Víctimas de las hormonas 2
El cuerpo de Verónica fue tomado por la negra. Ahora, tomará su mente.
Aviso, antes de leer este relato, se recomienda leer la primera parte, si quieres entrar aquí está el link:
https://www.todorelatos.com/relato/183989/
Todos los personajes son ficticios. cualquier parecido con la realidad es coincidencia. Contenido fuerte.
Disfruten
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En el capítulo anterior, dejamos a nuestra Chica Verónica dormida en la cama de una negra que la tomó por la fuerza...
La removió para despertarla, ésta estrujó los párpados desesperezándose por unos segundos, los suficientes para recordar todo lo que acababa de pasar y su primera reacción fue defenderse e intentar huir, acurrucándose hacia la pared de la cama.
-¡Ah! Suéltame... ¡NOOO! ¡Déjame!... vete…vete- dijo con movimientos desesperados intentando cubrirse con la sábana, dejándome ver el rastro de sangre fresca de ese culito virgen que sufrió su primera vez al recibir los dedos de esa negra.
-¿Cómo que vete? ¿A quién crees tú que le estás hablando carajita?, cuando yo te hable ejecutas y punto, ya eres mía.- le respondió con una sonrisa maliciosa.
-No, esto… es… es que… te, ¡TE VOY A ENTREGAR MALDITA!, me hiciste daño, y me las vas a pagar-dijo intentando por primera vez sonar un poco amenazadora, aunque se ocultaba agarrando las sábanas con los puños tapándose el cuerpo. Sumilde se le cagó de risa en la cara.
- ¡JAJAJAJA!- su carcajada opacó la voz de Verónica quien borró de su rostro la tímida mueca de enfado que puso al retar a la negra - ¿Con quién coño me vas a entregar… sobre todo tú… ah?, ¿a quién?, ¿a la policía?... ¡Ah no, ya sé con quién! – dijo mofándose - me vas a acusar con tu mamá o tu tía, jajajaja. Quédate quieta mi amor, no le busques bronca a tu nueva esposa - haciendo énfasis en “esposa” - con una hembra me basta por ahora, no me tientes a tener que agregar dos más sólo porque te me quieres poner rebelde.
Cállate – dijo en voz baja- no soy nada tuyo, no soy esposa tuya, no me gustan las mujeres- al decir esto último bajó la mirada en un gesto que parecía decírselo más a sí misma que a la propia Sumilde, un instante de descuido en el que la mole hizo uso una vez más de su fuerza, tomándola de los tobillos con todo y sábana y halándola hacia abajo con una fuerza descomunal que incluso despegó un poco el colchón de la pared.
Brincó poniéndose sobre ella, esta vez sin dejarse caer quedando a cuatro patas sobre Verónica, que a merced del control de la negra, presa del miedo, la adrenalina (y de Sumilde) al verse manejada como una muñeca de trapo se quedó rígida con la sábana a la altura de su barbilla mientras ña negra le bajaba los humos:
-Mira pequeña coño de tu madre, ya deja la vaina. y quédate quieta. Además… ningún vete, estás tú en mi cama, cumpliendo tu papel de hembra mía. Vamos a hablar y dejar bien claro unas vainas- dijo con una extraña voz que pareció erótica, cuyo aliento sentía la chica sobre su rostro mostrando pequeños espasmos faciales al sentir las gotas de saliva salpicando su cara.
Óyeme bien - dijo invadiendo su espacio - contigo fui paciente. ¿No ves lo que tienes enfrente?, mi cuerpo… cómo te lo hice sentir… cómo te hice mía… - mirándola directo los ojos de manera que sintiera sus palabras – en este preciso momento, eres mi hembra. Me perteneces, ya te marqué, y además, llevarás una parte de mí dentro de ti para siempre.
-¡Cállate! Maldita…, dijo girando la cara esquivando la mirada de Sumilde – No me toques… eres una diabla, sucia -
-¿Eso soy? – dijo agarrando a la niña por los cachetes ten fuerte que le abrió la boca en “O”, se acercó lentamente a su cara amagando con besarla en la boca, pero antes de llegar engaño a la niña y le chupó la nariz. Verónica, confundida, se sintió un poco desilusionada por el engaño pues se había preparado haciendo fuerzas para recibir el beso en los labios.
Se volteó y caminó hacia a la puerta buscando su bermuda, cosa que Verónica y yo aprovechamos (cada uno a su manera), para estudiar el cuerpo de la negra con más calma.
Tenía un trasero grande, pero no ancho hacia los lados. De hecho, la distancia entre sus hombros era más larga que su cintura. Marcas de celulitis que delataban la edad. Brazos muy largos, y fibrosos, y cuando los levantaba un poco de piel extra colgaba de las axilas. Los senos grandes pero macizos, con pezones grandes, pero dentro de pequeñas areolas del tamaño de chapas de botellas. Sus senos vistos de perfil daban la apariencia de una “L” con el palo de arriba ligeramente curvo hacia la derecha, en vez de la clásica forma de “C” o “D”. No se movían ni se deformaban al caminar. Un poco de grasa justo en las caderas y a la altura del ombligo, que también tenía marcas de estrías, al agacharse a recoger sus shorts la piel de su vientre quedó colgando y su trasero sobresalió como un tomate, de un color más claro que hacía contraste con la piel del lado interno de sus brazos, pies y manos. La melena suelta, de cabello oscuro.
Su clítoris ya no estaba excitado, me sorprendió cómo desapareció si era tan grande. Ahora yacía oculto, escondido entre los enormes y rugosos labios mayores, sólo el colgajo de cuero que lo recubría sobresalía un poco. Arriba de éste un canillo de vellos subía hasta su ombligo.
-¿Me dejas salir? – preguntó la víctima en tono esperanzador.
-No maldita puta rebelde, cuando llegue tu familia, me las voy a coger a todas tan rico aunque no quieran, primero a tu tía, que cómo me provoca ponerla a chuparme la cuca, y después a tu mamá, me la voy a coger tan rico, que me vas a tener que llamar “papá” para siempre, porque le daré tan bien que esa rubia también será mi esposa- dijo mientras se sentaba al borde de la cama para ponerse los shorts.
-cállate, con mi mamá no…-
¡La que se calla eres tú, coño! – el bermuda salió volando hasta golpear la ventana donde estaba yo, haciendo que me cagara de guapo (Nota: “cagarse de guapo” decimos en Venezuela como cuando se está haciendo algo arriesgado y teme ser descubierto, mucho más que un simple susto)
¿Qué no entendiste?- se acercó y la retuvo contra el colchón, se le volvió acostar encima y la chica echaba la cabeza hacia atrás evitando el contacto visual - Ya te cogí, eres mi culito, ¿entiendes?. Eras niña, y yo te hice hembra - y arrancándole la sábana con la que se cubría le dijo:
-Pronto te haré mujer- y se acostó sobre ella de nuevo para besarle el cuello.
Un minuto más donde los toques ya no eran tan bruscos no violentos, Verónica se estaba quiete y su piel fue poniéndose de un color rojizo. Sumilde bajó a sus pechos y con pequeños chupones hizo que éstos se irguieran de nuevo. Después de la primera impresión donde intentaba evitarla a toda costa, Verónica ahora sólo se limitaba a esperar que Sumilde hiciera lo que quisiera, antes de separarse la negra levantó la mirada con rapidez y encontró la mirada de Verónica que observaba lo que ésta le hacía.
-Ummm, ya no te quejas tanto, así me gusta mi amor. ¿Viste? ¿Qué si te dejas yo te puedo hacer sentir rico? – un besito en las tetas- así suavecito, mientras te portes bien mi amor… yo a ti te daré todo, cariñitos, los sentirás muy rico, Eres el culito de tu negra… sí, así te llamaré. “Culito”, así te diré ahora bebé, quietecita y te doy cariño… si te dejas yo… yo… - su boca chupó un seno mientras su mano derecha fue de nuevo a la vagina de la niña, que después de un momento en que sintió extraño, volvió de nuevo a ponerse nerviosa y patalear evitando que Sumilde repitiera con ella.
-No, por favor, ya no quiero-
- Pues yo sí- le espetó Sumilde.
-Deja vale… ¡YAAA!- al grito sintió la mano de la negra encima de su vulva de nuevo, que con un movimiento amenazante la puso en su sitio. No le hizo daño, pero la presión en su clítoris fue suficiente para que acallara con gemiditos de gata su anterior grito-
-SHHH no me grites y callada, dije que yo quiero y punto, tú solo podrás hablar pero será para decir que te gusta, que quieres más. Y que te lo hago rico, que soy tu negra, la negra que te cogió y te hizo suya. Así mismo, respóndeme: ¿Quién te cogió?
Verónica no dijo nada.
-¿Qué quién te cogió? Responde: - le dijo con autoridad
-Por favor Sumilde déjame ir ya - rogó Verónica.
-No hasta que respondas carajo. ¿Quién te cogió? ¡Dilo! -
-Para por favor Sumilde, por favor-
Le agarró las muñecas poniéndoselas a los lados de su cabeza contra la almohada y le lamia el cuello otra vez, mientras seguía torturándola con preguntas:
- Dime, ¿cómo me llamo? -
-Ssssss- sus labios apenas se movieron.
Bajó la mano derecha con rapidez directo a su clítoris, presionándoselo con el pulgar como en una máquina “captahuella”.
- ¡AHHH! – fue lo que dijo la niña.
-Y te daré más si no me haces caso como te dije- y recostándose sobre ella con la mano aún en su clítoris y acentuando las sílabas, le preguntó:
-¿Cómo, me llamo? – su respiración sonó como la de una fiera haciendo que Verónica cerrara sus ojos, el terror se apoderó de ella y respondió:
--Sumilde…- se escuchó tímidamente.
--Más fuerte, dilo-
-Sumilde- repitió con más fuerza.
-Dilo, Sumilde María-
-Sumilde-
-Mírame a la cara- y ella abrió los ojos, su mirada se perdió en el rostro fiero de la negra, quedando esa imagen para siempre en su cabeza - ¿Sumilde qué?
-Sumilde María-
-Repítelo-
-Sumilde María-
-Otra vez-
-Sumilde María… ¡Ya por favor!-
-No. ¿Quién te cogió-
-Sumilde-
-¿Quién te cogió?, dilo-
-Sumilde-
-¿De quién eres mujer?-
-De Sumilde-
-¿De quién eres mujer?- aumentaba el tono de voz
-Sumilde, yaa-
-¡Cállate!. ¿Quien te hizo acabar?-
- Yaaa… Sumilde ¡para!-
-¿Con quién fué tu primera vez?-
Las lágrimas empezaron a salir de los ojos de la chica.
-¡¿Qué con quién fue tu primera vez carajo?!- ahora eran gritos en la cara de Verónica.
-Tu-
-¿Tú qué? Mi nombre-
-Sumilde-
-¿Para quién es tu cuerpo?-
-Sumilde-
-¿Para quién es tu cuerpo?-
-Para Sumilde-
-¿Quién tomó tu cuerpo?-
-Sumilde-
-¿Quién tomó tu cuerpo?-
-Sumilde… basta, por fav…-
-¿De quién es tu cuerpo ahora?-
-De Sumilde-
-¿De quién es tu cuerpo ahora?-
-¡Tuyo¡, ¡Ya por favor!-
-Quien tomó este cuerpo?
-¡Tú!... ¡paaara! por favor basta- decía llorando
-¿Quién tomó tu cuerpo? ¿De quién eres? – comenzó a masturbarla de nuevo frenéticamente.
-¡Tuya!- gritó
-Asimismo, dilo-
-¡TUUUYAAAAA!-
-¡SIIIIII! ¡ERES MÏA!-
-¡SOY TUYA, SOY TUYA SUMILDEEEE!... ya por favor soy tuya… para…-
Y lloraba, la masturbación frenética se había detenido y esta vez Sumilde la acariciaba. Mientras tanto yo estaba como loco, mis shorts en el suelo y mi pene erguido al máximo de nuevo, chocaba contra la pared, me masturbaba sin importarme el dolor en el prepucio, sólo me daba y me apretujaba yo mismo el pito.
Después de aminorar el ritmo de la caricia en su vagina, Sumilde trató de besarla en la boca, se le escapó otra vez y la tomó de la cara, ya no era brusca pero sí era firme.
- Eh eh eh… ¿En que quedamos mami? Si yo pido tu boca es porque es mía, de Sumilde María. Grábatelo. Mi nombre es Verónica y soy la mujer de Sumilde María, o para hacértelo más fácil, de mi negra. Repite esto: “Soy Verónica y soy la mujer de mi negra”-
-S.. S.. Soy Verónica y soy la mujer de mi negra-
-¿Cómo se llama tu negra?-
-Sumilde-
-¿Sumilde qué?-
- Sumilde María-
-Tu negra quiere tus labios, ¿para quién son esos labios?-
-Para mi negra-
-Entrégamelos-
Esa maldita labia controladora. Ahora de grande me impresiona cómo le fue de fácil manipularla. Y lo más cumbre es que ahora Verónica se dejó besar sin rechistar.
-Siéntete feliz, tu negra se fijó en ti porque eres bellísima, eres mi gordita. Eres mi culito. Shango te puso cerca de mí, me dijo que eres mía, y debo hacerte mujer, y eso tu negra lo hace con cariños, cariños que a ti te tienen que gustar. Lo que yo te haga te gusta, ¿ah?-
La siguió besando, por unos segundos en los cuales Verónica empezó responder torpemente, con sus manitos agarraba los pechos de Sumilde, ya sería para evitar que tocaran los suyos, pero lo cierto era que de vez en cuando se los apretaba, sobre todo cuando una caricia de Sumilde hacía lo suyo y entre besos le seguía preguntando:
-Ayyy… mi quinceañera aún no sabe besar bien, ¿quién te va a enseñar?-
-Mi negra-
-Ven, ¿tu negra te lo hace rico verdad?
-Si-
-¿Tu negra es fuerte?-
-Muy fuerte-
-¿Sentiste rico al final verdad?, ese es el amor, ¿te gustó?-
No respondió.
-Pregunté si te gusta mi amor gordita-
Obvio dijo sí, llorando mientras se dejó besar, ahora correspondiendo al beso y además soportando el peso de la negra. Ya tomando una buena cadencia con los besos, soltó sus manos del os senos de la negra y la abrazó, clavándole las unas en la espalda a la negra.
Volvía a sentir esas tetas macizas sobre las suyas. Sumilde la encaraba y se le hacía sentir todo en ella como su dueña.
-Te dije que eras mía bebé, ya estoy dentro de ti y me llevaras para siempre. ¿Crees que es mentira? –se paró y se metió los dedos de la izquierda en su cuca y los sacó embadurnados y brillantes de flujo blanco de hacía un rato - Mira esto. Mi acabada, este líquido, está dentro del culo tuyo.
-Eso no puede ser verdad-
-Tócate si no me crees. Y hazlo, que te lo estoy mandando, o si no lo hago yo y te lo saco aunque te duela-
La negra se arrodilló frente a ella y le levantó las piernas para que se hurgara su trasero, trató de hacerlo y entró en cuenta que le ardía el culo, no podía meterse el dedo. Sumilde se acercó y Verónica empezó a llorar otra vez.
-Cállate marica, no te voy a hacer nada.- le ayudó abriéndole las nalgas- Puja, y métete el dedo.
Lo hizo, poniendo muecas extrañas en su rostro y al instante lo sacó resbaloso, la negra la obligó a olerlos, u luego le pasó su mano por la cara. Al sentir los dos aromas iguales en su mano y en la de la negra se derrumbó.
-Me violaron, en mi cumpleaños me violaron-
-¿Quién te violó?-
-Tu-
--Mi negra me violó - dijo llorando a chorros
-Tu negra te cogió y eres suya-
-Mi negra me cogió y soy suya-
-Y eso significa que ahora soy tu dueña y sin mí no eres nada. Ahora párate y mueve ese culo al baño que ya la pajúa de tu mamá llamó hace poco. ¡Muévete!-
La levantó y se la llevó al otro lado de la habitación, justo donde estaba la otra ventanita más pequeña y que yo no alcanzaba. Al encenderse la luz escuché sus voces y notaba a Verónica quejarse diciendo que la negra la había violado.
- Cree lo que tú creas. Lo cierto es que eres un culito y yo te reclamé, punto. Ahora ven, párate y vamos a bañarte pa que se te quite el “aguevoniamiento” de la cogida que te dio tu negra. Estuvieras mejor si no te hubieras puesto popí-
(Nota: aguevoniamiento, de “agueboniado” en Venezuela. Se les dice así a los lerdos o perezosos, y aguevoniamiento sería reaccionar tardíamente a las cosas y con desgana, como un adormecimiento ya sea por ser despistado o estar cansado. Y “ponerse popi”, es no hacer caso o no reaccionar adecuadamente a la orden de alguien, una frase usada comúnmente por el hampa, “popi” en referencia a un famoso payaso de televisión)
-¿Quién te va a bañar?- le preguntaba.
-Mi negra-
-¿Y cómo se llama?-
-Sumilde María-
-Y tú quién eres?-
-SOY VERÓNICA Y SOY LA HEMBRA DE MI NEGRA…-
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Durante la ducha sólo escuchaba las voces de ellas y el “me arde” junto con unos “quédate quieta que falta todavía”. Sonidos que me daban a entender que el anito recién roto de la chica estaba recibiendo cuidados especiales, más quisiera poder ver lo demás porque Sumilde le ordenaba que la bañara, así que la ducha fue mutua. Me haría pensar que éste fue el punto de inflexión en la relación “estocolmoica” que estaba por nacer.
Me fui a la piscina y a los 10 minutos llegaron ellas con los mismos traje de baños. Ella la tenía contra sí y la coaccionaba con miradas ocultas. Entre la bulla se colocaron en un lugar apartado de la piscina, pasando por mi lado y dirigiéndome una mirada en la cual me perdí en los ojos de cada una y mi corazón vibró. Recibí el saludo impersonal de ellas, ignorantes de tener enfrente a un testigo de ese acto y que por las circunstancias, (o tal vez la edad) lo mantuvieron al margen como un ser neutral.
En las sillas, fingiendo vigilar a mi hermano, estaba a la distancia suficiente como para escuchar su conversación:
-Mañana te toca. Que llegue yo a saber que se fueron porque tú quisiste, porque me aparezco por tu casa y te llevo para siempre, ¿me oíste? Ahora muévete, mójate, nada, anda a joder un rato en la piscina, y cuando llegue tu mamá te comes tu pizza comes y te callas, que acabaste burda
(Bastante) gracias a mí y te hace falta agarrar fuerzas. Voy a estar cerca viéndote, si cuentas algo, le reviento la cuca a tu mamá, te lo juro-
La chica se alejó lo más rápido que pudo, pero fue detenida por el brazo de ña negra que agregó:
-Y cuando llegue la pizza, invitas a tu mujer a comer también ¿oíste?...-
CONTINUARÁ
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