Vicky
Como inicié a Vicky, historia contada a dos voces por mi marido y por mi.
Vicky
Siempre supe que ella era sería mía, desde el primer día que cruzo el umbral de mi apartamento y, ahora, después de cinco años, recordar como comenzó todo me excita de la misma forma que lo hizo la primera vez que la vi.
Hoy se va, elegantemente vestida, con un donaire que no tenía, con una seguridad en sí misma de la cual carecía, se va hecha una mujer dispuesta a conquistar lo que la vida le quiera dar.
Vestía unos tacones de punta, de aproximadamente diez centímetros, que realzaban sus nalgas, extraordinarias, caminaba como caminan la mayoría de las caraqueñas, moviendo las caderas hacia los lados con cierto ritmo que les es propio y característico, dentro de su vestido color rojo intenso sobre una tela que no produce brillo, con ese vuelo en la falda que se empeñaba en ir al lado contrario hacia el cual el movimiento la empujaba, lucían voluptuosas, como efectivamente lo eran. La falda llegaba exactamente a la altura de sus rodillas y dejaban ver el resto de sus bien formadas piernas y delicados tobillos.
Su cintura entallada como el cáliz de una flor invertida, daba paso a un busto mediano de espectacular redondez, el ajuste del vestido confeccionado por botones, como camisa sin mangas, dejaban ver un comedido escote, lo justo para insinuar sin caer en exageraciones, tenía un cuello con las puntas largas que caían sobre sus pechos y estrecho y sin doblez sobre su nuca, que dejaba ese cuello largo y delgado por donde asomaba una cara de una belleza totalmente exótica, un conjunto de rasgos, algo exagerados que sumaban a esa rara belleza que destilaba junto con esa mirada de niña inocente, para quien la observara con cuidado, un mar de deseo y de voluptuosidad listo a irrumpir para cualquiera que descubriera su verdadera naturaleza, en fin, era la hija preferida de Hímero.
Elena
Llegó una tarde de febrero, venía acompañada de mi marido para ayudar en los quehaceres del hogar, había ido a buscarla en uno de esos recónditos pueblos de nuestra geografía, donde las calles no son calles y la noche se ilumina con velas.
Acababa de cumplir los dieciocho años, pero su cara y su cuerpo apenas parecía de una chica de dieciséis. Sus ojos, grandes, de pestañas largas, y color miel, muy claros; sus labios carnosos, invitaban al beso, al placer; sus mejillas, encarnadas, sobresalían ligeramente del contorno de su rostro.
No me miró directo a los ojos cuando Fernando, mi marido, nos presentó, solo me vio el rostro y bajo la mirada, era evidente que estaba asustada, acababa de llegar a la ciudad, estaba en la casa de unas personas a las que no conocía y a la que las necesidades y la penurias económicas obligaban a trabajar lejos de su familia. Fernando trató de distender un poco la situación haciendo bromas y mostrándose agradable, al final lo consiguió, logró arrancar una sonrisa de aquel hermoso rostro. Le preparamos su cuarto, fue rápido no traía mucha ropa, realmente solo trajo una muda de ropa y varias pantaletas o braguitas. La dejamos sola y nos fuimos a nuestro cuarto.
En la habitación, ya en la cama, le digo a Fernando:
Papi, esa niña quiero hacerla mía.
Me lo imagine, sabía que me lo dirías.
Es bella, ella no lo sabe, está desaliñada.
Es tuya, pero su virginidad, si es virgen, es para mí.
Hecho.
Mire a Fernando y coloque mi mano sobre su pecho y mis labios sobre el lóbulo de su oreja, fui mordisqueando poco a poco el contorno de esa piel tan delicada y despacio, muy despacio fui deslizando mi mano, con suavidad sobre su pecho y especialmente sobre sus tetillas, eso le gustaba y yo lo sabía, luego fui acercando mi labios a los suyos y mi mano a sus bolas, sus testículos, mi mano las sopesaba acariciándolas, sin apretar, acerque mi pubis a su muslo y comencé a frotarme despacio contra él, su erección alcanzaba el máximo, no era un hombre como dicen ahora "dotado", acaso catorce centímetros o quince, tal vez, pero no más de ahí, eso si, era grueso, sin exagerar, hale su piel hacia abajo todo lo que pude, y percibí el olor de su líquido seminal brotar de su pene, su huevo, ese olor me fascina, baje mi rostro hasta la fuente de ese olor y coloque mi lengua sobre ese líquido que pretendía lubricar el aire, acomode mis labios sobre su bálano y aplique mi lengua a manera de colchón de su cabeza, su glande, mientras mis labios ejercían presión sobre el fuste de su sexo y mi saliva corría a través de ese vaivén que imprimían mis labios en su afanoso movimiento. Mi excitación superaba la suya, me incorpore sobre mis rodillas, recogí mi cabello, largo, liso, y coloque mi cuca, mi vagina, sobre ese hierro humedecido que reclamaba mi atención, esa cabeza con forma de hongo muy superior a la circunferencia de su tallo, me hacía daño, siempre era igual, no importa el tiempo que llevaba con Fernando, su cabeza siempre irrumpía en mi línea vertical, abriendo con fuerza, con sonido, lo que me producía el placer de la penetración, ese penetrar, ese instante, siempre deseado, siempre distinto, mi sexo se fue comiendo el suyo, despacio, sin prisas, me detuve a cierta altura, abrí más mis labios vaginales separándolos con mis dedos, y ahora sí, me deje caer y comencé a cabalgar ese instrumento que me daba placer, él dedico sus manos a mis tetas, con suavidad al principio, pellizcando mis pezones, al punto de causar ese dolor placer que hace eco en mi cuca. Cabalgué un buen rato, llenándome de sensaciones, sin ritmo, sólo al aire de mis deseos, el primer orgasmo se acercaba, mi corazón latía apresuradamente advirtiéndome lo que se avecinaba, no pude contenerme más, recosté mi pecho sobre el suyo, seguí moviéndome con frenesí desde esa posición, cuidando que no escapara su huevo de mi cuca por la violencia de mis movimientos, el calor de su cuerpo aumentaba mi excitación, el orgasmo apareció como una explosión de líquidos y sonidos, líquidos que bajaban de mi cuca humedeciendo su falo aun erecto y gritos, contenidos, que se convirtieron en gemidos. Tome aire y comencé a moverme nuevamente sobre su huevo, su pene erecto, estaba literalmente empapada, mi cuca era un grifo de líquido blanquecino que corría hacia abajo humedeciendo el vello que circundaba su huevo, montada emocionalmente sobre mi primer orgasmo, vino enseguida el segundo, esto me gusta, cuando vienen dos seguidos, pierdo momentáneamente la conciencia, acelero mis movimientos, llegó el segundo, caigo sobre él y me dejo rodar a su lado, entonces, me inclino sobre el hierro de carne que me magnetiza y comienzo a lamer mis propios jugos que dejé en él, el sabor de mis propios jugos sobre su mástil me produce placer, una vez que lo he limpiado con mi lengua, me recuesto a su lado, él se inclina sobre mi, pega la punta de su lengua húmeda y caliente sobre mi pezón, las sensaciones de placer vuelven a mi mente, ocupando mis pensamientos, sí, sólo pienso en placer, me siento totalmente hedonista, y reclamo más, abro mis piernas, deseando que sus dedos o su lengua halle pronto el camino hacia ese botón de placer que reclama con urgencia ser atendido, pero él me conoce, me hará desesperar un poco, aumentará mi placer besando mi cuello, debajo de las orejas, mis hombros, pasará su lengua sobre mi pecho como si estuviera chupando helado y cerrará su boca sobre lo que pueda cubrir de mi teta, eso me eleva a zonas de placer que me hacen desear nuevamente que sus manos o su lengua lleguen rápidamente al botón, al centro de mi placer, los hombres siempre previsibles, hace todo lo que he previsto, pero siempre hay sorpresas, preverlos es sólo hasta cierto punto, a veces se salta el guión que yo he escrito en mi mente, y efectivamente así fue, se incorpora sobre sus rodillas y se coloca en el vértice del ángulo que forman mis piernas, con su mano derecha toma su instrumento de placer y con el pulgar y el índice de su mano izquierda abre mis labios vaginales y deja expuesto mi clítoris sobre el cual aplica la cabeza de su huevo en círculos, por momentos, hacia abajo y hacia arriba, en otros, o golpea ese botón con su cabeza, parece muchísimo tiempo, pero no lo sé, pierdo la conciencia del tiempo, continua así hasta que finalmente siente mis contracciones que vaticinan que se acerca un nuevo orgasmo, baja su cabeza hacia el centro de mi cuca y recoge cual cuchara los líquidos conque mojo todo a mi alrededor, y sube nuevamente a mi clítoris y comienza a frotarlo con su cabezota, trayendo con sus movimientos un nuevo y brutal orgasmo que hace que mi espalda se arquee y me desplomé por el placer. Me deja tomar un poco de aire mientras besa mis pezones y coloca su huevo frente a mi cuca, sin penetrarme, me mira, con dulzura, yo le sonrió, eso le gusta, se que va a penetrarme, coloca despacio la cabeza de su huevo en la puerta de ese túnel de placer que lo espera con ansias, penetra despacio, introduce nada mas la punta, ese cabeza que parece el sombrero del hongo, esa sensación me gusta, me enloquece, me vuelve a mirar, y empuja en un solo movimiento causándome dolor, sí, esa sensación me gusta. Comienza con un movimiento lento, recostando su pelvis sobre la mía y apoyándose en sus brazos estirados, su torso separado del mío, demasiado lento para mi gusto o mi disgusto, comienzo a moverme con él para ver si logro apurar su ritmo, pero no entra en mi juego, cambia, deja caer su cuerpo sobre el mío y cambia su movimiento a circular haciendo énfasis cuando roza mi clítoris, me humedezco más, esa sensación de su pene girando entre mis labios vaginales me obliga a quedarme quieta, lo disfruto muchísimo, ese estar quieta es por poco tiempo, deseo explotar otra vez y muchas veces más, así es, comienzo a venirme con gemidos leves, apretando mis dientes, mi fosas nasales se dilatan exageradamente al ritmo de mi respiración, su movimiento es continuo, rítmico, apoyo las plantas de mis pies sobre el colchón de la cama, con mis rodillas mirando al techo, abro mis piernas, y comienzo mi movimiento de pelvis, hacia arriba y hacia abajo, sin dejar que su humedecido instrumento escape de mi cuca, tanta humedad, tantos jugos, hace que resbale, su erección ya no es la misma del principio, pero continua erecto, lo disfruto más, se que mis movimientos provocaran su orgasmo antes del mío, debo apurarme quiero acabar con él, comienzo a moverme más deprisa, Fernando se detiene, él al contrario de muchos hombres, deja de moverse cuando llega su orgasmo, siento como invade dentro de mí su líquido caliente y viscoso que me llena toda por dentro, me gusta, yo aprovecho y apuro el mío, comienzo a gritar, las sensaciones me invaden, pongo mis manos sobre sus nalgas, no quiero que escape, voy a llegar otra vez, el intenta moverse para ayudarme a conseguir una nueva corrida, no lo dejo, quiero ser la dueña de mis corridas, lo sujeto firmemente y le digo no te muevas, rompo en llanto, trato de detener este llanto que me invade, que me colma de placer, no puedo, hay que dejar que se vaya poco a poco, lo beso, lo abrazo, el llanto me deja, se va, desato mi abrazo sobre Fernando que se acuesta a mi lado, me besa, me acaricia el rostro.
Fernando
Elena se levantó temprano, algo inusual en ella, llevaba puesta una bata de tela muy traslúcida, sin sostén, brassier, solo un panty semi-hilo, supongo que quería ser la primera en darle los buenos días a la muchacha que llegó para ayudar en la casa, se llamaba Vicky.
Hola, Vicky, buenos días (un beso en la mejilla, pegó sus pechos a los de ella)
Buenos días, señora
Dormiste bien anoche o extrañaste tu casa
Dormí bien, señora
Vicky, llámame Elena no me digas señora
Si, señora Elena
Por favor
Está bien
Vicky no se sorprendió porque a Elena se le vieran sus senos a través de la bata, ella tampoco llevaba sostén. Desayunamos y luego Elena le mostró el apartamento, dejando para el final nuestro cuarto, la habitación era realmente muy amplia, de hecho eso fue lo que nos decidió a comprar ese apartamento, se entra por un pasillo con armarios empotrados a ambos lados, cuyas puertas están cubiertas de espejos y que hace de vestier, el pasillo tiene un recodo redondo por donde se entra de lleno en el dormitorio y a tres o cuatros pasos tienes un nivel de la altura de un escalón, en ese nivel está la cama tamaño king, baja sin llegar al suelo, las luces están dispuestas a lo largo de la habitación en el ángulo que forman el techo y la pared y cubiertos con una moldura que las oculta. A los lados de la cama están las correspondientes mesas de noche con sus lámparas y al pie de la cama un banco, hay una cámara discretamente instalada detrás de un cuadro que apunta hacia la cama y una pantalla de plasma de 47 pulgadas colgada de la pared frente a la cama, bajando el nivel al lado derecho de la pantalla de tv estaba la entrada al baño, es también grande, dentro hay una pared de espejos, dos lavamanos, un bidé y un jacuzzi para cuatro personas, el jacuzzi también sirve de ducha.
Por el pasillo entraron Vicky y Elena, en ese orden, detrás de ellas iba yo, Elena colocó sus manos sobre los hombros de Vicky y la fue guiando, la cara de la muchacha era de asombro como podía verse en los espejos, Elena aprovechó y la colocó de frente a los espejos, con la mano levanto su barbilla y la giró hacia un lado, mientras pegaba su cuerpo al de ella y la invitaba a mirarse, se separó y siguieron hacia la habitación donde le dijo que debería traerle allí el desayuno en las mañanas, continuaron hacia el baño, con las manos de Elena siempre sobre los hombros de Vicky, al que se accede por un falso espejo que en realidad es una puerta y del que puedes ver del lado del baño hacia el cuarto.
En el baño, Elena le dijo:
Vicky, a veces voy a pedirte que me ayudes a enjabonarme la espalda, no te importa.
(después de una brevísima pausa) No señora Elena no me importa.
No me digas señora, llámame Elena.
Que podía decir ella, estaba en la ciudad, no sabía que estaba bien o que estaba mal y, en última instancia, necesitaba el dinero.
Yo tenía que marcharme al trabajo, pero conociendo a Elena, sabía que intentaría algo para marcar la pauta de como sería su relación con ella y yo quería ver, no puedo evitarlo soy voyeur por naturaleza, disfruto viendo, escuchando, leyendo. Sobre todo escuchando.
Efectivamente, Elena no dejó escapar la oportunidad, me hizo una seña para que me quedara en el baño y así lo hice, me coloque detrás de la puerta espejo y me quedé mirando hacia el cuarto, después supe que le dijo que le iba a dar otra ropa que le sentaba mejor, la dejó esperando cerca de la cama para que yo viera y regreso con una falda de jean y una franela tipo chemise, se acercó colocó la ropa sobre la cama. Se le quedó mirando y con esa voz que hipnotiza le dijo déjame quitarte el vestido para que te pruebes lo que te traje, le quitó el vestido, Vicky se dejaba, era evidente que la situación la superaba, y lo arrojó sobre la cama.
Que pechos más bonitos tienes (y los acarició)
Luego dirigió su vista hacia su pubis que debajo de su pantaleta no lucía muy poblado, le puso la franela y, luego, le colocó la falda, aprovechando para tocar muy suavemente sus piernas y sus nalgas. La tomó de la mano y la llevó frente a la puerta espejo para que se viera, tenía una sonrisa bellísima que mostraban unos dientes blancos e impecables, yo las veía a las dos, Elena le acomodó la franela y volvió a tocar sus senos, estaba vez por lo que pude ver y luego me confirmó Elena, las caricias respondieron, sus pezones se irguieron.
Salieron de cuarto y yo, al rato, salí apresurado hacia la oficina.
Lo que sucedió ese día me lo contó Elena y se los cuento a ustedes como me llego a mí, pues con las prisas no deje la cámara grabando.
Elena no se separó de Vicky, le siguió mostrando algunas cosas y objetos de la casa, y luego la dejó sola, no sin antes decirle que la llamaría para que le enjabonase la espalda. Durante el tiempo que le mostraba fotos y muebles de la casa no dejó de acariciarla sutilmente, Elena me dijo, que la respuesta a sus caricias se notaba en los pezones de la chica, que acusaba su naturaleza al deseo y la pasión, lo que dio pie a que se precipitaran los acontecimientos ese mismo día.
Una vez en el cuarto, Elena puso en el dvd una película porno con escenas de mujeres haciendo el amor, espero un rato y entró en el jacuzzi que ya se había llenado, llamó a Vicky quien al entrar a la habitación se quedó viendo la película, a lo mejor alucinada por el tamaño de la pantalla o tal vez por el contenido de las imágenes. Elena dejó que pasara el tiempo suficiente para que viera algo de la película y volvió a llamarla. Vicky entró, estaba como un zombie, demasiadas cosas en una mañana.
Elena le pidió que le enjabonara la espalda, ella cogió la esponja y comenzó a frotarle la espalda mientras veía el cuerpo de Elena, fijó sus ojos en su sexo depilado casi por completo salvo una estrecha línea vertical que ascendía desde el vértice que cubría el clítoris, su cara por lo que se reflejaba en los espejos era la de una niña descubriendo un mundo nuevo que quebraba sus patrones de conducta. Elena es una mujer de treinta y seis años, de un metro setenta de estatura, el cabello largo, castaño muy claro, ojos color miel y mirada muy dulce, si la observas ni se te ocurriría pensar en lo lujuriosa que es, sus piernas son largas y estupendas, su pecho mediano de una redondez exquisita y su boca siempre con una sonrisa, su piel blanca y el olor de su piel enloquecedor. Observando que Vicky no despegaba su vista de la cuca, Elena comenzó a acariciarse alrededor de sus labios vaginales y de repente le preguntó:
Vicky alguna vez te haz bañado en un jacuzzi
No, señora Elena. Esto es un jacuzzi
No me digas señora. Si, Vicky, esto es un jacuzzi. Por favor Vicky, hunde aquel botón blanco
El jacuzzi comenzó a funcionar y Vicky abrió sus ojos sorprendida, luego abrió su boca pero no decía nada. Elena, pensaba que iba a dar la estocada que iniciaría a la muchacha en los placeres de Safo.
Vicky quieres meterte y probar, siéntate en aquella esquina
Si señora Elena
Por favor, no me digas señora
Si ... Elena
Se quitó la franela, luego la falda y se dio la vuelta para quitarse la pantaleta. Casi que de lado, ocultando cuanto podía su cuca, sin embargo, para poder sentarse tenía que mostrarse de frente y así fue, su piel era bronceada y brillante, sus piernas largas y delicadas, sus caderas del tamaño justo ni muy exageradas ni muy estrechas, marcaban bien su cintura, su torso estaba finamente delineado, no tenía marcas y sus músculos se dibujaban debajo de su piel sin dar la impresión de estar tallados, su busto de niña joven eran turgentes todavía sin redondez, llevaba una maraña de vellos en su pubis, pero naturalmente delimitados a lo que sería su línea de bikini, su cuca era como un enorme grano de café que no dejaba salir los labios vaginales interiores, estaban plegados dentro de esa semilla. Ella se sentó y no pudo dejar de dirigir su mirada nuevamente a la cuca de Elena que maliciosamente pasaba sus dedos sobre ella sin llegar a frotarse.
Te gusta Vicky
Si Elena y está caliente el agua
Mira esto es rico.
Elena se colocó con su cuca apuntando a uno de los chorros por los cuales salía el agua dejando que esa fuerza hídrica chocara en su clítoris.
Hazlo Vicky ahí, enfrente de ti, tienes un chorro
Comenzaron las risas y los roces, Elena la miró con picardía y le dijo: Mira. Y abrió los labios de su cuca dejando que el agua golpeara directamente a su clítoris. Hazlo. Y Vicky abrió sus labios vaginales y dejó que el agua la sedujera, arqueó su espalda y levantó sus caderas, su rostro comenzó a expresar lo que en su cuca sucedía, primero cerró sus ojos, luego abrió ligeramente los labios de su boca, labios carnosos, al rato su lengua asomó tímidamente sobre su labio y su vientre comenzó a contraerse. Era obvio para Elena lo que sucedía, pero no podía dejar que sucediera sin su intervención, podían suceder dos cosas que se asustara y dejara las cosas así o que su deseo venciera a su miedo y permitiera que Elena se le acercara. Elena se arriesgó, se acercó a ella y le habló, mentira, le susurró al oido:
Puedes gritar, no importa, yo quiero escucharte.
Vicky asintió, bajo sus caderas buscando donde apoyarlas y colocó sus dedos índice y mayor sobre el botón de sus deseos y pasiones, comenzó frotar de arriba a abajo, Elena se colocó detrás de ella para servirle de espaldar con su vientre y su pecho, Vicky lo permitió, Elena colocó sus manos sobre las tetas de Vicky, Elena avanzó más, arrimo su boca al cuello de Vicky y la comenzó a besar suavemente hasta que sus labios se encontraron con el lóbulo de su oreja, donde comenzó a mordisquearla,
Hmm, sigue ...
Te gusta
Si, no pares
Así mi amor
Si, si, si ¡Ahhhhhhhh!, ¡Ahhhhhh! Ay coño...... que rico, dame más, ¡coño!
Vicky no pudo más, comenzó a correrse, sus gemidos eran gritos, gritos que hablaban de un placer fácil de lograr, de unos niveles de satisfacción que no encontraban límites, Elena remató llevó su mano a la cuca de Vicky y la colocó por debajo de la de ella comenzando a frotar con un movimiento rápido, rítmico y circular, Vicky comenzó a contraer sus nalgas y su abdomen y sus piernas y pies estirados buscando la mayor contracción muscular posible,
Así, Vicky, coño así te gusta
Si Elena, dame más duro, coño, ¡coño que rico!
Que cuca mas grande tienes, me gusta, me vas a echar tus juguitos en mi mano
Si, si, pídemelos y yo te los doy cuando quieras
el rostro de Elena estaba apoyado sobre el hombro de Vicky, Vicky giró para verla y avisarle con la mirada que iba a acabar de nuevo, Elena le robó el beso y ella se entregó a ese beso, inmediatamente separo sus labios de los de Elena y comenzó a gemir hasta que sus gemidos se convirtieron en gritos. Elena aún con su mano en la cuca de Vicky que estaba en el agua podía sentir la cantidad de líquidos vaginales que ella estaba soltando. Se besaron de nuevo y Elena esta vez ocupó la posición de Vicky, le tomó la mano y la puso sobre su cuca. Vicky comenzó a frotar el clítoris de Elena suavemente sin prisas, aprovechaba y metía también sus dedos dentro de la cuca con fuerza, estuvo así un rato, sin que su mano soltará su presa.
Te gusta, mi amor, como Vicky te pajea
Si pajéame así siempre
Hmm, me gusta esa cuquita tuya toda depilada
Quieres que te la depile yo a ti también para chuparnos rico
Si, si quiero
Vicky se acomodó para tener de frente a Elena y comenzó a besarla mientras seguía frotando, acariciando y penetrando con sus dedos. Dejó de besarla y dirigió su boca hacia los pezones totalmente erguidos de Elena y los mordió con suavidad, luego colocó el pezón entre sus dientes y posó su lengua sobre el pezón aprisionado humedeciéndolos y consiguiendo una mayor dureza.
Que rico me las chupas
Te gusta
Si, quiero más...
Elena se arqueó sobre su espalda, sus piernas se contrajeron al igual que sus nalgas, Vicky se dio cuenta y comenzó a frotar con más rapidez, el orgasmo de Elena rompió el silenció,
Ayy coño, coño, que rico ¡Ahhhhhhh!
Vicky iba a detenerse y Elena le dijo no, no, no, sigue, sigue, tengo otro y así fue que irrumpió un nuevo orgasmo, con espasmos y gemidos.
Hmm, ay, así. Coño, coño, coño, más ...
Elena abrazó a Vicky y se entregaron nuevamente a un beso, donde sus lenguas querían penetrar más allá.
Salieron del baño tomadas de la mano, Elena guiaba a una Vicky totalmente entregada a la cama. La acostó y Elena comenzó a besar y chupar esas tetas incipientes, donde parecían que los pezones estaban a punto de estallar, las besó, las chupó y las mordió, hasta que siguió hacia abajo sobre su abdomen mordiendo suavemente por los lados y obteniendo gemidos que agradecían lo que le estaban haciendo y llegó a su pubis, pero paso de largo se dirigió a la parte interior de sus muslos y comenzó a morderlos suavemente,
Así mi amor, muérdeme toda, hazme tuya
Coño, chúpamela. Chúpame la cuca, coño, chúpamela de una vez
esto aumentaba el placer de Vicky al máximo, el olor de ese placer llegaba a Elena y era despedido por ese manantial de líquidos donde convergían sus muslos, al que Elena después de disfrutar esas piernas largas y sensuales se encaminó con avidez, pasó su lengua primero alrededor de los labios, aguantando los brincos de placer que daba Vicky, hasta que por fin colocó su lengua dentro de la cuca de Vicky, con sus manos abrió los labios vaginales hasta que descubrió ese botón dentro de un capullo, de un color rosado pálido, extraordinariamente largo y gordo, comparado con otros que había visto, hacia allí dirigió su boca, tomando con sus labios el capullo que escondía el botón y comenzando a succionar, iniciando un movimiento de arriba abajo con sus labios, un movimiento suave para que no escapara de su boca esa fuente de placer,
Coño, Elena, que divino lo haces
Sigue así, que placer tan divino me das
Hmmm, ¡coño!, voy a llegar, me acabo, ¡coño!
fue casi que inmediata la respuesta de Vicky, rompía en un orgasmo largo, lleno de líquidos y olores que Elena recogió con su lengua.
Elena se separó y se acostó arriba de ella y colocando su rostro frente al de ella la besó nuevamente, golpeando con su pubis depilado el de Vicky, como si de una penetración se tratara, Vicky abrió más sus piernas y Elena aprovechó y separo sus labios vaginales con sus manos indicándole a Vicky que hiciera lo mismo, hecho, quedaron clítoris contra clítoris y Elena imprimió un movimiento circular para no perder ese contacto húmedo que tanto placer le causaba, sintió que ese clítoris extraordinariamente grande que tenía Vicky latía y crecía, rozando el suyo que también crecía y escapaba hacía afuera del pliegue de piel que lo protege.
Coño carajita, que divina estás y como tienes esa cuca tan mojada
Te gusta mi amor, te gusta mojadita para ti
Si la quiero siempre húmeda y que huela
Ay mi amor, que divino me das. Me gusta como te mueves
Esa cuca está caliente, mira como me mojas tú a mi
Hmm, dame así, ¡coño!
Toma, carajita, déjame darte lo tuyo
Estuvieron así un buen rato, besándose, acariciándose las tetas, dándose besos desde el cuello hasta la oreja, se entregaron desenfrenadamente una a otra, y el orgasmo vino en busca de las dos, con movimientos bruscos de pelvis de una contra otra y de líquidos que escurrían por entre ambas piernas y mojaban las sábanas. Descansaron pero resultaba evidente que no habían terminado, recuperadas Vicky quiso devolver el placer que había recibido, se acomodó y volcó su cara de una vez en la rajita de Elena, a la que antes de chupar, escupió varias veces regando luego su saliva con los dedos, Vicky metió el dedo índice dentro de la raja de Elena, iniciando un movimiento de mete y saca, mientras su lengua chupaba sus labios vaginales y dejaba caer ocasionalmente roces sobre su clítoris. Así estuvo, hasta que Elena tomó con sus manos su cabeza y la dirigió directamente a su clítoris, Vicky no frotaba con la punta de la lengua, lo hacía con toda la lengua, lo que le producía a Elena un placer inenarrable, Vicky se separaba y escupía de nuevo esta vez ya sobre ese botón de placer que al recibir el impacto hacía que el cuerpo de Elena vibrara. Llego el sonido de los gemidos, de la respiración acelerada y el expulsar de fluidos vaginales acompañados del sonido gutural que produce un orgasmo, Vicky no perdió el tiempo, era evidente que tenía el control y no quería perderlo, levantó la pierna izquierda de Elena, abriendo su ingle y dejando al descubierto la cuca, Vicky colocó su cuca sobre la de Elena en diagonal y comenzó a moverse,
Sigue moviéndote así carajita, que rico me das
Te gusta Elena como te monta tu carajita
Si, bebita, dame, dame más
Te estoy mojando toda, te gusta
Si me gusta, luego me limpias con tu lengua
Dame así, voy a acabar
Espérame, vamos a acabar juntas
Si bebita vamos a acabar juntas
Elena se acomodó y el contacto de las dos vaginas producía el típico ruido de los chupones cuando se despegan, el orgasmo de Elena fue inmediato y lo último que vio fue la sonrisa de Vicky al ver que le estaba dando placer. Así estuvieron hasta que el vino un nuevo orgasmo y les ganó el cansancio.