Viaje soñado

Un pareja realiza un viaje a un pais exótico, en busca de relax y es sorprendida por delincuentes, primero y por las propias autoridades después.

En cierta oportunidad decidimos con mi pareja, realizar un viaje a un lugar muy exótico, en donde el clima fuera cálido, que tuviese mar y montañas, playas con palmeras, cabañas de madera, en donde pudiésemos estar en contacto directo con la naturaleza. Buscamos y buscamos, consultamos con gente especializada en turismo y finalmente nos decidimos a viajar al lugar soñado. No voy a decir el nombre del país que visitamos, por prudencia y respeto a su población.

Viajamos muchas horas para llegar, debiendo hacer escalas en distintos aeropuertos. En el último que estuvimos, contratamos un taxi que nos llevó desde la ciudad a donde habíamos arribado hasta nuestro hospedaje, que quedaba en una pequeña localidad sobre el mar, a escasos 80 km, por camino de montaña.

Nos atendieron de maravilla, nos alojamos en una cabaña en la playa y pasamos una semana inolvidable, comiendo mariscos, tomando sol, teniendo buen sexo todos los días, en la cabaña, en la playa, incluso bañándonos en el mar. Hasta que sucedió lo imprevisto, lo que no estaba en nuestros planes.

Una noche nos decidimos a salir a comprar objetos típicos del lugar, para llevarnos el mejor recuerdo de aquella localidad de gente tan amable. Habíamos comprado todo tipo de artesanías, estábamos satisfechos por las compras, entonces decidimos volver a nuestra cabaña en la playa caminando. Debíamos atravesar una zona que no estaba iluminada, teníamos que conformarnos con la luz de la luna, que afortunadamente esa noche había salido temprano y ofrecía bastante claridad. De ahí, que nuestra determinación a caminar en nuestro regreso.

Al salir de la zona urbana el paisaje era boscoso, con árboles de gran altura y vegetación espesa y tupida. Estábamos atravesando esa zona, cuando fuimos interceptados por tres delincuentes, que nos arrebataron los documentos, el dinero en efectivo, las tarjetas de crédito, nuestros relojes, alianzas, incluso los celulares, solo nos dejaron los elementos que habíamos comprado recientemente. La frutilla del postre fue que los mal vivientes me manosearon de arriba a abajo, me tironearon la ropa para arrancarla de mi cuerpo, todo eso ocurrió en el último minuto, ya cuando se retiraban, no dándonos tiempo a ningún tipo de reacción, finalmente se esfumaron en la oscuridad del bosque.

Como estábamos en el medio de la nada, no supimos si era conveniente regresar a la aldea para denunciar lo sucedido o volver a la cabaña y desde ahí hacer la denuncia. Nos decidimos por lo último.

Tanto mi pareja, Martín, como yo, Vanesa, somos dos personas de buen estado físico, de rasgos agradables y buena presencia. No somos modelos publicitarios, pero bien podríamos serlos, no solo por la apariencia física, sino también porque siempre estamos vestidos y arreglados de acuerdo a la ocasión.

Esa noche, Martín estaba vestido con una bermuda y remera de colores claros y zapatillas de lona. Yo llevaba un top negro, una minifalda blanca y calzaba suecos de plataforma alta. Cuando llegamos a la cabaña, nos comunicamos con la policía local, quien de inmediato nos tomó la denuncia, informándonos que en minutos tendríamos una camioneta para trasladarnos hasta la ciudad. Así fue, a los pocos minutos llegaba un furgón de la policía y dos agentes vestidos con pantalones cortos y camisa, golpearon en nuestra cabaña, invitándonos a acompañarlos en su vehículo.

Nos hicieron subir al furgón en la parte trasera, no tenía asientos, había que viajar de pie, tomado de un pasa manos que había en el techo del vehículo. En la cabina viajaban dos oficiales y en la parte posterior, Martín, yo y 3 oficiales más. Era evidente que el vehículo no estaba preparado para llevar pasajeros, porque nos íbamos de un lado al otro, haciéndose muy difícil mantenerse sin tomarse del pasamanos, además el camino era muy accidentado, lleno de curvas y pendientes.

En esos continuos movimientos a que estábamos expuestos, nos chocábamos unos con otros, siendo yo la que llevaba la peor parte, porque siempre caía en manos de un policía o de otro y al estar con el top, sentía las manos de estos hombres en mi cuerpo muy seguido, incluso en mis piernas, porque al estar tomada del pasamanos del techo del furgón, la minifalda, se me hacía mas mini y por momentos, sentía vientito en mi cola y los ojos de estos hombres ya los sentía clavados en mi.

Así fue que sentí una mano en mis nalgas, por debajo de la mini, lo que me hizo pegar un saltito. Martín se asustó y al preguntarme que me había pasado, le eché la culpa al camino, para que la cuestión pasara desapercibida. Minutos después, quien me tocó la cola, envalentonado por no haber sido descubierto, volvió a tocarme y ahora con mas insistencia, el muy caradura se atrevió a dejar la mano por debajo de la mini, hasta el momento que yo se la retiré. Tampoco le dije nada a Martín de lo sucedido, por segunda vez disimulé el echo, lo que hice fue cambiar de posición en el vehículo alejándome del acosador.

De nada me sirvió, porque ellos se hablaban en un dialecto que nosotros no entendíamos y ahora era el otro policía quien me tocaba mi cola y con mas coraje, tiraba con su otra mano del top, queriendo desprenderlo. De nuevo tuve que sacar la mano de este bribón de mi cuerpo, pero éste no se quedaba quieto, seguía insistiendo con mi cola, así que me dejé vencer por la perseverancia y lo dejé con su mano estacionada en mis nalgas, pensando yo que con eso se conformaría hasta llegar a la sede policial y ahí si, se las tendría que ver conmigo, con Martín y con sus superiores.

Pero con esto volví a equivocarme, porque el muy sinvergüenza, al notar que yo no le oponía resistencia, fue por mas, ya no se conformaba con acariciar mis nalgas en toda su superficie, sino que con sus largos dedos, me levantaba el borde de la tanga, haciendo pasar sus dedos hasta mi zanja en busca de mi agujerito. Hasta ahí lo pude tolerar, pero mas no, le dije que sacara su mano de mi cuerpo y por única reacción tuve un fuerte empujón hacia atrás, golpeándome con su compañero, quien me toma desde atrás e inmoviliza mis brazos. El policía que me empujó desenfundó rápidamente su revolver y le apuntó a Martín, a quien obligó a darse vuelta para ser esposado. Se comunicaron con los que conducían, para detener el vehículo, conversaron entre ellos algo que no pudimos comprender y continuó la marcha pocos minutos mas y vuelta a detenerse el vehículo. Lo hacen bajar a Martín y mirando hacia el exterior solo pude observar la oscuridad de la zona boscosa. Esto me provocó mucho miedo, me esforcé para tratar de liberarme de quien me tenía tomada desde atrás, porque sentía en mis nalgas el miembro erecto de mi captor, además que se me pegaba al cuello, pasando su lengua por mis hombros desnudos, mordiendo mi oreja, haciendo todo lo que mi inmovilidad le permitía hacer.

Uno de los hombres se quedó a custodiar a Martín bajo el vehículo y los restantes se encerraron conmigo en el furgón. Yo les gritaba que me dejaran ir, que eran policías, que los iba a denunciar y todo lo que se me venía a la cabeza, recibiendo como única contestación que había agredido a un oficial de la policía, que eso era un delito que se castigaba gravemente en su país, que no había ningún tipo de atenuantes y que o colaboraba con ellos o iría directo a una cárcel de máxima seguridad, en donde sería violada por decenas de personas, de ambos sexos, incluso hasta podrían hacerme coger por perros, para filmar los videos que luego venderían en buen dinero.

No podía creer lo que me estaban diciendo, nosotros estábamos de vacaciones, nada malo habíamos echo, le dije esto y me contestó quien llevaba la voz del grupo:

- Vos le pegaste a un oficial, además de venir provocándolo con tu desnudez, incitándolo a que te toque.

  • Yo no incité a nadie, primero uno tocó mi cola y cuando me di vuelta, fue su compañero. Además no le he pegado a nadie, solo le saqué la mano que me había puesto en la cola, por debajo de mi pollera.

  • No importa lo que sea que haya pasado, le pegaste a un oficial y eso se castiga, tú dirás si seguimos camino hasta la cárcel o lo quieres arreglar aquí con nosotros. Además no tienen ningún tipo de documentación y no sabemos quienes son, pueden ser terroristas disfrazados de turistas. Tú decides.

  • Yo quiero que esto terminé acá mismo, pero no tenemos dinero para darles, si eso es lo que me están pidiendo.

  • Ahora además nos estás tratando de sobornar, eso también es muy grave. Sigues cometiendo delitos que se pagan solamente con la cárcel.

  • No, yo no quise ofenderlos, digan Ustedes como puedo reparar esto.

  • Tienes que calmarte y hacer lo que nosotros te digamos, después de eso te prometo que te devolvemos al aeropuerto y puedes regresar a tu país. Y cuando nosotros te dejemos en el aeropuerto, ya tendrás allí tus documentos y equipaje, para que puedas abordar sin inconvenientes tu avión.

  • Que es lo que tenemos que hacer.

  • Primero que nada, calmarte - mientras decía esto, pude ver como se aflojaba el cinturón, desprendía su pantalón corto y comenzaba a bajárselo, quedando desnudo, con su miembro ya erecto, negro, lustroso. No pude dejar de ver esa verga negra, erecta, de gran tamaño, fue algo que me quedó gravado en mi memoria.

  • Noooo, yo no voy a tener sexo con Usted - me animé a decirle al policía.

  • Yo no hablé que tengas sexo conmigo, mujer - me respondió con una sonrisa -  vas a tener sexo conmigo y con los que yo te diga que tengas sexo- tras lo cual me aplicó un puñetazo en el estómago que me dejó desmayada. Cuando recobré el conocimiento, estaba acostada sobre una lona, en el piso del furgón, con las piernas abiertas y sobre mí, penetrándome había un moreno, que jadeaba y que parecía estar cerca de acabar dentro de mi concha. Después de estremecerce con la llegada del polvo, el moreno, me besaba mi cara, pasando la lengua por mis labios, mejillas, mordisqueando el lóbulo de mis orejas y el cuello, lo que provocaba que me piel se erizara, no  podía controlar esa sensación.

Este hombre, era el segundo que me había cogido, el primero lo hizo mientras yo estaba inconciente y era el jefe de todos, el segundo era el que se estaba levantando recién y ahora se preparaba el tercero, que ya venía desnudo tocándose su verga para tenerla mas a punto.

Yo me sentía muy dolorida, sentía una gran irritación en mi vagina, me daba la sensación de estar desgarrada, el dolor me llegaba hasta el útero, no estaba nada bien, mientras estuviera en las manos de esos salvajes.

Cuando el tercer moreno se percató que estaba con los ojos abiertos, me dijo que me levantara y que apoyara mis manos en el buche de las ruedas traseras, me acomodó con la cola hacia arriba, boca abajo y lo sentí tomando con sus manos mis caderas atrayéndome hacia su cuerpo, sentí el calor de su verga contra mi concha y como me penetraba fácilmente, por estar dilatada por las dos violaciones anteriores y lubricada con la leche que me habían inyectado sus compañeros.

De un golpe, su pija me llegó hasta el fondo a pesar de lo larga que la tenía, cuando la sintió que estaba mejor lubricada que al principio, la sacó para pujar sobre mi culito.

  • No, por el culo no, por ahí me duele mucho, no, por favor - le supliqué, recibiendo una fuerte nalgada y un tirón en mis cabellos, que me hicieron entender que de nada valía negarles algo.

Sentí, como esa verga abría mi culo, tuve la sensación que me iba a hacer encima y ojala me hubiera echo encima, por lo menos le hubiera ensuciado la verga al forajido ese. Pero era imposible que tal cosa pasara, porque esa pija ocupaba todo mi culo, mi ano estaba agrandado al máximo, cada vez sentía la pija mas adentro, mis lágrimas mojaban el piso del furgón, el negro seguía pujando y sentí que su vientre estaba contra mi espalda, había puesto toda su verga dentro mío, ahora empezaría el entre y saca, adentro y afuera, despacito, despacito, un poco mas fuerte y empiezo a sentir que me gusta, me avergüenzo pero mi conchita está mojada, me baja algo por las piernas, me toco y no se si es leche o mis propios jugos o una mezcla de ambos.

Sin darme cuenta, mi calentura me traiciona y empiezo a moverme yo, pegando culazos contra el negro, quiero que me clave bien, si me la puso a la fuerza, ahora quiero que me quede algo de esto, quiero echarme un polvo yo también, quiero tener un orgasmo y se me está viniendo y lo estoy logrando y si, si, si, no me importa, me muevo como una poseida por el demonio, el negro se da cuenta y me pega unas nalgadas y estoy tan caliente que acabo como una yegua, porque soy una yegua, con mis manos hacia atrás, le impido al negro que me la saque, que me la deje un poco mas, que no me la saque, pero al negro no le importo una mierda, yo no existo para él, saca su poronga de mi culo y me deja tirada en el piso. Y yo, una tarada que se creyó que podía sacar algo bueno de un animal de ese calibre.

Estoy tirada en el piso, cuando se me viene el cuarto hombre. Otro más me va a coger. Son prolijos, primero el de mas jerarquía y luego los otros. El que se viene ahora es el porquería que me tocaba la cola al principio. Miro de reojo, ya viene con su pija afuera, erecta, todos son muy pijudos, todos la tienen muy grande, es algo inherente de su etnia, este se pajea fuerte, no la tiene tan dura como sus compañeros.

Así que el hombre que me tocaba el culito de entrada, va a demostrar sus habilidades. Se sienta en el furgón, se recuesta contra uno de los laterales y me hace señas para que me siente encima de él. Este hombre ya se dio cuenta que estoy totalmente dominada por ellos, que le basta una simple seña para que yo haga su voluntad. Me señala su verga en punta, con su dedo índice, como diciendo: "ven, siéntate sobre mi verga, clávatela hasta el fondo". Yo no me puedo mover, por la trompada recibida, por las nalgadas que mas que nalgadas pueden ser consideradas como una paliza, el tirón en mis cabellos, que me dejó la con dolor de cabeza, los dos hombres que me cogieron por adelante y uno por atrás. Este último fue el que mas me cansó, porque yo participé al final de su cogida y eso me agotó.

Pero este hombre, que parece ser el mas joven, no tiene buenos sentimientos al parecer, porque mi tardanza en cumplir con su seña le pareció excesiva, entonces estira su mano hasta alcanzar mi top y desde su lugar pega un tirón que me lo rompe, quedando mis tetas al aire y yo de cara al piso, entre sus piernas.

El tipo no me dejó levantar, no quiso que me levante, empujó con sus dos manos para llevar mi cabeza hasta su verga y obligarme a que se la chupe y claro que se la chupé, porque en la invitación a que se la chupe venía incluido un fuerte coscorrón en mi cabeza, pegué un grito por el dolor provocado y ese grito termino ahogado por la cabeza de su pija entrando en mi boca, ayudado por sus manos que empujaban desde mi nuca para que tragase entera la verga esa. Me traspasó la garganta y gracias a que me permitió levantar un poco la cabeza pude volver a respirar, pero volvió a traspasar mi garganta en dos o tres oportunidades mas y yo aprendí a dominar esa técnica, relajándome para que la pija pase hasta mi cuello.

Estuvo jugueteando con ese tema de ahogarme con su verga un rato largo, hasta que cuando notó que pude manejar la situación, me quitó la verga de la boca y volvió a insistir en que me sentara sobre su pija y me la clavara hasta el fondo. Me hizo girar hasta quedar de espaldas a él, yo quedé acomodada en cuclillas, él con sus manos presionando mi cuerpo para que bajara y subiera recorriendo su negra verga. Cuando logró excitarse mas aún de lo que estaba me empujó hacia adelante y me hizo poner en cuatro, él arrodillado atrás mío me penetró y me cabalgó hasta hacerme tener un orgasmo, otro mas y terminé gimiendo y llorando como una puta, me gustó tanto lo que me hizo este muchacho negro, que me eché dos polvos seguidos antes que él pudiera echarse el primero. Me volvió a pasar lo que me pasó con el anterior policía, terminó de cogerme y yo queriéndolo disfrutar un poco con la verga adentro y no, me la sacó bruscamente y me apartó como quien patea un perro de la calle. Ahí quedé tirada, con el culo para arriba, chorreando leche por adelante y por atrás, sin el top, nadie se había ocupado de mis tetas, operadas antes del viaje, para poder lucirlas en la playa, me cogieron cuatro tipos y me dejaron tirada como una basura.

Me acordé en ese instante que Martín estaba esposado afuera del furgón a merced del quinto policía que se había quedado custodiándolo. Se me dió por pensar que eso ya sería todo y que ahora, estando cumplida mi parte, nos llevarían hasta el aeropuerto. No, me equivocaba, quedaba un policía sin atender y Martín hasta el presente seguía sin haber hecho ningún tipo de sacrificio.

Uno de los policías, abrió la puerta y le dijeron al custodio de Martín, que lo hiciese entrar. Cuando Martín me vió tirada en el piso, prácticamente desnuda, en el estado lamentable en que me encontraba, tuvo un ataque de locura, por lo cual le aplicaron dos golpes muy fuertes en la cabeza con unos palos que llevaban, que lo semi-noquearon, quedando tirado en el piso. Entre dos policías le quitaron sus bermudas y lo colocaron boca abajo, separándole las piernas. El que lo había custodiado, también se quitó la ropa y echó sobre el culo de Martín un chorro de aceite para motores, que también usó para pasarse por su verga. Le levantaron un poco el orto a Martín y se le arrimó por detrás el policía con la pija aceitada, pujando para penetrarlo.

  • Nooooooooo - le grité - a él no, por favor, que es un hombre, haganme la cola a mi, a él no, por favor se los pido - y me largué a llorar desconsoladamente.

Sentí como se quejaba Martín, mientras el salvaje lo penetraba, seguía semi-inconciente, a pesar de ello, se quejaba por el dolor que le producía la verga que le estaba entrando en su culo. Pude ver al negro miserable como bombeaba y bombeaba hasta que le acabó en el culo y al igual que me habían echo a mi, luego lo apartaron como si fuera basura.

Totalmente desnudos nos abandonaron en el mismo lugar en donde fuimos violados, cuando nos hicieron descender del furgón, antes de retirarse nos amenazaron con fusilarnos si nos movíamos de ahí antes que transcurriesen quince minutos. Debíamos quedarnos inmóviles de cara contra un árbol. A modo de despedida, nos hicieron acostar boca abajo y nos orinaron de pies a cabeza, 4 de los 5 policías, luego nos hicieron parar nuevamente contra el árbol y desaparecieron.

Nunca mas supimos de ellos, en companía del administrador de las cabañas, volvimos a denunciar todo lo ocurrido y la policía dijo desconocer que antes haya existido una denuncia de nuestra parte y mucho menos que hayan enviado un furgón con cinco policías para tomarnos declaración.

Hasta que no estuvimos sentados en el avión de regreso, no volvimos a estar tranquilos y todo ese tiempo entre lo acontecido y el vuelo que tomamos nos quedamos a vivir con el cónsul de nuestro país.

Marcela marce459@live.com.ar