Viaje Al norte II
Ultima parte de aquel accidentado viaje de trabajo, especialmente dedicado a pepe, siento no disponer del tiempo que quisiera para poder contaros más de seguido
-Hola Sebastián, ¿cuánto tiempo? ¿Qué tal? ¿Cómo tú por aquí?
-Hola guapa, estábamos en un trabajo que había que terminar y nos ha pillado la nevada, estamos al lado de casa, pero no podemos llegar.
- Valla, pensaba que vivías en Madrid. – mientras hablábamos nos sentamos juntos en una mesa-
-No, vivo aquí en un pueblo cercano, El Señor Andrés de vez en cuando me llama para algunos asuntillos, sus cosas siempre van aparte de la empresa y así me gano unas pelillas.
¿Y tú, que haces tan arriba tú?
Le explique más o menos lo que había pasado, que mi jefe estaba pasando por tiempos difíciles, y que había tenido que subir para hacer unos inventarios, a la vuelta me he quedado aquí tirada y no me ha quedado más remedio que alquilar una habitación para pasar la noche.
Tras el bocadillo continuamos tomando café y una copa, miré el reloj, casi las dos de la madrugada, me levanté para despedirme, cuando Sebastián me interrumpió. Yo te quería pedir un favor, si no te importa claro, me dijo, -un par de ellos pensé yo, pero si hubieras venido antes-, tú dirás contesté.
-Verás, como has dicho que tenías una habitación, llevamos tres días trabajando sin descanso y en toda la noche no podremos llegar a casa, por favor, permite que nos duchemos en tu cuarto, ¿duchemos? Contesté, hay me explicó que estaba acompañado de su sobrino, y él también necesitaba una ducha, al final acepté dejarlos que se ducharan allí, pero con la condición de que fuera una ducha rápida, señalando mi reloj, le expliqué que era muy tarde, y que tenía que salir pronto para casa, le apunté el número de habitación y le comenté que antes debía ducharme yo, así qué quedamos media hora después allí.
Apenas habían pasado 25 minutos cuando tocaron a la puerta, acababa de salir yo de la ducha y me encontraba con tan solo mi albornoz, bueno total será un momento, y en todo caso Sebastián ya probó lo que pudiera ver, pensé antes de abrir la puerta.
Al abrir no pude evitar fijarme Mamadou, era un chico alto fuerte y sobre todo guapo, muy guapo, nada más entrar, Sebastián hizo las presentaciones, y tras darle dos besos me dijo; aquí os dejo para que hagáis amistad, y sin más se metió en la ducha, los aproximadamente 15 minutos que pasé con Mamadou fueron agradables, yo estaba sentada en la cama, procurando no mostrar nada al chico, mientras que él muy dicharachero, no dejaba de contarme batallitas sentado en una especie de butaca que había frente al pequeño televisor.
Cuando Sebastián salió de la ducha, Mamadou se dispuso a entrar en ella, no sin antes avisarme de que él era un poquito más lento que su tío, intento terminar pronto dijo antes de encerrarse dentro del baño.
Cuando nos quedamos solos en la habitación, Sebastián volvió a darme las gracias por dejarlos utilizar el baño, nada que agradecer, le dije, no te preocupes. Avanzó unos pasos hacía mí, supuse que para ocupar la butaca que su sobrino había dejado libre, pero me equivocaba, se sentó a mi lado en la cama, nada más hacerlo me comenzó a hablar de su sobrino, preguntándome si me había caído bien, para después relatarme como él también había terminado en España, la conversación transcurría con normalidad, pero mi amigo Sebastián cada vez se acercaba más a mí.
Su monólogo continuaba narrándome su vida y la de su sobrino, pero esta vez puso su mano en mi cintura, enseguida la retiró por lo que no le dije nada, pero instantes después la colocó en mi rodilla, totalmente cerrada para no enseñar más de la cuenta, Sebastián continuaba hablando como si no hubiera hecho nada, pero eso sí, su mano seguía en mi rodilla, apretando y acariciándome con su dedo pulgar, sin pensar muy bien por qué, abrí mis piernas. Sebastián tomo este hecho como una aprobación a lo que él quisiera, y en realidad así era, pues ya no sería capaz de frenar aquello.
Su mano avanzaba por dentro de mi albornoz hacia mi coño, el recorrido era tan lento como insoportable, quería su mano en mi entrepierna cuanto antes, cuando estuvo a punto de llegar cerré mis ojos para abandonarme a sus caricias, pero nada más rozar mis labios sacó la mano, no me dio tiempo a protestar pues su boca invadió la mía mientras desabrochaba la cinta de mi albornoz, y abriéndolo por completo me recostó sobre la cama.
Tumbado sobre mí, continuó besándome la boca y acariciándome los pechos, después fue su lengua la que se encargó de mis pezones, sin dejar de lamer mi piel, Sebastián abandonó mis tetas para iniciar el descenso hasta mi coño, cuando su lengua recorrió mi raja no puede evitar cerrar los ojos y agarrar fuerte las sabanas mientras los gemidos eran ya más que notorios.
Cuando Mamadou salió de la ducha, lo primero que vio fue a su tío comiéndome el coño, yo seguía con los ojos cerrados disfrutando de lo que aquel hombre me hacía. Noté algo de peso a mi lado en la cama y como una mano me cogía una teta, supuse que se trataba de Mamadou y abrí los ojos.
Allí estaba el sobrino, de rodillas sobre la cama con la polla en la mano mientras me acariciaba la teta, aquella polla era enorme, mucho más grande que la de mi jefe, incluso creía recordar que ni su tío tenía una herramienta tan grande y gorda. Me apretó fuerte la teta y acercando la polla a mis labios dijo: vamos, chupa.
Como pude, entre gemidos y suspiros abrí la boca para metérmela mientras le miraba a los ojos, el por su parte me agarro con una mano por la nuca para dirigir la mamada, lo hacía con violencia, como si no hubiera tenido sexo en meses, esa manera de apretar su polla en mi boca me hacía daño, pero a la vez me gustaba, además Sebastián no dejaba de comerme coño de esta forma volví a correrme aquella noche.
Sebastián se levantó de entre mis piernas, se desnudó y acercó su polla a mis labios, durante unos instantes mi boca tuvo que albergar aquellos dos pollones, la habría cuanto podía y sacaba mi lengua, pero tan solo podía abarcar la punta de sus glandes, Mamadou se levantó dejando el hueco entero para su tío, que con más dulzura dirigió con mi cabeza su mamada. Su sobrino, se encontraba frente a mí restregando su capullo por mis labios vaginales, poco a poco la fue metiendo hasta que tuvo la mitad dentro, después dio una brutal embestida y me la clavó toda dentro.
El dolor que sentí al notar como su polla desgarraba mi coño, fue indescriptible, de no haber tenido la polla de Sebastián en la boca, el chillido de dolor lo habrían sentido hasta en mi pueblo, permaneció unos minutos inmóvil, con la polla clavada hasta los cojones, y después comenzó a moverse muy despacio, la sacaba hasta la punta para volver a meterla hasta el fondo, cuando me confiaba volvía a metérmela de un solo empujón, pero el dolor ya no era tan intenso.
Sebastián seguía con la polla en mi boca, de vez en cuando la sacaba y ponía mi cara toda perdida de mi propia saliva para luego volver a meterla hasta la garganta, así estuvimos un buen rato hasta que ambos salieron de mí, me pusieron a cuatro patas en la cama y mientras Sebastián buscaba follarme Mamadou ocupaba de nueva mi boca.
Cuando Sebastián se colocó detrás de mí separo mis piernas y frotó su polla por todo mi coño, mientras lo hacía escupía mi agujerito trasero para lubricarlo, ya me habían dado por el culo en varias ocasiones como ya sabréis, pero con una tranca como la de estos chicos no. Sebastián comenzó a meterme un dedo por el culo, luego dos y por ultimo hasta tres dedos me metió, me follaba con ellos como si de una polla se tratase, mientras yo seguía comiéndosela a su sobrino que ahora me dejaba hacer a mi ritmo.
Después de unos instantes disfrutando de los dedos de Sebastián y la polla de Mamadou, algo más gordo que unos dedos presionaron mi entrada trasera, poco a poco su gordo capullo acabo con la resistencia de mi esfínter y con una dolorosa punzada se fue metiendo hasta adentro, Sebastián metía su polla un poco y esperaba hasta que mi culo se amoldaba a ella, después la metía otro poco y otra vez esperaba, así consiguió meterla hasta el fondo sin hacerme mucho daño.
El placer que me producía la polla de Sebastián en mi culo, se manifestaba con la polla de su sobrino en mi boca, dejándome hacer con ella cuanto quisiera, comí sus huevos, los lamí y recorrí todo su mástil con mi lengua para luego volver a engullirla hasta donde podía, mordisqueaba su capullo sutilmente, para luego recorrerlo dulcemente con mi lengua, así hasta que sin avisar me llenó la boca de su lefa, minutos después su tío hacía lo propio en mi culo.
Los tres nos quedamos dormidos en la cama, hasta que de nuevo un ligero cosquilleo en mi interior me sacó suavemente del sueño, al abrir los ojos comprobé que Mamadou se encontraba entre mis piernas con su lengua en mi clítoris, con una mano sujetando su cabeza entre mis piernas y entre gemidos le pregunté por su tío, no fue necearía su respuesta, el ruido del agua al caer delataba que se encontraba en la ducha, incorporándome le comí la boca y nos dirigimos hacía el cuarto de baño.
Entré en el baño seguida de Mamadou, me dirigí a la bañera donde se encontraba Sebastián, sin mediar palabra le pegué un morreo cargado de deseo, con mi lengua recorría todos los rincones de su boca mientras mi mano buscaba y encontraba su polla, fue Mamadou quien, con un ligero, pero firme empujón desde mi nuca, me obligó a doblar mi cintura, dejando la polla de su tío a la altura de mis labios, y como no, mi coño a la altura de su polla.
Mientras la polla de Mamadou, me taladraba de forma dura por dentro, la de su tío Sebastián crecía y crecía dentro de mi boca, yo me aplicaba en mi felación, mientras me dejaba hacer por su sobrino, que ahora con saliva intentaba lubricar mi culo, seguramente tan solo podría disfrutar de aquellos machos durante un rato, después dios sabe cuándo volvería a verlos, por eso quería disfrutarlos al máximo.
Poco a poco la polla de Mamadou se fue adentrando en ojete, a cada milímetro que introducía dentro notaba como mi esfínter cedía produciéndome un intenso dolor, sin embargo, no dejaba de disfrutar de la polla de Sebastián en mi boca.
Nos encontrábamos los tres dentro de la bañera, mientras el agua nos caía encima, Mamadou situado detrás de mí, me levantaba cogida por los muslos, y la volvía a meter en mi culo, yo me agarraba a Sebastián y aprovechaba para besarle de nuevo los labios, después él pegó su cuerpo al mío y parando el mete saca de su sobrino, me la clavó hasta lo más hondo de mi coño.
Con las dos pollas dentro, los movimientos debían ser muy lentos y aun así resultaban bastante dolorosos, después Sebastián comenzó a lamerme los pezones mientras poco a poco iban acelerando el ritmo de la follada, casi sin darme cuenta el dolor iba desapareciendo dejando paso a un placer jamás antes vivido por mí, y disfrutándolo al máximo, tuve un orgasmo que me dejó exhausta durante unos minutos.
Antes de que pudiera reponerme de mi orgasmo, mis amantes habían cambiado de posición, ahora Mamadou se sentaba en el suelo mientras yo me sentaba clavándome su verga hasta la empuñadura, mientras que su tío, me empujaba desde atrás dejando mis pechos a la altura de la boca de Mamadou, y mi culo a su entera disposición, así estuvieron un rato hasta que, sacándome del chorro de agua, y situándose cada uno a un lado de mi cara me la llenaron de lefa, blanca y calentita.
Con sus pollas ya bien limpias, y todos los restos de semen en mi boca, terminamos de ducharnos, aunque entre roces, besos y sobeteos, salimos los tres casi más calientes que habíamos entrado, busqué mi móvil para mirar si mi esposo había dado señales de vida, efectivamente tenía un WhatsApp, pero era de mi hija, efectivamente me confirmaba que mi esposo había quedado atrapado por la nieve en un pequeño de Guadalajara.
Ya tenía la poca ropa que había sacado de la maleta guardada, para estar cómoda me había puesto un chándal y unas deportivas, me dirigí a la cafetería para devolver las llaves de la habitación y tomar un café antes de mi marcha, allí me encontré de nuevo con Sebastián y su sobrino, quienes bajo la mirada atónita de todos me invitaron al desayuno, ellos fueron los que me informaron que pasadas las cuatro de la madrugada el tráfico había sido reestablecido a turismos y varias horas después también a camiones, así pues ni ellos permanecerían más tiempo allí, ni yo quería hacerlo.
Sebastián y su sobrino me acompañaron hasta mi coche, junto a ellos, había pasado una noche inolvidable, que, sin duda quería volver a repetir, en el fondo de mi corazón esperaba que alguno de ellos me pidiera intercambiar los números de teléfono, así al menos tendría la esperanza de volver a quedar con ellos, pero ninguno de ellos lo hacía, así que, con un beso en los labios me dispuse a despedirme de ellos.
Fue cuando intentaba arrancar el coche, cuando Mamadou dijo que por que no me iba con ellos a su casa, venga pasamos el día y esta noche te marchas para casa, ya que más da unas horas antes que unas horas después, la idea no me hacía mucha gracia pero a Sebastián también pareció hacerle bastante gracia e intentó animarme, aun no me explico muy bien como sucedió, pero antes de que pudiera darme cuenta, estaba sentada entre los dos, en una de esas furgonetas que solo cuentan con las plazas del conductor, y dos acompañantes a su lado.
El viaje resultó cortito, apenas quince minutos, que me pasé con la parte de arriba del chándal abierta, y las manos de mis acompañantes recorriendo mi cuerpo, yo por mi parte el viaje lo pasé pajeando a Sebastián mientras conducía y morreando con Mamadou mientras este me sobaba las tetas y me metía mano, poco antes de llegar a casa de mis amigos Sebastián estuvo hablando con alguien por teléfono.
Nada más llegar a su casa me dijeron que tenían que ir a dejar la furgoneta de la empresa, me dijeron que me pusiera cómoda que volverían cuanto antes, Sebastián antes de salir me avisó de que con ellos también vivía un brasileño, pero que no me preocupara, que en caso de que volviera ya le habían comentado que era una amiga que pasaría allí el día.
Apenas llevaba diez minutos viendo el televisor, cuando sonó la puerta, al abrirse apareció un chico grande, también de color, pero algo más bajo que sus compañeros de piso, nada más verme me preguntó quién era, lo hizo en castellano, pero con un claro acento brasileño, le dije mi nombre y que era amiga de Sebastián y asintiendo con la cabeza se dirigió a una de las habitaciones.
Un poco anonadada por lo sucedido con aquel hombre me quedé embobada mirando la televisión, la verdad, no me interesaba lo que salía en ella, pero con este hombre me daba un poco de miedo incluso moverme, abstraída como me encontraba en mis cosas apenas me di cuenta de que allí estaba aquel hombre con la polla fuera.
Se mostraba ante mis ojos totalmente desnudo, golpeando mi cara con su polla que, aunque aún estaba en reposo, lucía un buen tamaño, sin decir una palabra desde que había salido, cogió mi barbilla y levantándola ligeramente apretó su capullo contra mi boca.
No tengo muy claro si fue por miedo, por deseo, o por ambas, pero apenas noté la presión de su glande en mis labios, abrí la boca recibiendo la primera de sus embestidas, no permitió que se la chupara, únicamente se limitó a follarme la boca.
Sus embestidas llegaban casi hasta mi garganta, provocándome más de una arcada y mucha salivación para poder albergar aquello dentro, cuando tenía la polla bien dura, la sacó de mi boca, me levantó del sofá, y, bajándome los pantalones y las bragas me dio la vuelta, me apoyó sobre el respaldo y me la clavó en el coño hasta que sus huevos rozaron mi clítoris, lo único que salía de su boca, eran gemidos de placer que se entremezclaban con los míos, el tío follaba de lujo y ese toque salvaje de machista me tenía enloquecida, me estuvo follando en la misma posición hasta que se corrió llenándome el coño de leche, al notarlo fue inevitable correrme yo también, tal y como había llegado, sin decir una sola palabra, sacó su polla de mi chocho y se dirigió a su habitación, al hacerlo le pregunté por baño, pero ni por eso emitió palabra alguna, se limitó a señalarme una puerta con el dedo.
Cuando salí de la ducha Sebastián y su sobrino ya habían llegado, los cuatro juntos comimos algo y después de un breve rato de televisión, nos fuimos a dar una vuelta, Mamadou y el brasilero se quedaron en casa, Sebastián y yo terminamos en una especie de Pub, un tanto extraño.
Me llamó poderosamente la atención, que en este local, no hubiera ningún cartel ni luminoso que llamara la atención de los clientes, accedimos al interior mediante unas escaleras bastante mal iluminadas, y ya dentro la cosa no parecía que fuera a mejorar, en el interior casi sin luz, podía verse una barra no muy grande, y al fondo entre la “pista de baile” y los baños un par de billares.
Nada más entrar Sebastián me presento al camarero, por lo que me dijo eran grandes amigos, el chico enseguida salió de la barra a saludarme y nos acompañó a una especie de reservados donde se podía estar más oscuro si cabe, una vez allí Sebastián pidió un par de copas y mientras su amigo nos las traía se lanzó al ataque.
Sebastián me recostó sobre el sillón y abalanzándose obre comenzó a besarme, lo hacía con pasión desmedida, como si llevara meses sin echar un buen polvo, sus manos recorrían mi cuerpo buscando con prisa mis pechos, sobando mis muslos, e intentado alcanzar mi coño, yo le rechazaba, deseaba follar con él, pero no allí, no en aquel momento, en el Pub no había mucha gente, solo su amigo y tres jóvenes jugando al billar que apenas daban cuenta de nosotros, pero no podía permitir que hiciera conmigo lo que quisiera y cuando quisiera, me tenía entregada, pero no era cuestión de que él lo supiera.
Sebastián parecía molesto por haberlo rechazado, yo traté de calmarle diciendo que luego tendría mi cuerpo para que lo disfrutara a su antojo, en esas estábamos cuándo llegó su amigo con las copas, sobre la mesa dejó tres vasos y se sentó allí con nosotros.
Kali - que así se llamaba el camarero- se sentó a mi lado dejándome entre él y su amigo, me miró a los ojos y con una gran sonrisa me preguntó: bueno Bolita, ¿cuéntame que es de tu vida? Al hacerlo como inocentemente me dio una cachetada en la pierna, parecía de casualidad pero su mano fue a parar más arriba de la mitad de mi muslo. Y que quiere que te cuente le dije yo sorprendida mientras miraba de reojo como su mano permanecía en mi pierna.
Antes de que Kali pudiera decir nada, Sebastián se adelantó diciendo: Bolita nunca fue de mucho hablar amigo, mientras lo decía ponía su mano en mi otro muslo, este, buscando en inicio de mi falda, buscó besarme la boca para que no pudiera decir nada mientras su amigo ya lanzado llegaba con su mano casi a mi entrepierna.
Cuando Sebastián despego su boca de la mía, mis pechos estaban al aire con la copa de mi suje descansando bajo ellos, Kali había cogido mi pierna y la había puesto sobre la suya dejándola más abierta mientras jugaba con sus dedos dentro de mi coño, ahora me tocaba probar su boca, pero esta fui yo quien la buscó.
Entregada de nuevo a mis amantes con mi mano busqué la polla de Kali, el muy carbón ya la tenía fuera de sus pantalones y a medio endurecer, la cogí con mis manos y comencé a masajearla quería notar como poco a poco se ponía tiesa en mis manos, sin embargo, desde atrás Sebastián empujando con su mano me obligó a bajar hasta estar a escasos centímetros de la polla de su amigo.
Mientras Kali endurecía su polla golpeando con ella mi cara, su amigo hacía lo propio con mi coño, golpeando suavemente intentando estimular mi clítoris, no sé si fue acierto mío o cosa de Kali, pero después de un par de golpes conseguí que su glande entrara por fin en mi boca, tras él, todo lo que me entró de su carne.
Seguía ensimismada con la polla de Kali, trataba de meterla toda dentro de mi boca, y cuando esta rozaba mi campanilla, sacaba la lengua para llegar un poco más lejos, luego apretando con mis labios volvía hasta la punta de su capullo. Anonadada estaba con aquel pollón hasta que Sebastián taladrándome el coño me devolvió a la realidad, mi gemido debió escucharse en todo el local, pero daba igual, lo único que me importaba era disfrutar de aquellas dos pollas.
A estas alturas mi cuerpo estaba totalmente desnudo, tumbados en el reservado, aquellos dos negros hacían conmigo lo que querían y yo disfrutaba de todo ello, mientras uno me follaba el otro la metía en mi boca, también me daban por el culo, a esas alturas no recuerdo las veces que me había corrido pero seguro un par de ellas.
Kali sacó su polla de mi boca y se sentó en el sillón, debió hacer alguna señal a Sebastián que también salió de mi coño indicándome la polla de su amigo, para que me sentara sobre ella, al levantarme para hacerlo pude ver a los tres jóvenes del billar mirando lo que hacíamos, traté de protestar y taparme, pero Sebastián no tardó en empujarme hacia su amigo mientras estos tres degenerados se reían, clavé mis rodillas sobre el sofá del reservado, mientras poco a poco me iba clavando la polla de Kali hasta las entrañas, cuando llegué a sus cojones me hizo subir y bajar un par de veces, después paró para que Sebastián pudiera hacer lo propio con mi culo, no era la primera vez que tenía dos pollas dentro, pero he de reconocer que aquellas me estaba costando bastante acogerlas.
Tras un breve periodo de tiempo de adaptación, cada polla se acopló a su agujero, y el placer le fue ganando terreno al dolor, en mi posición podía ver a los chavales como observaban atónitos la escena, mis tetas subían y bajaban botando sin control mientras ellos las devoraban con los ojos, me daba igual, lo único que me preocupaba era gritar el placer que medaban aquellos dos hombre y valla si lo hacía.
Uno de los chicos se acercó hasta mi lado, no hizo nada solo quedó mirando, los otros dos no tardaron en imitarle, a mí no me hacía ninguna gracia sentirme observada de esa manera pero al final terminé por aceptarlo, Kali y Sebastián me hicieron cambiar de posición, el seguiría sentado en el sofá, pero ahora yo me sentaría de espaldas a él clavándomela en el culo, mientras su amigo me follaba el coño.
Con esta postura los chavales también quedaban a mi espalda, aunque no esperaba que tardasen mucho en ponerse delante de mí, gozando estaba de nuevo de mi doble follada cuando noté como una mano acariciaba mis pechos, notaba las de mis folladores en mi cintura así que tenían que ser las de los chicos, la cara de Sebastián al mirarlo confirmó mi sospecha.
Una vez más volvimos a cambiar de posición, ahora era Sebastián el que se tumbó en el suelo y Kali quien una vez más se ocuparía de mi culo, de nuevo los tres chicos volvieron acercarse, pero esta vez traían las pollas fuera e intentaron que se las chupara, intenté resistirme, pero viendo que era imposible al final opte por darles una alegría.
Con toda la pasión que fui capaz de poner una a una me fui metiendo las pollas de aquellos jóvenes en la boca, una a una las fui lamiendo hasta las pelotas y succionando sus capullos y sus huevos con mi boca, no hizo falta mucho, enseguida me llenaron con su leche toda la cara y la boca.
Saboreé la leche de mi boca mientras con sus pollas intentaba introducirme en ella los restos de semen que había por mi cara, mientras lo hacia las fuertes sacudidas de mis folladores me hacían pensar que pronto se vaciarían, también lo quería en mi boca, pero varios chorros de lefa llenaron primero mi culo y después mi coño, con aquella sensación volví a correrme.
Cuando me levanté recuperada del ultimo orgasmo, los jóvenes ya no estaban y Kali y Sebastián se habían vestido, desnuda como estaba fui a lavarme al cuarto de baño, ya dentro apenas me había lavado la cara entró uno de los chicos, debía ser hijo de Kali, pues lo único que dijo fue: yo te voy a follar como lo ha hecho mi padre, me empujó contra el cristal y me folló, en apenas cinco minutos volvió a llenarme el coño de leche.
Cuando Salí del baño Mamadou y el otro compañero de piso estaban allí, me vestí y me senté a tomar una copa con ellos pasados unos minutos les pedí que me acercaran al motel a por mi coche pues ya era hora de volver a casa, Mamadou y Cristian -así se llamaba el animal que vivía con ellos- fueron los voluntarios para hacerlo. Una vez en el coche fue Cristian quien intentó meterme mano, pero ni mi coño ni mi culo aceptaban ni una polla más durante días, sin embargo le dije que se la debía y con gusto otro día le pagaría, para ponernos de acuerdo le di mi número de teléfono, así quedaron los dos convencidos de no follarme, pero al llegar al motel me hicieron de comerles las pollas hasta que otras dos lechadas llenaron mi boca.
Sobre las cinco de la madrugada llegué a mi casa y mi marido aún no estaba allí, sobre la mesa del salón había una nota de mi hija diciendo que mi esposo estaba bien, pero que hasta el lunes seguramente no podrían salir de Durón, un pequeño de Guadalajara donde se habían quedado aislados