Viaje incestuoso con mi madre y mi tía (1/2)
Un viaje en crucero conseguirá que dos mujeres maduras se venguen de sus maridos infieles con quien menos se lo esperan
Relato de Alex
Al final parecía que la historia entre mis tíos se había acabado. Después de años de crisis y de peleas constantes había llegado la definitiva. Yo me enteré después de una monumental discusión entre mis padres una noche de verano, apenas dos días antes de que se fueran de vacaciones.
Mi tía había descubierto unos movimientos sospechosos en la cuenta de su marido. Ella trabajaba en un banco y controlaba las cuentas de toda la familia. Husmeando en los extractos de mi tío había descubierto cargos de un “taller” a altas horas de la madrugada durante varios fines de semana. ¿Quién se gasta 200 euros en un taller la noche de un viernes o un sábado?
Mi padre y mi tío se llevan muy bien de toda la vida, demasiado bien según mi madre, que no se creía que no supiera nada de esos movimientos teniendo en cuenta que muchas veces salen juntos y dejan a mi madre y a mi tía en casa.
Mi madre, Rosa, explotó cuando se enteró que mi padre le había ofrecido dormir en casa a mi tío, que había sido expulsado de la suya después del escándalo. Esa fue la gota que colmó el vaso para ella. Su hermana del alma había descubierto que era una cornuda y mi padre no tenía mejor salida que acoger a su cuñado en nuestra casa.
Yo escuchaba toda la bronca desde mi cuarto previendo el fin del matrimonio entre mis padres. No es que se llevaran tan mal como mis tíos, pero últimamente estaban discutiendo casi todos los días. Mi madre no tenía pruebas para demostrar que su marido se iba de putas con mi tío, y a eso se agarraba mi padre, pero no hacía falta ser muy listo para darse cuenta que había algo oculto. Mi habitación queda al lado de la de mis padres y hacía meses que no les escuchaba mantener relaciones, hace unos años recuerdo que eran casi diarias.
Escuché los pasos de mi madre subiendo las escaleras y me alejé de la puerta, tumbándome en la cama y haciéndome el dormido. Para mi sorpresa ella entró en mi cuarto con las manos en la cara sollozando.
-Es un cabrón, después de tantos años me hace esto
Se tumbó a mi lado y fingí que me despertaba.
-Mamá ¿está todo bien?
-Sí hijo no te preocupes cosas de mayores ¿me dejas que esta noche duerma contigo? No quiero ni ver a tu padre
-Claro mamá-dije echándome a un lado para que tuviera más espacio
-Gracias eres un sol-dijo dándome un beso en la cabeza
Relato de Rosa
Mire la hora en el móvil: las 6:25 de la mañana. No había podido pegar ojo en toda la noche. A mi lado escuchaba la respiración de mi hijo, que dormía tranquilamente. Mi matrimonio se había roto en un día. Es verdad, no tenía pruebas definitivas de que mi marido me ponía los cuernos, pero, desde luego, todo encajaba. Hacía casi un año que no teníamos sexo y ahora todo el asunto de mi cuñado. El muy imbécil ni había disimulado intentando situarse en una posición más o menos neutral, había demostrado que encubría al putero de su hermano político.
Los primeros rayos de sol empezaban a filtrarse por las cortinas. Había permanecido casi toda la noche encogida en mi lado de la cama de espaldas a mi hijo, no quería despertarle. Con el cuerpo entumecido me di la vuelta poco a poco y me levanté. Antes de salir al pasillo miré a mi hijo para ver si seguía durmiendo y me llevé una gran sorpresa, su calzoncillo presentaba un bulto enorme. La forma de su pene erecto y aparentemente muy duro se marcaba en su ropa interior. Desde luego, por el tamaño que se presumía, no había heredado nada de su padre, por suerte para mi hijo. Era verdad eso de que la falta de sexo te afecta a la cabeza, porque me quedé un buen rato mirando a la entrepierna de mi hijo antes de volver a la realidad.
Relato de Alex
A la mañana siguiente la casa estaba en paz cuando me levanté. Mi madre estaba preparando el desayuno.
-¿Y papá?
-Ha salido de casa. Creo que ha ido a ver a tu tío
Se me formó un nudo en el estómago. Aunque mi papá fuera un cabrón putero nunca es agradable ver como el matrimonio de tus padres se rompe y a mi madre se le notaba en la cara que había estado llorando hace poco.
La abracé y no pudo contener las lágrimas.
-Tranquilo hijo, vamos a salir de esta-me dijo
No parecía demasiado confiada.
Sobre las tres de la tarde mi padre volvió a casa. Mi madre y él se encerraron en el salón a hablar y yo subí a mi cuarto. Poco después ella entró en mi cuarto. La tensión de las últimas horas se le notaba en el rostro.
-Hijo, quiero que hagas las maletas, mañana embarcamos en el crucero y quiero que vengas con tu tía y conmigo
- ¿Cómo?
Mis padres y mis tíos habían planeado un crucero por el Mediterráneo los cuatro juntos.
-Cancelar los billetes a estas alturas es un dineral y quiero que vengas con nosotras. Al final eres de la poca familia que nos queda-dijo echándose a llorar en mi regazo.
La mañana siguiente tomamos un taxi y paramos a mitad de camino a recoger a mi tía Clara. Me bajé del coche para ayudarla con la maleta. Allí me dio un beso y nos abrazamos mientras ella apenas contenía las lágrimas. La crisis de los últimos días también había hecho mella en ella, se le notaba más delgada y se había puesto unas grandes gafas de sol para ocultar las ojeras. El ambiente en el taxi era de funeral excepto para el taxista, que no se cortaba y dedicaba continuas miradas a las dos por el retrovisor.
Mi padre, que fue el que se había encargado de las reservas había tirado la casa por la ventana y no había escatimado en gastos, quien sabe si le pesaba la conciencia: nuestro camarote era una suite con dormitorio, cuarto de estar y jacuzzi. El de mi tía era contiguo al nuestro. La cama era de matrimonio, pero de tal tamaño que ni a mi madre ni a mi nos importó lo más mínimo.
Esto nos animó un poco y por primera vez vi a las dos permitirse una sonrisa. Deshicimos el equipaje y nos cambiamos para ir a la piscina.
Relato de Clara
Mientras mi sobrino y mi hermana estaban en su camarote me tumbé y extendí todo mi cuerpo por la cama, mirando el techo. Sí, mi marido me había puesto los cuernos, sí, me iba a divorciar, pero ahora tenía 10 días de vacaciones y, por lo que había visto hasta ahora, hombres no faltaban, eso sin contar con mi propio sobrino que madre mía como se había puesto.
Me puse frente al espejo y dejé caer el vestido de tirantes que llevaba. Mi cuerpo desnudo, apenas cubierto por un diminuto tanga, se mostró ante mí. A mis 45 años seguro que muchas chicas jóvenes me envidiaban. Con el ánimo de agradar a mí ya ex marido me había puesto a régimen y apuntado al gimnasio varios meses antes del viaje. Y los efectos se notaban. Poco a poco fui bajando mi tanga para apreciar otra de cosas que había hecho por mi ex: me había afeitado completamente. Algo que cuando hacíamos el amor siempre me pedía y que ahora había hecho solo para complacerle. Pues bien, si no lo iba a aprovechar él, lo haría otro.
Relato de Alex
“Las tetas de mi mujer y el culo de la tuya” le había escuchado decir a mi padre una vez que hablaba con mi tío, los dos pasados de alcohol. Y era verdad, cada una de las hermanas destacaba por uno de esos atributos. Mi madre tenía unos pechos duritos y de gran tamaño que se conservaban muy bien a sus 42 años y mi tía un culo de infarto. Todavía me acordaba de cuando era más pequeño y se ponía tanga en la playa, la visión de los dos cachetes bien tersos y duros de su culo me sirvieron de inspiración para mis primeras pajas. Las tetas de mi madre me habían tentado muchas veces, pero siempre me había dado mucho respeto masturbarme con ella, aunque no pudiera controlar las erecciones cuando la veía.
Ahora, protegido por las gafas de sol, observaba como de bien se habían conservado ambas.
-¡Como se ha puesto el niño que me espiaba de pequeño!-dijo mi tía acariciándome el bíceps
-¿Pero qué dices Clara? ¿Mi hijo espiándote?
-Como lo oyes, le pillé un par de veces espiándome cuando salía de la ducha aquel verano que nos fuimos todos de vacaciones a la playa
-¿Es eso verdad Alex?- me preguntó mi madre a quemarropa y un poco celosa
Yo no sabía dónde meterme ante la indiscreción de mi tía que parecía afectada por los varios cocktails que se había bebido. Pensé que lo mejor era decir la verdad antes que seguir quedando en evidencia
-Bueno sí, pero de eso hace ya mucho tiempo, debía tener 15 o 16 años. Ya se sabe que a esa edad…
En ese momento y por suerte llegó un camarero a recoger las bebidas y me sacó de ese embrollo.
-¿Desean alguna cosa más?
-Sí, saber a qué hora acaba tu turno, guapo-le soltó mi tía
Con el pelo muy corto, barba de varios días y cuerpo musculoso supuse que ese camarero no debía tener muchos problemas con las chicas como para fijarse en mi tía. Pero me equivoqué.
-Hoy es el peor día, tengo turno en la piscina y por la noche en el restaurante. Pero mañana tengo el día libre-dijo sonriéndola sin ningún pudor
Mi tía, tan valiente ella, se ruborizó notablemente, seguramente no esperaba que aquel chico le siguiera el juego.
-Yo quiero otra piña colada- dijo mi madre para cortar la situación
-Eso está hecho-dijo el camarero que recogió las copas y volvió a la barra. Por cierto, me llamo Juan-le espetó a mi tía guiñándole un ojo
Relato de Rosa
La actitud de mi hermana con aquel camarero me había sorprendido, y mucho. Pero en el fondo no podía echarla nada en cara. Se acababa de enterar de que era una cornuda con todas las letras, y lo menos que podía hacer era cobrarse la venganza lo antes posible. Por ello no me extrañaba que apuntase a todo lo que se moviera. Y bien que hacía. Ojalá yo tuviera la misma fuerza de voluntad.
Observé a mi hijo que ponía el pie en la escalera de la piscina y salía del agua, su cuerpo atlético atrajo las miradas de varias chicas de su edad y de bastantes mujeres de la mía. Dentro de mi cabeza empecé a maquinar un plan.
Relato de Clara
Estaba deseando tener un momento a solas. Cerré la puerta de mi camarote e inmediatamente dejé caer los tirantes del vestido, quedando totalmente desnuda. No había llegado a la cama cuando mis dedos acariciaban furiosamente mi clítoris. Estaba ardiendo ¿qué me pasaba? Parecía que desde que había subido a aquel barco mi cuerpo estaba en ebullición y por si fuera poco ver a mi sobrino medio desnudo me había calentado muchísimo. Y aquel camarero…me mordí los labios mientras introducía dos dedos dentro de mi empapada vagina. Aquello estaba bien, pero lo que verdaderamente necesitaba era una polla de verdad, una polla joven y con energía que me hiciera gozar durante horas. Cuando me corrí tuve que morderme el brazo para no gritar.
Relato de Alex
Un detalle que no me gustaba mucho del barco es que a la hora de la cena había que vestirse en plan formal. Estábamos de vacaciones y lo último que quería era ponerme un traje con ese calor. Pero esas eran las normas y mi madre no me dejó salir del camarote hasta que me adecentara un poco. Llamamos a la puerta de mi tía y fuimos los tres al restaurante.
Mi madre llevaba un vestido blanco bastante escotado sin sujetador, sus pechos se iban balanceando de un lado a otro por la cubierta. Clara iba con otro vestido, en este caso violeta, que dejaba la espalda descubierta, y debajo un tanga blanco. Aquellas dos maduras se llevaban muchas miradas.
Nos sentamos en una mesa con otras personas, lamentablemente no había nadie de mi edad, así que me dediqué a beber lo máximo posible aprovechando que era gratis.
-Qué aburrido está tu hijo, no para de mirar a la pista de baile-le dijo a mi madre una señora que estaba en nuestra mesa
-Venga hijo vente a bailar un poco conmigo, ¿no te dará vergüenza?
Cualquier cosa era mejor que seguir en aquella mesa llena de vejestorios, mi madre estaba necesitada de un poco de atención así que me levanté de la silla disimulando mi incipiente borrachera y la llevé a bailar.
Relato de Rosa
Mi plan iba viento en popa y por si fuera poco mi hijo estaba ayudando, no necesité pedirle una copa porque iba bastante achispado.
Y tanto que iba achispado, cuando llegamos a la pista de baile tocó una canción lenta y mi hijo se pegó a mí, rodeándome con los brazos. Disimulé como pude el escalofrío que recorrió mi espalda. Quise pensar que era el contacto con un cuerpo masculino después de tanto tiempo y no solo el de Alex, pero cuando sentí su barba de varios días y el aroma de su perfume tuve que empezar a desarrollar mi plan porque me estaba empezando a excitar. Y no era yo la que tenía que hacerlo esa noche.
- ¿Cómo ves a tu tía?
-Bueno, está claro que le ha afectado, pero por lo menos está tomando medidas para remediarlo-dijo mi hijo sonriendo sin duda refiriéndose a la escena con el camarero de esa mañana
-No sé, yo la veo mal, eran muchos años de matrimonio y enterarse así…
-Pero mamá, papá y tú también…
-Ya lo sé hijo, pero lo mío son sospechas, ella lo tiene claro. Creo que cuanto antes se quite esa espina mejor
-Pues no veo al camarero por ningún lado-dijo mirando por el salón y provocándome la risa
-Jajaja, bueno no hace falta mirar tan lejos, hay cosas que es mejor dejarlas en familia-dije lanzando la bomba
-Mamá cómo eres ¿me estás diciendo que me ligue a la tía?
-Bueno hijo ligar es una palabra muy fuerte, pero tú ten en cuenta como está, amargada y sintiéndose la mujer menos deseada del mundo, y un chico joven le subiría la autoestima al infinito. Además, vaya miradas que te echaba en la piscina.
Había lanzado el anzuelo con la última frase. Y mi hijo lo mordió, no sé si consciente o inconscientemente.
-Pero mamá ¿y si se entera el tío? O papá, menuda se armaría
Ya estaba medio hecho, solo había que lanzar el ataque final.
-Vamos a ver Alex ¿Cómo se van a enterar? ¿Tú los ves aquí, en el barco? Y luego os quejáis los chicos que cada vez es más difícil follar, si te lo estoy poniendo en bandeja
Mi hijo dio una sonora carcajada.
- ¿Qué he dicho?
-Joder mamá es que creo que es la primera vez que te escucho usar la palabra “follar”
Me ruboricé al instante, mi hijo me había sacado los colores y, para que negarlo, la situación me había excitado un poco.
Pero los acontecimientos se estaban desarrollando más rápido de lo esperado y mi hermana apareció de la nada en ese mismo instante.
Relato de Alex
-Madre mía Rosa déjalo un poco que lo vas a gastar-dijo mi tía que apareció de repente-ahora debes ser la mujer más envidiada del barco
-Pues todo tuya hermanita, que lo disfrutes, yo me voy a dormir que estoy agotada, nos vemos mañana en la excursión
Así, sin comerlo ni beberlo, me vi de los brazos de mi tía mientras mi madre se perdía entre la multitud rumbo a su habitación.
-¿Todo bien?
-Sí, tía perdona, me ha subido un poco rápido el alcohol
-Eso es bueno, cuando estamos bebidos nos atrevemos a hacer cosas que en otras situaciones no haríamos-dijo guiñándome un ojo
Mi corazón empezó a latir con fuerza, la posibilidad de liarme con mi tía, la musa de mis pajas juveniles, estaba a punto de caramelo. Y todo gracias al cabrón de mi tío y a mi madre, que me lo había puesto en bandeja.
Tragué saliva y llegué a la conclusión que lo que tuviera que pasar pasaría, estábamos los tres solos en ese barco, ella quería follar, yo quería follar, y nadie iba a enterarse. ¿Pensaría mi tía lo mismo o era todo un farol para excitarme y subirse el ego? No iba a tardar en saberlo.
Relato de Clara
Sentí el cuerpo de mi sobrino contra el mío cuando nos pusimos a bailar, estábamos rodeados de gente y solo esperaba que mi hermana no nos viera, porque sinceramente no sabía cómo podía acabar la noche.
La música, que al principio era en plan fiesta, cambió de repente a lenta pillándonos con la guardia baja. Decidí que iba a quemar las naves y lo que tuviera que pasar, pasaría. Puse mis manos alrededor de su cuello y acerqué mi rostro al suyo. Dios, olía maravillosamente bien. Pasé mi mano por su fuerte pecho.
-Gracias por lo que estáis haciendo por mí
-No te preocupes tita, para eso está la familia
Embriagados por el alcohol, el ambiente veraniego, la música y sabiéndonos desconocidos entre la multitud, acerqué mis labios a los de mi sobrino y nos empezamos a besar. Primero rozamos los labios tanteándonos, pero pronto su lengua se abrió paso en mi boca hasta fundirse con la mía. Nos besamos con ardor, y sus manos tantearon mi espalda hasta llegar a mis nalgas, acariciándolas por encima del vestido. Noté como mis pezones se endurecían al instante, fruto de la ola de excitación que nos invadió. Yo también estaba loca por tocarle, así que introduje mi mano por su camisa, acariciando su fuerte torso. Estábamos metiéndonos mano delante de todo el mundo.
La situación se desbordó cuando bajó a mi escote besándolo con fruición.
-Para, que nos van a echar-dije sujetándole. Lo cogí del pelo y le subí la cara para frenarlo
Su agresividad e impetuosidad me habían puesto cardiaca, necesitaba domar a esa bestia, pero no iba a ser aquí. Le agarré de la mano y salimos del restaurante. La brisa del mar nos devolvió a la realidad. En ese momento podríamos haber tenido un momento de sensatez y habernos echado atrás, pero los dos sabíamos que esa noche íbamos a echar el gran polvo y no queríamos privarnos de ello.
Casi corriendo recorrimos el trayecto hasta mi habitación cruzándonos con otros pasajeros que miraban sorprendidos a aquella mujer madura y a aquel chico tan joven.
Cerré la puerta de mi habitación y me apoyé contra ella. Alex, que había entrado antes dudó qué hacer, hasta que le llamé con el dedo índice. De nuevo quedamos uno contra el otro, ahora sin terceras personas mirándonos, mi sobrino, con suma facilidad, deslizó sus manos por mis hombros hasta llegar a los tirantes del vestido y con extrema suavidad, dejándolo caer.
Me quedé ante él solo en tanga. Ahora sí mi sobrino tuvo todo el tiempo del mundo para recrearse en mis pechos. Cuando sentí sus labios en mis pezones di el primer gemido de placer de aquella noche. Las agarró con sus manazas y volvimos a besarnos en la boca como locos, a mí también me gustaba verlo desnudo así que lo aparté de mi con un empujón. Sabía que no iba a conseguir dejarle parado mucho tiempo así que lentamente me fui aproximando a él y desabotonado su camisa. Repasé el perfil de su ancha espalda y noté sus músculos, duros y marcados, bajo las palmas de mis manos.
Sentí también la dureza de su polla haciendo presión contra mi barriga. No era justo que estuviera aprisionada en el pantalón, así que mirándole a los ojos comencé a desabrocharle el cinturón y a bajarle los pantalones. Definitivamente tenía una verga grande. Y gruesa. Mucho más que la de mi marido. Pero además era bonita, totalmente depilada con su capullo rosa sobresaliendo y sus huevos enormes y redondos. Era irresistible, así que me puse de rodillas e intenté metérmela toda en la boca.
Me agarraba la cabeza y me guiaba, mientras mi juguetona lengua recorría su gruesa verga y sus cojones. Jugueteé con su capullo dedicándole especial atención, hasta que, exasperado, me apartó la cabeza pues estaba a punto de explotar.
Sin más dilación me llevé a mi potro a la cama, me tumbé y me abrí de piernas, mostrándole el camino. Por primera vez en muchos años iba a follar con otra persona distinta de mi marido, además con mi propio sobrino ¿cómo sería?
Le agarré la polla y la guie hacia mi interior. Él se paró a la entrada y me tomó del mentón, me obligó a mirarle mientras sentía como la punta de su pene entraba dentro de mí, y a continuación el resto, cerré los ojos de placer, estaba muy lubricada pero el grosor y el tamaño de la verga de mi sobrino hicieron que entrara lentamente dentro de mí, hasta que finalmente noté que hacía tope, algo que nunca había ocurrido con mi marido. Miré hacia mi coño para comprobar que la mayor parte de ese trozo de carne estaba dentro de mí.
Los dos gemimos de placer cuando la sentimos totalmente enterrada y nos quedamos unos segundos así, él con su polla totalmente clavada en mí y yo abierta de piernas sintiendo toda su potencia. Poco a poco la sacó hasta volver a dejar solo la punta de su miembro dentro y de nuevo me penetró con fuerza arrancándome un nuevo grito de placer. Mi chochito, después de tantos años sin apenas follar, estaba acostumbrándose al tamaño de mi sobrino.
Poco a poco Alex comenzó con el vaivén del mete-saca, primero lentamente, y después, cuando ya estaba totalmente acostumbrada a su grosor, moviéndose con maestría y demostrando que sabía muy bien cómo usarla.
Mientras el ritmo de las penetraciones ganaba velocidad los dos empezamos a gemir alocadamente, cerré mis piernas alrededor de su culo para hacer más profundas las penetraciones, el ruido de nuestros sexos mojados solo era superado por el de nuestros gritos de placer, mis pechos se movían al rimo de la penetración y mi sobrino a veces me lamía los pezones sin parar de follarme ni un segundo.
Noté una cálida sensación que empezaba a apoderarse de mi cuerpo, sabía que estaba cada vez más cerca del orgasmo así que me dejé llevar, cerré los ojos y lo sentí, clavé mis uñas en la espalda de mi sobrino y mis músculos se esforzaron en apretar su durísimo pene que entraba y salía de mi sin descanso.
El orgasmo que tuve me rompió por dentro, mi cuerpo entero pareció explotar y sacudirse, me hizo gritar y retorcerme, vibrar y estallar. Mis piernas se agitaban mientras compartía con él uno de los mayores placeres de mi vida.
-Ahhhhhhhhhhhhhh
Cuando me recuperé Alex todavía estaba dentro de mí. Me miraba sonriendo con su polla todavía dura y todavía enterrada en lo más profundo de mi vagina. Bendita juventud.
—Quédate un momento así—susurré. La sensación de su cuerpo sobre el mío y su sexo hundido profundamente en mi interior eran algo digno de sentir.
Mi sobrino apartó un mechón de pelo que cubría mi frente. De repente me sentí vulnerable, rendida ante aquel chico que tenía la mitad de años que yo y que encima era mi sobrino. Creo que él se dio cuenta y me besó largo y dulce.
Con sus labios mojando los míos, volvió a moverse dentro de mí. Sin dejar de besarnos empujó su grueso instrumento y comenzó aquel placentero vaivén que me volvía loca. Nunca nadie había conseguido hacer que me corriera más de una vez en una noche, pero mi segundo orgasmo pronto llamó a la puerta, y se presentaba tan placentero o más que el primero. Pero esta vez quería esperarle, quería sentirlo junto a él. Y no tardó.
Mi sobrino empezó a jadear y a gemir, sus penetraciones se hacían más duras, me follaba con dureza, con fiereza, hasta que enterró su polla en lo más profundo de mí y me dejé llevar. El orgasmo fue prodigioso, supongo que por haberlo retenido durante tanto tiempo, exploté con una brutalidad inusitada, él se vació por completo dentro de mí, se lo había ganado, y mientras sentía mi propia corrida notaba los chorros calientes de semen de mi sobrino llenándome uno tras otro.
Cayó rendido sobre mí y yo le acaricié y cuidé de él, con su cuerpo maravillosamente presionando sobre el mío.
Relato de Alex
Saqué mi polla de dentro de Clara y una oleada de semen salió a presión de su vagina, manchando las sábanas. Había sido la mejor corrida de mi vida, con mi propia tía, la musa de mis sueños eróticos en mi adolescencia.
Me quedé tumbado sobre ella mientras Clara me acariciaba el pelo y me daba besos en la cara.
-Has estado increíble Alex, no sabías como necesitaba esto
-Pero que dices tía, no sabía que tuvieras tanta energía
Los dos nos reímos y yo me hice a un lado, dejando que mi tía apoyara su cabeza en mi pecho. Mi polla seguía al máximo de su dureza, cosa que no le pasó desapercibida a mi madura acompañante.
Metió su mano por debajo de las sábanas y comenzó a pajearme lentamente, consiguiendo que me entraran ganas de follar de nuevo.
-Quieres más eh…
-No sabes cuánto lo necesito, mi cuerpo está ardiendo-dijo mirándome a los ojos
Dicho y hecho. Esta vez quería probar una postura nueva que no fuera la típica del misionero. La puse a cuatro patas y la agarré con fuerza de las caderas.
-Nunca lo he hecho en esta posición
Sin contestarla coloqué mi polla en su entrada, que tenía restos de mi semen de la anterior corrida. Introduje solo la punta, haciéndola desfallecer de deseo.
-¡¡Ahhhh!!-gritó-no pares, métemela toda por favor
La fui torturando moviendo la cabeza de mi pene dentro de ella, sin llegar a penetrarla del todo. Ella gritaba y estaba fuera de control, lo quería todo dentro.
Ante mi sorpresa maniobró y se echó hacia atrás, consiguiendo que la mitad de mi miembro le entrara dentro, pero no todo.
El castigo estaba siendo demasiado fuerte así que de un fuerte golpe la penetré completamente, haciendo tope con lo más profundo de su vagina. Inclinándome sobre ella agarré sus dedos y los llevé a su clítoris, instruyéndola sobre como masturbarse mientras yo la penetraba. El hecho de estar teniendo que enseñar esas cosas a una mujer que me doblaba la edad me excitó sobremanera, estuve a punto de correrme.
Sujetándola con fuerza de la cintura comencé a follarla con violencia, mi pene entraba y salía de mi tía ágil y velozmente, mientras ella no paraba de gritar y de masturbarse con su mano derecha frotándose el clítoris.
-¡Dame más fuerte, fóllate a tu tía!-dijo volteando la cabeza y mirándome
La cama empezó a agitarse, el cabecero parecía que iba a reventar golpeando la pared de la habitación, mis pelotas chocaban con fuerza contra la entrada del coño de mi tía, sabía que no iba a tardar en correrme pero quería hacerlo con ella, pasado un tiempo indeterminado y con nuestros cuerpos sudando y ardiendo, noté como sus músculos vaginales apretaban mi polla, me dejé llevar y empecé a correrme dentro de ella, riadas de mi semen inundaron de nuevo el interior de mi tía mientras ella gritaba como una posesa rebañando su orgasmo hasta lo indecible.
—Aaaah aaaaaaaAAAAh!!¡¡
Cayó rendida sobre la cama sacando mi polla de su coñito, pude ver que por su agujero continuaba chorreando mi semen y sus abundantes flujos.
Apenas tuvo fuerzas para decirme “Gracias” con un hilo de voz antes de quedarse dormida, yo me quedé un rato pensando en lo que había sucedido, pero finalmente el cansancio por el esfuerzo realizado hizo que yo también cayera en un profundo sueño al lado del cuerpo desnudo de mi tía.
Continuará…
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