Viaje con mi novia (ll)

Juegos sobre la cama. Disfrutamos juntos.

El segundo día de viaje lo hemos aprovechado al máximo, ahora ya en el hostal de la sierra tenemos tiempo para relajarnos un rato. En esta época del año anochece pronto, así que nos hemos alojado temprano  y ahora tenemos un par de horas antes de bajar a cenar.

Fuera hace bastante frio y he pensado que quedarnos a cenar en el hostal es una buena alternativa. Tiene un comedor rústico, con un gran hogar de leña que calienta toda la planta, cocina casera, quizás un buen “caldo de la abuela” será el plato estrella. Todos ellos son buenos ingredientes para tener una agradable e íntima cena para dos.

En la habitación del hostal me siento sobre la cama apoyando la espalda sobre el cabecero y me pongo a visualizar en la tablet la ruta para mañana, mientras Patricia se asea en el baño. En la habitación hace bastante calor por lo que me he quitado la ropa, así que estoy solo con el bóxer cómodamente colocado sobre la cama.

Tras unos minutos, se presenta de nuevo en la habitación vistiendo solo una amplia camiseta de manga corta, es larga y hace de mini vestido. Me hace gestos para que le haga hueco, aunque en vez de sentarse a mi lado se coloca entre mis piernas, apoyando su espalda contra mi pecho

Separo las piernas, se acomoda junto a mi apoyando sus manos sobre mis muslos. Con esta postura tan cómoda empezamos a ver en la Tablet parte del recorrido que hemos hecho hoy, reportajes de lo que ya hemos visto y algo de lo que veremos mañana.

Patricia está muy contenta por todo lo que ha disfrutado durante el día de hoy. La percibo completamente sumergida entre las vivencias e imágenes de los sitios que hemos visitado juntos. Hoy no hay sitio para las preocupaciones cotidianas, estamos en otro mundo.

Está muy cómodamente recostada sobre mí y me pide la tablet para encargarse de su manejo. Se la doy y me quedan libres ambas manos. Le echo el pelo hacia un lado y miro por encima de su hombro. Aprovecho para darle besitos en el cuello, esta posición resulta muy cómoda y sexy. Paso un brazo por encima de su cintura y la otra mano la apoyo sobre su muslo, que ahora está por encima del mío.

Me gusta mucho sentir como su cuerpo reposa sobre el mío, oler su perfume “noche de verano”, respirar sobre su cuello, poner la mano sobre su vientre y la otra sobre su pierna, mientras ella distraída, pasa el dedo sobre la pantalla para saltar de un sitio a otro.

Levemente, con una mano le acaricio el brazo y luego la pierna. Mientras la otra mano, por encima de la camiseta recorre su vientre acercándome a su pecho. Patricia no hace nada por evitar que mis manos vayan aumentando el espacio para sus caricias, hasta que termino poniéndolas sobre el pecho y en la parte interior de su muslo.

Al principio se agita un poco en la postura y trata de evitarme. Ante mi persistencia y delicadeza, cede, se deja acariciar y confía en mí.

Pronto noto como sus pezones se endurecen. Echa el cuerpo hacia adelante, lo suficiente para quitarse la camiseta con facilidad, volviendo a apoyar su espalda, ahora desnuda sobre mi pecho.

Ufff!, cómodamente recostado sobre el cabecero ahora puedo acariciar sus tetas a mi gusto. ¡Que tetas tan ricas!. Son generosas, me gusta mucho poner las manos por la parte de abajo debajo, levantarlas y rodearlas hasta coronar por el oscuro pezón. Sujeto cada pecho con una mano, lo acaricio lo manoseo , lo aprieto y lo bamboleo, dándoles todo tipo de caricias acorde a su delicado tacto. Coronándolos una y otra vez para separarme de ellos justo por el pezón.

Patricia gira la cabeza y busca mi beso en la boca para mostrar su complacencia. Luego continua manipulando la tablet, cruza una pierna por encima de la mía y me muestra el camino para que yo pase del muslo a explorar en su entrepierna, aunque con tono muy pícaro me dice:

-“déjame que mire estas fotos… no haces nada mas que interrumpirme y distraerme”

-

“Si cariño, te prometo que me voy a portar bien”, le miento al tiempo que pongo la mano sobre la pierna

a voy acercando hacia arriba, busco su braguita… y no la encuentro. Patricia ya vino sin ellas, solo con la camiseta. Uhmm!, esto lo interpreto como una clara invitación, un desafío a seguir con mis caricias.

Después de las dudas del primer día de viaje, hoy ya veo que sus deseos van en consonancia con los míos. Vamos a disfrutar juntos de esta postura tan dulce y tranquila.

Pongo la palma sobre la entrepierna, acaricio sus labios  esperando que se vayan acomodando. El dedo medio apoyado sobre la raja, presiono un poco y luego lo desplazo hacia abajo. Percibo su calor, eso me anima a continuar con las caricias sobre su sexo, sus muslos, sus ingles…

La mano con la que acaricio el pecho, recojo la teta, la estiro, rozo la aureola  y aprieto el pezón suavemente. La otra mano se hunde entre las piernas buscando la calidez de su sexo. Ahí me detengo y empiezo una caricia infinita sobre su chocho.

Mis dedos lo rodean, lo tocan, lo aprisionan, lo sacuden… le hago todo el repertorio de delicadas caricias que se me ocurren para conseguir excitar su clítoris. Quiero que salga de su capuchón y se muestre delicado y orgulloso, que reclame las caricias que le corresponden. Quiero gozar de él, quiero acariciarlo, rozarlo, excitarlo…

Patricia hace ver que continua con los videos, sin hacer mucho caso a mis caricias. Se que le agradan y que causan un placentero efecto. Sus pezones están bien duros y su coño empieza a humedecerse. Por un momento deja la tablet a un lado, vuelve la cara hacia mi y nos damos un beso apasionado.

Después  se vuelve a colocar en la misma posición, recostada sobre mí con las piernas ahora completamente abiertas como diciendo: “aquí lo tienes... hazme esas cositas que tú sabes que a mi tanto me gustan…”

Ahora si que Patricia se deja llevar, ha dejado salir su lado mas apasionado, y goza de cada roce, de cada apretón, de cada soplo sobre su cuello…

Mi dedo índice ha encontrado su tesoro,  su perlita. Lo coloco a un costado, empezando un suave y lento roce por el lateral, arriba y abajo. Quiero estimularla, que salga de su capuchón, despacio…

Suena el móvil de Patricia, mira en pantalla quien llama y acepta la llamada. Yo me retiro para darle libertad para hablar. Ella en un rápido gesto me coge la mano y la lleva a su entrepierna indicándome que continúe con mis caricias. No quiere que se interrumpa la secuencia y no le importa hablar al mismo tiempo por teléfono.

Me parece una situación con mucho morbo y me esfuerzo por darle mucho gusto mientras habla, yo no sé con quién.

-

“me pregunta sobre cómo me va el viaje”, me explica mientras coloca su mano sobre la mía, acompañándola mientras le sigo acariciando su sexo.

-

“todo va bien… hoy hemos visto muchas cosas y lo he disfrutado mucho”, le responde a las preguntas que hace su interlocutor.

Así discurre gran parte de la conversación, respondiendo a preguntas sobre el viaje, contestando con la verdad cuando puede, y engañando sin decir lo que estamos haciendo durante nuestro viaje escapada.

Nuestra relación secreta está a salvo, Patricia y yo vamos a disfrutar de nuestro viaje sin que nadie sospeche nada, daremos rienda suelta a nuestras más oscuras y morbosas fantasías. Tenemos ese pacto entre nosotros y lo vamos a disfrutar como dos adolescentes.

Sigo en el juego manteniendo mis caricias sin pausa sobre los pechos y la entrepierna. Me gusta mucho acariciarla, jugar con sus pechos y poner mis dedos entre sus piernas haciéndole caricias en sus puntos más sensibles. Durante su conversación he hecho  que se le escapen hondos suspiros que ella ha tratado de disimular.

- “Déjame, no seas malo…no ves que estoy hablando”, me ha dicho en varias ocasiones aunque su chochito la contradecía pues yo notaba que cada vez estaba más sensible y el morbo la excitaba aún mas.

Rodeo con una mano la garganta, sujetándola para que no se me pueda escapar. La otra la pongo con la palma cubriendo toda la vulva.  Me encanta experimentar esta sensación de dominio y a la vez dar todo el mimo que mi pareja se merece.

Su entrepierna, que antes era suave y tersa, ahora es tierna, elástica y flexible. Los labios exteriores están dilatados, carnosos y los puedo mover con un simple movimiento de la mano o de los dedos.

Al separar ligeramente los labios percibo su calor. Puedo variar a mi conveniencia la presión y los movimientos de mi mano. Le trabo una pierna para impedir que se pueda escapar, mientras le acaricio lentamente, presionando y aflojando, moviendo la mano de arriba abajo, sin perder el contacto haciendo que sean sus labios los que se muevan acompañando mi mano.

Arriba y abajo, muy despacio, apretando levemente, intercalando movimientos circulares con el desplazamiento vertical. De vez en cuando dejo que mi dedo medio se cuele dentro de la raja para recoger sus fluidos y rozar con la punta del clítoris. Este quiere salir de su capuchón para dar la bienvenida a mi mano que tan delicadamente lo acaricia.

La masturbo de forma parecida a como ella misma haría, con la diferencia que Patricia no puede elegir la secuencia ni la intensidad. La tengo cogida del hombro firmemente, mi pierna tiene trabada la suya para impedir que se escape de mi presa. Mi mano hace todo lo que yo quiero, la domino por completo y busco darle un orgasmo que no pueda controlar. En este momento Patricia es mía, quiero que entre en mi mundo y que su placer sea el mío.

Cuando sus temblores y sacudidas me anuncian que le llega su orgasmo, le doy unas palmaditas sobre la raja, interrumpiendo la secuencia, no quiero acabar todavía. Enseguida continuo con el frotamiento de la yema del dedo medio con su clítoris que ya está totalmente expuesto a las caricias. Vuelvo poco a poco a subir su excitación al máximo nivel.

Me encanta sentir como todo su cuerpo se estremece, se ondula mientras la mantengo prisionera con el abrazo y mi mano sigue con su manipulación. Tengo toda la mano mojada y me resulta fácil deslizarla sobre su piel.  Meter los dos dedos centrales en su sexo es una delicia reservada para los dioses.

Doy varios apretones seguidos, con intensidad creciente hasta que se descompone, gime, grita, patalea,  se  quiebra y se abandona a disfrutar de su orgasmo mientras permanece recostada sobre mi pecho. Sus manos buscan apoyo sobre mis muslos para conseguir la estabilidad que ha perdido con mis dedos dentro.

La libero lentamente de mi abrazo, dejando que se eche sobre la cama para terminar de degustar las agradables sensaciones que le ha provocado el orgasmo. Le ayudo a acomodarte para que su cuerpo quede atravesado sobre mis piernas. Apoyando su vientre sobre mis muslos y la cabeza y el pecho sobre el cojín.

Queda en una postura semejante a la típica de dar unos azotes en el culo, con lo que mi mano izquierda puede acariciarle el pelo, la cara, los hombros, la espalda, y la otra puede acariciar sus muslos, sus nalgas y los pies.

Me gusta tenerla así, me gusta tocarle el culo separarle los cachetes y meter los dedos en busca de su raja. Paso la mano y la saco bien mojada. Aprovecho para restregarla muy suave, sabiendo que la zona está muy sensible y que las caricias deben ser muy contenidas.

Extiendo el fluido por la zona, llevándolo también hasta el ano, toco muy levemente por toda la zona haciendo que sienta el contacto de mis dedos, como un punteo de la yema. No sabía que esa zona fuera tan sensible, la toco y se estremece…me encanta sentir sus contracciones… y ver como aprieta el culo cuando teme que el contacto de mi mano no sea lo delicado que merece la ocasión.

Es momento de poner la palma mirando hacia arriba abarcando toda la vulva, al tiempo que el pulgar juguetea con los labios interiores terminando por colarse dentro de la vagina. La yema del dedo se asienta sobre la pared interior de la vagina justo detrás de la zona del clítoris.

Mantengo la mano ahí pegada, moviéndola muy poco, mientras el pulgar sigue rozando en el interior generándole una agradable sensación. También me gusta mucho pasar la mano por la espalda, acariciarte el pelo, al tiempo que mantengo metido el dedo en tu chocho.

Le doy tiempo para que termine de gozar de los últimos destellos de tu orgasmo, yo me recreo con la visión de tu culo, de tu rajita sonrosada y de la suavidad de toda la piel de su cuerpo.

-“Eres un puto cabrón…me haces gozar como una auténtica perra… me encanta que me toques, que me hagas mojar…que me metas los dedos…que me pellizques los pezones….que juegues con mi culo… me vuelves loca…”, me dice culeando un poco.

**-

“a mi me vuelve loco…hacerlo y ver como te mojas … “, le contesto.**

Después de unos largos minutos acariciando su espalda, sus piernas y sus glúteos, ha llegado mi momento. La pongo bocarriba y hinco de rodillas entre sus piernas, me doy unos cuantos meneos lentamente mostrándole lo grande y dura que me la ha puesto. Ella levanta la cabeza con curiosidad y ganas de sentir ese pedazo de carne entrando en su cuerpo.

Acerca su cuerpo al mío como pidiendo que se la meta ya. La punta roza con los labios de su vulva. Me la cojo y hago que frote suave… arriba y abajo varias veces, haciendo que mi liquido pre seminal se mezcle con sus fluidos. Aprieto con el glande sobre sus labios, unimos nuestros dos puntos más sensibles y los frotamos dándonos mutuamente mucho gusto.

Pongo el capullo en la entrada de su vagina, empujo y siendo como si hubiese sido succionado. ¡Ooohh, que gusto! Que calorcito más rico me rodea! Qué presión tan agradable!

Durante un instante debo parar y relamerme los labios. Aprieto un poco, mi polla se abre camino lentamente. Mi capullo debe separar las carnes para poder avanzar, luego noto como se recomponen para darle un cálido abrazo de bienvenida. Un movimiento de caderas de atrás y adelante permite que la penetración vaya avanzando progresivamente hasta que la tengo toda dentro.

La saco y la meto tres o cuatro veces muy despacio. Quiero que sientas como entra y sale, como tu vagina se adapta para acogerme con un tacto de terciopelo.

Mi verga sale completamente para volver al principio, quiero que mi capullo resbale entre tus labios y choque una y otra vez con tu clítoris. Me encanta este frotamiento, es algo dulce, placentero… no nos llevará al orgasmo, pero sí que provoca punzadas de placer difíciles de describir.

Me gusta mucho ver como levantas la cabeza para ver lo que te hago. Tienes curiosidad por verme frotar mi verga con tus labios, también te encanta verme la expresión de mi cara llena de lujuria y pasión, sobre todo cuando me la cojo y la froto contra tu sexo.

Cuando ya no puedes más, te dejas caer sobre el cojín, agitas la cabeza y te aprietas los pechos. Vuelves a levantarte para mirar cómo te empujo cada vez más fuerte.

Si me separo, me coges, me atraes hacia ti.  Cuando estoy dentro, mueves las caderas, me coges por los glúteos y tiras de mi con fuerza hasta sentirme completamente dentro.

Me gusta cuando doblas las piernas y las elevas hasta poner las rodillas a mis costados y me dejas que te la meta hasta el fondo. Eso me pone a cien, empujo con todas mis fuerzas, dando las máxima amplitud a los movimientos y toda la intensidad que puedo.

Me gusta oír como nuestros cuerpos mojados crujen al contactar fuerte y rápido, ¡ooooh como disfruto!. Me gusta sentir que la tienes toda dentro, que mis huevos golpean con tus nalgas en cada embestida.

¡Qué tarde de sexo más rica!¡me gustaría que no terminara nunca!

Me inclino sobre ti, te tomo fuerte por las caderas mientras tu pones las piernas separadas por encima de mis brazos. Tengo la polla clavada por completo, ahora puedo mover mis caderas adelante y atrás con toda facilidad y amplitud. Mi verga se clava una y otra vez rozando fuerte con las paredes vaginales. Mi placer es inmenso. Siento que me voy a correr de inmediato.

Querida mía, estoy a punto… me tienes loco y mi polla no puede esperar ni un segundo mas.

Te bajo las piernas hasta la cama, adoptamos la postura del misionero, me acerco hasta tu boca te doy un besos alrededor de la boca, en los labios, en la nariz, en la mejilla, en la barbilla y mientras tanto me estremezco dejando ir varias andanadas de leche que se mezclan con todos tus flujos.

Me cuesta mantenerme apoyado sobre mis manos, con los brazos extendidos para no aprisionarte bajo mi cuerpo, solo mantengo el contacto contigo a través de mi pubis, y me resisto a separarme.

Hacía tiempo que no me corría de esta manera, como un animal en celo. He sentido como mis espasmos iban acompañados de contracciones de tu vagina… tú sabes cómo hacer que un hombre se sienta feliz.

Deverano.