Viaje al sur con mi Hermana

Dos hermanos ya maduros, viajan juntos al matrimonio de un familiar, debiendo compartir la cama ... y algo mas.

Llevaba unos seis meses después mi separación, cuando llega una invitación a mi casa, de una sobrina que se casaba dentro de un par de semanas. Hacia tiempo que no tenía contactos con mis familiares del Sur, y a esa sobrina le tenía mucho cariño, por lo que confirme mi asistencia.

Una semana antes de viajar, me contacte con mi hermana y su marido. Era absurdo que viajáramos tan lejos, en dos autos, siendo solo tres personas, aparte que mi auto estaba con problemas mecánicos y no estaba en condiciones de hacer un viaje tan largo. Quedamos de acuerdo que viajaríamos los tres en el Jeep de mi cuñado, que era mas grande y mas moderno.

Un día antes de viajar, mi cuñado sale con que tenía que terminar un proyecto muy importante y que le sería imposible viajar, pero que de todas formas nos prestaría su vehículo, para que fuéramos los dos.

Mi hermana no se hizo problema, ya que como yo viajaba solo, ambos seriamos pareja en la fiesta.

El viaje fue muy agradable, aunque muy largo, casi un día completo. Al llegar nos esperaban con un almuerzo en casa de mi otra hermana. . Yo soy el único hombre, con 41 años. La que viajaba conmigo, Andrea, la mayor, tiene 42 y luego clara, Denisse con 35 y Joselín con 33.

De todas formas, no nos dieron mucho boleto, ya que estaban todos preocupados de arreglarse para ir al matrimonio. Nos quedaríamos en la casa de la tía Clara, junto con otro matrimonio de primos. Pero la casa de la tía Clara tampoco era muy grande, y le dejaron una pieza a mi primo con su señora, y la otra con solo una cama individual para mí. Mi hermana, dormiría con mi tía Clara, en su cama. A mi hermana del principio no le gustó la idea, pero no le quedó otra opción.

Nos arreglamos, partimos a la Iglesia, y luego a la fiesta. Nuestra familia siempre fue muy numerosa y algunos ni nos conocíamos. Nos juntamos con otros primos de nuestras mismas edades, en la misma mesa y lo pasamos muy bien. Mi hermana, se veía fabulosa. Usaba un vestido de noche negro, ajustado, con un escote muy pronunciado haciéndole ver fabulosas su hermoso par de tetas. De todas mis hermanas, Andrea siempre fue la que tuvo el mejor busto, y de cola, tampoco estaba mal. Le hice el comentario que se veía muy buena y que si no fuera mi hermana… ahí, pobre de ella.

Por nuestras edades, siempre fuimos muy unidos y era común que en nuestras fiestas de jóvenes bailáramos juntos. Aparte que mi madre nos metió a una academia de baile y realmente nos complementábamos muy bien.

Hacía mucho tiempo que yo no bailaba y ella tampoco, ya que su marido, es pésimo bailarín. Tocaron una salsa, en la cual siempre me he destacado, e invite a mi hermana a bailar. Nos comenzamos a mover en la pista, complementándonos tan bien como cuando éramos jóvenes. Ella pasaba a través de mis brazos con una soltura, moviendo sus anchas caderas, al ritmo de la música. Sus grandes pechos se movían con sus movimientos y yo haciendo broma con mis primos casi le pegaba la cara en ellos. Mi hermana solo se reía, y me empujaba hacia atrás. En uno de los pasos, en que ella me daba su espalda, moviendo su culo sobre mi pantalón en una forma muy sexy, como estábamos bromeando con mis primos y sus señoras, yo ponía cara de degenerado, la tomaba de su vientre unos segundos y luego sin ningún descaro, le subía las manos hasta sus tetas. Ella se las sacaba inmediatamente entre las risas de todos nosotros. O de repente teniéndola tomada de la cintura, le bajaba las manos hasta sus nalgas.

Bailamos casi toda la noche, pero entre las bromas, los toqueteos y el alcohol, la verdad mi hermana me tenía bastante caliente. Solo parábamos unos minutos para tomarnos algo y continuábamos bailando.

El alcohol hizo algo de efecto en mi hermana, a la que al final de la fiesta, se le estaban enredando un poco las palabras y se reía de cualquier cosa, pero solo un poco, nunca borracha, pero si algo contenta.

Como ya era muy tarde y mis primos ya se estaban marchando, la tomé del brazo y salimos con ellos hasta donde estaba nuestro auto, despidiéndonos. Nos preguntaron cuando viajábamos, les dijimos que mañana y quedamos de acuerdo que ellos cuando viajaran a nuestra ciudad, nos pasaría a visitar.

Nos subimos en el Jeep de mi cuñado y nos fuimos a la casa de la tía Clara, la que habían ido a dejar hace mucho rato. Por suerte nos había pasado otro juego de llaves, para entrar.

En el Jeep comentábamos lo bien que lo habíamos pasado y que se alegraba que hubiésemos viajado los dos solos, ya que mi cuñado, era muy aburrido en las fiestas, no la dejaba tomar y menos bailar de esa forma. Lo único que le molestaba era que tenía que llegar a dormir con la tía Clara. Me preguntó si la aceptaba en mi cama y yo le dije que si, pero que yo no respondía de lo que le podía pasar. Ella lo tomo como broma, pero yo, entre broma pensaba en lo incomodo que dormiría, y no precisamente por lo chico de la cama, si no por estar tan caliente y con la tentación al lado. Pero obviamente sabía que nada pasaría.

Llegamos a la casa y me costo un mundo abrir la puerta de calle. A mi hermana le dio un ataque de risa, y mientras más la hacía callar, mas se reía ella. A las finales me contagió su risa y me dolía la guata tratando de no reírme para no despertar a mi tía clara y a mis otros primos que se habían venido antes.

Entramos a la pieza, yo me empecé a desvestir, mientras ella volvió a salir, a buscar su camisa de dormir a su maleta, que estaba en la pieza de la tía. Menos mal, por que sacarme los pantalones con tremenda carpa que estaba levantando, hubiera sido muy incomodo a pesar de la confianza que teníamos. A los minutos entra, y dice que no encontró la maleta y le daba lata prender la luz para no despertar a la tía, a si que, como hacía calor, dormiría con ropa interior nada mas.

Se sentó en la cama y se sacó los zapatos y las medias. Luego se levantó y dándome la espalda comenzó a bajar el cierre de su vestido. Mis ojos no daban crédito a lo que estaban a punto de ver. Hacía muchos años que no veía a mi hermana con ropa interior.

Lo primero que apareció fue el sostén negro que estaba usando, sin tirantes en la parte superior, ya que su vestido era con los hombros expuestos. Lo dejó a si, dejando ver el inicio de sus calzones del mismo color, mientras se sacaba los aros y su collar, dejándolos en el velador. Luego se da vuelta de frente y doblándose un poco, deja caer su vestido al suelo. La imagen de mi hermana en ropa interior negra era espectacular, Sus tetas grandes y redondas, bajo esa tela gruesa de sus sostén con encajes, y su calzón negro, tipo tanga, que no era chico, pero también con encajes, haciendo notar los dos pliegues que indicaban perfectamente la raya de su sexo.

Ella cuando joven se destaco por tener un físico de modelo, ahora con 42 años, y dos hijos, obviamente había cambiado un poco, sus tetas crecieron mas aun y su piel a lo mejor no tenía la misma dureza de los 17 años, y un leve, pero casi insignificante rollo, se marcaba donde le apretaba el calzón, pero realmente era un pedazo de mujer, alta, con sus cabellos largos y castaños, sus buenas tetas grandes y redondas, sus anchas caderas y dos gruesas piernas. No creo que ningún hombre no se hubiese excitado al verla así, y yo, no era la excepción.

Tomo su vestido y cuidadosamente lo dejó sobre una silla, para luego caminar dándome la espalda hasta apagar la luz. Sentí como se acostaba a mi lado, como su pierna desnuda rozaba la mía, como nuestros culos se topaban. Mi erección era increíble y no hallaba la forma de acomodarme Ella también se movía buscando su mejor posición para dormir, pero con cada uno de esos movimientos, me tocaba y aumentaba mi excitación..

Por último se acostó de lado, dándome la espalda. Yo también me coloque de lado, mirándola por detrás. Al ser tan chica la cama, era inevitable que la tocara, a si que quedé poyado contra ella. Sentía su perfume y sus cabellos en mi cara. Nuestras piernas tocándose y lo mejor de todo, ese tremendo culo, apoyado contra mi bajo vientre. Como acomodándome un poco más, le puse mi mano sobre su pierna, sin moverla. Pero eso solo duró un minuto, ya que no resistí y comencé a acariciársela.

Hasta ese momento todo era natural, aunque seguramente sentía mi erección bajo su espalda. La suavidad de esa pierna me tenía enfermo de caliente y me esforzaba en que mi verga no se moviera, pero era imposible, inevitablemente se movía. Preferí darme vuelta, mirando hacia la pared, para evitar seguir sufriendo al no poder hacer nada.

Lo hice, y luego de un minuto, mi hermana se da vuelta y me abraza por detrás, poniendo su mano en mi vientre.

Sentí sus tremendas tetas en mi espalda y su mano, jugando con mis vellos que me salían desde el ombligo hasta mi verga. El movimiento de esos dedos me estaba haciendo perder la razón. Era mi hermana, pero la situación era mucho para mí. Que anas tenía de darme vuelta , tomarla por el culo, chuparle sus divinas tetas y manosearla entera, pero solo una pizca de moral me impedía hacerlo.

Sus dedos seguían enredándose en mis vellos, acariciándome el vientre, haciéndome sufrir. Pero algo pasaba. Sus dedos juguetones, me parecían que bajaban lentamente, muy lentamente. Pensé que solo eran ideas mías, pero no, era efectivo que estaban bajando y si continuaban así, en poco se encontraría con la cabeza de mi verga que se asomaba dura por sobre mi bóxer.

Eso pasó. Sus dedos lentamente avanzando llegaron a rozarme la punta de mi pene y en una rápida reacción, volvieron a subir, como pidiendo disculpas por lo acontecido, descansando su mano sobre mi vientre.

Yo me obligaba a pensar que había sido solo una casualidad, pero al cabo de unos minutos nuevamente sus dedos comienzan a jugar con mis vellos. Me tenía muy nervioso y con toda mi atención puesta en sus dedos, que nuevamente jugando con mis vellos, comenzaban a bajar. Pero ella hora sabía muy bien con lo que se encontraría si seguía bajando y solo a centímetros de el, sus dedos detuvieron el avance. Sus largas uñas fueron las que me comenzaron a rascar mi bajo vientre haciéndome delirar de pasión.

Ambos sabíamos que se estaba generando, peligrosamente bajo esas sábanas, pero no decíamos nada .

Muy lentamente sus dedos fueron bajando e inevitablemente se volvieron a encontrar con la punta de mi verga que estaba apunto de explotar, pero esta vez no retrocedió, solo los dejo ahí , sin moverlos, solo levemente rozándola.

Fantaseando con lo que podría pasar, hice que mi verga se moviera, y ella como una invitación, ya descaradamente bajo toda su mano poniéndola abierta sobre toda mi verga, para luego cerrarla y tomarla completamente, acariciándomela fuertemente.

Ya no lo podíamos ocultar, ambos estábamos calientes y solo atiné a llevar mi mano atrás, y agarrarle las nalgas fuertemente, apretándoselas, manoseándolas fuertemente, haciendo que ella se apegara más a mí. Nuestras respiraciones agitadas, sintiendo como su pelvis chocaba contra mi culo, mientras su mano ya bajaba hasta mis huevos, apretándolos, tocando todo mi sexo con su mano abierta.

No aguanté más, me di vuelta, y ambos de costado, nos abrazamos desesperadamente y nos fundimos en un apasionado y húmedo beso, juntando nuestras lenguas y con nuestras manos agarrándonos del culo mutuamente, frotando nuestros sexos.

El culo de mi hermana era exquisito, grande y carnoso, no dejé de tocarlo ni un minuto, metiendo mis manos por debajo de su calzón, metiéndolas entre sus ricas nalgas, algo mojadas de arriba abajo. Ella no dejaba de besarme y frotaba como loca su sexo contra mi verga. Prácticamente ya estábamos follando con nuestras prendas aun puestas.

Desesperados nos bajamos nuestras prendas bajo las sabanas, quedando nuestros sexos al descubierto, sin dejar de besarnos a costados de lado con nuestras manos en el culo del otro, nuestros sexos se juntaron por primera vez al descubierto.

Con mi mano busqué entre sus piernas, encontrando una mojada concha, abriendo sus gruesos labios, alcancé a tocar la humedad de su vagina y sin piedad, se la metí hasta el fondo. Ella solo lanzó un gran suspiro y me apretó más aun.

No pensaba en nada, ni en incesto, religión, ética o moral, solo era una hermosa y voluptuosa mujer desnuda a mi lado, ardiendo en deseos igual que yo.

Nuestros movimientos eran muy rápidos, apretándonos fuertemente, haciendo que mi verga se perdiera en lo mas intimo de mi hermana, besándonos como una pareja de adolescentes, ardiendo en deseos, metiendo las manos entre las nalgas del otro.

La volteé y me subí sobre ella, sin dejar de besarla. Ni siquiera fui capaz o tuve tiempo de sacarle el brasier para comerme sus tremendas tetas que me tuvieron loco toda la noche, solo quería penetrarla una y otra vez , saciarme con sus nalgas lo más que pudiera. Ella con las piernas abiertas, se movía fuertemente haciéndome que la penetrara más fuerte aun.

Su orgasmo no demoró nada en llegar, soltándome los labios, y apretándome fuertemente, enterrandome sus uñas en la espalda, comenzó a gemir en silencio, en mi oído, para no ser escuchados, al mismo tiempo en que yo, apretándole muy fuerte sus nalgas, y dejándole la verga metida hasta el fondo, me descargaba con todo mi semen en su interior.

Quedé sobre ella, aun con mis manos en su culo, descargando las últimas gotas que salían ya sin fuerza de mi verga, mientras ella, con suaves movimientos me exprimía la verga.

La penetración solo duro unos minutos, sin palabras, sin poses, ni nada, solo la necesidad de sentir el sexo del otro, saciarse y botar la lujuria acumulada. Ocultos en la oscuridad, dos hermanos unidos por sus sexos, no sabíamos que había pasado ni que decir.

Ella , sin decir palabra, se salió debajo mío y me dio la espalda, me puse detrás de ella, y la tomé de la cintura, pero ella bruscamente me corrió la mano y me dijo que la dejara.

Mil pensamientos pasaban por mi mente, aunque muy satisfecho me invadió un pensamiento de culpa, seguramente ella también lo tenía. Preferí darme vuelta y no decir nada. Esa cama que en un principio era tan chica, ahora generaba un tremendo espacio entre ella y yo, ni siquiera nos rozábamos.

Aun estando muy cansado, no podía conciliar el sueño. Por la ventana se veía como estaba lentamente amaneciendo. Ella seguramente tampoco dormía, pero no me atreví a decirle nada y sin darme cuneta, me dormí.

Al despertar me encontré solo en la cama. Escuchaba afuera a mi hermana hablar con mi tía. Cuando salí de la habitación, por mucho que trató de disimularlo, la notaba muy nerviosa, incluso algo molesta conmigo. Me dijo que me duchara, y que me apurara, para que saliéramos temprano, pese a todas las suplicas de la tía, en una hora, ya estábamos subiéndonos al jeep de mi cuñado, para partir a nuestra ciudad.

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