Viaje sin retorno (2 : Recuerdos y revelaciones)

Segunda parte de esta saga. Para seguir adelante siempre está bien saber lo que ocurrió en el pasado y claro, siendo el pasado tan caluroso...

Bueno, pues aquí estamos otra vez. Antes de nada me gustaría aclarar ciertas cosas, aunque eso sí, muchas gracias por leer este relato, también a los que habéis leído la primera parte (los que no lo hayáis hecho os animo a ello) y además me habéis dejado comentarios, que se agradecen mucho y me ayudan a mejorar. Dicho ésto me gustaría aclarar un tema que me habéis comentado bastantes de vosotros: Las similitudes de mi relato con otro muy popular en ésta misma web. Me gustaría deciros que la idea de ésta saga la tenía yo desde hace ya bastante tiempo, pero que no me había atrevido a ponerla en marcha. Una de las razones de escribirla sí que fue el haber leído "Carpe Diem". Debo reconocer que soy un gran fan de ésa saga y leerla me dio ganas de escribir la mía propia.Por cierto desde aquí me gustaría mandar un saludo enorme a su autor (muchas gracias por tu comentario, me animó mucho ) ¿Si me inspiré en ella? Bueno, tampoco puedo decir que no, es decir, como inspiración os puedo poner muchos ejemplos de ésta misma web. Creo sinceramente, que como nadie nace sabiendo es normal tomar alguna referencia, aunque espero ir mejorando poco a poco y así ir creando mi propia saga. Las similitudes son obvias ¿no? La temática de los relatos es bastante parecida, aunque dejarme deciros que este tema (chicos adolescentes que van descubriendo su sexualidad y todo lo que ello conlleva) es uno de los más populares y explotados en ésta web. Os lo dice un gran fan de éste genero. Por lo que es normal que se repitan ciertos patrones en la historia, no solo con "Carpe Diem", sino con todos los relatos de éste tipo que son muchos. Entiendo también que al ser ésta saga la que está tan de moda (y no me extraña) se me relacione con ella (todo un honor, por cierto). Solo deciros que mi único propósito siempre ha sido el de hacer lo que me gusta, nunca intentar copiar ni superar a nadie.  Si éste tema a ofendido o molestado a alguien le pido mis más profundas disculpas, nunca fue mi intención. Para terminar, a aquellos que no sepan de lo que estoy hablando, (que seréis muy pocos, uno o ninguno) dejadme recomendaros una de las mejores sagas de relatos que se han visto en ésta web en mucho tiempo : "Carpe Diem". Creedme no os arrepentiréis, ¡eso si! Antes de que corráis a leer éstos relatos me gustaría que cuando podáis leáis el mio, que...¿para eso estamos no? En serio, muchísimas gracias otra vez a los que me leéis y espero que disfrutéis de éste relato. Siento haberos metido la chapada del año, pero era algo que sentía que tenía que hacer.

Sólo llevaban una semana de curso y ya parecía que había pasado una eternidad. El calor que no parecía estar por la labor de marcharse y despedir el verano hacía que las clases parecieran bastante más largas de lo normal y tampoco ayudaba a eludir el sueño. La semana había transcurrido lenta y pesada, el primer día al haber sido solo la presentación a todos los alumnos del Calderón se les había hecho más llevadero. En cambio, a partir del segundo día la rutina se había instalado de nuevo en los alumnos dándoles una sensación de llevar ahí demasiado tiempo, como si el verano no hubiese tenido lugar. Ese día en especial, al ser ya viernes las horas parecía que pasaban especialmente lentas. A Javi esa última hora se le estaba haciendo demasiado larga, cada vez que miraba al reloj parecía que los minutos se daban cada hora y no cada sesenta segundos como le habían enseñado desde pequeño. Con ésta idea en la mente se fue recostando poco a poco sobre su pupitre y apoyó la cabeza en el libro de historia. También era mala suerte que un viernes a última hora le tocara historia y no algo mas llevadero como gimnasia, pensó Javi, que ya hacía tiempo que había desistido en los intentos de prestarle atención al profesor. Les estaba contando algo sobre la revolución francesa, hubiese sido más interesante si el profesor no se limitase sólo a leerles el libro, pensó Javi, al que la historia normalmente le interesaba bastante.

Pero ese día ya se le había hecho demasiado largo, necesitaba salir de ahí y respirar aire fresco, y no ese olor a gente sudada que se quedaba siempre en el aula al final de esos días tan calurosos. Aunque, mirándolo por el lado positivo no le importaba demasiado el calor, casi lo agradecía. Ya que esa era la excusa perfecta para que todos los chicos les diese por ponerse menos ropa. Aunque no le hubiese tocado con ninguno de sus amigos en clase, no se podía quejar, las vistas de las que podía disfrutar todos los días eran realmente impresionantes y satisfactorias. Nada más y nada menos que la mitad del equipo de fútbol del colegio. Eso sí, para dos chicos que conocía de todos ellos ninguno estaba en su clase. Por un lado conocía, obviamente, al pesado de su amigo Mario, el cual últimamente no parecía que se lo estuviese pasando nada mal. Ya que se le veía mucho con una chica de su clase alta, guapa y sobre todo muy rubia. "Que pena que no compartamos gustos"- pensó Javi. Y por otro lado conocía a Jaime... bueno, no se podía decir que le conociese mucho, pero en la semana que llevaban compartiendo colegio parecía que habían congeniado bastante bien. Y además estaba esa escena que habían compartido el primer día en el baño, solo de acordarse a Javi le recorrió un escalofrío la espalda. Sí, sin duda había sido una escena divertida. Había pensado en ella después de que ocurriese, ya que, Javi estaba seguro de que su nuevo amigo se había dado cuenta de sus preferencias sexuales... Pero como Jaime no había sacado el tema Javi intentó olvidarse un poco de él y por ello intentaba no pensar demasiado en ello. Aunque por mucho que lo intentase no podía sacarse de la cabeza esas imágenes. Las de Jaime sin camiseta, esos músculos mojados, esa piel morena, esa mirada divertida... Debía controlarse o tendría una erección de las buenas en la mitad de la clase y esa no era una situación que le agradaría demasiado.

Al final algo lo sacó de sus pensamiento para devolverlo de golpe a donde estaba, la clase. Sin darse cuenta se había ido recostando y había acabado con la cabeza apoyada en el pupitre con los ojos cerrados. Algún compañero suyo lo había zarandeado un poco para despertarlo y así avisarle de que el profesor le estaba hablando.

-Javi, si ya has terminado de descansar te estaba preguntando si nos podrías resumir lo que acabo de explicar.- le preguntó el profesor en un tono relajado y con satisfacción al haber pillado a su alumno durmiendo.

-Pues... Esto...- intentaba decir Javi, aunque sin éxito. La verdad era que no tenía ni idea de lo que le acababa de decir el profe. Aunque de repente escuchó una sirena que en ésa ocasión sonó en sus oídos como trompetas celestiales. Rápidamente recogió todo y lo metió todo en su mochila, por fin libre.

-Esta vez te has salvado por los pelos, pero como te vuelva a pillar durmiendo vamos a tener problemas tú y yo- le dijo el profe con cara de pocos amigos.

-Si, claro... Bueno, adiós- y echó a correr hacia la puerta de clase, aunque alguien se interpuso en su camino.

Era un chico alto y muy moreno de piel. Tenía el pelo castaño claro y un poco largo que siempre lo llevaba un poco despeinado dándole un aire siempre de estar recién levantado de la cama. Los ojos de color miel del chico lo miraron llenos de alegría que junto con la camiseta de su grupo de música favorito lo hacían inconfundible.

  • Alberto, ¿qué tal? Ya me iba...- dijo Javi con una notable prisa.

-Ya perdona, solo me preguntaba qué ibas a hacer ésta tarde, mis padres no están y tengo la casa libre. Si quieres puedes venirte y nos echamos unas partidas.

-Pues la verdad es que me gustaría pero ya tengo planes. Iván lleva toda la semana sin venir, creo que está enfermo y le íbamos a hacer una visita.- dijo Javi un poco triste, la verdad era que Alberto le caía muy bien y le daba un poco de pena. No llegaba a entender como un chico tan majo no tenía casi amigos.

-Ah, bueno en ese caso... No te preocupes, ya estamos otro día- respondió Alberto con notable desilusión en su voz.

-¡Claro! Si quieres... ¿te llamo mañana?- dijo Javi intentado animarle un poco.

-¡Vale perfecto!- Exclamó Alberto claramente más animado.

-Guay, pues... ¡hasta luego!- dijo Javi despidiéndose y saliendo de la clase. Se encaminó por el pasillo, bajó las escaleras y por fin vio a sus amigos, los cuales estaban esperándole para ir a visitarle a Iván.

La verdad era que Javi estaba bastante preocupado por su amigo, el primer día había estado muy bien. En cambio desde que vieron las listas... el humor de Iván no había hecho mas que empeorar. Ese mismo día diciendo que se encontraba mal se había ido a casa a la mitad de la charla de presentación. Javi ya había notado que a su amigo le preocupaba algo, al final después de pensarlo mucho llegó a la conclusión de que lo que le había alterado a Iván estaba en las listas... Entonces, ¿era algún alumno el que incomodaba tanto a su amigo? En un intento de sacar algo en claro hacía poco había vuelto a repasar la lista de alumnos de la clase de Iván, a parte de sus amigos no había nadie conocido.... o sí, ahora que se acordaba había visto un nombre que le sonaba mucho. No había sabido decir de qué le sonaba ese nombre, pero no perdía nada por preguntarle por él a Iván. Ese nombre... un tal Hugo... Sí, sin duda alguna le preguntaría a Iván al respecto.

Mientras Javi y sus amigos se encaminaban hacia casa de Iván un alumno se había quedado rezagado en el colegio. Y todo porque no encontraba el dichoso libro de matemáticas y al ser la asignatura que peor se le daba su madre le había obligado a repasar todos los fines de semana. "Pero si mi madre no está este fin de semana"- pensó Alberto. Al final más liberado salió de la clase y se encaminó hacia la puerta principal del colegio. Ya no quedaban muchos alumnos en él, se notaba que era viernes y que todos habían salido corriendo. Solo unos pocos rezagados como él pululaban por los pasillos, como no conocía a ninguno no tuvo ninguna distracción y salió rápidamente del colegio. La verdad era que no tenía muchos amigos, por no decir que no tenía casi ninguno. Las "pintas" que llevaba ( como le solía repetir su madre) no ayudaban a que los demás chicos se le acercasen. A él no le importaba demasiado, se había acostumbrado a estar solo. "Así mejor, ellos se lo pierden"- solía repetirse una y otra vez a modo de consuelo.

Aunque el último verano las cosas habían cambiado, había empezado a quedar con Javi. Siempre pensaba que tenía mucha suerte de tener un vecino como Javi, nunca había tenido problema de acercarse a él y mucho menos de pasar el verano con él. El hecho de que los amigos de Javi no habían estado también había influido mucho, aunque eso no le quitaba mérito a la situación. Era una pena que ése día Javi ya tuviese planes, bueno, era normal que ahora que volvía a estar con sus amigos le hiciese menos caso... pero aún así lamentaba no poder estar con él. Había pasado con él un verano increíble y estar con él le hacía sentirse feliz. Sabía que había un tema del que tarde o temprano tendría que hablarle... Se sentía muy atraído por su amigo, aunque le daba mucho miedo ver su reacción ante esa revelación. Para un amigo que tenía no quería espantarlo así de rápido. La verdad era que nunca había tenido demasiado problema en admitir que era gay. El hecho de que no mucha gente se relacionara con él hacía que no tuviese que tener cuidado en disimular, ya que no había con quién... Aún con eso ese verano había pasado algo, algo que le había convencido de que era definitivamente homosexual. Acordarse de ese día le producía una gran felicidad y mucha excitación. Al estar sentado en ese momento en el bus de camino a su casa, se recostó en su asiento y dejó volar su mente hasta ese día... incluso creyó poder volver a oler ese olor tan típico en verano. El de la playa, la crema de sol, el mar, el sonido de la gente corriendo alrededor suyo... poco a poco se dejó inundar por esos recuerdos y empezó a revivir lo que había sido un día de lo más interesante...

UN MES ANTES:

Estaban a mediados de Agosto y el calor que hacía era infernal. Por suerte Alberto vivía en una ciudad con playa, cosa que agradecía, sobre todo desde que se había mudado con su familia desde Madrid. No hacía tanto calor, pero la ciudad era mucho más tranquila y el hecho de poder ir a la playa cuando le apeteciese le parecía un lujo. Como se había convertido ya en una costumbre se encontraba con Javi en la playa, al no estar los amigos de éste pasaban mucho tiempo juntos. Se llevaban muy bien, al hacer ese calor y no tener muchas cosas mejores que hacer siempre acababan en la playa. Ese plan era de los que más disfrutaba Alberto ya que, no sólo estaba con Javi, sino que también tenía a cientos de adolescentes alrededor sin camiseta desde bañándose hasta jugando al fútbol o simplemente tirados en sus toallas. Este espectáculo de cuerpos jóvenes activos y sudorosos era realmente algo digno de ver. Todos, altos, bajos, rubios, morenos... parecía que con el verano todos se volvían notablemente más atractivos. En ese momento Javi y él se encontraban tumbados en sus toallas jugando una partida de cartas. La verdad era que teniendo a Javi no hacía falta fijarse demasiado en los demás chicos.

Vale que su cuerpo no fuera nada del otro mundo, pero por lo menos no tenía ni un solo gramo de grasa. Aunque lo mejor sin duda era su cara, esa carita de niño bueno lo tenía loco. El sol hacía que su pelo castaño oscuro, el que en invierno parecía casi negro, se viese de un color mucho más claro pareciéndose incluso al suyo propio que en esos momentos se veía casi rubio. El sol no sólo realzaba el pelo de su amigo, también hacía que en sus ojos aparentemente negros apareciesen sombras verdes... sin duda era muy guapo. Por lo que él sabía Javi no había tenido nunca novia ni nada por el estilo por lo que todavía le quedaba la esperanza de que fuera gay como él. Aunque no era muy probable...

-Joder tío me estoy muriendo de calor- le dijo Javi- ¿Y si nos bañamos un rato?

-Vale bien, por mi genial. La verdad es que yo también me estoy asando.- respondió Alberto levantándose de la toalla. Dejando ver así su cuerpo, no era de hacer mucho ejercicio, pero aún así tenía un cuerpo bien definido. Era delgado pero no se quejaba, ya se le notaban algunos músculos y eso le daba aspecto de ser más fuerte de lo que en realidad era.

Dicho y hecho los dos chicos se fueron hacia la orilla del mar, allí ya había mucha gente bañándose. Muchos de ellos eran chicos de mas o menos su edad, los cuales no le pasaron desapercibidos a Alberto. Había un grupito en especial de cuatro chicos, los cuales parecía que se cuidaban mucho ya que todos gastaban cuerpos de escándalo. Era genial verles jugar con un balón en la orilla de la playa, sus cuerpos sudaban y las pequeñas gotitas caían por sus cuerpos. Recorriendo así sus pectorales, sus pezones morenos y finalmente sus fuertes abdominales los cuales se marcaban más o menos dependiendo de el movimiento que estuviesen realizando. Alberto llegó a la conclusión de que o dejaba de mirarles o tendría que darle explicaciones a Javi por el bulto en su bañador. Por ello optó por tirarse al agua de cabeza. Pronto lo siguió Javi que también parecía que tenía la necesidad de refrescarse. Sentir el agua fría recorrer su cuerpo lo relajó y hizo que su polla dejase de crecer.

Ya más relajado se dispuso a echarse unas risas con Javi, por ello los dos chicos empezaron a hacer las típicas bromas, hacerse aguadillas y demás tonterías que suele hacer uno cuando va a la playa con sus amigos. Alberto se lo estaba pasando genial, sentir el cuerpo de Javi rozándose y restregándose contra el suyo debajo del agua era una de las sensaciones más placenteras que podía llegara a sentir. Aunque pronto notó que la situación se le estaba yendo de las manos, se estaba excitando demasiado y pronto el bulto debajo de su bañador sería demasiado difícil de ocultar. Por ello decidió parar con la excusa de que tenía que ir urgentemente al baño, no sin antes nadar hasta la orilla. Esto lo relajó lo suficiente como para poder salir del agua y que el bulto que tenía no fuese demasiado visible. Se encaminó por la playa hasta unos baños que había al principio de la playa dentro de un pequeño bar, por el camino decidió que lo más prudente sería hacerse una paja en el baño y así luego poder evitar futuras erecciones.

Por fin llegó al bar, aunque era pequeño siempre estaba abarrotado de gente. Se encaminó hacia los baños que estaban situados al final del bar. Cuando entró se encontró con una estancia no muy grande en la que habían conseguido poner dos retretes individuales cada uno en un cubículo, separados con una pared que no llegaba hasta el suelo. Como uno de ellos tenía un cartel de "fuera de servicio" esperó pacientemente hasta que el único utilizable quedara libre. Se sorprendió al ver quién era el que salía de dicho cubículo, nada más y nada menos que uno de los chicos que había estado admirando antes. Uno de los que estaban jugando con el balón en la orilla. Ahora de mucho mas cerca pudo admirar su cuerpo con mucho más detenimiento.

El chico que tenía delante era moreno, muy moreno de hecho. Su pelo negro le caía despeinado en la frente, dando a entender que no hacía mucho que había salido del agua. Sus ojos eran de un color verde muy intenso y al ver que el chico le sonreía pudo apreciar sus blanquísimos dientes. Pero sin duda lo mejor de ese chico era su cuerpo. Tenía la piel muy morena que combinaba perfectamente con sus definidos músculos. Tenía los pectorales muy trabajados, se veían muy definidos dándoles así a sus morenos y pequeños pezones un marco perfecto. Alberto bajó la vista un poco para poder apreciar mejor sus abdominales, aún estando relajado al chico se le marcaban perfectamente. Además desde su ombligo bajaba una fina hilera de pelos morenos que llegaban hasta el borde de su bañador. Algo que le encantó a Alberto fueron los brazos del chico, morenos y muy fuertes. Los surcaban un par de venas cada uno dándoles así un aspecto muy potente. Preocupado Alberto notó un familiar cosquilleo en su polla dándole a entender que se estaba excitando de mala manera. Intentó pasar al baño antes de que el chico se diese cuenta de su estado pero al ser tan pequeño los dos chicos acabaron chocándose.

-¡Uy perdona!- se disculpó rápidamente Alberto- es que esto es tan pequeño y tengo prisa...

-Sí es pequeño sí, lo que no es tan pequeño es eso que tienes ahí... ¿Parece que venías animado no?- le dijo el chico divertido posando su mirada en el más que evidente bulto de Alberto.

-Bueno... Sí, no se...- a Alberto no se le ocurría nada inteligente que decir.

-Si quieres te puedo ayudar con tu emergencia, ¿no crees?- le dijo el chico acercándose a Alberto, pegándose peligrosamente a él.

-Tranquilo... Esto... Yo... No...- le respondió Alberto que en ese momento ya podía sentir el aliento de su acompañante en su cuello.

-Anda ya, que antes ya te he visto mirándonos en la orilla, y además ahora se te acaba de poner dura al verme- le susurró el chico en la oreja a Alberto.

-Pues yo...-no sabía que hacer, además la cara de ése chico ya estaba demasiado cerca de la suya, no iba a aguantar mucho más. Su polla estaba durísima y el chico que se había empezado a restregar contra él, por lo que podía notar, también la tenía dura.

Sin poder aguantarlo más Alberto acercó sus labios al de ese chico que tan cachondo le había puesto. Este respondió a su gesto besándolo apasionadamente, sus lenguas chocaban con fuerza dentro de sus bocas. Su saliva iba de una boca a la otra y sus labios se acariciaban mutuamente. Alberto notó cómo el chico le mordisqueaba el labio superior, eso lo estaba volviendo loco... De repente notó como las manos del chico bajaban hasta sus caderas agarrándolo firmemente y empujándolo suavemente hacia el cubículo libre. A Alberto se le había olvidado que estaban en el baño de un bar y que en cualquier momento podría entrar alguien. Por ello cuando entraron en el espacio donde se encontraba el retrete cerraron la puerta tras de sí y echaron el pestillo para evitar posibles interrupciones.

Hecho esto el chico volvió a la carga y le empezó a besar el cuello a Alberto, lo besaba suavemente rozándolo con sus labios. Subía y bajaba por su cuello hasta llegar hasta su boca otra vez para allí volverse a besar. Mientras tanto Alberto aprovechó para mover sus manos y recorrer el cuerpo del chico que tanto placer le estaba dando. Acarició con sus manos los brazos del chico sintiéndolos fuertes y duros, pasó a recorrer su espalda. Esta estaba caliente y muy dura, bajaba y subía las manos acariciando toda la piel del chico, en una de esas bajadas se arriesgó a seguir bajando un poco más hasta su culo. Primero lo tocó por encima del bañador, lo acarició sintiendo su dureza y su forma redondeada. Como su propietario no se quejaba decidió dar un paso más y así le metió sus manos por dentro del bañador. Por fin pudo palpar ese firme y caliente trozo de carne, lo masajeaba suavemente y también lo apretaba suavemente, estaba en la gloria, ya que el chico de los ojos verdes no había parado de besarle el cuello y recorrer con su lengua toda su boca y cuello. Alberto sintió como esa lengua recorría todo su cuello, como lo mordía suavemente o como le propinaba suaves lametones.

En una de esas esa boca siguió bajando por su cuello hasta llegar a su pecho, sintió cómo le besaban el pecho. Esa lengua bajó un poco más y se detuvo en sus pezones, Alberto sintió como se los lamían de forma lenta, notó como se los chupaban y mordían levemente. Estos a forma de respuesta rápidamente se pusieron duros, con eso el chico aprovechó para seguir lamiéndoselos ahora con más ganas. Se los metía en la boca succionándolos y allí Alberto podía sentir como su lengua jugaba con ellos. Cuando se hubo cansado de eso su boca fue bajando más por el cuerpo de Alberto entreteniéndose en su ombligo, al cual le propinó unos cuantos lametones. Siguió bajando por los finos y rubios pelos de Alberto que empezaban bajo su ombligo llegando hasta su ya gran bulto debajo de su bañador. De un solo tirón Alberto se quedó sin bañador dejando al aire su duro miembro.

Alberto tenía la polla de un tamaño normal para su edad, eso sí la tenía muy morena en comparación con el resto de su cuerpo. Un par de venas surcaban el tronco de éstas para al final dar con un glande gordo y rosado que ya estaba húmedo y por el cual ya salían pequeños regueros de semen. Alberto sintió cómo ese chico le besaba suavemente el tronco de su polla para después agarrarla firmemente con una mano. Lentamente le empezó a hacer una lenta paja y seguidamente empezó a jugar con la lengua en su glande. Sentía como esa lengua lamía suavemente la punta de su polla, cómo la envolvía para finalmente sentir cómo su polla se introducía en la boca de ese chico. Era la primera vez que alguien se la chupaba y realmente le estaba gustando la sensación. Sentía como su polla entraba y salía de la boca de ese chico, sentía como esa lengua chupaba todo su miembro. Poco a poco el chico aumentó el ritmo de la mamada, a la vez se ayudaba de su mano para así seguir pajeandole a Alberto. El chico sentía que no le quedaba mucho, que se iba a correr de un momento a otro. Fue a avisarle cuando notó como un dedo había empezado a jugar con su ano. Notaba como acariciaba su agujero en círculos, alrededor de éste. Después notó como ese dedo se colocaba justo en su ano y hacía una pequeña presión en su agujero. Esto lo excitó de sobremanera y eso unido a que se la seguían chupando le hizo correrse de una manera brutal.

Sintió como le temblaban las piernas, cómo le faltaban las fuerzas para mantenerse de pie, su acompañante lejos de quejarse se había tragado todo el semen que había podido y el resto había dejado que cayera al suelo del baño. El chico con una sonrisa se incorporó, tenía pequeños restos de semen en la comisura de sus labios y con eso juntó sus labios a los de Alberto que de buena gana los besó. Fue un poco extraño para él, ya que el chico todavía tenía restos de su corrida en la boca y al besarlo no pudo evitar saborear su propio semen, cosa que no lo desagradó para nada.

-"¿Te ha gustado?"-escuchó Alberto como ese chico le susurraba al oído. Alberto estaba todavía demasiado exhausto de la brutal corrida que había tenido por lo que solo pudo asentir con la cabeza.-"¿Por lo menos me podrías devolver el favor, no?- le volvió a susurrar a Alberto. Este excitado como estaba no pudo decir que no.

Alberto se sentó en el retrete y le empezó a sobar el bulto a ese chico por encima del bañador. Casi agradecía poder sentarse para descansar un momento. Lentamente le bajó el bañador al chico dejando así al aire su polla, al verla no pudo evitar abrir mucho los ojos y emitir un suave silbido por la boca.

Sin duda esa polla era muy grande, además era muy morena y las venas que la surcaban eran realmente grandes. El glande lo tenía de un color rosado pero bastante más oscuro que el suyo propio. Al final se decidió y se la cogió con una mano. Lentamente empezó subir y bajar la mano por aquel mástil que tenía a escasos centímetros de su cara. Era la primera vez que tocaba una polla que no fuera la suya, la sensación le gustó mucho. La sentía dura y caliente. Seguía pajeándole lentamente cubriendo y descubriéndole la punta, por la cual ya empezaba a emanar un poco de semen. Alberto miró al chico a los ojos y éste le hizo un pequeño gesto de afirmación, como si fuese la señal que había estado esperando se metió aquel duro trozo de carne en la boca.

De repente sintió un poco de miedo, nunca había hecho eso y no sabía si lo haría bien. Sintió cómo el chico le colocaba las manos en la cabeza para así marcarle el ritmo de la mamada, al mirar hacia arriba lo vio con los ojos cerrados y con expresión de estar disfrutando. Alberto se relajó, no lo estaba haciendo tan mal, ya más tranquilo decidió esmerarse más en su labor. Mientras succionaba aquella inmensa polla empezó a lamer con su lengua todo lo que podía. Saboreaba la punta de la polla del chico, lamía cada centímetro de aquel miembro. Cada vez lo estaba disfrutando más cuando de repente notó como el chico le cogía por los hombros y lo levantaba apartándolo así de su polla.

Lentamente Alberto notó cómo el chico le daba la vuelta y lo apoyaba suavemente en la pared. Así de espaldas al chico notó cómo éste le besaba el cuello, la espalda y finalmente llegó a su culo. Alberto no estaba nada seguro de cómo se estaban encaminando las cosas, hizo un ademán de darse la vuelta aunque el chico no le dejó y por si acaso decidió meterle la lengua en su ano.

Al sentir ésto Alberto emitió un gemido, sin duda lo estaba disfrutando. Sintió cómo esa lengua lamía todo los alrededores de su agujero para luego introducirse lentamente en el. Nunca había sentido nada igual, nunca había experimentado un placer semejante. Cuando notó un primer dedo introduciéndose en su cuerpo arqueó la espalda del placer que sentía. Notaba como ese dedo se introducía en él y cómo salía lentamente. Siguieron así un rato hasta que notó cómo un segundo dedo se introducía en él. Para su sorpresa no costó demasiado ya que con lo excitado que estaba su esfínter hacía ya rato que se había relajado del todo. Así siguieron hasta que notó como un tercer dedo se introducía en él sin mayor esfuerzo, ya no podía más. Su polla estaba durísima otra vez y sentía que si la rozaba se correría brutalmente otra vez. De repente sintió como los tres dedos salían de su cuerpo y momentáneamente se quedaba vacío.

No por mucho tiempo, ya que el chico que tenía detrás ya se había incorporado y su polla ya apuntaba directamente hacia su agujero. Lentamente sintió como esa enorme polla se iba introduciendo en él, primero la punta, pero quería más. Poco a poco a la punta le siguió el resto de la polla, de pronto sintió una punzada de dolor,era demasiado grande para él. Estaba a punto de pedir que se la sacase, de decirle que le dolía demasiado cuando oyó cómo le susurraban al oído :"Aguanta un poco, ya verás como merece la pena".

Poco a poco su compañero fue bombeando en su interior y ese dolor se fué convirtiendo en placer. El ritmo cada vez era mayor y Alberto sentía como si lo estuviesen partiendo por la mitad, aunque estaba sintiendo el mayor placer de su vida. Podía sentir los huevos de su acompañante chocando contra su culo cada vez a un ritmo mayor.

-Me corro...- le susurró el chico a Alberto en la oreja.

Al oír esto Alberto se agarró firmemente su polla y le bastaron un par de sacudidas para pringar toda la pared del baño con su semen, al mismo tiempo sintió como su interior se llenaba de algo espeso y muy caliente. Fue para los dos el mayor orgasmo de sus vidas. Los dos chicos exhaustos se dejaron caer y se apoyaron en el retrete con la polla del chico todavía dentro de Alberto. Así se quedaron unos largos instantes en los que Alberto pudo sentir cómo esa gran polla se iba deshinchando en su interior...

Abrió los ojos, no, no se había pasado su parada todavía, "menos mal"- pensó Alberto. Seguía sentado en el bus, aunque haberse acordado de esa historia le había excitado mucho por lo que había tenido que ponerse la mochila encima suyo para así esconder su erección. La verdad era que después de lo ocurrido aquel chico se fue sin dar mayor explicación dejándolo solo en aquel pequeño baño, todavía desnudo y lleno de semen por todos los lados. Alberto no se arrepentía de lo ocurrido, solo se arrepentía de no haberle preguntado el nombre al chico de los ojos verdes... el nombre o su número de teléfono o algo... Al fin había llegado a su parada, Alberto se bajó del bus sonriente pensando en la gran paja que se iba a hacer a la salud de aquel misterioso chico de los ojos verdes.

Lejos de donde Alberto disfrutaba de una gran paja, un chico alto y moreno acababa de llegar a su casa. Un piso céntrico de la ciudad dejándolo así a dos minutos andando de su colegio, en cambio ese día se había entretenido bastante tiempo hablando con una chica que había estado intentando ligar con él. La verdad era que le divertía bastante ver cómo lo intentaban, ay si supieran cuáles eran sus gustos en realidad. El chico era muy guapo y eso él ya lo sabía, además sabía cómo sacarle provecho a sus cualidades físicas. No era solo que tenía un cuerpo de escándalo, lo que más gustaba a la gente eran sus ojos. Tenía los ojos de un color azul muy claro, casi parecía blanco. Solían decir que su mirada era capaz de congelarte y acalorarte por dentro a la vez... Este recuerdo le hizo reírse y así lo pilló su madre cuando entró en su cuarto.

-Hijo, ¿qué tal ha ido el día?- le preguntó su madre.

-Muy sin más...-respondió el chico con desgana.

-Ya... Bueno, acuérdate que éste fin de semana te toca ir con tu padre.-dicho ésto su madre salió de su cuarto.

"Mierda" pensó el chico, se le había olvidado que tendría que pasar dos días con su padre. No le emocionaba demasiado la idea, ya que desde que su padre se había echado esa novia insoportable los fines de semana con él eran realmente un horror.

No le molestaba que sus padres después de haberse divorciado (ya hacía dos años) se buscasen pareja, pero es que esa rubia de bote cincuentona que intentaba aparentar veinte era lo más inapropiado para su padre que había visto en su vida.

Por su parte su madre sí que tenía buen gusto, había encontrado un hombre modesto y realmente majo que la cuidaba y quería mucho. Eso sin contar que lo había invitado ese verano a pasar gran parte de él en Italia. Habían ido él, el novio de su madre y... el hijo del novio de su madre: Iván.

Acordarse de él le hizo sonreír, sin duda había sido un verano de lo más interesante. Sentía que le había tocado la lotería ya que ahora compartían clase, aunque Iván todavía no se había dignado a aparecer. Había oído que Iván estaba enfermo... Por supuesto que el compartir clase no había sido una simple coincidencia, él le había insistido mucho a su madre para que lo cambiara de colegio. Eso sí, tenía que reconocer que compartir clase con él era más de lo que él se había esperado. Sin duda iba a ser un curso de lo más divertido, tenía a Iván para entretenerse, quería saber hasta donde era capaz de llegar y si no lo satisfacía lo suficiente siempre podía chantajearlo. Ese no era su estilo habitual pero con Iván las cosas eran diferentes. Sí, sin duda se iban a divertir... Estos pensamiento hicieron que Hugo sonriera de una manera bastante más siniestra de lo que en realidad pretendía.

Pues hasta aquí la segunda parte. Muchas gracias por haberla leído. Espero que os haya gustado, y si no... bueno, espero ir mejorando con el tiempo. Os animo a que dejéis comentarios con lo que penséis: lo que os gusta, lo que no, lo que os gustaría que pasara o lo que no, lo que tengo que corregir o mejorar (sois de gran ayuda con estos comentarios) o... bueno, básicamente lo que os apetezca, para qué enrollarme ¿no?. Y para el que quiera tiene a su disposición mi email soldmixx@hotmail.com un abrazo enorme para todos y ¡muchas gracias otra vez!