Viaje de placer

Este es mi primer relato, y espero que os guste. Durante el regreso de mis vacaciones con mi novio conozco a un chico negro que me dio un placer que no me imaginaba...

Viaje… de placer

Hola a todos, amigos lectores de Todorelatos. Me llamo Tania, 26 años, de Madrid, soy plenamente bisexual y muy aficionada a todo lo relacionado con el sexo, lo erótico, etc. Mido aproximadamente 1'60, rubia con el pelo rizado y delgadita, con un cuerpo bastante apetecible (aunque esté feo que yo lo diga).

La verdad es que me excita bastante leer las historias que cuentan los autores de esta página, llegando a masturbarme cuando estoy sola hasta que me corro como una loca leyéndolas o disfrutando de estupendas sesiones de sexo con el delicioso miembro de mi novio. Tal vez por mi afición a la lectura la verdad es que soy muy fantasiosa en la cama, cosa que a Nacho, mi novio, le encanta, y lo pasamos estupendamente imaginando situaciones diversas que hacen que a pesar de llevar juntos unos años la rutina no tenga cabida en nuestra relación. Somos muy abiertos de mente y hemos practicado en varias ocasiones intercambios de parejas, tríos, etc. Estos últimos tanto con hombres como, gracias a mi bisexualidad, con chicas.

Ya he dicho que me encanta leer las historias que se publican aquí, y por eso me he animado a registrarme y contar algunas de nuestras vivencias, empezando por la que nos ocurrió hace una semana cuando regresábamos de las vacaciones.

Como todas las parejas del mundo tenemos nuestros altibajos, pero no llegan a ser tan graves como para dañar nuestra relación, aunque últimamente habíamos atravesado un bache bastante grande debido a que a mi novio lo despidieron de su trabajo por un reajuste de personal y tuvimos que pasar una temporada cobrando el paro y con extras que ambos hacíamos en salones de celebraciones de bodas, etc., lo que hizo que no pudiéramos llevar el ritmo de vida que teníamos antes. Había que apretarse el cinturón y por eso no podíamos salir al cine o a cenar como a ambos nos gustaba hacer. La verdad es que durante ese tiempo Nacho siguió buscándose la vida hasta que finalmente, hace unos 4 ó 5 meses, le ofrecieron un puesto en una empresa con un sueldo bastante decente. Parecía que las cosas mejoraban, y por eso decidimos darnos el capricho de unas más que merecidas vacaciones en Marbella (en Málaga, sur de España, para los lectores que no sepan dónde ubicar esa localidad). No es que nos permitiésemos lujos, pero quizá fueron los mejores 15 días de nuestra relación. Pasábamos el día del apartamento a la playa y viceversa y por la noche salíamos a tomar una copa y a bailar. También descubrimos un par de locales de ambiente liberal donde conocimos a gente con nuestras mismas ideas y disfrutamos de deliciosas veladas de sexo.

Desgraciadamente todo lo bueno se termina, y llegó el momento de regresar a Madrid y retomar nuestra vida en la ciudad. El día que dejamos el apartamento decidí bajar a la piscina un ratito para darme un baño antes de emprender el viaje de vuelta mientras Nacho se encargaba de devolver las llaves, etc. Para ir más cómoda en el coche decidí dejarme el bikini, cubierta únicamente con una camiseta que dejaba ver mi culito cubierto con la braguita y un escote que dejaba ver el sujetador del bikini con algunos movimientos de mi cuerpo. Así emprendimos el viaje de regreso después de dar una última vuelta para no hacer el viaje con todo el calor de la tarde. Lo malo fue que nos cogió en plena operación retorno, por lo que decidimos hacer un viaje más pausado para no sufrir las aglomeraciones de acceso a Madrid, lo que hizo que se nos echase la noche encima y nos paramos en un área de servicio a cenar. Cuando entramos vimos que había varias personas en el interior, pero me llamó la atención un hombre negro que estaba en la barra.

Era muy alto, con un cierto parecido a Denzel Washington (actor que me encanta) aunque más musculazo, con unos brazos y un pecho bastante fornidos, lo que hizo que me pareciese hasta guapo. No pude evitar imaginar qué tamaño tendría su miembro, lo que hizo que empezase a notar cierta humedad en mi coñito, hasta que me di cuenta de que él también me miraba recorriendo mi cuerpo con sus ojos hasta que sonrió, contestándole yo con el mismo gesto.

Por puro azar el único hueco que había en la barra era justo a su lado, y allí nos pusimos mientras pedíamos. Mientras esperábamos a que nos atendiese la camarera Nacho me dijo que iba al servicio, dejándome sola en la barra al lado de aquel hombre. Podía notar como me seguía mirando, lo que hizo que me pusiese un poquito nerviosa, sobre todo cuando noté como su mano acariciaba mi nalga casi desnuda, rozando con su dedo el borde de la braguita. No me opuse a aquel gesto, e inconscientemente incluso eché un poco más hacia atrás mi culo para seguir notando su mano.

Eso terminó cuando Nacho volvió, aunque lo que no paró fue el estado de excitación que sentía. Aquel hombre me había puesto terriblemente caliente y necesitaba sexo con urgencia, que mi novio me follase como él sabe hacerlo para arrancarme un orgasmo tras otro. Cuando volvimos al coche me lancé a besarle como una loca, mientras pasaba mi mano por encima del bulto de su pantalón. Abrí la cremallera y saqué su polla, metiéndomela en la boca y comiéndosela con verdadero frenesí. Le oí preguntarme si aquel negro me había puesto cachonda, a lo que le contesté que sí sacándomela un instante de mi boca, diciéndome con placer que le encantaba que fuese tan zorrita.

Mientras se la chupaba sus manos no se habían estado quietas, despojándome de la camiseta y del bikini y dejándome totalmente desnuda, hasta que dejé de mamar y me subí sobre él para meterme su polla en mi coñito. Le cabalgaba con verdadera lujuria, sintiendo como sus manos acariciaban mis tetas y las apretaban pellizcando mis pezones. Lo que hizo que me corriese como una posesa fue darme cuenta de que el negro nos observaba a cierta distancia, sin perderse detalle de nuestro polvo, mientras se acariciaba la entrepierna. Debimos ofrecerle un espectáculo digno de la mejor película porno.

Cuando terminamos Nacho se quedó un poco adormilado en su asiento, así que decidí darle un poco de tiempo para que se recuperase y reanudar el viaje, aunque fui al baño para asearme un poco. Me puse nuevamente el bikini y la camiseta y salí del coche buscando el aseo. Al doblar una esquina de la gasolinera mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré de bruces con el negro. Nos quedamos mirándonos un instante que se me hizo eterno, sin palabras, hasta adelantó su cabeza y me besó. Pude notar sus labios en los míos, su lengua jugando con la mía en mi boca, y me abracé a él correspondiendo a sus besos con más pasión aún, notando su polla contra mi coñito a través de su pantalón. Me ponía cada vez más caliente y me abracé a él como un koala a un árbol, notando como sus brazos me levantaban del suelo, y sin dejar de besarnos me llevó hasta su furgoneta, acondicionada en su parte trasera con un colchón hinchable que hacía las veces de cama, por lo que me imaginé que debía realizar viajes largos a menudo.

Me quitó la camiseta y me dejó en el colchón, empezando a recorrer mi cuerpo con sus labios. Apartó las copas de mi sujetador, besando y lamiendo mis pezones que estaban duros como piedras. Mientras sus labios los atrapaban sus manos desataban las lazadas de mi braguita, quitándomelas y dejándome prácticamente desnuda. Sus dedos empezaron a rozar mi coñito mojado acariciando mi clítoris. Mis gemidos de placer debían oírse en kilómetros alrededor, pero lo mejor fue cuando el lugar de sus dedos lo ocuparon sus labios y su lengua. Aquel hombre sabía cómo comerse un coñito, y así me arrancó mi primer orgasmo corriéndome como una fuente en su boca.

Sin dejar de sentir los últimos espasmos de mi orgasmo empecé a desabrocharle su pantalón para disfrutar yo también de su polla. Cuando bajé su pantalón me quedé con la boca abierta al ver su tamaño. Había visto muchas pollas en mi vida, pero ninguna tan grande y gorda como aquella, y empecé a lamerla mientras le masturbaba con mi mano. Empecé a metérmela en la boca para chupársela, aunque sólo pude meterme una parte debido a su tamaño enorme. La notaba en mi garganta mientras mis manos acariciaban sus huevos, llenos de semen que quería sentir en mi interior. Me hizo parar y tumbarme en el colchón, bien abierta de piernas, y rozó su glande mientras yo le gritaba que por favor me follase, que quería sentir toda su polla, aunque me hizo sufrir un poco con el roce antes de empezar a metérmela. Estaba tan mojada que entró sin dificultad, sintiéndome plenamente llena. Empezó a moverse cada vez más deprisa, pudiendo oír el chapoteo de mis flujos, hasta que volví a correrme aullando de placer.

Sin sacármela me hizo ponerme a cuatro patas como una perrita, continuando con la follada que me estaba dando, hasta que noté sus dedos en mi culito. No era virgen, pero pensar en aquella inmensidad dentro de mí me hizo estremecerme. Pude notar como salía de mi coñito y rozaba mi hoyito trasero con su polla mojada de mis flujos. Apretó un poco y me metió su glande. Me dolió un poco, pero debió darse cuenta porque la sacó un poco para volver a intentarlo. Poco a poco iba entrando, dejándola para que me acostumbrase. Cuando ya por fin me relajé lo suficiente volvió a moverse, con su mano acariciando mi coñito a la vez, Me estaba volviendo loca de placer y llegué a pensar que me iba a acordar de aquella polla mucho tiempo. Así me arrancó otro orgasmo aunque no dejó de moverse hasta que noté que se iba a correr él también. Cuando noté que lo iba a hacer me moví un poco para sacármela y me puse a chupársela otra vez mirándole a los ojos con cara de viciosa hasta que se corrió echando leche a borbotones que intenté tragarme, aunque buena parte cayó sobre mis tetas y mi cara. Hice ademán de limpiarme un poco, pero me lo impidió diciéndome con una sonrisa que si era una zorra debía parecerlo también.

No suelo fumar, pero le di un par de caladas a un cigarro de marihuana que hizo mientras hablábamos un poco, diciéndome por fin su nombre y contándome un poco de su vida y sus viajes, hasta que le dije que debía volver con Nacho. Cuando intenté ponerme el bikini me lo quitó, diciéndome que se lo guardaba de recuerdo, y me dijo que no me pusiese la camiseta hasta que no me montase en nuestro coche. Antes de bajarme me hizo un par de fotos desnuda con su móvil. Me dijo que le gustaría que volviésemos a vernos alguna vez, así que intercambiamos nuestros números de teléfono y correos electrónicos. Volví a besarle y volví al coche, recorriendo desnuda la explanada del aparcamiento y contoneando mis caderas para que pudiese ver bien mi culito moviéndose.

Cuando llegué me di cuenta de que Nacho estaba despierto y me miraba con una sonrisa preguntándome si había disfrutado, a lo que le contesté que mucho. Sonrió de nuevo al escuchar mi respuesta y me besó antes de continuar el viaje, no sin antes volver a mamársela hasta que se corrió en mi boca, llenándomela con su leche. Me habían follado dos veces aquella noche, me habían roto mi culito y me habían llenado tres veces mi boca de leche, calmando a medias mi calentura. El resto del viaje lo hice completamente desnuda porque me dijo que quería verme así y que no me pusiese la camiseta. Cuando llegamos a casa no le dije nada, simplemente me puse en posición de perrita en la cama para que volviese a follarme, cosa que hizo en mi coñito y en mi culo hasta que se derramó en mi interior, quedándome dormida plácidamente después del tercer polvo de aquella noche.

Desde nuestro regreso retomamos nuestros quehaceres diarios, pero ya he recibido un par de mensajes del que ya considero mi negro. En próximas fechas pasará por Madrid y ya estoy deseando que llegue ese día para volver a disfrutar, aunque esta vez espero que Nacho también participe. Ya os contaré lo que ocurra.

Besos a tod@s de vuestra amiga,

Tania.