Viaje de fin de temporada
El entrenador de un equipo de baloncesto femino se va una semana de vacaciones con sus jugadoras, y acaba haciendo buenas migas.
Llevaba un par de años siendo entrenador del equipo de baloncesto femenino de mi universidad. En aquel entonces, yo tenía 26 años y mis chicas, como las solía llamar afectivamente, tenían entre 20 y mi edad. Puede que alguna aún no hubiera cumplido los 20, pero sería por cuestión de meses.
Desde que empecé mi trabajo como entrenador de un grupo de chicas, numerosas fantasías habían pasado por mi cabeza, la mayoría de las cuales incluían sexo en grupo, pero desgraciadamente, ninguna se hizo realidad. De hecho, nunca llegué a tener absolutamente nada con ninguna de las chicas a las que entrenaba, en parte porque me parecía poco profesional, en parte porque tampoco vi nunca predisposición por parte de ninguna de ellas. Mi relación con las chicas era estrictamente de entrenador a jugadoras, sin ningún tipo de tonteo de por medio.
Cuando la temporada llegaba a su fin, y, con ella, el curso académico, las chicas propusieron hacer un viaje de fin de temporada, como si fuera un viaje de fin de curso, pero solo para el equipo. Debo decir que en el equipo había chicas de distintas facultades y de distintos cursos, algunas llegaban nuevas y otras se iban cada año, y por lo que yo había visto tanto como entrenador como los años anteriores, no era habitual hacer viajes de grupo.
El viaje no tenía nada que ver con el equipo, más allá de que lo montaran las jugadoras. Quiero decir que no era un acto oficial, era simplemente un grupo de amigas que decidían irse juntas a pasar unos días de vacaciones. Cuando empezaron a comentar el tema, me daba un poco de rabia que no contaran conmigo. La verdad es que tampoco sabía si podría ir, en caso de que me lo propusieran, pero me dolía que no hicieran ni siquiera el gesto de invitarme.
Los últimos entrenamientos siempre son muy poco serios, porque ya solo queda un partido y la clasificación está casi sentenciada. Además, debo reconocer que mi equipo no era precisamente de los mejores, con lo que tampoco iba a influir mucho subir o bajar una posición, que era lo que nos jugábamos, y encima nos tocaba contra el líder. Por eso, las chicas estaban muy poco centradas en practicar y estaban más pendientes de planificar su viaje.
Como era de esperar, perdimos el último partido.
Tras el partido, les metí una buena bronca a mis chicas. Les dije que tenían que tomárselo más en serio, que no podíamos estar siempre así, que tenían potencial para hacerlo mucho mejor y que era una vergüenza que no hubieran ni siquiera intentado ganar el partido, que parecía que habían salido con la idea de dejarse ganar sin ofrecer resistencia. Algo de verdad había en mis palabras, pero reconozco que fui mucho más duro de lo que hubiese sido necesario porque me sabía mal que no me hubieran propuesto ir con ellas de viaje.
Después de eso, me fui cabreado y no volví a tener contacto con ellas hasta el día de la cena de fin de temporada, que sí es un acto oficial que se hace todos los años. Es una cena que paga la universidad a la que asisten los jugadores de los dos equipos de baloncesto, el de los chicos y el de las chicas, los entrenadores y los responsables de la universidad.
Normalmente, este tipo de actos me gustan y me lo paso bien, pero ese día estaba un poco enfadado porque el equipo de los chicos había quedado segundo de su categoría y el nuestro había quedado octavo. Eso podría haber sido totalmente irrelevante, o incluso me podría haber alegrado por los chicos, si no fuera porque su entrenador es un imbécil que me cae fatal.
Sea como fuere, me tocaba hacer acto de presencia y poner buena cara, así que me puse la sonrisa falsa en la cara, felicité a los chicos, le hice la pelota a todo el mundo, fingí pasármelo genial y, tras las copas de la cena, cuando empezaban a decidir dónde iban a seguir la fiesta, me inventé una excusa y me despedí hasta el año que viene de todo el mundo.
Mientras me despedía, una de las chicas me dijo que me esperara un momento, que querían decirme una cosa. Yo ya me imaginaba lo que me querían decir. Que sentían no haber estado más entregadas, que el año que viene irían a por todas y, seguramente, me habrían comprado algún regalo tonto de los que quedan muy bien enterrados para siempre en el fondo de un cajón. Más o menos eso era lo que me esperaba.
Sin embargo, lo que me querían decir era algo totalmente distinto. Bueno, totalmente distinto no, porque sí me dijeron que el año que viene se esforzarían más, que valoraban mi dedicación al equipo y me regalaron una libreta de esas que se pusieron de moda hace unos años. Pero lo realmente importante de la conversación era que querían que les confirmara si iba o no iba a ir al viaje, que estaban pendientes de saberlo para acabar de hacer las reservas.
Yo - No sabía nada, ¿cuándo es el viaje? ¿y dónde?
Mireia (una de las chicas) - ¿No te lo habíamos dicho? Pero si llevamos semanas hablando de lo mismo, no nos haces mucho caso, míster.
Sonia (otra de las chicas) - Mira, te lo resumo. Es del 20 al 28 de este mes y vamos a un pueblo de playa de Alicante. De momento somos 8, 9 si te apuntas. Nosotras nos repartimos en dos apartamentos de 4, tú tendrías una doble para ti solo. Te dejo hasta el martes para que me confirmes, ¿vale? Más allá del martes no porque tenemos que reservarlo ya o perdemos la oferta.
Yo - Vale, te digo algo el lunes o el martes.
Todos estos días de mal humor, y resulta que sí contaban conmigo. O eso, o habían cambiado de idea recientemente y querían hacer las paces conmigo. En cualquier caso, tenía el fin de semana para decidir lo que iba a hacer dentro de dos semanas. Si me quedaba en casa con mi novia o si me iba de vacaciones con mis chicas.
Cuando se lo comenté a mi novia, no le hizo mucha gracia. No es que sea celosa, de hecho lleva muy bien que sea entrenador de un equipo de chicas y que pase muchas horas con ellas, pero de ahí a que me fuera una semana a la playa con 8 chicas con ganas de marcha hay una gran diferencia.
Por mi parte, no tenía nada claro qué quería hacer. Por un lado, me apetecía irme unos días a la playa, salir de fiesta, pillar alguna buena cogorza... Por otro lado, me gustaría más irme con mi novia y combinar la playa y la fiesta con buenas sesiones de sexo. Le propuse que se viniera conmigo, no tenía ni idea de cómo se lo tomarían las chicas, igual no lo veían bien, pero yo no perdía nada por probarlo, y si no podía ser, ya tendría una excusa para no ir. Sin embargo, mi novia me dijo que no, que con esas "niñatas" no quería tener nada que ver, que "yo mismo", que hiciera "lo que quiera", lo que sin lugar a dudas quería decir que mandara a mis jugadoras a paseo y me quedara en casa. Decidí que no iría al viaje y mi novia me lo compensó con una sesión de sexo de las que marcan época.
El resto del fin de semana ni me acordé del viaje, hasta que el domingo por la tarde me preguntó mi novia si ya le había dicho a estas que no iba.
Yo - Anda, pues no había pensado más en el viaje, ahora le mando un mensaje.
Ella - ¿Estás seguro que no quieres ir? Me sabe mal que te quedes por mí, sabes que no soy celosa.
Yo - Nada, tranquila, si tampoco me hacía mucha ilusión. Pero sí que eres celosa, estás muerta de celos y por eso no quieres que tu macho alfa se vaya con un montón de chicas, porque sabes que las volveré a todas locas.
Ella - Ya será menos, lobo feroz. Que de verdad que por mí no lo hagas, que el otro día lo decía para picarte, y valió la pena. ¿O no?
Yo - Vaya que si valió la pena, por eso no quieres quedarte una semana sin mí, para que pueda seguir dándote lo tuyo.
Ella - Cómo lo sabes, fiera! Pero en serio, cari, que si quieres ir me parece bien, ya sé que no harás nada con ninguna.
Yo - Pues una semanita de desconexión en la playa no me vendría mal, no. ¿Seguro que no quieres que pregunte si puedes venir? Me dijeron que me reservaban una doble, así que si quieres...
Ella - No, no, que si voy se pensarán que es para controlarte, que no me fío ni de ti ni de ellas, ve tú solo.
Yo - Pues le mando un mensaje que sí voy, entonces.
Avisé a Sonia que sí iría y quedamos en que le haría un ingreso con el dinero el lunes a primera hora. Esa noche tuve un interesante sueño erótico en el que me follaba a varias de mis jugadoras. Y todas las noches a partir de esa, también. Sabía que no iba a pasar nada, pero no podía dejar de fantasear con la idea de liarme con una o más de una de las chicas.
El día de antes dejé la maleta preparada temprano y dediqué la tarde y la noche a estar con mi novia, puesto que tardaría 8 días en volverla a ver. Fuimos a cenar a un buen restaurante, nos tomamos un par de copas y, de vuelta a casa, estábamos los dos muy calientes.
Mi novia es bastante alta, aunque no tanto como yo, es castaña, con el pelo largo, los ojos marrón claro y la piel bastante clara. No es ninguna supermodelo, pero está bastante bien. Me gustan sobre todo sus pechos, que son de un tamaño normalito pero tienen una forma perfecta. Caben justo dentro de mis manos y es una delicia sorber los pezones, que en seguida le salen hacia afuera unos 4 o 5 cm. La areola es bastante pequeñita y eso me encanta.
Fuimos hacia el dormitorio y nos empezamos a quitar la ropa, ella llevaba un conjunto de lencería que me ponía cardíaco, negro con encajes. Empecé a comerle una teta sin quitarle el sujetador, solo le baje un costado para comerle esa teta mientras buscaba su coño debajo de las bragas. Ella se quitó el broche del sujetador y se lo quitó, a lo que yo aproveché para comerle la otra teta mientras seguía jugando con su sexo. Me quitó los calzoncillos y me agarró la polla con la mano, me hizo algo de daño pero me gustó su agresividad. Se apartó, me tiró en la cama y se quitó las bragas. Aún tenía puestas las medias, aunque no las tenía bien puestas, una pierna estaba bastante bajada y la otra solo un poco.
Me levanté, la cogí y la tiré sobre la cama boca abajo. Ella intentaba darse al vuelta, pero yo hacía fuerza con el brazo para mantenerla en esa posición. Empecé a pasarle mi polla desnuda por el culo, haciéndome una paja con sus nalgas, y hacía fuerza con el brazo y parte de mi cuerpo para que no pudiera darse la vuelta, por más que lo intentara. Cuando dejó de forcejear, me tumbé encima suyo y pasé una mano alrededor de su cuerpo, buscando su pecho, mientras con la otra busqué su coño y empecé a estimularlo de nuevo. Tenía una erección de caballo y quería metérsela ya, pero aún no estaba lo bastante lubricada.
Dejé que se diera la vuelta y empecé a lamerle los labios vaginales y el clítoris mientras le metía un par de dedos. Mi chica estaba gozándolo. Estuve comiéndole el coño y metiéndole los dedos hasta que explotó en un orgasmo. Iba a metérsela ya cuando me tiró hacia atrás con fuerza, haciéndome caer de culo. Cuando me levanté, se puso de rodillas y empezó a comerme el rabo mientras se seguía acariciando el coño. Me gusta mucho el sexo oral, y mi novia sabe cómo hacer que me guste aún más, pero en ese momento lo que quería era perforarle el coño, así que junté fuerza como pude pese al gustazo que estaba sintiendo, la agarré, la tire encima de la cama y me la empecé a follar salvajemente. Estaba supercachondo y tardé muy poco en correrme, pero fue una corrida sumamente placentera. Después, nos acostamos la mar de relajados y dormí como un niño.
A la mañana siguiente, me despertó mi chica antes de que sonara el despertador, y qué buena manera de despertarme. Ella normalmente no tiene estos detalles, pero ese día estaba como nunca. Me empezó a dar besos por todo el cuerpo mientras me cogía la polla y empezaba a hacerme una paja para que se me empinara. Cuando ya iba cogiendo forma, se escurrió hacia abajo y empezó a lamerme el miembro desde la base hasta el glande, cosa que hizo que mi pene alcanzara todo su esplendor. Empezó a metérsela en la boca, hasta el fondo, mientras con una mano acariciaba mi escroto y con la otra jugaba con mis pezones. Yo estaba disfrutando como un enano.
En esa posición, le cogí una teta como pude y tiré de ella para indicarle que quería que subiera a mi altura, la tumbé en la posición que estaba yo y me puse de lado, dejando la polla a la altura de su boca. Ella en seguida me comprendió y siguió comiéndome el rabo. En esa postura yo tenía mucho más control y pronto fui yo el que le follaba la polla a mi ritmo. Se la metía salvajemente y notaba como su cara chocaba con mi cuerpo. Mientras, ella se hacía un dedo y yo le agarraba por un pezón.
Cuando estaba a punto de correrme, saqué mi polla de su boca y me acabé de masturbar encima de su cara. La regué como un geranio. Me encantaba ver lo dispuesta que estaba y la cara de felicidad que ponía con todo mi semen esparcido por encima. Fuimos a ducharnos antes de desayunar y aún tuve energías para echar un polvo en la bañera, esta vez preocupándome de que se corriera ella también.
Mientras desayunábamos, me dijo que recordara bien lo que tenía en casa, que ninguna de las chicas con las que iba a pasar esa semana podría darme lo que ella me daba, así que más me valía no hacer el tonto y arriesgarme a perderlo. En ese momento estaba totalmente de acuerdo con ella, pero es difícil no estar de acuerdo con alguien que te da los buenos días con tanta efusividad.
A las 10 en punto recogí a Lucía y Cris y fuimos a buscar a los otros coches para las últimas indicaciones antes de salir. Íbamos hasta el pueblo en 3 coches y nos teníamos que reunir en un centro comercial que había justo a la entrada. Una vez todo claro, salimos hacia ahí. El viaje se hizo ameno porque íbamos con la alegría de salir de vacaciones. Lucía estaba de copiloto y tenía a Cris detrás. Las dos se veían muy bonitas esa mañana.
Lucía iba con un vestidito corto que sin ser muy escotado, dejaba ver un buen canalillo. Lucía era una de esas chicas con carne, no sé si me explico, con dos tetas contundentes, unas piernas con sustancia, un culo generoso. Estaba bastante en forma, pero no tenía un cuerpo fibrado, sino que tenía bien donde agarrar. Por debajo, el vestido mostraba sus piernas hasta algo más arriba de medio muslo, pero incluso cuando levantaba las piernas para poner los pies en el salpicadero no llegaba a verse más de la cuenta.
Cris era más aniñada. Era muy guapa de cara, con facciones muy suaves y unos ojos grandes que le daban un aire perpetuo de niña buena. De cuerpo era un poco del estilo de mi novia, más bien delgadita, con curvas poco definidas, pero con unos pechitos que tenían que ser una delicia. Sin embargo, eso era posible que nunca llegara a saberlo. Ese día iba con una camiseta de tirantes y un pantalón supercorto.
Cuando llegamos al centro comercial, Mireia ya tenía una lista de todo lo que necesitábamos comprar para avituallarnos. Tampoco hubiera sido grave dejarse cosas, puesto que no parecía que se tardara mucho del pueblo al centro comercial, pero llenamos los maleteros de los tres coches igualmente. Después, fuimos hacia los apartamentos siguiendo el coche de Sonia y Mireia, que eran algo así como las jefas del grupo.
Los apartamentos no resultaron ser como yo creía. Pensaba que estarían más cuidados y que tendrían detallitos, y eran dos pisos bastante pequeños que se comunicaban por la terraza por un pequeño muro de obra que podías saltar sin ninguna dificultad. Las cocinas eran minúsculas, por lo que nuestro plan de usar una de las cocinas para cocinar para todos era poco viable. Cada uno de los apartamentos tenía un solo baño con una ducha bastante pequeña, un retrete y un lavamanos. En lo que se refiere a habitaciones, uno de los apartamentos tenía una habitación con una cama de matrimonio y dos sofás cama y la otra tenía una habitación con dos camas, otra habitación con una cama y un sofá cama.
Miedo me daba ir a ver mi habitación doble viendo cómo eran los apartamentos para 4. No obstante, tal vez porque había bajado mucho las expectativas en los minutos previos, mi habitación me encantó. Realmente era una suite con una habitación relativamente grande si la comparamos con lo que acababa de ver, tenía bañera en el baño, que también era más espacioso, y tenía un saloncito que no estaba mal con una terracita que daba sobre la piscina de los apartamentos (la terraza de las chicas daba a la calle). Lo que no tenía era cocina, pero se suponía que no iba a hacer falta.
Habíamos quedado para comer en uno de los apartamentos dentro una hora y media, así que tenía tiempo más que suficiente para dejar mis cosas y dar una vuelta por las instalaciones. Los espacios comunes incluían una piscina relativamente grande con un montón de césped alrededor. También tenían algunas hamacas, pero se veían bastante destartaladas. Luego había un pequeño bar que básicamente servía a los que estaban en la piscina, dos mesas de ping pong sin red y un salón grande con una tele, unas pocas mesas, algún sofá de piel y unas estanterías con libros en distintos idiomas, revistas viejas y algún juego de mesa.
Ya había explorado todo lo que daban de sí los apartamentos y aún faltaba más de media hora, pero decidí acercarme igualmente por si podía echar una mano. Cuando llamé a la puerta, salió Cris y me dijo que aún no podía entrar, que me ya me avisaría cuando estuvieran visibles.
Os parecerá una tontería, pero hasta ese momento no se me había ocurrido pensar en eso, en que las chicas se podían estar cambiando, o duchándose, o paseándose en bragas porque sí. Hasta ese momento, más allá de lo normal de que ves a chicas guapas y te gusta, no había pasado por mi cabeza nada sexual aún. Cuando me quedé en el pasillo tras el brevísimo intercambio de palabras con Cris, de repente todo vino a mí como un torbellino y mi cabeza empezó a imaginarse todo tipo de situaciones con eróticos resultados.
El tiempo que me sobraba lo dediqué a volver a mi habitación y hacerme una señora paja.
Después de comer fuimos a la playa a ver qué tal era y pasar el rato. La playa estaba bien, el agua estaba limpia, la arena también y no estaba tan llena como había imaginado. Había gente, pero mucha menos de la que estaba acostumbrado a encontrarme cuando iba a otros sitios, así que me gustó.
También me gustó por la compañía, claro está. Era la primera vez que iba a la playa solo con un grupo tan numeroso de chicas. Estaba acostumbrado a ir con mi novia, con alguna otra pareja o con amigos, pero encontrarme yo solo rodeado de mujeres era algo totalmente nuevo para mí, nuevo y agradable.
Como imaginaréis, al ser deportistas, todas estaban más o menos buenecillas. La que más destacaba era Sonia, que era como una estrella del cine, pero las otras tampoco se quedaban atrás. Las había más altas, más delgadas, más rellenas, con más pecho, con menos, más guapas de cara, con mejores piernas, pero todas eran unas bellezas. Además, todas iban con bikini, también de varios tipos, y eso hacía que las viera con otros ojos. No es lo mismo ver a una chica vestida con la equipación de baloncesto, que no es precisamente muy femenina ni favorecedora, que verlas en bikini en la playa.
Tenía la esperanza de que al menos alguna de ellas se animara a hacer topless, de haber podido escoger, hubiera preferido que fuera Sonia, que debía tener una tetazas preciosas, pero no tuve suerte. Todas iban con las dos piezas del bikini y, como mucho, se lo desabrochaban al tumbarse de espaldas o se bajaban los tirantes.
Aparte de ellas, me fijé que no había casi ninguna chica con las tetas al aire en la playa. No sé si sería por ser un entorno familiar, porque sería gente del pueblo o por qué, el caso es que yo recordaba la playa como un lugar lleno de mujeres en topless, y en esa precisamente, era rarísimo encontrar alguna chica que hubiera decidido deshacerse de la parte de arriba del bikini.
Cuando nos aburrimos de la playa nos fuimos a duchar a los apartamentos y a dar una vuelta. A partir de ahí ya nos separamos y cada uno iba por su cuenta, yo me animé a ir con Ana C (hay dos Anas) y Clara a ver el pueblo más allá de la playa.
Ana C es una chica que siempre me ha dado mucho morbo. No es especialmente atractiva, pero desprende una follabilidad increíble. Es la más bajita del equipo, mide 1,64, y no tiene ningún rasgo especialmente característico. Tiene el pelo muy negro, los ojos también oscuros, de piel no estaba muy bronceada aún. Vestía con unos vaqueros cortos y una camiseta estilo hippie que tapaba la visión del culo, pero que dejaba un escote interesante y permitía ver su sujetador negro con bastante frecuencia.
Clara llevaba una minifalda ceñida que le marcaba el tanga, cuyas tiras asomaban también por encima de la falda (recordad que era moda hace unos años) y un top bastante corto y ceñido también que llegaría como mucho 3 dedos por debajo de las tetas. Clara estaba bastante buena, pero por algún motivo, me daba mucho más morbo Ana C.
El pueblo no tenía mucha más vida que la de los turistas que estábamos ahí de veraneo. Tenía supermercados que vendían de todo, bares, heladerías y tiendecitas de ropa con el escaparate abierto en la calle. Paramos en varias de estas tiendas de ropa para que las niñas miraran trapitos, en uno de los supermercados en el que compramos dos juegos de palas de playa y una pelota hinchable de playa, y luego nos sentamos en una terraza a tomar una cerveza.
Volvimos a los apartamentos para cenar. Era agradable tener a tantas chicas preocupándose de todo, yo solo tenía que dejarme llevar. Durante la cena, hablamos de lo que nos parecía el sitio, de qué queríamos hacer, les conté que mi habitación estaba bastante bien y después de recoger la cena y poner los cacharros en el lavavajillas, las llevé a verla.
Si me había resultado extraño estar solo con 8 chicas en la playa, imaginad estar solo con 8 chicas en una habitación doble. Todas estaban de acuerdo en que me había tocado el mejor sitio, que mi cama molaba más, que la bañera era un lujo en comparación, hasta la terraza, que era más pequeña que las suyas, les parecía mejor porque se veía la piscina iluminada abajo.
Dejamos la puerta de la terraza abierta y estuvimos un rato más charlando y bebiendo entre la terraza y la habitación. Luego dijeron de salir de fiesta a darlo todo, pero yo preferí quedarme solo para hablar por Skype con mi novia.
Estuve hablando con ella casi dos horas, y eso que era el primer día. Le conté cómo había ido el viaje, cómo eran los apartamentos, le hice un recorrido por mi habitación con la cámara del portátil, etc. etc.
Al día siguiente me levanté como a las 9 y les mandé mensajes a algunas de las chicas para saber qué era de su vida. Cómo no recibí respuesta, deduje que estarían durmiendo y me bajé solo a la piscina. Si en la playa casi nadie hacía topless, en la piscina de esos apartamentos era justo lo contrario. Había tres grupitos de gente joven, dos de chicas y uno de chicos y chicas, y la mayoría de ellas iban sin la parte de arriba del bikini. También había alguna pareja joven y algún matrimonio más mayor en los que la mujer también lucía sus pechos.
Me coloqué en un sitio que permitiría unirse a algunas de las chicas si daba la casualidad que bajaban y que, además, quedaba cerca de uno de los grupitos de chicas. Ellas eran 3 y parecían extranjeras.
Dos eran pelirrojas y tenían muchas pecas, la otra era de un rubio muy claro. Las dos pelirrojas iban solo con un tanga y la rubita con el bikini completo, también tipo tanga. Tendrían más o menos 25 años, quizá un poco menos, y tenían unas tetas grandes y redondas. Las dos chicas que las lucían al natural tenían areolas más bien pequeñas y unos pezones más oscuros. Se notaba que no siempre hacían topless porque tenían marcas del sol de distintos tonos de blanco. No sé cómo tendría los pezones de las tetazas de la rubia, pero tenía un culo precioso, igual que sus dos amigas.
Me di un chapuzón y, cuando volvía a las toallas, les sonreí y les dije algo para hacerme el simpático. Las chicas eran majas, pero efectivamente eran extranjeras, y yo soy nefasto con los idiomas, así que no me pude comunicar muy bien. Por gestos, les pedí si podían echarme crema, a lo que una de las pelirrojas accedió, pero eso fue toda nuestra "conversación". A partir de ahí solo nos limitábamos a sonreírnos de vez en cuando y yo a mirarles las tetazas disimulando más mal que bien.
Cuando se acercaban las 12, Mireia me contestó el mensaje y me preguntó que qué hacía. Le conté que estaba en la piscina y me dijo que ok, que bajaban en un rato. No dije nada más y al cabo de un tiempo aparecieron Mireia, Sonia, Lucia, Ana P y Hamida, todas con sus bikinis.
Les hice un gesto para que me vieran y vinieron junto a mí. Les conté mi intento infructuoso de relacionarme con las extranjeras, que se habían quedado flipando al ver que de repente estaba rodeado de chicas, y Sonia hizo de relaciones públicas internacional y nos presentó a todos. Por lo visto, las chicas del tanga eran belgas. Estuvimos un rato hablando con ellas, pero marcharon al cabo de poco.
Ana P - Míralo el míster, cómo se espabila. Se lo diremos a tu novia.
Yo - Jajaja, es que me habéis dejado solo, solo intentaba hablar con alguien.
Ana P - Y qué casualidad que justo has ido a encontrar a tres buenorras.
Sonia - Nada, nada, nos chivaremos. Encima ya has visto cómo iban, tengo cintas para el pelo con más ropa que los "bikinis" de las pelirrojas.
Yo - Qué anticuadas sois, cómo se nota que en Bélgica son mucho más avanzados.
Hamida - Avanzados no sé, pero que les gusta exhibirse está claro.
Lucía - Jajaja, qué exagerados sois, no es que sean más avanzados ni más exhibicionistas, simplemente están lejos de casa y tienen ganas de pasarlo bien y sentirse libres, ¿o acaso vosotras nunca lo habéis hecho?
Hamida - Yo no.
Sonia - Yo menos.
Mireia - Yo topless sí, pero ir en tanga a la piscina me da corte, para eso iría a una playa nudista.
Ana P - Yo sí.
Yo - Yo siempre hago topless.
Lucía - Los tíos siempre hacéis la misma broma, deberías actualizar el repertorio.
Hamida - A mí eso de exhibirse delante de todo el mundo me parece mal, esas cosas hay que hacerlas en la intimidad.
Sonia - Tanto como parecerme mal no sé, pero yo me moriría de vergüenza.
Lucía - Tal vez sí sois un poco anticuadas, eh. Lo importante es que cada una vaya como quiera.
Yo - Por mí no te cortes, si quieres despelotarte, respetaré tu decisión.
Lucía - Pues a mí me gusta mucho hacer nudismo, pero no creo que esté permitido aquí, lo siento Juan.
Sonia - ¿Y te pones en bolas en medio de un montón de desconocidos en bolas?
Lucía - Joder, Sonia, pues como en el vestuario.
Sonia - No compares, en el vestuario somos todo chicas y es el momento de ducharse y cambiarse. Es distinto.
Ana P - Pero en las playas nudistas tampoco creas que te miran tanto. Siempre puede tocarte algún pervertido, está claro, pero en la mayoría de las ocasiones la gente va a lo suyo.
Sonia - ¿Tú también?
Ana P - Es que es una gozada, de verdad. Al principio era por la marca del bikini, pero luego es por la sensación de libertad.
Yo - Yo también me he bañado alguna vez en bolas y sí que se siente mucho mejor que con bañador, está claro.
Hamida - Yo no podría.
Sonia - Ni yo.
Mireia - Pues vosotras os lo perdéis.
Estuvimos en la piscina hasta las 2 y poco, cuando nos avisaron para comer. Durante ese rato, ninguna se animó a quitarse lo de arriba del bikini, ni siquiera Lucía y Ana P, que eran las que parecían más atrevidas. Por suerte, había más gente alrededor y de vez en cuando podía recrearme la vista con alguna vecina.
Cuando nos sentamos a comer, me di cuenta de que no estaba Clara . Por lo visto, había ligado la noche anterior y se había ido con un chico. El grupito que veníamos de la piscina nos quedamos como estábamos, es decir, yo en bañador y las chicas en bikini. Cris iba en bikini y con unos shorts y Ana P llevaba una camiseta larga y holgada que le cubría hasta unos centímetros más abajo del culo. No se notaba si llevaba algo debajo de la camiseta, pero era de suponer que llevaría el bikini. La comida era pasta y lomo.
Durante la comida, me fijaba bastante en Ana C, en parte porque está buena, en parte por el morbo de ver que lleva debajo de la camiseta, por más que seguramente llevara el bikini con la que dentro de poco la vería en la playa. Sin embargo, estaba equivocado. En un momento que se inclinó bastante hacia adelante, pude echar una ojeadita más o menos disimulada a lo que se veía a través del cuello de la camisa... ¡Y no llevaba sujetador!
No me dio tiempo a verlo muy bien, porque fue fugaz y porque la pose hacía que le quedaran las tetas colgando hacia abajo, con lo que solo pude vislumbrar un pezoncito, pero eso bastó para que me empalmara en el acto. Desde ese momento estuve aún más pendiente de los movimientos de la más bajita del equipo, pero no volví a tener suerte. Solo al final, cuando empezamos a recoger y se levantó, se le había subido la camiseta y pude ver que sí llevaba bragas, aunque no eran del bikini.
Como me estaban tratando a cuerpo de rey hasta el momento, me ofrecí a recoger yo la cocina mientras se preparaban para ir a la playa. Aceptaron y Sonia se ofreció a ayudarme. La única que faltaba por ponerse el bikini era Ana C, pero aún y así, se fueron todas a por sus cosas. Al parecer, estábamos en el apartamento donde dormían Sonia, Mireia y Cris, lo que significó que Ana C se fuera al otro apartamento con el resto de chicas.
Cuando ya estábamos todos listos, cogí la bolsa que había llevado a la piscina y nos fuimos a la playa.
Al ser sábado, estaba bastante más llena que el día anterior, por lo que nos costó encontrar algún sitio en el que cupiéramos todos cerca del agua, así que nos tuvimos que conformar con uno más apartado. Lo que sí era igual que el día anterior era la escasa aceptación del topless en esa playa. Desde mi posición, no se veía ni una sola mujer luciendo las tetas al sol.
Cris y Mireia cogieron un juego de palas y se fueron a jugar cerca de la orilla, Hamida y yo las imitamos. Hamida es una chica de familia marroquí que lleva años en España. Es alta y se le da bien el baloncesto. Llevaba un bikini rojo bastante normal que permitía ver que tenía unas tetas como cántaros, de esas gordas que caen por su propio peso, totalmente naturales. Mientras jugábamos, me fijaba en cómo le botaban, lo que hacía que perdiera la concentración a menudo y fallara. Ya en los entrenamientos me solía fijar en sus tetas botadoras, igual que en las de Sonia, Lucía y Clara, pero ahí en bikini, tan cerca, me costaba centrarme en el juego. Era una pena que estuviera tan en contra del desnudo.
Cuando nos cansamos de jugar, nos dimos un chapuzón y yo volví a las toallas dejándola a ella en el agua. Me costó ubicarme de nuevo. Entre la multitud y lo que nos habíamos desplazado por la orilla sin darme cuenta, tardé como 10 minutos en encontrar nuestro sitio. Cuando llegué, me encontré a Mireia, Lucía, Cris y Ana C, supuse que el resto estaría en el agua.
Me quedé un rato de pie para secarme con el aire antes de tumbarme en la toalla y, de paso, mirar los cuerpos de mis compañeras de viaje. Así me encontraba cuando de repente noto el abrazo por la espalda de un cuerpo mojado, que se apretaba contra mí y me dejó chorreando, era Ana P.
Ana P es una chica bastante guapa, muy atlética, con un cuerpo de modelo y sin tetas. No es que las tenga pequeñas, es que en la mayoría de ocasiones son totalmente imperceptibles. Ahora, en bikini, sí se notaba que tenían relieve, pero en realidad más que "sujetador", podríamos hablar de "cubridor", porque esos pechitos tan pequeños no necesitan sujeción ninguna.
Mireia es bastante similar a Ana P, igual tiene las tetas un poquito más grandes, pero la verdad es que las dos las tienen significativamente pequeñas. Cris y Ana serían un intermedio. Tienen las tetas normales, ni muy pequeñas ni grandes, pero a juzgar por cómo les quedan los bikinis y otras veces que me había fijado, las tenían que tener bastante bonitas. El resto de chicas las tenían bastante grandes. No es que fueran tampoco king size, salvo quizá Hamida y Clara, pero eran bastante generosas.
Os cuento lo de las tetas por lo que viene a continuación. Ana P acababa de llegar, me abrazó para secarse y mojarme a mí, se tumbó y se quitó el sujetador del bikini, dejando sus minúsculos pechitos al sol. A mí me produjo más sorpresa que otra cosa, la verdad, porque las tetitas tan pequeñas no me llaman mucho la atención, pero era un interesante giro de los acontecimientos.
Ana P - Con vuestro permiso, me voy a tostar un poco las tetas, que las tengo muy blancas.
Mireia - Bien hecho, yo igual te imito.
Ana P - Pues ya estás tardando, nena, que cuando te quieras dar cuenta ya estamos de vuelta.
Mireia - No me he animado aún porque no sé cómo se lo tomará Hamida.
Ana C - Que se lo tome como quiera, ¿no? Cada una hace con su cuerpo lo que quiere.
Lucía - Pues sí. Yo sí que me animo. - Y tras decir eso, se quitó también el sujetador del bikini y salieron a relucir sus magnificas tetazas. Estas llamaron más mi atención porque eran bastante más voluminosas, aunque se mantenían perfectamente firmes. Los pezones eran rosaditos y estaban rodeados por una areola amplia de un color marrón más oscuro.
A mí se me estaba empezando a poner morcillona, pero aún no era alarmante, así que me quedé tumbado boca arriba un rato más para no dar el cante.
A Ana P y Lucía pronto les siguió Mireia, con sus pequeños pechitos, y así quedamos un rato. Para la expectación que me había generado en mi cabeza, tampoco fue para tanto. Al principio sí me había animado rápido, pero luego, una vez perdida la novedad, mi polla volvió a su tamaño habitual.
Sonia y Hamida llegaron juntas al cabo de un rato, pero no dijeron nada. Todos íbamos yendo y viniendo de remojarnos un rato. Lucía se ponía el bikini para ir al agua y se lo quitaba al llegar, Mireia y Ana P iban todo el tiempo en topless. A mí me gustaba especialmente el momento de quitarse el bikini de Lucía, cómo caían las tetas y volvían a acomodarse en una fracción de segundo. Eso era lo que más morbo me daba, y luego me gustaba también ver el bamboleo cuando se movía. Mientras estaba quieta, daba igual que estuviera en topless, que no llamaba mi atención.
Durante el rato que estuvimos en la playa, llegó Clara con su ligue y otro chico, que nos presentó. El chico con el que se había liado se llamaba Marco y era el típico cachas de gimnasio, es decir, más cachitas que yo. El otro chico era su primo y se llamaba Jorge. Jorge se veía mucho más tímido, pero parecía buen chaval.
Mientras nos presentábamos todos, Clara había puesto ya la toalla y se estaba quitando la ropa. Llevaba un bikini verde fosforito bastante hortera para mi gusto, pero con las tetas que tiene esta niña, se le perdona todo. Lo mejor fue que al ver que sus amigas habían abierto la veda, ella no quiso ser menos y se quedó también con la braguita del bikini.
Las tetas de Clara eran realmente grandes. Un buen par de peras naturales, algo caídas por el peso, como es normal, con una areola alargada y un pezón bastante grueso. Ahí sí me tuve que dar la vuelta, porque eso era para acabarse de criar, menuda suerte había tenido el Marco ese. La braga también era sugerente. Sin llegar a ser tanga, dejaba casi todo el culo al descubierto. Por arriba parecía unas bragas de esas sin costuras normales, pero por la parte de abajo se volvía casi tanga, de modo que se podían apreciar bien sus nalgas.
Es día volvimos todos juntos a los apartamentos, Marco y Jorge también. Me fui a mi habitación a pegarme una buena ducha, una buena paja a la salud de Clara y Lucía y ponerme ropa limpia. Me hubiera esperado un rato para dar tiempo a que las chicas se ducharan, pero estando Marco y Jorge, pensé que no habría problema, así que cuando estuve preparado fui hacia el apartamento donde solíamos comer, pero otra vez me dijeron que no estaban visibles.
Yo - ¿Pero no estáis con Marco y Jorge?
Mireia - Tampoco están visibles, jajajaja.
Yo - Vaya tela, pues ya me avisaréis.
Mireia - Que no, que es broma, están en el otro apartamento, ahora vendrán, supongo. Anda pasa.
Entré y, para mi desgracia, sí estaban todas visibles. Estaba casi todo el grupo, solo faltaban Clara, Sonia, Ana C y los dos chicos.
Cris - Venga, Juan, ya que has venido ayúdame con la cena.
Me puse a cocinar con Cris cuando se abrió la puerta del baño y salió Sonia con una toalla alrededor del cuerpo. Yo pensaba que estaría en el otro apartamento, pero no, estaba en la ducha. La toalla le tapaba más que el bikini, pero dejaba a la vista buena parte de las tetas, como si fuera un escote de las películas de los mosqueteros.
Sonia -Tendremos que planificar lo de las comidas, que no mola que me pilles desnuda.
Yo - Tranquila, que no se ve nada.
Sonia - Porque os he oído hablar mientras me secaba, que sino...
Yo - Pues otra vez ya estaré más silencioso, jajaja.
Entre la cena, las cervezas de después, que luego fuimos a tomarnos un par de cócteles y luego salir de fiesta, acabamos todos bastante borrachos. Sobre todo las chicas. No estuvimos todo el tiempo en grupo, íbamos perdiendo y reencontrando gente durante la noche. Clara y Marco sí que desaparecieron para no volver, supongo que irían a follar como los conejos toda la noche. Jorge estaba mucho con Ana C, se notaba que se la quería ligar, y parecía que Anita se dejaba. Yo no intenté nada con ninguna porque me daba mal rollo luego la vuelta, con mi novia, y luego al año siguiente si las vuelvo a tener, que todo se acaba complicando, pero sí que estaba cariñoso con ellas, me daba algún pico sin importancia, algún toquecillo de buen rollo, lo normal.
Con el alcohol, las horas de fiesta y alguna cosilla más, como que nos íbamos soltando más y los picos pasaron a algún que otro morreo, todo sin importancia, pero metiendo la lengua hasta la campanilla. De darnos alguna palmadita tonta en el trasero, pasamos a agarrarnos el culo mientras bailábamos o esperábamos en la barra, que nos soltamos bastante.
En la vuelta a casa, iba en medio Sonia y Mireia, no recuerdo nada de las otras en ese momento. Las tenía agarradas por las caderas y ellas tenían cada una una mano en un bolsillo de atrás de mi pantalón. De vez en cuando me agarraban el culo y nos reíamos, o se lo agarraba yo a las dos a la vez y también nos reíamos, íbamos bastante alegres.
De repente me dio por subir las manos y las agarré por las tetas. Bueno, agarrar agarré a Sonia, a Mireia no se la encontré bien. De haber ido sobrios ni se hubiera ocurrido ni, seguramente, me hubieran dejado, pero en la embriaguez todo estaba permitido. Tenía cogida una teta de Sonia en una mano, por encima del vestido y del sujetador, con lo que tampoco lo notaba muy bien, y con la otra empecé a buscar la teta de Mireia. No lo recuerdo con exactitud, pero creo que iba comentando la jugada en voz alta.
Mireia llevaba un vestido sin sujetador y mi mano acabó dentro del vestido jugando con el pezón erectísimo que había dentro. Luego en frío, una hostia bien dada no parece una respuesta desproporcionada a lo que estaba haciendo, pero no hubo ninguna violencia, las chicas se dejaban hacer y seguían contentas. De hecho, empezaron a meter la mano por debajo del pantalón y de los calzoncillos y a agarrarme el culo directamente, o tal vez solo era una de ellas, no lo sé.
Llegamos a los apartamentos y yo iba directo a mi habitación sin soltar a ninguna de las dos, y ellas venían conmigo como si fuera lo más normal del mundo, así que acabamos los tres dentro. Hubo un momento que parecía raro, pero duró poco, me desplomé en la cama tal como llegaba y se me unieron las dos chicas. Empezamos a morrearnos y a meternos mano mejor.
Les levantaba el vestido para poderles coger bien el culo por debajo de las bragas y pronto quedaron al descubierto los pechitos de Mireia. Los empecé a comer como podía. Era muy raro, porque nunca me había comido unas tetas tan pequeñas, era como si fuera un pezón grande con una base blanda. Me ayudaron a quitarme la camisa, bastante rápido y perdiendo algunos botones el proceso, pero a quién le importa, y me sobaban el pecho con toda la mano.
Me giré hacia Sonia y la ayudé a acabarse de quitar el vestido y el sujetador. Madre mía, qué tetas más bien puestas. Eran grandecitas, con una areola pequeña y un pezón supersalido. Mi primer instinto, que seguí, fue agarrarlas con las manos y meter mi cabeza en medio, hasta quedarme sin respiración, qué sensación más maravillosa.
Cuando saqué la cabeza para coger aire, Mireia ya me estaba bajando los pantalones junto con los calzoncillos y Sonia me cogió la polla con la mano. Me dispuse a comerme sus melones mientras empezaba a hacerme una paja y rápidamente noté una lengua que me recorría todo el rabo. Obviamente, era la lengua de Mireia. Menuda situación. Tenía las tetas perfectas de Sonia en la boca y la boca de Mireia en la polla, era el hombre más feliz del mundo.
Bajé la mano por el cuerpo de Mireia y me encontré con su culo, le di un par de palmadas y seguí en busca del coño, estaba mojadito, pero no mucho aún. Me dediqué a jugar con él con un dedo hasta que logré meterle bien todo el dedo corazón y jugar desde dentro de su vagina. Mientras, ella seguía comiéndome el miembro, pero con un ritmo irregular.
Sonia bajó a la altura de Mireia y se unió a la mamada. A veces me la chupaba una, a veces la otra, a veces ponían mi polla entre las dos bocas y jugaban a cazarse la lengua, era muy placentero. Yo busqué también el coño de Sonia y me dediqué a estimularlas a las dos, con una mano a cada una.
Yo nunca había hecho un trío y no sabía muy bien qué hacer. Estaba disfrutando de la mamada a dos bocas mientras intentaba hacer que ellas se corrieran haciéndoles un dedo. La primera en lograrlo fue Mireia, que se estremeció y se concentró únicamente en notar el placer que le estaba dando, dejando toda mi polla para Sonia, aunque ella también estaba más pendiente del placer que le proporcionaba que de chupármela. Llegados a este punto, me coloqué de modo que podía comerle el coño a Mireia durante el tiempo que le duró el orgasmo y, luego, me volví a cambiar para comérselo a Sonia, hasta que la hice estallar.
Esto me dio también un tiempo de recuperación para no correrme demasiado pronto. Me puse encima de Sonia y le metí la polla sin avisar, y sin condón, porque en ese momento ni lo pensé.
Sonia - Eh, qué haces, tío.
Yo - Hostia, el condón, perdona. - Y con todo el dolor de mi corazón, me retiré para buscar un condón.
Sonia - Tranquilo, que no es eso, tomo la píldora.
Yo - ¿Entonces?
Sonia - Pues que tienes novia, tío, no puedes follar con otras.
Qué mal rollo me entró de repente. Ni me acordaba en ese momento de que existía mi novia, qué bajón. Creo que hasta se me pasó la tontería del alcohol y empezaba a marearme, como si estuviera volviendo a la realidad demasiado rápido. Incluso empezaba a perder la erección.
Mireia - No le hagas caso, ahora ya da igual.
Y tras decir eso, se volvió a meter mi polla en la boca y a chuparla con ganas. La erección volvió a mi polla, que notaba como si estuviera incluso más grande que normalmente. La notaba desaparecer por sus labios casi entera, qué placer. En mi cabeza estaba la imagen de mi novia y algo de mal rollo, pero esa mamada me transportaba a un mundo sin conciencia ni remordimientos, un mundo donde solo había placer.
Se la sacó de la polla y se montó encima mío, no fue muy difícil clavársela hasta el fondo, fluía sola.
Mireia - Yo también estoy protegida, no te preocupes.
Yo la cogía por el culo para acompañarle el movimiento, aunque realmente ella marcaba el ritmo. ME estaba follando más lentamente de lo que yo lo hubiera hecho, pero era muy agradable notar las paredes su vagina contra mi rabo.
Mireia - Sonia, ¿quieres follártelo o no?
Sonia no respondió, pero supongo que entre ellas se entendieron. Mireia se soltó y en su lugar se puso Sonia. Molaba el cambio de sensación de un chocho a otro. En mi vida había follado con varias chicas, pero nunca había pasado de una a otra tan rápido y nunca había notado realmente que cada chocho es distinto. Al hacer el cambio así de seguido, noté como si me invadiera una sensación nueva. El coño de Sonia parecía menos caliente, pero estaba más estrechito.
Igualmente, al tener la polla lubricadísima de los flujos de Mireia, no costó nada que se clavara entera de nuevo y empezar el metesaca. Sonia marcaba el ritmo y yo le agarraba las tetas y me las llevaba a la boca. Mireia me puso el coño en la boca y se lo empecé a comer mientras Sonia me follaba.
Mireia no tardó mucho en correrse de nuevo. Yo notaba que me faltaba poco, pero necesitaba aumentar la velocidad. Me zafé de Sonia y la puse boca abajo en la cama. Luego la levanté un poco y se apoyó en las rodillas. En esa posición, se la volví a clavar en el coño y empecé a follármela a un ritmo más salvaje mientras le agarraba las tetas por detrás o me separaba un poco para darle azotes en el culo.
Sonia gemía bastante fuerte, cosa que me ponía a mil. Como era de esperar, no duré demasiado en esa posición y me vacié dentro de ese bellezón. Estuvimos unos segundos enganchados mientras notaba como la presión de su vagina acababa de exprimir el semen que quedaba en mi rabo. Después, le solté las tetas, que seguían bien agarradas, retiré mi polla lentamente y me tumbé en la cama como pude.
Mireia - Buenas noches, Juan.
Sonia - Tía, espera un poco, que no me puedo mover.
Mireia - Ya vuelves mañana, ¿no? Puedes quedarte a dormir con Juan.
Sonia - Pues esta cama está mejor que la nuestra.
Juan - Quédate si quieres, no pasa nada.
Sonia - ¿Y qué quieres que pase que no haya pasado ya? jajajaja
Mireia - Venga, mañana nos vemos.
Y así fue como después de mi primer trío, Sonia se quedó a ocupar la mitad de mi cama. Cosa que no me disgustó en absoluto. De hecho, entre la follada y poder dormir agarrado a esas tetas, dormí como un bebé.
A la mañana siguiente, desperté y vi que estaba Sonia en pelotas al lado. De hecho, estábamos los dos desnudos. Recordé lo que había pasado la noche anterior y me entraron remordimientos, pero también me volví a empalmar recordándolo. Sonia seguía dormida, y yo no pude evitar la tentación de coger el móvil y sacarle un par de fotos a ese cuerpazo. Seguramente no era una buena idea, pero cuando se presenta una oportunidad así...
Le saqué varias fotos en las que se le veía todo perfectamente. Tengo puesto en el móvil que suba automáticamente a un servidor de Internet todas las fotos que hago, así que, por si acaso, cuando comprobé que habían subido, las borré del móvil.
Eché una meada, me puse calzoncillos y me volví a meter en la cama con esa hembra exuberante. No podía cambiar lo que había sucedido, así que lo que me quedaba era disfrutar mientras pudiera. Empecé a sobarle las tetas y me las llevé a la boca. Estaba comiéndoselas cuando se despertó.
Sonia - Tío, qué haces.
Yo - Es que estás demasiado buena, Sonia, no me he podido controlar.
Sonia - Pues contrólate, que encima tienes novia, joder.
Yo - Ya, tía, pero bien que eso no impidió nada ayer.
Sonia - Eso es cosa tuya, yo no estoy con nadie. Si tú eres un cerdo que le pone los cuernos a su novia, es problema vuestro, yo no tengo ninguna responsabilidad en eso, si no lo hicieras conmigo, lo harías con otra.
Yo - Pues entonces a que viene que lo vayas diciendo a cada rato.
Sonia - Porque parece que se te olvida. Y suéltame, cerdo. Una cosa es que ayer se nos fuera un poco la situación de las manos y pasó lo que pasó y otra cosa es que puedas meterme mano cuando te dé la gana.
Yo - Joder, tía, que estás desnuda en mi cama.
Sonia - Pero ya me levanto. ¿Puedo usar tu bañera?
Yo - Claro, claro. Haz lo que quieras. Pero deja que me duche primero que acabaré antes.
Sonia - Ok, y deja de mirarme así las tetas.
Me duché, me vestí y me fui a dar una vuelta para poner un poco en orden lo que había pasado mientras Sonia se daba una ducha en la bañera de mi habitación. Vi un mensaje de buenos días de mi novia y decidí llamarla para hablar con ella un rato y decirle que todo iba bien, aunque sin decirle todo lo bien que iba.
Estuvimos hablando casi una hora y, cuando colgué, vi que tenía bastantes mensajes de las chicas, que dónde me había metido. Que ellas comían ya y que si quería saber qué hacían les mandara un mensaje.
Fui hacia el apartamento-comedor y ya estaban terminando. Comí de lo que quedaba, ayudé a recoger y fuimos a la playa. Otra vez estaba llenísima, y como me sentía aún un poco agobiado por lo de Sonia y Mireia, preferí volver a los apartamentos y quedarme en la piscina.
Al contrario de la playa, la piscina estaba bastante vacía ese día. Al ser domingo, supongo que mucha gente marchaba y que la siguiente tanda aún no había llegado. Había un grupo de unos 8 quinceañeros, alguna pareja de 30 o así y poco más. Ese día ninguna chica hacía topless. Busqué un sitio que parecía tranquilo y me aposenté ahí. Saqué mi Kindle y me puse a leer.
- ¡Hey, Juan!
Era Ana C, que venía con Cris. Ellas también estaban hartas de la playa y habían venido a pasar el rato en la piscina conmigo.
Cris - Qué bien se está hoy aquí, tenemos la piscina para nosotros.
Yo - Bueno, también está el grupo de instituto, que son un poco ruidosos.
Ana C - Porque te has ido pronto de la playa, que teníamos niños por todas partes, y más pequeños y ruidosos que estos, aquí se está genial.
Se dieron un chapuzón rápido y se tumbaron al lado mío. Yo acabé el capítulo al poco rato y me fui a bañar, un baño bastante largo.
Cuando volví, se había obrado el milagro. Las dos estaban tumbadas boca arriba y sin el sujetador del bikini. Me quedé un momento de pie delante suyo, contemplando esas maravillas de la naturaleza, con el cuento de secarme un poco antes de tumbarme.
Las dos tenían las tetas medianitas, un poco desplazadas hacia el lado por la posición, pero muy bonitas. Se les notaba un montón una zona mucho más blanca que el resto y tenían los pezones de un rosa muy claro. Me tumbé directamente boca abajo porque la visión de esas joyas naturales empezaban a levantarme el ánimo.
Pasamos la tarde los tres solos, entre tomar el sol, darnos algún baño, jugar a cartas, echar una cabezadita y tomarse algo. Cuando ya llevábamos mucho tiempo, decidimos ir a ducharnos, vestirnos y salir a cenar fuera. Avisamos al resto para que no nos esperaran y nos fuimos por nuestra cuenta.
Durante el rato que estuvimos por ahí, yo notaba que Ana C mostraba interés en mí, como si estuviera flirteando tímidamente, dando pie a ver si hacía algo. Yo estaba un poco rallado por lo que había pasado la noche anterior y por mi novia, pero Ana C me ponía mucho, aún me duraba la calentura de haberles visto las tetas y que de perdidos al río. Ya le había puesto los cuernos a mi novia, qué más da con dos que con tres, así que empecé a seguirle el juego y a mostrar interés yo también.
Era un tonteo bastante light, pero Cris se quedó con la copla y nos dejó solos tras la segunda caña después de cenar. Una vez los dos solos, empezamos con algo más de contacto físico. Que si una caricia, que si te agarro por la cintura, que si un besito tonto... Los dos poníamos de nuestra parte, así que lo que tenía que pasar, pasó y acabamos morreándonos y dándonos el lote en la playa, aprovechando la mala iluminación. Llegados a ese punto, le propuse a Anita ir a mi habitación, cosa que aceptó.
Al cerrar la puerta, nos desbocamos y empezamos a meternos mano y a besarnos por todas partes. Me quitó la camiseta y me daba besos por el pecho y el abdomen. Bajo hasta la polla y pensaba que me la iba a comer, pero no, volvió a levantarse y se quitó el vestido, quedando en bragas y sujetador, y me empujó hacia la cama.
La cama aún tenía las sábanas donde me había follado a Sonia y Mireia, claro, pero daba igual. Me desabroché los pantalones y me los empecé a bajar, ella colaboró y pronto estaba desnudo sobre la cama con Ana C sentada encima mío quitándose el sujetador.
Cuando volví a ver esas peritas dulces, me abalancé sobre ellas y las empecé a comer con fruición. No era solo chuparlas y darles mordiscos, no, era algo más salvaje, de haber podido, las hubiera masticado y me las hubiera tragado. De hecho, me acabó apartando porque le estaba haciendo daño y pude ver que me había pasado porque se notaban las marcas de mi dentadura en varios puntos de sus tetas.
La tumbé en la cama y le bajé las bragas, viendo como un bonito coño completamente depilado aparecía ante mí. Empecé a usar mis dedos con sus labios vaginales mientras nos morreábamos, y ella sujetó mi polla y la empezó a acariciar.
Bajé mi cabeza a su entrepierna, le separé las piernas con los codos mientras le agarraba cada nalga con una mano, y empecé a comerle el coño con las mismas ganas que antes le comía las tetas, pero vigilando de no ser demasiado bestia.
A ella le encantaba. Gemía de placer y me agarraba la cabeza para dirigirme y que no parara. Me indicaba cuándo le gustaba más, cuándo quería que acelerara o disminuyera, cómo quería que me moviera. Yo me dejaba mandar hasta que se corrió salvajemente. Me decía que parara y me intentaba apartar con la mano, pero yo quería que se corriera más, que no dejara de correrse en la vida, así que seguí hasta que logró girarse un poco y la solté.
Ana C - ¡Hijo de puta!
Yo - ¿No te gustaba?
Ana C - ¡Demasiado!
Me acerque con intención de metérsela, pero me paró y me dijo que esperara un poco, que ahora me tocaba a mí sufrir.
Me tumbó sobre la cama, me agarró la polla y empezó a ensalivarla con la lengua, muy lentamente. Luego, empezó a juguetear con el glande, pero sin llegar a metérsela. Cuando estaba en una posición adecuada para metérsela en la boca, intentaba hacerlo levantando el culo y tirando de ella hacia a mí, pero no lo lograba.
Ana C - Te jodes.
Poco a poco iba haciendo concesiones. Primero se la metía un poquito y usaba la lengua para darle golpes laterales, cosa que daba un placer casi doloroso, luego paraba y me quedaba con ansia de más. Luego se la metía más y empezaba a metérsela y sacársela de la boca muy lentamente, lo que era placentero, pero no suficiente. Luego volvía a hacer lo del glande. Luego se la metía todo lo que podía y me hacía una mamada como dios manda para, cuando tenía el ritmo cogido y estaba en el mejor momento, sacársela de golpe y soplarme. Me estaba dando placer y haciendo sufrir al mismo tiempo, y yo tenía la polla a reventar con ese jueguecito.
Al final, la acabé subiendo hasta tener su cara a la altura de la mía y buscaba su coño con mi rabo, pero la muy guarra lo esquivaba. Se lo estaba pasando genial haciéndome sufrir, aunque al final me salí con la mía y se la clave. Estábamos tan lubricados que se la metí hasta la mitad de golpe. Ambos gemimos de placer. Empezamos a follar en esa posición, pero iba con cuidado con sus tetas por si aún las tenía doloridas.
Estaba disfrutando como un enano con Ana C, qué manera de follar. Se salió, se tumbó boca arriba y aproveché para levantarle las piernas y apoyarme en ellas para abrirla más y metérsela entera. Mientras follábamos, nos insultábamos. Yo no soy mucho de eso, pero en ese momento me ponía cachondo y ella parecía disfrutarlo mucho más.
Ana C - Venga, maricón, fóllame el culo.
Se puso a cuatro patas y se la metí desde atrás mientras empezaba a jugar con su culo.
Ana C - No tengas miedo, maricón, méteme el dedo ya.
Cumplí sus órdenes y le metí el primer dedo por el culo. No lo tenía nada preparado y no fue fácil, yo creo que le tuvo que doler, pero seguía insultándome y pidiéndome más caña. Usaba mi saliva como lubricante, pero me costaba bastante hacer sito. Mientras, seguía dándole por el coño desde atrás, pero a un ritmo lento para retrasar la corrida. Cuando logré meter el segundo dedo sí gritó. Le iba haciendo movimientos circulares con los dedos juntos para hacer sitio para mi polla, que es bastante más gruesa que dos dedos. Ella me insistía en que la abriera más, pero yo no sabía cómo, solo tenía mis dedos.
Me estaba empezando a obsesionar con su culo, lo que hizo que se me saliera la polla y me diera igual. Le separaba las nalgas con una mano y con la otra iba hurgando más y más en su interior. Poco a poco se iba dilatando, pero mucho más lento de lo que decía ella con sus insultos. Cuando logré meterle tres dedos, ya me vi capaz de intentarlo con la polla, pero para entonces ya no tenía la erección necesaria, así que sin sacarle los dedos, se la metí en la boca y empezó a chuparla, esta vez como dios manda y sin juegos.
A la que recuperó la forma y el vigor, la apoyé en su ano, empujé y entró. Solo la puntita, como se suele decir, pero entró. Costaba muchísimo avanzar, era muy estrecho y tenía la sensación de que el agujero se fuera cerrando y me fuera a aprisionar la polla, pero pensé que lo peor que podía hacer era quedarme quieto, así que empecé a forzar el agujero moviéndome lo que podía.
Había tomado la decisión acertada, porque muy poco a poco, iba logrando meter un poco más de polla en ese culazo impresionante. Al principio costaba un mundo avanzar medio centímetro, pero poco a poco fuimos cogiendo soltura, o se soltó más o yo que sé y logré meterle un buen trozo de rabo. La progresión era buena, hasta que llegó a un punto que parecía que no daba más de sí. Como ya había logrado meter más de la mitad, me conformé y empecé a follármela así. Con el folleteo, iba logrando avanzar un poco, pero tan lentamente como al principio. En cualquier caso, me daba igual, me estaba follando el culo de Ana C, con quien tantas veces había fantaseado.
Cuando me corrí fue una sensación indescriptible. Cada vez que soltaba leche, notaba como si el culo de mi amiga me apretara la polla una fracción de segundo y luego volviera a dejarla libre. Cuando la saqué, tenía restos de mierda, semen y sangre, y tenía una sensación de completa satisfacción.
A ella le dolía el culo y las tetas, a mí un poco la polla, pero había valido la pena. Le propuse darnos un baño los dos juntos, pero me dijo que prefería bañarse sola.
Yo - ¿Vas a quedarte a dormir?
Ana C - No sé, igual estas se huelen algo.
Yo - No creo, les dices cualquier cosa.
Ana C - No lo sé.
Yo - Bueno, báñate tú primero y luego me ducho yo. Lo digo porque si me ducho yo antes, cuando salgas de la ducha seguramente ya esté durmiendo.
Ana C - No te preocupes, me sabe mal ocuparte la bañera y que te estés esperando. Me bañaré mejor si ya has acabado.
Yo - Bueno, pero si no te quedas, despídete antes, aunque esté dormido.
Tras ducharme y lavarme los dientes, me puse el pijama y salí a hablar con ella mientras se le llenaba la bañera. Luego se metió en el baño y no tardé nada en caer completamente dormido. Cuando volví a abrir los ojos, ya era de día, y Anita estaba a mi lado, despierta.
Ana C - Buenos días.
Yo - Buenos días.
Ana C - No quería irme sin despedirme.
Me dio un beso que se convirtió en morreo y bajó por la cama hasta tener la cabeza en mi polla. Sin perder ni un segundo, aprovechó mi empalme matutino, se metió mi rabo en la boca y empezó a hacerme una mamada. No era como la del día anterior, esta vez era más rápida y directa. Se ayudaba con la mano mientras la iba ensalivando bien y luego se la metía entera en la boca y recorría todo el tronco. Yo no hacía nada, me limitaba a disfrutar del momento. De vez en cuando se sacaba toda la polla por completo y me masturbaba un rato en la mano y luego se la volvía a meter, entera, y seguía solo con la boca.
Lo hacía muy bien, se notaba que tenía experiencia en el tema, y no tardé mucho en notar que me iba a correr. La avisé en un gemido y aceleró el ritmo, me la comía con ansia, hasta que empecé a derramarme en mi boca y bajó un poco el ritmo, pero no se la sacó en ningún momento, se la oía gemir mientras tragaba. Cuando hubo terminado, me dio un besito en la polla, se vistió y se despidió de mí, diciéndome que me esperara al menos una hora antes de dar señales de vida, que no sospecharan nada las otras chicas.
De hecho era relativamente pronto, no eran ni las 10 de la mañana. Le mandé un mensaje de buenos días a mi novia, aunque pensando que tardaría en responder. No fue así, ella también estaba despierta pese a estar de vacaciones. Dijimos de chatear un rato y puse el Skype.
Cuando me vio, bromeó con la situación de que estuviera en pelotas, ella iba con una camiseta y no se le veía nada. Le conté que todo iba bien, que me estaba yendo muy bien esos días en la playa, que las chicas eran muy majas. Naturalmente, no le dije que me había follado ya a tres, y cuando ella hacía algún comentario medio en broma medio en serio sobre la posibilidad de que hubiera pasado algo, yo me hacía el loco y lo negaba todo.
Con la tontería del chat, se me pasó el tiempo volando, y cuando me sonó el móvil con un mensaje de las chicas a ver qué era de mi vida, me di cuenta de que ya era casi la una del mediodía. Sin duda, Ana C podía estar tranquila, había seguido su consejo para no dar el cante.
A partir de ese día las cosas se volvieron un poco raras. Nuestro día a día seguía siendo playa/piscina, alcohol, fiesta, pero Ana C se mostraba cada vez más interesada, incluso delante de las otras chicas. Siempre buscaba estar cerca mío, hablaba más con ella que con nadie, si hacíamos algo en grupos solíamos ir juntos... Poco a poco, parecía como si nuestra relación se estrechara, y eso era algo que me preocupaba un poco, porque a mí tener algo pasajero esa semana de vacaciones me podía parecer bien, pero luego yo tenía una novia que no quería perder. Además, me preocupaban que las demás pensaran que tenía una favorita y si eso podría repercutir en el equipo, o si cotillearían y se enteraría mi novia. Estaba un poco preocupado.
El lunes y el martes no pasó nada, solo lo que os he contado, que Ana C y yo íbamos teniendo una relación cada vez más estrecha y me preocupaba dar el cante, pero no nos liamos ni nada de nada. El miércoles, mientras estábamos en la playa, me propuso ir a jugar a palas. Jugar contra una chica vestida únicamente con la braga del bikini, cuyas tetas botan libres a cada movimiento, no es fácil. Vale que llevaba ya días viendo las tetas de la mayoría de mis jugadoras, pero aún y así, verlas botar de esa manera, sumado al recuerdo del día que las estuve mordiendo, hacían que no acertara casi ninguna bola, así que al final lo dejamos por imposible, nos dimos un baño rápido para que se me bajara la excitación con el agua y fuimos a dar un paseo.
Mientras paseábamos, me agarró por la cintura y yo le puse la mano en la cadera, moviéndola hacia el culo de vez en cuando. Hablamos de lo que había pasado y lo que nos estaba pasando y le dejé claro que me caía muy bien, que me parecía muy atractiva y que me excitaba un montón, que me lo había pasado muy bien con ella en la cama, pero que quería a mi novia y no quería poner en riesgo mi relación. Ella me dijo que lo comprendía, que yo le molaba de hacía tiempo, pero que comprendía mi situación, que por su parte, podíamos aprovechar los días que quedaban para divertirnos un poco más y que luego siguiese con mi novia como si nada hubiera pasado, que era un capricho y ya está.
A mí esa situación me superaba. A estas alturas resultará poco creíble, pero la verdad es que, antes de ese viaje, nunca le había puesto los cuernos a mi novia. Había fantaseado con ello mil veces, sí, pero nunca lo había hecho. Ahora, en pocos días, me había follado ya a tres chicas distintas y una de ellas quería ser mi amante unos días más. Tenía que pensar en ello, pero cualquiera piensa algo fríamente cuando tienes a una morenaza en tetas agarrada por el culo diciéndote que quiere follar contigo, así que le dije que vale, pero que teníamos que ser discretos para que no se enterara mi novia.
Esa noche, yo me quedé en mi habitación con el pretexto de hablar con mi novia, cosa que era mentira, claro, y las chicas salieron por ahí. En realidad, aproveché el tiempo para ver algo de porno, hacerme una buena paja y descansar un rato hasta que me llegó el mensaje de Anita. Venía de vuelta, en 20 minutos estaría ahí.
Esa noche follamos como campeones. Estando todo claro, sin malos rollos que nublaran mi cabeza, pudimos disfrutar de una buena sesión de sexo, en la que volví a perforar todos sus agujeros. Esa noche aguanté más tiempo y pude meterle casi toda la polla en el culo. Parecía que disfrutaba mucho más cuando se la metía por ahí que por la vagina, eso me sorprendió porque solo había tenido sexo anal con mi novia y ella lo hacía más por complacerme que porque realmente le gustara, pero a Ana se la notaba disfrutar.
Cuando por fin me corrí, el placer fue intensísimo. Correrme en ese culo era una sensación extraordinaria. Caí extenuado en la cama.
Mientras aún me estaba reponiendo, ella me dijo que se iba a dar una ducha, que si la quería acompañar. No me hice de rogar y fui con ella a lavar nuestros cuerpos de flujos variados. Bajo el agua, yo la enjabonaba y ella me enjabonaba a mí. Aún tenía la polla resentida del esfuerzo que acababa de hacer, pero se volvió a empalmar. La erección resultaba algo dolorosa, pero no lo podía evitar teniendo ese cuerpazo ahí para mi disfrute personal.
Ella vio cómo tenía la polla de hinchada y, con una sonrisa, empezó a enjabonarla con suavidad, mucha suavidad. Por más delicada que ella fuera, yo la verdad es que sentía dolor con sus roces. Dolor mezclado con placer. Me empezó a enjuagar el rabo con el agua a muy poca presión, para no hacerme daño, y le pedí que la pusiera más fría. Eso me calmó un poco, pero seguía en todo su esplendor.
Apagó el agua, se puso de rodillas, sujetándose con mi cuerpo, yo me apoyé en la pared para no resbalar, y empezó a comerme la polla como la otra vez. Al principio empezaba poco a poco y luego iba subiendo de ritmo. A veces se ayudaba con la mano, pero pronto posó sus manos en mi culo, en parte para sujetarse, en parte para ayudarse a metérsela entera, y empezó a comérmela sin piedad. Yo seguía notando algo de dolor, pero ahora ya no me importaba nada, porque la sensación de placer era más fuerte. Era placentero notar su boca ardiente y el contraste cuando la sacaba y la soplaba, que se sentía mucho más frío.
Hacía poco que había pegado uno de los polvos más impresionantes de mi vida, pero aún y así noté que se acercaba la corrida. No le dije nada, sino que le agarré la cabeza y empecé a marcar yo el ritmo, más fuerte que el que ella llevaba, que ya era un ritmo bueno. Le follaba la boca sin contemplaciones y ella hacía gemidos que quedaban ahogados con mi polla. Cuando por fin me corrí, le solté la cabeza y se apartó para coger aire, lo que hizo que el segundo chorro la salpicara. Volvió a capturarla con la boca y se acabó de tragar el resto de mi lechita. Luego nos acabamos de duchar, nos secamos y yo quería que fuéramos a dormir juntos, pero me dijo que prefería volver a su apartamento para despertar ahí mejor.
El resto de días fueron parecidos. Con gente, intentábamos disimular y que no se notara nada. Incluso tonteaba un poco con el resto de las chicas y ella hacía lo propio con otros chicos. Yo creo que se nos notaba de todos modos, pero las otras chicas no daban muestras de saber nada, así que seguíamos con la farsa.
Cuando estábamos solos, nos dejábamos ir y disfrutábamos del placer que nos daban nuestros cuerpos. Solo fueron dos noches más, puesto que el sábado volvimos a nuestra vida normal y ya no supe más de ella hasta el curso siguiente, pero fueron unas noches que recordaré durante mucho tiempo.