Viaje sin retorno (5 : Mar de dudas)
Cuando estás buscando respuestas sobre ti mismo puede que tu mejor amigo y tu peor enemigo te ayuden a encontrarlas. Y si además resulta que los dos están buenísimos las cosas pueden ponerse realmente interesantes...
Hola a todos, ¡por fin nos conocemos personalmente! La verdad es que estoy encantado de poder estar aquí con todos vosotros por primera vez. Ya tenía ganas de participar un poco más activamente en esto.
¿Cómo? ¿Que no entedéis nada?
¿Qué dónde está Soldmixx? ... ¡Y yo que sé!
¿Soldmixx no os avisó de esto? Este chico es incorregible, en fin...
¡Pues claro que os sueno de algo! ¿Que no os acordáis de qué?
Entonces... Bueno, lo suyo sería presentarme ¿no? Me llamo Iván, voy a primero de bachi ... ¿¡Pero qué estoy haciendo?! Si todos ya me conocéis lo suficiente, Soldmixx os ha hablado mucho sobre mí en "Viaje sin retorno"...
Vale, creo que ya la estoy fastidiando... Olvidaros de todo lo que he dicho hasta ahora, para una vez que me dejan al cargo de la historia y ya lo estoy jodiendo todo. Bueno, la cosa es que Soldmixx ahora mismo no está y como sabe que algunos estáis deseando saber cómo sigue la historia me ha pedido personalmente a ver si yo os la podría seguir contado. Obviamente le dije que sí, pero ahora que estoy en ello... No se... No se me da demasiado bien hablar en público, os prometo que voy a hacer todo lo que pueda para que esto no sea una tortura para vosotros. Aunque ayudaría que no me estuvieseis mirando todos a la vez... ¡Bueno vale, ya voy, ya empiezo! Anda que no sois algunos exigentes y encima lo queréis todo corriendo...
Pero que sepáis que si no es por mis amigos y por mi no tendríais ni historia ni nada. Aquí el más listo ha sido el escritor este que se hace llamar "Soldmixx"...¡Por favor, pero a quién se le ocurre ese nombre! Si suena más a batidora barata de la teletienda que a otra cosa... Como tenga tanto arte al escribir como para elegir un nombre estamos jodidos. Y encima de que somos nosotros los que aparecemos en sus relatos...
¿El mérito para quién es? ¡Para él!
¿Y que sería él sin nosotros? ¡Nada!
Y que sepáis que ni nos paga ni nada, por no darnos no nos da ni las gracias. Y para colmo ahora quiere que sea yo el que siga contando la historia, ¡será vago!
Oye, pero no me miréis así... ¿Qué pasa? Ah, ¿que queréis saber lo que pasa a continuación en la historia? Bueno, a eso iba... Joder como os ponéis.
Solo pediros un favor, no le contéis nada de esto a mis amigos que si no vamos a tener un problema. ¿Cómo que por qué? ¡Pues porque también van a querer ser ellos los narradores! Y creedme, Mario haciendo expresiones orales en clase es un verdadero desastre, asi que en una situación como esta puede ser un verdadero horror.
Venga, ya no os meto más el coñazo, espero que os guste el relato contado por mi.
Cuando le di a la tecla "enter" tengo que reconocer que estaba temblando, no me podía creer que por fin tenía la solución para resolver ese tema que tan preocupado me tenía: La verdad. Por fin la tendría. ¿Qué había pasado en Italia? ¿Por qué no me acordaba de nada? Vale, sí, lo reconozco. Hubo momentos en los que bebí más de la cuenta y por ello es normal que tuviese algunas lagunas en la mente... Pero... ¿Realmente me había afectado tanto el alcohol? Aquí en España ya me había pillado más de una borrachera y nunca me había pasado nada por el estilo, y no creo que el alcohol italiano sea mucho más fuerte que el que nos venden aquí. Algo raro me había pasado y de lo único que estaba seguro era de que Hugo tenía mucho que ver con ello. Esperaba que con ese mensaje que estaba enviando mis dudas se esclarecieran.
Ahora una nueva esperanza de resolver ese rompecabezas se alzaba entre las tinieblas de mi mente, su nombre era Roberto. Para los que no lo sepáis este chico italiano fue mi salvación en mi viaje veraniego por su país. Sin duda haberle conocido había sido una gran ayuda para mí, gracias a él la estancia no se me había hecho una tortura. Cuando le conocí a Hugo todo parecía que iba a ir bien, me caía bien el chico de ojos azules. Mi primera impresión no pudo ser más equivocada, no pasaron ni las primeras horas con él cuando ya empecé a sentir que no me lo iba a pasar tan bien como esperaba.
Tener a Roberto conmigo hizo que me lo pasase genial, el hecho de que supiese hablar español de manera bastante fluída obviamente había ayudado. Lo que sí que se hizo obvio desde un primer momento fue que Hugo no compartía mi opinión sobre Roberto, por ello cuando estábamos los tres a solas no podía evitar sentirme bastante incómodo. Suerte que el italiano siempre tenía una sonrisa para cualquier situación y no se amedrentaba frente a las gélidas miradas que le echaba Hugo muy a menudo. Yo tengo que reconocer que todavía me cuesta mantenerle la mirada al Hugo.
La semana prosiguió de manera aburrida, como de costumbre. Sin contar la expulsión del lunes y la bronca correspondiente de mi madre todo había sido un verdadero coñazo. Las clases cada vez se me hacían más largas y las materias cada vez más complicadas, las horas de estudio diarias se incrementaban notablemente. Y por si eso fuese poco la fiesta que estaba programada para el sábado se había aplazado sin fecha concreta ya que Carlos, el chico que la organizaba en su casa, no hacía más que suspender todos los exámenes. Sus padres se habían tomado la molestia de no irse de viaje y así cerciorarse de que su hijo se pasaba todo el fin de semana estudiando y no de fiesta.
Nada conseguía sacarme de la monotonía que parecía haberse instalado en todos los alumnos del colegio, las semanas pasaban de forma lenta y pesada. Ni siquiera el dar una vuelta por ahí con mis amigos los sábados por la tarde me despejaba, nada. Y para colmo Roberto no me respondía a mi mensaje.
Todo hay que decirlo, lo que al principio de curso me había parecido una pesadilla en ese momento ya no era para tanto. Estoy hablando de Hugo. En un principio había pensado que este me haría la vida imposible estando en la misma clase, pero parecía que me había equivocado. Solo le veía en horas de clase y no cruzábamos ni una sola mirada, durante el resto del día yo estaba con mis amigos y ni siquiera me cruzaba con él por los pasillos. Desde el encontronazo que habíamos tenido el primer día que había ido al colegio no nos habíamos vuelto a hablar. Lo peor era que por mucho tiempo que pasara no me podía quitar de la cabeza ese beso... Todavía podía sentir los labios de Hugo acariciando los míos y eso me seguía produciendo un placer oculto que cada vez se me hacía más molesto. Tenía la convicción de que una novia me quitaría toda la tontería de Hugo de la cabeza y también tenía la esperanza de que Hugo se hubiese olvidado por fin de mí. Si hubiese sabido en ese momento lo equivocado que estaba...
El curso seguía avanzando lentamente sin que pasara nada realmente significativo, exceptuando alguna que otra bronca de algún profesor o algún examen sorpresa. Cuando ya creía que me iba a morir del asco de lo aburrido que estaba, un lunes por la mañana nos dieron la noticia: nos íbamos de excursión.
Creo que debo explicaros lo que significa en mi instituto lo de irse de excursión, no os penséis que nos iban a llevar a algún sitio interesante, no. La idea era pasar un día entero en algún monte cercano, con el fin de conocernos todos mejor y pasárnoslo genial. Vamos, que eso era lo decían los profesores. Eso mismo traducido sería algo así como: soltarnos a todos en el monte durante un día entero como si fuésemos cabras para así despreocuparse un día entero de nosotros. Sinceramente el monte, el barro y lo bichos todo en el mismo pack no era una oferta que me interesase demasiado... Todo sea por perder clase. La salida sería ese viernes, nos llevarían hasta la base del monte en cuestión en autobús y luego tendríamos que subirlo a pie. Si, lo sé, un planazo.
Si os creíais que eso era todo... ¡no! Cuando llegué a casa ese día mi madre me dijo que una tía suya se había puesto muy enferma y que tenía que irse a cuidarle al pueblo donde vivía, saldría el jueves y no sabía cúando volvería. Con suerte me quedaría todo el fin de semana solo en casa. No tardé ni dos segundos en contárselo a mis amigos y di gracias a que no me iba a aburrir esos días. Empezando por el hecho de que Pablo se iba a venir a casa a dormir el jueves para así poder salir juntos a la excursión del viernes.
Esa semana se nos hizo eterna a todos, estábamos deseando que llegara el viernes. Solo a nuestro queridísimo profesor de matemáticas se le ocurrió ponernos un examen el jueves. Cuando llegó ese día y por fin le entregué el maldito examen al profesor no pude evitar fijarme en la cara de "no-te-pienso-aprobar" que me puso. Supongo que el hecho de que ya me hubiese expulsado unas cuantas veces no ayudaba...¿Que cómo se pone esa cara? ¡Y yo que se! Fue él quien la puso, a mi no me preguntéis. Bueno, a lo que iba... Sintiendo cada vez más cariño hacia la morsa con bigote que tenía por profesor salí de clase. Por fin, libre.
Esa tarde todos nos despedimos como de costumbre con la única diferencia de que Pablo venía conmigo. No tardamos demasiado en llegar a mi casa ya que vivo cerca del colegio, por el camino fuimos hablando de la excursión del día siguiente. Los dos coincidíamos en que iba a ser un coñazo, pero era mejor que dar clases. Cuando llegamos a mi casa mi madre ya se había ido, podíamos hacer lo que nos diese la gana. Yo no podía estar más contento, se podía decir que la semana ya se había terminado en cuanto al colegio se refería y tenía toda la tarde por delante para pasármelo bien con mi mejor amigo. Pablo dejó sus cosas en mi habitación y nos tiramos en el sofá para ver un rato la tele. Así estábamos cuando de repente Pablo me dijo:
-¿Que tal las cosas con Hugo?
Hugo, Hugo y más Hugo... ¿No iba a haber ni un sólo día que me pudiese olvidar de él?
-Olvídate de ese tío, paso de él.- le respondí intentando evadir una conversación sobre él.
-Va Iván, no me mientas. Me he dado cuenta de que hay mucha tensión entre vosotros.- me dijo Pablo poniéndose muy serio.
¿Pablo poníendose serio? Eso era nuevo, no pude evitar ponerme nervioso...
-Que va, en serio, no te preocupes. Solo que no lo soporto, nada más.- intenté sonreírle a mi amigo, pero por la cara que puso supe que no lo había convencido.
-Ya, y el primer día que viniste... ¿Qué pasó?
-Nada, una discusión sin importancia.
Tenía que cambiar de tema, no me gustaba acordarme de ese día. Volví a sentir un ligero cosquilleo en los labios, como si la presión que Hugo había ejercido sobre ellos ese día todavía perdurara. Pude notar como mi respiración se aceleraba, me estaba poniendo muy nervioso.
-¿Discusión sin importancia?- me dijo Pablo frunciendo el ceño- Por favor, pero si cuando llegamos parecía que le acababas de dar una buena ostia en toda la cara. Te conozco y no eres de los que va pegando a la gente por una "discusión sin importancia".
No pude evitar sonreír un poco. Vale, si, lo sé. No está bien pegar a la gente y todo eso, pero es que después del puñetazo que le dí me quedé muy a gusto.
-Vale, lo reconozco se me fue un poco de las manos... Pero no pasó de una simple bronca entre hermanastros- dije intentado bromear un poco para quitarle tensión al ambiente.
Ni que decir que fracasé en mi intento de parecer gracioso. Sin poder evitarlo el gesto se me ensombreció, era la primera vez que lo llamaba así. No solía pensar en él como eso... como un hermanastro. Sacudí la cabeza, no era el momento de ponerme dramático. Cuando le miré a Pablo pude ver como sus ojos verdes centelleaban por un instante con entendimiento.
-Oye tío, por mucho que seáis hermanastros y todo ese rollo, no quiere decir que le tengas que...
-Tranquilo, en serio- le corté a Pablo sabiendo lo que me estaba intentando decir- No voy a aguantar nada que no quiera, por muy hijo de la novia de mi padre que sea.
-Entonces, ¿se puede saber qué pasa?
-Bueno, simplemente que en Italia tuvimos... nuestras diferencias.
-¿Diferencias?- me insistía Pablo.
A ver, yo quería contárselo todo... Mis dudas, mis suposiciones, los acosos constantes que había sufrido por su parte ese verano... Pero sabía que Pablo no lo entendería, además no tenía nada que ver con él, ese era mi problema y me lo tenía que comer con patatas yo solito.
-No le des más importancia, venga, vamos a hablar de otra cosa.
-Como quieras, pero que sepas que voy a estar contigo y a la menor que ese tío te moleste voy a ser yo el que le de.
-Anda ya, no exageres.- aún así sonreí, tener a Pablo conmigo siempre ayudaba.
-Hablo en serio, hay algo en ese tipo que me da muy mala espina.- me dijo todavía muy serio.
-Vale, como quieras- le dije levantando las manos en señal de derrota- mientras no me cobres el servicio de guardaespaldas...
-Pues claro, ¿que te pensabas, que te iba a salir gratis?- me dijo Pablo ya más relajado y sonriente.
Seguimos hablando de cosas sin importancia y así echándonos unas risas nos entró el hambre y como ya era un poco tarde decidimos cenar. Nos hicimos una hamburguesas y nos las comimos viendo una película. Como al día siguiente teníamos que madrugar un poco más de lo normal por la hora de salida de la excursión decidimos que lo mejor sería no trasnochar demasiado, ya tendríamos tiempo de hacerlo ese fin de semana. Cuando terminamos de cenar lo recogimos todo y nos fuimos a mi habitación, ahí Pablo me ayudó a sacar la segunda cama de debajo de la mía quedando así las dos más o menos a la par.
Nos cambiamos para ponernos el pijama, yo solo utilizaba unos pantalones cortos y una camiseta de manga corta. En mi casa la calefacción siempre estaba puesta y no era necesario abrigarse mucho. Me cambié rápidamente de ropa, me quité la camiseta dejando al aire mis marcados abdominales, sonreí. Tengo que reconocer que a veces se me olvidaba que los tenía. Me quité los vaqueros y me puse el pantalón del pijama.
A todo esto Pablo seguía rebuscando en su mochila en busca de su pijama, se había quitado ya la ropa quedándose en bóxers. Me daba la espalda y estaba inclinado hacia delante dándome así una perfecta visión de su retaguardia. No pude evitar fijarme en su cuerpo. Tengo que reconocer que Pablo estaba muy bueno, aunque no fuese el típico que chico que se chuleara de cuerpo los entrenamientos de fútbol eran más que evidentes en su cuerpo. Tenía unas piernas fuertes con unos muslos que se veían duros y con mucho músculo, si seguía subiendo por sus piernas me encontraba con su redondo culo. No me consideraba un experto en culos, pero el de Pablo era... interesante. Tenía los bordes muy redondos, también se adivinaba fuerte y firme como el resto de su cuerpo. Gracias a los bóxers que llevaba yo podía apreciar cada detalle de su culo, ya que estos no dejaban mucho a la imaginación. Su espalda en ese momento curvada hacia delante era ancha y con los músculos bien definidos.
Sacudí la cabeza, no sabía por qué le acababa de hacer ese examen visual tan preciso a mi amigo. Intenté no pensar en ello. Pablo por fin encontró su pijama y se lo puso. Los dos nos metimos en la cama y Pablo me dijo que no tenía sueño. Como yo tampoco estaba demasiado cansado decidimos encender la tele, después de un buen rato haciendo zapping por distintos canales pillamos una película bastante buena. Nos quedamos viéndola un rato, pero llegó un momento en el que pasaron a anuncios y como tanto Pablo como yo pasábamos de verlos mi amigo cogió el mando y siguió cambiando de canales en busca de algo interesante, ¡y vaya si lo encontró!
Cuando llegó a ese canal a Pablo se le escapó una pequeña exclamación y yo me quedé mudo unos instantes. Delante de nosotros en la tele una rubia de tetas enormes botaba encima de un tipo con la polla enorme.
-Joder...- dijo Pablo- ¿eso es de verdad?
-¿A qué te refieres exáctamente?- le contesté, no podía apartar mi mirada de la polla gigantesca del tipo ese.
-Ostia, pues a la polla del tío este. ¿Seguro que no es de plástico?-me preguntó casi riéndose.
-¡Y yo que sé! ¿Te crees que estoy atento a la polla del tío?- le dije, cosa que no era verdad ya que no paraba de mirársela. De hecho no pude evitar compararla con la mía y sentirme un poco frustrado.
-Vale tranquilo-me dijo Pablo frunciendo el ceño- solo era una pregunta...
-Ya...- y así los dos nos quedamos mirando la tele sin decir nada. Mientras que yo no le quitaba el ojo de encima al tío me empecé a replantear muy seriamente mi sexualidad. Me dije a mí mismo que me concentrase en la chica, pero mis ojos como por voluntad propia se centraban en el miembro del tío.
Así pasamos un rato hasta que noté cómo Pablo se estaba empezando a manosear su polla por encima del pijama. Eso no me podía estar pasando... Con todas las dudas que tenía... ¡Pablo así no me ayudaba!
-¿No te importa no?- me preguntó sin apartar la vista de la tele.
-No, claro que no...- le dije sin mucha convicción.
-¿No te animas?- me dijo ahora sí mirándome a los ojos. En sus ojos verdes pude ver por primera vez algo que no había visto nunca. Excitación, lujuria... Mi polla pegó un bote dentro de mis pantalones.
-Vale... ¿Por qué no?- le dije respirando hondo. De perdidos al rio.
Pablo se recostó en su cama, se bajó los pantalones y los calzoncillos hasta las rodillas. Mis ojos se movieron rápidamente hacia lo que acababa de salir de la entrepierna de mi amigo. Mis cejas se alzaron. Vaya, joder con Pablito. Tenía una polla bastante más grande que la media, era bastante morcillona y en ese momento la tenía ya casi dura del todo. Un par de gruesas venas surcaban ese gran miembro, aunque estuviésemos medio a oscuras podía apreciar que era de un color bastante moreno. Hasta la punta era de un color rojizo más oscuro. Con una mano empezó a cascársela a un ritmo bastante elevado sin apartar la vista de la rubia de la tele.
Yo no quise quedarme atrás así que hice lo mismo con mis pantalones y calzoncillos, dejando así al aire mi polla. Siempre había creído que era bastante grande, ahora teniendo el pollón de Pablo a escasos centímetros empecé a pensar que la mía no era para tanto. Y del de la película ni hablemos... Me agarré mi polla con una mano y bajé la piel en la punta para dejar así al aire mi rosado glande, el cual contrastaba bastante con el resto de mi piel bastante blanca. Empecé a pajearme a un ritmo lento, no quería correrme demasiado rápido. En mi mente tenía una duda que tenía que resolver.
Me centré en la rubia que tenía delante y me dispuse a disfrutar. En cambio, mi atención no parecía tener mis mismos gustos y no podía evitar acabar siempre centrado en el tío, el cual ahora estaba de espaldas mostrándome su bien formado culo. Joder, me estaba calentando mirándole el culo al tipo ese... Mi mano iba tomando un ritmo más acelerado. Un pequeño gemido de mi amigo hizo que me fijara en él. Se estaba quitando la camiseta... La visión era de escándalo. Pablo tenía unos pectorales fuertes y definidos, tenía unos abdominales muy marcados que ahora además se contraían por la excitación y la postura que tenía. Su brazo subía y bajaba marcándosele así mucho los músculos del brazo. Sin duda alguna Pablo estaba muy bueno. Me estaba excitando mucho viéndole a mi amigo, podía ver cómo por el sudor pequeñas gotitas recorrían su pecho rodeando sus morenos pezones que ahora estaban totalmente erectos. Daban ganas de tirarse encima suyo y meterse esos pezones en la boca...
Vale, definitivamente se me estaba yendo la olla... y mucho. Lo atribuí todo a las hormonas. Si,debía de ser eso. Hice un esfuerzo tremendo para volver la vista sobre la tele... Rubia tetona, el tío con la polla enorme, Pablo, rubia, tío con la polla enorme, Pablo, tío con la polla enorme, Pablo, tío con la...¡Pablo! Mi atención finalmente se centró en mi amigo y ya no pude quitarle el ojo de encima. Sobre todo a su polla, me moría por tocarla... ¿Y si..? No, era un poco arriesgado... Aún así antes de poder darme cuenta mi boca decidió por mí y formuló la pregunta.
-¿Y si nos la hacemos el uno al otro?- no había acabado de preguntarlo y ya me estaba arrepintiendo.
-¿Que?- Pablo me miró con incredulidad
-A ver, no te pienses cosas raras- le dije intentando salvar la situación- simplemente es imaginarse que te la hace la rubia de la peli y bueno... Es bastante más placentero- le dije sin mucha convicción.
Pablo lo meditó por un instante y enseguida me sonrió.
-Vale, venga acércate un poco que si no no llego-me dijo Pablo con total normalidad.
-¿Qué?- le dije creyendo que le había entendido mal.
Pablo puso los ojos en blanco y me hizo un gesto para que me acercase a él.
Me sorprendí, no lo podía creer... ¡iba a tocarle la polla a Pablo!
Los dos nos acercamos un poco y Pablo sin pensárselo dos veces me agarró la polla. Sentí un cosquilleo muy placentero cuando lo hizo. Y sin más mi amigo volvió a centrarse en la película, supongo que a imaginarse que era la rubia esa la que le hacía la paja... A mi me daba igual, lentamente, casi con respeto le fui agarrando la polla a Pablo. La noté muy dura y caliente, la sensación de tener una polla entre las manos no me desagradó. De manera suave le empecé a hacer una paja, subía y bajaba mi mano intentando abarcar el máximo de polla posible. Subía por el tronco, le acariciaba la punta la cual apretaba un poco. Luego bajaba para poder palpar sus huevos, los noté agradables al tacto. Ya más seguro de lo que estaba haciendo le agarré la polla y con movimientos más seguros me propuse darle a mi amigo una de las mejores pajas de su vida.
Al mismo tiempo sentía como Pablo subía y bajaba por la mía propia, subía y se entretenía también en el glande. El cual masajeaba a conciencia dándome así un placer inmenso. Luego bajaba por mi tronco, ahí lo agarraba con su mano y vuelta a empezar. Hubo un momento en el que noté cómo subía el ritmo de la paja y yo a ese ritmo no tardaría mucho. Podía ver el cuerpo de mi amigo sudando y también podía sentir el calor que emanaba su cuerpo. Pablo ya había cerrado los ojos y inclinaba su cabeza hacia atrás dándome a entender que no le quedaba mucho. Para darle el mayor placer posible aumenté el ritmo de mi mano, también aumentando la presión en la punta de su polla. Esta cada vez la podía notar más dura y más próxima al climax.
Empecé a jadear, la mano de Pablo subía y bajaba por mi polla a una velocidad pasmosa y yo sentía que la polla me ardía del placer que estaba sintiendo. Escuché a mi amigo que jadeaba también a mi lado y como si lo hubiésemos decidido nos corrimos los dos a la vez. Cuando lo hice no pude evitar arquear mi espalda y cerrar los ojos, los trallazos que salían de mi polla fueron a parar a mi estómago y a mi pecho. También le manché la mano a Pablo y sentí un liquido muy caliente y espeso resbalar por mi mano. Pablo también se había manchado el pecho, incluso el cuello. Los dos nos quedamos exhaustos, cuando por fin volvimos a la realidad yo me sentí un poco avergonzado. A ver, con Pablo siempre había tenido una confianza plena, pero nunca habíamos llegado a tanto.
A Pablo por el contrario se le veía relajado y contento.
-Joder, pues al final sí que has tenido una buena idea- me dijo, yo solo pude asentir con la cabeza.- Aunque francamente, donde esté una tia...
Yo le miré y forcé una sonrisa.
Una idea me martilleaba la mente:
¿Era gay?
Al día siguiente los dos nos despertamos más a la fuerza que otra cosa por el molesto pitido de mi despertador. A Pablo se le veía animado por la excursión, en cambio yo estaba un poco preocupado todavía por lo que había pasado esa noche. ¿Realmente me atraían los chicos? Mi cabeza era un caos en esos momentos, por lo que decidí dejar ese tema para otro momento. Pablo no sacó el tema ni yo lo intenté así que no hablamos de lo sucedido esa noche.
Desayunamos, nos preparamos y nos encaminamos a nuestro colegio donde nos recogería el autobús que nos llevaría hasta el dichoso monte ese. Cuando llegamos al patio exterior del colegio vimos que ya estaban un par de buses aparcados. Entre tanta gente fue un poco complicado encontrarles, pero enseguida les vimos a nuestros amigos.
Mario y Javi estaban al lado de uno de los buses, cada uno llevaba una mochila llena de lo que supongo que sería la comida para ese día. Parecía que estaban discutiendo por algo, aún así los dos sonreían. Esos dos nunca cambiarían. La sorpresa fue verle a un chico moreno, alto y atlético al lado de Javi. Se les veía muy juntos a los dos, casi parecía que... ¡No, pero qué digo! Creo que toda la confusión sobre mi orientación sexual me estaba haciendo ver cosas equivocadas. Pablo en cuanto les vio me hizo un gesto con la cabeza para que nos reuniéramos con ellos, en eso estábamos cuando un chico que se medio escondía en una de las esquinas del bus me llamó la atención.
Era alto, tenía el pelo castaño y lo llevaba despeinado dándole así un aspecto de estar recién levantado de la cama. Por lo que pude ver no les quitaba el ojo de encima a mis amigos y eso me pareció bastante raro. Era como si los estuviese espiando, le di una palmada en el hombro a Pablo y este se giró hacia mi. Con la cabeza le hice un gesto hacia donde estaba el chico espía, Pablo le miró y al principio parecía tan desconcertado como yo. Luego poco a poco un gesto de entendimiento fue apareciendo en su rostro. Se medio rió y siguió andando como si no pasase nada. Yo al no saber lo que pasaba no tuve más remedio que seguirle hasta encontrarnos con nuestros amigos.
Después de la tanda de saludos reglamentaria llegaron las presentaciones. ¡Jaime! Ya sabía yo que este chico me sonaba de algo, debía de haberle visto antes al ir a verles jugar algún partido de fútbol. Fue entonces cuando me sorprendió que se hubieran hecho tan amigos Javi y él, no era lo normal que uno de los del equipo de fútbol se hablase con Javi. Aunque siendo los dos amigos de Mario era normal que se hubiesen conocido... Bueno, ¿qué más dará? Cuantos más mejor supongo.
-¿De qué hablabais?- les preguntó Pablo.
-Estábamos discutiendo a ver quién se suele emborrachar más en las fiestas- nos dijo Mario.
-¡Javi!- dijimos Pablo y yo al unísono. El aludido puso cara de enfado.
-Seréis...-nos dijo Javi que no le gustaba que le recordasen que no toleraba muy bien el alcohol.
-Bueno, aunque técnicamente el que más bebe es Mario-dije intentando animarle a Javi.
-Bueno vale, pero la cosa es que aguanto mucho más que los demás... Este enano en cuanto se bebe una copa ya empieza a no poder andar en línea recta- respondió Mario poniéndole una mano en el hombro a Javi.
-Gilipollas...- le dijo Javi quitándole la mano de su hombro.
Todos nos reímos recordando a Javi en algunas fiestas, toda esa timidez que le suele caracterizar se esfumaba en cuanto bebía un poco. Este tampoco pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro.
-Por cierto, ¿sabíais que ahora tenemos un admirador secreto?- dijo Pablo captando la atención de todos.
En cuanto me acordé del chico que se había escondido para espiar a mis amigos me giré para ver si seguía ahí, no. Se había ido. Fruncí el ceño, por mucho que pensara e intentara recordar no caía de qué me sonaba aquel chico.
-Ya, yo siempre he tenido muchos- dijo Mario riéndose.
-¿No te podrías callar?- le dijo Javi mirándolo con exasperación- ¿Qué decías Pablo?- preguntó con interés.
-Pues mira, diría que te miraba a ti Javi, tu le conoces muy bien.- dijo Pablo sonriente.
-¿Yo?- preguntó Javi un poco perdido.
-Alberto- dijo finalmente Pablo.
-¿Qué pasa con él?- dijo Javi, noté cómo se le ensombrecía un poco el gesto.
-¡Alberto!-exclamé, por fin me había acordado del vecino de Javi, sonreí con suficiencia. Al darme cuenta de que todos me miraban extrañados me apresuré a decir- Perdón,sigue Pablo.
-Gracias- dijo Pablo mirándome a punto de echarse a reír- bueno, la cosa es que estaba en esa esquina del bus medio escondido mirándoos todo el rato- señaló entonces el lugar donde hasta hacía poco había estado Alberto.
-¿El friki de tu vecino?- le preguntó Mario a Javi
-Ultimamente está un poco raro...-dijo Javi más para sí mismo que para los demás.
-Javi, tu vecino... siempre ha sido raro- le dijo Mario en tono burlón.
-Vete a la mierda, pues me voy con el "raro" de mi vecino- le dijo Javi muy serio.- Olvídate de venir conmigo en el bus, voy con Alberto.
A Mario eso sí que le había molestado, seguramente esperaba sentarse junto a su mejor amigo durante el trayecto en bus.
-Pues nada, suerte con tu vecino. Espero que cuando te llene la cabeza de marcianitos no te quedes tan idiota como él.- le dijo Mario evidentemente molesto.
Javi le fue a responder pero alguien le cortó.
-Yo creía que ibas a venir conmigo en el bus- le dijo Jaime que era la primera vez que hablaba en toda la mañana. Casi me había olvidado de que estaba ahí.
-Ya... Bueno...- Javi se había puesto muy rojo de repente- Ya veremos...
Todos pusimos cara de no entender demasiado la situación, ¿qué estaba pasando? Javi sin esperar más se fue en busca de su vecino.
-¿Te vienes conmigo no?- le dijo Mario a Jaime.
-Si, claro.- le respondió este forzando una sonrisa la cual no convenció a nadie. Bueno, quizá a Mario si, este no era muy agudo a la hora de fijarse en esos detalles.
-Perfecto- le dijo Mario sonriendo.
No se había dado cuenta de nada, pero ahí había pasado algo raro... Bueno, o eso creo. Llevaba toda la mañana un poco perdido por mis dudas así que decidí no darle más importancia al asunto. En ese momento los profesores nos avisaron de que ya podíamos ir subiendo a los autobuses. Obviamente la morsa de matemáticas no venía al monte... ¡Vale, perdón! Pero es que me cae muy mal.
Todos nos encaminamos hacia los autobuses y empezamos a montarnos en ellos. Yo iba a la cabeza de la fila, detrás mio iban Mario, Jaime y finalmente Pablo. Este último se vio sorprendido por el profesor de filosofía, al cual no se le había ocurrido mejor momento para hablar con él sobre algo de su asignatura. Mi amigo con cara de resignación no tuvo más remedio que salir de la cola para entrar al bus y me hizo un gesto para que yo fuese a coger sitio. Para cuando entré en el bus ya estaba bastante lleno por lo que no tuve mas remedio que separarme de Mario y Jaime. Ellos se sentaron hacia la mitad del bus y yo me senté un unos asientos hacia el final del autobús. Cuando recorría el pasillo me fijé en que Javi estaba sentado con Alberto unos asientos por detrás de Mario y Jaime. Parecían enfrascados en una conversación importante por lo que pasé de largo sin molestarles.
Poco a poco se iba llenando el bus, no faltaría mucho para que todos los asientos estuviesen ocupados y Pablo todavía no se subía. Me empecé a impacientar un poco, en el caso de que Pablo no se subiese rápidamente tendría que cederle su asiento a otra persona que con mucha suerte conocería. No me apetecía nada ir todo el viaje sentado con alguien al que no conocía. De pronto un chico al que sí que conocía se sentó a mi lado ocupando así el asiento que le estaba guardando a Pablo. Al final sí que iba a ir sentado al lado de alguien que conocía, el problema era que a ese chico lo conocía demasiado.
-Está ocupado- le dije lo más fríamente que pude.
-¿A si? Yo no veo a nadie...- me dijo el chico clavándo esos ojos azules que tan bien conocía en los míos.
-Vete de aquí o...- le dije intentando sonar amenazante, pero la verdad era que su mirada me estaba empezando a poner realmente nervioso.
-¿O qué?- me preguntó divertido.
Justo en ese momento el profesor que vendría con nosotros en el autobús nos avisó de que este ya se había llenado y que nos poníamos en marcha en ese momento. Nos comentó sutílmente que ni se nos ocurriese levantarnos de nuestros asientos durante todo el viaje o si no el castigo sería ejemplar. Genial, todo el viaje con Hugo. Ya solo faltaba mi profe de mate para rematar el momento. Mi único consuelo era que al estar rodeados de tanta gente a Hugo no se le ocurriría hacer nada raro, bueno, o eso esperaba.
-¿Que, con ganas de ir al monte?- me preguntó Hugo con una amistosa sonrisa en la cara.
Yo no pude evitar mirarle extrañado, ¿realmente estaba Hugo siendo agradable conmigo? Me hubiese esperado algún comentario mordaz o enigmático de los suyos... pero ¿amabilidad? Nunca.
-No, no me gusta el monte- le respondí un poco extrañado.
-¿No? A mi me encanta, el aire fresco, la naturaleza...- me dijo ampliando aún más su sonrisa.
Vale, la situación ya era rara de por sí y se estaba volviendo demasiado rara.
-¿Te has fumado algo?-le pregunté. Vale, lo sé, no es la pregunta más apropiada, pero me salió del alma. Alguna explicación tenía que haber detrás del comportamiento de Hugo, un alineamiento de los planetas o que se había dado golpes con la cabeza contra una pared hasta volverse normal. Por primera vez en mucho tiempo lo veía relajado y con una expresión tranquila, no esa cara misteriosa y fría de siempre.
-No te pases- me dijo de repente dejando de sonreír y mirándome con el semblante muy serio y frío.
Casi puedo decir que cuando sentí un escalofrío recorrer mi espalda me sentí un poco aliviado. Ese sí que era el Hugo de siempre, esos ojos fríos me traspasaban y tenía la sensación de que me podía leer la mente. Tragué saliva intentando deshacer el nudo que se me había formado en la garganta, no quería montar ningún numerito delante de todos los alumnos del colegio.
-No quiero problemas ahora- le dije.
-¿Problemas? ¡¿Me estás insinuando que yo soy un problema o que los creo?!- me increpó subiendo el tono de voz y la gente se empezó a girar para mirarnos.
-No... yo... - tengo que reconocer que su mirada me estaba empezando a dar un poco de miedo, era como mirar fijamente a una serpiente que se preparaba para abalanzarse sobre su presa. En ese momento yo era la presa y poco le importaría a Hugo hacerse un bocadillo de Iván por mucha gente que tuviésemos alrededor. Metafóricamente hablando claro, bueno... o eso creo.
En ese momento Hugo se empezó a reír en mi cara relajándose de nuevo. Solo estaba jugando conmigo, aún así me controlé. No quería tentar a la suerte con él. Finalmente Hugo sacó de su mochila un Ipod y se puso a escuchar música con los ojos cerrados. Decidamente no conseguía entenderle. Como tampoco tenía nada mejor que hacer, yo también saqué mi reproductor de música y me recosté en mi asiento cerrando los ojos dejándome llevar por los primeros compases de la música.
Sin darme cuenta caí en los brazos de Morfeo, bueno eso, que me dormí vaya y calculo que así estuve una hora mas o menos. Cuando finalmente me desperté lo primero que vi fueron un par de ojos azules muy intensos mirándome fijamente. Eso me sobresaltó y me hizo volver a la realidad, seguía en el autobús y peor aún, seguía con Hugo.
-Ya se me había olvidado lo guapo que te pones cuando estás durmiendo- me dijo Hugo.
-Cállate...- le dije todavía medio dormido.- ¿No me vas a dejar nunca en paz?
-¿Dejarte en paz? Eso no me lo decías en verano- me dijo Hugo con suficiencia.
-Mira, esa excusa ya no te sirve. Le he mandado un mensaje a Roberto, dentro de poco me responderá contándome todo lo que pasó en Italia. Ya no te necesito para saber lo que pasó.- le respondí disfrutando al ver cómo en su cara se formaba una expresión de sorpresa.
-¿Te crees muy listo no Iván?- me preguntó Hugo, había algo en su mirada que me dejó paralizado. Era una especie de ira en sus ojos, como si la locura lo invadiese por momentos. Creo que nombrar a Roberto en su presencia no había sido una buena idea. Sus ojos centelleaban con el odio que se adivinaba en ellos, realmente yo en ese momento estaba muy asustado. Pero tan pronto como ese odio había venido se fué de su mirada.-Vale, pregúntaselo a él. Pero que sepas que muchas veces es peor el remedio que la enfermedad.
-¿Qué coño quieres decir?- le pregunté- ¿Hay algo peor que tú?-incluso antes de haber terminado la pregunta ya me estaba arrepintiendo de haberla formulado. Pensé que seguro que entonces sí que le había enfadado a Hugo. En cambio, para variar, Hugo me sorprendió sonriendo.
-¿Peor que yo?- ahora me miraba divertido- no, tienes razón. No creo que haya nada ni nadie.
Creo que cualquiera que hubiese estado en mi situación sentiría lo mismo. Esta conversación estaba siendo como una montaña rusa, tan pronto como subía bajaba rápidamente dejándome sin aire. Ya no sabía si reírme, echarme a llorar o simplemente quedarme mirando esos ojos azules. Opté por lo tercero, gran error por mi parte. Hugo al notar mi atención sobre él se acercó rápidamente a mí y me susurró:
-¿Quieres recordar Iván? ¿Quieres saber lo que pasó? Solo tienes que pedirlo...- Yo no respondí, me había quedado totalmente mudo mirando esos ojos que parecían océanos profundos. La luz que entraba por las ventanas del autobús se introducían en sus ojos formando sombras y distintos tonos de azul, era un espectáculo realmente bonito. No me preguntéis el por qué, pero me quedé totalmente alelado. Hugo al verme tan indefenso sonrió. Esa misma frase me la había dicho tiempo atrás en nuestro primer encuentro en mi primer día en clase, justo después de hacerlo había hecho y antes de poder darme cuenta ya lo estaba haciendo por segunda vez, me estaba besando.
Sentí como sus labios se posaban sobre los míos de manera suave, como acariciaban lentamente los míos y antes de poder darme cuenta yo ya estaba abriendo un poco la boca para poder besarle mejor. Una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo, una especie de calor me empezó a inundar el pecho y mis tripas dieron un vuelco dentro de mí. Fue entonces cuando la noté, su lengua recorría y exploraba mi boca. La mía como por voluntad propia no se quiso quedar atrás y se lanzó a acariciar la lengua de Hugo. Las dos lenguas chocaban de forma violenta y me sentía como en una especie de trance...en ese momento pasaron varias cosas a la vez.
Sentí que era empujado hacia delante y escuché como alguien gritaba de manera estridente. Me separé rápidamente de Hugo y fue tal la repugnancia que sentí al darme cuenta de lo que acababa de hacer que tuve la necesidad de sacarme todas esas emociones de golpe. Ya que Hugo era lo que más cerca tenía no pude evitar empujarlo y este acabó cayendo en la mitad del pasillo con un ruido seco. Todo el mundo nos miraba de manera extraña y el profesor no tardó en venir a ver lo que pasaba.
Por suerte nadie nos había visto besarnos, el hecho de que los dos estuviésemos bastante recostados sobre los asientos y nuestra posición habían jugado a nuestro favor. El frenazo en seco que había pegado el autobús nos dió la excusa perfecta para explicar la caída de Hugo. Todo el autobús nos miraba, incluidos mis amigos los cuales se acababan de dar cuenta de que Hugo se había sentado a mi lado. Javi y Mario me miraban con gesto preocupado, como no quería más atención les hice un gesto con la mano para que estuviesen tranquilos.
Tenía la respiración muy acelerada y sentía la cara muy caliente... ¿Cómo era posible que me hubiese pasado por segunda vez? Debía de ser por lo de esa noche, sí, sin duda eso me había trastocado más de lo que creía. Mi mente en ese momento era un mar de dudas, solo tenía una cosa clara: No me dejaría controlar nunca más por Hugo y en cuanto Roberto me contase lo que había pasado en Italia lo primero que iba a hacer sería darle una buena ostia a Hugo. Sí, sin duda me gustaba ese plan.
Finalmente llegamos a nuestro destino cuando Hugo se estaba levantando del suelo, rápidamente me levanté de mi asiento y me dispuse a salir de ese maldito autobús. Como pasa siempre todos estos casos, todos tuvimos la misma idea y se formó un bonito atasco en el pasillo. Pronto estuvimos todos apretujados en la cola para salir y pude notar como alguien me empujaba bastante por detrás. Me giré para decirle que parase y ... ¡como no! era Hugo. Sentí cómo me agarraba por la cintura y se pegaba peligrosamente a mi espalda. Intenté escabullirme, pero estaba totalmente atascado y no podía moverme. Podía sentir su aliento en mi oreja, casi juraría que podía notar sus ojos clavados en mi coronilla.
-Esto no ha hecho más que empezar...- me susurró Hugo al oído.
No pude evitar que un escalofrío me recorriese la espalda y que las piernas me flojeasen, por suerte o por desgracia Hugo me tenía bien sujeto por la cintura y no me caí en la mitad del pasillo. Por fin la gente empezó a salir del autobús y cuando sentí como el aire fresco inundaba mis pulmones una energía me llenó el cuerpo y me giré para enfrentarme a Hugo de una maldita vez. Para variar, ya no estaba ahí y por mucho que mirase a mi alrededor no conseguí encontrarle. Seguía buscándole cuando Javi, Jaime y Mario aparecieron con caras de preocupación.
Entonces fue cuando... ¡mierda!
¿Se puede saber quién le ha avisado?
¡Iván cabrón! ¿Cómo es que no nos avisas de esto?
¿Qué pasa? ¿Querías que no nos enterásemos?
Pues ahora te jodes majo, que ahora pienso seguir contando yo la historia.
¿Y esa cara? A claro... Ya sé lo que pasa aquí, no te fías de que pueda hacerlo ¿no?
Pues mira, te voy a demostrar que puedo hacerlo incluso mejor que tú.
¡Como que me llamo Mario que la gente lo va a flipar!
Bueno gente, allá vamos. ¡Prepararos porque llegan curvas!
Supongo que querréis que siga justo donde lo había dejado Iván, eso voy a hacer, pero dejadme hacer una pequeña recapitulación de lo sucedido hasta ese momento.
Las cosas estaban rarísimas últimamente, había demasiadas cosas de las que no me enteraba. Vale, normalmente no me entero de casi nada, pero esta vez estaba siendo diferente. Para empezar, la sensación en los entrenamientos de fútbol era tensa, muy tensa. No se que coño pasaba pero reconozco que los del equipo se estaban empezando a comportar de manera distante. Y creo saber la razón, desde que llegó Hugo todo había cambiado mucho. Para empezar, Lucas. Uno de nuestros mejores jugadores que cada vez jugaba peor y su humor iba en decadencia. Siempre acababa peleándose con alguien en los entrenamientos y el entrenador ya le había amenazado con echarlo del equipo. Creo que es lo que quiere, aunque no se el por qué. A él siempre le ha encantado el fútbol...
Ese maldito Hugo nos estaba jodiendo a todos, no sé lo que se traía con Iván, pero estaba claro que bien no se llevaban. Eran hermanastros, pero eso no significaba que tuviesen que llevarse ni bien ni mal. Aunque fuésemos a la misma clase, no se hacía notar demasiado. Siempre estaba ahí, pero se te olvidaba que lo estaba. Eso sí, en cuanto abría la boca captaba la atención de todo el mundo. Chulo de mierda...
Bueno, otra cosa que estaba empezando a ser rara era lo de Javi. Desde siempre ha sido mi mejor amigo y cada vez lo notaba más distante, como sí tuviese cosas mejores que hacer que estar conmigo. También supongo que tenía que ver que de repente se llevase tan bien con Jaime. Parecía que se habían hecho muy amigos esos dos, casi podía sentir que estaba un poco celoso. ¿Me iba a cambiar a mí, su amigo de toda la vida por alguien que acababa de conocer?
Ese día, el de la excursión ya había empezado de manera rara. En cuanto había llegado al colegio le busqué a Javi y me sorprendí al ver que no estaba solo. Estaba con Jaime y se les veía muy juntos y amigables... No pude evitar sentir una punzada de celos. Así que me había acercado a ellos y cuando lo hice pareció que les acababa de interrumpir. La cosa se fue normalizando un poco y cuando llegaron el resto de mis amigos parece ser que la cagué al burlarme tanto de Alberto. Siempre intento picarle un poco a Javi, a veces me paso un poco, sí, pero hasta ese momento Javi nunca se había enfadado conmigo. Había dado por supuesto que vendría conmigo en el bus, nos lo pasábamos muy bien siempre. Al final me había tocado ir con Jaime, me cae muy bien el chico, pero no era lo mismo que ir con Javi.
Decidí que en cuanto nos bajásemos del autobús me disculparía con Javi, pero la cosa no fue como yo me esperaba ya que cuando pasó lo de Iván y Hugo me concentré solo en ellos. Nos bajamos del bus y todos fuimos corriendo a donde Iván para ver si estaba bien, como de costumbre nos dijo que todo iba genial y que no nos preocupásemos. Viendo que Iván no nos iba a contar nada nos dispusimos a empezar a subir el maldito monte.
Mientras lo subíamos nos reencontramos con Pablo que se había visto obligado a ir en el otro autobús y al enterarse de lo que había pasado con Iván enseguida se fue con él a un lugar apartado para hablar. Supongo que Pablo le sometería al tercer grado sobre lo que había pasado, pero no creo que Iván le contase nada. Jaime se fue con un grupito de su clase dejándonos así a Javi y a mí solos. Mientras subíamos intenté varias veces entablar una conversación con él, pero no parecía estar por la labor.
Lo normal en mi hubiese sido ni mirarle ni hablarle hasta que él decidiese hablar conmigo, de haberse tratado de otra persona claro. Pero era Javi, no podía aguantar que se hubiese enfadado conmigo. Así que decidí tragarme mi orgullo e intentar disculparme.
-Oye, si tanto te ha molestado lo que te he dicho antes... Lo siento.- le dije a Javi.
Este me miró un poco sorprendido, pero pronto se le volvió a endurecer el gesto.
-Claro, lo sientes... ¿Hasta que me vuelvas a tocar las narices no?- me respondió mi amigo con dureza.
-Bueno... oye ya te he dicho que lo siento.- no sabía que decirle, Javi normalmente no me solía hablar así.
-Ya, pero resulta que me estoy cansando.
Vale, ahí estaba pasando algo raro. Javi y yo siempre nos picábamos mutuamente, pero no podíamos vivir el uno sin el otro. Yo lo cuidaba y él a mí.
-Oye, ¿te pasa algo?- le pregunté preocupándome de verdad.
Pude ver como me miraba y en sus ojos noté que había algo que lo tenía realmente preocupado. Algo no iba bien.
-Yo... bueno- Javi miró hacia otro lado, no quería que le viese la expresión que se le había formado en la cara.Pero le conocía lo suficiente como para saber que su enfado no era conmigo.
-Oye, puedes contarme lo que quieras, ya lo sabes...- le dije animándole a que se abriera un poco.
-Gracias, pero es... complicado...- me dijo Javi con cara de estar muy perdido.- Da igual, olvidate de lo que te he dicho. No estoy enfadado contigo.- me dijo forzando una sonrisa.
-¿Entonces?- No era habitual que Javi no me contase lo que le pasaba, normalmente lo primero que hacía cuando le preocupaba algo era venir y contármelo.
-Nada, no me pasa nada. Venga, mueve el culo que si no nos vamos a quedar atrás y paso de ser el último que llega.- me dijo apretando el paso.
Algo iba mal, muy mal. Y no me enteraba de qué era lo que le tenía a Javi tan preocupado.
Poco a poco fuimos llegando a nuestro destino, una gran explanada en una de las laderas del monte. Ahí comeríamos y nos darían tiempo libre para descansar tranquilamente. Cuando por fin nos dejaron ese ansiado tiempo libre nos volvimos a reunir todos y sacamos la comida. Pablo, Iván, Javi, Jaime y yo formamos un circulo. Cada uno sacó su comida y comimos en silencio. El ambiente era muy tenso, Iván y Pablo comían sin decir nada cada uno mirando a puntos indefinidos en el suelo. A Javi se le veía muy pensativo y a su lado Jaime parecía un poco molesto por algo. Intenté un par de veces sacar algún tema de conversación, pero fracasé de manera bastante clara.
Cuando todos terminamos de comer pensé que ya no tendrían ninguna excusa para seguir callados, nada más lejos de la realidad. Jaime se fue con unos amigos suyos, Pablo se fue a hablar con unos de su equipo de fútbol (Pablo jugaba en otro equipo, no en el del colegio), Iván seguía muy callado y Javi se excusó diciendo que tenía que mear urgentemente y se metió en una zona un poco más boscosa buscando un poco de intimidad. Ya que Iván no parecía estar muy por la labor de hablar le dije que me iba a dar una vuelta, a lo que me respondió con un gesto con la cabeza y una especie de bufido. Le dejé con sus pensamientos.
Empecé a caminar entre los grupitos de gente que todavía no había terminado de comer, iba pensando en lo que podía pasarles a mis amigos, estaba realmente preocupado por Javi. Había algo que lo preocupaba y además llevaba comportándose de manera rara y distante todo el día...en esas estaba cuando sentí como unos brazos me abrazaban por la espalda. Me sobresalté bastante y me giré. Era Raquel. No me apetecía nada estar con ella en ese momento, pero tampoco era plan de mandarla a la mierda asi que le sonreí.
-Ya veo que si no soy yo la que me acerco no nos vemos nunca- me dijo medio enfadada.
-Ya, lo siento...Pero es que tengo muchas cosas en la cabeza últimamente.- le dije intentando disculparme, era verdad que cada vez nos veíamos menos.
-¿Tú? ¿Muchas cosas en la cabeza?- me dijo riéndose- Esto es nuevo...
-Que graciosa eres...- le dije con sarcasmo
-Pues mira, tienes suerte porque tengo la solución perfecta para olvidarte de los problemas.- me dijo con una sonrisa en la cara.
-¿A si? ¿Cual es?- le dije acercándome un poco más a ella.
Por toda respuesta ella me metió la lengua hasta la campanilla y de manera bastante sugerente me pidió que le acompañase a un sitio más privado. A ver, por muchos problemas que tuviese... ¿Alguien se hubiese opuesto? Nos fuimos a un lugar apartado entre varios árboles que nos daban una intimidad perfecta para la ocasión.
Asi que ahí nos empezamos a besar y aproveché para introducir una de mis manos por debajo de su camiseta, fui subiendo poco a poco y le toqué por encima del sujetador las... ¡¿Qué pasa?! ¿Por qué me miráis así? ¿No os interesa? Seréis desagradecidos, encima de que estoy yo aqui haciendo un esfuerzo por contároslo todo... Bueno, vosotros os lo perdéis. Pero que sepáis que la escena fue realmente interesante... ¿Y ahora de qué os reís? ¿Que Iván os lo ha contado? ¡Será cabrón! Bueno, vale... Lo reconozco, en cuanto me empecé a calentar Raquel cogió y se fue dejándome plantado ahí con un calentón de la leche. Me dijo que así aprendería a ser yo el que me acercase más a menudo a ella. Así que lo que hice a continuación a lo mejor os interesa un poco más...
Raquel me había dejado a medias, bueno... Ni siquiera empezamos así que no sé si se podría decir eso de "a medias". La cosa es que con el calentón que me había pillado junto con que llevaba un chándal para ir más cómodo, el bulto de mi entrepierne era más que evidente. Y obviamente no era plan de volver con mis amigos en esas condiciones, así que decidí que la cosa más sensata en ese momento era echarle una mano a mi amiguito de ahí abajo para que se relajase. Nunca mejor dicho..
Me metí aún más en esa especie de bosquecillo que rodeaba el claro en donde nos habíamos instalado, escogí un árbol en el que apoyarme y dicho y hecho me senté en el suelo. Me miré el bulto del pantalón, realmente me había calentado. Me empecé a masajear la polla por encima del pantalón con una mano y con la otra me masajeaba el pecho.
¿Qué, esto ya os interesa más no? Si es que sois... ¡Vale ya sigo! No hacía falta ponerse asi...
Bueno, como os iba diciendo antes me seguí masajeando la polla por encima del chándal adivinándose ya su gran tamaño del que siempre he estado más que orgulloso. De un tirón me deshice del pantalón y de los calzoncillos, dejándo así mi miembro al aire. Era grande, alargado y un poco más ancho que la media. De la base de este sobresalían una mata de pelo castaño y de ella colgaban un par de huevos lampiños. Me rodeé la polla con la mano y poco a poco fui bajando la piel descubriendo así mi rosado glande que ya estaba húmedo por la excitación. Empezé a tener un calor horrible y decidí quitarme la camiseta.
Tan pronto como lo hice pude sentir una suave brisa refrescándome el cuerpo, eso provocó que mis pequeños pezones se pusieran duros al instante. Con la mano que tenía libre me fui recorriendo todo el torso lentamente. Empezando desde arriba me palpé con suavidad el pecho que se adivinaba fuerte y con los músculos bastante marcados. Mis dedos de manera mecánica se posaron sobre mis pezones, me encantaba sobármelos, sentirlos duros bajo la llema de mis dedos, rodearlos y pellizcarlos suavemente. Fui bajando mi mano hasta mi estómago, ahí apreté mis marcados abdominales, recorría con los dedos todos los surcos que formaban mis músculos en mi piel. Seguí bajando por mi ombligo y la hilera de suave vello que bajaba desde él hasta dar con mi polla. Esta palpitaba y cada vez la tenía más dura. Una mano la dejé sobre mis pezones y con la otra comencé el ya más que conocido gesto para darme placer. Subía y bajaba por mi aparato, estaba durísimo y muy caliente. Cubría y descubría el glande, así conseguía un placer inmenso y sentí que no tardaría mucho en correrme.
De pronto se me ocurrió algo, me escupí un poco en la mano y repartí mi saliva por toda mi polla. Sirviendo esta así de lubricante mi mano subía y bajaba cada vez a un ritmo más frenético. Subía, bajaba, me pellizcaba los pezones. A veces me entretenía un poco en la punta para así darme mucho más placer, mis caderas de forma inconsciente se empezaron a mover arriba y abajo. Apretaba mi culo y subía mis caderas para así con la mano acompasar mis movimientos para que pareciera que me estaba tirando a alguien. Mi mano tomó un ritmo infernal y pronto noté un familiar cosquilleo por mi cuerpo, mis dedos de los pies se encogieron y apretaron. Me apreté aún más fuerte los pezones y no pude evitar soltar un gemido al correrme de manera brutal. Los trallazos de semen cayeron por todo mi pecho llegando alguno incluso a mi cuello. Mi polla emanaba más y más líquido, pocas veces me había corrido de esa manera. Cuando terminó sentí como si mi cuerpo se quedase sin fuerzas. No podía mover ni los brazos ni las piernas.
Ahí me quedé medio tirado sobre un árbol hasta que mi respiración volvió a la normalidad. Suerte que llevaba pañuelos en los bolsillos del pantalón, no tuve problemas para limpiarme y adecentarme todo lo posible. Cuando decidí que ya era hora de volver me encaminé hacia la explanada.
En un principio no vi a ninguno de mis amigos, me metí entre la gente dispuesto a encontrarlos. Con suerte ya se les habría pasado a todos la preocupación y podríamos hablar como siempre. No encontraba a nadie y por segunda vez ese día alguien me sorprendió por la espalda, solo que esa vez no era Raquel. Era Alberto. Mi sorpresa fue enorme, nunca habíamos hablado demasiado. Pero le vi bastante serio y le dejé hablar.
-¿Sabes si ha vuelto Javi?- me preguntó.
-¿Si a vuelto de dónde?- le respondí con sorpresa, ¿Javi se había ido a algún sitio?
-No se, me ha dicho que tenía que irse y que no tardaría en volver. Ya ha pasado bastante tiempo y no le veo...- me dijo bastante preocupado.
Me empecé a poner muy nervioso. Javi llevaba todo el día muy raro y ahora... ¿había desaparecido?
-¿Pero se ha ido solo?- le dije todavía sin comprender.
-Si, bueno no.
-¿Que mierda de respuesta es esa?- le dije cogiéndole de la camiseta al mamarracho ese, me estaba impacientando.
-A ver, quiero decir que se fue solo...-Algo en su cara me dijo que había algo más.
-¿Pero?- tenía que decirmelo de una vez o le iba a dar una buena ostia. Lo sé, es una burrada, pero es que cuando me pongo nervioso no me controlo mucho.
-Se supone que yo no tendría que saber nada, pero antes en el autobús le han estado llegando todo el rato mensajes al móvil de alguien proponiéndole quedar cuando llegásemos aqui.- me dijo apartándo la mirada.
-¿Mensajes? ¿De quién?- Algo raro estaba pasando y no me iba a quedar sin averiguarlo.
-No lo sé...
-¿No te podías haber fijado un poquito más?- le dije con exhasperación,este chico era tonto.
-Yo...
-¿Por dónde se ha ido?- Tenía que encontrarle.
-Por ahí- me dijo Alberto señalando la entrada al bosque opuesta a por dónde yo acababa de salir.
-Vale, quédate aquí. Voy a buscarle.
-Voy contigo- me dijo con firmeza
-No- le dije yo con rapidez- bueno, a ver... es mejor que alguien se quede aquí por si aparece mientras le buscamos.- dije intentando arreglar la situación, no me apetecía nada ir con él... Pero la verdad era que se estaba preocupando por Javi. Me dije a mí mismo que desde ese momento le tendría un poco más de respeto.
-A lo mejor se ha perdido- me dijo con cara de preocupación.
-Si, o a lo mejor... Bueno, tu espera ahora vengo.-le dije dándome la vuelta y corriendo hacia el bosque.
A lo mejor mi reacción estaba siendo un poco exagerada, pero había algo que me inquietaba, algo me decía que Javi no estaba bien... Una opresión en el pecho, me faltaba el aire.
Cuando llegué al bosquecillo empezé a mirar hacia todos los lados eperando verle, pero nada. No tuve más remedio que internarme un poco entre los árboles, así estuve unos poco minutos cuando divisé una figura de un chico no muy alto entre la vegetación. Me alegré mucho, corrí hacia él.
Mi alegría no duró mucho, no era Javi.
Era Jorge.
Para los que no lo sepáis Jorge es un canijo que juega en mi equipo de fútbol, tiene muchas pecas en la cara y normalmente no habla mucho. De pronto se me ocurrió la idea de que Javi hubiese quedado con él, no. No tenía ningún sentido, si nisiquiera se conocían. Jorge cuando me vió soltó un gritito de sorpresa.
-Joder Mario que susto me has dado...- me dijo todavía con la respiración agitada.
-¿Qué coño haces aqui?- le pregunté.
-Bueno... Yo...
-¿Has quedado con Javi?- le pregunté un poco a la desesperada esperando que así fuese.
-¿Javi?- me miró confuso- ¿Qué Javi?
-Vale, da igual. ¿Entonces qué haces aqui?
-Verás... Ya que estás aquí te lo voy a contar.- me dijo con un tono misterioso. Yo no tenía ni tiempo ni ganas de escuchar alguna de sus historias, pero lo siguiente que dijo hizo me quedara quieto escuchándole con atención.- Es... Bueno, es sobre Hugo.
-¿Hugo?- le dije con perplejidad.
De pronto una idea horrible me cruzó la mente.
-Si, desde que llegó él al equipo ¿no has notado que el ambiente está mucho más tenso?- por toda respuesta afirmé con la cabeza- bueno, pues creo que ya se la razón. El primer día que llegó, ¿te acuerdas cómo después del entrenamiento Lucas propuso lo de... - Jorge se puso rojo- hacernos... ya sabes...
-Si, lo de hacernos un paja, ya me acuerdo- le dije con impaciencia.
-Eso es. Jaime, tú y yo nos fuimos de las duchas en ese momento. ¿Nunca te has preguntado qué hicieron esos dos cuando se quedaron solos?
Ahí me había pillado por sorpresa, la verdad era que nunca me lo había preguntado.
-Cuando salimos del vestuario, me despedí de vosotros- prosiguió Jorge- y entonces me dí cuenta de que me había dejado el móvil en uno de los bancos del vestuario. Así que volví a entrar y...- Jorge se puso aún más rojo que antes- no llegué a entrar del todo, escuché ruidos raros y gritos de Lucas...
-¿Cómo que gritos?- me alarmé, ¿acaso Hugo le había llegado a hacer daño a Lucas?
Jorge entonces empezó a relatarme lo que había escuchado y me informó sobre lo que él había supuesto que significaban esos sonidos. Por lo que me decía, él lo tenía muy claro. Según me lo iba contando mi expresión se fue transformando de la sorpresa inicial a la de auténtico horror. Por supuesto que Jorge se podía estar equivocando, ya que cómo él había dicho no había llegado a ver con sus ojos lo que estaba pasando... Pero era tan obvio... Además encajaba perfectamente con el comportamiento de Lucas en la última temporada. Sentí que me estaba empezando a marear, era demasiado increíble como para ser verdad. Intenté centrarme en lo que me importaba en ese momento: Javi. Tenía que buscarle. Aunque todavía había un tema que no entendía.
-Pero, a todo esto, ¿qué haces tú aquí?- le pregunté a Jorge.
-¿Cómo que qué hago? ¿No es obvio?-me dijo con covicción.Sacudí la cabeza negativamente, él puso los ojos en blanco- Seguirle- me dijo-
-¿Seguirle? ¿A quién?- pero antes de que me respondiese ya adiviné la respuesta.
-¿A quién va a ser? ¡A Hugo!- me dijo como si fuese lo más normal del mundo y yo fuese tonto.- Solo que le he perdido la pista...
-¡Hugo! ¿Ha venido aquí? Pero...
En cuanto me lo dijo casi pude escuchar un ligero "clack" en mi cabeza. Era el sonido de todas la piezas del rompecabezas de mi mente encajándo a la perfección.
El alma se me cayó a los pies, las piernas me fallaron y me tuve que apoyar en un árbol para no caerme al suelo. Los mensajes, el comportamiento de Javi durante todo el día acaso eran por...¿él? No podía ser cierto, y si lo que Jorge me acababa de contar era verdad... Javi estaba en problemas. ¡Tenía que encontrarlo!
Pero no entendía qué quería Hugo de Javi o Javi de Hugo... Nada tenía sentido... Jorge me seguía hablando pero yo ya no le escuchaba, sin nisiquiera despedirme ni mirarle me encaminé decidido a encontrarle a Javi.
Corrí por el bosque llamándolo a gritos. Solo podía pensar en que más le valía a ese malnacido no hacerle nada a mi mejor amigo, si no lo iba a lamentar por el resto de su vida.
Bueno, pues os voy a fastidiar un poquito creo...
Tengo entendido que Soldmixx tenía pensado alargar el relato hasta que se desarrollara un poco más la trama... Pero como ahora no está y soy yo el que decido...
Os voy a dejar aqui, no me odiéis demasiado, en el fondo es para que se haga más interesante.
Además el siguiente capítulo va a tener muchísimas sorpresas, ya lo veréis.
Y bueno, creo que queda demostrado que no soy un desastre para esto ¿no?
Creo que le diré a Soldmixx que me deje hacer esto más a menudo, ¿pero qué estoy diciendo? Mejor dicho, ¡se lo exigiré! Que para eso somos nosotros los protagonistas.
Atentamente, Mario.