Viaje de negocios a Barcelona

Un cliente, me insta a ir con él a cerrar un trato muy ventajoso, pero por circunstancias de la vida, el no puede venir.

Desde hace unos años, mi esposa y yo trabajamos juntos. Somos unos pequeños empresarios, que nos dedicamos a asesorar a otras pequeñas empresas en temas de diversas índoles. Nuestros clientes, muchos de ellos lo son desde nuestros inicios, nos tienen en buena consideración. Hasta aquí todo normal, por decirlo de alguna forma.

Una empresa familiar, de las de mayor antigüedad en nuestra cartera de clientes, es también un negocio familiar en la que participan desde el abuelo, hasta los nietos, aunque quienes llevan realmente las riendas del negocio es el hermano mayor y su esposa. Y es de "su esposa" de quien quiero contar los hechos acaecidos recientemente.

Ella, Mari Carmen, tiene mi misma edad, 45 años. Eso sí, muy bien llevados, a pesar de sus dos maternidades. Sabe cuidarse y acude de forma regular al gimnasio y aprovecha para desplazarse a realizar distintos trabajos por el pequeño pueblo donde reside, la bicicleta. Vista por detrás, mas parece una niñita de dieciocho o veinte años, que una señora de 45. Su altura ronda el metro sesenta y ocho, unos 50 kilos, sus piernas son largas y muy bien torneadas y terminan en un "culito" firme, redondo, muy proporcional al resto de su cuerpo. Su cintura estrecha y bien perfilada. Su vientre liso totalmente. En algo han de notarse las horas en el gimnasio y pedaleando por todo el pueblo. Sus pechos, no son grandes, pero tienen ese "saber estar" allí donde están. Su forma de vestir, habitualmente, no hace que los hombres lancemos pétalos de rosa allá por donde pasa. Habitualmente. Ocasionalmente, le da por vestir como cualquier jovencita de la edad de su hija, quizá incluso con la ropa de su propia hija. Entonces, con esos pantaloncitos cortísimos y ajustadísimos, que dejan a la vista de todo el mundo esos "cachetes" preciosos y duros que posee, o unas minifaldas que provocan la envidia de muchas jovencitas y miradas lujuriosas a todos los hombre, y acompañadas con esas blusas ceñidas totalmente a sus pechos, que los hacen mas grandes y deseables de lo que en realidad son.

Por mi parte, no soy precisamente de los denominados "metro sexual". Pero tampoco soy un adefesio, vamos. Tengo mi puntillo de atractivo. Según me ha dicho alguna mujer, tengo un buen tipo y no soy en absoluto el prototipo de "cuarentón" con barriga que le impide verse los pies, alopécico y con pinta de baboso cuando tiene cerca una mujer atractiva. Pero en este caso, yo no tengo mucha importancia. Vayamos a lo que interesa.

Como ya he comentado, los clientes que componen nuestra cartera, nos tienen mucha confianza en cuanto a nuestros asesoramientos. Casi diría que de cualquier índole, siempre en el ámbito profesional, naturalmente. Esta empresa familiar no es una excepción. En numerosas ocasiones, he tenido que acompañarles a negociar créditos y líneas de descuento de papel comercial, y un largo etc. La semana pasada, también habíamos quedado para el jueves. Debíamos ir a Barcelona a negociar la compra de una importante partida de género, procedente del norte de África.

Inicialmente, debíamos ir Mari Carmen, su esposo y yo. Pero a última hora, Mariano, el esposo, tuvo que cambiar de planes, debiendo salir precipitadamente hacia Londres, en vísperas del viaje a Barcelona, debido a un accidente sufrido por un camión que debía llegar a Mantchester, con una partida de género para ese mercado, delegando en su esposa, Mari Carmen y en mí, toda la responsabilidad sobre la negociación de la importación. Una llamada telefónica a última hora de la víspera a nuestro viaje a Barcelona por parte de Mari Carmen, me puso al corriente y nos citamos en una cafetería de un área de servicio de la autovía, a las 8:00 AM, ya que la reunión de trabajo la teníamos dos horas mas tarde. Con suerte, posiblemente estaríamos de vuelta en casa a la hora de comer.

A la hora concertada, estaba terminando de tomar un desayuno inglés. Apareció Mari Carmen y... se me cayó la tostada con mermelada de la impresión que me causó. Su pelo suelto y totalmente ondulado, levemente maquillada y un vestido típico veraniego de los denominados "ibicenco", pero en lugar de llevar la típica falda larga hasta los tobillos, apenas le bajaba 30 cm de la cintura. El top, dejaba al descubierto su leve cintura, donde se apreciaba el moreno de su piel, logrado en las piscinas municipales de su pueblo. En sus pies, unas frescas sandalias de cintas que subían a lo largo de sus pantorrillas, bronceadas al igual que la mayor parte de su cuerpo. Los camareros y los parroquianos del establecimiento, quedaron en silencio mientras cruzaba dirigiéndose hacia la mesa donde me encontraba.

Caballerosamente, me levanté acercándome a su encuentro, y extendiendo mi mano derecha a modo de saludo, me dirigí educadamente con el típico "buenos días, ¿quieres desayunar alguna cosa?".

Nó, muchas gracias – me contestó - ya desayuné en casa, antes de salir.

Bien, entonces no nos demoremos más, pago y salimos rápidamente- contesté.

Abonando la consumición por mi parte, salimos al exterior, donde nos acercamos a un precioso Alfa Romeo GT pateado, propiedad de "mi clienta".

Ángel, ¿te importa conducir?, yo no se circular bien por Barcelona y... conducir me aburre, ya sabes... –dijo, pasándome la llave de coche.

Bien, vamos allá. Que conste que nunca he llevado un coche con cambio de marchas secuencial en el volante. Espero no hacerlo mal.

Verás que es muy sencillo... hasta yo soy capaz de llevarlo- contestó al mismo tiempo que soltaba una cantarina risita.

Durante el viaje, concretamos varios conceptos sobre las negociaciones que debíamos llevar a cabo en Barcelona y, apenas sin darnos cuenta, estábamos entrando por la Avenida Diagonal, con un tráfico endiablado, como de costumbre en esta ciudad. Llegamos a nuestro destino, apenas 5 minutos antes de la hora de nuestra entrevista, haciéndonos pasar, una eficiente y guapísima secretaria, a una gran sala de juntas.

Instantes más tardes, entraron 4 ejecutivos, todos ellos con trajes oscuros, camisas blancas, encorbatados y con el pelo engominado. Tras la presentaciones de rigor, tras una leve exposición de las características del género a comprar, nos dieron un precio unitario, que encajaba dentro de nuestros márgenes. Ofrecí un precio de 15 céntimos de euro por kilo inferior al indicados por ellos. Se cruzaron sendas miradas, y aceptaron el precio sin disminuir la calidad del género, obviamente. Diez minutos más tarde, estábamos leyendo las condiciones del contrato y firmando el mismo por ambas partes. Nos despedimos y salimos a la calle. Habíamos hecho un buen negocio y en apenas 30 minutos.

Nos dirigimos a una cafetería próxima, donde pedimos un consumición. Nos sentamos en una pequeña mesa-velador en un rincón apartado. Sin ninguna premeditación. Sencillamente, era la única disponible. Tras unas risas, mostrando nuestra alegría por el éxito de las negociaciones y firma del contrato, nuestra conversación cambió a temas más genéricos. Mari Carmen manifestó un pensamiento en voz alta:

Ahora tenemos que volver a casa, y yo sinceramente, no tengo ganas de encerrarme en el despacho nuevamente. Me apetece mucho pasear por Barcelona y hacer alguna cosa "loca". Algo que sea distinto a lo que hago normalmente en el pueblo. ¿Tienes prisa en llegar a casa?

Yo también tengo bastante trabajo en el despacho – le contesté- Pero hoy, al no saber como nos irían las negociaciones, calculé que llegaríamos a casa tarde. Así que... estoy a tu entera disposición.

¡¡Estupendo!!... Me alegra que tú también tengas tiempo hoy. Hemos tenido suerte con el inesperado viaje de Mariano. Si él hubiese venido con nosotros, estaríamos ya dentro del coche de vuelta para casa. Es de un aburrido... Siempre pensando en el trabajo.

Bien Mari, ¿Qué te gustaría hacer?

No sé... hacer un viaje en el metro... Visitar alguna "tienda" donde las mujeres casadas no vamos con nuestros maridos... hacer alguna locura por la ciudad.... aquí no nos conoce nadie y podemos pasar desapercibidos...

Pues dime por donde quieres empezar...

¿Qué me propones hacer primero? – me dijo, con un brillo muy intenso en sus ojos y una voz tan sensual que me erizó el vello de todo el cuerpo. Esperó mi contestación humedeciéndose los labios de forma erótica con la lengua, poniendo al mismo tiempo su mano derecha sobre mi pierna izquierda, muy, pero que muy cerca de mis "atributos". Tras aguantar su mirada y tratar de ver sus pensamientos y, jugándome a una sola carta, puse mi mano derecha sobre su pierna desnuda y al mismo tiempo que la desplazaba lentamente bajo su escueta faldita, le pregunté

¿Te gusta el "morbo"?

Siii – Me contestó

¿te gusta el exhibicionismo?

Mmmm... conscientemente, no lo he hecho nunca, pero...

¿Te atreverías a llevar a cabo mis propuestas? –la interrumpí

Ponme a prueba. – Contestó de forma retadora

No imaginas que te quiero proponer que hagas

Haré lo que me pidas, te lo aseguro.

Bien, veamos si es verdad – dije al mismo tiempo que mis dedos alcanzaban la blonda de sus bragas- Esto que estoy tocando... quiero verlo en tu bolso... intuyo que el sujetador va a juego, así que lo quiero ver también en tu bolso... vete a los servicios y quítate ambas prendas. Ahora.

Con su rostro ruborizado y, sin mediar palabra alguna, se levantó, tomó su bolso y se dirigió a los lavabos del establecimiento, no sin antes dirigirme una mirada de zorra en celo que hizo que mi pene empezara a endurecerse. Yo también me dirigí al lavabo de caballeros, y rápidamente, me despojé de mis calzoncillos. A mí también me va eso de ir sin ropa interior. Salí rápidamente y volví a "nuestra mesita-velador"

En los cinco minutos que escasamente estuvo en los lavabos, tracé un plan para las próximas horas. Pero primero debía hacer que se pusiera lo más caliente posible.

Mari Carmen, volvió a sentarse frente a mí, dejando su bolso sobre la mesa abierto, donde se podía ver su sujetador perfectamente doblado y su "tanga", a juego con el sujetador, también perfectamente doblado, pero con la particularidad, que la parte que había estado instantes antes en contacto con su "intimidad", tenía un color grisáceo, por los efluvios vaginales que habían empapado ese trocito de tela.

Nos vamos de aquí ahora mismo, que tenemos que hacer realidad alguna de tus "fantasías"

¿Dónde me llevas? – preguntó

Enseguida te lo diré. Pago la consumición y comenzamos la "sesión".

Mmmm... Me tienes sumamente intrigada...

Y por lo que he podido apreciar, te empieza excitar la experiencia. Espérame aquí, pago y vuelvo.

Bien.

Me dirigí a la barra, y mientras el camarero cobraba la cuenta, tomé un plano de la ciudad de Barcelona, donde aparecen la ubicación de tiendas de todo tipo y las líneas de metro. Localicé un Sex Shop y grabé en mi memoria la línea que debía de tomar, así como las estaciones. Calculé unos 20 minutos de trayecto. Suficiente para empezar el calentamiento.

Volví a la mesa donde se encontraba ese delicioso bomboncito relleno de "licor", que tenía previsto comerme...

Salimos a la calle, y nos dirigimos hacia una entrada de metro más próxima. Mari Carmen me tomó la mano y caminaba nerviosa, tratando que la brisa no le levantase su faldita.

No te preocupes por la faldita. Recuerda que ha empezado tu día de "locura desenfrenada"

Dios mío, me siento como una "fulana" ahora mismo.

Es lo que deseas, sacar de tu interior esa "putilla" que llevas dentro. Demuestra a todo el mundo que te gusta lucirte, seducir... siente las miradas de los hombre, cómo te desnudan, cómo te desean...

Siiii... me siento una puta.... y me está gustando.

Bajamos a los andenes del metro, y fuimos en busca de la línea que nos interesaba. El andén estaba a rebosar de gente. Nos ubicamos en primera fila. La llevaba tomada por su cintura. Estaba acariciando su piel suave, deliciosamente suave. Su pecho derecho, totalmente libre del opresivo sujetador, hacía presión contra mi costado. Juraría que podía notar en esos instantes su pezón, totalmente empitonado, clavándose ente mis costillas. Llegó el tren. Tras salir una parte importante de gente, comenzamos a entrar. Nos ubicamos en el lado opuesto a la puerta por donde accedimos e hice que apoyara su espalda contra la puerta bloqueada allí situada. No esta dispuesto a compartir ese bomboncito con nadie. Me la quería disfrutar yo solo. Nuestros sexos estaban pegados totalmente sin esfuerzo por nuestra parte, gracias al personal que nos oprimía. Mi mano izquierda ceñía su cintura, y la desplazaba por su costado hasta el nacimiento de sus pechos. Mi mano derecha, acariciaba sus duros glúteo, buscando el próximo final de su escueta mini falda en busca de acariciar su piel, aprovechando el anonimato y la situación. Ella, tampoco estaba quieta. Me desbrochó varios botones de la camisa y con ambas manos acariciaba mi pecho, jugando con mis pezones, después de haber ensalivado sensualmente sus dedos. Acercándome a su oído, y aprovechando para morderle sensualmente el lóbulo de su oreja, le dije:

Levanta tu pierna derecha y actúa como mejor te plazca... comienza a disfrutar.

Alcanzado mi primer objetivo, su muslo, deslicé mi mano hacia su "cachete", comenzando a acariciarle su cerrado ano, que reaccionó instantáneamente, apretando y soltando sus músculos. Continué mi exploración alcanzando unos labios vaginales totalmente abiertos y empapados de sus flujos, como si fuera una rosa cubierta de rocío. No me quería perder la expresión de su cara. La miré directamente a los ojos. Su boca estaba entre abierta, su respiración agitada, su nariz respingona, se ensanchaba y estrechaba acompasada con su respiración, los latidos de su desbocado corazón podía sentirlos en mi pecho, estaba alcanzando un clímax que nunca había experimentado y que no podía exteriorizar por el lugar donde estábamos. Por mi parte había introducido dos dedos en su vagina y con el pulgar acariciaba su ano, cada vez más relajado y aceptando más y más el invasor que trataba de conquistar un rincón de su cuerpo jamás explorado.

Estaba próxima a su primer orgasmo del día. Mirándonos a la cara en todo momento, sus labios, carnosos húmedos y sensuales, repetían una y otra vez, sin articular palabra alguna "NO PARES... NO PARES".

De pronto sus manos me tomaron por la nuca y nuestras bocas chocaron brutalmente fundiéndonos en un beso que ahogaba su grito de placer y que puede escuchar perfectamente muy dentro de mí, al mismo tiempo que mi mano derecha, aprisionada fuertemente por sus muslos, recogía una cantidad tal de flujos de amor, que casi pensé que en realidad se estaba orinando.

El viaje había pasado en un suspiro. Teníamos que bajarnos en la próxima parada. El convoy llegó a los andenes de la estación y accedimos a las escaleras para salir al exterior. La miré a la cara, que estaba con un rubor intensísimo, y una expresión como de "Es increíble lo que acabo de hacer"..

¿Qué tal el primer asalto? –la interrogué.

Dios mío, nunca he sentido algo tan intenso como hoy... no me explico como no he gritado como una posesa. Soy muy gritona en la intimidad ¿sabes?

¿Has disfrutado?

Sí, como una loca

Pues, vete preparando, vamos a por el segundo "asalto"

¿Qué te propones hacerme?

Ahora lo verás.

Estábamos subiendo las escaleras para salir nuevamente a la calle y me percaté que tras nosotros subían tres o cuatro estudiantes, remoloneando, intentando ver qué se encondía bajo la "mini" de Mari Carmen.

Agáchate un poco Mari- le ordené.

¿Por qué?

Que te agaches te digo, ya lo verás.

Siguiendo mi orden de forma sumisa, empezó a tocarse los lazos de una de sus sandalias, y yo aproveché para poner una mano en su culo y subir un poco su faldilla, lo suficiente para que los "mirones", pudiesen contemplar a placer las intimidades que allí se ocultaban

¡Dios que culo y que pedazo de chocho! ¡Está buenísima la tía! – fueron los comentarios de los estudiantes.

Con lo que no había contado, es que al estar agachada y con ambas manos jugando con los lazos de la sandalia, al personal que estaba bajando por las escaleras, les estaba dando un espectáculo divino, al mostrarle sin ningún tipo de cortapisas sus pechos, provocando un pequeño revuelo, entre el personal masculino allí presente y algún comentario soez por parte de un par de señoras que debía ir a alguna iglesia.

Menuda guarra, enseñando todo en medio de la calle... y él, un cornudo. Pobre, con una mujer así, no sé como aguanta...

Sí, una cualquiera. No, si está el mundo volviéndose loco..

Continuamos nuestro ascenso hacia la calle, y crucé una mirada con los estudiantes, quienes me hicieron un gesto con el puño cerrado y el pulgar hacia arriba y pude leer en los labios de uno de ellos "gracias". Uno de ellos acercándose a mí, me dijo:

Dale un buen polvo de mi parte ...

Me limité a guiñarle un ojo. Finalmente conseguimos salir a la calle. Me oriente en unos instantes, y asiendo a mi "musa" por la cintura, dirigimos nuestros pasos calle arriba, en busca de mi según objetivo del plan.

Llevas la mano totalmente mojada.-Me comentó

Normal, con "el regalo" que me has dado en el metro... has tenido una intensa eyaculación...

Me ha excitado muchísimo, por el lugar, sentirme desnuda sin mi ropa interior, por el peligro de ser descubiertos, por el morbo... no sé, ha sido divino, de verdad. ¿Dónde vamos?

A una tienda a la que "nunca irás con Mariano".

Me asustas... y haces que me sienta muy excitada y distinta de cómo soy en realidad...

Te equivocas preciosa... ahora te has quitado tu máscara y te muestras realmente como eres... o cómo te gustaría ser en realidad.

Me gusta sentirme así... vayamos a esa tienda.

Ya hemos llegado, aquí es.

Bajamos unas pocas escaleras hacia el semisótano y accedimos al interior. Cientos de juguetes eróticos de todo tipo, de ropa, de complementos... todo un bazar del sexo y para el sexo. Mari Carmen, miraba todo... se comportaba como una niña pequeña en una juguetería en víspera de Reyes. Tanto es así, que sin proponérselo, al ponerse en cuclillas, mostró a todo aquel que quiso mirar su chochito, perfectamente cuidado, con la cantidad de vello suficiente para disfrutarlo en estado puro. No había tenido oportunidad aún de verlo y eso me provocó una reacción instantánea y que muy mal podía disimular al no llevar ropa interior yo tampoco. Percatándose de ello y sin moverse de la posición en que se encontraba, se relamió golosamente diciéndome

"Eso" que tienes ahí escondido... ¿ lo podré disfrutar?

Sí, si así lo deseas... y te aseguro que antes de disfrutarlo, me lo vas a pedir por favor que te deje jugar con "él" – le contesté al mismo tiempo que extendí mi mano para que se levantara - Ven quiero comprar una cosa.

Nos dirigimos a unos estantes, donde había una amplio surtido de bolas chinas. Miré una cuantas y finalmente me decanté por una ristra de 4 bolas unidas por una fina cadena metálica. Curiosamente las tres primeras bolas tenían un diámetro de unos 4,5 cm y la última de unos 2,5 cm estando ésta última a mayor distancia que las otras tres, rematando con un trocito mas de cadena y una anilla del mismo material.

Aboné el importe a una de las cajeras y cambié un billete de 20 euros en monedas de dos euros. Mari, me miró de forma interrogante al no comprender mi actuación con la cajera.

¿Has visto alguna película porno?

No, nunca.

Ven, vamos a ver una

¿Ahora? ¿Dónde?

Acompáñame y lo veras.

Nos dirigimos a las cabinas que había al fondo del sex shop y entramos en una, totalmente al azar. Era un habitáculo pequeño y estrecho, con una pequeña tele de 18 pulgadas y una banqueta de una sola plaza... Me senté la banqueta y senté a Mari Carmen sobre mis piernas, con cada una de sus piernas a cada lado de las mías, quedando su culo y su coño en el aire al abrir yo mis piernas.

Introduje varias monedas de 2 euros en la ranura y automáticamente aparecieron en la pantalla las imágenes de una mujer, dando unos gritos de placer descomunales, mientras era taladrada por dos enormes pollas negras como el carbón, atacándole una el ano y la otra la vagina. Mari carmen miraba la pantalla como hipnotizada. Yo, comencé acariciando su vulva con una mano, que no había dejado de estar húmeda en ningún momento y con la otra, bajé su top y le acariciaba los pechos, que estaban suaves y tungentes, como si nunca hubiesen amamantado a bebé alguno. Sus pezones, estaban tan duros y grandes como un garbanzo. Su respiración, cada vez se hacía más rápida, su excitación cada vez mayor. A pesar de haber tenido un intenso orgasmo en el metro, su calentura no había disminuido. Todo lo contrario. Cada vez era mayor. Ese precisamente era mi plan. Mis caricias cada vez mas intensas, centrándose ahora en sus pezones y en su clítoris. La humedad de su vagina cada vez mayor, con ligeras convulsiones de su cueva de amor y con espasmódicos movimiento pélvicos que buscaban un contacto más directo en alguna parte de su entrepierna. Dejó caer su cabeza hacia atrás, apoyándola en mi hombro. Sus suspiros, cada vez más notorios y sonoros, su lengua mojaba sin parar sus labios y su labio inferior era mordido cada vez que una oleada de placer le llegaba a sus partes íntimas.

No puedo mas... aaaaah... por favor, no me desesperes , necesito algo dentro de miii...por favoooorr... hazme... hazme tuyaaa aquí.... aaaaaahh... ahoraaaaaah

Tus deseos van a ser cumplidos... disfruta... tu placer en estos momentos es mi placer

Saqué las bolas chinas de la bolsa, donde las había colocado la dependienta sin ningún tipo en caja ni envoltorio, siguiendo mis instrucciones. Calenté con la mano un poco la primera y se la froté en la entrada de su vagina, quedando impregnada de sus flujos casi de forma instantánea. Con una ligera presión, fue engullida inmediatamente hasta lo más profundo de esa gruta maravillosa. Comencé jugando, con leves tirones que hacía que la pesada bola recorriese sus entrañas, produciéndole un intenso placer. Le introduje una segunda, continuando con el juego de tirar y su músculos vaginales engullir... finalmente introduje la tercera, quedando colgado un lago trocito de cadena con la cuarta bola, la más pequeña de la ristra. Su excitación era tal, que percibía perfectamente, como su vagina destilaba flujos, que goteaban de forma constante y continuada hasta el suelo. El grado de placer que estaba alcanzando era máximo. Finalmente, esa cuarta bola, que se encontraba impregnada de zumo de placer, lo fui dirigiendo podo a poco hacia su ano, empezando a relajarlo con ligeras presiones, cada vez más profundas. Estaba sumamente relajada, dentro de las circunstancias, y su virginal ano dilataba cada vez más, siempre ayudado por ese maravilloso lubricante natural que son los flujos vaginales de una mujer en un grado supremo de excitación. Una última presión en el ano y la cuarta bola fue engullida hasta lo más profundo de su entrañas, al mismo tiempo que todo su cuerpo se tensó y de lo más profundo de su pecho salió un grito ensordecedor, que quedó "disimulado" con los que se oían de las distintas cabinas. Lo que sí pude oír perfectamente, fue el chorro de flujos vaginales chocando con violencia contra el suelo, a pesar del "tapón" que portaba en su vagina formado por tres bolas metálicas. Su cara en esos momentos, perladas de pequeñas gotas de sudor, con los ojos cerrados, su respiración, poco a poco más pausada, y relajándose del brutal orgasmo que acababa de disfrutar, tenía una expresión de total felicidad tras e intenso placer de que había disfrutado. Pasados unos minutos, cuando su ritmo cardiaco se había normalizado, se giró hacia mí y nuestros labios se unieron de forma pausada, nuestras lenguas jugaron de forma pausada, disfrutando de un profundo y húmero beso, como si de alguna forma quisiera volver a la normalidad.

La pantalla del televisor, hacia ya un rato que se mostraba totalmente negra. Mari Carmen hizo un amago de buscar la anilla para sacar de sus entrañas la ristra de bolas chinas. La detuve de sus intenciones y la besé nuevamente.

Deja todo como está, no te preocupes.

¿Y tu?... yo he disfrutado ya dos veces de una forma brutal, principalmente esta última. Jamás había tenido un orgasmo tan fuerte e intenso... no sé si ha sido uno muy largo e intenso o cien muy intensos y consecutivos... aún me tiemblan las piernas... pero tu aún no has terminado ninguna vez... y te siento grande, muy grande y muy duro

Sí, como tú dices estoy a tope. Pero tranquilízate, mi momento ya llegará. Y tu también lo vas a disfrutar. Vamos a tomar algo... estoy sediento.

Espera, que me saco las bolas

No, si no te molestan no te las saques aún. Sigue disfrutando

Pero me siento llena, totalmente llena y...

Relájate y disfruta hoy es tu día de "locuras" y me has asegurado que me obedecerías sumisamente en todas mis órdenes.

Está bien... confío en ti

Por Dios, mira que hora es, son casi las dos de la tarde y aún no hemos comido. Vamos a buscar un restaurante y comemos.

Preferiría algo más rápido... para tener más tiempo para "disfrutar" con tus "ordenes"

Pero mira que me estás saliendo zorra...

Nos dimos unos "piquitos", adecentamos nuestro ropa, y salimos ambos con cara de póquer y abrazados como si de dos alocados jovenzuelos fuéramos.

Pronto encontramos un pequeño y rústico bar donde había una gran cantidad y variedad de tapas. Hicimos una selección y con una cervezas, llenamos el estómago en poco rato, disponiéndonos a continuar con nuestra andanza sexual por la ciudad de Barcelona.

Nos encaminamos hacia el Parque Guell, diseñado por el genial Gaudí. Mi intención era hacer que camináramos y producirle a Mari Carmen constantes oleadas de placer producidas por la acción de las bolas chinas que llenaban sus dos agujeros. Tal como había pensado, periódicamente notaba la presión de sus brazos sobre mi cuerpo al tener un orgasmo tras otro. Daba la sensación que andaba desnuda, ya que sus pechos se marcaban intensamente a través de la fina tela blanca de su top. Llevaba aproximadamente 5 horas, recibiendo constantemente estímulos externos e internos que la excitaban constantemente. Me percaté que la parte interior sus muslos, tenía marcadas unos delatores chorretones brillantes y húmedos... No era otra cosa que sus fluidos vaginales que chorreaban por sus muslos, prueba del intenso placer que estaba sintiendo. Nos sentamos unos instantes en un banco y con unos pañuelos de papel, procedía asearle los muslos un poco... eso ya era llamar demasiado a atención.

Comenzamos a caminar nuevamente y llegamos a las inmediaciones del hotel Park Putxet, cercano al Parc Guell, por donde habíamos estado paseando la última hora.

Mari Carmen, vamos a seguir disfrutando, pero ahora yo también quiero "mi premio"

Perfecto. Quiero devolverte solo una pequeña parte del placer que me estás dando... Todo no puedo, no tengo la imaginación y las ideas que tu tienes... yo soy más "clásica", por decirlo de alguna forma.

Descuida bonita, te aseguro que yo también me llevaré lo mío y tú vas a continuar disfrutando un buen rato más.

Entramos al hotel Putxet, y pedimos una habitación doble. De forma solícita y eficiente rellenaron nuestra "ficha" y nos entregaron la llave. Nos preguntaron por nuestro "equipaje". Comentamos que lo teníamos en el coche, aparcado unas calles más abajo y que de momento queríamos subir a la habitación para asearnos un poco. Nos dirigimos al ascensor, que nos esperaba con las puertas abiertas. Pulsamos el número 2 y en cuanto se cerraron y quedamos solos, Mari carmen, apretando fuertemente sus muslos, lazó un gemido de placer desde lo más profundo de su garganta.

Dios mío... otro más... y este ha sido brutal.... aaaaaaahh.... Dios, Dios que gusto mas enorme... He tenido más placer en las últimas horas contigo que desde el día en que perdí la virginidad hasta ésta mañana cuando me he levantado.

Eso quiere decir que ayer Mariano te dio un buen meneo, ¿no?

Sí, pero lo único que consiguió fue llenarme la vagina de aire... ni siquiera se corrió dentro... lo hizo sobre pis pechos. Ni me enteré. Hace meses que no me entero de nada con él.

Estábamos en la puerta de la habitación. Accedimos al interior, cerrando la puerta.

Si me permites, entraré un momento al lavabo- me comentó

Espera un instante... túmbate en la cama, te quitaré las bolas

Sí, gracias

Tiré suavemente de la anilla que quedaba en el exterior, muy pegada a la estrella que se dibujaba en su ano. Comenzó a asomar poco a poco la cadena. Su ano se oponía a que sacase la bola de su interior. Maria Carmen, comenzó a respirar agitadamente, ya que con los movimientos, las bolas cobraban vida propia y producían movimientos gracias a los contrapesos que almacenan en su interior. Estaba a punto de tener otro sonoro orgasmo. Vencía la resistencia de su ano y la bola mas pequeña apareció en el exterior con un sonoro "PLOP". Continué tirando de la anilla y a través de sus labios vaginales, comenzó a asomar otra bola. Estaba muy brillante y resbaladiza. Cuando salió totalmente de su interior, de su vagina comenzaron a salir espesos y gruesos hilos que se estaban depositando sobre la colcha de la cama. Con la salida de cada una de las bolas, se vio compensada con sucesivos orgasmos de distinta intensidad. La mancha producida por sus flujos, cada vez tenía un mayor tamaño.

Viéndola así, tendida en la cama, la falda enrollada en su cintura, sus piernas ligeramente flexionadas y dejando totalmente expuesta su vulva, mientras con sus manos, se producía un suave masaje en sus pechos, cuyos pezones, totalmente empitonados, se dejaban ver oscuros y arrogantemente tiesos, a través de la leve tela blanca de su corpiño, me entraron una terribles ganas de penetrar así mismo, sin ninguna compasión, hasta inundad su húmeda gruta con unos contundentes chorretones de semen, que desde hacía horas, luchaban por salir de mi pene. Pero aún no era el momento. En mi mente aún tenía que disfrutar más.

Ya relajada, se levantó y se dirigió ala aseo, cerrando la puerta tras de sí y atrancándola con un pequeño cerrojo. Escuchaba como corría el agua de la ducha. Realmente hacía mucho calor en Barcelona. Un calor húmedo y pegajoso. Todo lo contrario al de las poblaciones donde ambos vivimos. Unos minutos mas tarde, salió totalmente desnuda. Por primera vez, podía apreciar todo su cuerpo totalmente desprovisto de ropa. No se había secado. Su piel, totalmente perlada por pequeñas gotas de agua daba la sensación de que la Naturaleza lo había hecho para ser gozado con plenitud. Por primera vez, me percaté que en su bronceado cuerpo no había ni una sola marca de bañador. ¿dónde tomaba el sol totalmente desnuda?... Posiblemente en la terraza superior de su chalet...

Me levanté del sillón y me dirigí al baño. Mi vejiga estaba a rebosar y mi camisa pegada a mi cuerpo por el sudor. Al entrar en el baño, miré todos los rincones, y tras la puerta. Sí allí estaban los dos albornoces, perfectamente plegados, uno al lado del otro en la parte superior del perchero. Me di una reconfortante y rápida ducha. Tampoco me sequé, dejando que el agua de mi cuerpo, se evaporara poco a poco, notando una agradable sensación de frescor. Mi pene, a pesar de la ducha y de la acción del agua fría, seguía totalmente firme y duro. Tomé ambos albornoces y saqué los cinturones llevándomelos a la habitación.

Allí estaba Mari Carmen deliciosamente desnuda, mostrándose sin ningún tipo de pudor. En la misma postura que antes de ir a ducharme. Casi dormida en el centro de la enorme cama. Por primera vez, acaricié su cuerpo. Comencé en su barbilla y fui bajando poco a poco por su cuello, por sus pechos, donde me entretuve unos deliciosos instantes, suaves como la piel de una nectarina recién cogida del árbol, donde destacaban unos pezones erguios orgullosamente del tamaño de un garbanzo y duros como el granito. Continué mis caricias a través de su liso vientre, hasta llegar un "monte de venus" con un vello primorosamente recortado. No quise entretenerme en su vulva, ya que hubiera sido mi perdición. Seguí acariciando sus muslos fibrosos y musculosos forjados por la gimnasia y la acción del pedaleo en la bicicleta. Finalmente alcancé sus pies, pequeños, delicados, bien cuidados. Acerqué mi boca a sus dedos y me los introduje en la boca, comenzando a jugar en ellos con la lengua, consiguiendo arrancar de su somnolencia y relajación a Mari Carmen. Ronroneando como una gata en celo, pude apreciar como su vagina comenzó nuevamente a lubricar abundantemente. Eso era precisamente lo que pretendía.

Tomé uno de los cinturones de los albornoces y pasé un extremo del mismo por debajo de la rodilla haciendo un nudo sin que presionara sobre la piel. Pasé el otro extremo del cinturón por el larguero metálico del somier hasta alcanzar su muñeca, donde realicé otro nudo. Con el otro cinturón, realicé exactamente lo mimo, dejándola con las piernas flexionadas y totalmente abiertas y con los brazos en cruz, totalmente indefensa y a mi merced. Saqué un pañuelo de seda, tipo fular, que había visto en su bolso, utilizándolo de venda en sus ojos.

Ángel por favor, que quieres hacerme... esto me da miedo... creo que no me gusta.

Confía en mí por favor. No temas nada... y despierta tus sentidos... verás como te gustará. Relájate.

Continué disfrutando de la suavidad de su piel por todo su cuerpo, sin olvidar ni un rincón. Pude apreciar que sus pezones habían adquirido un mayor tamaño dureza. Su vagina, brillaba y se apreciaban reflejos de la tenue luz que se filtraba a través de las persianas bajas en los ventanales. Alargué la mano alcanzando nuevamente las bolas chinas, comenzando un lento y agónico ritual para Mari Carmen, que culminó con la introducción de la bola más pequeña en el ano, arrancándole un grito de placer, que culminó con una frase que estaba deseando oír durante todo el día.

Te necesito dentro de mí... por favor, te quiero dentro de mi, no puedo más

Yo en esos momento no podía aguantar más. En verdad tenía los testículos doloridos y, tenía auténtico pánico de que en cuanto notase el contacto de un dulce caverna en la punta de mi miembro, tuviera una eyaculación atroz e incontrolable.

Me incorporé un poco buscando encontrar una posición apropiada para iniciar la penetración, así con las tres bolas dentro de su vagina. Inicié la penetración y pronto encontré el primer obstáculo, que estaba caliente y sumamente resbaladizo, con lo que haciendo una leve presión y ligero movimiento con la polla, me quedó presionando la parte superior y, de una forma casi instantánea, pude apreciar que la segunda bola, me hacía presión justo en el lado opuesto. La tercera, no puedo ubicarla, ya que a partir de ese momento, inicié un desenfrenado mete saca. Es inenarrable el placer que yo tenía en esos momentos. Los placeres de Mari Carmen, basándome en los gritos que salían de su garganta, de la expresión de su rostro debía ser sumamente intensos. Realizó una inspiración muy profunda y de forma totalmente incontrolada, salió de su garganta un "aaaaaahhhh", que duró mientras tuvo una pizca de aire en sus pulmones, mientras yo descargaba una de las eyaculaciones más brutales, abundantes, intensas y prolongadas de toda mi vida. En realidad fue muy cor, pero intenso como nnguno

Me dejé caer sobre su cuerpo, totalmente inerte. Mi pene, aún clavado en sus entrañas y sin perder lo más mínimo su erección, al sentir nítica y perfectamente las contracciones musculares de la vagina que me lo envolvía tan cálidamente.

Gracias Ángel. Por primera vez en mi vida me he sentido una mujer plenamente satisfecha sexualmente. Jamás imaginé que en unas pocas horas se pudieran tener tantos orgasmos como yo he tenido. No creo que pueda estar más satisfecha ni que me falte nada nuevo por experimentar.

¿Estas segura de lo que dices?... porque aún no he acabado... aún queda un poquito por explorar...

No imagino qué mas quieres explorar...

Ahora mismo lo verás. – Dije quitándole al mismo tiempo el pañuelo que le tapaba los ojos.

Saliéndome de tan maravillo lugar, alcancé una almohada y levanté el culo de Mari Carmen, que aún se encontraba atada con los cinturones de los albornoces, y se lo coloqué debajo, dejando sus nalgas unos centímetros más altas. Era impresionante y sumamente morboso, ver como su vagina, parcialmente abierta y totalmente taponada por una bola metálica, de la que prendía una fina cadenita que, entre grumos de mi semen y flujos vaginales de ella, llegaban hasta su ano perdiéndose en su interior. Comencé nuevamente el juego de la excitación, estirando de la cadena hasta ver asomar la bola anal asomar de su cuerpo y dejándola suelta, viendo como era nuevamente engullida en su interior. Con ese juego, además de dar placer a Mari Carmen, estaba logrando lubricar su ano con los efluvios emanados de su "gruta superior". Mi "soldadito", seguía firme y en todo su esplendor, impaciente por atravesar ese peque pequeño y prohibido orificio, cada vez más preparado para aceptarlo en su interior.

Buscando la posición más cómo y apropiada comencé la aproximación de mi sexo a su ano, con unas leves envestidas iniciales en las que pude apreciar, que esa entrada trasera, estaba sumamente receptiva a mis intenciones. No así la expresión y la mente de Mari Carmen

¿Qué pretendes?... no por favor, nunca lo he hecho por el...

Te va a sorprender lo que vas a disfrutar, tranquila, confía en mí por favor, deja tu mente en blanco. –La interrumpí.

Por favor, no sigas...

Demasiado tarde. Con una presión levemente suprior a las anteriores y gracias a la dilatación producida por la bola que estaba en su interior y a la buena lubricación que había logrado con las secreciones de nuestros fluidos, su ano recibió plácidamente mi ariete en toda su longitud, comenzando un movimiento de vaivén lento y profundo. El efecto de mis movimientos, era transmitido por la fina separación existente con su vagina, provocando movimientos en las tres bolas albergadas en su interior, produciéndole constates oleadas de placer en esa "doble penetración", que por primera vez en su vida estaba experimentando.

Sus gemidos iban al rimo de mis movimientos. La posición en la que nos encontrábamos nos permitía mirarnos mutuamente a la cara, pudiendo contemplar en su rostro una expresión totalmente serena del placer en su máximo exponente. Unas lágrimas se desprendieron de sus ojos y se deslizaron por sus sienes. Cesé en mis movimientos al pensar que le hacía daño.

No pares, ahora no te pares aaaaaahhhh... sigue... – Continué con mis movimientos- No pares... me siento... aaaaahh llena... deseo que no parar nunca de sentir... aaaaahhh. Dios, Diooooosssss me viene otroooo aaaaaaaaaaaaaammmmmmmm.

Viéndola gozar así continué con el mismo ritmo lento, constante y profundo. Al tener brazos y piernas atados con los cinturones, pocos movimientos le permitía realizar con sus extremidades. Pero su pelvis, la movía constantemente, buscando el máximo placer, la máxima penetración. No puedo determinar el tiempo que transcurrió. Quizá treinta o cuarenta minutos. Yo, por lo general, tardo bastante en alcanzar el clímax. Más aún cuando ya he tenido una eyaculación y más aún, si cabe, cuando mi partener está gozando de la forma que en esos momentos lo hacía Mari Carmen. Y por descontado que yo estaba gozando como jamás he disfrutado con una mujer.

Estaba notando como estaba llegando mi punto sin retorno... la proximidad de mi "corrida"... y llegó... de una forma tan brutal e intensa, que durante unos instantes se me nubló la vista y a punto estuve de perder el sentido... Mari Carmen, se encontraba con los ojos totalmente en blanco, la boca abierta y todo su cuerpo en tal tensión que uno de los nudos de los cinturones cedió quedando libres de las ataduras su brazo y pierna izquierda.

Me dejé caer sobre la cama agotado. Todo mi cuerpo estaba súper sensible y en especial mis genitales. El estado casi catatónico en que ambos nos encontrábamos impidió que dijéramos nada. Estirando mi brazo, alcancé uno de los nudos del único cinturón que aún mantenía amarrada su extremidades derechas y lo solté. Estuvimos algo más de 45 minutos recuperándonos. No sin un Gran esfuerzo, Mari Carmen se levantó, y caminó hacia el lavabo dando tumbos y apoyándose en la pared. Desde el baño me llamo,

Ángel, puedes venir por favor

Voy... ¿Te sucede algo?

No, es para que me saques la bolas... yo no tengo fuerzas, de verdad

Espera, apóyate en el lavabo, así... abre un poco las piernas y flexiónalas... bien

Tiré de la anilla, y salió la bola anal, arrastrando todo el semen que tan placenteramente había depositado en su interior. Continué estirando, y fueron saliendo una a una la ristra de bolas vaginales. Cuando salió la última, Mari Carmen volvió a tener un nuevo orgasmo y lo acompañó con una eyaculación de fluidos que empapó sus muslos y dejó un brillante charco en el suelo. Sus piernas flaquearon, y casi cae al suelo. Ya recuperada un poco, se metió a la ducha y , mirándome a los ojos, sin decir una sola palabra me tendió la mano en una clara invitación a compartir juntos ese reducido espacio. Durante unos veinte minutos, compartimos caricias, besos... nos enjabonábamos mutuamente, dándonos placer.

Al salir de la ducha y ver la hora que era, casi las 9 de la noche, nos pusimos la ropa dispuestos a partir a nuestras casas respectivas. Curiosamente en ningún momento durante ese rato, mediamos palabra alguna, como si de alguna forma, en nuestro interior hubiera algún sentimiento de culpa. Pero cuando nos mirábamos, en nuestra mirada, no había ese sentimiento... había serenidad.... había felicidad de haber atravesado esa barrera tan difícil de ver, que es pasar del sexo anodino y convencional, al sexo por el puro placer y de haberlo conseguido.

Pagada la cuenta del hotel, tomamos un taxi que nos dejó al lado del Alfa Romeo. Nuevamente conducía yo. Enfilé por la Avenida Diagonal a tomar la AII. Por primera vez Mari Carmen, rompió el silencio.

Ángel, hoy ha sido el día más maravilloso de mi vida gracias a ti. No puedo compararlo con nada de lo que he vivido hasta hoy, con nada. No tengo sentimientos de cariño o amor hacia ti ni pretendo tenerlos. Amo a mi marido y a mi familia. Tampoco tengo ningún sentimiento de culpabilidad por todo lo que hemos vivido. Esto lo tengo todo muy claro, pero... – Se interrumpió.

Pero, qué... dime, por favor

¿Podremos repetirlo alguna vez más?

Donde vivimos son poblaciones muy pequeñas en las que todos nos conocemos... pero si se dan circunstancias similares a las de hoy, me gustaría repetir, sinceramente.

Estoy de acuerdo... Y por cierto, yo he tenido unos 20 orgasmos en el día de hoy y tu "solo" has tenido dos...

Sí, y no pienses que eso es muy habitual, y menos tan seguidos como los de hoy.

Espera, desplaza un poco hacia atrás tu asiento, con este botón de aquí...

Bien, hecho, pero que pretendes...

Hoy he hecho realidad unas cuantas fantasías... he perdido mi última "virginidad" y tengo que decirte que como me lo hagas la próxima vez igual, me convertiré en una adicta al sexo anal. Ha disfrutado como nunca pude imaginar con ello. Y me queda otra fantasía que quiero hacer realidad antes de llegar a mi casa.

Y mientras decía esto, bajó la cremallera de mi pantalón y sacó por la abertura mi pene, que estaba como normalmente se suele decir en estado "morcillon".

  • No pares de conducir y no te distraigas, no quisiera tener un accidente.

Diciendo esto dirigió su boca a mi entrepierna comenzando una mamada increíble. En pocos segundos mi polla creció de forma desmesurada. Sus labios y su lengua hacía maravillas a lo largo de mi pene, tragándolo por completo hasta el mismo nacimientos. Hasta intentó meter dentro de su boca los testículos, aunque le fue imposible. Yo continuaba conduciendo a buen rimo, haciendo auténticos esfuerzos de mantener una mínima concentración en la conducción.. Mari Carmen continuaba con su labor, sabiendo perfectamente lo que llevaba entre manos y en su boca. Las oleadas de placer que me proporcionaba eran constantes y cada vez más intensas. A pesar de mis dos intensísimas corridas, a cada instante que pasaba, estaba convencido que esta maravillosa mujer, iba a conseguir extraer de mi cuerpo una nueva andanada de vida.

Y así fue. Ya no podía aguantar más placer. La avisé de mi inminente clímax. Depositó sus labios en mi pubis con todo mi ariete clavado en su garganta y me empecé a desparramar... uno, dos, tres, cuatro... cinco chorretones que fueron devorados con deleita y pasión.... Continuó aún durante unos minutos jugando con su lengua en mi pene, hasta que perdió toda su consistencia y dureza, quedando flácido e inerte. Lo guardó dentro de mi pantalón y ella se acicaló un poco.

  • Exquisita, lástima no haberla probado antes.

  • ¿Nunca habías hecho una felación?

  • Felaciones sí. A Mariano. Se pone muy pesado de vez en cuando con ello. Pero nunca le he permitido acabar en la boca.... En la cara alguna vez, pero en la boca jamás. Tu leche ha sido la primera que he probado.

Gracias Mari. Me has dado dos cosas que podrían volver loco a cualquier hombre

En esos instantes estábamos llegando al parador donde esa misma mañana había dejado mi coche. Llegó la hora de la despedida. Sin mediar palabra, nos besamos, tímidamente al principio pero la pasión se apoderó de nosotros. Volvía a acariciar sus pechos por encima del vestido, empezando nuevamente a entrar en calor los dos, pero... los focos de un camión nos devolvieron a la realidad. Era muy tarde y nuestras respectivas familias, nos estarán esperando. Fue un día inolvidable y lleno se sensualidad y placer. Para los dos.