Viaje en motocicleta

La historia 100% real de un jóven trabajador que mientras viaja en su motocicleta, recoje en la carretera a una hermosa muchacha menor de edad. En el camino, cosas del destino y del frio les hacen refugiarse en un motel. Ella termina entregándose por completo a su primer amor; mientras que el, termina por hacer aquellas cosas que siempre había imaginado.

La historia 100% real de un jóven trabajador que mientras viaja en su motocicleta, recoje en la carretera a una hermosa muchacha menor de edad. En el camino, cosas del destino y del frio les hacen refugiarse en un motel. Ella termina entregándose por completo a su primer amor; mientras que el, termina por hacer aquellas cosas que siempre había imaginado.

Viaje en motocicleta

Para los motociclistas de Chile, viajar en época de Otoño e Invierno puede ser una dura proeza. El frío es intenso y hay días en que la humedad y el hielo calan los huesos. Mario y Esteban sabían de aquello y por esto que siempre viajaban muy arropados entre sus salidas periódicas desde la capital hacia la costa. Ambos amigos, trabajaban para una pequeña compañía de telecomunicaciones, pero al no ganar mucho dinero, la situación que les obligaba ahorrar parte de sus viáticos viajándo en la motocicleta de 150CC. de Esteban.

Había ocasiones en que Mario y Esteban debían alojar en algún motel de la carretera; dadas las condiciones climáticas de lluvia y baja visibilidad, que les impedía continuar el viaje por algunas horas. Cada vez que las inclemencias del tiempo arreciaban, casi siempre llegaban a la misma hora al motel de costumbre y, como era de esperarse, mojados y entumecidos a decir basta. En estas cocasiones venía como anillo al dedo, tomar unas copas de licor para subir la temperatura del cuerpo y reponer los ánimos. Eran estos instantes los que permitían a Mario y Esteban, conversar de sus sueños y de sus espectativas futuras. Cada noche antes de dormir, conversaban de mujeres y del sexo. Conversaban de como imaginaban a sus futuras novias-esposas; de como debían ser sus labios, rostros, caderas y senos.

Mario, las prefería de sus edad (29) o algo mayor, ojala una profesional universitaria y de gustos mas refinados que sus ex. Esteban, sin embargo, había sufrido varias desepciones amorosas con mujeres de su edad (25) y por esto que siempre alucinaba con encontrar una mujer bastante menor que el, enamorarla y "moldearla" a su medida. Esteban soñaba con tocar senos y culos pequeños de muchachas vírgenes e inocentes; el no hablaba de otra cosa, mientras que Mario le reprochaba -medio en broma y medio en serio- que su amigo era un pervertido, un peligro público para la sociedad y sobre todo para las chichas menores de edad. Y así pasaban las copas, entre la conversación, algunos cigarrilos y luego el sueño reparador.

Llegaba la mañana y ambos amigos emprendían el rumbo a la costa.

Estos viajes eran frecuentes y en cierta ocasión, Mario quedó en cama debido a un tremendo catarro. Esteban llamó a su amigo para preguntar por su salud y Mario le respondió que le habían dado licencia médica por 15 días, debido a una complicación pulmonar. Al recibir la noticia, Esteban deseó buena suerte y prónta recuperación a su amigo Mario y emprendió el rutinario viaje a la costa, en su querida motocicleta Shopper.

El día estaba muy helado, así que el jóven decidió ponerse la casaca de Mario, sobre la que llevaba puesta, ya que justamente estaba guardada en una de las alforjas de la motocicleta. Era el Km. 27 de la ruta 5 norte y Esteban señalizó en la carretera, para luego estacionarse en la berma del camino. Detuvo la motocicleta y se quitó el casco. Entonces, mientras se ponía la casaca, divisó a unos 800 mts. en la carretera, a una persona que venía rumbo hacia donde el estaba estacionado. Esteban arrancó su motocicleta y al retomar la carretera notó que aquella persona corría hacia dónde el estaba. Esteban imaginó un accidente o algo por el estilo, por lo que aceleró la motocicleta para acercarse a quien -posiblemente- necesitaba de su ayuda.

Mientras se acercaba en su moto, notó que aquella persona era una jóven morenita que aparentaba tener unos catorce o quince años de edad. La muchacha medía como 1.65 de estatura y vestía ropas algo inadecuadas para la estación Otoñal. Un pantalón oscuro y ancho, que daba la impresión de ser como la seda, gorro de lana y una casaca corta-vientos. La muchacha era bella y tenía ciertos rasgos de mulata en su rostro, situación que le hacía pensar a Esteban que ella provenía del extranjero. Su rostro lucía de color canela, la boca de labios gruesos y hojos color café, resaltaban su incipiente belleza y juventud. La muchacha estaba entumecida por el frío y le pidió por favor a Esteban que la ayudara. Esteban no comprendía que era lo que hacía esa muchacha en ese lugar, ni como había llegado hasta ese peligroso sitio de la carretera. Esteban preguntó ¿cual es tu nombre? y ella respondió: "Me llamo Vanessa y estoy en este sitio porque me arranqué de mi casa debido a los malos tratos de mi padrastro, que es Chileno. Mi madre es de Venezuela pero yo nací aquí en Chile. Salí de Santiago hace unas horas, hice dedo y me subí a un camión de transporte de carga porque no tengo dinero. Mi mala suerte me persigue porque el tipo del camión quizo abusar de mi, por lo que tuve que defenderme. Le pegué con una herramienta (relataba casi sollozándo) en la cabeza al muy abusivo, y el tipo me botó del camión a patadas.

! Mira como me dejó la espalda ese desgraciado ¡". Vanessa desabrochó su casaca y mostró la espalda semi-desnuda a Esteban. Era cierto; Vanessa tenía un moretón en su espalda, el que se notaba bastante sobre su jóven piel color canela.

Esteban dijo, ¿quieres ir a la policía y formalizar la denuncia?, ¿en qué te puedo ayudar. Necesitas dinero, te llevo a alguna parte?. Vanessa pensó un poco y

luego le preguntó, ¿y tu, como te llamas?, Esteban, respondió el motociclista.

Vanessa algo nerviosa y consternada, le contestó a Esteban: "Mira, no tengo donde ir. A mi casa no puedo ni quiero volver, no puedo acudir a la policia porque es probable que me estén buscándo; mas encima no tengo nada de dinero. Por eso necesito que tu me ayudes por favor". Esteban por su parte , que eschuchaba con atención las palabras de aquella jovencita y sin apartar un segundo la mirada de aquel bello rostro, le dijo entonces a Vanessa: "Hoy es Viernes y luego de este viaje comienza mi descanso. Creo que si nos apresuramos podemos llegar temprano a Con-Con (ciudad cerca de Viña del Mar). Pienso que no tardaré mas de una hora en completar lo que debo hacer. Tu me esperas mientras termino mi trabajo. Luego, nos volvemos a mi departamento aquí en Santiago y pensamos en alguna solución para tu problema, ¿te parece?". Vanessa respondió que aceptaba su proposición, siempre y cuando no la obligara a volver a su casa, ni que la llevara a la estación de policia. Esteban sonrriente, dijo a Vanessa: "Ok. Trato hecho". Se dieron la mano para cerrar el trato, ante lo cual Vanessa también se sonrrió, aunque ella aún estaba nerviosa.

Cuando Esteban tocó la mano de Vanessa, notó que la muchacha estaba

muy helada, por lo que se quitó una de las dos chaquetas que llevaba puesta, subió el cierre del corta-vientos de Vanessa y le vistió con la chaqueta de Mario. Vanessa -por su parte- agradecía con la mirada el atento trato del apuesto muchacho. Ahora Vanessa se sentía algo mas aliviada, mientras Esteban abría la alforja nuevamente y sacó un par de guantes de repuestos. Puso los guantes en las suaves manos de Vanessa y también le acomodó el casco del copiloto que llevaba en la moto. Esteban observó por el calado del casco los bellos ojos de Vanessa y le dió un abrazo para tranquilizarla. Al instánte le dijo: "No te precupes princesa, yo te voy a cuidar como que fueras mi novia y no dejaré que nada malo te suceda". Vanessa sonrrió y le dió las gracias por este gesto. Ahora se sentía mas cómoda en manos de este jóven que la protejía. Ahora tengo un guardián, "Esteban es muy guapo" pensó ...

Ya en la carretera, la muchacha recordaba y repetía en su mente las últimas palabras dedicadas a su persona por el apuesto jóven y cuando pensaba en esto, ella apegaba fuerte su pecho contra la espalda de Esteban, mientras que sus entumecidas manos se aferraban del tórax de su guardían para si. Vanessa había notado que Esteban no era como aquel camionero que había intentado abusar de ella, Esteban era muy atractivo, un jóven delgado, no muy alto (1.70) pero atlético y varonil. Vanessa pronto pensó que nunca había tenido la oportunidad de tener un novio, como tenían otras chicas de su mísma edad; su estricto padrastro no la dejaba siquiera ir a la esquina sola. La muchacha era muy bella en verdad y los constántes pirópos dedicados a su figura por hombres de diversas las edades, toda vez que se dirigía o volvía del colegio, debían ser ignorados a toda costa, apartándo la mirada de cualquier jóven guapo que la cortejara. Continuó pensando entonces: "¿y si me besa ...?, quizás, dejaré que lo haga porque es muy apuesto y creo que me gusta".

Esteban por su lado, sentía los apretados senitos de Vanessa contra su espalda y pensaba en el hermoso rostro de chica. El jóven, ahora se imaginaba poseyéndo el cuerpo desnudo de la muchacha, soñándo en amasar sus morenas nalguitas apretadas y lamiendo su coñito. Luego -mientras conducía- Esteban volvía imaginar besándo los sensuales labios y el tierno cuello de Vanessa. En sus pensamientos, mordizqueba la oreja de la chiquilla, mientras sus manos acariciaban sus senitos. Estos pensamientos hacían que el pene de Esteban se erectara una y otra vez, pero luego, Esteban pensó que era probable que nada de esto que imaginaba sucediera y que, probablemente, Vanessa terminaría por volver a su hogar. Entonces pensó una vez mas: "ojalá que no"; porque esto era como realizar sus sueños, la oportunidad que siempre había esperado.

Luego de un par de horas de viaje por aquella larga carretera, llegaron a la ciudad. Esteban detuvo la motocicleta, bajó de la moto y tomó a Vanessa de la cintura para ayudarla a bajar. El viaje había sido cansador para ambos, así que le quitó el casco a Vanessa, le dió un beso en la frente y le dijo: " Princesita, toma estos dos mil pesos. Compra un sandwich, algún refresco y un café en aquel negocio y me esperas aquí cuidándo la motocicleta. Te prometo que no tardo mucho".

¡Huy!, que rico, respondió Vanessa. "No sabes el hambre y el frío que tengo. Te espero a que regreses, porque debo decirte algo". Esteban sorrió al ver la mirada pícara de Vanessa y le inquirió sonnriente: "¡No!, me dices ahora, porque no me gustan mucho las sorpresas". Vanessa dijo: "Bueno. Te confieso que nunca he tenido novio. Tu me pareces muy guapo y muy galán, por eso me gustaría ser tu novia, ¿qué dices?". Esteban, sorrió algo nervioso al oir las palabras de la chica y le preguntó: ¿qué edad tienes princesita, catorce, quince años?. Vanessa contestó: "Voy a cumplir trece en un par de meses pero para ser tu novia, te prometo comportarme como las chicas de quince años o mas. Te confieso que no sé besar aún pero, pienso que tu me podrías enseñar". ¿En seeerio?, consultó Esteban. "Sip", respondió escueta la muchacha. Entonces Esteban, tomó de la cintura a Vanessa, la acercó hacia su cuerpo y la besó tiernamente. Vanessa, cerró sus hojos para recibir el esperado y anhelado primer beso de novios, entreabriendo torpemente sus tiernos labios para recibir la inquieta lengua del apuesto jóven. Un apasionado y tierno beso que a ella le parecía muy caliente y húmedo, sabroso, algo exitántemente rico.

La boca de Vanessa, ahora practicaba una sensación desconocida hasta ahora para ella, cuando Esteban mordizqueaba suavemente los carnosos labios de la muchacha; mientras exploraba con su lengua, el paladar suave y la própia lengua de Vanessa. Sus salivas ahora se entremezclaban y la respiración de ambos se hacía entrecortada. Hormigueos intensos en la barriguita y escalofríos en la espálda.

Esteban quizo hacer notar con fuerza su virilidad contra en vientre de

Vanessa y ante el instintivo deseo de bajar sus manos desde la cintura hacía las nalguitas de muchacha, pensó: " La puedo asustar. Es mejor dejarlo hasta aquí por ahora y no apresurar nada. Si doy un paso en falso, tal vez la torpeza me haga perder a esta exquisita muñeca". Entonces, repentinamente, Esteban acarició con sus labios muy suavemente, el perfumado cuello de Vanessa. Acercó su boca a la oreja de la muchacha y le susurró tiernamente al oido: "Te amo preciosa. Eres la muchacha mas linda de todo el mundo". En ese instante, Vanessa volvió a tierra y con voz baja y entrecortada le respondió a Esteban: "Ahora tu también me gustas mucho. Me gusta como me haces sentir cuando me besaste. Nunca habría imaginado que los besos son capaces de dar cosquillitas en el vientre, ni que dieran como sensación de volar". Esteban le dijo que repetirían -todas las veces que ella quisiera- esa sensación. "Recuerda que ahora somos novios y amantes". Te haré sentir cositas que nunca imaginaste, pensó para sí Esteban.

Se dieron un beso corto y luego Esteban, ingresó a las oficinas dónde

debía realizar el servicio de mantención. Había transcurrido algo mas de media

hora entonces, Vanessa, que esperaba sentada sobre la motocicleta a su novio, recordaba de ese beso y de la palabras susurradas en su oido por el apuesto jóven. Ahora sentía una sensación especial y cuando vió venir a Esteban por la acera del frente, la muchacha volvió a recordar la respiración entrecortrada entre los besos, junto aquella sensación de consquilleo en el vientre. Vanessa sonrrió contenta cuando Esteban volvió a su lado. El le volvía a dar esos besos que ella esperaba, pero ahora las manos de Esteban se atrevieron un poco mas y comenzaron a acariciar muy suavemente las nalgas de Vanessa. El áncho pantalon de la jóven había ocultado

hasta ese momento, la existencia de un par de nalgas divinas en aquella jovencita.

Esteban sintió que ese hermoso trasero sería suyo a cualquier precio y ahora le preguntaba a su tierna amada: "¿Amor, te gusta como te acaricio y como te beso?". Vanessa volvía a responder con voz entrecortada: "Uhmm, siento muy rico cuando me acaricias y cuando me besas". ¿Nunca te habían acariciado así tán rico mi amor ? -Le dijo Esteban- con voz muy baja. "No, ¡nunca!", respondió la muchacha con cierto grado de nerviosismo y verguenza.

Vanessa y Esteban emprendieron el viaje de regreso a la capital pero, al

salir de la localidad de Con-Con, comenzó a llover violentamente. Esta situación, produjo que Esteban le hiciera saber a la muchacha que deberían resguardarse de la lluvia. Le dijo a Vanessa que conocía un refugio dónde podrían descansar y estar

a solas, antes de continuar el viaje a Santiago. Le preguntó a la jóven si ella tenía

algún inconveniente en ir juntos a un motel y la muchacha le respondió que no

había nungún problema. Entonces, Esteban aceleró la marcha de la motocicleta y desvió el viaje rumbo al motel que ya conocía. Ahora, el corazón del jóven latía con mayor intensidad y su rostro esbozaba un déjo de morbosidad ante la situación.

Eran las 20:15 horas. A Vanessa y a Esteban no les cabía mas agua en

sus ropas y en el cuerpo. Al llegar al motel, Esteban le dijo a Vanessa que por ningún motivo se quitara el casco, porque podrían impedirle que ella entrara al motel por

tratárse de una menor de edad. Entonces el jóven le pidió que esperara en la moto hasta que el regresara desde la recepción del motel, con las llaves de la cabaña. Entonces, Vanessa asintió con la cabeza y esperó en silencio.

Esteban por su parte, entró corriendo a la recepción de motel. Saludó al encargado y le pidió las llaves de la cabaña que siempre ocupaba junto a su amigo Mario. El encargado, miró por la ventana hacia afuera donde estaba la moto y muy

rápidamente, le entregó las llaves a Esteban para que su "amigo Mario" no se fuera a enfermar por causa de la intensa lluvia. El jóven Esteban, agradeció la presura del encargado y salió corriendo desde la recepción del apartado motel.

Ahora, Esteban subía a su motocicleta con las llaves de la cabaña en mano y con su compañera Vanessa en el asiento trasero. Emprendió rumbo hasta el fondo del prédio, en dirección a la cabaña 72 y cuando llegaron al fín, estacionó la motocicleta, abrió la puerta de la cabaña, e hizo entrar a la entumecida muchacha al interior de la habitación. En aquel lugar habían dos camas, piso alfombrado; una pequeña mesa redónda en un costado, el closet y un par de sillas. La luz ténue de la lámpara iluminaba las cabeceras de ambas camas, separadas tan solo por un pequeño velador de madera, donde estaba el control remoto de la TV, la cual se encontraba

enclavada en altura en una de las esquinas de la habitación. Había algo de olor a humedad y a encierro en aquella habitación, pero se apreciaba que era un sitio muy reservado y acojedor.

Ahora, Vanessa se quitaba el casco mientras encendía la luz del baño para mirar en su interior. A la muchacha le parecía un buen refugio para capear la lluvia, un sitio lindo y agradable. Un buen lugar para recibir mas besos y mas caricias de su primer novio -Pensó. Para Vanessa, aquella situación la conmovía un poco. Nunca había estado en una situación así, acompañada por un chico apuesto y mucho mayor que ella, ni menos que la trataran de esa forma, tán cálida y sensual. Esteban la hacía sentir diferente cuando la besaba y tocaba. Un sentimiento confuso de lo que pasaba con su cuerpo y con su mente, al sentir ese tipo de caricias que nunca había recibido. Era una sensación distinta a todo lo que ella había vivido y la muchacha ahora presentía que en aquel solitario lugar, el guapo Esteban le entregaría aquella noche algo mas que besos y tiernas caricias. Mas aún, cuando ahora llegaban a su mente, aquellas escenas dónde su padrastro y su madre se revolcaban desnudos el la habitación que -en mas de alguna ocasión- ella había espiado por la rendija de la puerta; imágenes que nunca comprendió del todo y que ahora le producían extrañas sensaciones. Un escalofrío recorrió en su espalda, ante el despertar de la sensualidad.

Ahora Vanessa, en la mísma entrada del baño comenzaba a despojarse de sus zapatos mojados. También se quitó el gorro de lana, descubriendo una cortisima cabellera de finos y ondulados pelos de color castaño. Luego, caían sobre la afelpada alfombra la chaqueta facilitada por Esteban; se sacó el corta-vientos y finalmente, el pantalón y la delgada blusa que cubrían su cuerpo sensual. Ella no se percataba que Esteban la observaba, atónito, desde la otra esquina de la habitación. Ahora el corazón de Esteban latía con fuerza, mas aún cuando observaba la sinuosa figura y la ropa interior de Vanessa, que le parecían casi transparentes como la tela de cebolla; pequeñas y ajustadas transparencias que recubrían las marcadas curvas de la muchacha, debido a la intensa humedad y a la voluptuosidad del aquel exquisito cuerpo de mujer, vestido por la dulce y encantadora niña.

Aquel delicioso trasero paradito se notaba en todo sus esplendor, ahora solamente cubierto con un pequeño y mojado calzón blanco. Ese culito se notaba bastante grande para una muchacha de solo doce años de edad y Esteban ahora dudaba que la muchacha le hubiera dicho toda la verdad. En solo un instánte la diminuta prenda estaba en el suelo y mientras Vanessa se agachaba a recoger el escurriente calzón; la luz del baño hacía brillar el rico trasero de la chica. Los labios vaginales de aquella muchacha se notaban mas gruesos que los de otras niñas de su edad, tal vez por una cosa de raza, o debido al precóz desarrollo de la morenita. Su montecito se notaba a la distancia como si no tuviese pelito alguno. Ahora el pene de Esteban comenzaba a palpitar al ritmo de su corazón con aquella expléndida visión. Luego, Vanessa se incorporó, alcanzó una toalla y la rodeó en sus caderas lográndo tapar sus partes íntimas. Ella giró su cabeza para observar a su novio Esteban y este, sin dudarlo, atendió el timido y sensual llamado de la muchacha.

En un par de segundos, y Esteban ya estaba pegado detrás de Vanessa.

El jóven ahora respiraba agitado trás la nuca de la muchacha y mientras rodeaba la cintura perfecta de aquel dulce angel moreno, le decía: "Eres exquisita mi amor. Tienes un cuerpecito de diosa de amor. Te amo cosita rica mia. Quiero comerte todita y darte besitos en todas tus cositas". Mordizqueó muy suave entre el lóbulo y el arete de argolla fina que lucía la sensual oreja, aún perfumada y luego; repasó su cuello con sus labios mojados por la lluvia, que aún le escurria desde su cabeza.

Vanessa por su parte, se dejaba hacer por el jóven y cerraba los ojos, cuando las manos de su amante comenzaron a posarse, mas suave aún, en las nacientes bases de aquellos conitos duros y carnosos, que terminaban como en puntas redondeadas. Manoseaba los apetitosos senitos bajo la tela mojada, y sus dedos comenzaban muy lentamente, a subir el diminuto brasier de Vanessa. La muchacha no abrió los ojos, mientras ayudaba a Esteban a que le despojase del sensual brasier, levantando sus finos brazos hacia el cielo.

Fué entonces, cuando Esteban, alcanzó suavemente con sus dedos las puntitas redondeadas de esas exquisiteces. Los pezones de la muchacha aún no se habían formado pero sus pechos tenían el tamaño suficiente para ser amasados con suavidad y explorados por las inquietas manos de su novio Esteban. Aquellas cositas

de carne morenita, sobresalientes, duritas y preciosas, se mantenían erguidas a pesar que ya no estaban sostenidas por el brasier y ahora, desafiaban victorsas e inermes la fuerza de la gravedad.

Golpearon la puerta de entrada de la cabaña, situación que sobresaltó a Esteban y a Vanessa. Entonces, dijo a la muchacha que cerrara la puerta y le pidió que no saliera del baño y que permaneciera en silencio hasta que estuvieran solos nuevamente. Esteban le dió un beso corto a su jóven acompañante y prontamente arrojó las ropas y zapatos de Vanessa al interior del baño, cerrándo la puerta del mísmo trás de si. Se dirigió entonces a la entrada de la cabaña. Era el garzón que traía sopa caliente, algo de pán, aceite de oliva y una botella de licor. Esteban dejó pasar al garzón y se saludaron mutuamente. Luego, el garzón dejó la bandeja sobre la mesa, cubriéndo el alimento con un pequeño mantel. Destapó la botella y virtió el licor en un par de vasos que venían junto a la bandeja. Esteban agradeció la atención, se desearon buenas noches y cerró con seguro la puerta de la cabaña. Ahora el jóven, rápidamente aseguraba las ventanas y corriendo las cortinas del empañado ventanal, terminaba por sellar el pequeño claustro, el nido de amor deseado, dónde convertiría en realidad sus sueños de poseer una niña, una muchachita preciosa pero con cuerpo casi de mujer.

"¡Al fín solos!", gritó Esteban hacia la puerta del baño.

Vanessa le hizo saber que el agua caliente estaba exquisita. Esteban entró al baño, el que ahora estaba lleno de vapor y mezclado con un suave olor a hembra y jabón. Se quitó en silencio y ráudo, de los zapatos y de todas sus ropas. Al fín, había podido liberar su pene de aquel apretado encierro. Ahora Esteban no pensaba en otra cosa mas que en Vanessa y masajeaba lentamente su pene, imaginándo nuevamente, deseándo enterrar aquella dura herramienta entre las exquisitas carnocidades de la inocente y angelical Vanessa.

Ahora, los jóvenes estaban completamente solos. Una delgada cortina de nylon, pintado con un tema de mar, le separaba a Esteban de aquella muchacha, preciosura jóven y voluptuosa, un cuerpo agraciado al extremo -no por casualidad- más bien gracias a la herencia, genética, de portar en sus venas la sangre de un padre mulato y una bellisima madre venezolana. Ahora el jóven estaba indeciso de flanquear la delgada barrera y entrar a la ducha con Vanessa, pesentarse así desnudo ante ella, con sus veinte centímetros de gruesa carne y comenzar a poseerla ahí mísmo. Lo pensó un poco mejor, en prolongar la exitación, por lo que decidió taparse con una toalla y esperar que la muchacha saliera de la reconfortánte ducha.

Vanessa abrió la cortina de baño y salió de la ducha para alcanzar su toalla. Ella estaba completamente desnuda y no se había percatado que Esteban, la observaba -con ojos de lobo feróz- desde el otro rincón del baño. Esteban se acercó por detrás, con una toalla el la mano. Al cubrirla desde atrás, Vanessa dió un salto de susto y se apresuró a cubrir sus partes íntimas. Esteban le dijo: " No te asustes mi princesa hermosa, mi encanto. No te averguences tampoco porque nos veamos desnudos. Recuerda que ya somos novios y que ahora seremos amantes. Te voy a hacer sentir solo cositas ricas mi amor y te prometo, que te gustará tánto, tánto, que terminarás pidiendome mas y mas". La chicha se sonrrojó un poco y entonces Esteban, tomó para si de las desnudas nalgas de la muchacha y empujó a la chica, con algo mas de veheméncia, contra su cuerpo. Le dió un apasionado beso, al que Vanessa respondió de inmediato entreabriendo sus labios y pegándo su cintura al desnudo cuerpo de su guapisimo amante. Sin embargo, Esteban, le dijo a Vanessa que se sirviera sopa caliente y una copita de licor para entibiar el cuerpo, mientras que el, tomaba su turno en la ducha.

Pasaron 5 minutos, los que para Esteban se habían convertido en una eternidad. Mientras salía de la ducha pensaba que era como un sueño el tener solo para el una oportunidad así. Esteban había tenido muchas relaciones con chicas jóvenes de sus edad pero nunca habían sentido sus manos y cuerpecito así, tán perfecto. El solamente había visto voluptuosos cuerpos de mulatas en revistas PlayBoy. Vanessa ,sin embargo, era solo de piel mas clara, mas bajita y en desarrollo aún. La chicha que había eredado aquella escultural figura, aunque aún a escala por su corta edad, de aquellas preciosas mulatas de las revistas.

Esteban envolvió la toalla en la cintura, mientras con una de sus manos

intentaba disimular sus veinte centímetros completamente erectos, desde hacía largo rato. Salió del baño y nuevamente vió a Vanessa, la que estaba sentada en la pequeña silla que era sobrepasada, en parte por la toalla y en parte por morenas nalgas de la muchacha. Esteban besó la frente de Vanessa y le rozó suavemente los labios con sus dedos. Ella le miró a los ojos y le devolvió una sonrrisa pícara. Lo invitó a tomar algo de sopa, la que estaba bastante tibia a esas alturas. Esteban decidió entonces beber algo de licor, tomándo algo mas de media ración del vaso. El resto, lo ofreció a la muchacha, a lo cual, ella bebió haciendo gestos de desagrado por el fuerte sabor.

Esteban tomó suavemente de la mano a la muchacha y la hizo

incorporarse de la silla. Luego, Esteban, se adelantó y se sentó en el borde de una de las camas. La ténue lúz de la lámpara iluminaba la oscuridad de la pieza y se iniciaba finalmente el diálogo de amor entre ambos:

Esteban: "Mi amor, mi ternura , ¿qué cama eliges tu?".

Vanessa: " A mi me parece perfécta la cama donde estás sentado". Respondío algo nerviosa la muchacha.

Esteban: "Cosita mia, acercate a mi lado para darnos besitos y para hacernos cariñitos ricos con nuestros cuerpos desnudos". El corazón de Esteban latía mas intensamente. No deseaba forzar absolutamente nada, todo debía ser perfecto.

La muchacha, vaciló un instánte, pero terminó por colocarse justo al fente de su inquieto novio. Ella ahora se notaba algo nerviosa porque presentía que algo intenso iba a ocurrir.

El jóven, tomaba a Vanessa desde la cintura mientras que su otra mano le quitaba completamente la toalla, descubiendola por completo. Ella pensó por un

instánte y muy rápidamente, cubrirse el cuerpo por la sensación de vergüenza que le produciá que Esteban la viera toda desnuda, mas aún cuando no comprendía del todo la mirada casi extraviada de su amante por verla así. Sin embargo, Vanessa accedió mentalmente a continuar con aquel juego de amantes desnudos, un juego que era completamente nuevo para ella.

Esteban continuaba sentado en el borde de la cama recorriendo atónitamente con sus ojos, todos y cada uno de los exquisitos detalles de aquel irresistible cuerpecito. Sin prisa y sin quitarse la toalla, la que cubría su completa erección, comenzó a besar primero el ombligo de la muchacha, dibujándole circulitos ensalivados con su lengua alrrededor del morenito cráter. Su boca, hacía pequeñas pausas cuando le daba puntaditas con su lengua en aquel sellado y perfécto agujerito de carne con formas de luna. Ahora y sin pausa, ascendía lentamente hacia los paraditos pechos de Vanessa, sin despegar un solo instate sus labios de aquella exquisita piel canela. La confundida y -hasta entonces- pasiva muchacha, comenzaba a sentir un creciente y agradable cosquilleo entre sus doraditas piernas, justo al momento de sentir aquellas succiones en sus pechos y aquella lengua que la derretía toda. Aquel cuerpo varonil que se rozaba con el suyo, le había despertado deseos extraños; sensuales. Un extremecimiento creciente, que nunca antes había sentido aquel cuerpecito perfécto, moreno y virginal.

La posición dónde ella estaba le hacía sentir algo incómoda, porque la muchacha ahora deseaba unir sus labios contra los de su experto amante. Esta situación, obligó a Vanessa a colocar una de sus rodillas al costado de las piernas de Esteban. Justo en ese instánte, los besos del jóven se convirtieron en succiones que atacaban los pezoncitos, aún sin formar, de las ricas tetitas de Vanessa.

Ahora, la otra rodilla de la morenita, terminaba por apoyarse sobre la cama. La desnuda muchacha, yacía sentada de rodillas con las piernas entreabiertas, justo de frente y sobre las faldas de su novio Esteban. Fué simultáneo el instánte, en que rodeaba con sus manos el cuello de su apuesto novio, cuando recibió el fuerte agarre en sus nalgas. En la pocesión, tímidamente la punta de un inquieto dedo exproraba la entrada de su culito hermoso.

Entonces, Esteban, se afanó aún mas de su juvenil cuello y luego de aquella riquisima boca, dulce como la miel. A la jóven, aquella sensación le hizo cerrar los ojos nuevamente, confió en entregarse toda a su récio amante, dejándose llevar por ese río de nuevas, y agradables sensaciones.

Esteban mordizqueba los labios de la muchacha, mientras sus manos masajeaban las duritas nalgas de la nena. Con esta misma acción, el se aprovechaba

del rico ejercicio para pegarse, con mas fuerza y desesperación, contra el bello cuerpo de la jóven; movimiento que también producía que los sensuales pechos de la chica, se golpearan suavemente contra el torso desnudo de Esteban, incrementándo la sexualidad de los amantes. Aquel culito encantador no paraba de recibir intensos amases. Aquellas perfectas redondeces recibían masajes circulares, mezclados con apretones casi desesperados, donde junto a los masajes, los pulgares del muchacho recorrían de extremo a extremo y como entreabriendo, la virginal línea de carnes que dividían el culito rico de Vanessa en dos preciosas nalgas, paraditas, duritas y perfectas como jóyas.

Esteban, entre besos intensos e incesante caricias: "¿Cómo te sientes mi amorcito adorado, acaso no te gustan las cositas riiicas que te hago sentiiir ammoor?.

Vanessa, con los ojos cerrados, recibía la inquieta lengua de su amante, ella solo atinaba aferrase contra el pecho de Esteban y valbuceaba un leve gemir. Con su dulce boca entreabierta, respiraba mas y mas rápidamente, con cada torrente de sensaciones nuevas que venían para ella: " humssss ... huimssss ... humssss .. me guuusssta todo ... humssss ..todo ... humssss".

Esteban, la volvía loca con esos toques, besos y mordisqueos incesantes.

Su primer amante, lo hacía todo perfecto, todo justo y preciso. El descubría a cada instánte las sensibilidades de la nena y el dedo que ahora entraba mas profundo y con mas confianza en su culito, ella lo recibía casi gustosa, reaccionándo ahora con un sonoro gemido. Ella, colgada del cuello del jóven, arqueaba su espalda hacia atrás, invitándo a Esteban a succiónar mas fuerte de sus tetitas preciosas y juveniles. El muchacho aceptó la oferta, pero ahora, las fuertes succiones se entremezclaban con mordizqueos sensuales sobre sus puntitas redondeadas de carne exquisita, dos masas exuberántes, duritas y fascinántes.

Ufff. Comenzaban ambos, ahora a jadear- a morderse- y a beberse mutuamente, las salivas, entremezcladas de pasión e instinto animal. Había muerto definitivamente, la vergüenza infantil de Vanessa. Estaba completamente entregada y absolutamente rendida ante las caricias y besos de su apuesto guía, su experto novio y amante.

Ya no había noción del tiempo, solo el sonido de la lluvia incesante se había hecho cómplice del momento, del lugar y de sus deseos. Esteban rodeó la cintura de Vanessa y le invitó a posar, solo para el, aquel expléndido cuerpo desnudo que se desplomaba a lo largo de aquella cama. El, miraba extasiado a la muchacha que yacía en el centro del lecho como desmayada y con los ojos aún cerrados, como resistiendose a despertar del ensueño, de la calidez y de las sensuales caricias otorgadas por aquel jóven.

Esteban se aprovecho del lúdico instánte y se despojó completamente de la toalla que aún le cubría la descomunal erección. Ahora, muy suavemente, el se posaba desnudo sobre el exquisito cuerpo de la muchacha, haciendo espacio con sus rodillas entre las sensuales piernas de su amada. Tomó entre sus manos el bello rostro de Vanessa y comenzó a besarla con pasión, mientras la muchacha, tomaba de la cintura al jóven, invitándo al viajero de sus sueños a descender y a posarse sobre su deseable cuerpo, ya gustoso de recibir mas placer. Ahora, había algo enorme y duro que se posaba sobre el tierno vientre de la muchacha, sin embargo, no había miedo alguno en ella, ya nada malo le podría pasar.

Ahora, el jóven, besaba con dulzura el cuello de la muchacha, mientras ella, que no dejaba de sentir cositas ricas y que se aferrada a la cabeza de su amante, el continuaba descendiendo, con su lengua y su boca, hasta llegar donde estaban los paraditos pechos de la nena. Mientras, el fuerte brazo del muchacho, se hacía espacio bajo las nalgas de Vanessa, depositándo en aquel hueco, un cómodo almohadón.

La boca de Esteban, descendió hasta el estirado vientre de la muchacha y prosiguió descendiendo mas lentamente aún. La meta, del sensual recorrido, había llegado ente los púberes y humedecidos labios del sexo de aquella preciosura.

Sin dudar un solo instánte, posó su inquieta lengua entre aquellas limpias y virginales carnocidades, dónde, sin dejar de enterrar su lengua en aquel caladito, subía y bajaba por aquella endidura angelical. Vanessa, por su lado, arqueaba al infinito su espalda, cuando Esteban, ayudado por sus dedos, separaban aquellas carnecitas calientes, aún intáctas y se hacía para el -con los labios- de aquel botoncito erecto, divino y que ahora, estaba completamente mojado.

Esteban, succionaba una y otra vez del sexo del la nena, mientras su lengua comenzaba a urguetear, en el cada vez mas mojado agujerito de Vanessa.

Solo un instánte y la estremecida muchacha, blanqueaba los ojos, chorreando abundantes flujos vaginales sobre el extasiado rostro de Esteban. El muchacho, sin embargo, prosiguió con afán infiriendo sendas succiones sobre el clítoris de Vanessa. Solo habían transcurrido veinte segundos desde aquello y sucedía el segundo orgásmo de la muchacha, acompañado ahora de risas entrecortadas, estertores en el vientre y notorios movimientos pélvicos.

Era el momento anhelado por Esteban, por lo que se aferró a su expléndida daga de carne y comenzó a masajearla sobre aquella rajita virginal. Le entreabría los labios vaginales, con su própio sexo y la paseaba de arriba abajo por aquel mojadisimo y caliente surco, haciendo que aquella rojiza y gruesa cabeza, se empapara con los abundantes jugos de la nena. Llegó entonces el tercer orgásmo de Vanessa, por lo que Esteban, se acomodó mejor entre las piernas de la muchacha y comenzó a enterrarle la gruesa y palpitánte herramienta, muy leeentamente.

Avanzaba un poco mas, sin prisa alguna, mientras miraba el bello rostro de su exquisita hembra. Vanessa, que sentía flotar entre las nubes, hacia caso omiso de aquel duro y grueso vástago, que invadía su tierno agujerito. Ahora, Esteban, mientras empujaba un poco más, elevaba lentamente las piernas de la nena sobre sus hombros, situación que ayudó a enterrarle mucho mas aquel grueso y largo pedazo de falo. Justo en aquel instánte, la muchacha abrió sus ojos, al sentir el rompimiento definitivo y total del sello de su inocencia , la prueba mas absoluta e inefable de su primera vez; el tránsito definitivo de haber sido "la niña" y que ahora, en este acto de la carne, el despertar del sexo adulto le bautizaban con nombre de "mujer".

La chica, sentía un dolor punzante en su agujerito desflorado y ella lo hacía saber a su amante, tán solo haciendo gestos de abrir la boca y tirándo fuertemente del cubre camas. La palabras, no eran necesarias y aunque Esteban, se la sacaba solo un poco, ahora comenzaba a bombear despacito sobre la dilatadita entrada de la muchacha. El amante, lleno de sudor y lujuria, aumentaba el rítmo del bombéo, mas, mas y mas rápido, cuando ahora, tomaba de las piernas de la muchacha y las abría un poco, otro poco y otro poco mas. El intenso dolor de la muchacha, ahora pasaba a un segundo plano cuando vió venirse en nuevo orgasmo, acompañado de estertores, contracciones múltiples y cosquilleos intensos. Vanessa, estalló en un grito entrecortado, cuando al mover su pélvis y al chorrearse, recibió por completo en sus entrañas, el monumental puñal de carne de su amado Esteban.

Ahora, el jóven se aferraba a las caderas de la muchacha, bombeándo frenéticamente, con una fuerza desmedida y animal. Junto al beber, del manantial de sudor de los ricos pechos, el frenético "mete y saca" del desesperado pene, intentaba ganar la batalla que ahora se sostenía, contra las contínuas contracciones orgásmicas del apretado agujero de la chica. Entonces, el corazón del amante se detuvo y con una descomunal venida de semen, al interior de la hermosa muchacha, un chorro grueso, lechoso y contínuo, que se prolongaba victorioso, junto a la sensación exquisita del desahogo viríl. El vencido Esteban, se desplomaba acabado contra el extasiado y cálido cuerpo de Vanessa, intentándo la forma de volver a respirar profundo , sintiendo a su corazón volver a latir nuevamente, solo cuando le salieron a recibir los dulces besos y caricias de su amada amante, la exquisita niña morena, gozosa y desflorada, la niña convertida en mujer.

Eran las miradas en silencio, los besos y caricias de dos enamorados de sus rostros, de sus cuerpos y de sus sexos. Nunca habían imaginado tánto y tánto placer. Los negros y brillantes ojos de Vanessa, contemplaban incrédulos a su amado, como intentándo agradecer el vívido goce recibido, una inimaginable fuente de ternura y sensaciones nuevas. "Te amo, Esteban mi amor. Quiero ser siempre tuya y dejarte hacer, todo lo que tu quieras conmigo. Quiero que seas por siempre mi amante y mi maestro. Ahora confío solo en ti y te amo demasiado".

Esteban le contestó: "Tu eres mi cosita rica, mi delicia, mi preciosura. Adoro todas tus maravillas, tus tetitas preciosas, tus nalguitas perfectas. Amo la piel que adorna tu cuerpo encantador que ahora es todo, todo mio. Pero sobre todo, adoro tu boca y a tu chochito apretado, tu chochito que ahora se va a comer con mas ganas, mi pedazo de cipote. Mi pene grande y durito, que ahora es solo para ti, mi princesita amada. Solo para ti". Eran los besos largos y profundos, que acallaban sus bocas. Ella acariciaba su espalda junto a los besos y la lengua que la emborrachaba de sensualidad; mientras que las manos de el, se escurrian entre la cama y bajo las transpiradas nalgas de la felíz debutánte. El cipote aún enterrado, volvía a despertar del breve sueño mientras que la muchacha, sentía crecer el monumental vástago que yacía hundido en el fondo de su tierno sexo.

Los pegados cuerpos se voltearon sobre el lecho y la morenita que aún permanecía con el falo undido en sus entrañas, quedó recostada sobre el pecho de su amante. Esteban, se agarró firmemente de las nalgas de Vanessa y apoyó su varonil espalda sobre el respáldo de la cama, haciendo que la muchacha quedara sentada y empalada sobre -el ahora mas despierto- y duro, sexo del varón.

Junto a los besos y al deseo mutuo, las manos de Esteban movían el culito de Vanessa arriba y abajo, invitándo a que la nena aprendiera del delicioso ejercicio del "mete y saca". Otros movimientos sensuales en círculos, balanceos heróticos de caderas y luego, volvían al rítmo del arriba-abajo, arriiiiba y abajo.

Era la lluvia rabiosa de las diez de la noche, que había vuelto a caer con mas ganas. Aquella lluvia fría y constánte, regresaba a los oidos de los dos enamorados, a ofrecerles gráta compañía. Mientras que, "la fiesta de los jóvenes amantes", había vuelto a empezar.

Esteban, soltó las riendas un poco cuando vió que su morenita preciosa lo cabalgaba solita y sin ayuda. La muchacha, subía y bajaba por el engullido palo, aquel duro caño marcado por ella hacía solo un momento con su própia humanidad. Colores própios, de rojo suave y brillante, fina sangre de su desflorado sexo. El duro falo del experimentado amante se descubría a ratos cortos y constántes, por entre las formaditas nalgas de Vanessa. Diez o mas centímetros de carne gruesa, se asomaban por dos o trés segundos. Eran centímetros de carne dura, que luego se enterraban en las profundidades de la apretadita concha de la morena sensual. Aquel exquisito y placentero ejercicio producía unos rítmicos sonidos, parecidos al sonido incesante de aquellas gotas gruesas de lluvia que caían sobre el tejado de la cabaña. "Cligg-Clagg -Cligg-Clagg- -Cligg-Claaag".

La boca del jóven se hacía de los duritos pechos nuevamente, haciendo que los fuertes chupones dejaran sus própias e indelebles marcas, de propiedad absoluta, marcas que aparecían sobre los hinchados montecitos de piel, color leche y canela. Vanessa, danzaba mas frenética y mas gosoza sobre aquel duro palo de carne, mientras que de su boquita, se escuchaba aquella risita como jadeosa y entrecortada, que se le escapaba entre la naríz y la gargánta, cada vez que la visitaba su desahogo, su clímax de placer. La nena, aprendía a cada instánte a disfrutar del sexo de su amado, del rico placer que le era generosamente proporcionado por aquel duro palo de carne, un falo que ella mísma hundía y fregaba en su ahora, chorreante agujero. Aquellas sensaciónes del roce de las carnes y las expertas caricias de su amante, se habian convertido en el mas formidable preludio del amor y la mejor forma de llega a su clímax, la meta anhelada del exquisito cosquilleo que ella prolongaba, instintivamente, con saltitos de su pélvis, haciendo que su botoncito se fregara fuerte contra las embestidas del grueso y largo vástago de carne. Justo ahí, ella prolongaba su orgásmo -absolutamente femeníno- el cual delataba entre jadeos gritones, risitas entrecortadas y frenéticas contracciones. Vanessa era un encanto rebelado al sexo que descubría a cada instánte los placeres intensos de los adultos, la niña mujer, que a Esteban enloquecía.

Mientras, la embelezada y perdida muchacha como entre las nubes, prolongaba el desahogo intenso que sentía entre las piernas, Esteban desenterraba por completo el palpitánte vástago y la gruesa cabeza, para hacerle una pausa al intenso placer que recibía su descomunal pedazo de sexo, a causa de las violentas contracciones vaginales de la muchacha, toda vez que ella se venía.

La hermosa Vanessa había quedado recostada de perfíl, rebelándo otra visión de su cuerpo perfecto, ofreciendo la desnuda espalda a su amante, la fina espalda con forma de triangulo invertido; aunque, "lo mejor del plato", aquellas duritas nalgas, paraditas y desafiantes, eran como ofrecidas en premio al victorioso amante, aquel que le entregaba placeres intensos. El hermoso culo invitaba a sellar la posesión con un nuevo regalo de sexo, nalgas que desafiaban a ser tomadas por las manos del jóven para ser mordidas, estrujadas a gusto y penetradas quizás.

Ahora, Esteban sin dudarlo, enterraba el durismo falo entre las nalgas de aquella paradita cola. La herramienta del muchacho se depositó cual gruesa y larga longaniza se extiende contra ambas caras del pán. El falo extendido a lo largo de aquel culito sabroso y paradito, dividía en toda su extensión la exquisita línea visual que separaban las preciosas nalgas de la nena. Una mano se escabulló entre las contorneadas piernas de la muchacha y arribó a estimular con los dedos, el botoncito atesorado de Vanessa, la chica que gozaba. Mientras, Esteban que casi reventaba de placer, fregaba fuerte e incesantemente con su pedazo a lo largo de aquel exquisito surco. Ahora, y mientras Vanessa se venía nuevamente por la estimulación que le proporcionaban las friegas en su cola y los dedos de Esteban, el muchacho también estallaba con vigor entre aquellas nalgas preciosas, inundándolas con la gruesa leche que se colaba a chorros prolongados y con fuerza descomunal, entre aquellos divinos cachetes, el perfecto y bien formado culo de la niña hemorsa, la mujer.

Vanessa, despertó con besos en el cuello, suaves caricias de sus senos y las sabrosas friegas en su cola. Aquel tierno trato ofrecido por el amante que se había pegado a su espalda, debía recibir el beso agradecido de su amada hembra. Ella, alzaba el brazo y alcanzaba con su mano la nuca de su hombre, mientras giraba su hermoso cuello y su bello rostro satisfecho del deseo, llegándo a fundir sus labios tiernos con los de su macho, y en el beso, el prolongaba las caricias suaves de sus senos, con sentimiento mutuo y placentero del desahogo del sexo.

Con las caricias, Esteban recorría con la mirada el exquisito cuerpo de su hembra rendida, mientras que sus manos aprendían de memoria de aquella piel suave, la piel de aquellos deliciosos senos. Conos de carne perfecta, que ahora contenían las inequívocas marcas, transitorias, del paso del sexo fuerte. Esteban, contemplaba ahora las huellas dejadas sobre aquella piel tersa y suave; las señales de desenfreno y la pasión, las marcas de su propiedad, como pretendiendo anunciar al mundo la pertenencia absoluta de aquella morena hemosa, su hembra, su mujer.

Ahora, el pecho desnudo Esteban se despegaba con desgano de la espalda de aquella hermosa chica. Puso sus piés sobre la suave y cálida alfómbra, hubicándose a un costado de la cama. Entonces, caminó en dirección al baño y abrió la ducha. Regresó de inmediato, desnudo como estaba, y extendió los brazos, invitándo a que la bella chica se incorporara del lecho. Entonces, la morena se sentó de inmediato, ubicándose justo al frente de su amante. Ahora, la mirada de Vanessa observaba por vez primera, atónita e incrédula, aquello que colgaba entre las piernas del apuesto varón. Sus ojos no podían creer que esa cosa tán grande, hubiese tenido cabida en su vagina apretada. La muchacha, que tomaba las manos de su amante, elevó el mentón y dirigió la mirada hacia el atractivo rostro de Esteban y ahora, sus ojos enamorados contemplaban las varoniles facciones de su cara, su pecho y el marcado vientre. Finalmente, la mirada ahora regresaba sobre en sexo de su macho amante, con algo de morbo y curiosidad, sus ojos brillantes preguntaron al rostro de Esteban si "aquello", era de verdad.

La inquisidora chica, no salió de su asombro cuando Esteban hizo posar las manos de la muchacha sobre su descomunal sexo. Ahora, la mirada del jóven invitaban a la morena a recorrer con sus manos sobre aquella piel suave. Ella, recorría con sus dedos sobre el grueso y largo caño, reciente invasor de sus

adentros, el suave visitánte de sus nalgas; mientras que el rostro de Esteban le daban la aprobación a las manos de la muchacha para que la exploración y el masaje fuera aún mas confiado, mas intenso. Entonces, el jóven puso su mano sobre las de ella, obligándola a apretar fuerte de su sexo y junto a esto, le enseñaba el masaje exquisito de descubrir el glande, aquella gruesa cabezota que había palpitado momentos atrás al interior de su apretada conchita. Aquella lección aprendida, la del placentero masaje, estaba dándo frutos de aprobación con una nueva erección; el exámen fué premiado con el beso del macho sobre la frente de la muchacha, la bella morena, la precóz aprendíz.

Justo ahora, la muchacha mas confiada y desinhibida por el nuevo y exitánte descubrimiento, continuaba agarrada con sus manos del erecto falo de su hombre, masajeando el caño de su pareja con mas vitalidad; mientras que el, preso de la creciente exitación, incorporaba a su morena hermosa desde la cama para abrazar su espalda, sentir aquellos senos en su pecho y entregarle mas besos de fuego y pasión.

La pereja de amantes enamorados se tomaron de la mano, caminaron sobre la alfómbra y se dirigieron al baño para entrar en la cálida ducha.

Ya juntos, bajo la regadera, ella cedía su lugar para que el cuerpo del macho recibiera los humeantes azotes del agua que caían con fuerza, debido a la abundante presión. Ahora, la muchacha observaba el agua que escurría

por el atractivo cuerpo de su hombre y en los contínuos giros de el, ella no apartaba la mirada de su espalda, de su rostro y sus ojos, sus cabellos, del lampiño pecho y por sobre todo, no perdía la oportunidad para que sus ojos se posaran sobre de la magnífica herramienta de carne, la que portaba el macho en su entre sus piernas. Ahora, el mojado y recio Esteban, sacaba sus manos fuera de la ducha y se agachaba un poco para coger aquel pequeño calzón, la diminuta prenda blanca de su morenita deliciosa y desflorada aquella noche por el. Lo untó con abundante jabón, e instó a que la muchacha recibiera el agua caliente que caía desde la regadera. Ella, recibía con agrado aquella ducha cálida que disfrutaba en compañía de su amante y protector. El agua, ahora golpeaba el hermoso cuerpo de Vanessa y se escurría por aquellas sinuosas curvas. Desde los preciosos y tiernos pechos de la muchacha, el agua desendía con flujo constánte, haciendo caminos en su vientre y entre los labios de su jóven sexo; para luego sucumbir en la vertical carrera, entre las bellas y morenas piernas de la niña mujer. La encantadora visión, proseguía al momento en que sus caderas giraban modelándo entre el agua y el vapor las contorneadas formas y la dibujada espalda. Entonces, cuando el agua descendía hacia su traserito parado de ensueño, ella empinaba su figura horgullosa y sensual, carnes deseosas de recibir mas caricias del macho. Aquella fina jóya de amor exibida y hermosamente adornada, con dos preciosas nalgas de mujer.

De pronto, el agua se detuvo cuando el insinuante llamado de la hembra fue atendido, cuando aquella piel suave y mojada percibió las caricias de Esteban. Ahora, su femenína espalda recibía las caricias de un resbaladizo y fundido jabón con las varoniles manos. Proseguía el sensual recorrido sobre la piel mojada y aquellas caricias suaves que le enjabonaban la espalda, pronto llegaban a la hendidura de sus nalgas, inundándo de abundante espuma blanca en toda la herógena zona. Ahora, el jabón mas inquieto parecía azotar la cola cuando fregaban aquellas carnes y muy prontamente descendió a la entrepierna, vertiendo mas espuma blanca en el sexo de la muchacha.

Ella, abrío un poco sus piernas para recibir el lavado vaginal, aprobándo la suave tarea de las manos del jóven gracias a la abundante espuma y al roce de sus dedos. El resbaladizo índice se hacían paso por su sexo y recorrían la cuevita herida con sangre derramada, por entre los hinchados labios vaginales de la muchacha.

Aquel estimulante masaje, produjo en Vanessa aquella sensación descubierta de deseo que la estremecía, mientras que ahora, era su própio sexo el que buscaba con desesperación las caricias de los dedos, impidiendo que la mano del jóven se escapara de entre sus enjabonadas piernas. Mientras la mano se escapaba de aquella trampa de fuego, las nalgas de la muchacha sintieron las friegas del sexo de su macho, que con una mano se hacía de sus senos y la otra que se hundía entre los labios de su sexo. Vanessa cerraba los ojos y sonrreía, mientras el estímulo sobre su clítoris se hacía mas intenso y cuando justamente ahora entre sus nalgas, sintió la horizontalidad del miembro que le clavaba la entrada su cuevita de oro. Su anito

enjabonado se resistió en un primer momento, sin embargo el jabón que cubría la dura y afilada daga que la empujaban, se hicieron paso a la victoria entre sus carnes apretadas, haciendo que la muchacha angustiada por el embiste, desencajara su rostro en un muesca de dolor descomual, junto al grito desesperado que brotaba de su garganta. Aquello era demasiado dolor para ambos, sin embargo el invasor que se detuvo a la mitad del camino, ahora se retiaba como queriendo poder respirar, afuera del apretado encierro. La adolorida muchacha, ahora sentía uno dedos enjabonados que le invadían su cueva y mientras los trés dedos le escarvaban su agujero adolorido, aparecían otros dedos que le estimulaban su botoncito hinchado y se fregaban contra los labios de la jabonosa vagina. Solo transcurrieron algunos pocos segundos de aquellas friegas, cuando la muchacha volvió a sentir el placer entre sus piernas haciendo contorsiones con sus caderas, como guiando a los dedos a frotar sobre aquella zona caliente del bajo vientre.

La picazón que ahora sentía en su dilatado anito, se calmaba con los dedos que la invadían con mas fuerza y profundidad, mientras los otros dedos le estimulaban el clítoris, ella blanqueaba sus ojos y mecía sus caderas, haciendo movimientos que delataban las muestras del placer recibido con mas fogocidad. Ahora, los dedos dejaron el paso a la daga de carne nuevamente, la que volvía a clavarse en sus entrañas. Ya con mucha menos resistencia, la rendida muchacha inclinaba su tronco y afirmaba sus manos en los azulejos del baño; mientras comenzaba a recibir las incesantes clavadas en sus traserito enjabonado.

El, undía la daga con mas intensidad y se tomaba de las caderas de la chica para facilitar la penetración y el bombeo. Mientras ella, que ahora estaba con sus brazos apuntando hacia el suelo y sentía el dolor de su desgarro, al mismo tiempo observaba los embistes del muchacho sobre su trasero y también sentía las peludas bolas que golpeaban frenéticamente contra sus nalgas.

Trés o cuatro minutos pasaron y la muchacha sentía que el dolor dejaba paso al placer que le provocaba el vástago que le apuñalaba sus adentros, junto a las caricias de su chorreante sexo. Ahora, ella se volvía a afirmar contra la muralla para quedar otra vez posición semi horizontal, e intentaba alzar su cabeza arqueando su espalda. Nuevamente, una de las manos se apoderaba de sus senos, mientras sentía el jadeó creciente de su macho, pegado a su cuello, con la lengua que se hundía en su oido y los mordizqueos de su oreja.

Los fuertes azotes proseguían y ahora la muchacha escuchaba entre los sensuales mordizqueos, las friegas de su sexo y los aprietes de sus senos, un sonoro

"Haa! .. haa! .. haa! ..haa! ..haa! ..haa! ..haa! .. ". Ella, ahora entendía que su culito apretado le daba placeres intensos a su amante, por lo que decidió complacer a Esteban, haciendo meneos en círculo con su colita hemosa y redondeada. Vanessa

mecía su trasero delicioso, balanceando sus caderas sensuales y facilitándo la penetración. Aquellos movimientos exquisitos invitaron al disfrute calmado y placentero, mientras que las friegas de su sexo, eran ahora mas suaves y delicadas.

Aquel hermoso cuerpo aprendía a moldearse a los deseos del macho y así como aprendía a disfrutar del placer recibido, también aprendía a otrogarlo de una forma exquisitamente delicada, como su própia y sensual femenidad. Una nueva lección comenzaba, cuando la mano de Esteban tomaba la mano de la

muchacha y le enseñaba a estimularse a ella mísma con sus própios dedos, sobre aquel botoncito hinchado donde sentía tánto placer. No fué dificil para la chica, aprender de aquellas manos, cuando ahora ella solita fregaba con delicadeza sus dedos contra su conchita caliente y mojada. La lección aprendida, era acompañada con la toma firme de sus senos, una lengua que le recorría a lo largo del cuello y el bombéo incesante del dueño de su cuerpo hermoso y de sus ganas.

Vanessa no tardó en venirse nuevamente, dejándo escapar un largo y sonoro chillido de desahogo desde su boca; mientras que la tarea del macho, no cejaba un instánte del disfrute del cuerpo de aquella muchacha, la que ahora sentía como desmayarse de tánto y tánto placer recibido. Esteban por su parte, sabía lo que venía junto al horgásmo de la morena, por lo que desenterró la estaca desde el trasero y aprovechándo la posición de la chica, se dispuso a penetrarla de inmediato por la mojada y caliente conchita de la nena. Eran las contracciones vaginales del horgásmo, las que apretaban el durisimo sexo del muchacho y que junto al bombéo feróz de su sexo, le prolongaba el desahogo a la fémina extasiada.

La ducha volvía a golpear sobre los cuerpos humentes y ahora el agua se llevaba el jabón que los cubría. Esteban tomó de la regadera que parecía un teléfono y bombardeó con agua bajo el sexo de la muchacha. A ella le daba cosquillas el golpeteo del agua sobre su agujerito, desde el que ahora brotaba un moco blanco y abundante, fruto de la primera venida del muchacho en la conchita de la chica.

Ya los cuerpos de frente, con el pene horizontal entre las piernas de ella y junto a la toma fuerte de sus nalgas, Vanessa tomaba de la nuca a su hombre y le agradecía con tiernos besos, por aquellas placenteras lecciones recibidas en su cuerpo y aprendidas con profundo agrado. "Ahora quiero que me mames la verga mi muñequita, para darte toda mi leche y quiero que te la bebas toda. Cubre con tu boquita toda la cabeza de mi pene y sin morder, chupa fuerte-fuerte como si bombearas el agua de una manguera, ¿ok.?". La muchacha asintió sonrriente y se agachó, tomándo con sus manos de aquel duro caño, el que ahora estaba a punto de estallar. Sin vacilar un segundo, la chica abrió su boca y cubrió con sus labios el grueso glande de su novio y cuando comenzaba a chupar con fuerza de aquella cabezota, sus ojos miraron hacia el rostro de su macho, el que cerraba los ojos y tomaba la cabeza de la chiquilla, dándole rítmo sin pausas al chupeteo exquisito que la morena le regalaba. Vanessa, se complacía con dar placer de aquella nueva forma, como intentándo devolver los "favores concedidos". La agradecida muchacha no tardó en recibir la leche que le había sido ofertada por su hombre, y sin dudarlo nuevamente, se tragaba todo el moco que inundaba su boca y su garganta. Fueron varios los segundos en que bebió sin dar muestras de asco, y no conforme con esto, ella teminó lamiendo hasta la última gota de leche que brotó desde el sexo de su amado Esteban.

Por la tarea cumplida, la muchacha recibió los besos tiernos del macho.

Ahora los enamorados que se abrazaban, recorían sus rostros y se demostraban uno al otro, sorrisas de felicidad y satisfacción. Secaron sus cuerpos con una mísma toalla y volvieron desnudos y alegres, al lecho del nido de amor. Esteban descubrió la cama mostrándo las sabanas blancas, invitándo a compartir el lecho y a dormir desnudos a los amantes satisfechos. Vanessa accedió gustosa y fué la primera en acostarse, luego lo hizo Esteban, quien apagaba la luz y de inmediato tomaba el cuerpo de la chica para cubrir el suyo. Abrigó la espalda de su amada y besó sus labios. Ella le respodió los besos, apretándo sus senitos suaves contra el pecho de su amante, entonces Esteban le dijo: "Te amo preciosa", "Yo también te amo". Le respondió la muchacha.

Eran poco mas de las seis de la mañana, cuando Esteban despertaba junto a la chica que dormía profundamente sobre su pecho. Ahora los cuerpos abrigados entre las tapas, expelían un profundo aroma a sexo, que se mezclaba con la humedad de la habitación. Era la lluvia que lo despertaba, signo de que el clíma no mejoraba aún y que le obligaría a prolongar la estáncia en aquel lugar.

Sus manos acariciaron la suave espalda de Vanessa, recorriendo desde sus hombros, por toda la delicada espina de la hembra y que luego, descendían a masajear las exquisitas nalgas de la princesa dormida. Su boca, buscaba la de ella mientras que el inhalaba la tibia fragáncia de su cuerpo suave y desnudo. Aquel bello cuerpo moreno y delicado que recorría con sus manos, le despertaba nuevamente el deseo de poseerla toda para el, de fundir su sexo con el de ella.

La muchacha que despertaba con las tiernas caricias, unía su boca a la de su amante. Aquellas caricias suaves en su cuerpo, comprendían las intenciones del macho que nuevamente la deseaba. "Buenos días mi amor" y ella le respodió con mas besos. Esteban le besaba el cuello y le acariciaba los senos, mientras que ella se giraba sobre su pecho para alcanzar con su boca y entre las sábanas aquel falo tieso.

Con este acto, la muchacha recibía ahora la lengua de Esteban entre sus labios vaginales y le fregaba fuerte sobre el clítoris con desesperación. No tardó en mojarse la muchacha, la que junto a su mamada en el caño, abría las tapas de la cama para poder respirar. Así, la mutua estimulación prosiguió por varios minutos, hasta que Esteban tomó de las caderas a la chica y la hizo descender para fundir sus sexos.

Y así fué que muy lentamente, Vanessa hundía en su sexo el vástago de su amante, descansando sus rodillas sobre la cama, a los costados de las piernas de Esteban. Ahora, el jóven invitaba con sus manos a la chica a mecerse sobre su estaca, mientras que sus ojos se regocijaban de aquella visión de las nalgas sobre su vientre.

Mientras ella subía y bajaba, Esteban se incorporó, descansando su espalda contra el respaldo de la cama. Ahora, la tomaba de los pechos y la hacía contra su espalda, mientras que sus bocas se encontraron y lamían sus labios con el deseo. Vanessa recordó la lección de aquella noche y junto al balancéo y los besos, comenzó a estimularse ella sola con sus dedos. Pasaron varios minutos y entre los jadeos, la muchacha se venía prontamente con otro horgásmo desenfrenado y placentero. Junto a las contracciones y al sonoro chillido, Vanessa se hundía mas agitadamente contra el caño palpitánte que sentía entre su sexo. Estas contracciones fuertes de su vagina, lograron vencer la resistencia del macho, haciendo que Esteban la inundara por completo en sus adentros. Hummmm. El exquisito desahogo de los cuerpos de los amantes, los enamorados que se besaron nuevamente sin haber despegado un solo instánte sus pieles jóvenes y sus sexos.

Así, después de recibir en la cabaña cada desayuno y cada almuerzo, los amantes solitarios volvían al practicar con sus cuerpos, aquellas sensaciones del disfrute placentero de las parejas que se aman, bajo la lluvia y el silencio.

FIN.