Viaje incestuoso con mi madre y mi tía (2/2)

Dos mujeres maduras se vengan de sus maridos infieles con quien menos se lo esperan

Relato de Clara

El movimiento de la cama cuando Alex se levantaba me despertó. Observé como se alejaba para recoger su ropa, que estaba desperdigada por el suelo mezclada con la mía. Mis ojos se fijaron en su ancha espalda y en su fuerte trasero, con un par de atractivos hoyuelos.  Cuando acabó de vestirse preferí hacerme la dormida, sin saber cuál iba a ser la reacción de mi sobrino después de aquella intensa noche.

Escuché como cerraba la puerta y me senté al borde de la cama. Eran las 12 de la mañana y el sol entraba con fuerza por la ventana del camarote. La cama estaba totalmente desecha, me dirigí al baño para limpiarme pues notaba mi entrepierna húmeda por causa de mis flujos y de las dos enormes corridas de mi sobrino. Frente al espejo pude ver mi coñito enrojecido, fruto de las violentas acometidas de Alex.

Mientras me duchaba pensé en las consecuencias de aquella noche. Me sentía una mujer liberada, me había vengado de mi marido y había disfrutado del sexo como nunca, nunca hubiera pensado que un orgasmo pudiera ser tan violento, había aprendido nuevas posturas y lo había pasado en grande en una noche que no iba a olvidar jamás.

Pero al fin y al cabo Alex era mi sobrino, aquello no podía continuar y estoy segura que él pensaba lo mismo. No tenía futuro y no podía hacerle eso a mi hermana Rosa. Sé que lo que haba pasado no hubiera sido posible sin que ella diera un permiso tácito, pero solo eso, era una aventura de una noche, que no olvidaría jamás, pero algo pasajero. Además, veía como mi hermana miraba a su hijo y veía algo más que amor de madre, veía deseo…y eso lo tenían que solucionar ellos dos.

Relato de Rosa

Por suerte las paredes de los camarotes eran lo suficientemente gruesas para aislarlas de ruidos indeseados. Igualmente, me había puesto tapones para asegurarme de que no se filtrara nada de lo que pasaba en la habitación de al lado. Aun así, apenas había podido dormir en toda la noche. El saber que a unos metros de mí Alex y mi hermana estarían follando como locos me proporcionaba sensaciones encontradas. Por un lado, alegría por Clara que se estaría liberando de la pesada losa de su marido, pero por otro, y era lo que más me preocupaba, algo de celos al pensar que yo podría estar en su lugar en ese momento.

Estaba comenzando a ver a mi hijo con otros ojos, la espina por la traición de su padre se me había calvado muy dentro, y no sé por qué tenía la idea de que mi hijo pudiera ser la persona adecuada para sacármela. Al igual que mi hermana, quería vengarme y desquitarme lo antes posible, pero no tenía ni fuerzas ni ganas de ponerme a buscar a un desconocido a mi edad.

Inesperadamente, escuché como unas llaves abrían la cerradura de la habitación. Cerré los ojos rápidamente y me hice la dormida. Escuché unos pasos que entraban en el cuarto y sentí la presencia de Alex. Noté que se quedaba unos segundos parado ¿estaría mirándome? y a continuación se metió en el baño. No tardé en escuchar el ruido de la ducha.

Me recosté en la cama con el corazón acelerado, de repente vi que por el escote de mi camisón salía uno de mis pechos ¡seré imbécil! ¿Me habría visto mi hijo? Rápidamente lo volví a meter en su sitio. Qué torpe…no sabía muy bien que hacer, yo también quería ducharme, pero no sabía cómo encarar la situación. Me levanté y anduve por el cuarto dubitativa. De pronto escuché como al otro lado se cerraba la ducha y el agua paraba de salir. A los pocos segundos mi hijo salió con la toalla anudada a su cintura. Intenté no mirar a su atractivo torso pero allí estábamos frente a frente.

  • ¡Alex! ¿Qué tal? -fue lo único que acerté a decir

Él también se quedó cortado de encontrarme de frente nada más salir del baño.

-Hola mamá ¿qué tal has dormido?

-Bien hijo, bien-estuve a punto de preguntarle cómo había dormido él, pero por suerte pude frenarme a tiempo.

Rompí el contacto con él y abrí el armario buscando la toalla y algo de ropa para ponerme.

-Voy a ducharme ¿vale? ¿Después vas a querer dormir o vamos a la piscina? dije dando por hecho que había pasado una noche movidita

-Podemos ir a la piscina mamá-dijo sonriéndome y desarmándome completamente

Yo sonreí a su vez y entré rápidamente en el baño ¡seré idiota!

Relato de Alex

Cuando escuché a mi madre meterse en el baño respiré aliviado, me quité la toalla y busqué rápidamente unos calzoncillos que ponerme y que ocultaran un poco mi erección, le había visto un pecho a mi madre mientras dormía y no me lo quitaba de la cabeza. Además, había podido observar su nerviosismo cuando nos habíamos encontrado frente a frente. Necesitábamos tener una charla, pero no sabía ni cuándo ni quien de los dos tenía que tomar la iniciativa. Me empezaba a preguntar si acostarme con mi tía no había sido un error que me distanciase de mi madre.

Ella salió del baño ya con el bikini puesto, era una pieza negra que apenas conseguía sujetar sus redondos y tersos pechos, rara vez se lo había visto puesto pues a mi padre no le hacía mucha gracia que se exhibiese así delante de todo el mundo. Estaba claro que mi madre había decidido cambiar las cosas.

Cuando se dio la vuelta pude ver sus piernas y adivinar sus nalgas que estaban cubiertas por la parte de abajo del bikini, en este caso cubriendo mejor que los pechos. A pesar de su edad apenas se notaban marcas de celulitis en mi madre, estaba tremenda y me pregunté si a lo largo del viaje intentaría seducir a algún hombre para vengarse de mi padre, esperaba que no para no tener una situación más violenta entre nosotros.

  • ¿Vamos? -me preguntó sacándome de mi ensimismamiento

-Vamos-respondí agarrando mi toalla y un libro

Nos pusimos en dos tumbonas sin apenas haber intercambiado palabra en todo el recorrido hacia la piscina. Sentía que debía dar el primer paso y contarle a mi madre lo que había pasado con mi tía antes de que la situación se crispara más, la notaba crispada y ¿celosa?

  • ¿Puedes pasarme crema? -dijo antes de que yo pudiera empezar a hablar

Obediente cogí el bote, me eché un poco en las manos y comencé a pasarlo por la espalda de mi madre, llegué hasta la cintura, pero me dio vergüenza seguir más abajo.

Se dio la vuelta y me dudé sobre pasarle la crema por delante o no, pues en esa zona ella podía hacerlo perfectamente. Pero como no dijo nada y sus ojos estaban bien protegido por unas enormes gafas de sol, tomé la iniciativa. Apreté el bote hasta que salió una buena cantidad de crema y me dediqué a restregársela por el torso teniendo mucho cuidado de no acercarme a la zona de sus pechos, cuyos pezones, por cierto, se marcaban totalmente erectos en el bikini. Se habían puesto así gracias al masaje que le había dado.

Terminé y mi madre se quedó unos segundos parada como esperando a que siguiera ¿pretendía que le pasara la crema por las tetas? ¿A qué estábamos jugando los dos y donde nos podía llevar ese jueguecito?

Mi polla estaba empezando a ponerse dura así que preferí levantarme y meterme en el agua.

Relato de Rosa

En el fondo me moría de ganas de que mi hijo me pasara crema por los pechos, pero sabía que la situación podría haberse desbordado. Así que cuando se levantó para meterse en la piscina respiré aliviada, pues había estado a punto de perder el control. Quien sabe, hasta puede que hubiera tenido una erección. Sin duda habría notado mis pezones erectos, había rezado para que no se pusieran así mientras comenzaba a extenderme la crema por la espalda, pero había sido imposible. Estábamos jugando a un juego peligroso y además éramos madre e hijo, pero desde la noche pasada lo veía diferente. Sé que mi hermana había disfrutado de él y en el fondo una mezcla de celos y de deseo de conocer los detalles me quemaba por dentro, pero no quería hacer dar ningún paso.

Relatos de Alex

Nos sentamos en la mesa para el almuerzo. A mi lado, el asiento reservado a mi tía estaba vacío, supuse que estaría durmiendo.

Poco a poco las otras personas de nuestra mesa se pusieron a hablar entre ellas y se formó un silencio incómodo entre mi madre y yo, seguramente estaba esperando una explicación por mi parte, así que después de beber un buen trago de vino para armarme de valor empecé a hablar.

-Ayer por la noche estuve con la tía

Mi madre no respondió y se limitó a beber un sorbo de vino, mirándome fijamente, así que decidí continuar.

-Acordamos que fuera algo de una noche, sin continuidad

Mi madre asintió con la cabeza.

-Me alegro-respondió-sé que a mi hermana le hacía falta algo así para sentirse deseada y olvidarse de su marido. Y lo apoyé. Pero no me parece sano que se extienda en el tiempo.

Esta vez fui yo el que asintió.

-Me alegro de que esté todo aclarado-dijo mi madre sonriendo por primera vez en toda la mañana

Me sentí bastante aliviado. Seguramente tenía miedo de que mi tía me “secuestrase” durante el viaje, aunque también note ciertos celos y una actitud posesiva por parte mi madre, que ahora parecía haberse suavizado.

Después del almuerzo descansamos y os preparamos para la excursión que íbamos a hacer, habíamos llegado a Mónaco y por la tarde estaba prevista una visita a la ciudad.

Relato de Clara

Mi hermana y mi sobrino pasaron a escasos centímetros de mí, pero por suerte no me vieron. Iban riéndose y hablando así que supuse que estaba todo bien entre ellos y Rosa no me guardaba rencor por lo de la noche anterior. Aun así, prefería dejar las cosas reposar un poco. Desde el bar y protegida por las gafas de sol pude verlos bajando por la escalera del barco al puerto, iban a la excursión.

Yo tenía otros planes. La increíble noche con mi sobrino había activado algo en mí, me notaba ardiendo por dentro, deseosa de más sexo y de vengarme de mi marido poniéndole los cuernos con todos los hombres que se cruzaran en mi camino.

Y mi visita al bar no era ninguna casualidad. Me hacía la distraída, pero por el rabillo del ojo había comprobado que estaba el camarero del primer día. Observé como se daba cuenta de mi presencia y se quedaba mirándome. Rápidamente cogió la bandeja y se acercó a mí. Mi piel se erizó al sentir su presencia, me sentía como una adolescente.

  • ¿Puedo servirle alguna cosa a la mujer más atractiva del barco?

-Hola Juan, quería una piña colada, como ayer -le dije quitándome las gafas de sol y guiñándole un ojo

-Eso está hecho ¿a nombre de quién?

-Clara

  • ¿Habitación?

-302

-Ahora mismo-dijo anotándolo todo en un papel y devolviéndome el guiño

Aquel chico jugaba fuerte. Solo esa escena me había dejado completamente excitada.

Poco después volvió con la bebida.

-¿Desea que le haga alguna otra cosa?

Dejé pasar unos segundos para dar más intriga al momento.

-No gracias, si necesito cualquier cosa te llamo

Aquel juego de seducción me estaba volviendo loca, técnicamente todavía era una mujer casada y allí estaba seduciendo a aquel chaval después de haber sido follada salvajemente por mi sobrino. Quien me lo hubiera dicho hace apenas unos días.

No quise forzar más la situación por el momento así que me fui a la piscina a tomar el sol. Me puse un bikini bastante provocativo y un fino tanga que apenas cubría mi culo. Estaba desatada, y si todo salía bien, esa noche la iba a volver a pasar acompañada.

A las 10 de la noche los pasajeros que habían hecho la excursión volvieron y el barco partió rumbo a Nápoles, entre ellos vi a mi hermana y a Alex, iban riéndose como si se lo hubieran pasado en grande. Aun así, prefería seguir manteniendo la distancia pues para esa velada tenía otros planes.

Relato de Rosa

La tarde visitando Mónaco había sido simplemente maravillosa al lado de mi hijo. No había pensado ni un segundo en mi marido y cualquier malentendido por lo de la noche con mi hermana había quedado disipado. Notaba que entre Alex y yo comenzaba a surgir “algo” difícil de describir, ya no nos comportábamos simplemente como madre e hijo, sino como algo más. Y eso me excitaba y asustaba al mismo tiempo.

Durante la cena mi hermana tampoco se presentó, cosa que nos extrañó a los dos. Mi hijo me animó a ir a la discoteca y aunque al principio me hice la remolona no me resistí mucho.

La música estaba a todo volumen y las luces y las risas de los otros turistas animaban el ambiente. Hacía años que no iba a un sitio así. Mi hijo en cambio se movía como pez en el agua. Pedimos unos tequilas que me dejaron eufórica y salimos a la pista de bailar. No sabía muy bien como bailar esa música tan moderna pero no debí hacerlo nada mal pues otros hombres se me quedaron mirando y Alex me felicitó, bailamos muy juntos durante un buen rato y antes de irnos pedimos un par de mojitos. Pensé que me hubiera encantado comerle la boca allí mismo y me asusté, además no sabía si él deseaba lo mismo así que me contuve. Nos lo pasamos genial y volvimos a nuestro camarote.

Relato de Alex

Reconozco que me hubiera encantado liarme con mi madre aquella noche. Los dos allí bailando y bebiendo…el clima era propicio, por no hablar de su forma de bailar. Había tenido que hacer bastantes esfuerzos para que no se juntase demasiado a mí y notase la enorme erección en mi pantalón. Pero no sabía si ella lo deseaba tanto como yo y a última hora prevaleció el sentido común, al fin y al cabo era mi madre.

Entramos en nuestro cuarto y ella estaba completamente borracha, tuve que dejarla en la cama y se quedó dormida al instante. El vestido que llevaba puesto era muy corto y se le movió hacia arriba cuando la dejé sobre el colchón. Ante mi quedaron sus largas piernas y su ropa interior, llevaba un tanga negro muy estrecho. No pude evitar mirar. Su entrepierna no dejaba ver ningún pelo, al igual que en el caso de mi tía. Me sorprendió que una mujer madura como mi madre se depilara la vagina, ¿sería por exigencia de mi padre o lo haría ella por iniciativa propia? El caso es que me excitó tremendamente. La erección que había empezado a perder cobró fuerza de nuevo, estaba muy cachondo. Por si fuera poco, sus grandes pechos también pugnaban por salir del vestido. Mi pantalón parecía a punto de reventar. Me quedé un rato escuchando, en silencio, parado frente a la cama. Una vez me aseguré que estaba realmente dormida me dirigí al baño sin dejar de mirarla ni un segundo.

Cerré la puerta del servicio, me senté en el retrete y me hice la paja más brutal de mi vida, gruesos chorros de semen me salpicaron por todo el torso. Me quedé un rato en silencio recuperando la respiración. Me limpié y salí de nuevo. Mi madre seguía durmiendo la mona en la misma posición que la había dejado. Me estaban empezando a entrar remordimiento por haberme masturbado pensando en ella. Salí a la terraza del camarote a que me diera un poco el aire. Desde allí podía ver un poco de la habitación de mi tía. Las luces estaban apagadas y no parecía haber nadie. O tal vez estuviera dormida. Volvía al dormitorio y me tumbé en la cama, dejando una distancia prudencial con mi madre. No tardé mucho en caer rendido.

Relato de Clara

Una vez que vi como mi sobrino y mi hermana se iban de la discoteca salí de la esquina donde me ocultaba. Me habían dejado a cuadros. Nunca había visto a un hijo y a una madre comportándose así. Allí había algo más. Pero en fin, era asunto suyo. Les estaba agradecida por lo de la noche anterior y en el fondo estaba tan salida que me daba morbo en pensar en un hijo y una madre liándose.

Sin embargo, mi objetivo esa noche era otro. “Mi” camarero trabajaba esa noche y yo lo controlaba con la mirada todo el tiempo. Era ciertamente atractivo y algunas chicas que se acercaban a la barra a pedirle alguna bebida intentaban algo más, no se cortaban mucho por así decirlo.

Me puse algo nerviosa pues pensaba que no podía competir con esas chicas de cuerpos jóvenes, así que una vez tuve vía libre me acerqué a la barra. Yo llevaba un vestido rojo ceñido al cuerpo. Sin nada debajo. Estaba dispuesta a quemar las naves.

Pronto hicimos contacto visual, él estaba hablando con una chica, pero no me quitaba el ojo de encima, me estaba desnudando con la mirada y yo me puse cardiaca. No sé qué magnetismo tenía aquel chaval que me desarmaba completamente.

No tardó mucho en acercarse a mí con una piña colada.

-Parece que vas conociéndome mejor

-Todavía hay bastantes partes de ti que me gustaría conocer.

Aquel chico no se andaba con tonterías.

-A esta invito yo-dijo mostrándome su mejor sonrisa

Sin embargo, un cliente llegó a la barra y tuvo que atenderlo. Yo me dediqué a observarlo. Llevaba una camiseta y unos vaqueros que insinuaban un cuerpo atlético como el de mi sobrino. Si no me equivocaba en menos de media hora cerraba la sala de fiestas y sería mi momento. Lamentablemente un montón de pesados se acercaron en ese intervalo y apenas pudimos intercambiar algunas miradas llenas de intención.

Por fin llegó la hora de cerrar. Juan le susurró algo en el oído al otro camarero que me miró y sonrió, me puse roja de vergüenza.

-Mi amigo me cubre, podemos salir a dar una vuelta por el barco si quieres

-Me encantaría

Me tomó de la mano para ayudarme a bajar del banco y el contacto con su piel me puso la piel de gallina. Salimos de la sala de fiestas y había un montón de gente, yo estaba nerviosa porque tenía miedo de que me vieran con aquel miembro de la tripulación yéndome a mi camarote, pero Juan tenía otros planes, nos adentramos por el barco hasta que llegamos al spa. Le miré ansiosa porque a esas horas estaba cerrado. Sin embargo, él sacó un manojo de llaves y con mucho cuidado abrió la puerta y me invitó a entrar, cerrando la entrada a nuestro paso. Apretó varios botones y la estancia se iluminó y las piscinas y jacuzzis también.

-Wuaw no había entrado aquí todavía

-Es solo para nosotros

-¿No hay riesgo de que nos descubran?-dije con el corazón todavía más acelerado

-Nadie pasa por esta zona del barco a estas horas. Ahora relájate, por si no lo sabes además de camarero fui masajista durante una temporada dijo sonriéndome.

Mi piel se erizó al pensar lo que teníamos por delante.

-Solo pongo una condición

-¿Cuál?-pregunté como una tonta

-Mis pacientes tienen que ir desnudas

Tragué saliva.

-Creo que eso no supondrá ningún problema-Dicho lo cual dejé caer los tirantes del vestido y me quedé totalmente desnuda delante de él. No iba a ser el único que diera sorpresas. Se deleitó observando mi cuerpo durante unos segundos y lentamente me fui dirigiendo hacia una camilla.

-¿Aquí está bien?-dije tumbándome de espaldas en ella y mostrándole mi trasero

-Está perfecto

Cogió un bote de loción y apartó mi pelo hacia un lado. Cuando sentí el aceite por mi espalda tuve un escalofrío de excitación, mi entrepierna estaba completamente mojada, y aquello no había hecho más que empezar. Comenzó a extenderlo y a apretar y comprimir mis músculos, provocándome algunos gemidos mezcla de dolor y placer. Prestó especial atención a mis hombros y fue descendiendo por la espalda y por los costados, rozando mis pechos sin ningún pudor. Cuando empezó con los muslos pensé que iba a correrme allí mismo, sus dedos se quedaron a escasos centímetros de mi húmeda entrepierna.

-Date la vuelta

Volteé y quedé boca arriba frente a él, totalmente desnuda y expuesta. Sin dudarlo e inesperadamente abrió mis piernas y su lengua comenzó a recorrer mi clítoris. Di un pequeño grito de sorpresa ante la iniciativa del chico. Su lengua recorría mi coñito de arriba abajo y masajeaba mi clítoris en círculos. Agarré su cabeza mientras aquel casi desconocido me proporcionaba el mejor sexo oral de mi vida. Cuando introduje dos dedos dentro de mi empapada vagina supe que no iba a aguantar mucho más, cerré los ojos y tuve un orgasmo grandioso, arqueé la espalda y sujeté mis pechos mientras me corría en la boca de aquel muchacho.

Tardé un buen rato en recuperarme.

-Dios mío que me has hecho

-Esto es solo el comienzo-dijo quitándose la ropa hasta quedar totalmente desnudo. De su pantalón salió una polla de muy buen tamaño, gruesa y totalmente erecta. La empezó a recorrer con su mano lentamente, sin parar de mirarme. Yo me bajé de la camilla y me puse de rodillas frente a él, era mi momento de recompensarle.

Antes de meterme su polla en la boca mi lengua recorrió su glande en círculos, tal y como él había hecho unos minutos antes con mi coñito. Luego le dediqué especial a sus grandes cojones cargados de leche y finalmente me metí su deliciosa verga entera en la boca, proporcionándole la mejor mamada que fui capaz, y a juzgar por sus gemidos y su cara, no lo estaba haciendo nada mal. Me agarró la cabeza y marcó el ritmo de la mamada hasta que exasperado dio un fuerte grito y empezó a correrse a borbotones dentro de mi boca. En mi caso era la primera vez que hacía algo así y pude sentir el sabor de su semen entrando por mi boca en enormes chorros, tantos que tuve que sacar su polla, recibiendo sus dos últimas descargas en mi rostro.

Quedamos los dos rendidos en el suelo de aquel spa. Tragué su abundante corrida y el sabor del semen no me disgustó en absoluto. Hasta me acerqué a su todavía erecta polla y la limpié por completo.

A pesar de nuestras dos corridas, los dos continuábamos tremendamente excitados, por lo que una vez recuperados entramos en una piscina de hidromasaje. Los chorros golpeaban nuestros cuerpos que se unieron besándonos apasionadamente, él bajaba sus manos por mi espalda hasta apretar fuertemente mis nalgas y mis dedos acariciaban su musculoso pecho. Rodeé su espalda con mis piernas y él, con mi culo fuertemente apretado, guio su polla hasta la entrada de mi coñito. Cerré los ojos cuando me penetró poco a poco y cuando la sentí entera suspiré profundamente. La calma no iba a durar mucho porque empezó a machacarme duramente, nuestros cuerpos agitaban todavía más el agua de la piscina mientras nos mirábamos fijamente. Mis pechos se balanceaban, él exhibía su fuerza y su destreza follándome allí de pie y yo se lo agradecí corriéndome en menos de un minuto. El orgasmo atravesó mi cuerpo como un rayo, haciéndome perder la noción del tiempo.

Juan no bajó el ritmo de la follada y pronto me recuperé de mi corrida disfrutando de aquella enorme polla que me llenaba por completo. La sensación de estar siendo follado por aquel chico joven y casi desconocido en aquel lugar prohibido me colocó a las puertas del segundo orgasmo.

-Voy a correrme otra vez

-Espera, yo casi estoy a punto, casi… ¡Síííí!

Gritamos juntos y nos corrimos juntos, sintiendo su leche llenándome por completo mientras mi coñito aprisionaba su durísima polla.

Después de recuperarnos del orgasmo entramos en una de las saunas para relajarnos, las piernas me temblaban y necesitaba sentarme. Observé como mi amante de esa noche miraba mi anillo de casada. Me sentí un poco avergonzada e intenté ocultarlo torpemente.

-No tienes por qué esconderlo.

-Me he sentido como una puta, pero no me arrepiento. El cabrón de mi marido lleva años poniéndome los cuernos

-Tiene que ser un completo imbécil para engañar a una mujer como tú ¿es la primera vez que te vengas de él?

-Bueno, nadie lo sabe, pero hace un par de años tuvimos otra bronca muy fuerte una vez que llegó de una despedida de soltero a las tantas y oliendo a perfume de mujer. Le puse los cuernos con un becario de mi trabajo.

-¿Te lo follaste?

-Él no me paraba de mirarme y a mí me halagaba que un chico joven se preocupara por mí. Follamos una vez en su casa, pero luego lo corté, me arrepentí y sentí culpable por hacerle eso a mi marido. Esto no se lo había contado a nadie hasta ahora, ni siquiera mi hermana lo sabe.

Observé que su polla había vuelto a endurecerse y me entraron más ganas de hacerlo. Todavía follamos otras dos veces esa noche, otra vez en la piscina y la segunda brutalmente a cuatro patas en el suelo del spa.

Nos despedimos y cada uno salió por su lado, cuando llegué a mi camarote estaba amaneciendo. Sabía que lo que había pasado esa noche era un secreto que me guardaría para siempre.

Relato de Rosa

Lo que más me impactó cuando me desperté no fue el tremendo dolor de cabeza fruto de la resaca. No. Lo que me impresionó fue que mi entrepierna estaba totalmente mojada. Había tenido un sueño bastante subido de tono. Alguien me follaba violentamente. Solo había durado unos segundos, pero por lo visto había sido muy intenso.

Miré alrededor pero no había ni rastro de Alex. Me duché y me puse un top blanco bastante escotado, una minifalda negra y unas sandalias de tacón alto. Me estaba poniendo mis mejores galas para mi propio hijo. Como ya había anochecido supuse que estaría en el comedor o en la discoteca. Pregunté en la mesa del restaurante donde nos solíamos sentar, pero ninguno de los invitados lo había visto.

Relato de Alex

Cuando vi a mi madre entrando por la puerta de la sala de baile tuve que tragar saliva. Llevaba un top blanco tremendamente abierto en el que se podían adivinar sin mucho esfuerzo sus grandes pechos. Mi corazón simplemente se desbocó, no me podía creer que estuviera sintiendo eso por mi propia madre.

Me tendió la mano y me invitó a bailar. A pesar de la imagen de seguridad que yo intentaba dar por dentro era un manojo de nervios, no sabía cómo podía acabar esa noche. Salimos a la pista de la mano bailando un largo rato y dejando que nuestros cuerpos se juntasen poco a poco.

-Me encanta verte bailar-me susurró al oído

Sin poder hacer nada por evitarlo, mi polla creció y creció sin parar dentro de mi pantalón, sin duda mi madre lo notó porque sentí como temblaba ligeramente. La ola de excitación era ya mutua, con sus pezones marcándose perfectamente en su vestido.

Mi madre tomó la iniciativa desabrochándome varios botones de la camisa y acariciando mi pecho.

  • ¿Vas a desnudarme ahora? – pregunté irónico

-Por ahora solo la camisa

Ahora era mi turno y mientras nos mirábamos a los ojos la abracé por el cuello. Primero rozamos nuestros labios, pero en seguida sacamos nuestras lenguas con pasión. Estábamos metiéndonos mano delante de todo el mundo, de hecho, pude ver como varias personas con las que compartíamos mesa miraban completamente sobrecogidos como nosotros, madre e hijo, se besaban como locos delante de todo el mundo. Preferí no darle más importancia ya que además mi madre no se había dado cuenta.

-Vámonos al cuarto-me rogó apretándose contra mí

-Sí, no aguanto más-dije apremiante

Relato de Rosa

-Ven, no me vas a decir ahora que prefieres a tu tía-dije desafiándole. Le di la espalda y entré en el cuarto, dejando la puerta abierta.

Sentí su presencia y escuché la puerta cerrándose. Íbamos a echar el gran polvo que tanto tiempo llevábamos deseando. Sentí su cuerpo contra el mío y su fuerte erección haciendo presión contra mi culo. Sus suaves manos recorrieron mis hombros provocándome un escalofrío de excitación. Sin hacer fuerza dejó caer el vestido dejándome completamente desnuda. Me colocó de frente al espejo agarrándome los pechos mientras me besaba el cuello y la espalda.

Cerré los ojos y gemí de excitación. Era suya. Con fuerza me agarró de la cintura y me dio la vuelta hasta quedar frente a frente. Le quité lentamente la camisa mirándole a los ojos. Me deleité con sus potentes pectorales y sus abdominales hasta llegar a la hebilla del cinturón. Aquello eran palabras mayores, pero no iba a parar.

Me había cansado de ser buena así que le bajé los pantalones y la ropa interior de golpe. Ante mi saltó como un resorte una polla ancha y definitivamente muy larga, surcada por venas y depilada. “¡Dios mío!” pensé para mis adentros. Todavía no sabía cuánto placer me iba a dar aquel enorme pene esa noche.

Me puse de rodillas y comencé a chupar, era bastante gorda y no entró toda, como una buena alumna comencé a moverme arriba y abajo a través de su grueso mástil, arrancándole gemidos. Él me apartaba el pelo para ver bien la carita de su madre mientras se la chupaba, y me agarraba la cabeza para acompañar el ritmo de la mamada. Me saqué aquella verga de la boca y me dediqué a sus enormes huevos que prometían una gran corrida. Cuando mi lengua se centró en su agigantado capullo estuvo a punto de explotar. Me apartó la cabeza en el último segundo antes de eyacular y me agarró de los brazos.

Nos dirigimos a la cama sin dudar ni un segundo en el paso que íbamos a dar y sin remordimientos de ningún tipo. Me dejé caer en la cama y con el rabillo del ojo vi nuestros dos cuerpos completamente desnudos en el espejo. Se situó sobre mí y nos besamos con pasión, notaba su pene haciendo presión contra mi entrada pero sin llegar a entrar, nuestras lenguas se mezclaban dentro de nuestras bocas, él no me dejaba mirar, tenía completamente el control. Sentí la punta de su pene entrando dentro de mí, solo el capullo, solo unos pocos centímetros de aquella grandiosa verga. Me volvió loca, la quería entera dentro de mí y mi hijo lo sabía, pero me estaba torturando. Comenzó a moverse dentro de mi empapada vagina, su capullo se deleitaba con mis flujos en la entrada de mi coñito.

Dejó de besarme y abrí los ojos, él me sujetó la cabeza y nos quedamos mirándonos fijamente. En ese momento y con un golpe de su pelvis me penetró totalmente. Sentí su polla introduciéndose dentro de mí de un solo movimiento. Grité, una mezcla de dolor y placer, al sentir mi coño abriéndose a un pene después de tanto tiempo. Ya no había vuelta atrás.

Se quedó un rato en esa postura y después la sacó de nuevo. Luego la volvió a meter, a sacar, poco a poco el ritmo de la penetración se hizo duro y veloz, mi hijo me estaba follando. Su cuerpo sobre el mío moviéndose arriba y abajo, puse mis manos en sus hombros siguiendo el ritmo de la follada, estaba en el cielo. El cabecero de la cama golpeaba con fuerza la pared, mis pechos se balanceaban al ritmo de las penetraciones de Alex, estaba en el cielo y tan lubricada que escuchaba el chapoteo de mi húmedo sexo con las embestidas de mi hijo. Noté un calor que empezaba a inundar mi cuerpo, sabía lo que estaba a punto de pasar, pero quise retrasarlo unos segundos todavía, me recliné un poco y pude ver su polla entrando y saliendo de mí con rapidez, después de tantos años estaba follando de nuevo, por mi propio hijo…

Sentí una sacudida y di un aullido tremendo, agarré las sábanas mientras un orgasmo terrible quemaba mi cuerpo de la cabeza a los pies. Cerré los ojos y lo disfruté cada segundo, cada centésima, él seguía, pero yo quería rebañar cada gota de ese placer brutal. Murmuré, grité su nombre, resoplé, gemí de puro placer. Joder…

Cuando abrí los ojos Alex estaba sacando su polla de dentro de mí. La había dejado dentro mientras me corría para que yo la pudiera apretar y sentir muy dentro de mí. Su verga estaba reluciente por mis flujos y no había perdido un ápice de dureza.

Aquello no iba a terminar así. No necesitamos decir nada para saberlo. Abrí mis piernas y sentí su lengua recorriendo mi raja. Lo hacía suave, sabiendo que me acababa de correr y esa zona estaba muy sensible. Con mi clítoris prisionero de su lengua me rendí y consiguió su objetivo, me entraron más ganas de follar.

Él, como si llevase un tiempo esperándolo se situó sobre mí y me volvió a penetrar de golpe. Aquello era una gozada, y con mi propio hijo. Me taladraba sin piedad y yo comencé a gritar.

  • ¡Vamos no pares, no pares cabrón! -estaba fuera de mí y lo que hubiera sido impensable para una mujer de 42 años ahora era normal en ese cuarto.

Él, orgulloso, me penetraba con fiereza, estábamos locos de pasión.

-¡Fóllate a tu madre! ¡Dame más duro!

Mis manos recorrieron su espalda hasta llegar a su durísimo culo que se cuadraba a cada penetración. Clavé mis uñas en él y de nuevo sentí aquella sensación, iba a correrme y se lo hice saber.

-Alex, estoy a punto

Cerré los ojos y me dispuse a disfrutar del momento.

Él empezó a gemir más y más fuerte y yo le imité, estábamos al borde de la locura. No podía más.

-¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh!

Mi corazón comenzó a golpear fuertemente en mi pecho, mi cuerpo temblaba, mi vagina se rendía, un gran chorro de flujo salió de ella al mismo tiempo que Alex clavaba su polla en lo más profundo de mí y se corría a borbotones.

Creo que grité, gemí y hasta le debí de golpear, durante unos segundos compartimos el mayor orgasmo de nuestra vida, consumando por fin el incesto entre los dos.

Cuando recuperé la cordura mi hijo estaba sobre mí y yo le acariciaba el pelo. Le besé en los labios suavemente. De repente me había entrado dentro el instinto maternal, era una manera de agradecerle lo que había hecho.

Su polla seguía dentro, la sentía, sentía que parte del semen salía de dentro de mí y se extendía por mis muslos y por las sábanas. Su orgasmo también había debido de ser muy intenso, su eyaculación había sido enorme.

Salió de mí y se puso a mi lado, abriéndome los brazos para que pudiera apoyar mi cabeza en su pecho.

-Esto vamos a tener que repetirlo-dijo mirando al techo

Yo me quedé callada. De repente me habían entrado remordimientos.

  • ¿Estás bien?

Empecé a sollozar, de repente se me vino todo encima. Mi marido, la situación que se abría ahora, el hecho de haberme acostado con mi propio hijo.

Me senté en la cama y Alex se sentó a su vez enfrente de mí.

-Shhh, calma, calma-dijo mientras me abrazaba

-¿Qué vamos a hacer ahora?-dije desesperada

Mi hijo me miró seriamente.

-Mamá, lo que ha pasado ha sido por iniciativa de los dos. Nadie ha obligado a nadie. Los dos queríamos hacerlo

-Sí, pero tu padre, la familia

-Que se jodan mamá, ya lo has pasado mal demasiados años, ahora te toca a ti

Nos besamos con fuerza, tenía razón, estaba harta, me había enamorado de mi hijo y me había acostado con él. Además, quería seguir haciéndolo el resto de mi vida. Si había gente que no lo entendía allá ellos. Me entraron ganas de follar de nuevo y mientras besaba a Alex busqué su polla con mi mano. Estaba durísima, y ahora era mi turno de llevar la iniciativa.

Relato de Alex

Mi madre cayó sobre mi pene como si le fuera la vida en ello, explorando con su lengua cada centímetro de mi piel. Yo cerré los ojos y me limité a disfrutar del momento, sintiendo también como recorría mis huevos.

Mi polla alcanzó su máximo grosor y brillo. Le hice un gesto con las manos para que parase, pues sentía que me iba a correr en breve, pero ella hizo caso omiso levantando el pulgar hacia arriba. Cerré los ojos y me dejé llevar, mi verga explotó en la boca de mi madre, varios potentes chorros lo inundaron todo hasta que resbaló por sus labios y su barbilla. Cuando abrí los ojos vi como hacia esfuerzos para tragárselo todo.

-Es la primera vez que lo pruebo, con tu padre nunca lo hice

-No tengo queja-dije con un hilo de voz mientras recuperaba el aliento

-Esto no acaba aquí-dijo mientras iba al baño a lavarse- ¿Te parece que vayamos a la terraza?

Nada mejor que tomar un poco el aire después de lo que había pasado. Al abrir la puerta de la terraza nos sorprendieron unos gritos y gemidos ahogados que venían de la terraza de al lado, la de mi tía.

  • ¡Vamos sigue no pares no pares!

Nos quedamos paralizados sin saber qué hacer.

-Fóllame, fóllame más fuerte, no pares

Mi madre y yo nos miramos y decidí asomarme. Allí estaban mi tía de pie y agarrada a los barrotes del balcón mientras el camarero del primer día la sujetaba por las caderas y la penetraba ágilmente.

  • ¡Joder tu quien eres! -gritó sacando su polla de dentro de mi tía cuando me vio

-Perdona, no quería cortaros el rollo, soy el sobrino de Clara

-Alex, menuda sorpresa-dijo mi tía mirándome la polla-No te preocupes, es mi sobrino, y esa allí…-dijo señalando a mi madre, que acababa de aparecer-Esa es…una amiga

-No os preocupéis, podéis seguir, nosotros nos unimos a la fiesta. De hecho, nos habéis dado una idea.

Mi madre imitó a su hermana agarrándose al balcón y abriéndose de piernas, enseñándome el camino.

Sin dudarlo un segundo agarré mi polla y la coloqué en su entrada, estaba muy húmeda y resbaladiza por mi semen y su flujo. Lentamente la fui encajando hasta hacer tope. Miré a mi tía que le estaba susurrando algo al oído al camarero, que puso los ojos como platos ¿le estaría contando que éramos madre e hijo? Sinceramente a esas alturas me daba igual.

Agarré a mi madre de las caderas y la follé violentamente, ante nosotros estaba el mar, ella gimiendo y bufando mientras yo observaba con el rabillo del ojo como mi tía y su amigo volvían a follar en la misma postura que nosotros.

Relato de Rosa

Pegado a mi espalda, Alex me follaba duramente con su enorme verga entrando y saliendo de mí con suma facilidad gracias a mis empapados labios. Notaba su tamaño y grosor abriéndome por completo una y otra vez, rápida y maquinalmente. A mi derecha, mi hermana gimiendo, yo intentaba controlarme poniéndome la mano en la boca, pero hubo un momento que desistí. Fue cuando mi hijo agarró mis pechos y empezó a sobarme los pezones, pensé en retrasar un poco el orgasmo, pero no pude.

  • AAAAAaaaaaaaaaaHh!!AaaAAAAAAAaaaaaaahhhhhhHHHH!!¡!¡!!

Fuegos de artificio parecieron explotar a mi alrededor. Contraje los músculos de mi vagina mientras sacudidas orgásmicas recorrían mi cuerpo de arriba a abajo. El orgasmo fue, de nuevo, prodigioso.

Él, frenético, sacó su hinchada polla y me puso de rodillas. Se corrió en mis pechos y yo sentí el calor de su leche en mi cuerpo que recogía sus oleadas. Me quedé bañada en un deleitoso mar de sudor y semen.

Sus piernas temblaban y se sentó a mi lado, empezamos a besarnos con ternura y dulzura. No vi a mi hermana con su chico, supuse que habrían terminado antes.

-Necesito una buena ducha, me has dejado muerta-dije levantándome a duras penas y sintiendo su leche escurrirse por mis tetas y por mis muslos.

Bajo el agua enjabonamos nuestros cuerpos rememorando lo que había pasado esa noche, cuando nos tumbamos en la cama nos quedamos dormidos al instante, necesitábamos recuperar fuerzas.

El resto del viaje fue igual, apenas salíamos del camarote. Nos buscábamos a cada momento y el sexo con mi hijo se convirtió en una droga de la que no quería curarme, llegándole incluso a ofrecerle mi estrecho y hasta entonces virgen culito, el cual folló con gran placer para ambos.

Relato de Clara

Estaba muy feliz por mi hermana y mi sobrino. Se les veía enamorados, aunque, a decir verdad, apenas salieron de su habitación. El rumor de que una madre y su hijo se habían enrollado se extendió de cierta forma por el barco, aunque por suerte ellos no se enteraron. Sin embargo, si era una muestra ver los numerosos problemas que iban a tener que enfrentar una vez terminara el viaje. El incesto sigue siendo un gran tabú en nuestra sociedad y ellos no podían hacer nada para remediarlo.

Relato de Alex

Aquella locura se extendió durante la semana que todavía nos quedaba de viaje, follando como locos en todos los rincones del camarote y, por supuesto, visitando de nuevo la terraza. Sin embargo, algunos nubarrones se anunciaban en el horizonte conforme pasaban los días y debíamos volver a nuestra vida normal…

Relato de Rosa

El día estaba frío y amenazaba lluvia, el ambiente en el taxi en el que volvíamos a casa era lúgubre, acabábamos de salir de la burbuja de esos días en el crucero y ahora tocaba enfrentarse a la realidad. Dejamos a mi hermana en su casa, quizás ella era la que lo tenía más fácil, iba a divorciarse de su marido y a vivir la vida, no tenía nada que ocultar. Antes de bajarse me dio un fuerte abrazo y me miró fijamente a los ojos, sin atreverse a decir nada.

Llegamos a casa, el taxista nos ayudó a llevar las maletas a la puerta, mientras mi hijo le pagaba yo tocaba el timbre, esperando secretamente que mi marido se hubiera largado y nos dejara en paz. Tristemente no fue así, abrió la puerta con cara de pocos amigos y apestando a alcohol.

  • ¡¿Se puede saber qué ha pasado?! Habéis estado una semana de vacaciones y ni se os ha ocurrido llamarme o mandarme un mísero mensaje

-Antonio, perdona, estaba con mi hermana y con Alex y…

-Ven aquí, vamos a hablar tú y to-dijo agarrándome del brazo con tanta violencia que casi me tira al suelo

A todo eso mi hijo estaba presenciando la escena desde la distancia, pero cuando vio que casi me caía al suelo no dudó en intervenir.

  • ¿Se puede saber qué haces, cabrón? -gritó

-Soy tu padre, quién coño te crees que eres para hablarme así

Mi hijo perdió el control y lo agarró de las solapas de la camisa hasta empotrarlo contra la pared. Yo estaba aterrorizada por la reacción de mi marido, aunque visto que Alex le sacaba una cabeza y era mucho más fuerte que él se acobardó en el acto.

-Escucha putero de mierda, ahora mismo vas a coger tus cosas y te vas a largar de aquí, no quiero que te acerques a mamá nunca más ¿me has entendido?

Pude ver como mi marido calibraba sus opciones, pero como he dicho la corpulencia y la fuerza física de mi hijo hicieron que se asustara.

Doblegado y humillado, hizo las maletas bajo la estrecha vigilancia de Alex.

-Esto no va a quedar así-dijo sin mucho convencimiento

Los tres sabíamos que no era así, estaba derrotado y nada podía hacer. De un portazo salió de casa para no volver más.

Toda la escena me había dejado temblando de ansiedad, y yo sabía que solo una cosa podía calmarme.

No habían pasado ni dos minutos y los dos estábamos rodando por la cama quitándonos la ropa. El mejor calmante eran los orgasmos que me proporcionaba mi hijo, y a partir de ese viaje, los tendría para siempre.

Desde entonces, hacemos vida de pareja…de puertas adentro. Hacemos el amor todos los días, sin parar, pero sabiendo que fuera de casa debemos mantener las distancias. A veces hacemos viajes, muchas veces con mi hermana y alguno de sus amoríos. Vamos a lugares lejanos donde podemos comportarnos como una pareja más, y donde la gente solo se sorprende cuando nos besamos por la diferencia de edad, sin saber que somos madre e hijo.

FIN


Visita mi blog: http://maria19801.blogspot.com.es/