Viciosa Insaciable I: Sara aprende sumisión.
Sara es una joven curiosa que siente un deseo irrefrenable por el mundo de la sumisión y el sexo. Su búsqueda le lleva a conocer a Daniel, un experto Dominador que agitará sus más oscuros deseos y la convertirá en una auténtica viciosa sexual.
Sara siempre había sido una chica mona, de esas a las que los chicos siempre lanzan miradas. Sin embargo, también era de esas que a la hora de la verdad, empujada por unos remordimientos propios de alguien con una educación tradicional, rara vez se llevaba a alguien a la cama. Recién cumplidos los 25 años, Sara era una hermosa mujer que rondaba el metro setenta de altura, con unos penetrantes ojos negros y una larga melena oscura de la que estaba realmente orgullosa. No era una mujer especialmente delgada, aunque se mantenía en forma y se cuidaba de engordar, aunque tenía unos pechos que normalmente eran considerados ‘grandes’ por las demás personas, especialmente por los chicos. Sara lo sabía y no tenía reparos en lucirlos con un buen escote cuando la ocasión lo requería.
Pese a todos sus dones, a Sara el sexo no le resultaba especialmente interesante. Sus primeras experiencias habían sido monótonas y poco placenteras (incluso dolorosas en algunos casos), todo ello producto de jóvenes poco experimentados y del miedo que sentía ella hacia lo desconocido. Sin embargo, en los últimos meses algunas de sus compañeras de trabajo habían mantenido varias conversaciones sobre la práctica de la dominación y el bondage en el sexo con sus parejas, y finalmente Sara se había sentido intrigada al respecto. No pasaron muchos días hasta que comenzó a explorar el asunto en Internet, durante sus momentos de relax antes de irse a dormir. No es este el momento de contar en detalle (quizás en otro relato) como, con el paso de los meses, la inocente Sara cayó bajo el influjo de la Dominación Sexual, observando primero con curiosidad las imágenes que le ofrecía la Web, fantaseando después con algunas de las situaciones sobre las que había leído, y finalmente dándose a la masturbación más salvaje cada noche ante los vídeos que cuidadosamente había seleccionado. Aunque nunca lo habría sospechado, sus bajos instintos ocultaban una sumisa capaz de todo.
El asunto es que, finalmente, Sara decidió dejar de lamentarse por no encontrar una pareja con quien compartir sus fantasías y decidió buscar por Internet. Allí conoció al Amo Daniel, apenas dos años mayor que ella, y que afirmaba ser un experimentado Dominante con varias sumisas en su pasado. Ambos intercambiaron historias, deseos, opiniones y alguna que otro relato subido de todo, y no sin dificultad, Sara acabó por aceptar el ofrecimiento del Amo para conocerse en persona. Sería una cena para los dos, algo sencillo y tranquilo como primer acercamiento a su relación. Al final Daniel la convenció de cenar ambos en su casa, a lo que Sara no se pudo negar.
Llegado el momento, una nerviosa Sara se presentó ante la puerta y tocó el timbre. Se había vestido con un sencillo pero seductor traje negro bien escotado junto a unas medias de encaje y unos zapatos de tacón no demasiado altos. Allí estaba Daniel, al otro lado, un hombre alto y delgado con los ojos verdes y una media melena color castaño que complementaba con una cuidada barba de varios días. Sus ojos se le clavaban a Sara en lo más profundo, no sabía decir si por miedo, por excitación o probablemente por una mezcla de ambos. El Amo Daniel no era especialmente imponente en el aspecto físico, sin embargo algo en su forma de mirar, su manera de moverse y de hablar provocaban en Sara una descomunal sensación de sometimiento. Ambos se saludaron y pasaron la siguiente hora cenando y charlando cortésmente, al principio de asuntos banales y poco a poco de temas cada vez más relacionados con su relación. Nada más terminar de cenar, Daniel cambió su rostro amable por uno mucho más serio y cortante, y le preguntó a Sara si estaba segura de lo que quería hacer. Nada más. Solo esa pregunta. Y se quedó callado, esperando una respuesta de una Sara nerviosa, pero incapaz de decir que no a la propuesta.
“
Sí, estoy segura .
” - dijo inquieta, e inmediatamente después Daniel se abalanzó sobre ella, la agarró fuerte del pelo y la arrodilló frente a él. Sara, decidida a dejarse llevar, agarró la cremallera del pantalón de Daniel y la bajó lentamente mientras observaba el bulto que crecía debajo. Apartó los pantalones y los slips, y observó con lujuria la polla semierecta de su dominador. Sin mediar palabra, Sara la agarró entre sus manos y se la metió en la boca. Comenzó a chuparla con ganas, mientras esta se endurecía y crecía entre sus labios. A primera vista no le había parecido excepcionalmente grande, pero ahora se daba cuenta de que no le entraba completamente en la boca y luchaba por mantenerla dentro y practicar la mejor mamada de su vida. Pocos segundos después, notaba como su Amo forzaba su garganta a la vez que ella luchaba por lubricar con su saliva, provocando que grandes chorros de saliva cayesen sobre su escote con cada nueva embestida de la polla de Daniel.
Súbitamente, Daniel retiró su polla de la boca de su esclava y la agarró del pelo, obligándola a mirarle a los ojos. -
Resulta que al final eres toda una chupa pollas ¿verdad?. Estás disfrutando con esto . Apenas me conoces y ya no puedes resistirte a mi miembro
.- Daniel la golpeó en la cara con su polla. Estaba muy dura y su tamaño había alcanzado ya los 20 centímetros. plasplas . Sara se quedó inmóvil, mientras la polla de su amo le golpeaba el rostro repetidamente causándole un ligero dolor y llenando su rostro de saliva. La humillación que sentía era enorme, pero algo en su interior la impulsaba a seguir. No sabía porque, pero cuanto más la humillaba Daniel más se excitaba. Sus pezones estaban duros como piedras y su tanga apenas podía ya contener los flujos que salían de su coño húmedo.
Sin mediar palabra Daniel agarró su imponente falo y lo metió de nuevo en la boca de su esclava, de un solo golpe y hasta el fondo, y agarrando la cabeza de Sara con fuerza comenzó a follarla la boca de nuevo. Sara tuvo que controlarse para no sufrir arcadas, pero la sensación de sentirse utilizada, como un simple objeto al que follarse con dureza, la hizo alcanzar nuevos niveles de excitación. Casi sin darse cuenta, bajo su mano derecha a su entrepierna, apartó suavemente su tanga y comenzó a masturbarse lentamente, llenándose los dedos de sus flujos, que ya le chorreaban por los muslos.
¿Qué te ocurre zorra?
- le espetó Daniel. -
¿ Chupar polla te excita tanto que no puedes evitar tocarte?.
- Si, eso es.- Sara estaba tan excitada en su papel de sumisa que apenas podía pensar. Intentó decírselo a su Amo, contarle como su agitación le hacía desear el sexo como nunca antes, pero tenía la boca llena y Daniel la agarraba fuertemente de la nuca, haciendo imposible pronunciar palabra. Daniel bajó su mano hasta el coñó empapado de Sara, apartando su tanga y provocando oleadas de placer en la sumisa, que parecía estar cerca de explotar de excitación. -
Menuda zorra que estas hecha Sara
- rió Daniel -
Estás encharcada aquí abajo. A este paso podrías llegar a correrte sin penetración ninguna, solo mientras te follo esa boquita de puta que tienes.
- Daniel tiró del tanga de Sara hasta quitárselo -
Fijate zorrita, has echado a perder este precioso tanga con tus cerdadas. Gotea jugos de tu coño
-.
Daniel volvió a incorporarse, dejando de nuevo su polla frente a la cara de la arrodillada sumisa. -
Fijate, esto está asqueroso
. -dijo Daniel refiriéndose al tanga. -
Miralo bien
-. Con un inesperado golpe de mano, el Amo estrelló el tanga contra la cara de Sara, - ¡ zas !- llenándola de los jugos de su propio coño. Ella no supo cómo reaccionar. - ¡ Zas !- Un segundo golpe la sacó de su trance. Sus pómulos estaban enrojecidos y la picaban, el olor y el sabor de sus propios jugos llenaban su boca y nariz, y todo su rostro goteaba una excitante mezcla de semen, sudor y el néctar de su propio coño. Sara nunca se había sentido así. Nunca le había gustado sentirse utilizada, y en el sexo menos todavía, al menos no tan violentamente. Sin embargo la situación la estaba superando, cada momento estaba más excitada y cada mirada del Amo la hacía perder más el control. No sabía por qué razón, pero cada mirada, cada golpe y cada embestida a su garganta la volvía más sumisa, más servicial. Más zorra. Era como si la simple presencia de Daniel, sus fuertes manos agarrando su cabeza, y esa enorme polla que se exhibía delante suyo doblegase su voluntad y la convirtiese en un mero recipiente para las perversiones de Daniel, un simple juguete sexual que follar y humillar para deleite del Amo.
¿Estas disfrutando, verdad?. No pensabas que te gustaría tanto chupar una polla, pero ahora mismo no puedes pensar en otra cosa
. - la voz de Daniel sonaba profunda en la cabeza de su esclava, como si hablase directamente a su interior. Sara estaba empezando a perder el control de su propio cuerpo, de sus propios pensamientos. Instintivamente una de sus manos comenzó a jugar con sus tetas, a masajearlas y a darse pequeños pellizcos. La otra mano comenzó a jugar con los testículos del Amo, realizando cuidadosas caricias mientras su garganta intentaba abrir paso para la enorme polla que la penetraba continuamente.
Tras unos minutos de chuparla lo mejor que sabía, Sara sintió como la enorme polla de su amo comenzaba a agitarse y pequeñas gotas de semen comenzaban a brotar. -
Lo haces muy bien, se nota que siempre te ha gustado usar la boca. Está a punto de venirme.
- Las palabras del amo provocaron una gran excitación en Sara, que incrementó la velocidad a la que se movía su cabeza para provocar un mayor placer. De pronto, Daniel la agarró del pelo y la lanzó hacia atrás, obligándola a agarrarse los tobillos para no perder el equilibrio. El amo la miró fijamente, con una expresión de placer en el rostro, y su polla comenzó a arrojar semen sobre la boca y los pechos de una extasiada Sara, que se sentía completamente sumisa, pero orgullosa al mismo tiempo. La corrida duró más de un minuto y pareció que él podía correrse eternamente si así quisiese. Sara nunca había visto a un hombre correrse semejante cantidad.
Sara estaba agotada, y sin embargo cada centímetro de cuerpo le pedía más. Nunca había estado tan excitada y su cuerpo se estremecía de placer mientras su mente trataba de comprender cómo había terminado así. Se encontraba desnuda, de rodillas en el suelo, con las manos agarradas a los tobillos y la espalda arqueada hacia atrás, en una sumisión total. El culo y el espinazo la ardían por los azotes que había recibido y su rostro estaba cubierto de semen, que goteaba lentamente sobre sus enrojecidos pechos. Daniel, con un rostro de satisfacción que Sara nunca olvidaría, tomó una copa de cristal de la mesa, de esas para beber champagne, y con meticulosidad la desplazó sobre la sumisa, recogiendo gran parte del semen en su interior, mientras su otra mano agarraba cariñosamente el pelo de Sara.
Toma
- pronunció solemnemente Daniel ofreciéndole la copa a Sara -
Bébetelo todo y te convertirás en mi esclava, mi sumisa, y me servirás eternamente como la sucia puta que eres. Tu cuerpo me pertenecerá y tu única existencia estará dedicada a mi placer personal en todas sus formas. Serás follada, humillada, castigada y torturada de maneras que tu mente no puede concebir, sin embargo, te garantizo que el placer será absoluto. No la tomes y no volveremos a vernos nunca.
Sara tomó entre sus manos la copa y dudó durante un único instante. Al principio el sabor dulzón del semen la provocó una pequeña arcada, pero la sensación del néctar del Amo descendiendo por su garganta resultó maravillosa. Ahora Sara pertenecía al Amo Daniel y este tenía grandes planes para ella…
Continuará.