Viaje de un jubilado a La Argentina (36)
Me hacía falta despejarme la mente y el mejor remedio que se me ocurrió fue hacer turismo y ver sitios donde hacía tiempo que quería ir y no me decepcionó, pero hay muchas cosas para ver, tendré que volver otro día.
Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.
Fuimos caminando hacia casa, no íbamos hablando porque ninguno de los dos tenía muy buen recuerdo de la tarde pasada, cada uno por motivos varios no acabábamos de estar satisfechos, de pronto pasó un coche por nuestro lado, nos pitó dos veces y una mujer asomándose por la ventanilla nos gritó.
- Adiós chicos, hasta pronto.
Creímos que nos había confundido por otra persona y no le dimos importancia, todavía no habíamos cruzado la otra calle cuando sonó mi teléfono, era Magda.
- Hola Pepe, presiento que no estarán muy contentos hoy, quisiera que me perdonen, mi hermana me prometió que iba a cambiar su comportamiento pero… ya ves, de todas formas yo lo he pasado muy bien y ella a su manera también. ¡Ah! Nada más irse llegó mi amiga Flora, es la madre de los chicos a quien le he dejado los míos, cuando vino casi coinciden, se encontró a mi hermana terminándose de vestir y las camas deshechas, la chica no es tonta, ha sumado dos y dos y al verlos salir se lo ha imaginado, nos rogó y ha insistido para que le contáramos algo pero no lo hemos hecho. Nos dijo que está divorciada desde hace un año y está desesperada por coger, hablaba casi en tercera persona como si no fuera por ella pero mi hermana la caló y se ofreció a quedarse con los cuatro niños para que ella pudiera reunirse con nosotros cuatro, eso si ustedes quieren claro.
- Mira Magda… te voy a hablar con el corazón en la mano, ya no somos niños para ir picando de flor en flor como adolescentes, personalmente te diré que tú me encantas eres una mujer excepcional y da gusto estar contigo en cualquier situación y hablo también por mi amigo que seguro que opina lo mismo que yo, él está encantado contigo por dos motivos, primero por el interés que le has demostrado y segundo que coger contigo es algo inimaginable por lo que te digo que no estamos en edad de ir probando conchas, tu hermana es una mujer preciosa, pero no sé… no folla bien, no le echa pasión, va con miedos y rarezas y la idea de probar con tu amiga no me seduce y creo que a mi amigo tampoco, soy de la opinión de que los “experimentos deben hacerse con gaseosa” como decimos en España, contigo lo que quieras y cuando quieras pero más personas… ¿me entiendes?
- ¿Cómo no amor? Y me alegro que me lo hayas dicho, a mi me pasaba algo parecido, imaginaba que para ustedes era un aliciente más pero luego los veía incómodos con la situación, igual no pasa nada, los quiero a los dos, no se preocupen, la voy a ir “estirando” con mi hermana y mi amiga, espero estar pronto con cualquiera de ustedes, chau.
- Hasta la vista preciosa.
Me amigo ya tenía la mano extendida para estrechármela, había oído la conversación y estaba completamente conforme con lo que le había dicho, a él le ocurría otro tanto y respiramos tranquilos, entonces caímos en que la mujer del coche que nos había saludado era la madre de los niños que ya se estaba frotando las manos para que folláramos en breve.
Cuando llegué a casa Elena estaba en la cocina ultimando la cena y Corina me hizo una radiografía como sólo ella sabía, adivinó que no venía de dar de comer a las palomas pero no me dijo nada, solamente movió la cabeza y sonrió.
Mi hijo salió por la mañana temprano no vendría a comer pero lo esperábamos para la cena, la mañana amaneció lluviosa y según pasaban las horas se iba poniendo más negro el cielo, a mediodía ya caía una lluvia importante, no me atreví a salir, además también me apetecía un poco de sosiego, me refugié a ratos con Javi, al niño le encantaba jugar conmigo y viceversa, Corina nos miraba satisfecha mientras junto a Elena trajinaban por la casa, por la tarde la cosa se puso todavía más complicada, ya caía una cortina de agua, estábamos sentados en el salón, por la ventana se veía borrosa la ciudad, de pronto pareció que se incendiaba la casa, un relámpago nos deslumbró y el trueno que siguió nos dejó sordos, para más desastres se fue la luz, ya era de noche y me asomé por la ventana, el apagón no era de una calle ni dos, la negrura se extendía por barrios y barrios, sólo al fondo del horizonte las nubes bajas reflejaban algo de luz en el centro de la ciudad, estábamos como en un túnel, el niño empezó a llorar como un desesperado y Elena lo cogió, yo intenté buscar una vela o algo para alumbrarnos y Corina me acompañó, buscamos por los sitios más lógicos pero no tuvimos suerte, hasta en su habitación, nada más entrar la chica se me colgó al cuello y me dijo al oído.
- No busques más, en casa no hemos tenido nunca velas ni nada parecido, tendremos que esperar a que venga la luz pero, si buscamos velas yo he encontrado una aquí y es muy gorda.
La chica me cogió la polla con toda la mano y me apretó, notaba que apretaba con fuerza pero sin hacer daño, sentía las ganas que tenía de probar aquel instrumento pero no podía ser, salimos al salón a tientas, ella le cogió el niño a mi mujer y se sentó en el sofá de enfrente al nuestro y nos dispusimos a esperar, al momento sonó el teléfono.
- Hola cariño, estoy en el trabajo todavía, ¿se ha ido la luz ahí también? Me han dicho que es un apagón general, cayó un rayo en un transformador importante y la avería es seria, no hay semáforos y con el atasco de la lluvia es imposible salir, cuando pueda ya iré, cenen sin mí, besos.
Corina colgó el teléfono, adiviné su cara, no era de mucho apuro, nos dijo que aprovecharía para darle de mamar al pequeño, en la oscuridad nos sentamos Elena y yo en el sofá de enfrente y pronto noté como mi mujer se tumbaba y apoyaba la cabeza en mis muslos, eso me hizo recordar cuando éramos novios… hace ya tantos años… Nos gustaban los inviernos sobre todo, en aquella época era bastante complicado para las parejas tener momentos de intimidad, una de las salidas era ir al cine pero no en las últimas filas las llamadas “la fila de los mancos” porque en ellas no se veía ninguna mano al descubierto, además eran el objetivo preferido de los acomodadores que de momento hacían una barrida con sus linternas que ponían a todos firmes.
Nosotros preferíamos de la mitad hacia atrás y con la ayuda de los abrigos las manos se camuflaban mejor, allí fueron nuestros primeros magreos, yo pude tocarle las tetas después de muchos ruegos a Concha y con algún truco conseguí que me cogiera la polla, luego casi siempre volvíamos a casa en el Citroën 2 CV, ya teníamos un descampado controlado, habían árboles bajos y en cada uno de ellos había un coche aparcado con las ventanillas empañadas, en el asiento de atrás mi mujer siempre acostumbraba a lo mismo, se tumbaba en el asiento con la cabeza sobre mis muslos, mis manos no tardaban de acudir a sus tetas, le subía el suéter y le levantaba el sujetador quedándome con las tetas en la mano y hablábamos mucho rato jugueteando con ellas, casi siempre con la excusa de que los aros del sujetador se le clavaban en el pecho se lo despasaba y entonces ya podía acariciarlas a placer.
Yo sabía la ceremonia que seguía y ella también, siempre se tumbaba boca arriba con las rodillas juntas, yo le acariciaba las rodillas y poco a poco iba bajando por los muslos, ella iba abriendo las piernas según mis avances y cuando llegaba a las bragas ya las tenía completamente abiertas, a la vez yo me había bajado los pantalones y tenía la polla como una estaca rozándole la cabeza, ella sólo tenía que levantar los brazos para cogerme la polla y acariciarla a la vez que yo le hacía lo mismo, a veces se daba la vuelta y se tumbaba boca abajo y me daba una mamada que me hacía subir al cielo pero lo más normal era que cuando yo tenía la polla a punto de estallar ella siempre decía la misma frase.
- “Es una pena que se desperdicie esto”
Se sentaba sobre mis piernas y se metía la polla en el coño mojado, así estábamos, follando y hablando pero había momentos en que el coche saltaba con su súper suspensión, ella se volvía loca de gusto y nos corríamos los dos al mismo tiempo, acabábamos agotados y abrazados, esperando que el vaho de los cristales se esfumara, yo pensaba en todo esto sentado en el sofá, mi mano había ido a parar sin pensar sobre las tetas de Elena y había hecho lo de siempre, le había subido el sujetador cogiéndole los pezones desde abajo, ella buscó mi bragueta y encontró que mi polla estaba dura, frente a nosotros en la total oscuridad sólo se oía el chupetear de Javi en la teta de su madre.
Seguro estoy que Elena recordaba lo mismo que yo, estábamos a oscuras como en el coche y mis manos en sus tetas, se despasó el sujetador y me las dejó libres, mi mano pasó debajo de su falda hasta las bragas y ella me sacó la polla dura como una viga de hierro, yo me olvidé que Corina estaba frente a nosotros con el niño en brazos dándole el pecho, mi mujer también y más cuando de momento se levantó y se sentó sobre mis muslos y ladeándose las bragas se metió mi polla en el coño, me quedé sorprendido gratamente no lo esperaba de ella, creía que ya habían pasado los años de pasión pero ahora ella estaba saltando sobre mí a galope se clavaba la polla hasta el fondo haciendo gruñir el sofá como el asiento del coche.
Un relámpago fugaz me hizo ver por encima del hombro de mi mujer a Corina, sentada frente a nosotros con el niño en brazos pero Javi estaba durmiendo, con la mano sujetaba una teta que se llevaba a la boca y la chupaba mamándose ella misma mientras nos miraba, en ese momento mi mujer empezó a gemir calladamente, se estaba corriendo y pareciendo un eco oí a Corina cómo también gemía, se estaban corriendo las dos a la vez, fue demasiado para mí, me dejé llevar por la pasión y me vacié dentro del coño de Elena, todavía estuvimos quietos hasta que nos calmamos, luego Elena se volvió a sentar a mi lado y se recompuso la ropa, a los cinco minutos vino la luz, se encendió toda la casa, nos miramos los tres, parecía que no había pasado nada. Corina se quedó con el niño en brazos mientras Elena se afanaba por preparar la cena, yo me senté al lado de Corina para cogerle el niño pero ella sólo me dijo.
- Pepe, eres un cabrón.
- ¿Por qué me dices eso?
- ¿Por qué?, has estado cogiendo con tu mujer delante de mis narices y me preguntas ¿por qué?
- Lo siento ha sido un calentón, recordamos viejos tiempos de juventud, siento haberte ofendido.
- No, no me has ofendido, me has dado envidia, hasta me he puesto celosa.
- ¿Envidia tú? Si eres la mujer más bonita que he conocido,
- Si, tenía envidia de tu mujer, te estaba cabalgando igual que yo lo hago con Javier.
- Entonces estáis igual.
- No, porque cuando yo estoy cabalgando a Javier mi pensamiento es que estoy cabalgándote a ti.
- Jajaja, gracias ¿y por qué celosa?
- Son celos sanos, sé que Elena es tu esposa pero yo soy tu mujer, me habría encantado estar con ustedes, los tres cogiendo juntos, ¿no te gustaría?
- Corina… ¿Sabes lo que estás diciendo?
- Sí, pero dime… ¿Te gustaría?
- ¡Qué cosas tienes Corina!
- ¿Te gustaría?
- Joder Corina… sí, sabes que sí, ¿por qué me haces decir esto?
- Porque te conozco, sé que te gustaría horrores, te gustaría tener a tus mujeres juntas las dos. Elena es el cariño, la paz, el sosiego, el entendimiento, yo sería la hembra, el fuego, la pasión, la complicidad, la atracción, imagínate todo eso a la vez sobre unas sábanas.
- Corina por favor sabes cómo encenderme, antes me has cogido la polla en tu habitación, no te veía pero sabía que eras tú, aunque no hubieras hablado la forma de apretar mi polla de sentirla en tu mano, luego he visto como te chupabas los pezones y te he oído correrte a la vez que Elena y ahora me dices que te gustaría compartirme con mi mujer, tengo unas ganas de follarte inmensas, ojala venga otro apagón… no sé qué pasaría.
- Yo sí, que volverías a coger con Elena… pero yo estaría a tu lado y me acariciarías la concha hasta hacerme acabar, nos oirías a las dos chillar de gusto, te lo juro.
Salí del salón, iba a ir a la cocina para ver a mi mujer, necesitaba verla pero no me decidí porque la erección que llevaba no era justificable.
Cenamos como si nada hubiera pasado pero Corina me miraba de reojo, a cada momento me imaginaba la imagen de estar follando con las dos personas que más quería (exceptuando a Javi y Javier) Corina aprovechó todas las ocasiones que tuvo para demostrarme que sería capaz de hacerlo, cuando mi mujer se volvía y no nos veía se sacaba una teta y me la ofrecía apretándosela haciéndole salir la leche.
Javier vino tarde, cenó un sándwich y se acostó enseguida, yo pensé que habría “cenado” algo más sabroso que el sándwich antes de venir. Corina entró detrás de él en su habitación, yo me quedé ayudando a recoger la mesa con Elena, al momento oímos como Corina jadeaba y gemía corriéndose, yo estaba seguro que lo hacía para que yo me enterara, el resultado lo recibió Elena, le hice el amor como hacía mucho tiempo y cuando le comía el coño Elena también gimió y aunque me rogaba que parara no lo hice, estaba seguro que Corina estaría oyéndola.
Por la mañana todo había cambiado, el sol resplandecía las calles todavía mojadas pero limpias y los árboles brillaban, yo no podía soportar las miradas de Corina y salí a la calle, no sabía para donde dirigirme y me acordé de un sitio donde había estado con Herta y Yuma, el barrio de Palermo, me había encantado pero con las prisas de las chicas no había podido ver nada, abrí el mapa y lo localicé y en el primer colectivo que vi me subí, el conductor me preguntó dónde iba y le dije que a Palermo.
- ¿Pero… qué Palermo?, hay tres Palermo,
- Pues no sé, uno que es muy bonito.
- Vamos a ver… está Palermo Chico, Palermo Hollywood y Palermo Soho, ¿cuál prefiere?
A mi espalda la cola de gente se impacientaba y ya oía frases.
- ¡Ché, nos tocó el boludo de la mañana! Cobrále el boleto y que se pasee.
El conductor anotó el importe del pasaje en la máquina, pasé la tarjeta y me dijo que ya me avisaría cuando tenía que bajar, yo iba embobado viendo las calles y el ambiente, estaba lejos pero empecé por ver carteles anunciando, el Jardín Botánico, el Jardín Japonés, los bosques de Palermo, el Zoológico, el Rosedal, lo que más me llamó la atención fue el Planetario Galileo Galilei, el caso es que en mi ciudad tenemos uno que es una maravilla, forma parte de un conjunto bellísimo que construyo Calatrava se llama L`Hemisferic pero me avergüenzo pensando que no he estado nunca, siempre he ido dejándolo para otro día y ahora a 9000 Km, tenía la oportunidad de visitar uno, decidí enseguida y me apeé en la siguiente parada.
El edifico no dejaba lugar a dudas, era una semi esfera y antes de entrar ya empecé a disfrutar, un meteorito real, una roca lunar traída por el Apolo XI, la forma del edificio ya era original compuesta de varias figuras geométricas desde triángulos a la esfera y una vez adentro… una maravilla, una cúpula forrada de placas de aluminio rodeando las gradas con asientos reclinados, llegué casi a punto de empezar y pude fijarme poco, habían una infinidad de chiquillos de los colegios, gente mayor y parejas jóvenes.
Un momento antes de empezar apareció una figura, me gustó el detalle, lo habían pensado todo, era una figura muy delgada con una túnica blanca con capucha que se paseó por las gradas, parecía un ser de otro mundo y encajaba en el ambiente, los niños le gritaban, parecía sacado de la Guerra de las Galaxias.
Ya quedaban pocos asientos libres cuando a mi lado llegó una señora con su hijo pequeño, tendría unos cinco años y por lo bien vestido que iba me pareció un niño de buena familia, en la penumbra y con el interés que tenía en ver todo el montaje no me fijé mucho en su madre, sería bastante joven deduciendo la edad del niño pero no me llamó la atención, al momento empezó el espectáculo y ya me desentendí de todo, una voz “misteriosa” iba narrando todo lo que se proyectaba en la cúpula, el firmamento, las galaxias, nos iba nombrando las constelaciones, incluso nos enseñó la estrella Polar que yo tantas veces había visto, para mí la novedad era la Cruz del Sur, a mi lado el niño ya estaba cansado de ver lucecitas en el techo y empezó a removerse, en un principio no me molestaba porque simplemente llenaba de preguntas a su madre pero cuando empezó a subirse al asiento y saltar al suelo su madre ya estaba nerviosa y yo he de confesarlo también.
Comencé por intentar esquivarlo echándome a un lado y dejarle sitio pero ya no había forma de conformarlo con nada, su madre abochornada todo era corregirlo pero éste no le hacía el menor caso, estábamos en la tercera fila y a los vecinos también empezaban a volverse con miradas reprobatorias, ya habían murmullos cuando la figura blanca que había salido al principio se nos acercó, se subió la capucha de la túnica que llevaba, parecía un Jedi y se acercó al niño, éste se quedó paralizado de momento al ver a aquel misterioso personaje pero algo le dijo al oído que se quedó quieto al momento, todos elogiamos la “mano izquierda” del “Jedi” porque el niño se tranquilizó medio asustado y pudimos seguir viendo la exhibición, la madre cogió al chico y lo puso a la otra parte cambiando su asiento por el de él, se acercó a mí y me pidió disculpas.
- Lo siento mucho señor, no debí traer a mi hijo a ver este tipo de espectáculo pero creí que le interesaría por las luces y todo esto.
- No se preocupe, es bueno que se vaya acostumbrando a la cultura de pequeño.
- Si claro pero es muy pequeño aún y no puedo negarlo, está bastante consentido es hijo único y nos costó mucho tenerlo, a mi marido y a mí nos ilusionaba tener un hijo y por fin pudimos conseguirlo con ayuda de la ciencia, ahora estamos muy contentos pero tendremos que ir educándolo mejor.
- Estoy de acuerdo, es bueno que desde pequeños se les vaya guiando, de todas formas luego será como quiera depende de muchas cosas, de las compañías y de su entorno… yo también tengo un hijo y aunque no tengo queja con él ha cambiado mucho en pocos años, ahora tiene un hijo pequeño y he venido con mi esposa para conocer a la familia.
- ¡Ah, ya me parecía! Por el acento debía ser…
- Español, si señora y ¿usted es de aquí?
- Si soy nacida en Buenos Aires, Porteña como nos llaman, ¡oh, que descuidada me llamo Luisa!
- Perdón yo tampoco me he presentado, me llamo Pepe, encantado señora Luisa.
- Por favor… tutéeme, ya somos casi como de la familia.
- Jajaja, si hemos compartido las patadas del pequeño.
- Jajaja, es cierto no sabe cómo lo lamento.
Ya nos centramos en el espectáculo que seguía por el mismo tema, el sonido espectacular, luces laser y efectos de todas clases, pero el niño se durmió aburrido, el “recadito” que le había dado el Jedi había surtido efecto, la madre me demostró que era sincera y se daba cuenta de que se había equivocado de distracción con el niño y también de que a ella tampoco le interesaba mucho el tema espacial, empezó a frotarse los brazos, sobre nosotros la salida de un tubo del aire acondicionado nos caía vertical, yo con el suéter que llevaba sobre la camisa podía aguantar pero tampoco tenía calor.
De momento el narrador anunció que iban a hacer una recreación del paso de un meteorito cerca de la tierra, nos cogió a todos desprevenidos pues una bola de fuego pasó de parte a parte de la bóveda que junto al estruendo que hizo nos sobresaltó a todos, la señora se cogió de mi brazo por el susto, noté que lo tenía helado y ella pareció agradecer el calor que le proporcionaba yo pues estuvo unos segundos cogida a mí.
- Perdona Luisa, ¿me parece a mí o es que se nota demasiado fresco aquí?
- Uf, señor Pepe, le confieso que estoy helada.
- Yo creía que eran figuraciones mías, como estamos en el espacio exterior, jajaja. Permíteme que le deje mi suéter y te cubres un poco.
- ¿Y usted, ahora tendrá frio también?
- Por favor no me llames de usted, aunque podrías ser mi hija. Jajaja
- ¿Qué dices?, si estás hecho un maduro interesante, jajaja, gracias Pepe, te lo acepto y si tienes frío pídemelo que te lo devuelvo.
Seguimos mirando la bóveda, con los asientos reclinados se estaba cómodo y poco a poco se iba animando y viendo cosas cada vez más curiosas, la mujer me comentaba con voz muy baja lo que le gustaba, se inclinaba hacia mí y el olor a su perfume me resultaba muy agradable.
- ¿Qué tal Luisa, ahora tienes menos frío?
- La verdad es que sí y te lo agradezco pero todavía tengo fresco, tócame el brazo y verás.
En la oscuridad alargué el brazo, el suyo estaba pegado al mío y lo rocé apenas, efectivamente estaba fría, por eso se arrimaba tanto hacia mí pero al tener el brazo tan pegado mi mano no sólo rozó el brazo desnudo sino que pasó por encima de la camisa levemente, en mis dedos tuve la confirmación de la realidad del frio que tenía, no tuve ninguna duda al tocar el pezón que se le marcaba debajo de la prenda, no hice demostración de haberlo notado y volví a pasar la mano por el brazo pero más intensamente, el pezón había crecido ostensiblemente en pocos segundos y eso que seguía haciendo el mismo frío, la chica se estremeció y se pegó a mí todavía más.
- Pepe ¿has notado que frío tengo todavía?
- Sí, he notado que tienes el brazo helado, si quieres yo tengo las manos calientes la puedo apoyar hasta que reacciones.
- No es mala idea, si me lo permites estaré pegada a ti.
- No te preocupes, haré lo posible para darte calor.
- Gracias eres muy amable.
Miré al niño que estaba durmiendo apoyado en su madre en el otro asiento, por suerte llevaba una camiseta de manga larga y no debía tener frío por lo que me dediqué a dar calor a su madre, mi mano recorría desde el codo al hombro, estaba suave y fría, Luisa agradeció el calor de mi mano y me hizo hueco para que abarcara el brazo por el interior también, con los nudillos rozaba el nacimiento del pecho, claramente se distinguía el roce de las costillas hasta la axila, a ella no parecía molestarle el paseo que hacía por su brazo y fue juntándolo al sentir más calidez, yo también la sentía y la presión sobre su teta era cada vez más intensa, con la mano abierta ya pasaba conjuntamente por el brazo y parte del pecho, Luisa hacía lo posible para que fuera más próxima la teta al brazo y llegó a estar tan pegada que el roce sobre el pezón se hizo inevitable, mis dedos saltaban sobre él doblándolo al pasar cada vez más duro, hubo un momento que ya no se doblegó y me quedé enganchado en él, ya no pude disimular ni quise hacerlo y con dos dedos lo atrapé esperando la reacción de Luisa, esperaba de todo o un manotazo y levantarse o apoyarse contra su hijo o fulminarme con la mirada pero ella apoyó su cabeza en mi hombro suspirando.
Cerró los ojos, prefería sentir mis caricias que ver a Marte de cerca, yo abandoné definitivamente el paseo por el brazo y me dediqué exclusivamente al pezón y alrededores, cuando ya estaba seguro de que aceptaba mis caricias fui rodeando desde el pezón hacia el exterior hasta localizar el diámetro de la areola, ya controlada la incluí en mis manoseos y toda ella aumentó de volumen, era de un tamaño bastante generoso y sin soltarla con otro dedo lo deslicé buscando el sujetador, la redondez de la teta parecía un planeta como los que iluminaban el cielo y cuando llegué a la puntilla que marcaba el comienzo de la prenda noté el tirante, Luisa encogió el hombro un poco y lo destensó, no hice más que empujarlo para que se deslizara por su hombro y colgara por su brazo.
La prenda quedó floja, sólo mantenida por la tersura y la presión de la teta, con un poco de habilidad fui bajando la copa del sujetador hasta que se quedó enganchada en el pezón erecto, Luisa me susurró al oído.
- Abre la camisa y sigue.
La obedecí sin rechistar, desde arriba hasta la cintura fui soltando los botones, al pasar a medio camino noté el calor que desprendía la otra teta pegada y pasando por debajo de la camisa dos dedos solté el otro tirante, ahora ya no tenía obstáculos y bajé la copa liberándola del pezón. Luisa me restregaba su cabeza por mi hombro acercando su boca a mi cuello, ya atrapé las dos tetas las puse igual de duras y les estuve dando un masaje que la hacía suspirar, de vez en cuando miraba a los vecinos de asiento, todos miraban al techo mientras mi mano debajo de mi suéter amasaba las tetas de Luisa.
- Mmm, Pepe, me estás calentando mucho, ya me sobra toda la ropa.
- Imagina como estoy yo también, tienes unas tetas preciosas.
- Y más cosas, estoy mojada con tus caricias.
- Y yo estoy duro como una piedra, lástimas que no estuviéramos solos.
- ¿Qué me harías?
- Puedes suponerlo, te iba a comer estos pezones que lo están pidiendo a gritos.
- Siii. ¿Y qué más?
- Mi lengua no se iba a conformar con tus tetas, debes de tener unos labios en el coño que ya no podrán contener a ese clítoris hinchado.
- ¿Cómo lo sabes? ¡Si no lo tocaste!, ¿puedes… tocarlo?
Ante tal invitación no podía negarme, estiré el suéter lo más que pude para no descubrir el pecho desnudo de Luisa y poder meter la mano por debajo de la falda, la chica ya había adelantado la maniobra y había separado las piernas, mi mano no tuvo que buscar, sabía lo que perseguía y lo encontró, efectivamente las bragas de Luisa ya estaban mojadas, pasé un dedo por debajo del camal elástico y me recibió el labio depilado, lo sobrepasé, no tenía mucho para entretenerme y fui directamente a por el clítoris, Luisa gimió al notar como lo atrapaba con dos dedos y los descapullaba, sus piernas estaban abiertas lo máximo que le permitía la butaca y mis dedos se ocuparon cada uno de una cosa, dos de ellos estaban atrapando el botón que crecía entre ellos, lo rodeaban y estiraban a la vez que otros dos buscaban entre los labios menores la entrada de la vagina, no me esperaba una vagina tan estrecha que aunque mojada de flujo me costó introducirlos a la vez.
Luisa sacó el culo del asiento escurriéndose hacia abajo y dejó libre el paso para el dedo que me sobraba inactivo, el meñique mojado en su jugo se introdujo en el culo como un supositorio de glicerina, la chica gemía ahogando sus jadeos, cogida a mi brazo soportaba con dificultad las sensaciones que le llenaban todo el cuerpo, me susurró al oído.
- Pepeee, me corro, me voy a correr en tu mano, no pares por Dios, no pares.
- No te preocupes, tienes el coño más apetitoso que recuerdo(mentí) , me gustaría comértelo.**
- Noooo, no me digas eso ahora, acabaría como loca sin remedio y gritando, me encanta que me chupen la concha, me vuelve loca.
- Qué pena, me gustaría oír cómo te corres mientras me bebo tus jugos.
- Por favor Pepe, no me atormentes, adivinas mis más ocultos deseos, me moriría si me chuparas la concha con tu lengua caliente.
- Este clítoris te lo iba a sorber hasta hacerlo crecer el doble en mi boca.
- Nooo, no me nombres el clítoris, noooo, me corrooo Pepe me corro, frótame el coño por favor, méteme todo lo que puedas.
Luisa estuvo temblando de espasmos unos largos minutos, yo miraba y miraba a los vecinos, el espectáculo era sensacional, el ruido a explosiones de meteoritos y supernovas no dejaban oír a Luisa pero lo que me preocupaba era el olor a coño caliente que subía por los muslos de la chica. No dejé de acariciar a Luisa lentamente hasta que el orgasmo se calmó, ella lo agradeció porque si hubiera seguido al mismo ritmo se habría deslizado hasta el suelo convulsionando.
- Lo siento Pepe, lo siento.
- ¿Qué sientes Luisa?
- Lo siento por ti, yo he tenido todo y vos nada.
- No te preocupes, he gozado de verte feliz, eres una mujer encantadora aunque no puedo negar que me habría gustado cogerte.
- No me digas eso Pepe que aún tengo ganas de coger contigo, ¿tú cómo estás?
- Compruébalo tú misma.
Luisa alargó tímidamente la mano a mi bragueta.
- Madre mía, qué barbaridad, que pija tienes Pepe y tan gorda pero no me entraría, seguro me romperías toda con eso.
- No te lo creas, cuando la tuvieras adentro querrías más.
- Nooo, por favor no me tientes, me gustaría mucho sentarme sobre ti y hundírmela toda.
- Y a mi notarte clavada en ella pero eso no puede ser.
- ¿Por qué no puede ser?
- Porque el espectáculo está acabando, la sala está llena, tu hijo está a tu lado y se puede despertar en cualquier momento y… aunque me muero por follarte tengo que renunciar, quizás otro día.
- ¿Te gustaría que cogiéramos otro día?
- Claro pero en un sitio tranquilo solos tú y yo, te iba a llenar la concha y la cola.
- Nooo, la cola sí que no, no lo he hecho nunca.
- Conmigo sí lo harás, te lo aseguro.
- Me romperás el orto, nooo.
- Sí, no te preocupes, cuando lo tengas adentro no querrás otra cosa.
- Ya estoy impaciente Pepe, lo estoy deseando, te daré mi teléfono y quedamos.
- De acuerdo, anda, vístete y despierta al angelito de tu hijo, se ha portado como un hombre.
- En el fondo es muy bueno.
- Si, cuando duerme.
Las luces se encendieron y la gente se iba levantando perezosamente, se estaba muy cómodo en aquellas butacas, a la salida nos iba despidiendo el personaje disfrazado de Jedi, al llegar a nosotros le pregunté.
- Gracias por calmar al niño pero por curiosidad ¿qué le dijo para que se estuviera quieto?
- Jajaja, eso es secreto profesional, se lo digo a los niños inquietos pero a los mayores con las manos “inquietas” no les digo nada.
- ¡Oh! ¿quiere decir que…?
- Ya llevo muchos años aquí y he visto muchas cosas pero, no se preocupen, no he “visto nada”
- Gracias amigo.
- De nada, la señora es una hembra preciosa, lo envidio.
- Gracias caballero, “que la suerte le acompañe”, dijo Luisa.**
Ya en la calle con el niño un poco soñoliento nos despedimos, nos dimos la mano, la mía estaba un poco pegajosa aún y ella la olió.
- Mmm, huele a mí.
- Si, huele como el néctar de los dioses.
- Pues sabe mejor que huele.
- Estoy seguro que la degustaré.
- Eso espero, hasta la vista.
- Adiós Luisa… y adiós pequeño, te has portado muy bien.
Me fui a caminar por las calles de Palermo Soho, estaban muy animadas, llenas de tiendas y restaurantes, me senté en uno y pedí una jarra de cerveza fría y un filete gigante, llamé a casa, se puso Corina y le dije que estaba en Palermo y como habían muchas cosas que ver me quedaría por aquí, le dije que acababa de ver el Planetario y que me había encantado, ella de broma me dijo que tuviera cuidado porque lo mismo un alienígena me abducía, me reí para mí y le prometí que si me abducían se lo contaría, nos reímos los dos con ganas y nos despedimos.
Para celebrar el “calor” que había derrochado me tomé un helado de varios sabores y me estuve recreando viendo pasar a la gente, las casas eran muy bonitas y de diferentes estilos, de pronto vi pasar a Sofía Loren, di un salto en la silla, era igual que Sofía de joven, con una blusa blanca con escote de barco y una falda ancha, era exacta y se apoyó en una farola y una multitud de gente se le acercó, todos querían hacerse fotos con ella, la chica se le parecía una barbaridad, estaba caracterizada perfectamente y podría pasar por su doble, pagué en el restaurante y me fui a verla de cerca, era preciosa igual de sensual que la actriz en sus primeras películas, estaba extasiado, no me importaba que no fuera la original, la chica estaba buenísima y eso era lo importante.
Me tocaron en el hombro y me volví sólo vi una bandera italiana, en un primer momento no me extrañó porque Palermo era una ciudad italiana y habrían muchos emigrantes de allí pero volvieron a tocarme con la bandera y me giré, vi la cara sonriente de Malena.
- ¿Qué, admirando los monumentos italianos?
- ¡Hola Malena, qué alegría verte!, ¿estás trabajando?
- Sí, llevo a un grupo de italianos que quieren ver “su” barrio y vos, ¿qué hacés por aquí?
- Jajaja, si te contara… pues ahora como tú dices admirando los monumentos italianos, este barrio es encantador.
- Si quieres ver otro monumento a cien metros hacia a la derecha verás a Marilyn Monroe, también te gustará va vestida como en la película “El Apartamento”, con su vestido blanco y se lo sube con un ventilador que deja en el suelo, está buenísima como dices tú, te gustará pero déjala tranquila, está trabajando y cobra por hacerse fotos con la gente.
- Si no fuera porque estoy casado sólo me haría fotos contigo.
- Jajaja y con poca ropa ¿no?
- Sin ropa, claro, jajaja.
- Bueno te dejo, pasalo bien, yo sigo con esta gente.
Al momento recibí una llamada de Corina.
- Hola, ¿cómo estás?
- Estoy ligando con Sofía Loren, jajaja.
- Te creo capaz, ya sé por dónde estás, por Palermo Hollywood, por ahí hay mucho ambiente de cine y espectáculos, te encontrarás a muchos “actores” pero no te fíes no son los auténticos y cuidado con la cartera, vigílala porque donde hay muchos turistas…
- Mira ahora pasa Clark Gable, joder si es igual, si lo vieras te gustaría.
- Y me lo cogería también, jajaja.
- Dime… ¿ocurre algo?
- No, sólo tenía ganas de oírte jajaja, no tranquilo es que no puedo esperar para decirte algo que te gustará, me ha llamado Ingrid y me ha dicho que viene pasado mañana.
- Pero, ¿viene sola o con Gerta?
- Ya veo por dónde vas, Gerta parece que te gusta.
- No tanto como tú, ya lo sabes.
- Qué zalamero eres, Ingrid viene sola, parece que Gerta tiene un “trabajito” en Mendoza.
- Vaya lo siento, era una buena ocasión de veros juntas a las tres.
- A mí también me habría gustado, ya hablamos luego, chau.
- Adiós bombón.
Seguí viendo cosas pero me convencí de que en un día no podía verlo todo, a media tarde volví para casa, por casualidad el conductor del colectivo era el mismo y me reconoció
- ¿Qué, le ha gustado Palermo, cual ha visto de todos?
- Jajaja, no lo sé, he visto tantas cosas que no las puedo contar.
- Me alegro, ¿ahora para casa?
- Si, a descansar, ya no estoy para muchos excesos.
- Aún haría un esfuerzo si se encontrara a una buena italiana.
- No se lo creerá pero acabo de ver a Sofía Loren, bueno su doble.
- Tampoco la despreciaría, jajaja.
- Pues no, seguro.
Continuará.
Agradezco sus valoraciones y sus comentarios.
Gracias.