¿vicio total? ¿o no?
Sabia que pasaría, tanto va el cántaro a la fuente... despertaron en mi cosas que ahora no puedo parar, ni quiero.
Parecía increíble, pero era verdad, mi marido estaba encantado. La otra noche le conté con todo detalle todo lo que hicimos Tito y yo, tuvimos que yo recuerde, la mejor noche de sexo. Porque fue solo eso SEXO, puro y duro. Como cambiaron las cosas, ahora era mucho mejor, más detallista, más tierno, mas todo. Pero no fue eso solo, también el saberme deseada por un joven como Tito, me hizo subir mi ego mucho. Lo único que llevaba un peligro, ahora cuando iba por la calle y veía como me miraban los jovencitos, sentía cosas que antes no me pasaba.
Ya estaba deseando que tuviéramos otra salida por ahí, pero como dijo mi marido, por el tema de los niños era difícil, pero un sábado al mes, podíamos hacerlo. No nos gustaba dejar a los niños solos con nadie, salvo excepciones. Un sábado por la mañana, mi marido que estaba en la calle me llamo, había invitado a Fito y Mari a comer, ya que ellos me invitaron a mí. Me disgusto que no me lo hubiera consultado antes, le habría puesto cualquier disculpa, pero me dejo sin salidas.
Una vez en casa, yo estuve todo el tiempo que pude en la cocina y apenas salía. Pero una vez en la mesa para comer, mi familia y ellos, me hacía sentir más segura. Las miradas de Fito, me hacían estremecer. Era mirarlo y recordar lo que ocurrió en el baño de su casa, fue un polvo salvaje, de aquí te pillo a aquí te mato. Me encanto negarlo sería mentir. Solo de mirarme me estaba humedeciendo. Por la cabeza se me pasaba de todo, pero cuando veía a mis hijos, me tranquilizaba, ponía los pies sobre la tierra.
Cuando llego el postre, Mari se iba a levantar a ayudarme y no se lo permití, la dije que era mi invitada. En la cocina, me relaje un poco, apareció Fito sin esperármelo, venía a por hielo. Cuando me di la vuelta para abrir el congelador, sentí su mano por debajo de mi falda y me decía susurrando, que tal estaba mi culito. Yo no podía ni hablar, pero si hubiera querido me hubiera hecho lo que quisiese en ese momento.
Cuando llegue con los postres estaba totalmente caliente. Lo peor era que no podíamos hacer nada cuando se fueran Fito y su mujer, porque estaban los niños. Mari vino a la cocina y me conto que esa noche iban de marcha, que se iba a hartar de follar, que llevaba todas las fiestas de navidad sin probar nuevas pollas, yo la dije que bruta que era. Ella se reía y me decía que ya me contaría. La envidia me corroía.
Cuando se fueron yo me fui al baño, me masturbé dos veces, para tratar de relajarme, pero fue peor. Siempre me había bastado eso, pero ahora no me hacía nada, mi cuerpo me pedía otras cosas. Me acerque a Edu, trataba de tantearle, pero él se había puesto a leer papeles de su trabajo y estaba a lo suyo. Decidí salir al parque con los niños. Estando los niños jugando, veía a los jovencitos de siempre, mirándome de forma disimulada, pero sabía o me imagina que hablaban de mí.
Tal como estaba sentada, se me veía un poco más de la cuenta, cuando me di cuenta me puse bien, viendo la cara de desilusión de los muchachitos. Quise ser perversa e hice como si no me diera cuenta y dejarles ver algo, no mucho. Pero ya se sabe a esas edades lo que pasa con los jóvenes. Otra vez estaban mirando sin perder detalle. Eso al principio me hizo gracia, pero luego además de subirme la autoestima, me subió los calores.
Pasaron dos amigos de mi marido y me preguntaron por él. Miraron más a mis tetas que a mis ojos. Eran incorregibles. Después de hablar un poco se marcharon. Todo esto unido a lo de Fito y a los jóvenes hacían que la calentura fuera en aumento, tenía que encontrar una solución. La solución tendría que pasar por hacer que la idea de salir partiera de Edu y yo la mujer abnegada le haría el favor mi querido marido.
Nada más subir a casa, le conté a mi marido exagerando todo, lo que paso con los muchachos. Que me dijeron algunas cosas muy subidas de tono, según se lo contaba ya había dejado los papeles y me escuchaba con mucha atención. Incluso me insinuó que seguro que me gustaría tirarme a alguno. Yo le dije que estaba loco, pero lo dije sin convencimiento, para que él se animara.
Ya salió la parte “oscura” de Edu. Esa nueva faceta de él, la que yo hasta hace bien poco desconocía. Pero llego a donde yo quería, me dijo de salir esa noche. Yo me hice la difícil, poniéndole excusas de que sería difícil encontrar quien se quedara con los niños, que a donde iríamos sin nada planeado, pues muchas pegas. El a todo le encontraba solución.
Ya al final como haciéndole un favor, le dije que mirara el si la chica que se quedaba con los niños las pocas veces que salíamos, estaría libre. El cogió el teléfono y llamo, yo cruzaba los dedos, después de hablar un rato, me dijo que en media hora estaría aquí.
Me dio un subidón y me dijo ya puedes ir arreglándote, que ya sé dónde vamos a ir y se me ha ocurrido una idea buenísima. Yo le pregunte por la idea y la única respuesta que obtuve, fue que durante la cena me lo contaría. Me metí en el baño y me acicalé desde las uñas de los pies hasta la cabeza, dejando todo listo y bonito.
Cuando salí del baño ya estaba la chica que se quedaba con los niños y le pedí disculpas por lo improvisación de nuestra llamada, ella dijo que le venía muy bien, que teníamos que salir todas las semanas. Que ella además aprovechaba para estudiar, que estaba en la universidad.
Fuimos a un restaurante conocido y allí Edu mientras cenábamos, me conto la idea que se le había ocurrido.
*Mira, nos vamos a una discoteca, entramos cada uno por separado y yo veo lo que haces.
*¿Cómo que ves lo que hago?
*Si, mujer, seguro que más de uno tratara de ligarte, si te gusta alguno, adelante.
*No, ni soñándolo. Me da miedo.
*Si yo estaré allí.
*Que no, de esa manera no me gusta. Y si esa era la idea buenísima, mal íbamos.
Después de esta breve conversación, Edu se quedó chafado, pero note que estaba pensando algo, lo conocía. En los postres me dijo que iríamos a la discoteca como teníamos pensado, que estaríamos un rato y si no me gustaba, tendríamos la opción de ir otra vez al local liberal, yo asentí con la cabeza, pero hubiera preferido ir directamente al local de parejas y no perder el tiempo.
A la discoteca que fuimos, ni la conocía ni nuca oí hablar de ella. Pero nada más entrar me di cuenta que era una para gente de mediana edad. Aunque se veían algunas parejas jóvenes, no muchas y bastantes hombres solos y de distintas edades. Eso si toda la gente iba muy bien vestida.
El sitio era grande y se podía distinguir que había otra planta más. Como la de abajo estaba prácticamente llena, el encargado nos dijo que arriba estaríamos más cómodos y nos acompañó. Según íbamos caminando, veía como me miraban y eso me gustaba, quería decir que había acertado con la ropa que llevaba, aunque me parecía un poco descarada. Los sitios arriba eran como forma de herradura, separados unos de los otros con claridad, en cada sitio podrían caber fácilmente seis personas.
Desde donde nos colocamos se podía distinguir bien la pista de baile, casi toda, también parte de la barra. Yo veía que allí nos aburriríamos un montón, así que ya tenía pensado que una vez nos tomáramos la primera copa, diría de irnos para casa. Esperando que Edu reaccionara.
Cuando nos sirvieron las copas y bebimos un poco, Edu dijo de ir a bailar. Para no disgustarle fuimos a la pista, no había mucha gente, si no recuerdo mal cuatro parejas con nosotros. La música era movida. Al rato había varios hombres bailando como moscones a mi alrededor y como Edu no ponía mala cara, se fueron animando. Yo no les di pie a nada, pero tampoco puse mala cara.
Había uno que bailaba, pero no se acercaba a mí, era alto y fuerte, mi tipo, me miraba descaradamente pero no se acercaba, era intrigante. Luego había otro en el borde de la pista, sin bailar con un vaso en la mano y del mismo tipo que el anterior. Eran de miradas penetrantes.
Cuando dejamos de bailar y salimos de la pista, note como me miraba el que estaba con el vaso, note como me desnudaba con la mirada, me gusto la manera de mirarme. NO pude evitarlo, me giré disimuladamente, para decir una tontería a Edu. Pero lo que quería en realidad era mirar a ese hombre. Aunque trate de disimular, se dio cuenta, levanto el vaso como brindando conmigo y además estaba hablando con el otro que me gusto.
Una vez en nuestra mesa, Edu me dijo que porque no aprovechaba y coqueteaba con alguno de los moscones. Él se había fijado en todos menos e los dos que me gustaron. Yo me hice la tonta y el desde arriba me fue indicando a quienes se refería. Yo aproveche para mirar, pero lo que buscaba era a los dos que me gustaron, pero dese allí no los divisaba.
La verdad que de esos que decía mi marido, no me gusto ninguno, serian simpáticos, todo lo que él quisiera, pero no para nada más. Le dije también, que yo no pensaba tomar la iniciativa en nada. Que de eso se olvidara. Él lo único que me decía que me dejara querer. Yo insistía en lo mismo. Quiso volver a bailar y accedí. Cuando bajamos tampoco vi a los dos que yo quería. Le dije que me esperar que iba al baño. Cuando estaba llegando al baño, vi salir del de caballeros a uno de ellos, era el del vaso, el que no bailaba. Se me acerco y me dijo que se iba ya, pero si pensaba en bailar otra vez, que se quedaba a verme, que era algo bellísimo, me sonreí y fui al baño.
La forma de decírmelo, tan pegado a mi oído, con esa voz sensual, me pusieron al borde de un ataque de calentura. La pena que no se hubiera metido conmigo al baño.
Cuando salí allí estaba todavía, se presentó diciéndome que se llamaba Jesús. Yo le dije que me llamaba Ana. Acto seguido me pregunto que si el hombre que me acompañaba era mi pareja. Yo le dije que eran ya demasiadas preguntas. Nos sonreímos y me acompaño. Vi como Edu me miraba extrañado. Cuando llegamos donde estaba, los presente, Edu este es Jesús y Jesús este es Eduardo mi marido.
Cuando oyó lo de mi marido, se notó que se cortó un poco. Pero Edu estuvo hábil y siguió hablando con él, no le dio tiempo a reaccionar. Yo esperaba que le invitara a sentarse con nosotros, pero no dijo absolutamente nada. Lo que me defraudo mucho. Jesús se fue hacia otro lado mientras bailábamos. Pero veía que no me quitaba la vista de encima.
Pusieron música lenta y mientras bailaba con Edu, le veía a él. Era una mirada tremenda, apareció el otro y se pusieron a hablar, me miraban los dos, me gustaría saber que estarían hablando.
Ya estaba bastante disgustada con Edu, por no haber invitado a Jesús, le dije de irnos a sentar. Una vez arriba le dije de irnos y él me dijo que diez minutos más, alguien habrá que te guste para tontear. Yo le dije pues claro que lo había, ese Jesús, me pareció majo para tontear con él y ponerle los dientes largos.
Pero Edu me dijo, es que hay algo que no me gusto de él, lo vi muy sobrado. Entonces no he dicho nada, me fio de tu criterio, pero estaba que rabiaba. Desde donde yo estaba se veía la escalera, los vi a los dos aparecer. Hablaron algo, Jesús vino hacia nosotros y el otro se quedó apartado. Yo me hice la loca, cuando oí que nos saludaban.
Edu respondió y le dijo que se sentara, estuvieron un rato hablando, ellos solos prácticamente, aunque él no quitaba los ojos de mí. Mi corazón palpitaba a toda mecha. Según le veía yo, entendía a Edu, lo que no le gusto de él. Era fuerte, alto, guapo y atractivo, pero sobre todo con una pinta de golfo vividor tremenda.
Cambiaron la música y pusieron lenta, Jesús se dirigió a mi marido, pidiéndole permiso para bailar conmigo. Edu solo dijo claro, sin problema, pero claro este si ella quiere. Yo quise forzar la situación y mirando a mi marido le dije que no. Pero ahora era Edu quien insistía, así que haciéndome la mártir me levante y nos fuimos a bailar.
Desde donde nos pusimos, yo no podía ver a Eduardo, unas luces me lo impedían, pero sabía de sobra que no se estaría perdiendo nada. Jesús desde el principio me abrazaba con fuerza, con seguridad, como si controlara todo. Note como se empalmaba y por lo que notaba, era como a mí me gustaba, grande. El cada vez acercaba más sus manos a mi culo. Con disimulo, pero me lo sobaba bien. Me decía cosas al oído, no muy descaradas, pero si insinuantes, lo que hacía que me entraran más ganas de follar con él.
Ya nos fuimos y los dos íbamos calentitos. Cuando llegamos a donde estaba Edu, yo me senté y Jesús dijo que iba por otra copa si queríamos algo, Edu pidió otra, pero yo no quise ninguna. Una vez nos quedamos solos, vi el brillo de los ojos de Edu, sabía que le había gustado.
*Bien que te ha apretado.
*Que exagerado eres, ha sido normal.
*Y el toqueteo del culo, ¿Qué me dices?
*Bueno se pasó un poquito, pero normal.
*Seguro que se ha empalmado, seguro que la tendrá grande.
*Pues no lo sé, primero porque no se ha empalmado y segundo porque no se la he visto.
*¿Te gusta?
*No está mal.
*Pero te gusta o no.
*Joder Edu, si te digo que no está mal, es que me gusta.
*Como para tirártelo.
*Pues en este momento no. -dije falsamente-
*¿Y por qué no?
*Porque no lo veo, este sitio, tanta gente, que no se me ha insinuado. Muchos motivos, como veras.
*Pero hay sitios oscuros aquí dentro.
*Déjate de historias. Aquí dentro no. -pero si me lo proponía lo haría en cualquier sitio-
Volvió otra vez Jesús, el amigo ya no estaba. Yo esta vez me quede sentado entre los dos. La mano de Jesús, se quedó muy cerca de mi espalda y notaba como jugaba con sus dedos, en mi cadera y cerca de mi espalda. Me estaba gustando, era atrevido. Cuando volvió a sonar la música lenta, Jesús se puso de pie y me invito a mi directamente a bailar. Edu me decía con la cabeza que sí. Cuando habíamos dado unos pasos, me llamo y regrese. Me dijo al oído que me dejara llevar.
Nada más bajar las escaleras, Jesús me agarro por la cintura y me llevo para otro lado, metiéndonos por una puerta que ponía privado. Yo no me resistí. Nada más cerrar la puerta nos pusimos a besarnos con locura, Como jugaba su lengua dentro de mi boca.
El me empezó a desabrochar con suma rapidez y yo a él. Mis tetas quedaron al aire y el me las comía, haciendo virguerías con la lengua en mis pezones. Yo tenía su nabo en mi mano, no la abracaba del todo, sería una gozada tenerla dentro. Estaba circuncidado del todo. Me dijo que me pusiera saliva para hacerlo mejor y lo hice como me indico.
Luego se sentó en un sillón, me pidió, bueno, mejor dicho, me ordeno que le comiera la polla, que llevaba toda la noche deseándolo. Ahora si se la vi en su esplendor, estaba bien dotado el hombre. Pero yo tenía prisa, que Edu estaría ya mosqueado por no verme. Así que pare de comérsela, me quite las bragas y me senté encima de él. Me entro como un guante. Oí que se abría la puerta, era el amigo. Me dio igual. No dije nada, me limite a besar a Jesús. Cuando note que me tocaban por detrás y no era Jesús. Note un nabo tocándome por detrás. Jesús me dijo que tranquila, que solo me dolería un poco al principio, pero que luego, no me quedo más remedio que cortarle y decir, dejaros de tonterías y que lo haga ya.
El amigo que no sabía ni como se llamaba, fue directo, se sorprendió al ver que entraba tan fácil. Me daban buenos empujones los dos. Me hicieron correr dos veces, hasta que los note como se vaciaban dentro de mí. Recompuse mi ropa, me puse las bragas y sali de allí. Cuando llegue arriba, veía como Edu estaba mirando con detalle hacia abajo, ni me vio venir.
*Edu ¿Nos vamos?
*¿Dónde coño estabas?
*Pues haciendo lo que tu querías.
*¿Coqueteando?
*Si a coquetear llamas tu a que te follen dos a la vez. Pues sí.
*Eso lo dices para contentarme.
*Vámonos y lo veras.
Una vez en el coche, le dije que arrancara y cuando estábamos en marcha, me metí la mano por debajo de la falda, recogiendo de lo que me habían dejado en mi cuca y en mi culo. Para luego pasárselo por los labios. No me hizo falta nada más que ver la cara de vicio que puso. Nada más llegar a casa no me dio tiempo ni a desnudarme. Follamos, así como íbamos, mientras me hacía contarle todo lo sucedido.
Ya lo tenía muy claro a él le gustaban de verdad los cuernos y yo había pasado a ser la más puta. Me pasaba todo el día ahora pensando en follar. Cuando fui a la cocina a beber un poco de agua, vi una nota de la chica que estaba cuidando los niños. Ponía urgente. La cogí y la leí. Que habían llamado diciendo que había fallecido un tal D. German. A mí ni me sonaba. Por lo que se lo dije a Edu, que cuando lo oyó se levantó corriendo y llamo por teléfono. Mientras hablaba, tapo el teléfono y me dijo que le hiciera la maleta y que pusiera un traje oscuro.
Una vez que colgó, me dijo que se iba, que ese German era el gran jefe y que se había muerto repentinamente, pero que ya todo el mundo había salido para la ciudad donde vivía. Quedaba a uno 400 kilómetros, calculo yo. Yo le pregunte si era imprescindible, a lo que él me dijo pues claro, además esto se vería reflejado en cambios en el trabajo seguro. Entonces le dije que pasaba con la habitación que teníamos que desmontar al día siguiente, ya que el lunes a primera hora traían los otros muebles y los que teníamos había que llevarlos al trastero. Se encogió de hombros y se fue.
Al día siguiente cuando iba con los niños a por el pan. Me encontré con una vecina, Mª Teresa, mas mayor que yo, que mi marido era jefe del suyo. Que se había enterado de lo de D. German, después de hablarme durante un rato de lo bueno que era su marido, me vino a decir que mi marido si pudiese mirara por el suyo, si había algún cambio.
Yo la dije que no se preocupara. Pero como quería seguir enrollándose, me disculpe diciéndola que llevaba prisa, que además tenía que desmontar una habitación completa sin falta, que mañana traían los muebles nuevos y mi marido se había ido.
Ella me dijo que no me preocupase, que su hijo y algún amigo seguro que me lo podían hacer, que por una propinilla seguro que lo hacían. Vi el cielo abierto. Me dijo que me llamaría.
Una vez que subí el pan, hablé con una vecina, que cuando tenemos algún problema, ella se queda con mis hijos o yo con los suyos. Para que se quedara con los míos y no puso ninguna pega.
Me llamo la vecina por teléfono y me dijo que en una hora estaría allí su hijo y sus dos amigos. No sabía que dos amigos serian, pero seguro que cuando se enterasen a quien tenían que ayudar, vendrían los más golfos. Estos eran de la pandilla que decían de todo cuando me veían.
Decidí ponerlos cachondos y luego ya me apañaría yo solita. Casi todos tenían los 18 años o estaban a punto de cumplirlos. Me puse un pantalón corto, pero no ceñido del todo, se podía ver algo por mi entrepierna si se daba la ocasión. Y me puse una camiseta de manga corta de propaganda. Que sin sujetador marcaban bien mis pezones.
Sonó el timbre de casa y cuando abrí, no me lleve ninguna sorpresa. Venían los que yo imagine, los gallitos del grupo. Nada más verme casi se atragantan. Les di las gracias y fuimos para la habitación. Seguro que iban mirándome el culo. Una vez allí los chavales se pusieron manos a la obra. Había uno tumbado en el suelo desmontando la cama. Podía ver como miraba para arriba, abrí un poco más las piernas y el panorama que veía le gustaba, porque se notaba algo crecer dentro de sus pantalones.
Salí a por unos refrescos y me quedé escuchando a los tres. Decían barbaridades como, no lleva ropa interior, le he visto el coño, no tiene ni un pelito. Menuda puta que es. El marido seguro que no la folla como debe. Ya nos podía pagar en carne. Menudo pajote me voy a tener que hacer luego. Y muchas cosas más. Todo eso me estaba poniendo más caliente de lo esperado y si seguía así no me quedaría más remedio que cambiarme los pantalones o se notaría mucho.
Quien me iba a decir a mí que pondría así a unos chavales. Estaba encantada de la vida. Cuando les lleve los refrescos, sonó el teléfono. Era Eduardo, así que me excusé y me fui al salón. Me senté en un sillón, de tal manera que si alguno aparecía darle un buen espectáculo.
*Menuda paliza me he dado conduciendo. Pero he llegado con el resto. Que parece que no, pero aquí están todos pendientes.
*¿Cuándo vuelves?
*Mañana sobre la hora de comer, calculo yo.
*Vaya rollo, me tendré que tragar yo lo del montaje de la habitación.
*Es verdad. Y no hemos desmontado la habitación.
*No te preocupes, que el hijo de Mª Teresa y dos amigos, la están desmontando ahora mismo y luego lo dejaran en el trastero.
*Menos mal. Luego dales una buena propina. Aunque seguro que se estarán poniendo las botas, imaginándose cosas contigo.
*Siempre igual.
*Tu contéstame solo si o no, por si te están escuchando.
*Vale.
*Te han mirado mucho ya.
*Si, bastante.
*¿Cómo vas vestida?
*Ni si ni no. No sé qué decirte.
*Es verdad. ¿Llevas falda?
*No
*Entonces llevas pantalón. ¿Corto o largo?
*El primero.
*¿Se puede ver algo?
*Si.
*La parte de arriba, ¿blusa o camiseta?
*La segunda.
*A todo esto, vas muy descarada.
*Puede que sí.
*Los estas provocando a posta. -en eso apareció uno que fue a la cocina por agua y mientras bebía el agua no quitaba ojo de mi entrepierna-
*Siiiiiiiiiiiii.
*Llevas ropa interior.
*Para que, es mejor que no.
*Y yo perdiéndomelo.
*Luego te tocara a ti solita.
*Pero no te preocupes que te llamare.
*Y ya te ayudare yo.
Acabamos la conversación y mi marido seguro que se quedó caliente y deseoso de mi llamada, para hacer sexo telefónico, que eso nos gustaba a los dos. Me levante sin hacer nada de ruido. Para espiarlos y oía como hablaban de mí. Cada vez eran más subido de tono sus comentarios. Que me atarían para luego hacer conmigo de todo. Que me estrenarían el culo -inocentes-, que se correrían en esas tetazas que tenía. Ya acabaron de desmontar todo y les di las llaves del trastero diciéndoles el número. En varios viajes bajaron todo. Cuando subieron a despedirse, tenía dinero preparado y al principio se negaban a cogerlo, pero al final lo aceptaron. Cuando se iban me dijeron que, si les hacía falta para algo más, no tenía más que decirlo. Les di nuevamente las gracias.
Era una pena que fueran tan jovencitos. Porque seguro que con algunos años más, me hubieran follado como locos. Pero tampoco había estado nada mal. Cogí un cepillo y barrí bien toda la habitación, que no es que estuviera sucia, pero siempre queda alguna pelusilla.
Me fui a mi cama, me tumbé y aparte un poco el pantalón, me empecé a tocar suavemente, quería disfrutarlo, recordaba sus miradas, me los imaginaba ahora cada uno en su casa, haciéndose una paja a mi salud, que desperdicio. Ya estaba animándome cada vez más, cuando llamaron a la puerta. No pensaba abrir, no era el momento. Pero como insistieron me tuve que levantar. Mire por la mirilla y era uno de ellos, al que llamaban Sebas.
¿Qué querría? Abrí la puerta y me pidió disculpas por molestar. Pero es que se había dejado la cartera. Si no recordaba mal en el baño. Le dije que iba por ella. Cuando oí cerrar la puerta, pensé, no será capaz. Pero cuando llegué al baño y fui a coger la cartera, lo tenía pegado a mi espalda, rozando todo su paquete en mi culo. Me recordó a lo que me paso con Fito.
Se le notaba impulsivo además de nervioso. Parecía que me lo quería hacer sin quitarnos los pantalones. Me gire como pude, le dije que tranquilo y le bese en la boca. Se relajó algo. Me lo lleve a mi habitación. Le hice desnudar y yo hice lo mismo. No me quitaba ojo. Su nabo era como un mástil, bien arriba. No estaba mal dotado. No era como los últimos nabos que probé, pero estaba bastante bien.
Una vez me tumbe en la cama, él se lanzó como una fiera a comerme mi cuca. Lo hacía bruscamente, por lo que le pare y le pedí tranquilidad, le dije como tenía que hacerlo, me estaba haciendo caso en todo y aprendía rápido. Si me seguía haciendo caso aprendería mucho. Se le notaba dispuesto a aprender. Le avise de que me correría, le avise de que no parara. Fue una comida fenomenal.
Con mis tetas paso lo mismo, le explique cómo lamer y mordisquear un pezón, como tocar. Le costó un poco más, pero al final aprendió. Pero yo sabía lo que quería, quería meter a toda costa. Le hice ponerse un preservativo. Le indique como tenía que follar, sin prisas, con tranquilidad. Empezó muy bien, pero notaba por cómo se movía, que no le debía de faltar mucho. Lo tranquilizaba para que se dosificara, para llegar los dos juntos. Notaba que le costaba, pero hacia lo que yo le decía.
Cuando yo estaba iniciando mi corrida, le anime para que se corriera y no hizo falta mucho más, según me follaba, mas bruscamente notaba como se corría, su cara lo decía todo.
Pero yo no estaba dispuesta a que eso acabara ahí. Le quité el preservativo y se la empecé a chupar, se notaba la edad, porque poco a poco notaba como crecía en mi boca. Fue facilísimo, estaba otra vez en plena forma. Le iba a hacer correrse en mi boca. Pero el maldito teléfono sonó, era el tono de llamada de mi marido. Era inoportuno hasta decir basta.
Le dije al chaval, que silencio, que ni una palabra. Eduardo por lo que se ve sentía curiosidad, por saber cómo iba todo o si ya habían acabado. Yo estaba tumbada boca abajo, apoyada en mis codos y hablando con él. Cuando noto a Sebas, acercarse por detrás y como me la mete sin preservativo, yo hago un gesto de quitarlo, pero se ha vuelto atrevido. Inicia un movimiento, follándome despacio, pero sacándola casi toda, para luego notar como entraba toda.
Eso hace que me ponga muy cachonda. Mi marido empieza a decirme cosas por el teléfono. Se cree que el cambio de mi voz es debido a lo que él me dice. Pero de pronto le digo, lo que más me gustaría es que me hicieras lo que más me gusta, que me follaras el culo. El chaval lo entendió a la primera y según iba explicándome mi marido como me metería el nabo, el chaval lo iba haciendo. Era tal la calentura que tenía por la situación, que estaba prácticamente al borde de correrme otra vez. Y lo hice escandalosamente y con unas buenas metidas de Sebas. Que potencia. Note como me llenaba el culo.
Le dije a mi marido que había sido fantástico y él me dijo, que cuando llegara a un sitio discreto, trataría de aliviarse el también. Nos despedimos. Vi que Sebas se fue al baño a lavarse y al rato apareció. Se vistió y me dijo que le gustaría repetir otro día. Yo le dije que, si no era un bocazas y sabia tenerlo en secreto, que lo pasaríamos muy bien. El me lo juro por todo lo que había que jurar y me lo creí.