Viaje con mi novia
Dulce viaje de fin de semana con mi novia.
- “¿Qué tal me sienta?¿te gusta?, me pregunta Patricia al tiempo que da un par de vueltas sobre si misma para mostrarme como se ha vestido para nuestra visita a la ciudad.
Debe haber visto algo en mi semblante que ha hecho cambiar enseguida su expresión desenfadada y alegre por una que refleja la duda. No lo he podido evitar, supongo que he puesto una cara de sorpresa que ella no esperaba y que la ha llevado a la confusión.
Patricia se ha puesto una camiseta ceñida que llega solo hasta cubrir sus costillas dejando a la vista todo el vientre y se ha enfundado en unos leggins delgados y muy ajustados que son una segunda piel que se adapta perfectamente a todas sus curvas. Unas zapatillas deportivas completan el atuendo.
- “Veo que no te ha gustado mucho. ¿acaso no me sienta bien?, insiste ante mi mirada perpleja.
No sé cómo decirle que lo que realmente ocurre es que me he quedado sin palabras, que no sé cómo reaccionar. Patricia tiene un cuerpo bonito, unas caderas y pernas bien torneadas que hacen que resulte muy sexy el atuendo que ha elegido. Diría que rellena la ropa con exuberancia
Tiene un aspecto que rezuma vitalidad, un cuerpo cuidado y ejercitado, que vestido de esa manera me ha cautivado. Lo que hacen los leggins con su figura merece comentario aparte. Van desde unos centímetros por encima del hueso de la cadera hasta cuatro dedos por encima del tobillo, adaptándose a sus curvas perfectamente.
Vista por detrás se diferencian claramente los cachetes del culo, la prenda se mete por la raja y permite que se muevan de forma armoniosa e independiente. Las piernas bien torneadas se unen al culo en una transición maravillosa, dejando en la parte interior de los muslos una zona donde se intuye debe haber un chochito muy lindo.
Por delante es tan espectacular o más que por detrás. Los leggins se adhieren al hueso de la cadera, cubren su bajo vientre bien liso hasta llegar a su pubis y en éste resalta un pequeño abultamiento.
- “Creo que no lo ves bien, ¿Qué te parece si me pongo esta falda?”, me dice mostrándome la prenda poniéndola encima del leggins.
Es una falda corta y atrevida, pero al menos no se ve con tanto descaro la parte más íntima de su cuerpo como hacen los leggins.
-"Ponte lo que más te guste y con lo que más cómoda te sientas. A mí me encanta verte y quiero que te sientas. Estamos de viaje, aquí cada cual viste como quiere, nadie te va a molestar lo que te pones. No tienes los condicionantes de familia o conocidos”
Patricia valora mis comentarios y finalmente decide ponerse un pantalón vaquero que también le gusta mucho, manteniendo la camiseta y las zapatillas deportivas. Uhmmm, que rica está.
Una vez preparado bajamos al comedor. Alli nos esperan sobre la mesa varias rebanadas de pan de pueblo tostadas en el hogar de leña, con aceite y azúcar encima, unas madalenas caseras con mermelada de mora y un generoso vaso con café con leche, es el desayuno que nos ofrece el hostal antes de partir.
Después de pasear un rato por la zona nos encaminamos en dirección a la ciudad donde pasaremos todo el día, por la mañana visitando la estupenda catedral y el casco antiguo. Para comer, nos vamos de tapas por los distintos rincones de la ciudad, reservando la comida principal del día para la noche. Por la tarde visitamos las famosas casas colgadas.
Cenamos en un restaurante con un mirador hacia el barranco, muy tranquilo y con decoración medieval. Patricia se inclina por pedir un caldo de verduras y migas con huevo. Yo gazpacho pastor, todo acompañado de un buen vino (nos bebemos toda la botella). De postre un trozo de alajú con un poco de helado. El camarero nos pone una copita de resolí que es el licor típico para acompañar el dulce, compuesto por café, aguardiente, canela y corteza de naranja. Esta muy bueno y nos reponen la copa un par de veces.
No tenemos prisa y nos entretenemos en la conversación de sobremesa. Me gusta verla interesada, también cuando se ríe ante mis ocurrencias y bromas. Su conversación fresca y alegre me tiene muy pendiente. Es un placer conversar con Patricia, saltamos de un tema a otro disfrutando de cada minuto.
El día de hoy ha sido muy largo, hemos visto muchas cosas, hemos comido y bebido… Patricia no está acostumbrada y parece que su llama se está apagando. Decidimos que por hoy ya es suficiente y nos retiramos a la habitación que está en el piso superior
Ya en la habitación, nos abrazamos apasionadamente sabiendo lo que viene a continuación. Con mucha parsimonia le quito el vestido que ha elegido para la cena, negro y ajustado como a ella le gusta. Ante mi esta Patricia con esa sonrisa tan linda, vistiendo solo unas bonitas bragas de encaje que realzan sus caderas.
Se excusa para ir al baño, yo me desnudo y me meto en la cama a esperar que vuelva. Dejo encendida solo una luz en una esquina y espero su regreso. Tras unos minutos de espera, ella vuelve y me premia con unos espectaculares posados que me encienden de inmediato.
Se mete en la cama, se acurruca a mi lado, sintiéndose protegida y segura. Tapados por el edredón nos damos calor mutuamente. Durante unos instantes acaricio su pelo y su espalda, como si fuese una gatita mansa y cariñosa.
El vino y el resoli hacen su efecto, enseguida me doy cuenta que se ha quedado dormida. Todo el día ha sido como una montaña rusa de emociones y ahora su cabecita ha dicho vale.
Le dejo que duerma tranquila. Me miro la polla y me compadezco a mí mismo, tiene que aguantarse y esperar, quedan varias horas hasta la mañana. Para consolarme, pienso que si me duermo, el disfrute sólo se demorará lo que tarda un pestañeo y eso pasa enseguida. Mañana ya está ahí, muy cerca y será otro día lleno de emociones.
Hace solo dos segundos que cerré los ojos mientras la mantenía abrazada y ya clarea el día. En realidad ya han pasado horas pero a mí me parece que solo ha pasado un instante. Me despierto con la dulce sensación que unas manos llevan un rato jugando en mi entrepierna. Me acomodo, suspiro complacido y me dejo llevar.
¡Voy a tener un despertar digno de un dios! ¡bendita seas gatita!
Juega y me toca creyéndome dormido. Cuando ya no lo pueda resistir dejaré que me descubra y empezaremos un nuevo día juntos con nuestros deseos más ardientes para compartir.
Estoy bocarriba en la cama, la cara sobre el cojín mirando hacia el ventanal, la sabana cubre parcialmente mi cuerpo, hago esfuerzos por pensar en algo que me distraiga y no revele que estoy despierto.
Patricia, que dormía a mi lado está yendo allí donde sus deseos más morbosos la empujan, me acaricia la pierna y las bolas. Quiere ver con sus propios ojos como esta polla flácida se convierte en una estaca gruesa y dura, que le da placer.
Dejo que me toque, que goce al contemplar el efecto que su mano produce en mi. Poco a poco la polla va ganando volumen y no puedo ocultar por más tiempo que estoy despierto. Quiero empezar a agradecer sus caricias. Rodeo cariñosamente sus hombros con mi brazo, busco su boca y le doy un beso de buenos días muy sentido y apasionado.
- “Buenos días querida Patricia, ¿has dormido bien?¿Cómo han sido tus sueños? Te digo mientras te acaricio la espalda.
Con la otra mano tiro de la sabana para descubrir mi cuerpo desnudo. Ambos vemos como mi polla ya ha crecido bastante y su mano todavía la rodea como si fuese un trofeo. Se echa sobre mi costado para tener mejor acceso, para mirar y para tocar a su gusto. Es la postura que siempre había soñado, una buena verga solo para ella, para jugar y para disfrutar.
Me encanta sentir su mano alrededor del tronco, como me hace un sube y baja lento e intenso. Vamos a disfrutar juntos durante este largo fin de semana de nuestros cuerpos y de nuestras pasiones.
Empiezo a darle besos y chuparle los labios. Dejamos que la naturaleza haga el milagro, convirtiendo un apéndice regordete y flácido, en una verga grande y fuerte.
Quiero que experimente su poder, la satisfacción que produce sentir como mi polla emerge, crece y se pone radiante de vigor, consecuencia de la excitación que ella me provoca.
Envuelvo su mano con la mía tomando el control de sus movimientos y así conducirla lentamente desde mi vientre hacia mi pubis. Lo hago despacio, zigzagueando, acercándome centímetro a centímetro para así incrementar su deseo de encontrar su trofeo.
Patricia se deja conducir dócilmente, gozando de la parsimonia en la aproximación. Siento su respiración junto a mi brazo y como esta va aumentando el ritmo a medida que su mano desciende en busca de mi sexo. Por fin, nuestras manos tropiezan con mi polla que ya está bien despierta. Es el momento de elevar la mano para posarla encima del capullo.
Dejo la mano de Patricia sola para que tome posesión del sitio. Mientras, yo llevo la mía hacia su hombro, acaricio el contorno de su cara, bajo por el cuello hasta la clavícula, voy hasta el hombro y regreso para buscar la curva de su pecho hasta tropezar con su pezón erecto.
Noto como este crecimiento imparable de mi polla la seduce, la encandila y la motiva. Se siente poderosa, con poderes de hada y con ganas de seguir tocando. La tengo casi al máximo de su tamaño, me recoloco en la cama para que ella pueda verla con comodidad. Dejo que se recree tocando, mirando, jugando.
Es el momento de guiarla para que por sí misma, baje el pellejo y deje aparecer mi capullo al completo. Ponemos sus dedos en forma de pinza y tiramos de la piel hacia abajo, liberando un buen champiñón rojo y brillante que saluda orgulloso a la liberadora.
Dejo que juegue unos minutos con mi polla, ahora ya completamente erecta. Pasa su mano levemente sobre el capullo, lo rodea dándole pequeños apretoncitos y pasa sus dedos justo por la punta presionándola levemente.
Una vez que se siente dueña de mi miembro y que ha descubierto alguna de las caricias que me hacen estremecer, acompaño su mano para que me rodee la polla. Cuando tiene la posición y presión correctas, le sujeto su mano cogiéndola por la muñeca.
Patricia me deja que la guie mientras hago que su mano empiece un lento y sentido sube y baja. Practicamos varios ritmos, varias amplitudes y varias intensidades. Pasan los minutos, Patricia quiere tomar el control, ya sabe lo que me gusta.
Retiro mi mano que hasta ahora tutelaba los movimientos y dejo que ella tome el control. ¡Qué buena paja me está haciendo!. Tengo que contener cariñosamente su ímpetu antes de que precipite mi orgasmo rompiendo el esquema que tengo en mente para esta mañana.
Nos colocamos invertidos uno junto al otro de forma que Patricia puede seguir tocándome mis genitales y yo puedo contemplar su cuerpo, disfrutar de la expresión de su cara y hacerle todo tipo de caricias en su bajo vientre, sus muslos, y su sexo que todavía permanece detrás de sus braguitas tipo culotte que tanto me gustaron ayer.
Cómodamente recostados uno junto al otro nos disponemos a darnos esas ricas caricias que estamos deseando. Patricia continúa pasando su mano a lo largo de la polla, manoseando los huevos y rozando sobre el glande, disfrutando del efecto que me produce, observando como mi cara refleja las sensaciones que me provoca.
Llevo mi mano hasta tu cadera que tanto me gusta, dejo que describa el arco para ir a buscar el muslo, y regrese apropiándose de la curva de su culo. Ahora por delante recorro lentamente el camino desde la cadera hacia tu sexo, pasando los dedos sobre la ingle. Rodeo su sexo, dejando que las yemas rocen sutilmente sobre el montículo que hay sobre él.
Sé que está deseando sentirme mucho más cerca, pero la voy a hacer esperar, un poquito, solo un poquito más. Me gusta mirar su sexo, rozar su piel, y sentir que está deseosa, impaciente… pronto llegaré hasta ella… y esta lengua que tanto le emociona se perderá buscando entre sus labios.
Deverano.