Viaje en taxi hacia el trabajo...
Estaba caliente, bien caliente, y necesitaba desahogarme antes de llegar a mi trabajo, por suerte pude tomar un taxi que me ayudo en mis necesidades...
Buenas buenas a todos/as. Florencia aquí de nuevo, continuando desde donde quedamos. Pero como debe ser, la introducción de rigor para los que se prenden desde este relato, así tienen una idea de como soy.
Mido 1.78mt, mis medidas son 100-65-100, pelo rubio furioso, rapado a los lados y la nuca, y corto sobre la cabeza, profundos ojos verdes, una mirada penetrante, y con unos labios gruesos y carnosos. Todo firme en su lugar gracias al gimnasio, y un par de piernas gruesas con unos muy buenos muslos, producto del entrenamiento. Y para cerrar el combo, debo admitirlo ya, soy medio (totalmente) ninfomana.
Donde habíamos quedado antes? Si, después de haberle mamado la verga al viejo Roberto como pago del alquiler, tenia que irme a trabajar, pero cómo lo unico que habia hecho era llevarme ese trozo de carne venoso a la boca aún estaba caliente, muy caliente. Mientras caminaba rumbo a alguna parada de colectivo, o algo que me llevara a mi trabajo (era instructora en un gimnasio), mi cabeza daba vueltas y vueltas pensando en cómo iba a sacarme esta calentura de encima. Asi no podia llegar, me iba a ser imposible concentrarme, y mucho menos atender a mis quehaceres, terminaría fornicando con el primero que se me cruzara y no tenía ganas de perder mi trabajo, no por el momento. Así que mi cabecita iba dando vueltas, pensando a quien podía llamar, a donde podía ir, encima la hora del trabajo la tenía encima, había avisado que no llegaría a tiempo, pero tampoco podía darme el lujo de llegar cuando quisiera.
Era todo un dilema conjugar algo que pudiera complacer mis dos necesidades básicas del momento, una el trabajo, otra que me follaran salvajemente. Encima mi cuerpo no ayudaba en nada, mis pantaloncillos cortos pegados a mis curvas marcando mi culo en toda su gloria, y mi top ajustado, intentando no dejar escapar mis tetas por el tremendo escote, mientras mis pezones asomaban desafiante debajo de la ropa. Una visión de fantasia, debo decir, lo cual me hacía ganar más de un piroto. Todo tipo de poesía callejera me llegaba, de lo que me iban a hacer, de como me veia, de mi culo, mis tetas, que putita esto, que yegua aquello. Todo sumaba a una incesante e infernal calentura que hubiera sido evacuada para con el primero que me insinuara ir a coger. Pero como muchas veces pasa, muchos hombres solo te dicen cosas, pero no pasan a la acción, y ya estaba haciendo suficiente yo con toda la pinta de calenturienta necesitada que tenía como para andar tirandome encima del primero que me dijera lo puta que me veía.
Ya casi dado todo por perdido, instintivamente pare un taxi y me subí al asiento de atrás. El conductor, un hombre de unos 40 años, con un espeso bigote, una barriga de hombre casado sin ningún compromiso, fuertes brazos y una mirada fuerte, me echo un ojo por el retrovisor, a esta altura me costaba respirar y le sonreí mientras le indicaba hacia donde quería ir.
Esa era mi chance, los taxistas nunca me fallaban (rara vez me fallaba alguien), asi que comence mi juego. El sujeto no hablaba, no importaba, su mirada por el retrovisor estaba clavada en mis tetas que subían y bajaban a causa de mi pesada respiración, y ahí empecé mi jugada. Abrí mis piernas despacio, acomodandome en el asiento trasero, y dirigí mi mano derecha a mi entrepierna, acariciándola suavemente por encima del pantaloncillo, haciendo que se marcara mi conchita totalmente húmeda. Me acariciaba despacio, apretando los dientes, dado que esto no era suficiente, lo único que hacía era lograr que mi cuerpo se calentara aún más. Mire el retrovisor y el conductor seguía con su mirada estoica, con esta clavada en mi entrepierna, pero sin mediar palabra alguna. Acelere el frotado de mis dedos y deje escapar un leve gemido, y en ese momento el conductor habló.
-Pasa algo, señorita?...
Su voz se escuchaba áspera, pero desinteresada.
-De hecho… si, señor… ando sin plata...
Dije mirándolo a los ojos a través del retrovisor, sin dejar de frotar mi concha, apretando más fuerte mis dedos, tratando de estimular mi clítoris por encima de la tela. En eso suena mi teléfono, sacándome del ensueño en el que me encontraba, lo tome y lo mire. Carlos, mi pseudo novio (al menos él lo creía), preguntándome alguna tontería a la que no preste atención, y que no me intereso ya que las palabras del taxista me devolvieron a la situación.
-A mi me parece que si tenes plata encima… pero la putita parece tener algo más, no?
Me dijo sin cambiar la expresión, mirándome fijamente por el retrovisor. Entonces note que cambio la direccion, ya no íbamos hacia donde le había pedido. Bingo. Deje caer el teléfono sobre el asiento y sonreí mientras veía que comenzábamos a ir por caminos menos transitados. Sabía que este sujeto no dejaría pasar una oportunidad como esta. Mientras tanto seguía pajeandome por encima del pantaloncillo, mientras me imaginaba la verga de ese desconocido penetrandome violentamente.
El automóvil llegó a un camino vacío, apenas pasaba nadie, no se bien donde estábamos, tampoco me importaba. El taxista se bajó del taxi y se dirigió al asiento trasero, abriendo la puerta. En ese momento me llego otro mensaje de Carlos, lo mire de reojo mientras el conductor entraba y se sentaba a mi lado, empujándome hacia el costado para que le haga un espacio.
Mi cara debe haber sido un espectáculo, ahí con los ojos entrecerrados, la boca entreabierta, en medio del éxtasis, mis pezones duros desafiando el top finito, mi respiración agitada haciendo subir y bajar mis tetas. Todo un gustazo para el viejo taxista que con una mueca, que creo que era una sonrisa, me tomó de la nuca y sin mediar palabra dirigió mi cabeza a su entrepierna.
Eso me encanta, me pone a mil, el trato rudo, sin miramientos. Mientra escuchaba como se aceleraba su respiración, yo agitada como estaba abrí la cremallera de su pantalón y saque su verga semi dura. Su olor era intenso, no dude en respirar profundamente para que que ese aroma me invadiera completamente, luego saque mi lengua y acaricie ese falo desde la base hasta la punta. El dio un suspiro, lo mire a los ojos y el seguia con esa expresión dura, esperando, expectante. Entonces atrape sus huevos con mi boca mientras mi mano pajeaba ese mástil, buscando que se endureciera. Mordía, apretaba, succionaba esos huevos peludos mientras lo miraba a los ojos. Mi lengua jugaba con sus testículos en mi boca, mi mano apretaba el glande de su verga, y el teléfono volvió a sonar.
Entonces él tomó el teléfono y lo miro, para luego decirme.
-Un tal Carlos, dice algo sobre el auto que lo tiene que llevar al taller.
-Es mi novio…
Le dije a secas, y si bien era la novia de Carlos solo en su imaginación, sabía como ponia eso a los hombres. Tener a la mujer de otro a tus pies chupandote la verga los ponía a tope, y mas si esa mujer tenía un cuerpazo como el mio.
Ahí el taxista cambió la expresión, una sonrisa apareció.
-Si? Tu novio?
-Aha…
Mi respuesta fue acompañada por mi boca abriéndose ampliamente para engullir su mástil de carne mientras seguia mirandolo a los ojos. Ahora veía un brillo en ellos, y esa sonrisa asquerosa que no se le borraba. Mis labios apretaron el glande de su falo y comencé a succionar, tragándome el liquido pre-seminal, mientras mi mano seguía pajeandolo. Entonces me agarró de los pelos y violentamente me hizo tragarme toda la longitud de su verga, me atragante, hice algunas arcadas, pero a él no le importo, sigo presionando mi cabeza hacia abajo mientras gruñía. Lágrimas asomaban por mis ojos mientras me costaba respirar con todo su vello púbico un mi nariz, pero mi conchita se estaba haciendo agua, como me gustaba. Ahi comence a usar mi lengua, a acariciar lo que tenía en la boca, apretando mas mis labios, sintiendo como su agarre se aflojó, lo suficiente para que pudiera comenzar a mover mi cabeza hacia arriba, hasta la punta y bajar nuevamente hasta la base, haciendo que esa verga caliente llegara hasta mi garganta. En un par de movimientos ese falo ya estaba durísimo en mi boca, yo seguía chupando como desesperada, haciendo unos ruidos obscenos de succión con cada movimiento, presionando mi lengua contra su verga, intentando mirarlo a los ojos.
-Estabas hambrienta, hija de puta?... el maricon de tu novio no sabe cómo satisfacer a una putita como vos?...
Me decía mientras me sonreía. Yo no podía contestar con palabras, así que mi respuesta se tornaba en una aceleración de mi mamada, en apretar más aún esa verga que estaba entre mis labios.
-Guarda que me mordes, puta de mierda… no te desesperes…
Sus palabras me ponían a mil, y di un respingo cuando sentí su mano áspera levantar mi top, dejando que mis tetas cayeran presas por la gravedad antes de que empezara a manosearlas y pellizcar esos duros pezones que estaban deseosos de ser tocados. Yo gemía con su verga en la boca mientras seguía succionando desesperadamente, su mano seguía apretandome las tetas hasta que escogieron un nuevo blanco y sentí la primer nalgada en mi culo duro y firme.
-Pero que pedazo de culo tenes, pendeja… mira lo duro que está….
Me dijo sonriendo, mientras yo me saqué su verga de la boca para responderle.
-Soy instructora en un gimnasio…- dije a secas mientras volvía a engullir su falo.
-Ja ja… mirala vos a la putita… instructora en un gimnasio? Así que te pones toda durita y en forma para el maricón de tu novio y venis a chuparme la pija a mi?
Otra nalgada descendió en mi culo y yo lo levanté como pude, esperando más, y la siguiente nalgada no se hizo esperar. Yo gemía fuertemente cada vez que esa mano dura y áspera descendía sobre mis nalgas, mientras mi boca no paraba de succionar su dura verga.
Entonce él me tomó de los pelos y tiró fuertemente para arriba, logrando que mi boca hiciera un sonido como de algo que se destapa al sacar su rabo de mi boca de golpe.
-Pará… pará, putita… me vas a hacer acabar en tu boca… y lo que quiero es llenarte la concha de leche.
Dios, eso es lo que quería, y como lo quería. Pero en el estado que estaba no podía ni responder, boca entreabierta, respirando agitadamente, mirándolo deseosa. Él sabía que me tenía ahí, a su merced y lo disfrutaba.
-Dale, date vuelta y mostrame el culo…
Obedecí sin mediar palabra, ahí como pude me acomode delante de él, mis codos apoyados en el asiento delantero, levantando la cola, ofreciendosela a un desconocido. Puedo apostar a que su sonrisa era enorme, la novia de otro, una putita calenturienta, y no cualquier putita, una con un lomazo que no creo que alguna vez haya soñado en cogerse, ahí delante de él, toda donada. Yo movía el culo despacio, tentandolo, mientras me caía de vez en cuando una nalgada, despues senti sus ásperas manos bajarme el pantaloncillo, despegando la tanga de mi conchita que ya estaba toda chorreada a más no poder. Entonces me paso sus dedos por mi vagina.
-Asi te pones con solo chuparla, putita?
-Es que la tenía tan rica?....
Dije haciendo un puchero con la boca, levantando aún más, si se podía, la cola. Como les gustaba que me comportara así, lo escuché resoplar y me tomo por las caderas, bajando mi culo, direccionandolo hacia donde deseaba. Un segundo mas tarde senti su verga empujando contra mis labios vaginales, me mordí el labio inferior.
-Toda tuya, trola… metela hasta el fondo…
Dijo gruñendo, y yo no lo pensé dos veces. Baje violentamente, me empale de un solo golpe, pero hay que admitir que su verga entró como un guante en mi concha, la cual no opuso resistencia alguna, sino que le dio la bienvenida con todos mis jugos. El placer de tener ese rabo penetrandome me llevo al extasis y ahí nomás tuve mi primer orgasmo. Apreté los dientes para no gritar de placer y un segundo después de haberme enterrado ese falo de carne hasta los huevos, comencé a moverme…. arriba y abajo, arriba y abajo… Y que rico estaba, que dura la tenia. Dos veces baje hasta que conseguí un segundo orgasmo, ya no podía contener mi voz y gemía como una cerda. Mis tetas se apretaban contra el asiento delantero mientras la visión de mis nalgas subiendo y bajando debía ser hermosa. Sus dos manos, asperas, rudas, apretaron mis tetas desde atrás, intentaban agarrarlas en su plenitud, pero era imposible, las tengo bien grandes, como les gusta a los machos. Es así como el se dedicaba a manosear mis tetas, apretar mis pezones, mientras yo seguía subiendo y bajando, sintiendo un placer enorme, apretando esa verga dura y venosa con los músculos de mi vagina que no la quería dejar salir, llevándome a un nuevo orgasmo mientras seguía gimiendo, acompañando ese gemido con sus gruñidos y el obsceno sonido que hacia mi concha cada vez que bajaba violentamente para comerme ese pedazo de carne caliente.
-Mira como estabas, putita… veo que te hacía mucha falta una buena pija…
Entonces me comenzó a dar nalgadas mientras yo seguía con lo mio, mi concha se contraia constantemente apretando su falo y estrujandolo para no dejarlo escapar. Sus gruñidos iban en aumento y podía sentir como su verga temblaba dentro mio. Yo no podía parar, y no podía responder a sus obscenidades porque no paraba de gemir como posesa, dado que esa verga me estaba dando todo el placer que había estado buscando toda la mañana. Como pudo el se levanto un poco y empezó a bombear, apretandome aun mas contra el asiento delantero. Eso me encantaba, si bien disfruto cuando llevó la batuta, me encanta cuando un macho me toma y hace lo que se le antoja conmigo, y así estaba ahora. Sabía que él estaba cerca de venirse y por eso estaba llevando el ritmo.
-Te voy a llenar la concha de leche, putita… te voy a hacer un chico para vos y tu novio…
Sus palabras me taladraban el cerebro, llevándome a otro orgasmo, era la gloria, yo empujaba hacia atrás mi culo para sentirlo bien en el fondo, aun asi no podia responder, por las oleadas de placer que no dejaban de invadir mi cuerpo. Pero mi concha apretando su verga debía ser suficiente respuesta para él porque después de unos segundos más bombeando se apretó contra mi y exploto dentro mío, llenándome con su leche espesa y caliente mientras gruñía, dándome un último y deseado orgasmo al sentirme llena de ese viscoso líquido que tanto me gustaba.
Estuvimos pegados unos cuantos segundos más, mi conchita temblaba con su verga adentro, la cual iba perdiendo su dureza. Así es como el se sentó de nuevo, sacando su verga de mi concha y me dio una nalgada indicandome que tenía que ponerme el pantaloncito asi no chorreaba leche en el taxi. Lo hice sin mediar palabra dado que aún estaba agitada y debía recuperar el aliento. El se devolvió al asiento delantero y arrancó, por suerte recordaba a donde le había pedido que me lleve.
Durante el viaje no habló y yo mire el teléfono, los mensajes de Carlos. Se le había roto el auto, lo había tenido que llevar de urgencia a un mecánico y esperaba a que en un par de días se lo tuvieran dado que tenía que hacer un viaje por trabajo. Por suerte eran mensajes y no llamadas, habría estado difícil contestarlas.
Cuando llegamos a destino, un par de cuadras antes del gimnasio donde trabajaba, nos despedimos, no sin antes de que el taxista me pasara su numero, yo lo guarde en mi cartera, uno más para la colección. Y así fue como camine hasta el gimnasio, satisfecha, lista para arrancar la jornada laboral