Viaje al parnaso

Relato de un viaje bastante loco. ¿Qué habré fumado?

VIAJE AL PARNASO

Disponiéndome a ir a la cama

un relato contar me reclama,

así que, ante un blanco teclado,

he empezado a escribir inspirado.

¿De qué puedo ahora hablar?, ¿de algún drama?

Si lo hago, ¿se agranda mi fama?

Mejor cuento de algún largo viaje

hacia etéreo y hermoso celaje,

siendo el Monte Parnaso el destino,

donde escancian los dioses el vino

y se aburren como ostras del mar

sin saber como el tiempo matar.

¿Con quién puedo viajar?, ¡con Pegaso!

Ese hermoso corcel viene al caso.

¡Aquí llega!, luciendo cual galas,

el plumaje de sus blancas alas.

Y de un salto muy diestro me hallo

bien montado en el dócil caballo.

¡Arre! ¡Arre!, corcel linajudo,

nunca antes montarte alguien pudo

y yo puedo, pues todo la mente

puede hacer, ya lo ves, fácilmente.

¡Arre! ¡Arre!, parado en tu lomo,

mil estrellas fugaces yo tomo,

para hacerte un collar que te entrego.

¡Hey!, ¡cuidado!, por poco me pego

con un astro de cola brillante

(un cometa pasó hace un instante).

Ten cuidado, corcel, que la ruta

has perdido, ¡qué bestia tan bruta!

Se molesta Pegaso y regresa,

sumergiéndome en húmeda presa.

Tiritando de frío despierto

muy contento de no haberme muerto.

Y hasta aquí, colorín colorado,

este tonto relato ha acabado.

Ahora sepan ¡oh, mentes confusas!

que mi trato es de TU con las musas.