Viaje relampago a la locura

Una linda chica, que tenía fantasías de poder sostener una relación con otra chica pero su posición social y prejuicios la obligaban a mantenerlos en secreto; hasta que un día que casi llegaba a su final, en un Autobús camino a casa su fantasía se hizo realidad, asiéndola participe de una experiencia perturbadora para ella, pero llena de placer.

No era muy tarde, lo recuerdo bien yo llevaba mucha prisa pues el ultimo camión para Tijuana saldría en 5 minutos y yo aun por el anden. Subí las escaleras lo mas rápido que pude, y al llegar a arriba a lo lejos se alcanzaba a ver una linda pareja que se despedía muy calurosamente, conforme me fui acercando los detalles eran mas notorios, el con una mano sostenía uno de sus pechos, que sin timidez alguna, dejaba al descubierto, mientras que con la otra acariciaba su sexo frenéticamente. La imagen me dejo pasmada, pero mas lo fue cuando al acercarme un poco mas pude percatarme de que ambas eran chicas. Mi vista se clavo en ellas, y sin darme cuenta una de las chicas noto mi presencia y sonrió, yo me ruborice enseguida y con mucha pena, continué mi camino. Aborde mi transporte, y ya en mi asiento correspondiente, la imagen de esos pechos redonditos como dos melones, no podían borrarse. Se veían tan tersos que la imagen comenzó a calentarme la cabeza. Lentamente baje mi mano a mi conchita y comencé juguetear con ella, pues aquella imagen ya empezaba a humedecerme. Mi dedito hacia muy bien su trabajo mientras que con mi otra mano estrujaba fuertemente mis senos.

Sabia que era poca la gente que abordaba el autobús a si que me sentía libre de poder masturbarme; el calor empezaba a embargarme, ya que pensar en su humedad me provocaba llegar mas rápido al éxtasis deseado. Apunto estaba de llegar ala gloria, cuando escuche una voz que pregunto ¿esta ocupado este asiento?...El rostro se me lleno de mil colores, para quedarse solo en uno, el rojo de la vergüenza, estaba tan apenada que no pude ni voltear a ver a mi nueva acompañante, a la que había arruinado mi ascensión al cielo por escasos segundos, a la persona que me había dejado con la blusa abierta y una falda mal acomodada. Solo respondí secamente que estaba disponible y trate de hacerme la dormida hasta que el autobús partiera.

Ya con el autobús en movimiento, decidí echar un vistazo a lo que por un lapso de dos horas compartiría el mismo espacio conmigo. No tarde mucho en levantar la cara cuando ella me dijo- Así que no solo te gusta ver, si no que también eres de las que disfrutan haciéndolo en publico. Y sin mas, metió su mano entre mi falda.

Yo no sabia como reaccionar, por un lado estaba turbada aun por sus palabras y por otra parte yo seguía muy caliente, mi sexo no dejaba de palpitar, así que sin pensar un segundo más, me deje llevar. Era la primera vez que lo hacia con una mujer fuera de mis fantasías, y la realidad estaba enloqueciéndome.

Yo como toda una novata no sabia ni como poner mis manos, y ella que se notaba tenía ya práctica, reclino el asiento y jalo mi tanga hasta arrancármela, subió por completo mi falda y se sumergió en mi rajita que ya esta chorreante y calientita.

Mis gemidos no tardaron en llegar, aquella sensación era totalmente nueva para mí.

Pero ella me silencio colocando sus dedos en mi boca; dedos que enseguida comencé a chuparlos extrayendo mis jugos que aun permanecían en ellos.

Trate de alcanzar sus redonditos pechos, pero la posición me lo impedía, solo alcanzaba su pelo castaño y largo que se movía de un lado al otro provocándome un sin fin de placeres.

Su lengüita tan prodigiosa me llevo hasta el cielo antes de la primera parada, y yo quise corresponderla de igual forma.

Ella se incorporo rápidamente y coloco una de mis manos sobre su sexo, y me dijo- No temas yo te guiare hasta que me hagas chorrearme de placer. Sus palabras me intimidaron, aun así metí mi inexperta y torpe mano dentro de su pantalón, ella puso la suya encima y comenzó a guiarme: con movimientos circulares yo la veía morder sus labios y con movimientos rectos la hacia temblar. Tener el control de su sexo me encendió aun mas, jamás había estado tan caliente, necesitaba sentir toda su piel rozando con la mía. Pare sin avisarle y comencé a besarla, necesitaba saber a que sabían esos expertos labios y que podría enseñarme esa prodigiosa lengua.

Ella me aparto con rapidez y me dijo- no tan rápido nena es paso a paso aun no he terminado y quiero sentir esa lengua tibia entre mis piernas.

Todo mi cuerpo temblaba y mis manos sudaban más que futbolistas en pleno desierto.

Incline su asiento y tiernamente la despoje de sus prendas. Sus piernas estaban mas que esculpidas, eran sin duda producto de una diosa.

Baje su braguetita con los dientes y la idea le encanto, había soñado ya tantas noches con poder hacerlo que cuando por fin lo logre me embargaba de exaltación.

Ya en su sexo, con mi lengua comencé a moverme lentamente y con mis dientes le daba pequeños mordiscones que la estremecían, sacaba y media mi lengüita y después la chupaba como si tratara de dejarla seca, sin darme cuenta, había perdido el temblor de mi cuerpo y sentía que todo su calor se quedaría en mi.

De pronto un chorro caliente llego a mi lengua y un gemido de fascinación salio de su boca.

Me levanto rápidamente y al oído me susurro que se la había pasado muy bien, mientras abotonaba su pantalón, yo imaginaba lo mucho que necesitaba sentir sus pechos en mis labios, tocarlos con mis manos, quería besarle todo su cuerpo, atesorarla hasta que la bestia que acababa de desatar quedara exhausta de placer, pero ella solo agarro su cabello, beso mi mejilla y pidió su bajada.

Yo sin resignarme a no volverla a ver pedí mi bajada una cuadra después y corrí a su búsqueda, cuando por fin la halle de su brazo jalaba una pequeña niña de 4 años y alrededor de su cuello el brazo de un hombre que felizmente le daba un beso de bienvenida.

El cuerpo se me helo, y decidí marchar camino a casa, recordando todo lo bueno que me había enseñado mi linda desconocida, y que sin duda alguna llegaría a practicar a casa, con la esperanza de volvérmela a encontrar.