Viaje por Asia

En un viaje por Asía ella es subastada en un club de lesbianas un poco especiales. A cambio obtengo una exhorbitante cantidad de dinero y una bella y joven sumisa.

En un viaje por Asia, una noche, paseando por la zona de espectáculos prohibidos. Los cazaturistas nos invitaban constantemente a entrar en los diversos locales que ofrecían variedades. En las marquesinas todo tipo de atracciones con las más diversas variantes.

Entramos en uno de estos locales. Al principio la oscuridad nos impide ver, se entrevé un escenario circular en el centro de la sala, apenas iluminado, en el que dos mujeres montan un número lésbico.

Ella lleva sólo una chaqueta veraniega que apenas si le cubre el culo y el sexo, debajo no lleva nada. Ha aprendido a disfrutar exhibiendo su cuerpo. La chaqueta se abrocha con un solo botón situado sobre el monte de venus, por lo que los pechos quedan casi al descubierto.

Al sentarse la chaqueta se abre y desde los laterales se le pueden ver los senos con los pezones erectos.

Al acabar el número la iluminación se hace menos tenue, una pequeña orquesta de jóvenes desnudas comienza a tocar, varias parejas de mujeres salen a bailar. Al mirar a nuestro alrededor vemos que sólo hay mujeres, hemos entrado en un club de lesbianas.

Una mujer que estaba sentada en una mesa próxima se nos acerca.

-Buenas noches, no he podido dejar de oír sus comentarios, no tienen que preocuparse, aunque es un club para mujeres también se admiten algunos hombres.

Miro a mi alrededor, no hay ninguno. Hemos tenido suerte, debe ser la única mujer que habla nuestro idioma. Había vivido varios años en nuestro país del que guardaba un grato recuerdo. Mientras hablaba la mujer sólo hacía mirarla, especialmente el escote. La invito a tomar una copa con nosotros. Su belleza exótica también atrae a mí pareja. Os rozáis las manos de forma acariciante. El intercambio de miradas es provocativo, insinuante.

En la pista bailaba una jovencita de rasgos orientales, ojos rasgados, labios gruesos, el pelo moreno largo, lacio. Vestida con una túnica casi transparente y abierta por los lados, sujeta con una cadenilla por la cintura. Al bailar se podía ver sus largas piernas hasta la cadera, se adivinaba que no usaba ropa interior. Tu no cesabas de mirarla.

-Le gusta? -Le pregunta la mujer a ella.

-Es muy hermosa.

-Y deseable. Quiere conocerla?

-Sería un placer –le contesta después de mirarme pidiéndolo.

La mujer le hace una señal, se acerca. La mujer la hace sentarse entre las dos. La presenta. Os besáis en la boca. La mujer la acaricia bajo la mesa, sin mucho disimulo, la joven acusa el roce.

-Es bella verdad?

-Si, mucho –le contestas tras una nueva mirada de petición.

-Acaríciela, a ella no le importará. Le complace mucho ser acariciada. Siempre lo está deseando.

Le dice unas palabras en su idioma, la joven separa las piernas para facilitar el acceso. Jadea suavemente. Al sacar la mano la joven mira a mi acompañante decepcionada (le hubiera gustado que continuase haciéndola gozar). Me muestras la mano, dos dedos aparecen húmedos, los acercas para que pueda olerlos, los chupa. La mujer asiente satisfecha por la actitud. Cada vez te mira con más deseo.

La música cesa. Una mujer de edad sube a la pista llevando a otra de la mano, ésta va desnuda. La vieja comienza a hablar con voz alta y estridente.

-La están subastando.

Miro a la joven, la mujer me ha comprendido.

-Ella es mía. Puede que lo que le explique a continuación no le cueste comprenderlo. Aquí es fácil conseguir una chica. Las mujeres tenemos poco valor y muchos padres venden a sus hijas. El club tiene siempre varias que usa para subastar antes de venderlas, algunas socias tenemos nuestra criada particular.

La mujer me explica que entre las que asisten al club, los contactos se pueden hacer sin pagar nada o bien si la mujer que se desea está muy solicitada se la puede subastar si ella desea obtener algo de dinero o bien una propietaria puede hacer subastar su mucama. Vemos como varias manos se levantan para subir la puja.

-Su acompañante alcanzaría un alto precio. Una mujer tan bella y además es europea. Su estatura tiene un atractivo añadido. Le gustaría?

Me mira, es indudable que está excitada, con la mirada me está diciendo que sí.

-Sí, aunque no de momento –le contesto.

Me gusta mantenerla excitada y ahora lo está mucho. Me mira decepcionada a causa del deseo.

La mujer ha sido vendida. La música vuelve a sonar. A cada pausa en la música una mujer es subastada. Las mujeres que pasan por el escenario son bellísimas, la mayoría jóvenes. Le pregunto a la mujer si nuestras acompañantes pueden bailar. La mujer habla brevemente con la joven que se levanta y le alarga la mano para ir a bailar.

Se meten entre el resto de las mujeres, cuando vuelven a aparecer están fuertemente abrazadas, se besan, las parejas comienzan a abandonar la pista, la muchacha le acaricia el culo dejándolo asomar ante los ojos de las demás mujeres del local, se quedan solas bailando, la joven le quita el botón de la chaqueta, despacio, con mucha suavidad, siguiendo el dulce ritmo de la música y mete la mano bajo ella, mi acompañante echa la cabeza atrás abandonándose a la mano que la explora excitándola, se besan apasionadamente mientras la desnuda acariciándola, sabe que la ven húmeda pero no quiere dejar de gozar con el roce de su cuerpo, su sedosa piel le provoca una corriente que parece quemarla, gime notando como el orgasmo se aproxima, aumentando la excitación lo atrevido de la situación, hace que se corra y se separa de ella, se la ve depilada y anillada, un rumor se oye por la sala. La deja, mi acompañante extiende la mano como para retenerla, vuelve para besarla con ardor y baja de la pista.

-Hay algún límite en su uso? –Me pregunta la traductora.

Estos asiáticos son muy retorcidos, pienso.

-No –le contesto, la mujer lo traduce a la chica para que se lo diga a la vieja, ésta sonríe.

Se enciende la luz y sube la vieja, la coge de la mano y la hace dar la vuelta por la pista para que la puedan ver bien, ella sigue bajo los efectos del goce. La lleva al centro. Mientras habla en su idioma (la mujer me va traduciendo) le aprieta los muslos y alaba la dureza de estos, le amasa el culo mientras comenta la redondez de sus globos y lo apretado de su ano después de insertarle un dedo, las marcas de los azotes provoca un murmullo admirativo, la suavidad del vientre. Le abre el sexo aún mojado, tira de los labios, mete un dedo varias veces, como si fuera un pene, mi esclava se agita, al sacarlo huele y prueba su excitación. Elogia la rotundidad de los senos, los pezones erectos y anillados, se los golpea para que todas vean su firmeza en el movimiento, el tamaño de su lengua y su boca, su belleza, su calor; mientras las mujeres pujan con frenesí por ella. Al fin es adjudicada a una bella asiática, en el resto murmullos de desilusión.

La vieja la lleva hacia unos reservados para prepararla a gusto de la compradora que las sigue, mi esclava se para, me mira y me envía un beso, entran en el pasillo que lleva a los reservados, instantes después llega la vieja con un exagerado fajo de billetes como pago de su alquiler, la mujer coge unos pocos y se lo da a la vieja por haberla subastado, después coge otros pocos por la joven.

-Mañana llevaré a su amiga al hotel. Con ésta puede hacer todo lo quiera, todo, esta noche es suya. Igual que su amiga es de quién la ha comprado.

-Ya ha visto mis gustos, ella lo sabe? –le pregunto dirigiéndome a la joven.

La mujer asiente.

-No tiene que preocuparse por ella, aceptará todo lo que usted quiera hacerle. Puede que llore pero lo aceptará. Su vida me pertenece y ella lo sabe. Sabe que usted ha pagado por ella y su obligación es que salga satisfecho. Su amiga no hará lo mismo?

-No sé si la que la ha obtenido puede hacerle algo a lo que ella se niegue.

-No, no, su compradora sabrá conseguir lo que desea –me dice con una sutil o cruel sonrisa.

Por un momento temo por ella pero apenas dudo. La jovencita a la que atormento con mis dedos retiene toda mi atención.

La joven con la cabeza baja y yo salimos del local.

Unos discretos golpes en la puerta de la habitación. La mujer de la noche anterior está en la puerta sonriendo. Tras ella mi esclava inconsciente, llevada en brazos por dos hombres.

-Buenos días –es casi mediodía –tengo que felicitarle, su amiga ha cumplido con todas las expectativas puestas en ella.

Los hombres la han dejado caer y no se mueve.

-Cómo se ha portado nuestra jovencita?

Miro a mi esclava. Le han debido dar de lo lindo pero sin duda ella ha debido gozarlo.

-Puede recogerla, está en el dormitorio.

Vuelve a salir.

-Veo que la ha utilizado bien.

-Eso creo.

-Le gustaría seguir haciéndolo?

-A cambio de qué? –le digo con cierta suspicacia.

-Veo que comprende de que se trata. Su amiga ha tenido un gran éxito y esta noche podríamos volver a subastarla.

-Cree que estará en condiciones?

-No se preocupe. Cuánto en peor estado se encuentre más alto se cotizará si está dispuesta a repetirlo.

-Habrá que esperar a que se despierte.

-No será necesario. Podemos llevarla tal como está.

-Y si ella no quiere?

-Ya encontraremos la manera de convencerla si usted no quiere hacerlo, no cree?

No es que esta conversación fuese necesaria pero me admiraba la manera que tenía la mujer de conducir el tema a donde le interesaba.

-Incluso deberíamos marcarla un poco más para hacerla resaltar más.

En ese momento aparece la joven que mira a su dueña. Se arrodilla ante ella y le besa los pies con encantadora sumisión. Me sorprende lo tierno de su comportamiento después de su salvaje comportamiento la noche anterior. De nuevo ha excitado mi curiosidad. Quiero tenerla y ver si conmigo su comportamiento será similar.

Anoche, conmigo, no pronunció una palabra y se sometía a todos mis deseos pero no con esta complacencia.

Me gustaría quedarme de nuevo a solas con la jovencita pero la mujer no parece dispuesta a abandonar a mi amiga. Sin duda no quiere que se le escape. La cantidad de dinero que pagaron por ella fue muy alta pero no creo que eso justifique el interés que tiene por ella.

Pedimos el desayuno. Mientras lo tomamos la joven permanece arrodillada al lado de su señora. Ésta le da unas migajas que apenas pueden saciar su hambre, sin embargo la joven se lo agradece como si recibiera un exquisito manjar.

Mi esclava se va despertando, se estremece. Abre los ojos con un gesto de dolor. Nos ve a todos mirándola.

-Buenos días amo –me saluda con una tenue sonrisa.

-Cómo te lo has pasado?

-Estas orientales son unas perversas –me contesta con una desmayada sonrisa.

-Veo que bien, ja, ja.

-Sí.

-La señora quiere volver a alquilarte.

-No sé si podría resistirlo.

-Eso espero pero si no me ha dicho que hay métodos para que lo logres.

Su estremecimiento me hace comprender que lo desea.

-Y la chiquita cómo se ha portado? –Me pregunta.

-Con la inocencia y la entrega como lo hacías tu apenas hace unos años.

-Podría tenernos a las dos.

-Creo que no. Hoy no. La señora está pensando en volver a subastarte. Creo que han quedado muy satisfechas de ti. Y sospecho que ella obtiene algo más que dinero en tu subasta.

La señora nos mira sonriendo.

-Tendré que descansar o no podré soportarlo.

Antes la hago mostrarme su cuerpo para ver las señales de su uso. La han usado bien. Le indico que vaya a retirarse. La señora le da órdenes a su sumisa para que la acompañe. La sonrisa de la joven me alerta.

-No quiero que le de placer.

-No lo hará.

Vuelve a ordenarle en su idioma. Por su cara veo que no lo hará. Me mira sin expresión.

-Si le voy a prestar a mi esclava para que vuelva a subastarla quiero en la chiquita la entrega que tiene con usted.

-Es complicado, me ama. Soy todo su mundo. Sin mí no tendría ni el placer ni el dolor que le procuro.

-En ese caso no hay trato. Si es necesario hágale creer que me la ha vendido y soy su nuevo amo. Un amo cruel si no soy satisfecho. Aunque eso ya ha podido comprobarlo.

-Quiere que se la venda?

-Estaría dispuesta?

-Le tengo mucho cariño.

-Seguro que encontraremos la manera de llegar a un acuerdo.

-Sí –me dice con una perversa sonrisa.