Viaje de trabajo, placer y sexo combinados (I)

Es el primero de una serie de dos relatos que se refieren al mismo galán. Algo espectacular que rompió la monotonía del trabajo cotidiano.

Un viaje con trabajo y sexo combinados

En la cotidianidad de mi trabajo es común hacer viajes a veces cortos, otras más largos, pero por lo general en compañía de otra persona, eventualmente mujeres, cosa que me desagrada rotundamente. Dada mi preferencia sexual, considero tiempo perdido viajar acompañado de una dama. Las respeto, acepto que son poseedoras de belleza, pero de allí a siquiera insinuar un momento de intimidad, media una considerable distancia. Y no precisamente porque me falte con qué darles satisfacción.

Bueno, el asunto es que la semana que concluyó tuve que ir a Cd. Anáhuac, al Norte del estado, pero esta vez me acompañó Noel, un asesor de treinta y cinco años, blanco, esbelto, alto, lampiño totalmente, sin bigote, ojos aceitunados, piernas largas, espalda ancha y pies muy grandes, a decir por la talla de su calzado.

Salimos en un coche que él condujo, tomamos la carretera adecuada, a los 110 km. Llegamos a un parador para tomar un desayuno y coincidimos más tarde en el mingitorio. Él mostraba una considerable erección y como si se disculpara hizo referencia a que tenía casi diez días sin acción sexual, que pensaba darse una escapada ese día, pero había contemplado la posibilidad de viajar.  Desde luego que mi verga también se paró y mentí diciéndole que estábamos en situaciones casi paralelas, que yo tenía también días de abstinencia.

Seguimos el recorrido y doscientos km. Más al Norte llegamos a nuestro destino; cumplimos nuestro objetivo laboral y dispusimos del resto del día para nosotros. Pernoctaríamos en el hotel de la localidad para continuar nuestra rutina de trabajo al día siguiente.

Una vez en la habitación y sin haber tenido antes una experiencia íntima, Noel y yo si habíamos compartido habitación, junto con uno o dos compañeros más.

Cada uno nos desvestimos con la idea de darnos una ducha y pasar a tomar unas cervezas en la alberca del hotel y fue cuando él se quitó su pantalón que sorprendido le pregunté por qué ahora usaba boxer en lugar de la tanga que habitualmente le había visto en otras ocasiones.

El pareció extrañarse un poco por mi pregunta, que yo mismo no pensé hacer, pero rápidamente cambió de cara y me dijo, "Ah, claro, como siempre uso de los otros...". Yo le dije que sí, entonces me dijo que quería probar algo nuevo, así que como bromeando le dije, "No, lo que es a mí los boxer son matapasiones, yo no me los pondría por nada del mundo ".

Él empezó a reírse y comenzamos un juego de "Ah, no te gusta", "No, no me gusta" y nos reíamos entonces él dijo, "Si a mi jefe (así me llama debido a la función que desempeño) no le gusta, entonces me lo quito", y dicho y hecho se lo quitó, dejando libre aquella verga que yo no conocía en toda su esplendidez.

Gané la primera jugada. Entonces lancé otra jugada. "Ah no, ¿ahora tú vas a estar así y yo vestido?", así que también bajé mis calzoncillos, mostrando mi verga que realmente se parece mucho a la suya, salvo que a él le hicieron la circuncisión. "Así está mejor".

Noel no paraba de reírse como un niño a todo esto y cuando yo me quité el bóxer empezó a dar de gritos y aplausos como celebrando. Tanta risa y roce también porque seguíamos sentados muy juntitos el uno al lado del otro y ahora con nuestras pieles en total contacto sin nada en medio, al parecer hicieron que mi compañero de viaje empezara a entender la situación.

Me di cuenta que de pronto su verga, de regular tamaño empezó a palpitar, signo inequívoco de una erección que en efecto se hizo notoria al cabo de unos segundos. "Vaya, parece que alguien a salido a explorar", dije. Noel vio como su verga erecta salía por la abertura frontal del boxer  la tomó con su mano para de inmediato comenzar a jugar con como si se tratara del control de un videojuego, hasta haciendo ruiditos y todo, realmente parecía un niño travieso.

Mientras tanto no dejábamos de reírnos y ver eso hizo que también mi verga despertara hasta alcanzar su máximo tamaño, mi compañerito se percató de eso y aquí empieza lo bueno.

Para mi sorpresa, Noel  tomó mi reata con su mano izquierda y siguió con su "videojuego". A dos manos el muy cabrón. ¡Esto me puso a mil!; ugaba como si nada y aparentemente sin percatarse que yo me había quedado callado y más bien tenía los ojos cerrados y con cara de estar gozando de ese placer gratuito... me vio de reojo y entonces empezó muy lentamente a mover su mano de arriba abajo...  haciéndome la puñeta más sabrosa de los últimos días. Yo abrí los ojos y me lo encontré viéndome con mirada lujuriosa y mordiéndose el labio inferior mientras seguía jalando simultáneamente nuestras vergas.

Yo entonces me acomodé mejor y nuevamente cerré los ojos. "Así chiquito, cabrón, Noel, que rico jalas la verga", le dije. Al escuchar esto empezó a acelerar el ritmo, podía sentir cómo me jalaba el prepucio y lo volvía a su lugar, era riquísimo cómo me la estaba puñeteando, cuando súbitamente se detuvo. Yo estaba a punto de reclamarle, cuando sentí algo húmedo y cálido en la punta de mi verga. Abrí los ojos y con gran placer me di cuenta que estaba empezando a chupármela. Le daba lengüetazos rápidos como si fuera un helado, se notaba que no sabía cómo hacerlo.

"Abre bien tu boca Noel, ábrela papacito", le dije y lo tomé  por la cabeza, apunté mi tranca directo a su boca y la introduje hasta el fondo haciendo que se atragantara. Le pedí disculpas y saqué mi reata de su boquita pero él me dijo sonriendo que estaba bien y entonces repitió lo que yo le hice pero esta vez a su modo y así empezó a darme una chupada deliciosa, sentía su lengüita recorrer cada pliegue de piel, cada centímetro de mi verga, de rato en rato pasaba su lengua por mis huevos, jugueteaba con la piel y los vellos, estuvo riquísimo...

Al rato yo sentí que me venía, pero como no quería que esto pasara aún le dije que se detuviera. Noel me hizo caso y se incorporó.

"Ahora yo te voy a hacer algo bien rico - le dije - pero primero quiero que hagas una cosa...". Lo mandé al baño a lavarse bien el culo.

Al escuchar esto él puso cara de emoción y se fue corriendo al baño y al rato volvió. "Ya jefe, bien enjabonado y limpio... ¿qué quieres hacerme?". Yo entonces lo hice ponerse en cuatro mostrándome el culo.

Así lo hizo, entonces empecé a besarle las nalgas tan redondas y ricas que tiene. Las besaba y lamía sin dejar un centímetro sin recorrer y luego poco a poco con mis manos fui abriéndole el culo, hasta que finalmente apareció ante mí su agujero estrecho y virgen. Entonces con la punta de mi lengua empecé primero a darle chupaditas alrededor.

Noel daba gemidos de placer al sentir ese húmedo visitante en su agujerito y dio un largo suspiro cuando finalmente introduje mi lengua. No encontré ningún mal sabor así que comencé a meter y sacar mi lengua como si fuera un pequeño pene provocando que mi compañero se estremeciera de placer.

Al rato quise darle un poco más de sabor a la caliente situación que estábamos viviendo; como su culito ya estaba lubricado y relajado con la chupada, le introduje de golpe do dedos en el culo. Noel dio un grito que seguramente se escuchó en la administración del hotel, pero me pedía que siguiera, que los moviera con cuidado, eso sí, me aclaraba que era virgen.

Movía mis dedos dentro de su culo haciendo que mi puto compañero empezara a mover las caderas al ritmo de mis dedos.

"¡Méteme tu vergota por favor!", gritó de repente. Yo besé su culito sacando mis dedos y le hice darse vuelta.

"Todavía no", le dije sonriendo. Entonces lo besé. Sus labios suaves y cálidos eran deliciosos, pronto nuestras lenguas estuvieron entrelazadas, fue el beso más apasionado de aquella semana de trabajo.

Después de este beso nos fuimos a la cama Una vez allí comenzamos a hacer un 69, yo encima de él. Ahora Noel ya sabía bien cómo chupar y yo por fin pude probar esa verga tan deseada, saboreaba su glande rojo e hinchado, lamía ese tronco duro y palpitante, chupaba uno a uno esos huevos redondos y gordos.

Entonces sentí que  siguiendo mi enseñanza, empezó a explorar mi culo y lo hacía tan bien como yo se lo había hecho antes y me dio un placer extremo. Mientras me chupaba el culo me masturbaba lentamente pero tanto placer hizo que ya no aguantara más y me corrí como nunca antes, le llené la cara de mecos, néctar espeso y oloroso que él ávidamente se tragaba y saboreaba por primera vez, según me comentó en la alberca dos horas más tarde.

Yo entonces aceleré la chupada hasta que finalmente logré que me llenara la boca con su lechita caliente y deliciosa.

Después de esto nos abrazamos y besamos. "Cabrón, tienes un no sé qué que ahora ya comprendo qué ", le dije. Él me besó de nuevo y dijo que yo era el mejor, que de haber sabido que me gustaba hace rato se hubiera entregado. Yo entonces le pregunté si era su primera vez y respondió que sí, que siempre le habían gustado los hombres pero nunca se había atrevido a decirle nada a nadie y qué bueno que yo había sido el primero y que también sería el único...

Todas estas cosas que me dijo me sonaron tan tiernas que lo vi como un amigo verdadero, sencillo, sensible y caliente como yo; no como mi nuevo amante, así que le di un beso en la mejilla y terminado la escena, nos duchamos  juntos y salimos en traje de baño rumbo a la alberca.

Nadamos, disfrutamos de la tibieza acariciante del agua y aprovechamos para tomar unas cervezas confiándonos experiencias relacionadas con nuestra preferencia sexual y prometiendo discreción al volver al equipo de trabajo. Dijo que jamás se imaginó esa faceta de mi vida, que tengo cara de matapautos, aunque él por algo sentía cierta confianza y aprecio hacia mi persona.

Al día siguiente yo me desperté primero. Vi el reloj, eran las siete de la mañana. Teníamos justo una hora para tomar un ligero desayuno y llegar a nuestro sitio de trabajo.

Noel dormía acurrucado a mi costado, tenía una cara de inocencia al dormir, nadie adivinaría sobre la lujuriosa noche que había pasado. Después de observarlo un tiempo decidí despertarlo con un beso.

Abrió los ojos al sentir mis labios y sonrió. "Buenos días, jefe", me dijo y le respondí con una nalgada, a la vez que le decía que nos diéramos un baño para despejarnos,  así que para ahorrar tiempo, nos dirigimos juntos a la ducha y allí nos estuvimos besando y acariciando y nuevamente me dio una chupada espectacular.

Salimos raudos y veloces a cumplir nuestro compromiso y al terminar, alrededor de las dos de la tarde, volvimos a Monterrey.

Hemos comentado a nuestro regreso que hicimos buena mancuerna y la jefe ha prometido enviarnos juntos de nuevo, pero esto será en enero de 2003, al volver de vacaciones.

Ha sido un viaje estupendo.

Que ustedes estén bien.

Espero comentarios sobre mi reciente experiencia.

Hermes_2003@hotmail.com

Julián.