Viaje en tren con compañía oriental
Dicen que follan de manera diferente y me estimulaba querer comprobarlo
Estaba inmóvil en el andén de una estación ferroviaria, tenía que tomar un tren para marchar hacia el sur, que pesadez tener que recorrer medio país. Estaba atardeciendo y para descansar mejor había tomado uno de esos compartimentos donde había camas, esa era otra, seguro que sería estrecho y debía de compartirlo con más personas.
Por fin llegó el tren, con extrema puntualidad dicho sea de paso, previamente había reservado billete para el último de los vagones con la esperanza de que no hubiese una muchedumbre. Atiné, el vagón estaba casi desierto, muy pocas personas, casi nadie e ingresé cómodamente en mi compartimento. Tras colocar bien el bolso de viaje, observé desde la ventanilla como una chica de apariencia oriental caminaba a marchas forzadas con una gran maleta hacia el tren, “¿a que lo pierde?” pensé al tiempo que esbozaba una leve sonrisa.
Pasaron solo cinco minutos cuando vi entrar a la chica en mi compartimento, lo que fue un fastidio pues llegué a pensar que viajaría solo. Nos saludamos pero no entendí nada de nada, supongo que ella tampoco, la ayudé a situar su gran maleta y supongo que me daría las gracias. Su fisonomía era la de la típica mujer oriental de veintitantos años, pequeña estatura, piel blanca, delgada aunque bastante menos que otras de su raza, al menos era atractiva con su pelo negrísimo recogido, ojos igualmente negros evidentemente rasgados, pocas tetas, gafas redondeadas, y por supuesto cámara de fotos colgando, je, je, je…
A pesar de la particular compañía asiática estaba apesadumbrado, tener que compartir el sitio y además con una persona con la que no podría charlar de nada, solamente a través de gestitos. Sentado me puse a leer un libro mientras me distraía observando como volvía a bajar su maleta para sacar ropas y otros avíos. Decidí mirar el dorado atardecer y se colocó a mi lado explicándome cosas que no entendía, creo que al igual que yo admiraba el paisaje… Cayó repentinamente la noche, y tras un rato de lectura le ofrecí algo para cenar y llenar ese apetito que sin duda debía de tener. Lo tomó correspondiéndome con un saludo, compartíamos la comida que yo llevaba.
Se marchó a los lavabos, tardo unos diez minutos, y cuando regresó no sé donde había abandonado a la otra, parecía distinta, era la misma chica pero parecía otra, se presentó muy sexi con abundante pelo negro suelto y liso alcanzándole algo más de la mitad de la espalda, con una fina camiseta blanca con ribetes asiáticos y unos diminutos pantaloncitos ceñidos de color rojo que no dejaba imaginar lo que tenía debajo tanto por detrás como por delante advirtiéndose la extensión de su raja, cinturita estrecha, sus piernas eran delgadas pero no escuálidas, muy definidas con muslos duros y torneados, concluyendo en un culito suculento como insinuaba el apretado pantalón, ¡¡¡vamos que había carne que coger…!!!. No puedo negar que al verla sentí en mi entrepierna una mediana erección que creo advirtió, cuando dejó de mirarme acaricié mi polla con la mano por encima del pantalón, “me ha puesto cachondo la tía…” pensé para mis adentros.
De su maleta sacó un cepillo y comenzó a alisarse su preciosa melena negra, lo hacía con tanta gracia como elegancia, con esa templanza oriental que parece que todo sea a cámara lenta, que el tiempo se detiene, por un instante reparó en mí y con una media sonrisa me ofreció el cepillo para que fuese yo quién le alisara el pelo. No sabía que hacer pero ante nada y esta oferta, me aproximé y recogí el peine. Aparentemente no había sexo pero la carga erótica presente en el ambiente era significativa, yo estaba medianamente empalmado a su espalda peinándole la cabellera sosteniéndola por uno de sus frágiles hombros. El roce de nuestros cuerpos se hizo inevitable, ignoraba sus intenciones pero yo comenzaba a conocer y sobretodo a notar en mi entrepierna las mías, lo que me gustaría hacerle a ese cuerpecito supuestamente tan frágil pero a la vez tan excitante para mí, a decir verdad no era fea, más bien todo lo contrario, dentro de su tamaño ya he referido como estaba bien proporcionada y tenía un culo bueno y respingón con buenos muslos agarrables, de tetas andaba algo insuficiente para mi gusto pero quien sabe esta chica era toda una caja de sorpresas.
Me aventuré y quise que notara como me tenía, como se me había puesto la polla de tiesa y estirada, se la roce en varias ocasiones por el culo para saber como respondía al estímulo carnal, a la tercera noté un estremecimiento en su cuerpo, la provocación tuvo consecuencias positivas y advertía como la saboreaba y disfrutaba, sin duda la barrera idiomática seguía siendo un problema, más no la hacía tan inocente y posiblemente pretendiera sexo conmigo. Por mi parte lo tenía bien claro, no me venía mal un polvo para desfogarme y amenizar el pesado viaje, un buen refregón siempre es un buen refregón, máxime con alguien que con seguridad no volverás a ver en la vida, al mismo tiempo nunca había estado con una oriental, de ellas se dice que follan y se mueven de manera diferente y me estimulaba el querer comprobarlo in situ . Lo tenía cada vez más claro, me la quería tirar, por consiguiente había que lanzarse a la acción, pero podría pasarme de listo y errar el tiro.
Incentivé más la presión del pene sobre su trasero situándolo entre sus dos nalgas, donde parecen separarse a la altura de la vagina, su agitación se acrecentaba soltando algún que otro gemido y suspiro hondo, su respiración de la misma manera aumentaba, ya no tenía dudas no me había rechazado al palpar el tamaño y grosor de mi tranca, a estas alturas conocía sobradamente que estaba bastante excitado y pretendía follarla, notaba como el nabo se extendía aun más y empujaba para atrás el culo para presionar y sentirlo mejor. Solté el cepillo y tomándola por la cintura estrujé más mi verga sobre su trasero, movía mi pelvis adelante y atrás como le estuviese dando, respondió inclinándose para sentirla mejor surgiendo del pantaloncito las cachas al aire, esto me puso torito y no dudé un instante en atrapárselas, magrearlas en redondo, pellizcarlas sorprendiéndola agradablemente por como suspiraba, ¡¡¡que ricas las tenía!!!, era todo un juego incitante por parte y parte dando a conocer nuestras intenciones.
Le di un giro y mirándonos cara a cara empecé a mimarla, le aparté el pelo y comencé a besarla en el cuello, a continuación morrearle la boca con lengua correspondiéndome e implicándose a más no poder, aproveché para desabrocharme el pantalón, quitarme la ropa interior, y sacarme la minga toda empinada, al ver mi actitud mientras se comía con la vista mi entrepierna se retiró un tanto despojándose de la camiseta y del erótico pantaloncito quedándose absolutamente desnuda ante mi visión libidinosa, su cuerpo se me hizo más apetecible, tenía poco vello en el pubis y sus pechos como sospechaba no eran grandes con una corona y pezones pequeños de color rosado apuntando hacia arriba lo que le concedía un toque especial, de todas formas cabían en mi mano y eso era suficiente para manosearlas y comerlas como se merecían. Lo mejor era su cara, sus muslos y por supuesto su culo respingón de frágil ninfa asiática. Ya estaba claro, me la iba a follar si o si…
Completamente desnudos ambos comenzamos los tocamientos varios, naturalmente ella fue directa a los bajos al igual que yo hacía lo propio con sus redonditas tétitas, pequeñas pero suculentas, la ponía a mil cuando le comía los pezones que seguían señalando hacia el norte. Me lamió y comió los huevos introduciéndoselos enteros en su boca para acto seguido cogerme la polla por el tronco para pajearme sobre unos diez segundos tirando afanosamente del prepucio hasta arriba e inmediatamente extendérmela hacia abajo, se puso en cuclillas y se la introdujo en la boca chupándola despacito y de manera muy salivada pero con apetencia jugando con la lengua de manera muy lujuriosa, durante un minuto se centró solamente en el glande deteniéndose principalmente en la punta, donde ya asomaba el blanco del semen, dándole, dándole y dándole con la lengua avivadamente provocándome un hormigueo inmensísimo como antes no había experimentado, yo gemía a más no poder,…,finalmente me corrí fulminantemente en su boca, …no podía más con tanto frenesí…. La cosa empezaba muy, pero que muy bien.
Me tumbó en el suelo encima de una sábana que previamente instaló situándose encima mía, postura del misionero para entendernos, enredando nuestro ensortijado vello púbico, nos comíamos a besos por todas partes frotándonos nuestros sexos, me cogió el pene y se lo introdujo en la vagina moviéndose de forma extraña ondeando su cuerpo a la vez que le presionaba y empujaba las nalgas hacia abajo, para facilitar la penetración recogí mis piernas antes extendidas, sentíamos un gran placer, marcaba los tiempos supongo que para que no nos corriésemos tan pronto y darle perdurabilidad a la follada que, por otra parte, estaba siendo espectacular al ritmo del “tracatrá, …tracatrá… tracatrá…” del tren. De repente cambió la postura colocándose en cuclillas para introducirse el duro y gordo miembro, a partir de aquí comenzó a botar y botar formulando expresiones extrañas, dichosa barrera idiomática, yo hacía lo propio con cerdadas diversas diciéndole todo lo que de puta y guarra encerraba ese cuerpecito de muñeca, ¡para que…!, no obstante notaba que se avivaba y por la aceleración de su respiración noté que le venía, la esperé porque mi corrida estaba cerca y nos fuimos al unísono,…, acto seguido se tumbó a mi lado sin soltarme el pene todo lubricado.
Al cabo de un rato era yo el que pretendía más, tumbado la situé de espaldas con todo el coño sobre mi boca, le comí todo y más escuchando sus impacientes jadeos, tenía un clítoris abultadito, le masajeaba la cara interna de sus morbosos y rígidos muslos, más adelante colocándola a cuatro patas me mostró en plenitud sus dos orificios, le abrí las piernas y se la clavé por la estrecha abertura del ano de ese culo respingón que tanto me ponía dando ambos un gran grito mezcla de sorpresa, dolor y placer, era muy estrecho y costó empotrarla, creía que la había partido en dos, la volví a sacar para encularla de nuevo poco a poco insistentemente, seguía doliéndole pero al mismo tiempo gritaba de placer, egoístamente me daba igual si era o no virgen del culo de esta forma me proporcionaba mucho más placer, de todas formas en ningún instante se negó y estaba gozando con la experiencia, cuando llegue al fondo me detuve para calmarnos y a partir de aquí hacer un recorrido más lento metiéndola y sacándola con un ritmo adecuado, me maravillaba verla follar con sus largos cabellos negros colgando a ambos lados de la cara y desparramados por su espalda, meneaba el culo apresuradamente en círculos de adelante hacia atrás, intuía como disfrutaba follando cuando con la otra mano le introduje varios dedos en el coño para masturbarla a la vez que continuaba dándole bien por el culo a mi exótica compañera de viaje, gritaba de placer y no tardo en correrse, pronto advertí como a mí tampoco me faltaba mucho para llegar al orgasmo, aumentando la embestida únicamente cuando quise correrme en su interior como así fue rellenándola de pegajosa leche caliente, aun así logré sacarla a tiempo eyaculando sobre ella que, en pompa, dejaba ver bien su vulva resplandeciente por sus jugos, corriéndome aun se la empotré por el coño hasta el fondo inclinándome y atrapándole los pechos dándole más impulso a mis últimas embestidas empujando furiosamente como un animal en celo mientras jadeábamos y bufábamos insistentemente llevados por la arrebatadora pasión que sentíamos.
La saqué todavía rígida y chorreante manchándolo todo de viscoso esperma y flujos vaginales, lo mejor fue cuando me atrapó de nuevo la verga, la rodeo y me la limpió con su bonito pelo negro… ¡¡¡vaya momentazo erótico!!!..., produciéndome un cosquilleo descomunal y asombroso como en la vida había sentido, cerré los ojos dejándome llevar, sentía como para rematar la faena se pasaba la polla aun sin perder la erección por algunas partes de su cuerpo, orificios inclusive, finalizando la faena con un masaje que me dejó como nuevo.
No se si follan diferente o lo hacen igual, si es cierto que se sabía mover de diferente forma y que al mismo tiempo saben hacer otras cosas…, cosas placenteras por supuesto… Nunca olvidaré cuando folle en un tren y creo que ella tampoco borrará de la memoria cuando se la follaron en el compartimento de un tren
Si van a emprender un desplazamiento o van ya de viaje y me están leyendo, les deseo un feliz trayecto, si es posible como el relatado producto de mi imaginación lujuriosa.