Viaje en tren 3

Relato final de Saray, se recomienda leer los anteriores.

El yermo paisaje de Castilla se repetía de forma monótona en la ventanilla, siempre igual, sucesión constante de mares de colinas; aquella interminable quietud estaba por embotarme, necesitaba despejarme, así que nada mejor que un pequeño paseo por los vagones y un café a precio de oro pero que aliviaría el hastío que me embargaba.

Además siempre es entretenido contemplar las caras del resto de reos compañeros de viaje, me gusta verlos analizar sus expresiones, imaginar sus historias, a dónde irían, quién les esperaría, a quién dejarían atrás… así que salí de mi habitáculo, cerré la puerta de mi vagón cama y me emprendí camino hacia la cafetería, quién sabe, igual me esperaba alguna divertida anécdota.

  • Vamos putita, te has ganado el café que no quisiste tomarte antes- mientras ayudaba a Saray a levantarse, la giré agarrando sus manos que aún tenía anudadas a la espalda.

  • Por favor… he sido buena, he sido muy zorra, no me dejes así- contestó.

-Pues la verdad, es que tienes razón y me ha puesto muy cachondo verte-

Tal y como la tenía de espaldas a mí, le agarré de la nuca y se la empujé hacia abajo, con las manos atadas no tenía donde agarrase y puso la cabeza en el lavabo, del grifo caían gotas de agua sobre su frente resbalando hacia sus mejillas y boca aún con restos de semen blanco y espeso del revisor; estiré la pierna hasta el pulsador del suelo y un chorro de agua fría bañó su cara, pasado el momento de sorpresa Saray removía su cara debajo del chorro como si el de la ducha fuese, abría la boca y sacaba la lengua tratando de beber como una perrita.

-Pobre que está sedienta, cachonda y sedienta- le solté un manotazo en las nalgas por encima de la ropa y de un tirón le subí la falda.

-Sí, por favor, fóllame, he sido buena- gemía –azótame, soy una puta-

No pude evitar soltar una carcajada con sus comentarios, para poder follármela a gusto solté el pie del pulsador y el agua cesó, junté los pies detrás de su culo, le bajé el tanga que se enrolló quedando absolutamente retorcido a la altura de las rodillas; me abrí el pantalón y me saqué la polla a media asta, me la agarré y al restregué por la raja del culo, la muy puta empujaba con el culo, buscaba sentirla dura contra su piel, embardunarla con su humedad. La dejé hacer, mientras me acomodaba buscando la mejor postura, no tendría que esforzarme mucho, ya mi espalda tocaba la pared así que podría apoyarme y centrarme sólo en agarrarla de las caderas y clavársela hasta el fondo, alguna ventaja tenía que tener aquella estrechez.

La muy zorra no dejaba de mover el culo, empujaba, lo subía y bajaba gimoteando, buscando ensartarse de polla, me agarré la polla y la coloqué justo en la entrada del coño y de un empujón de cadera se la clavé hasta el fondo… la muy puta aunque húmeda y lubricadita le dolió mi grosor, sentir como la partía en dos, gritó y se quedó con la boca abierta; esperé un par de segundos a que su coño se ensanchara, empujaba contra su culo con fuerza para que la sintiera muy dentro, no tardó en dilatarse y pedir más.

-Qué cabrón eres… ¡¡joder!!- protestaba a la vez que ella también se apretaba contra mí.

No tuve que hacer nada, la muy perra impuso su ritmo, estaba en celo y empujaba y salía de mi polla con furia, estaba muy cachonda y estaba a punto de correrse, al estar recostado contra la pared tenía libertad de movimientos y bajé mis manos por su cintura, subí hasta el sujetador de un tirón lo rompí quedando libres los bamboleantes pechos, se los estrujé como naranjas con la misma fuerza que ella me estaba follando. Estaba

grititos, era la señal que esperaba, aflojé la tenaza sobre sus pechos para agarrarle los pezones, los pellizqué y se los retorcí con fuerza, haciendo que se corriese con violencia.

Se corrió con espasmos, su coño palpitaba apretando mi polla, estaba ensartada como un pincho moruno, yo lo había disfrutado pero no me había llegado a correr, tenía la polla a mil, pero decidí darle un descanso y que llevábamos demasiado tiempo encerrados en el baño. Le desaté las manos, una vez libre se salió de mi polla el coño los labios del coño seguían abiertos goteando, se llevó las manos a los doloridos pezones.

-Hijo de puta, casi me los arrancas- protestó.

-Pues me pareció que te gustó bastante, te corriste bien a gusto. Tal vez tengo que anillártelos y ponerte una cadenita… sí, cada pezón unido al collar, al collar de perra que mereces.-

Estaba extenuada, me senté el váter para recuperar el aliento y masajearme mis pobre pezones, me dolían pero la verdad tenía que reconocer que me había encantado; lo de anillarme los pezones no me seducía lo más mínimo pero lo del collar con su cadenita puff, no sabía por qué pero me excitaba, aquel cabrón conseguía sacar lo peor de mí.

Javier se abrochaba los pantalones, se vestía sin dejar de penetrarme con la mirada, esos ojos verdes y sonrisa burlona que nunca le abandonaba, era un auténtico canalla, pero un canalla que sabía follar. Cuando se me pasó el dolor de los pezones, hice lo propio y me vestí, el pobre sujetador lo había roto por la mitad ya no servía para nada, tenía media cara y pelo empapados por el agua del grifo… debía parecer una furcia de burdel pero qué más daba, este viaje en tren estaba siendo mi orgía particular y pensaba disfrutarlo.

Salimos del baño, había una señora de las clásicas con su abrigo de imitación de piel y sus perlas esperando a poder usarlo. Cuando nos vio salir juntos, le cambió la expresión de la cara. Que se jodiera la muy beata, seguro que no sabía lo que era un orgasmo.

-¡Qué vergüenza! Los baños no están para esto- nos soltó con rabia.

-El baño es todo suyo, señora- le contestó Javier.

-¡Degenerados, que sois unos degenerados! ¡Pienso decírselo al revisor!- gritaba.

Entre risas Javier le dijo –Eso, eso avise al revisor que a lo mejor también le hace un apaño a usted-

La señora se hinchó como un pavo de la indignación y salió disparada en dirección opuesta a la nuestra que volvimos a nuestro vagón aun riéndonos. Javier que iba detrás de mí, me dio una palmada en el culo y me susurró al oído.

-Pobre vieja chocha, seguro que lo que necesita es una buena follada, a ver si el revisor le soluciona sus problemas… o tal vez lo que necesita es una comida de coño… una buena puta que le coma la almejita suave y húmeda, que le meta la lengua hasta que se relaje-

Aquella idea hizo que me mojase de nuevo, me excitaba sentirme una perra, ser usada y complacer a este cabrón, ver su cara de burla y satisfacción me ponían de tal modo que no podía pensar en otra cosa.

Pero no quería líos con los agentes de seguridad, que seguro que acaba esposada… y los uniformes y las porras… Dios me había vuelto una viciosa incontrolable. Traté de cambiar de tema y le pedí a Javier si podíamos comer algo, tanto ajetreo me había abierto el apetito.

Amablemente aceptó mi petición y nos fuimos al vagón cafetería, pero una vez entramos me puso una condición para poder comprar nada.

-Vale zorrita, entiendo que tienes hambre, pero las cafeterías de los trenes son muy caras y no olvido el desprecio a mi invitación que me hiciste antes- sonreía con una especial malicia –Escoge a un viajero y tendrás que conseguir que te pague lo que pidas… pero nada de niña desvalida, vas a agradecerle la invitación… así que escoge bien.-

Masticaba el pan harinoso de la baguette con un jamón no del todo reseso, mientras analizaba a los pasajeros, todos anodinos y muy normales… hasta que entró una curiosa pareja, él habría pasado desapercibido si no fuese por la chica que la acompañaba. Alta, castaña, larga melena recogida en una cola de caballo y aquí empezaban las curiosidades, llevaba el pelo medio mojado como si se hubiese lavado la cabeza pero dejándosela a medio hacer; la vestimenta era otro poema, una falda acortada hasta medio muslo dejando ver las medias cual colegiala y ya la guinda del pastel, una blusa tan arrugada que pareciese la acababa de sacar de una maleta, no llevaba sujetador y los pechos firmes y redonditos botaban con cada paso, era imposible no fijarse en ella y la blusa a medio abrir que sin sujetador dejaría a la vista el pecho de cualquiera que se pusiese a su lado.

En concreto el que lo estaba disfrutando era el chico que había entrado tras ella, estaba pegado a ella y de forma indisimulada le acariciaba el culo bajo la falda, cosa no difícil dado lo corto de la misma. Se quedaron en la puerta inspeccionando a los viajeros como si buscasen a alguien, así que fue inevitable que nuestras miradas se cruzasen, nos sostuvimos mutuamente la mirada, él sonriendo maliciosamente y yo rumiando el pan congelado del bocadillo. Tras esos segundos de duelo de miradas, bajó el cuello y le susurró algo al oído a la chica que claramente se refería a mí puesto que ahora ella también me dirigía una mirada escrutadora, pero a diferencia de él, ella se mostraba nerviosa y apartaba la vista cada poco.

-Vale putita, ese de la barra que está comiendo el bocadillo no está mal, ¡a por él!-

Estaba muerta de vergüenza, si no había bastado el incidente de la señora de perlas, ahora me tocaba insinuarme a un completo desconocido… pero qué estoy pensando, si este cabrón de Javier sólo sé su nombre y lo más suave que ha hecho conmigo es follarme. Javier pasó de meterme mano a empujarme hacía a aquel nuevo desconocido, por lo menos no estaba mal, era joven debía no tener más de veinticinco años, algo más bajo que Javier pero hombros anchos, se veía que practicaba deporte, manos fuertes, ojos castaños, pelo engominado en punta, vestía informal con pantalón de chándal y camiseta, pero de los caros, el puto rollo outfit para calle de las marcas de deportes que te cobran por un pantalón del algodón cien pavos por llevar estampado su logo.

Bueno, al menos éste no se escandalizará y si no le gusto pasará de mí sin armar escándalo; eso pensaba para mis adentros, pero a cada paso que avanzaba más vergüenza sentía y más bajaba la mirada al suelo, qué coño le voy a decir, cómo lo abordo, oye perdona, te gustaría follarme y a cambio me invitas a un bocadillo… al llegar a su altura, sin poder mirarle a la cara le solté lo primero que se me ocurrió sintiendo como se subía el calor a las mejillas.

-Perdona… te he visto comiendo el bocadillo y me preguntaba si me invitabas a uno…- lo dije sin más, no dijo nada, yo con la mirada baja sólo podía ver sus pies y escuchar como masticaba.- Perdona si te he molestado pero te lo compensaría… ¡Es igual déjalo!- y me giré para irme.

No pude ni girarme una de sus manos grandes y poderosas me agarró de un brazo y me mantuvo frente a él, aquello me dejó paralizada, mi mente entró en pánico, Javier por favor sácame de aquí. Leyendo mi susto Javier vino en mi rescate o eso creía yo…

-Perdona, me llamo Javier, esta señorita desvergonzada es Saray. Espero que no te haya importunado- soltó tendiéndole la mano.

-Grussff, per… grrrsfs, perdonad vosotros que este pan se me hace bola, soy Carlos- estrechando la mano de Javier.

-¿Qué te ha propuesto la zorrita ésta? Mira que solo la conozco desde hace cinco minutos y ya se me ha insinuado, me pidió que le pagase el billete de tren- dijo Javier en tono ofendido.

-Vaya, pues a mí me pidió un bocadillo pero solo me dijo que me compensaría, no dijo cómo- contestó con tono divertido Carlos, y me miraba levantando mi barbilla para que le mirase a la cara.

-Pero es una calientapollas me folló en los baños y la muy puta se corrió pero a mí me dejó con las ganas-

Allí estaba yo en medio, hablando en voz alta como si yo no estuviese, que hablasen de mí como un objeto y de forma tan obscena hizo que mi rubor y el calor de mis mejillas se me bajase a mi entrepierna, ya estaba otra vez mojada, me ponía muchísimo ser tan puta y usada, la idea de ser follada por los dos me calentó tanto que ya no podía esperar a tener las dos pollas para mí.

-No sois más que un par de bocazas, si queréis que os agradezca algo, será si es con los dos a la vez-

Todo mi rubor se transformó en desafío que los pilló por sorpresa, tanto que se echaron a reír de mi inesperada iniciativa. Se miraron cómplices, interrogándose con la mirada, asintieron con la cabeza.

-Vamos a mi vagón litera, allí podremos estar más cómodos.- dijo Carlos dejando lo que quedaba de bocadillo encima de la barra.-Me gusta viajar cómodo y la tranquilidad.-

Seguimos a Carlos hasta la zona de vagones litera, el muy cabrón tenía una litera individual, una vez cerrada la puerta hubo un momento de indecisión por parte de los chicos, ninguno quería hacer nada que molestase al otro, estaban a la expectativa, yo que estaba ya empapada que el tanga ya no podía contener el torrente de humedad y me resbalaba por el interior de los muslos y subía por las medias, me abrí la blusa dejando a la vista mi pecho, me dolían los pezones de la excitación y sin más me abalancé sobre Carlos a besarle.

El pobre chico no se lo esperaba, tardó en reaccionar, no así su polla que ya estaba dura me frotaba contra su bulto dentro del pantalón, Javier aprovechó para colocarse detrás de mí y restregar su polla por mi culo y me apretaba desde atrás las tetas. Carlos me agarraba de la cintura apretándome contra su polla, me besaba metiendo la lengua hasta la garganta… pufff estaba a punto de explotar y correrme, estar atrapada entre dos machos para mí, sintiendo sus manos, su vigor, las pollas duras frotándose contra mi cuerpo aquello era demasiado.

Carlos, siguió con sus besos por el cuello, y bajaba hacia las tetas, Javier que de no haberse corrido en los baños, jódete cabrón que estás igual que yo, se separó para sin más miramientos desnudarse y quitarme lo poco de ropa que a mí me quedaba puesta. Yo hice lo propio con Carlos, mientras él me mordisqueaba los pezones, mis gemidos le indicaban que siguiese, a mi

placer se sumó Javier que arrodillado a mi culo, separaba las nalgas y le daba lametones a mi rosadito ano, caricias húmedas que hacían estremecer, por si no fuera poco, se agarraba a mis piernas y con una mano restregaba los dedos por mi encharcado coño.

-Folladme de una vez, no puedo más… quiero vuestras pollas, quiero sentiros dentro de mí, quiero vuestra lefa cabrones-

Apoyé la mano en el pecho de Carlos apartándolo de mí, y me fui a la cama, y me subí a cuatro patas ofreciendo mi culo, lo meneaba en círculos.

-Vamos Carlitos, este coñito está esperando por tu pollita-

No dudó en ponerse a mi espalda y metérmela por el coño, era un chico delicado y me la fue metiendo muy despacito, me fue matando de gusto sentirla centímetro a centímetro, Javier que se había quedado de rodillas, avanzó de rodillas hasta mi cara y me metió en la boca los dedos que había mojado en mi coño, saboreaba mi propio coño. Carlos ya había llegado al fondo de mi coño y notaba sus pelotas golpear contra mi culo, Javier se levantó quedando con aquella preciosidad de polla a la altura de mi boca, me la clavó como es él de forma violenta. De lo gorda que la tiene casi me desencaja la mandíbula, pero dios… qué gusto, que bien sabía, ya se notaba el sabor salado del semen que se asomaba a la cabeza del prepucio.

Estaba en la gloria y a punto de correrme pero quería que fuese con ellos dentro, quería que me llenasen, quería sentir dos pollas dentro de mí a la vez, pero la de Javier era demasiado gorda para mi culito, así que lo agarré lo tiré sobre la cama, me salí de la polla de Carlos y me empalé con la de Javier… aquel grosor era como volver a ser follada de cero, me moría de gusto sintiendo aquel mástil abriéndose paso, con aquel grosor mi coñito era como un virginal y estrecho coñito.

Me dejé caer hasta el fondo, me quedé quieta unos segundos con los ojos cerrados sintiéndome llena, me deje caer sobre su pecho, nos besamos ya no podía más, pero no me olvidaba de Carlos con las manos me agarré el culo para abrírmelo y ofrecérselo.

-Vamos Carlitos, os quiero a los dos a la vez, a ver que sois capaces de hacer.-

Carlos no se lo pensó dos veces, ya con la polla lubricada de mi coño, al apoyó contra mi ano, y la fue empujando despacio, yo gritaba de dolor, pero daba igual la quería dentro.

-Sigue, ahhhh, un poco más… así… así…. No pares-

Y no paró hasta metérmela del todo, mi culo apretaba del dolor, me quedé muy quieta sintiendo las dos pollas dentro a la vez, poco a poco empecé a balancearme adelante y atrás, de un lado se me clavaba la polla de Javier y el clítoris se rozaba contra su pelvis y por el otro se salía la de Carlos en mi culo… y viceversa. Era una suma de placer, disminuía en un agujero y aumentaba en el otro, era algo sublime; los dos chicos captaron la señal y empezaron cada uno a su vez a bombearme, yo era un saco, una muñeca con agujeros siendo usada por dos machos.

Gemía sin parar, babeaba de placer, no podía cerrar la boca de los gemidos, la saliva goteaba por mis tetas, aquellas dos bestias cada vez empujaban más fuerte, aquello era un concierto de gemidos, cada uno con el suyo, ya perdí la noción de quien me agarraba qué, o quien me azotaba o me mordía. Sólo sentía placer, el clítoris, el coño, mi culo, pellizcar los pezones, un azote, todo a la vez era demasiado y grité.

-¡¡¡Me corro!!! ¡No paréis!- grité, gemí –AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH-

Y conmigo se corrió Javier, sentí la lefa caliente golpeando las paredes de mi coño, gritaba y me mordía el cuello. Estaba recuperándome del orgasmo y Carlos que aún no había llegado seguía clavándomela por el culo hizo que me volviese a correr con él.

Quedé desmayada sobre el pecho de Javier, el semen goteaba por mi culo y coño, Carlos se salió de mi culo tumbándose al lado y me azotó.

-Gracias puta, te has ganado ese bocadillo-

Yo apenas podía pensar, me acordaba de mi novio esta mañana y como me hubiese gustado que me viese, que viese como me follaban de verdad,

que me oyese gritar de gusto, que viese lo que eran un par de machos y una puta bien follada.