Viaje de negocios

Como se desencadena una apuesta con mi jefe/novio.

Mi nombre es Clara y voy a contaros esta vivencia que tuve con mi novio hace unos meses. Hacía tiempo que salía con Carlos, mi jefe. Nadie en la oficina sabia de nuestra relación ya que la empresa era muy seria y él sabía que si alguno de sus superiores sabía de nuestra relación eso conllevaría inmediatamente el traslado de uno de los dos; y eso era algo que no queríamos que sucediese.

Era muy interesante su faceta de hombre serio y fríamente calculador que tenía en el despacho, mientras solo yo sabía que se estaba derritiendo por mi, su secretaria personal. Más de una vez en el despacho me había acercado a decirle algo personal al oído para ver su reacción. Una vez le dije que no llevaba bragas bajo la minifalda. Era mentira pero fue divertido verle todo el día distraído pensando en el regalo que tendría por la noche.

En la cama éramos así. Imaginativos, liberales (al menos de mente), pues nos hacíamos propuestas, juegos y apuestas que no pasaban de ser simples ilusiones imaginarias para poner un poco de pimienta al lecho. Y así de una apuesta surgió la situación que paso a relatar.

Había apostado con Carlos a que determinado trato con una empresa anglosajona no podría cerrarse debido a determinados requisitos que exigían para el pago de la misma y que sabiendo lo reacios que son los bancos ingleses a determinadas prácticas con empresas extranjeras lo hacían prácticamente imposible.

Pero cuando Carlos escucha la palabra imposible se sobre-estimula y mediante unos avales que prestó, aún no se como, otra empresa inglesa el banco accedió al pago y pudimos cerrar el negocio. Como premio por la apuesta Carlos me pidió que tenia que hacer lo que él quisiera en los días que estaríamos en Londres firmando los contratos. Nadie en la empresa se sorprendería de que fuera con él ya que no era la primera vez. De hecho comenzamos a salir en uno de esos viajes de negocios.

Así que iba en el avión al lado de mi jefe/novio teniendo que ser su secretaria/novia/esclava durante varios días. Hasta el fin de semana cumplí a la perfección mi papel de secretaria sin que Carlos me pidiese nada raro. Sin embargo si solía recordarme cada minuto su condición de "jefe" durante el viaje. El viernes por la tarde ya estaban los contratos firmados y a excepción de una cena formal para celebrar la firma con los nuevos clientes, el resto de fin de semana sería para nosotros. Y ya tenía ganas, ya que nos lo habíamos merecido. Para la cena Carlos me pidió que me pusiese el vestido de gala. Ya sabía que debía ponérmelo pero él disfrutaba de su papel de jefe pidiéndome lo evidente. Peor para él si desaprovechaba lo ganado en la apuesta pidiendo cosas tan comunes.

Dicho vestido es blanco sin espalda con escote y falda corta. Los ingleses cuando me vieron se quedaron de piedra. Estos rubios se vuelven locos cuando ven a una morena y mas viéndome tan sexy como estaba. Mido 1’70 y suelo ir al gimnasio y a rayos UVA, con lo que tengo un atractivo cuerpo que los ingleses no perdieron oportunidad de alabar durante toda la velada. Estábamos cenando en un reservado del restaurante Carlos, los dos ingleses, socios entre si, con los que habíamos cerrado el negocio, y yo. Tras los postres, habíamos bebido mucho vino y las bromas que los ingleses me lanzaban cada vez eran mas subidas de tono. Carlos se reía, haciendo la pelota a los clientes como él solo sabe hacer. La conversación trataba sobre ropa interior femenina y me preguntaron como la llevaba yo. Estaba algo ofendida por la pregunta pero Carlos me pidió mirándome a los ojos que dijera la verdad.

Y sabía que tenía que obedecerle así que la dije… que llevaba un tanga semitransparente. Los ingleses quedaron mudos pero Carlos volvió a preguntar y esta vez me preguntó como era el sujetador. Tuve que responder en voz alta… "no llevo". Los cuatro ojos de los ingleses se clavaron instantáneamente en mi escote mientras yo les sonreía. Uno de ellos menciono que pagaría por que uno de mis tirantes se cayera a lo que raudo Carlos replicó "¿Cuánto?" Miré a Carlos enojada mientras el inglés le respondía, "¿otra botella de champagne?" Entre los tres no me dejaron ni opinar. Un instante después el camarero aparecía con otra botella en la mano y los tres clavaron sus ojos en mí, así que espere a que saliera el camarero, me serví otra copa y dejé caer los dos tirantes. Sentí un cosquilleo en el estomago al mostrar mis pechos, "¿Y bien?", me atreví a decir, y es que ya estaba lanzada. ¿Carlos quería marcha? Pues yo se la iba a dar. Me levante y me senté sobre las rodillas de mi novio.

El me dijo al oído, "¡Vaya que te esta gustando el jueguecito!", y a mi me encantó notar sus celos. Como no queríamos dar la sensación de ser pareja repetí lo mismo con los otros dos comensales y también me senté sobre ellos. Y fueron mas comensales que nunca ya que Jhon el mas joven y el primero con el que me senté me comió las tetas y al oído me ofreció dinero por ir con el a un hotel. Después fui con Mr. Archer. Al sentarme sobre el no tardo ni un segundo en llevar su mano entre mis piernas. Al principio trate de cerrarlas pero este hombre sabia como usarla así que poco a poco me dejé hacer. Un par de minutos después estaba sintiendo un orgasmo con el pecho desnudo sentada en las rodillas de un hombre mientras mi novio y otro me miraban. Me gustó la situación.

Instantes después y por indicación de Carlos mentí sentirme indispuesta por el alcohol y dimos por concluida la cena, no si antes de que mi jefe les dijera a los ingleses que esperaba la máxima confidencialidad por lo que había pasado en el restaurante en nuestra empresa. "La chica había bebido mucho y ha jugado con nosotros. No se merecería que la despidieran por esto y si alguien se enterara…". Los británicos dieron su palabra y Carlos y yo subimos en el coche que habíamos alquilado. Una vez dentro me ordenó, "Chupamela... ¡no puedo más! ¡Voy a explotar si no lo haces!". ¿Qué iba a hacer yo? Él había ganado la apuesta. Me agache sobre él, le baje la cremallera y le saque esos 17 cm que me hacen vibrar cada noche.

Claro que no era la primera vez que se lo hacía pera esta vez sé que fue algo especial. Me sentía muy puta y es así como has de sentirte para hacerle la mamada que le hice. Dentro del coche aparcado donde otra gente nos podría ver, pero me daba igual. Se la comí poco a poco despacito, sin utilizar las manos. Solo mi lengua y mis labios. Cuando vi que estaba suficientemente dura aceleré todo lo que pude hasta que note mi boca llena de su leche.