Viaje sensual (1)
Sentía mis pezones tiesos, mi sexo mojado y sus manos tibias en todo mi cuerpo.
Nunca lo hubiera yo imaginado. Soy medio morena medio blanca, con el cabello oscuro, flaquita, 1.65 m de alto. Usualmente soy lo que llaman una santurrona, pero es cambia en algunos momentos. Era ya noche, hace como unos 2 años, me encontraba viajando en tren. Estaba en un vagón en que había durante la tarde muchos pasajeros que poco a poco se fueron yendo a sus respectivos camarotes, yo me quedé todavía un rato a ver las estrellas en la noche. Eran cerca de las 11 cuando ya sólo quedaba yo y un muchacho en el vagón. Yo no había podido ver su cara ya que no la había él despegado de la ventana y como no suelo ser una persona muy social ni soy muy buena para tratar con extraños, no le hablé. Llevaba puesto el unos pantalones negros y una camisa negra también y unos zapatos negros. Yo llevaba una blusita azul que me quedaba casi de ombliguera y unos jeans ajustados a la cadera, conjunto que hacía notar mi muy bien formada cintura y lo delgado de mi silueta.
Pasó un rato y de repente el tren se detuvo y se apagaron las luces. Yo no me asusté, la oscuridad no es algo que me afecte, además de que las estrellas daban suficiente luz para que alcanzara a ver mis manos si las ponía enfrene de mi cara. Justamente probaba esto cuando sentí algo de movimiento atrás de mi y de la nada un estremecimiento que nunca antes había sentido, nunca antes había sido tocada por un hombre, soy muy retraída para ello, a pesar de tener un físico de lo más atractivo. Cuando pasó el estremecimiento pude ver qué pasaba, el hombre que estaba del otro lado del vagón ahora estaba parado atrás de mí y en sus manos apretaba mis senos. Yo, como buena santurrona, lo debí haber detenido, pero no lo hice; de hecho, sentí como el calor corrió por todo dentro de mi y me hizo sentir humedad cerca de mi entrepierna. Mi reacción fue soltar un pequeño gemido entrecortado y a la vez tratar de voltear. Él no lo permitió y empezó a bajar sus manos por mi cuerpo hasta donde terminaba mi blusa.
Entonces, con una mano levantó mi ropa hasta que mis pechos, dentro de su sostén quedaron de fuera; la otra la siguió bajando y la metió en mi pantalón, luego dentro de mi ropa interior y hasta sentir mi clítoris y toda mi humedad. Con ello logró que me hiciera hacia atrás y entonces pude sentir una deliciosa erección en sus pantalones que me puso a mil. Sentía mis pezones tiesos, mi sexo mojado y sus manos tibias en todo mi cuerpo. Quise con mi mano sentir su verga y la trate de meter en su pantalón, pero el lo evito con la mano que tocaba mis senos por encima del sostén y la puso encima de mi cabeza contra la ventana. Aprovecho el movimiento y desabrochó mi bra, dejando mis dos senos al aire y empezó a acariciarlos, apretarlos, pellizcarlos; yo me estremecía como nunca antes lo había hecho. Entonces, bajó su mano a donde estaba la otra que, jugando con mi clítoris, ya tenía mi ropa muy mojada y desabotono mis jeans, bajó el cierre y los quito, lo mismo que a mi ropa interior que estaba ya empapada. Empezó con su mano a meter y sacar sus dedos de mi coñito que se retorcía y secretaba un líquido viscoso. Con la mano que yo no tenía arriba intente de nuevo sentir su sexo y no sólo logré eso, sino que, sin dejarme voltear, bajó mi otra mano y la puso sobre su cinturón, el mensaje era claro: quítalo. Y no dude en hacerlo. Bajé su pantalón y su ropa interior y entonces, entre mis manos, tuve una verga deliciosamente caliente y dura que yo deseaba sentir en mi interior. Con una de sus manos seguí metiendo y sacando dedos de mi sexo mientras con la otra seguí apretando y manoseando mis senos.
Tomé su verga con una de mis manos y empecé a acariciarla poco a poco y luego más y más fuerte. Entonces tomo de nuevo mis manos y las puso contra el cristal, presionando también mi cuerpo contra él. Metió de nuevo su mano entre mis piernas y siguió toqueteando mis senos. Apretó mi cuerpo contra el suyo y, cuando me di cuenta, su pene estaba entrando en mi culito que poco a poco cedía para que la bestia que el tenía antes en sus pantalones entrara. Una vez que logró entrar empezó a bombearme suavemente, al ritmo en que su mano entraba y salía de mi coñito y su otra mano presionaba mis pechos. Luego, empezó a acelerarse más y más. Yo emitía una especia de gemidos entre cortados. Era tanto el placer que me hacía sentir que yo estaba fuera de mi, casi podía ver nuestras siluetas que se balanceaban como una sola, pegadas a la ventana en medio de la oscuridad. Siguió y siguió y en un momento me estremecí y exploté; que delicia de orgasmo, estoy segura de que él lo sintió también porque aceleró el ritmo de todo su cuerpo.
Sentía como sus manos provocaran que mis senos se expandieran y que mi coñito se bañara en su propio jugo, mientras que con su miembro hacía que mi culito provocara que todo mi cuerpo se estremeciera. Pasamos unos momentos en ese estado hasta sentí cómo me apretó un seno con mucha fuerza, su mano que estaba en mi coñito se tenso y provocó tanta fuerza que me levantó de mi entre pierna a la vez que me llenaba mi culo con su leche calientita y deliciosa. Tanta leche que sentí como me empezó a escurrir por la parte trasera de los muslos. Entonces, siguió como estaba antes y me provocó un segundo orgasmo veinte veces más fuerte que el primero, sentí como mis propios fluidos me corrían por las piernas hasta los tobillos. Fue subiendo de intensidad mi sensación hasta que bloqueé mis sensaciones.
Salí del bloqueo y quise voltear para verlo, no me dejó. Sólo me presionó contra el vidrio mientras sacaba su falo de mi culo y me susurró al oído deliciosa . Sacó su mano de mi coño y acarició una última vez mis senos. Se agachó lamiendo mi espalda hasta mi culo y en el regresó se puso los pantalones. Se dio la vuelta y se fue.
Yo me quedé allí unos segundos, sintiendo todavía su leche en mi culo y sus manos en mi cuerpo. Me senté en el suelo semidesnuda como me dejó y entonces pasaron unos momentos.
Regresó la luz y yo seguía semidesnuda en el suelo viendo hacia el techo y entró un empleado, que no era nada feo, que me veía con ojos de lujuría .
¿Quieren saber que pasó con el empleado? Mándeme mensajes para que me decida a subir la segunda parte de este desenfrenado viaje que hice que todavía le quedan cosas por contar.