándose la mano tratando de limpiarse, el sabor y olor quedó impregnado en ella.

-Así mi amor, mi culito. Qué rico es cuando pruebas al fin el sabor de tu mujer… ¿verdad que te gustó? – antes de dejarla responder siguió hablando – ¿viste cómo es de sabrosito? – le señaló un espejo que estaba en una pared – Mírate, acostadita, con la cuca de tu dueña frente a tu cara, y que le debes dar cariño para que ella te recompense luego, como marido y mujer… piensa esto: yo llego, y estás tú ahí esperándome… y yo no tengo que hablarte. Simplemente una mirada o seña y mi hembrita me atiende y me acompaña al cuarto para darnos amor y placer, haciéndome caso para que no me enoje, y si por casualidad estoy enojada, ella va a quedarse quieta para dejarme descargar mi enojo con ella cogiéndomela hasta casi dejarla muerta de placer…

Le acariciaba la cabeza mientras le decía locuras, Verónica las escuchaba mientras observaba su reflejo, verse ahí, totalmente desnuda, con una mujer impresionante frente ella, totalmente a su merced y sin escapatoria, con la mano enorme de su negra acariciando su cabello preparándola para darle su amor, y sus labios y barbilla rebosante de fluidos vaginales de su negra. Ella no había notado (pero yo sí y Sumilde tal vez) que se tapaba los senos y la vulva con sus manos, e inconscientemente sentí el gusto del tacto y el calor y sin darse cuenta se apretaba un seno y se tocaba su propio clítoris.

La negra procedió de nuevo sin decirle nada y ella tampoco respondió, simplemente se dejó hacer, como debe ser y como su negra le mandó. Enrollando su cabello en su mano Sumilde se ganó el control de su nueva hembra que abrió su boca dejando entrar en ella lo que pudo de esos gruesos labios vaginales sedientos del tacto de esa jovencita.

-Ummm- soltó Verónica, el resto de ese sonido se perdió cuando la enorme cuca se tragó desde su barbilla hasta su nariz, tuvo el  reflejo de usar sus manos para cubrirse pero las piernas de Sumilde no le dejaban ángulo para pasarlas hasta ahí, limitándose a toser de vez en cuando y respirar cuando podía.

Sumilde se cansó de esa posición y apuesto que Verónica sintió un alivio cuando esa enorme masa negra abandonó su cara, pues quedó dando bocanadas de aire y su rostro rojo y lleno de flujos.  Sin soltar su pelo la se negra acostó boca arriba guiando a la chica  para que se quedara de una forma que dejaba expuesta su vagina a Verónica y ésta a su vez quedaba acostada más abajo, en una posición parecida a la de la misma Sumilde cuando le chupaba el clítoris a ella.

-¿Mami viste?, ¿Cómo es de rico sacarle la leche a tu mujer?, chupa- dijo hundiéndola de nuevo en su cuca, unas sacudidas cortas de verónica la hicieron parar.

-¿Qué te pasa?-

-Sabe feo, no me gusta Sumilde-

-Pues la chupas y ya y haces que te guste, eres mía y estas para recibir lo que a mí me salga del forro, además vas muy bien, tu mamada es muy rica y ya está haciendo efecto ¿ves?-

El monstruoso clítoris estaba saliendo, fue extraño y muy morboso verlo ir creciendo, parecía un dedo meñique en ese momento.  Sumilde se haló la piel protectora dejando ver el cacho con su pequeña cabeza de color vino tinto.

-Chupa esto mi amor – dijo dirigiendo a Verónica hacia él – abre tu boca, y que ni se te ocurra morder o te arranco la cuca y las tetas. Trata bien a tu dueña, tu macha. Así mismo, sigue chupando… Mmmm, dale… ¡Uy qué boquita tan rica tienes!, ¡qué rico mi vida!, así… como cuando te chupas el dedo al meterlo en una torta de chocolate, jajaja – esta última frase la hizo reír y acariciar la cabeza de la niña que usando sus manos buscó una posición más cómoda para no aguantar el peso en su cuello.

Uno, dos minutos fueron suficientes para que la inexperiencia de Verónica saliera a relucir.

-Umm…Umm, umm ¡bah!, Sumildehh… mmm… me da miedo- dijo quitándose- lo chupé, lo chupé y sentí…  sentí que se hizo más grande, creció dentro de mi boca-

-Para eso quiero que lo chupes, hazlo mi amor, sigue dándole para que lo veas bien, ¿no tienes curiosidad de ver cómo es de grande?, ¿cuando tenga todo su tamaño?, dale tranquila que no muerde, aunque puede que sí te “puye” en un rato jajaja, sigue que vas bien, yo te aviso cuando pares -

Yo ya me estaba pajeando. Me estaba explotando el pene que de broma y no me lo descabezo entero.

Verónica seguía chupando, con alguna dificultad, los jalones de cabello de Sumilde le hacían entender si iba bien o mal. Llegó un momento en que tomó un ritmo donde subía la cabeza y la bajaba, pero apenas perceptible, no era parecida a la típica mamada de pene de una porno donde parecen unas gallinas (nunca me gustó), incluso Sumilde gozaba más cuando Verónica succionaba con sus cachetes en lugar de moverse. Después de unos 10 minutos lo hacía sin problema alguno, y estoy seguro que le estaba agarrando gusto.

-¿Viste? Ya aprendiste a mamárselo a tu dueña-

-CHOP, un tirón de clítoris provocado por un chupón dejó ese sonido, Sumilde se mordió el labio.

-¿Lo… Lo hago bien?-

-Sí mi amor, pequeña puta, chúpame así mismo… Dale,  Mírame, mírame mientras lo haces, así mismo mi vida-

Chupó, chupó y chupó, durante un largo rato que pareció eterno, sus miradas fijas una en la otra, los cuponcitos que Verónica daba al clítoris de Sumilde daban un espectáculo hermoso, cada succión hacía salir el clítoris de su cueva poco a poco, incluso la chica tuvo que echarse un poco para atrás porque ya éste ya tenía un largo considerable, como les dije no tenía una punta muy gruesa, era más bien una especie de punzón o cono que se ensanchaba a medida que llegaba a la pelvis, de modo que si agarran una regla la cabeza tendría de ancho un centímetro y medio e ir aumentando su grosor hasta la base, de unos tres o cuatro centímetros de ancho, pero sí muy largo.

Sumilde fue poniéndose un poco agresiva, jadeando y gimiendo con una voz grave y ronca, empezó a mover su pelvis llevando consigo a la pobre chica cuya cabeza se zarandeaba junto con su cuca en la cara, ella intentó separarse apoyándose con sus manos pero no pudo.

-Ahh, Ahhh… ¡AHHHH!, ¡Abre la boca, ábrela!, aquí chupa, síiii, ahí… chuuupa, sí - la hizo bajar del clítoris a mamar los gruesos y rugosos labios vaginales, el clítoris chocaba con su frente y se escondía en sus cabellos, haciéndole caso a Sumilde se quedó con la boca abierta. Tremendo error.

Un chorro de líquido inundó su boca, que a diferencia del pene, cuyo agujerito suelta varios chorros delgados, de la uretra de Sumilde salió un chorro  enorme de líquido brillante y transparente que  inundó toda la boca de Verónica, así que el truco de algunas mujeres de recibir el semen en la garganta para evitar sentir el sabor (aunque por su edad y experiencia Verónica obviamente  ignoraba esta falacia), no funcionaría en este caso. Su lengua, paladar, y todo lo demás, recibieron un chorro tan abundante que fácilmente hubiera llenado una lata de refresco entera, sintiendo todos los flujos circular y adherirse dentro de ella enviando a su cerebro todo el sabor de Sumilde en sí, un sabor que quedaría para siempre en su memoria.

En pleno orgasmo el clítoris de Sumilde había alcanzado su máximo tamaño, unos 10, 12 centímetros. Este se clavaba en el rostro de Verónica, cuya pequeña boquita no tenía capacidad suficiente para tanto flujo, así que intentaba despegarse empujando con sus manos pero la negra la afincó más contra si vagina, los chorros salpicaban alrededor de sus mejillas, de pronto la apartó de sí teniéndola agarrada aún, ví el líquido salir de la boca de Verónica, parecía babas, su cara enrojecida y respirando agitada y completamente asustada por la experiencia, tosía, hacía arcadas y balbuceaba tonterías, hasta que empezó a gritar mientras veía la cuca de Sumilde moverse y su enorme clítoris palpitar en el aire, estirando tanto la delgada membrana de piel que lo recubría y hacía de prepucio de tal forma que parecía que fuera a romperse.

-¡AYYY, qué rico!, carajita… tienes la boquita de un ángel, ahhh, ahhh, los pezones de la negra estaban hinchadísimos y así sería el orgasmo que su rostro era el mismo de alguien que está drogado y enojado, apretando sus dientes que sobresalían en contraste con su rostro marrón oscuro.

  • ¡Qué horrible!, ¿Ay Dios mío… ¡AGGG! qué es eso por Dios? ¡BASTA! ¡ES DEMASIADO!, -, decía Vrónica que inocentemente puso sus manos sobre la cuca y clítoris de Sumilde para esconderlos de su vista, la negra apenas sentir el contacto otro chorro más salió de su vagina escurriéndose entre los dedos de la chica, que lanzó un grito como el de una adolescente o una niña cuando ven un ratón dentro de la casa, y se cubrió la cara haciendo una barrera con las palmas abiertas.

Unos gemidos roncos y de tono grave indicaban que la negra estaba disfrutando como nunca, los espasmos, la adrenalina y la endorfina del orgasmo se apoderaron de ella dejando salir a la mujer poderoso, andrógina y violadora que era. Mientras Verónica se afincaba para que su cabeza no cayera en la sábana totalmente empapada de flujos, Sumilde la soltó para alargar un poco más la sensación pajeándose el clítoris usando el índice y el pulgar, su pelvis se elevaba en espasmos monstruosos, se sentó y con una mirada vacía, totalmente poseída tomó de los brazos a Verónica que lanzó un grito corto cuando la jaló para hacerla acostarse encima de ella, manipulándola a su antojo y con el torso subiendo y bajando con palpitaciones casi animales, quedando la frágil figurita encima de la de esa diosa de ébano.

No es necesario decirles que ya yo había acabado, manchando aquella pared, dentro de esa oscuridad, con mi mano izquierda me apoyaba de la pared, incluso dejé escapar un jadeo ronco que me sobresaltó pensando que me escucharían pero no.

Las manos y codos de Verónica apoyados en los hombros y tetas de Sumilde, y las manos de ésta en el trasero de la niña apretujando sus nalgas y dándole nalgadas, con su fuerza magreó el culo de la chica a su antojo y al mismo tiempo la conducía hacia abajo, metió las piernas entre las de Verónica y las usó para abrírselas en “V” y luego se las puso encima de sus tobillos, de forma que  la retuvo y la atrajo hacia sí misma hasta sentir esa virginal vulva encima de su clítoris.

Al contacto Verónica dio un respingo y giró su cabeza para ver, pero lo único que podía ver eran las manos de Sumilde en sus nalgas y las pantorrillas de Sumilde sujetando sus pies por los tobillos contra el colchón.

-¡Ahh!, ¿qué vas a hacer Sumilde?, tu cosa toca mi vagina-

-Cállate y baja… baja… ahhh, cállate, cállate, baja-

  • ¡AY! ¡MI NEGRA! – le dijo recordando que la trataría mejor si se refería ella así – está caliente, mi negra espera, Sumi, Sumi…-

-SHHHH, baja… ¡AGGG SU PUTA MADRE, QUE RICO!, baja, baja y atíncate, qué rica cuquita tienes, suavecita, carnosita, se me resbala el clítoris entre tus labios ricos ¡UFFF! Ay… te amo culito, te amo mi culitoohhh, ahh, que calientico…-

-Sumilde, tu cuerpo… tu cuerpo también está caliente, ¡estás que quemas!-

-¿Sí mi amor? Será por el frío del aire acondicionado que me sientes así, ven para que te calientes…-

La tomó con delicadeza por la nuca y dirigió su cabeza a la suya para besarla, el clítoris erguido se acopló entre los jóvenes labios de la chica, ésta sintió el tacto del enorme clítoris sobre el suyo y se asustó, pero como estaba arriba, pudo acomodarse un poco hasta que ahora, en vez del dolor del día anterior (aunque fue excitante y le gustó) sentía una suave presión y un cosquilleo en él muy agradable, los deditos de sus pies se agarrotaron y sus manos apretaron los hombros de la negra.

-HUM… - se escuchó un gemido de Verónica retenido por los dos labios que ahora sí se besaban, Sumilde metió la mano debajo de la almohada y sacó un “Chocolate con leche Savoy”

(Nota: para los que no son de Venezuela, esta es una marca de chocolates muy famosa y muy antigua, un sabor único en el mundo, cuyas tabletas cuadradas con sus típicas letras del abecedario en ellas son parte de nuestra cultura y sin distinción, todos la comen como tomar el mate en Argentina)

Verónica, apenas verlo le brillaron los ojos. Por un momento se olvidó del clítoris en su vagina, de los besos de Sumilde y todo lo demás.

-¡Ay, un chocolate Savoy!, ¡dame! ¡Sumilde! ¡Dame un poquito! Por favor ¿sI?

-No- dijo mientras lo sostenía sobre la espalda de la chica.

-Anda por favor, tengo hambre-

-Bueno, si lo pides por favor… pero falta algo más. ¿Por favor, qué…?-

-Por favor Sumilde-

-Ha, ha, ha, Sumilde no, ¿qué te dije? Si tú eres mi culito, o mi gordita, ¿qué soy yo para ti?-

-Este... ehhh – se escuchó el empaque abrirse y segundos después, el delicioso aroma debe haber llegado sus fosas nasales, rompiendo uno de los cuadritos y colocándolo entre los labios de las dos, Verónica se acercó para agarrarlo pero Sumilde lo soltó y se lo tragó-

-¡AAANNDAAA!, ¡No seas mala!, ¡dame un poquito!-

-No has dicho la palabra mágica, ¿qué soy yo para ti?-

-Ehhh, ¡Ajá, sí! Mi negra, eres mi negra-

-Bueno, ahora dime: Dame chocolate, mi negra-

-No, no se vale… e… es mi cumpleaños y quiero que me regales chocolate, hum!- me pareció cómica la pequeña pelea que se armó al margen del acto sexual.

-No señorita – y acercando la barra completa le dio un mordisco inmenso frente a su cara, llevándose casi media tableta.

-¡AGGG! ¡PICHIRRE!, ¡DAME UN POQUITO!, dame un poquito mi negra-

-No, no haces caso, no te portas bien – y la nalgueó, PLAS

-¡ay!, ¿por qué?, ¡dije mi negra! – hizo un puchero sobre ella.

-No me hiciste caso, te dije una oración para que te diera el chocolate- y se comió otro cuadrito.

-No me obligues, anda mi negra, dame sí-

Rompió un cuadrito y lo mantuvo frente a ella.

-Abre la boca y acércate-

-Lo hizo poco a poco, abrió su boca, Sumilde friccionó el cuadrito en sus dedos y se lo tragó.

-¡COÑO!- dijo Verónica enojada, pero en la “O” Sumilde puso su dedo impregnado de la fragancia y se lo metió en la boca.

-Este chocolate, ufff. Sabes cómo es de sabroso, pero por rebelde y por no querer decir una simple frase, me lo voy a comer todo- con el dedo hacía sentir el sabor y el aroma del chocolate a Verónica que instintivamente comenzó a chupárselo, en ese descuido y de un sopetón, Sumilde se mandó el resto de la barra junto con un grito aniñado de sorpresa de Verónica.

-¡NOOOO! ¡Mala, maluca! – mientras hacían esto se frotaban sus sexos una contra la otra, pero en el último instante, Sumilde sacó sus dedos de sus labios y entre el índice y pulgar, sacó de su boca el último cuadrito de tan preciada golosina.

-¡El cuadrito que no tiene letras!, anda por favor mi negra, ahhh… dámelo!-

-Mmmm- decían frotándose entre las dos- sabes que este cuadrito por ley no se regala, debería ser algo extremo para rechazarlo, ¿no lo crees?-

-Ya por favorrrr… ah, ahhh, dame , dame..- dijo jadeando y con un rostro lloroso.

-Dilo, sólo es una frase- y se lo colocó entre los labios- ¡DHILO, HAME SHOKOLATHE MHI NHEGRAH!-

Verónica no se iba a rendir, quería triunfar en algo aunque fuera una vez, más sin embargo como les dije, un chocolate Savoy es la gloria, siendo incluso uno de los primeros regalos para levantarse una novia, hacer que tus hijos dejen de joder y en algunos casos, ayuda a pedir perdón cuando la cagas en grande. Viendo cómo la dulce grasa brillante de la manteca empezaba a derretirse en los labios de Sumilde, no aguantó más y lo soltó:

-¡AGGGG!, ¡DAME CHOCOLATE MI NEGRA!-

Sumilde no lo pensó dos veces, halándola por la nuca y con su lengua metió el cuadrito dentro de la boca de su pequeña chica, que lo recibió gustosa, el color blancuzco de su piel se tornó en un ligero color rojizo, el rubor que delataba la verdadera excitación. Este chocolate, en el momento justo y bien usado, incluso sirve de afrodisíaco.

Y ahí estaban, recostadas una contra la otra, envueltas en un amasijo entrecruzado de brazos y piernas, besándose, disfrutando de las deliciosas notas entre dulces, ácidas y amargas, manchándose los labios, sintiendo el cosquilleo fenomenal al masticarlo que te hace sonreír aunque no quieras y luego la sensación de despertar por ese ligero picor que queda en la garganta al tragarlo.

Luego de un minuto de besos, las dos cayeron en cuenta de lo que hicieron, sobre todo Verónica, se dio cuenta que se sintió a gusto besando a Sumilde, las miradas de las dos se encontraron y se hizo un corto silencio, que repentinamente se interrumpió con una carcajada de las dos.

-Jajajaja - se rieron al unísono – luego la risa fue aminorando y poco a poco los labios se volvieron a encontrar, esta vez un beso compartido. Pero la mirada de Sumilde lo decía todo: “Ya me perteneces mi niña”…

Poco a poco el beso fue subiendo de intensidad, Verónica recibía ña enorme lengua de su nueva dueña con gusto, se le ofrecía entera, las manos de Sumilde acariciando su culo y luego dirigió un dedo a su dulce hoyito, al que había dejado su marca el día anterior.

Al sentir el tacto en él Verónica se cimbró y echó su trasero hacia abajo, pero al hacerlo se clavó mucho más el clítoris en su raja, recordando lo que le habían hecho empezó a perder la alegría del momento, pero esta vez el efecto fue el contrario, sintió cómo Sumilde apartó una de sus nalgas con la mano izquierda y el dedo índice de la otra, se posó justo en el medio de su asterisco.

-No.. Espera un mome… ¡AH!- pasó el dedo su esfínter, esta vez con suavidad y lubricado con la grasa del chocolate.

Más que molestia, era una sensación rara, le ardía y le picaba un poco, pero sin embargo sentía que cuando el dedo se quedaba quieto era perfecto tenerlo ahí, sin embargo se vio interrumpida por Sumilde.

-Puja mi amorcito, puja con todas tus fuerzas- le dijo-

-Me da miedo, no, no, ¿estás segura de eso? siento que me haré pupú encima- dijo con cierto asco, que también me marcó a mí e hice una mueca.

-No mi bebé, tranquila que para eso yo te limpié bastante ayer, además, ¿hoy fuiste al baño en la mañana?-

-Sí-

-Perfecto, mucho mejor, puja ahora bebé, y le mordió el cuello-

-Ahhh, ahhh- gritó Verónica abrazándose a Sumilde que empezó a hacer presión en su culito.

-Puja mi amor, puja bien fuerte-

A través de los músculos de su esfínter se ve que hizo caso, al instante todo el dedo se fue adentro rozando las paredes, el pequeño roce la timbró y dejó de pujar, de esa forma atrapó el dedo de Sumilde.

-Ahhh, ay, ay, ay, me duele otra vez, me duele-

-Tranquilita, calmada, ahorita se te pasa, ayer te rompí el culo precisamente para dejártelo flojito, ¿viste cómo mi dedo se metió en ti completo?, y esta vez no te dolió mucho porque ayer dabas gritos, hoy fueron grititos ricos, poco a poco entrará más fácil, voy  a moverlo mi amorcito-

El esfuerzo empezó a notarse en su mano, Verónica se despegó de la boca de la negra y escondió su cara entre las tetas de ésta, mordiéndole la cara interna de un seno. Sumilde acariciaba su espalda y su cabeza, le daba mordiscos en su cuello, en el hoyuelo de su barbilla, la chupaba el lóbulo de la oreja, mientras Verónica ahogaba sus chillidos decidiéndose por el placer que le daba el clítoris de su negra o el ardorcito delicioso en su trasero.

-¿Te gusta verdad?, dime: me gusta, mi negra-

-Sí si me gusta, se siente rico-

-¿El clítoris o el dedo?-

-Los dos, me gusta más el clítoris pero también se siente bien tu dedo-

  • Me alegra que te guste, ¿sabes qué significa eso?-

-No, ¿qué es?-

-Significa que tu cuerpo y tú ya son míos, y me reconoces como tu macha, tu boquita ya aceptó mis besos, que son ricos, tu culito ya aceptó mi dedo y lo aprieta rico, y tu botoncito, sabe que el mío es mucho más grande y se deja aplastar por él, porque reconoce que tengo poder como la mujer alfa, y acabo de elegir a mi pareja-

-¿Cuál pareja, yo?-

-Claro mi gordita. Yo te dije que si te portabas bien te iba a dar cariño, con tu comportamiento, has salvado de mí a tu mamá y a tu tía, pero dime una cosa – dijo mientras aceleraba las penetraciones digitales - ¿tu mamá tiene novio?

-Ah, mi culito mi negra-

-Shhh, es rico, responde. ¿Tu mamá es sola?-

-Ahhh, ahhh… siiii-

-¿Por qué?-

-Es… divorciada-

-Ahhh, ok ya entendí- dijo Sumilde como comprobando algo.

-¿Qué entendiste Sumilde?-

-Que a tu mamá la cogieron mal- dijo apretando los dientes y acelerando las clavadas, la niña respondió moviéndose frenéticamente sobre el cuerpo de Sumilde, frotándose en su enorme clítoris , chocando sus tetas y soltando pequeños peítos cuando el dedo en su culo salía de más.

-Así como te hago yo a ti, es como se le hace el amor a una mujer en verdad ¿tú pensabas que encontrarías un príncipe azul en un vals de unos quince años?, no mi vida, ellos no saben cómo es, yo tengo mi cosita allá abajo, para las chicas tontas como tú que les hace falta que las enseñen-

Diciendo esto se movió frenéticamente, mordió a Verónica del cuello y se dio la vuelta junto con ella quedando encima.

Verónica entendió que había perdido todo el control, ahora la negra la iba a tomar como su hembra.

-Sumi, Su…Sumilde…-

-¿Qué, mi amor?- dijo mientras bajaba por su cuerpo dándole fuerte chupones en las tetas, vientre y demás.

-¿Me lo vas a quitar verdad?-

-No, el dedo lo saco cuando yo decida mi niña-

-No el dedo me gusta ahí, me molesta cuando lo sacas-

-¿Entonces?-

-Es que…- empezó a llorar.

-¿Qué pasa carajita, por qué lloras ahora? - se enojó la negra.

-Tengo miedo, tengo miedo, por favor, es mi primera vez, soy virgen-

-Lo sé, y en nombre de Shangó, esa virginidad la tomaré yo, tu esposa. Voy a hacerte mujer.

-Nunca pensé que sería así-

-Yo tampoco lo pensé cuando me tocó a mí hace muchos años, apenas si se me asomaba. Pero al irlo ver creciendo junto conmigo y ver mi cuerpo cambiar, entendí cómo las mujeres se volvían sumisas conmigo o se escondían de mí. Aquellas salidas con chicas más pequeñas que yo, donde nos mandaban a buscar cosas al río y yo no entendía para qué eran, hasta que me di cuenta que eran propiciadas por las mujeres mayores junto con mi madre y mi abuela, para quedarme a solas con ellas e iniciar mis tácticas. Poco a poco entendí cómo acceder a ellas ya sea por seducción o a la fuerza…   y aunque la mayoría intentaban batallar, siempre terminaban con mi clítoris adentro de ellas rasguñando mis espaldas. Mi primera vez fue con mi abuela, que era a quien acudían todas al tenerlo más grande, con ella sentí cómo me rompieron, y a diferencia de muchas donde sólo quedan con el dolor porque el tipo acaba y ya, ella no paró hasta que el dolor se fue y me empezó a gustar y me hizo acabar. Me hizo suya a los trece años, y hasta los quince me estuvo enseñando y adiestrándome a tomar mujeres. Pero en especial si eran realmente hermosas o muy apetecidas por los demás hombres, mujeres hermosas que parecen princesas, así como tú-

-¿Yo te parezco una princesa?-

-Eres mi princesa – se metió en su mente – y vine a salvarte de ser engañada por un maldito y luego ser rechazada y despreciada como tu madre, además, una de las cosas que me enseño mi abuela – dijo mientras le acariciaba la cuquita y seguía haciéndole el culo – fue que estaba para hacer mujeres a las chicas, que sintieren lo que es ser mujer:

“además de romper su virgo, debes asegurarte también que acaben, no importa cómo, ya tendrás tiempo para tu placer… aunque las rompas primero o dejes el virgo de último, se dejen o no, no dudes en usar tu fuerza para someterlas,  no sólo para ver tu clítoris resplandeciendo en rojo carmesí, sino para demostrarles que tienes el poder de hacer que sus cuerpos enloquezcan y que en tus manos llegaran a tal éxtasis que por un momento, creerán haber muerto, y tus caricias las devolverán a la vida”.

-Eso es algo oscuro Sumi… ¿no crees que es un poco autoritario?-

-Y es que la autoridad vale. Así aprendí, como tú. Si no hacía caso, me rompían el culo con los dedos, y las que lograban huir de mí eran tomadas por mi abuela, que lo tenía más grande que yo-

-Bueno… ¿me juras que no me dolerá?-

-Pues claro que te va a doler, no voy a mentirte, a todas les duele, a mí, a tu mamá, a las vecinas, a tus amigas, el virgo duele, es inevitable, te voy a contar un secreto mi princesa, la primera hembra que tomé-

Le dio un beso en los labios y bajó por su cuerpo hasta chupar su vagina y pasar a su culito, donde sacó el dedo de golpe.

-Ahh, no, no lo saques, ahhhh- Sumilde hundió su lengua en él.

-Mmm. Sabe a chocolate jejeje – le dio una nalgada apretándole la nalga y riendo, Verónica se raía también, Sumilde enterró el dedo otra vez y probando su coñito le fue contando.

-Bueno te cuento, la primera vez fue con alguien de mi misma edad, a los quince años… una vecinita del pueblo, con la que no me llevaba muy bien… un día iba por el río, cazando – dijo haciendo comillas con los dedos- no había nadie, ni siquiera el montón de cabroncitos que andaban pescando y matando iguanas, o los malandros en moto… el caso es que fui a mear, también estaba asustada, era la primera vez que me tocaba a mí y no quería que mi abuela me metiera su clítoris o si no era ella mi mamá con sus dedos o el palo con la maderita que usan para prender los motores de las lanchas…-

-Uy que feo, ¿por qué con esos palos y no con su clítoris?-

-Ella no lo heredó, una tía mía sí… y de mis hermanos soy la única mujer, y a los seis años se empezó a notar el botón según ellas, por el color de la piel, pero más se dieron cuenta por mí, porque sentía que esa parte me apretaba y me dolía-

-Pero oye, ¿si sabes que por detrás duele por qué me lo haces a mí?-

-Se cómo hacerlo bien jejeje, pero a mí no me gusta, conmigo eran mucho más agresivas, por eso también me fui haciendo fuerte, no quería perder, comencé a crecer y desarrollarme de tal forma que me confundían con algunos de mis hermanos, hasta que me salieron las tetas y me crecieron las nalgas, pero eso no es lo importante…

-…te contaba que iba por el río porque había una zona donde era común reunirnos sólo mujeres, no había nadie y me estaba meando, así que para evitar que me vieran me fui a esconder en un matorral de tras de unas piedras gigantes que estaban por ahí… pero cuál fue mi sorpresa, encontrar a esa chama ahí, que también había ido a orinar, pero me vio y se escondió… eso fue su error, ella sola se arrinconó-

-Me da curiosidad, ahhh, mi culito Sumilde-

-Jajajaja, bueno, el hecho es que fue más o menos parecido a ti, a esa edad lo tenía como juntar mis dos dedos de la mano, no era tan largo, pero mi abuela me decía que era suficiente, en fin, el hecho es que se había escuchado por ahí que esa caraja andaba pendiente con uno de los malandros del barrio, y estaba escondiéndose esperándolo, pero no llegó, en su lugar, llegué yo… me vio y se asustó, y yo le pregunté qué hacía ahí escondida, que cuál era el miedo, me dijo que estaba orinando, pero yo no le creí, yo sabía que estaba pendiente con el tipo ese, y no se la iba a dejar pasar…

-Mentirosa, eres una puta, todos saben que viniste a que el cabrón ese de la bomba te venga a coger- le dije.

“¿Quién te crees tú?, ¿quién eres peazo’ e negra fea?”, con eso se equivocó conmigo, no aguanto que me insulten… caminé hacia ella que se quiso ir huyendo, yo andaba en bermudas, -de aquí no te vas a ir te esperas que esto no se queda así- le dije. Frente a ella me bajé el bermuda y me le acerqué, ella se espantó y no me quitaba los ojos de abajo… ella era morena clara, hermosa, con su pelo negro muy liso…

Yo usaba una blusa pegada y shorts porque cuando mi clítoris empezó a crecer, usar pantalón me dolía un poco, por eso usaba ropa ancha, vestidos o faldas uso de vez en cuando, sí me gusta vestirme femenina, pero así me doy a respetar más… el hecho es que ella usaba  una especie de blusa sin tirantes y con una minifalda…

-Vigila que no venga nadie voy a orinar también- le dije, como vi que estaba asustada entendí que ya tenía poder sobre ella, así que seguía mis órdenes, me agaché frente a ella y solté mi chorro de orine, pero hice una maldad, me paré haciendo que el chorro cayera con fuerza al suelo y esto salpicó sus piernas y falda de orine y barro…

-¡Maldita!- me gritó y trató de pegarme, pensando que podía conmigo brincó sobre mí pero me levanté en todo mi tamaño, justo frente a mí se dio cuenta que yo era más grande, se tapó la cara pensando que la iba o golpear pero lo que hice fue agarrar su vestido como mi abuela me enseño, y de un solo tirón se lo bajé hasta que quedó en sus tobillos, la muy puta estaba sin nada debajo, quedó totalmente desnuda, así que inmediatamente me lancé sobre ella, que gritaba y gritaba, pero ahí estaba sola…

Se rindió enseguida cuando me puse entre sus piernas, la obligué besarme, le chupaba sus tetas que eran más grandes que las mías, hice más o menos lo mismo que hice contigo, y me senté sobre ella para que me chupara el clítoris, amenazándola para que no me lo mordiera, después que se acostumbró, me puse entre sus piernas y como me había luchado, decidí hacer que le doliera mucho…

No me lo pensé dos veces cuando le puse las piernas en mis hombros, ella se quejaba por las piedras del río en las que estaba acostada, pero a mí no me importó, le metí el dedo en el culo como castigo, sin saliva ni nada, y preparando mi muchacho lo puse en posición:

-Abre las piernas y agárratelas con las manos-le ordené

-No por favor, déjame ir-

-Cállate, sé muy bien quiénes son tus papás, y tú a mí me andas mirando raro, yo no te he hecho nada, y de paso eres bien puta, como que si no se regara el chisme… estabas esperando al mamaguevo ese de la bomba de gasolina, porque de paso eres tan gafa que eliges cualquier mierda, ¿sólo para que te lo meta?, pues no, lo voy a hacer yo, por lo menos no te vas  aquedar preñada, idiota:

…me batalló un poco, pero yo soy más fuerte, siempre lo he sido, todas las que desarrollamos esto tenemos un poco más de fuerza, pero la realidad es, que nuestro clítoris es muy sensible, y al pararse al máximo llega un momento que duele, que necesita estímulo… así me descubrieron que lo heredé, me lo estaba tocando porque me dolía y ya comenzaba a asomarse, es una molestia que se transforma en delicia cuando entra en la boca o en la cuca de una hembra…

Mientras contaba esto, Sumilde no había dejado de estimular a Verónica, que respiraba excitada con la historia de su negra y cómo se había cobrado su primer virgo, ésta se apretaba sus redonditas tetas adolescentes mientras cerraba los ojos.

-¿Mi negra que pasó? Sigue, ¿qué más?-

-Bueno mi amorcito, nada que no esperes, ella me escupió la cara, me maldijo, me insultó pero era lo único que podía hacer mientras yo me afincaba en ella y sentía cómo  mi clítoris entraba en contacto con su cuca, como te dije estaba seca, y haciendo fuerza y apretando sus tetas para que dejara de pegarme, entré en ella…. Ufff mami qué rico se sintió, su cuquita caliente luchando por sacar mi cosa de adentro, sentía cómo me tiraba la piel un poco, pero haciendo fuerza controlaba mi clítoris y sin moverme, viéndola a la cara, como me explicaron, movía mi bichito dentro de su vagina sin sacarlo, así como hago con mi dedo en tu culito, ¿te gusta?-

-Sí mi negra, me imagino que esa mujer se entregó-

  • Y claro que lo hizo, al rato ella se hacía la dura pero su respiración la delataba, cerraba los ojos y apretaba los dientes, diciendo suavemente que le dolía, lo cual yo sabía que era falso porque ya me podía mover con facilidad, estaba calentita y llena de flujos, pero más caliente estaba mi clítoris que se refrescaba con las paredes de esa vaginita…

…ella dejó de gritar, se quedó estática, como una muerta. Yo sólo me movía y la empecé besar, el cuello más que todo cerca de la nuca, donde tanto les gusta a las hembras, apretaba sus téticas y se las masajeaba, cuando noté que estaban duros supe que iba por buen camino y ahora sí la besé, la tonte se agitó y quiso fingirme, a mí,a su nueva dueña, un orgasmo…

-Ahhhh, que estúpida fue, engañar a mi negra, jajaja-

-…si mi gordita, la puta quiso engañarme y la puse en su sito, lo único triste es que la hice acabar pero por mi edad, aún lo tenía muy corto, me moví y salió su leche pero nada rojo…

-¿y entonces?, no la desvirgaste nada…-

-Ah no no no, claro que sí lo hice, pero mi abuela me había explicado que podía pasar eso, dependiendo de la cuca de cada chica, así que recurrí a éstos.-

-Tus dedos son muy largos Sumilde-

-Sí, pidiéndole que me viera fijo a los ojos me salí y me recosté a su lado, fui acariciándola mientras bajaba los dedos hasta su vaginita hinchada, le hice unas cosquillas a su incipiente clítoris que la hicieron respingar y se los metí de golpe haciéndola pelar los ojos como platos, sin gritar ni nada, sólo me agarró la mano como intentando manejarla, pero no pudo, ya era mía…

-Al decir esto, Verónica comenzó a tiritar, la imagen de la víctima de Sumilde hizo mella en ella y se comenzó a correr-

-Ay mi negra, ah ah mi negra-

-jejeje, mira tu cuquita vibrando, estás acabando loquita-

Sumilde esperó a que se calmara un poco, el orgasmo había sido suficiente para que su vaginita virgen lubricara.

-Bueno carajita, te llegó la hora-

-Espera Sumilde, no me has dicho nada de lo que pasó después de eso-

-¿Para qué quieres saber más?. Acuéstate y abre bien las piernas y no te pongas “popi”, lo que yo te haga, tú te lo aguantas-

-Ya va , ya va Sumi-

Escupió sus dedos y se puso en posición.

-¿Se siguieron viendo?-

-Bueno… digamos que años después voy a desvirgarte en el hotel de sus padres-

Se los metió en la vagina sin piedad. Era la primera vez que algo entraba ahí.

-¡AYY….! YA VA. YA VA… ¡SUMILDE! mi negra, espera… me duele.-

-Así… así mismo quiero que me digas, háblame así, te voy a hacer un cariñito para ayudarte-

La empezó a masturbar y a escupir sus dedos, le dio y le dio hasta que sintió que sus dedos ya entraban sin tanta dificultad, Verónica abrazaba una almohada y la mordía.

-AHHH, AHHH Sumilde-

Le daba una pequeña penetrada con los dedos, suavecita, Verónica respiraba y jadeaba.

-¿Sientes rico mi gordita?-

-Si-

-¿Quién te está haciendo el amor?-

-Mi negra me está haciendo el amor… ahhh…-

Siguió y siguió hasta que consiguió que acabara otra vez, aprovechó la debilidad que le provocaban los estertores del orgasmo para tantearla por dentro.

-Siiii, siii, ahí está, tu pequeño himen - los ojos de Sumilde brillaron y se puso en posición. La cara de la negra era de una leona.

-Mi negra ya va…. me va a doler, soy virgen-

-Para eso es esto mi amorcito, lo siento mucho pero eso es parte de hacerte mujer-

Acomodó la almohada para que la vagina quedara bien expuesta, le dio un chupón que hizo gritar a Verónica y se subió poniéndose de rodillas entre sus piernas, empujaba su pubis con sus dedos justo encima del clítoris, levantando la piel del capuchón haciendo que se mantuviera más rígido para penetrarla.

  • Es hora de que seas mi hembra-

-Sumilde….-

Ahí estaba yo como un loco, acabé en seguida en la pared y el suelo al imaginarme lo que iba a hacer. “¡Se lo va a meter!” - Pensé – “no puede ser, se la va a coger de verdad, puede coger mujeres, una mujer que coge mujeres”

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Aquí haré un pequeño paréntesis para explicar algo muy necesario. Esto por una investigación personal, donde se sabe que la parte interna del clítoris mide unos 13 a 15 centímetros en todas las mujeres, pero esa parte está dentro del cuerpo, es como una estructura que lo fija al hueso púbico. Lo importante, es la puntilla que se ve a simple vista, el llamado botón de placer. El clítoris común mide de 0,5 a 1,9 centímetros, tan pequeños que a veces ni se ven. Ya cuando ese pequeño bultito sobrepasa esa medida (tres centímetros en adelante) se considera un clítoris hipertrófico, o más grande de lo normal. Pero hay casos especiales, donde el clítoris crece desmesuradamente ya sea por ingesta de hormonas masculinas (hombres trans) o un nivel un poco más elevado de testosterona en los ovarios de cualquier mujer (el clítoris se forma por un mínimo, muy muy mínimo de testosterona producidos por los ovarios de la mujer durante el desarrollo, y durante toda su vida hasta la muerte. Crece todos los años, normalmente tan poco que es imperceptible el cambio. Pero en condiciones especiales, el clítoris crece por año más de la media natural, sumando los 15 centímetros que están dentro del cuerpo, el capuchón del clítoris puede llegar a crecer en casos extremos más de 17 centímetros, (más con la edad)  El clítoris más largo del mundo, sumando la estructura interna y externa casi llega a los 40 centímetros, y estos casos se conocen como Mega hipertrofia del Clítoris o Clitoromegalia Extrema, pero ya me estoy yendo por las ramas

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Volviendo al caso, Sumilde tenía a la chica con las piernas abiertas al máximo, deseosa de entrar en ella, y al mismo tiempo el rostro de la chica reflejaba inocencia y pureza total.

Se echó hacia atrás para darle mejor ángulo de inclinación a su clítoris, que crecía apuntando hacia abajo. Por supuesto pasó lo que nadie podría creer.

-Ahh, Ahhhh, negra,,, Sumilde para, para negraaahhh-

Pero igual que la primera vez, la actitud violadora tomó la mente de Sumilde.

La agarró por las piernas para que no se le huyera y sin más se dejó caer entera de un solo envión.

-¡FELIZ CUMPLEAÑOS MI AMORCITO!- gritó mientras esa aguja se perdió entre los tiernos labios juveniles de Verónica.

Verónica se culebreó bajo su cuerpo enseguida.

-¡¡¡AHHHH SACALOOO!!! SAAACALOOO…. IIIIGGGG; ¡AYYYY….! ¡ARDE!; ¡ME PICAAAA!-

Pero al contrario Sumilde se hizo caer agarrándola por los hombros y se empujó completa dentro.

-AHHH,  AAHHH- se escuchaba a Sumilde gemir por primera vez como una mujer normal.

Un pene común tiene 4000 terminaciones nerviosas, el clítoris, aun siendo más pequeño,  tiene 8000, el doble. Así que se pueden imaginar, el tamaño de esa cosa cuya dueña estaba por los cuarenta años, lo que debía sentir esa tipa cuando le metió el clítoris a la muchacha, 8000 nervios entrando a una vaginita que por primera vez recibía a un visitante ajeno exceptuando los dedos que entraron antes, y tal vez los de Verónica propios, un pedazo de carne sobre crecido que transmitía al cerebro de Sumilde las sensaciones del calor, la rugosidad y viscosidad de los fluidos y contracciones vaginales que trataban de rechazar ese extraño invasor.

-AHHH AHHHH JAJA…!- Verónica golpeaba la cara y los hombros de Sumilde pidiendo que parase poco a poco dejó de hacerlo y reventó a llorar, mientras se escuchaban graves “ahhh que rico” de la negra, que endemoniada se empezaba a mover y tocaba a la chica acariciándole su clítoris.

-Mami qué rico-, gracias Shangó… gracias abuela-

Ahí entendí, que entre la violación había algo que venía de cultura, directamente de África. Cabe destacar que investigando en los orígenes existían de vez en cuando mujeres con clítoris poderosos, que fungían como “preparadoras” de las novicias. Entre las mujeres de la tribu se elegía a la tía o abuela la más dotada para tomar la virginidad de ellas antes de ser entregadas a sus esposos como un ritual, unos jefes lo descubrieron, y se cree que fue desde el momento en que estas tribus, al ser derrotadas por otras, al descubrir la práctica,  comenzaron a alarmarse los jefes comenzó a practicarse la “ablación” para evitarla. Esa práctica cruel y sádica de amputarles el clítoris  a las mujeres.

Cuando sintió el límite y estaba al fondo, Sumilde se dejó llevar, un empujoncito corto y rápido, heredado desde hace más de miles de años desde África y que terminó heredada en una persona en una playa venezolana, este simple movimiento, convirtió en mujercita a Verónica, el día de sus quince años, en un cuarto de hotel en la playa, a manos de otra mujer.

Dejó de quejarse, se abrazó a la negra que se acostó sobre ella disfrutando del calor de la sangre virginal en su clítoris. Verónica le pegaba y rasgaba su fibrosa espalda, sus piernas temblaban, además tenía la boca abierta halando aire, un grito sordo… no decía nada.

Sumilde se movió rápidamente, un movimiento cortito.

-¡AHHH!- gritó la niña, ahora mujer.

Otro movimiento, y otro, y otro, sin tanto golpeteo, sólo con controlar su músculo púbico, Sumilde podía hacer que su clítoris entrara y saliera suavemente de la vagina de Verónica.

Ésta se aferraba a la negra como quien se aferra a la vida, la misma persona que la estaba matando y al mismo tiempo la hacía vivir un placer indescriptible.

La cogió como nadie, se le acostaba, le chupaba las tetas, mientras Verónica se encorvaba signos de que sentía que “su tesoro fue tomado por la negra”.

Fue sexo duro con orgasmos compartidos, ya Verónica no podía disimular que le gustaba, a veces se apretaba una teta, sin jadear y se abrazaba a Sumilde, el día anterior el peso la aplastaba, hoy quería sentirla toda dentro y  sobre sí.

-Feliz cumpleaños mi amor…. Ahh. Ahh ya, ya eres toda, toda una señorita, toda una mujer, mi mujer-

Verónica se puso rojísima y gemía con lo que le dijo Sumilde, le salían lágrimas pero no lloraba, y se dejaba besar, incluso a veces, ella misma buscaba los labios de la negra cuando tenía su cara cerca. Cuando volvió a hablar como pudo, me desarmó por completo y desde el otro lado de la ventana, me enamoré de ella.

-Soy tuya, me gusta ser tuya-

-¿Te duele?-

-Sí, un poquito, Ahh, Ahhh-

  • Eso… eso es, mi amor, siente ese dolor… dolorcito que te meto, te lo meto, en ti entré, siéntelo como gozo contigo, déjame tenerte Verónica, mi gordita, mi culito, déjame usar tu cuerpo para darle placer con el mío, tu cuerpo… que ahora es mío-

-Se siente rico, mi negra, tómalo-

-Sientes ah, toma carajita, toma-

Sumilde le besó los pechos, y se colocó de rodillas entre las piernas de Verónica, presionando su monte de venus sacó más clítoris, y volvió a hundirlo en su vulva antes rosadita, ahora rojiza.

Duraron casi media hora así, con Verónica dando grititos,  soltaba un chorrito que mojaba el pubis de Sumilde. Un sonido acuático se escuchaba a cada movimiento de la negra, una especie de “Puagh” Era un tribadismo mezclado con penetración.

Y ya a lo último, cuando se calmaron, el pecho de Verónica subía y bajaba, Sumilde intentaba salir de su vagina, pero era una sensación que el mínimo movimiento le hacía doler el clítoris a ella.

Lo que terminó de excitarla y a mí también, fue cuando Verónica se refirió a ella como “mi amor”.

-Ay mi negra ya, sácala despacito… mi amor-

Lo único que se escuchó después de eso fue un “ahhhh, ahhhh” de Sumilde saliendo de Verónica como loca, la levantó más y abriéndole la vagina con fuerza apareció a su vista lo que estaba buscando, otra estocada preparada y la puntiaguda cabecita del clítoris entró, esta vez en la uretra de la chica.

Para aquellos que han matado un cochino, o chancho o cerdo, como le llaman en otros países, sabrán que cuando los sacrifican mal, tienden a gritar de una forma escandalosa y terrorífica, algo parecido le pasó a Verónica al sentir ese pedacito de carne femenina hurgando en su sistema urinario, presionando su clítoris por dentro.

¡IIIIGGG!; ¡IIIGGGG!. ¡IIIIIIIIIGGG! Gritaba Verónica, Sumilde se había levantado gargándola de forma que su peso se afincaba en su carne, con meter la cabecita fue suficiente y sin sacarla le estaba dando una pequeña penetrada.

Le mordía los hombros, el cuello, le hacía daño a la negra, que soportaba el maltrato como si nada, la insultaba, un demonio se había apoderado de Verónica, el demonio del sexo.

-¡Ahh!, ¡negra maldita!, ¿dónde estuviste”, mátame, mátame de una vez, dame más duro, ¡aggg! sácalo, no, no… mejor déjalo, mételo más… más, destrúyemela , hazme lo que quieras pero si tienes que irte al infierno por todo lo que has hecho, llévame contigo al fondo del abismo!-

-Ahhh, Ahhh-, el escándalo era increíble, la cama se dobló un poco, estaba que me moría de la excitación y el miedo, tenía todo la seguridad de que esto lo escucharían.

De pronto Sumilde se levantó y casi se cae, a la enorme negra se le salían las lágrimas, era un espectáculo hermoso, su clítoris salió enorme, con tonos rojizos, pero de color negro en su totalidad.

-Me duele… ahhh me duele – decía ese enorme mastodonte – Verónica, mi amor abre tu boquita por favor ¡ÁBRELA!.

-¿QUË HACES? ¡NO! MËTELO; MËTELO MI NEGRA; NO LO SAQUES… DESGRACIADA!-

Pero Sumilde no aguantaba, estaba obtusa de tantos orgasmos, era demasiado, cogerse a Verónica fue especial.

-Abre la boca mi vida y no la cierres, te lo mando, voy terminar de darte mi amor, por favor mi vida, mi gordita-

Se halaba el clítoris y lo chocaba contra la cara de la chica, se apretaba una teta, y colocando su vulva en la boca de Verónica le decía:

-No la vayas a cerrar, hazme caso, por favor mi pequeña… méteme la lengua...-

Lo hizo, y Sumilde gritó enseguida:

-¡TE AMO MI GORDITA!, ¡AHHH!-

Le sobaba el cabello y la agarró por las orejas como un periscopio y se escuchó clarito como se descargó con peos vaginales incluidos, junto con voces una voz de ahogo y gárgaras de Verónica, que empezó a patalear, se estaba ahogando de tanto flujo que entró en su boca y como ahora estaba acostada, también entró en su nariz y ojos. Sumilde la calmó levantándose y poniendo una mano en su boquita.

-¡Ya va!... ¡YA VA! ¡Espérate!, Cierra la boca, ciérrala, no la abras… ahora quieta, eso respira por la nariz ¿puedes?

Esta asintió.

-Ok, ahora, abre un poquito, a ver… eso es… si, ¡SI!, ¡te la llené!, tienes mi amor en tu boca mi vida.  Ahora… cuento hasta tres y cuando abras la boca, la quiero ver vacía-

Estuvo casi un  minuto negándose y hacía arcadas de vómito, hasta que con suaves caricias en su clítoris, se escuchó cómo tragó y tosía, incluso estuvo por desmayarse.

-Coño mi amorcito, tú si eres melodramática, es lo mismo que si hubieras mamado guevo a un pendejo de esos y te tocaba tragar semen. Ni yo con mi abuela, ni mi hija conmigo nos pusimos así-

“¿Su hija?”, me pregunté yo.

Tosiendo - ¿Tu hija? – preguntó Verónica.

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A partir de ese día todo cambió en mí. Las parejas heterosexuales no me causan nada, pero veo una pareja de lesbianas o una mujer linda y en mi mente enseguida en mi mente la pongo desnuda con una mujer ruda y “macha” sin llegar al macho extremo. Que mantenga sus características de mujer pero con ciertas “ventajas que la ayudan a tomar a su hembra”.

¿Qué más puedo agregar?, el resto de la semana convivieron como pareja a espaldas de todos, Verónica estaba enamorada de la negra, estuvieron tan juntas que incluso el día de la despedida, ésta se puso a llorar por “su negra”.

Supe que se siguieron viendo por muchos años, tuvieron una relación clandestina incluso hasta el día en que Sumilde, fue descubierta por la policía.

Pero eso, es una historia que si se anima, es mejor que se los cuente (si se anima) la única víctima, que logró escapar de sus garras

¿CONTINUARÁ?

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Muchas gracias por leer. No olvides dejar tu comentario y valorar.

Gracias también a los y las que me han escrito al correo, y gracias por su apoyo. Megan Saori, Gatacolorada, Rubén, Tifón.

Si quieren un poco más de información respecto al relato, no duden en contactarme, con gusto les enviaré imágenes y un poco de información, para que disfruten mejor la historia.

Y a ver si la chica se anima a contar el final de sumilde…