Viaje de placer con mi madura hermana
Dos hermanos ya de edad , casados, tienen que viajar a vender una de las propiedades de su difunto padre, encontrandose mutuamente.
VIAJE DE PLACER
CON M MADURA HERMANA
Luego de la muerte de mi padre, el tiempo fue pasando y comenzamos con todos los trámites de la repartición de la herencia entre hermanos y la parte que le correspondía a mi madre. Yo era el mayor de los 5 hermanos , 44 años, , seguido por mi hermana Raquel de 42 años. Al ser los mayores y teniendo la aprobación de todos, fuimos los encargados de ver todo el tema, quedándonos el último tramite que era vender la casa que mi padre tenía en el sur.
Fue a si, como viajamos ambos al sur, a ver que cosas se venderían con la casa, que cosas sacaríamos y en fin a darle un pequeño arreglo a esta para obtener el mejor valor posible.
En un principio nos estaba acompañando mi cuñado, pero a última hora se le presentó un problema en el trabajo y no pudo viajar. Mi señora, se quedó obviamente en casa, al cuidado de los niños que estaban en clases, por lo que partimos temprano con mi hermana Raquel al sur.
Llegamos muy tarde a la pequeña ciudad, pasamos a cenar algo rápido y nos fuimos a la casa. La verdad estaba bastante deteriorada, la reja de madera estaba golpeada, seguramente por un vehículo, el pasto parecía una selva y adentro un olor a encierro increíble. Habían pasado fácilmente dos años desde la última vez que se ocupo.
Lo primero que hicimos fue abrir todas las ventanas para que se ventilara, luego nos dedicamos a asear los cuartos donde íbamos a dormir, cambiar sábanas, etc. Como estábamos muy cansados por el viaje, nos acostamos temprano para empezar mañana temprano a poner en orden la casa.
El despertar en esa casa era completamente distinto, el aire de campo, los pájaros, la tranquilidad, me hizo recordar los viejos tiempo cuando mi padre nos traía a todos a descansar en esas lejanas tierras.
Entre al cuarto de mi hermana a despertarla y la encontré que se estaba vistiendo. No se sorprendió mucho, ya que éramos hermanos, cuando vivíamos en casa la había visto muchas veces así, y como ya se había colocado los pantalones y su sostén , solo la vi sin la blusa. Sin embargo de haber entrado unos segundos antes, me hubiese encontrado con todo un espectáculo, por que si hay algo por lo que destaca Raquel, es por sus grandes pechos. De un modo natural la saludé y le dije que iría a comprar pan de campo para que tomáramos desayuno.
En el trayecto me encontré con unos tipos que estaba cortando un árbol y les mencione si estaba interesado en ganarse unos pesos para ir a arreglar nuestro jardín. Encantados accedieron y en menos de una hora ya se encontraban trabajando en este.
Comenzamos a limpiar la casa, correr muebles, botar infinidad de cosas. Recordábamos nuestra niñez en esa casa, llena de hermosos recuerdos de juventud.
Mi hermana a ratos se emocionaba al encontrar fotos o cosas que le hacían recordar a nuestro padre, y yo como hermano mayor la consolaba.
A si transcurrió el día. Los tipos que contraté avanzaron mucho ese día y seguramente en la mañana del otro día terminarían su trabajo. También se ofrecieron a cambiar unas planchas de techo que estaban muy deterioradas, a un muy económico precio, para nosotros que éramos de la gran ciudad.
Almorzamos afuera, aunque nos costo encontrar donde, ya que al ser un pueblo tan pequeño, solo había un pequeño, podríamos decir, restauran. La comida no era muy buena y mi hermana sugirió que pasáramos por un almacén, para que ella cocinara la cena de la noche. Toda la gente del pueblo nos miraba con mucha atención, se notaba inmediatamente que éramos de afuera, aparte que gracias a mi buena situación económica, mi 4x4 resaltaba completamente de las viejas camionetas del lugar.
Entramos en un pequeño almacén, comparamos unos víveres, cervezas y otras cosas para subsistir los pocos días que nos quedaríamos ahí. Me anime a comprar una botella de vino que no conocía, y algo un poco más fuerte para la noche.
Ya la casa había tomado nuevamente vida, aunque si a base de mucho trabajo de ambos. El jardín había quedado muy hermoso, el olor a encierro a base de desodorantes ambiéntales y ventilación y los tipos habían terminado de arreglar el techo.
Esa noche mi hermana preparó una cena fabulosa, la que amenizamos con la botella de vino que compre, que resulto ser exquisita y la que terminamos. Obviamente me llevaría unas cuantas botellas para mi casa.
Salimos al jardín, nos sentamos afuera a admirar las estrellas. La noche estaba completamente estrellada, la luna estaba saliendo por detrás de unos cerros y al no haber ni una luz en la calle, el paisaje era divino, sin ni un ruido, solo el sonido de los grillos nos acompañaban.
Conversamos muchas cosas, de mi trabajo, de nuestras respectivas familias, hermanos esposo hijos etc. La conversación estaba tan agradable, que aun estando cansados de haber trabajado todo el día no nos queríamos ir a acostar. Incluso ella misma me sugirió que preparara unos tragos con el licor que había comprado, aunque sabíamos que con todo el vino que habíamos comprado, nos haría mal.
Siempre con Raquel habíamos sido muy unidos, asistíamos a fiestas juntos, era la madrina de mi hija, y yo de su hijo, lejos éramos los dos mas unidos que con todos los otros. La verdad lo estaba pasando muy bien, completamente alejado de mis problemas, sentado en la oscuridad, recordando nuestra juventud con mi hermana.
Me encantaba su forma de ser, sencilla, directa, sin calentarse cabeza por tonteras. Raquel era de un carácter muy dominante, pero conmigo siempre se mostró pasiva, haciéndome caso en todo, una especie de ejemplo a seguir. Físicamente no era un mujer delgada, digamos gruesa, muy ancha de caderas, y como mencioné pechos muy grandes, pero sin legar hacer gorda.
Ya con varios tragos encima, yo abrazándola y ella apoyada en mi hombro, el ambiente era propicio para cualquiera pareja de enamorados y conversando, me confesó que se sentía muy bien al estar en esos momento ahí conmigo, sintiéndose protegida por su hermano mayor, y por ahí fue confesándome que siempre había sentido mi apoyo y que aunque sonara feo decirlo, ella me quería mas que a cualquiera de nuestros hermanos.
Siguió confesándose, animada por el alcohol, diciéndome que siempre ella me había visto como un ejemplo a seguir, orgullosa siempre por mis logros, como a veces sin que yo me enterara, con celos típicos de hermana, me corría a mis pretendientes.
Yo me reía al enterarme como había corrido a una tipa que siempre me gustó, pero a al vez me sentía alagado al recibir tanta atención de mi hermana y ver lo mucho que me quería. Yo también le confesé que con ella siempre he tenido mejor llegada que con nuestros otros hermanos, queme gustaba su forma de ser, que siempre sabía que podía contar con ella y que también la quería mucho. Mi hermana se incorporó un poco y me dio un fuerte beso en la mejilla. Quedándose abrasada a mí. Me dijo que estos dos días lo había pasado muy bien, que no echaba ni un poco de menos a su familia y que le daba un poco de lata volver a la ciudad., que se imaginaba a veces que éramos parejas viviendo una pequeña luna de miel, apartados de todo problema, yo cariñosamente la bese en la mejilla, mientras también le confesaba lo bien que la había pasado con ella, hasta que ella me dio un nuevo beso, pero esta vez mas cerca de la comisura de mis labios. Yo seguía hablando mientras ella me acariciaba los cabellos, cuando un nuevo corto y suave beso, fue a parar directamente a mis labios.
No le di mayor importancia, pensando que ese beso iba seguramente dirigido a mi mejilla, y que por sus tragos de mas habían ido a para a ese lugar, cuando un nuevo y corto beso callo en el mismo lugar.
Me quedé callado, mirándola directamente a los ojos. Una lágrima comenzaba a salir de su ojo.
¿Que te pasa?
Nada . (muy silenciosamente)
La abrace mas aun y le di pequeños besos en sus mejillas y ella en las mías, hasta que nuestros labios, suavemente se toparon. Nos quedamos en silencio un instante, pensando en que estaba ocurriendo, cuando ella directamente me dio otro suave beso en los labios seguido de uno mió. Suavemente continuamos juntando nuestros labios hasta que sentí como los de ella se abrían un poco. No me di ni cuenta, cuando suavemente mi lengua salio de mi boca y encontró la de ella, acariciándose.
Nos besábamos muy suavemente, acariciando suavemente nuestras lenguas, sintiendo el corazón de ella muy agitado. Fue un beso largo, intenso pero suave. Nos separamos y nos quedamos en silencio, bajo esa estrellada noche, pensando en que estaba pasando. Fue un largo silencio, pero sintiendo como ella me abrazaba con más fuerza aun. En mi todo daba vueltas, no sabía si estaba despierto o soñando, pero cuando quise decir algo para romper el hielo, nuevamente la boca de mi hermana busca la mía y me besa con la misma intensidad.
Besaba de una forma exquisita, casi divina, y fundidos en ese beso, nos fuimos abrazando más y más. Sentía sus grandes pechos apoyados en el mío, su respiración agitándose poco a poco, mientras mi verga, recibía todas las sensaciones de ese beso. Puse mi mano en su pierna, aprestándosela con fuerza, subiéndola lentamente, luego sentí su mano sobre la mía apretándola, pensando que evitaría que siguiera subiendo, pero al contrario, la tomo y la coloco sobre uno de sus pechos. Con amor acaricie sus grandes pechos por sobre el vestido, notando el gran tamaño de sus pezones que estaban erguidos. Nos besamos por mucho rato, siempre acariciándonos tiernamente. Sus pechos, su pelo, sus piernas, mientras ella masajeaba mi pecho, bajando su mano, pero solo hasta mi vientre, sin llegar mas allá.
Era un sueño lo que estaba pasando, como era posible que dos hermanos estuviesen así, el tiempo parecía haberse detenido y los besos de mi hermana me tenían en las nueves, queriendo que nunca acabaran.
Dejamos de besarnos y nos quedamos abrazados, acariciándonos amorosamente, sin decir nada.
tengo miedo de lo que pueda ocurrir
a que te refieres hermanita
tu sabes somos adultos..pero somos hermanos
lo se es muy extraño .. jamás me hubiese imaginado estar a si contigo
te confieso algo .. yo si
¿por que lo dices?
siempre me gustaste, tu forma de ser, tu cuerpo, tu olor, todo .
No puedo creer lo que dices
Es verdad.. de joven ansiaba tu compañía soñaba con un beso tuyo
Tu siempre me apresaste muy bonita , pero nunca pensé en estar así contigo
Y ahora justo pasa que estoy tan vieja , tan gorda
Lo dices enserio .. yo te encuentro muy hermosa
Raúl .. ¿te puedo pedir un favor?
El que quieras
¿Podríamos imaginar que esta noche no somos hermanos?.. solo dos personas adultas, que no tienen ni un compromiso, si señora, sin maridos sin hijos, sin importar nada
¿De verdad lo quieres?
Has mi sueño realidad mi amor que sea nuestro secreto
Será como tu quieres .. y como yo también lo deseó nuestro secreto hasta la muerte
Nuestros besos continuaron, esta vez mas apasionados. Mis manos en su cintura la atraían a mí, y ella respiraba muy agitadamente sin dejar de besarme. Hasta que se levanta y tomándome de la mano, me lleva hasta su cuarto.
Con la luz apagada nos abrazamos al medio de su cuarto, sintiendo nuestros cuerpos frotarse uno contra el otro. Mi mano descaradamente acariciaba su nalga por sobre su vestido, grande, carnosa, apetitosa luego fui buscando bajo su vestido hasta encontrar su piel desnuda. La acaricie suavemente, sintiendo como su piel se erizaba al contacto de mi mano. Mi hermana tenía una gran culo, muy ancha de caderas. Me deleite tocando ambas entre mis manos, apretándoselas, acariciándoselas en la oscuridad de su habitación. Le tome el vestido y se lo levante. No fue fácil pasar esas grandes nalgas por el, pero cuando a si lo hice, sentí sus dos nalgas al aire, expuestas sintiendo como las manos de su propio hermano, las recorrían , como jugaban con su calzón, metiéndose bajo este, sintiendo su piel erizada al contacto de mis caricias. Ojala mi mujer hubiese tenido unas nalgas tan ricas como las de mi hermana, que no dejaba de besarme ni un minuto, con sus manos sobre mi cuello, dejándose tocar.
Estaba nerviosa, pero excitada, todos mis movimientos fueron muy lentos, muy suaves, haciéndola sentir una deseable mujer. Nada me apuraba, nadie nos podía sorprender, teníamos todo el tiempo del mundo para descubrir nuestra sensualidad.
Desabroche su vestido y acaricie su espalda desnuda sin quitárselo. Raquel se estremecía a cada una de mis caricias, nerviosa, sin hacer nada, solo dejándose llevar. Atrás había quedado esa mujer de carácter fuerte y autoritaria, entregada completamente a su hermano, sumisa, sintiendo sensaciones nuevas, prohibidas. Sabía muy bien, por su carácter y su forma de comportarse y de pensar, que Raquel, en todos esos años de matrimonio, de seguro le había sido fiel a mi cuñado, no me cabía duda de eso, pero hoy, en la oscuridad de su cuarto, se entregaba en cuerpo y alma a otro hombre, a besos desconocidos, a caricias desconocidas y ese hombre era yo. Me deseaba, pero no sabía como actuar, temblaba de miedo, a pesar de su edad, pensando en lo que iba a pasar.
Me comencé a desabrochar la camisa y solté mis pantalones. Le tome su mano y la lleve a mi sexo. Al menor roce con este su mano quiso echar pie atrás, pero luego lo tomo muy suavemente, de una manera indescriptible, como midiendo todo el tamaño de la verga de su hermano. Dura, venosa, impaciente por actuar, mi verga se deslizaba entre sus manos que entrando un poco mas en confianza la acariciaba tiernamente, sin dejar de besarme.
Mis manos acariciaban sus grandes pechos aun tapados bajo la tela de su vestido. Bajaron hasta la base de este, y se lo fui sacando por sobre su cabeza, dejándola solo en ropa interior. Ella termino de sacarme la camisa y bajándome los pantalones que cayeron por su peso al piso.
Nos deslizaos a la cama, todo el cuarto oscuro, solo una leve luz de la luna que comenzaba a salir detrás de unos cerros, era testigo de lo que en ese cuarto iba a pasar.
Mi mano bajó por su vientre, suavemente, desviándose hasta sus gruesas piernas. Mi hermana reaccionaba a cada contacto de mis manos, cada nuevo lugar que era explorado venia acompañado de un escalofrío de parte de Raquel. Lentamente acariciando el interior de sus muslos, fui llegando hasta su entre pierna. Con suavidad comencé a acariciar esta tela, húmeda, seguramente por la excitación de ella al sentirse tocada por un hombre que no era su marido.
Lentamente mis dedos encontraron bajo esa tela dos prominentes labios vaginales, gruesos carnosos, deslizándose entre ellos, aun por sobre la tela, fácilmente reconocibles por lo delgada de la tela y lo grande que eran. Raquel respiraba con dificultad, exaltada. Sentía su cuerpo llenarse de nuevas y excitantes sensaciones. Era divina la forma como su hermano mayor la tocaba y la hacia sentir deseada.
MI mano buscó más allá y deslizando un poco la tela tuvo por primera vez contacto directo con el sexo de ella. Su zona púbica era muy poblada, pero con pelos muy suaves, cosa que siempre me gustó mucho de mis parejas, sus labios vaginales eran increíblemente gruesos, grandes carnosos. Mi dedo comenzó a acariciar esos labios y suavemente fueron presionando mas hasta que me encontré con una zona completamente mojada, la que acaricié una y otra vez, haciendo estremecer con espasmos a mi hermana, que ya gemía pausadamente, al mismo tiempo que movía suavemente sus caderas al ritmo de mi caricia.
Me incorpore , arrodillándome entre sus piernas, y juntándole las piernas comencé a arrebatarle esa prenda. Raquel topaba su rostro con sus brazos, quizás con un poco de vergüenza, pero no puso objeción ninguna a ese movimiento.
Siempre he sido un fanático del sexo oral, de hecho me considero un master en eso. Me excita sentir como una mujer se prende con mi lengua en su sexo, como puedo encontrar el punto exacto donde ella explota. Me aventuré a besar sus pies, chupando sus dedos, para luego ir besando su pantorrilla, sus muslos, hasta ir acomodándome en la mejor posición para mi propósito. Ella al parecer adivinó mis intenciones, me tomó de la cabeza, no me dejó y me hizo subir.
No me quedó más remedio que hacerme cargo de sus pechos. Hermosos, grandes, de pezones que parecían romper la tela. Diestramente lleve mi mano atrás y desabroche esa prenda, liberando las grandes tetas de mi hermana. Como un bebe me dedique a succionar sus pechos fuertemente, sacándole gemidos de placer a Raquel que me acariciaba el pecho y me cambiaba de posición mi cabeza para distribuir mis acarician entre ambas tetas.
Me moría de ganas de penetrarla, a si que me acomode entre sus piernas y mientras nuestros labios se juntaron, mis manos bajo sus nalgas , llevaban mi verga a la entrada de su sexo.
Ella se estremeció al sentir mi verga en esa posición, y bajando sus manas hasta mis nalgas , me presiono contra ella. Ya no había vuelta atrás, mi verga se fue abriendo paso en esa gran concha mojada, llegando hasta el fondo, sintiendo como ella disfrutaba al sentir invadida esa zona, por un hombre distinto a su marido.
La tomé de las nalgas y comencé a penetrarla una y otra vez, intensamente, hasta que ella olvidando todo comenzó a entregarse en fuertes gemidos que retumbaban por todo el cuarto.
Estuvimos mucho rato en esa posición metiéndosela suavemente, sintiendo como ella me apretaba con su sexo mi verga haciéndome sentir como si estuviese masturbándome. Nos colocamos de lado, sin dejar de tocar nuestros culos, siempre besándonos, sintiendo la rica lengua de mi hermana en mi boca, besando0 sus pechos, hasta que ella se separó un poco y bajó hasta mi vientre.
Me quedé de espaldas esperando que mi hermana continuara con esos besos que me daba en el vientre , los dirigiera hasta la cosa que acariciaba con su mano. Ella era un mujer tímida en la cama, seguramente esa noche estaba haciendo su mejor esfuerzo por complacerme, hasta que sentí unos suaves besos en la punta de mi verga.
Sentí como su boca se habría y casi sin tocarla, se iba metiendo mi verga a su boca. Se notaba su falta de experiencia, pero saber que era tu propia hermana la que lo hacía, era lo mas morbosos y placentero del mundo.
Solo duro unos pocos minutos haciéndome sexo oral, luego subió y me besó.
Mis manos no dejaban de manosear sus grandes nalgas, mucho mas grande y ricas que la de mi señora. La coloque boca abajo y me monte sobre ella. Notaba su miedo al sentir la verga de su hermano deslizándose entre sus nalgas, pero mi intención no era metérsela por ahí, no en ese momento al menos, solo quería sentir mi verga aprisionada en esas grandes masas de carne.
Le separé bien sus piernas y busque la entrada de su sexo, donde mi verga nuevamente invadió ese terreno. Mi mano bajo su vientre y comenzó a masturbarla mientras mi sexo hacía su trabajo. Ella gemía disfrutando, sintiendo como su hermano disfrutaba con su cuerpo y al cabo de pocos minutos, no aguantó más y comenzó a acabar. Me encantó sentir como su concha expulsaba como un grifo grandes chorros que me mojaban por completo. Me imaginaba sentir esa acabada en mi boca, era algo que no me podía perder, pero ya habría tiempo para entrenarla como a mi me gusta.
El cuarto poco a poco se había ido alumbrando por los reflejos de la luna que ya había salido. Poyado solo en mis brazos sin dejar de penetrarla podía ver claramente el cuerpo desnudo de mi hermana, sus anchas caderas, sus grandes nalgas bajo mi cuerpo me tenían loco, viendo como mi verga se perdía entre ellas haciéndonos gozar.
Me coloque luego a su lado y la abrace por detrás, recorriendo todo su cuerpo con mis manos, amasando sus grandes tetas, bajando por su vientre tocando su peludo sexo, me excitaba sentir mi mano, los abundantes pelos de su zona genital. Ella entregada completamente a las caricias de su hermano mayor solo echaba el cuerpo hacia atrás , buscando el mayor contacto con mi cuerpo.
Pero mi gran experiencia, apoyado de los tragos que habíamos bebido, me mantenía aun si acabar y con ganas de seguir disfrutando de mi hermana, por lo que separé sus nalgas y nuevamente la penetre lentamente por detrás.
Luego me di vuelta, dejando a mi hermana acostada de espalda sobre mí, besando su cuello y recorriendo cada parte de su cuerpo.
Siempre cariñoso, cuenca violento, fui disfrutando de toda su sexualidad. Con ella sobre mi cuerpo, con sus piernas completamente abiertas, mis dedos siguieron la tarea de masturbarla, hasta que sentí como su cuerpo se contorsionaba anunciando una nueva eyaculación. En ves de parar, acelere mis movimientos sobre su clítoris, mientras ella luchaba por no acabar, hasta que sin poder refrenarse mas, lanzo un gran grito y estruendosamente comenzó a descargarse, lanzando igual que la vez anterior un potente chorro que no cesaba de brotar.
Quedó completamente rendida de espaldas cobre mi cuerpo, tratando de recuperar el aire. Al tocar sus tetas, sentía como su corazón palpitaba a mil, y echando su cara hacia atrás, nos besamos sin cambiar de posición.
Luego costada a mi lado, siempre abrazándome y acariciando mi pecho, muy amorosamente me confesó que hace muchos años que no la hacían sentir mujer. Que esa noche era la primera vez que hacia sexo oral y que las relaciones con mi cuñado eran con suerte una vez al mes, en una forma tradicional, por pocos minutos. Que había olvidado que era sentir dos orgasmos una misma noche, y que de hecho, hacia mucho que no los sentía. Que mi cuñado era muy frió en la cama, que alababa mi forma de tratarla como mujer, como me había preocupado de hacerla sentir bien en todo momento y que a pesar de todo, no estaba arrepentida de haberse entregado a mi esa noche. Pero que estaba preocupada que yo no hubiese alcanzado mi orgasmo, a lo que respondí que sentir como ella acababa, era casi tan delicioso como tenerlo.
Se levantó al baño, cubriéndose, con vergüenza a que su hermano la viera desnuda, a pesar de todo lo pasado. Por lo que escuche, al parecer se lavó sus partes y volvió a mi lado.
Pasó un rato así, abrazada a mi, y viendo que mi verga no bajaba, suavemente me comenzó a masturbar, mientras me seguía diciendo lo mucho que me quería y lo especial en que se había transformado ese viaje. En un nuevo intento por complacerme, fue bajando hasta tener nuevamente mi sexo en su boca. Tratando de hacer lo mejor posible, se esforzó en hacerme sentir bien, aunque solo duró un rato.
Luego volvió a mi lado y me hablo de lo rara que se sentía haciendo eso. Que nunca se lo había echo ni a mi cuñado ni a ningún hombre y que disculpara si no lo hacía bien. También me confesó que le daba vergüenza que sus orgasmos fuesen tan impulsivos, pero yo al contrario, le dije que era una de las cosas que mas nos gustaba a los hombres, ya que así no había duda de que su gozo en la cama era real. Nos besamos y la monte sobre mi cuerpo. Me deleite con apretándole el culo, sintiendo como se ponía nerviosa y se movía cada vez que mis dedos acariciaban la entrada de su culo. Yo le pedía que se dejara llevar, que no haría nada que ella no quisiera.
Luego la penetre de la misma forma, dejándose llevar me daba besos en el cuello. La hice levantarse un poco, quería follarla mientras le besaba sus pechos, eran realmente grandes, exquisitos. Muchos más grandes y apetitosos que los de mí mujer. Me imaginaba lo que me pasaría al estar con ella, recordando el exquisito cuerpo de mi hermana.
Mi hermana terminó por sentarse completamente sobre mi, haciendo que mi verga se enterrara hasta lo mas profundo de su ser, mientras ya la luna me daba una completa imagen de su cuerpo, de sus grandes tetas moviéndose al compás de mis embestidas. Noté que ya estaba tomando el rumbo para un nuevo orgasmo y no podía dejar pasar eso sin degustar el secreto de sus entre pierna, por lo que cambiando de posición, la deje acostada de espalda en la cama y besando sus pechos fui bajando lentamente por su vientre. Ella nuevamente me impedía el paso cerrando sus piernas , pero pidiéndole que se relajara y que confiara en mi, me abrió sus piernas dejándome el camino abierto a mi ansiada búsqueda de su tesoro. Hábilmente comencé a besar el interior de sus muslos, luego el contorno de su sexo, sintiendo sobre mi rostro el abundante vello púbico. Ella estaba completamente nerviosa, a pesar de su edad, jamás un hombre le había echo algo parecido, se llegaba a contorsionar cada vez que mi boca se acercaba a su zona prohibida, hasta que mis labios suavemente besaron sus otros labios. Se estremeció al contacto y junto las piernas apretándome la cara, con maestría se las volví a abrir y suavemente continué mi afanosa tarea. Luego de un rato, mi lengua ya estaba en su interior y ella aun sin relajarse, se mantenía expectante a lo que estaba sucediendo. Pasó un buen rato, varias beses me pidió que me detuviera y que me subiera a penetrarla de la forma habitual, pero yo estaba embelesado con esa zona, y no me saldría hasta conseguir lo que había ido a buscar.
Ya su cuerpo se entregaba completamente a mis caricias y separando las piernas comenzó a gozar con la lengua de su hermano metida en sus partes íntimas. Su concha se fue mojando sorprendentemente, estilando de jugos de placer y moviéndose al compás de mis caricias. Ya estaba desesperada, un sin fin de placeres nuevos recorrían su cuerpo y me pedía entre gemidos que por favor parara, tratando de sacarme de ahí, pero yo no me detenía, al contrario, aumentaba mis caricias y mi lengua se metía mas adentro aun, entrando y saliendo mas rápido del interior del coño de mi hermana.
Ya sin poder aguantar mas, sus gemidos se callaron y luego con un gran quejido , sin poder contenerse mas explotó toda su pasión en mi boca, descargando litros de jugos vaginales los que fueron devorados pro mi, dejándome toda la cara mojada, pero que sin importarme bebí con gran placer. Sentir esa explosión en mi boca, como nunca antes la había sentido me llevo a mi también al clímax y apenas aguantándome, me abalance sobre ella y metiendo mi verga entre sus grande tetas me comencé a descargar copiosamente.
Las tetas de mi hermana quedaron embetunadas con mi semen, y al parecer eso la excitó más también a ella y se quejó estruendosamente, al parecer un segundo y rápido orgasmo.
Caí a sa lado y desesperadamente me beso, casi llorando, diciéndome que lejos era lo mejor que le había pasado en su vida. Nos quedamos abrazados, desnudos sobre la cama , hasta que el sueño nos venció y dormimos abrazados hasta el otro día.
Supuestamente al otro día emprendíamos el viaje de retorno a nuestros hogares, pero después de lo acontecido, ambos llamamos a nuestras respectivas familias avisando que nos quedaríamos un día mas. Ese día, parecíamos dos enamorados, besándonos a todas horas, tocándonos con ocasión, haciendo el amor en todas partes.
Ya de regreso a nuestro hogar, mi hermana a muy silenciosa durante todo el camino, esforzándose para hablar. A pocos kilómetros antes de llegar a casa, me dijo que teníamos que prometer que eso solo sería una aventura, un sagrado secreto entre nosotros y que lo que había pasado ahí, ahí moriría con la venta de la casa, no tocando nunca más el tema.