Viaje a Valencia (fin)

Final de la historia de mi viaje con sorpresa

Contando con que hayáis leído la primera parte de la historia, nos habíamos quedado jadeando después de corrernos.

  • ¿Un cigarro? –dijo, ofreciéndome el paquete (de tabaco).

Yo no fumo desde hace años, pero aquel momento parecía bueno. Fumamos, ya con la respiración normal.

  • ¡Qué buen sitio éste! –dije, mientras colocaba mano en su muslo, lo bastante arriba como para rozarle la polla con los dedos.

Miró de reojo y sonrió otra vez.  ¿Qué sitio, mi entrepierna o el entorno?

  • Los dos –contesté-. Así se puede disfrutar de éste –moví los dedos de la mano- al aire libre sin que nadie moleste.

  • Sí, se oye venir hasta una bicicleta desde bastante lejos –apagó el cigarro en el cenicero (el coche no parecía viejo, pero aún tenía)- Hale, al lío –me miró- ¿Te apetece follarme?

Mi polla empezó a latir de nuevo. –Claro.

Sacó de detrás del asiento una caja de condones y un tubo de lubricante.

  • ¿Te apetece que te coma el culo primero? –me preguntó-. Tú me lo has comido de lujo.

-Vale –yo ya estaba para decirle a todo que sí-. ¿Cómo lo quieres hacer?

  • Ponte ahí de rodillas sobre el asiento –lo hice, dejando asomar mi trasero por la puerta de atrás-. Joder, qué alto eres. Mejor pon los pies en el suelo y te tumbas un poco.

Yo seguía sus órdenes, así que bajé los pies y asomé el culo lo que pude mientras me echaba sobre el asiento.

  • A ver qué tenemos por aquí… -dijo él mientras me buscaba el centro y jadeaba sobre mi agujero. Yo notaba el calor sin el contacto y empecé a gemir.

  • Te gusta, ¿eh? Ahora notarás lo que es un buen trabajo posterior…

Cuando empezó a tocarme con los dedos mientras seguía soplando caliente justo en el centro yo ya estaba en las nubes. Me escurrí hacia delante y mi polla casi rozaba con el asiento. Volví hacia atrás, no quería luego durar menos follando.

Para cuando me tocó con la lengua húmeda yo creí que estaba en el máximo gusto. Ya no distinguía, creo que me estaba metiendo un dedo de la que me chupaba. Yo seguía jadeando.

En un momento dado, que yo estaba en el séptimo cielo, de pronto me pareció que lo que entraba ya no era un dedo ni la lengua, aunque todo estaba húmedo por ahí atrás.

  • ¿¡Eh!? ¡Ese no era el plan! –el cabrón no sé cómo se había puesto un condón y echado lubricante y me estaba metiendo la punta de la tranca.

  • ¡Venga…! Si lo estás deseando… Mira cómo responde tu culito.

Tenía razón, la verdad es que me lo estaba pasando bien, así que me relajé y dejé que me entrara. Me agarró la cadera con las manos y empujó lento pero de un tirón hasta que entró toda. ¡Buf! Yo aplasté mi cara contra el asiento.

  • Todos los heteros sois iguales, luego no queréis más que polla –decía, mientras empezaba un mete saca en el que cuando se hundía hasta el fondo parecía que entraba más adentro cada vez-. Vosotros metéis en vuestras mujeres y luego buscáis lo que os falta.

Habíamos hablado tomando café, yo no recordaba haber sido tan explícito, de hecho me considero más activo, pero a lo mejor tenía razón. Yo no dije nada, solo gemía cada vez que empujaba hasta el fondo.

  • ¿A qué te gusta, eh?

  • Sí-i-i  -dije yo al ritmo de sus empujones.

  • Mira cómo te has puesto –dijo, mientras me agarraba con una mano mi rabo tieso y mis huevos y los tironeaba hacia abajo-. Más empalmado que si la fueras a meter.

  • Auf –contesté yo, que ya no distinguía entre gusto y dolor, hasta el tirón me estaba resultando placentero.

  • Si te vas a correr antes que yo… -se rió-. Espera que no me manches el coche – tiró de mí hacia atrás sin sacarla, con lo que retrocedí un poco y solo apoyaba las manos en el asiento, con el resto del cuerpo fuera-. Ahora te puedes correr cuando quieras.

  • Va-a-a-le-e –el cabrón me pajeaba aprovechando el movimiento de follarme.

  • Toma, toma, toma polla –seguía el ritmo-. ¡Ahí vas!

Solté otra enorme corrida directamente hacia el suelo, mientras él me apretaba como había hecho la primera vez. No pensé que me había dado tiempo a generar otra vez tanta lefa.

Las piernas se me aflojaban, y él lo notó. –Eeh, no te me bajes ahora, que yo también estoy casi a punto! –la sacó de mi culo y me dijo que me sentara en el coche.

  • Me ha gustado cómo te la has tragado toda antes… Siéntate ahí que voy a darte segunda ración – se sacó el condón y se puso de pie en el borde del coche (luego vi que tenía barras en el techo, supongo que se agarró ahí), así que me encontré sentado con las piernas fuera abrazando las suyas y su polla a la altura perfecta, sólo tenía que abrir la boca. Sabía un poco a goma, pero con la mano extendí su propios líquidos por el rabo y con mi propia saliva pronto dejó de saber raro.

Entre la follada y la mamada él también estaba cerca de acabar. Lo cierto es que como no usaba sus manos, yo mismo me follaba mi boca con su polla. Le agarré su culo por detrás y me la metí hasta el fondo, y apreté cuando noté que se corría entre temblores. Casi no me supo a nada, de lo profundo que me lo echó.  Él también gemía con cada suelta –ah! Ah! Ah!

Acabamos de nuevo sudorosos y jadeando (y yo con el culo un poco dolorido). Él buscó su ropa y se la empezó a poner. –Ha estado muy bien la parada técnica –dijo.

  • Sí, ha sido muy buena. Otro día podíamos repetir –sugerí yo.

  • Bueno, si coincidimos a lo mejor sí. Pero no me gusta quedar de antemano, me mola el morbo de lo imprevisto –no sabía si era verdad o era que tampoco le había gustado como para quedar otro día, así que no dije nada más y yo también me vestí.

  • Venga, nos vemos –se despidió mientras se sentaba delante y arrancaba-. Y desconfía de los jovencitos dóciles, que dan sorpresas –añadió.

  • Bueno, las sorpresas también están bien a veces –contesté, y se marchó.

Y ya está. No lo he vuelto a ver y creo que no he vuelto a tener una situación tan morbosa, ni la había tenido antes.  Un día en otro viaje a Valencia me desvié para ver el sitio y habían hecho una nave al lado así que hasta ni en el mismo lugar se podría repetir.  Pero me queda la memoria, y os la comparto.

Un saludo